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bots que desnudan a personas con IA

Corría el año 2019. La IA generativa todavía estaba en pañales, pero ya empezaban a escucharse y hacer ruido términos como redes neuronales (para bien, por su potencial) y deepfakes (normalmente, para mal). Uno de los escándalos más sonados de 2019 fue el de DeepNude, una web que permitía desnudar a cualquier mujer con solo subir una foto. Entre bambalinas, lo que había era una red neuronal que había sido entrenada con más de 10.000 fotos de mujeres desnudas.
La web llevaba meses circulando, pero tras su descubrimiento solo duró unas horas. El desarrollador, que decía llamarse Alberto y residir en Estonia, cerró la plataforma alegando que “la probabilidad de que la gente haga mal uso de esta” era “demasiado alta” (no se podía saber) y que “el mundo aún no está preparado para DeepNude”. Eso fue en 2019.
Hoy, en 2024, esta tecnología ha evolucionado hasta ser lo que es: un portento tecnológico cuya magnitud solo es igualada por el reto que supone frenar su mal uso. Porque la IA tiene infinitos casos de usos positivos, pero también puede usarse con fines menos éticos y morales. Fines como desnudar a personas a través de un bot de Telegram. Como DeepNude, pero más fácil y a la vista de todos. Porque el mundo, en 2024, sigue sin estar preparado para un desafío como este.
Cuatro millones de usuarios. Esos son los que, de acuerdo a una investigación de la revista WIRED, reúnen mensualmente al menos 50 bots de Telegram cuyo único fin es generar imágenes o vídeos de personas reales desnudas. Dos de ellos, asegura la revista, tienen 400.000 usuarios mensuales. Otros, 14 para ser exactos, superan los 100.000 usuarios.
Estamos hablando de miles de personas que (potencialmente) han generado imágenes de otras personas desnudas sin su consentimiento. Esto es, a todas luces, una violación de la protección de datos o privacidad, así como de la intimidad, honor y propia imagen. Y lejos de ser algo inocente, es una práctica que puede tener (y tiene) un impacto real en la vida de las personas. Entre 2022 y 2023, el contenido pornográfico deepfake aumentó un 464%, según el estudio State of Deepfakes de Home Security Heroes. El 99% de ese contenido está protagonizado por mujeres.
Cómo funcionan. Según detallan desde WIRED, estos bots se venden con mensajes como “Puedo hacer lo que quieras con la cara o la ropa de la foto que me des” y, en su mayoría, requieren que el usuario compre tokens con dinero real o criptomonedas. Que generen el resultado prometido o sean una estafa es otra historia. Algunos de estos bots permiten subir fotos de las personas para, afirman, entrenar a la IA y generar imágenes más precisas. Otros no se anuncian como bots para desnudar, pero sí enlazan a bots capaces de hacerlo.
El problema de fondo. No es que este tipo de bots se puedan encontrar y usar en Telegram, que también, sino lo complicado que es frenar este contenido. En lo que concierne a Telegram, una deep web en sí misma, la aplicación de mensajería ya ha sido objeto de polémica en alguna ocasión por cosas como esta.
El último caso es reciente, de hecho: la detención de su fundador. Pavel Durov fue detenido en Francia por, aparentemente, haber contribuido a cometer delitos en Telegram por la falta de moderación. Desde Telegram se defendieron, alegando que es “absurdo afirmar que una plataforma o su propietario son responsables del abuso de esa plataforma”. Tras su detención, Durov aseguró que convertiría la moderación en una de las prioridades del servicio.
El problema de fondo está en lo complicado que es frenar la creación y difusión de este tipo de contenido
No obstante, cabe destacar que, a tenor del artículo de WIRED, Telegram ha eliminado los canales y bots reportados por la revista. Ahora bien, esos canales son lo que están, pero seguramente no estén todos los que son. Telegram, como indicábamos, en una deep web en sí misma que, no obstante, pone a disposición del usuario todas las herramientas necesarias para encontrar contenido. Un buscador, sin ir más lejos.
Atajarlo es complejo. Luchar contra los deepfakes es “básicamente una causa perdida”. Esas fueron las palabras de Scarlett Johansson allá por 2019. La actriz fue una de las primeras víctimas de los deepfakes pornográficos (ni la única, desde luego) y hoy, en 2024, lo cierto es que la situación sigue más o menos igual. Ha habido algunos movimientos por parte de las grandes tecnológicas, pero la realidad es que los deepfakes siguen campando a sus anchas.
Es más, las herramientas actuales han hecho que sea todavía más sencillo hacerlo. ¿Quieres una foto de Bill Gates sujetando un arma? ¿A Taylor Swift en lencería o apoyando a Donald Trump? Puedes hacerlo directamente en Grok, la IA de X, por ejemplo. Aunque algunas plataformas como Midjourney o DALL-E bloquean las peticiones polémicas, cualquier persona puede con una simple búsqueda en Internet, tiempo libre, muchas imágenes y mala idea entrenar su propia IA para vete a saber qué.
Ejemplos. Podemos encontrar tantos como queramos. Los más recientes los tenemos en Estados Unidos: los deepfakes generados a raíz de los estragos del huracán Helene. En Corea del Sur el problema del porno deepfake ha llegado a las más altas esferas y se ha convertido en una cuestión de interés nacional. Tanto que, hace unos días, se aprobaron una serie de leyes que contemplan penas de cárcel y multas por generar y hasta ver este contenido sintético. “Cualquier persona que posea, compre, almacene o mire material sexual sintético ilegal estará sujeta a una pena de prisión de hasta tres años o una multa de hasta 30 millones de wones (20.000 euros al cambio)”, recogen en la BBC. Como dato, Telegram también ha jugado un papel importante en la difusión del contenido pornográfico sintético en Corea del Sur.
Qué se ha intentado. Uno de los enfoques de la industria es el marcaje del contenido generado mediante IA con marcas de agua invisibles. De momento, marcar el contenido como sintético o no depende del creador (Instagram y TikTok tienen herramientas para ello, por ejemplo), pero una marca de agua evitaría, o al menos reduciría, la difusión de contenido falso y fake news. Además, permitiría una detección temprana.
Sin embargo, la realidad es que su implantación a nivel global no es la norma. Si hablamos de contenido pornográfico sintético, el desafío es mucho mayor. No solo es una cuestión de moderación en las plataformas, sino de detección precoz, de evitar que se pueda hacer el daño. Una marca de agua no soluciona el problema per se, ya que tiene que implementarse.


Marca de agua para el contenido generado con IA propuesta por OpenAI | Imagen: OpenAI
Para que la marca de agua sea eficaz, esta debería implementarse en todos y cada uno de los modelos y herramientas de generación de contenido sintético. No solo en los comerciales, sino en los que un usuario puede ejecutar en local. De esa manera, todo el contenido generado por IA estaría marcado en origen y su detección por parte de los sistemas de las plataformas sería más sencilla. Pero una cosa es decirlo y otra muy distinta hacerlo.
Imagen | Wikimedia Commons y Pixabay editada por Xataka
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En Jerusalén acaban de descubrir un jardín de 2.000 años que coincide con una descripción de la Biblia: la tumba de Jesús

Si nos ceñimos a la literatura de ese bestseller en clave religiosa que fue (y es) la Biblia, el relato evangélico del Evangelio de Juan sobre la sepultura de Jesús había resonado con una fuerza simbólica singular durante siglos. A saber: la muerte del “mesías” se dio en un “lugar de calaveras” y el entierro en “un jardín nuevo, fértil, sin uso previo”, casi como un eco del Edén. Ironías de la vida, una reforma en Jerusalén ha dado con un lugar extremadamente parecido.
El jardín bajo piedra. Aunque literariamente poderoso, aquel pasaje siempre ha carecido de lo mismo que otros tantos pasajes: precisión topográfica. Sin embargo, recientes excavaciones en la Iglesia del Santo Sepulcro, lideradas por un equipo de arqueólogos de la Universidad La Sapienza de Roma, han desenterrado indicios que podrían conferir a ese fragmento bíblico un inesperado respaldo empírico.
Aprovechando unas renovaciones iniciadas en 2019 tras décadas de disputas entre las comunidades religiosas que administran el templo (los ortodoxos, los franciscanos y los armenios), el equipo de la profesora Francesca Romana Stasolla comenzó, en 2022, un meticuloso trabajo bajo el pavimento decimonónico del santuario. Allí, bajo losas y siglos de liturgia, descubrieron los vestigios de una antigua cantera de la Edad del Hierro que, en tiempos de Jesús, ya servía como lugar de enterramientos excavados en la roca.
Del Imperio a la fe. Este espacio, aunque no era el único de su tipo en la Jerusalén de la época, fue el que los primeros cristianos identificaron como el lugar de la crucifixión y la sepultura del Nazareno, convicción que llevó al emperador Constantino (tras su conversión al cristianismo) a ordenar la construcción del primer templo sobre ese suelo cargado de memoria.
La actual iglesia, reconstruida por los cruzados en el siglo XII, es la última encarnación de esa veneración milenaria. Lo revelador del hallazgo actual es que, en el periodo entre la explotación de la cantera y la erección del templo, la zona fue transformada en un espacio agrícola.
El hallazgo. Los arqueólogos identificaron muros de piedra bajos y tierra rellenada para cultivo, así como evidencias de olivos y vides de hace 2.000 años. Para Stasolla y su equipo, estos descubrimientos ofrecen una posible correspondencia material con la mención del jardín que aparece en el Evangelio de Juan, lo que sugiere que quien escribió, o bien recopiló ese relato, poseía un conocimiento íntimo de la geografía y la organización territorial de la ciudad en aquel tiempo.
Cultivo de fe. Más allá de la fuerza simbólica del jardín y su potencial vinculación con el relato de la sepultura de Cristo, los hallazgos también incluyen monedas y fragmentos cerámicos del siglo IV, lo que sugiere un uso continuado del lugar incluso antes de su cristianización formal.
Aunque la misma Stasolla habla con cautela respecto a proclamar cualquier confirmación definitiva del lugar del entierro de Jesús, la investigadora sí subraya que el verdadero valor del descubrimiento reside en mostrar cómo generaciones enteras han proyectado su fe sobre ese sitio. La historia del Santo Sepulcro, insiste, no es únicamente la historia de un personaje o de una religión, sino una parte integral de la historia misma de Jerusalén.
La continuidad del culto, las transformaciones del entorno y el peso de la tradición han conferido a ese espacio una identidad viva que trasciende las certezas arqueológicas. Visto así, entre fragmentos de muros agrícolas, raíces milenarias y tierra sagrada, el hallazgo reciente no solo excava en la historia, sino también en la conciencia religiosa de Occidente.
Imagen | Gerd Eichmann
En Xataka | La Biblia y sus 463 contradicciones, además de violencia y misoginia, reunidas en un gráfico interactivo
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el pis y los excrementos de las ballenas

En la enorme lista de enigmas sin resolver que tiene la ciencia estuvieron durante mucho tiempo las heces de las ballenas. Sabíamos que estos animales ascendían desde las profundidades marinas donde se suelen alimentar y hacían sus necesidades cerca de la superficie.
Trazando un paralelismo con los procesos de fertilización en tierra firma, esto llevó a los cetólogos a imaginar cada una de estas ascensiones de las ballenas como un festival para las especies de aguas poco profundas. Y lo cierto es que lo es.
Lo que nadie se atrevió siquiera a imaginar fue lo del pis.
¿”Lo del pis”? Efectivamente. El pis de ballena es un asunto muy serio: uno solo de estos bichos puede producir casi 1000 litros de orina al día. Pese a ello, nadie se había parado a pensar que ese líquido amarillo oscuro que tiñe de verde el agua por donde pasa podía ser algo más que pis. Hasta ahora.
“La gran sorpresa del estudio es que la orina supera con creces las otras fuentes de nitrógeno”, explicaba Joe Roman, biólogo conservacionista de la Universidad de Vermont. Y, aunque no lo parezca, tiene su miga.
¿Te falta algún nutriente? ¡Pide una ballena barbada! Por lo que ha descubierto el equipo de Roman, las ballenas barbadas transportan enorme cantidades de nitrógeno y fósforo desde las zonas polares donde se alimentan a las zonas tropicales donde crían. En buena parte del proceso dependen de las reservas que acumularon en las regiones polares.
Y sin esos nutrientes críticos que expulsan, “muchas plantas y animales marino no sobrevivirían”.
Una “bomba” de nutrientes. El equipo examinó la cantidad de nutrientes que movían por el océano las ballenas barbadas, pero no solo con su pis. También examinaron el impacto de sus placentas y de sus cadáveres. Según sus estimaciones, cada año, cada barbada mueve 3.784 toneladas de nitrógeno y 46.512 toneladas de materia orgánica en zonas con escasos nutrientes.
Y eso es mucho. Muchísimo. Según Roman, “en un lugar como Hawái, las ballenas aportan más nitrógeno del que transportan el viento y las corrientes”. De hecho, explicaba Heidi Pearson de la Universidad de Alaska Southeast, en National Geographic, “estos nutrientes estimulan el crecimiento del fitoplancton en la superficie del océano y también enriquecen los ecosistemas de aguas profundas”.
Un mundo al que dejamos cojo. Poco a poco empezamos a intuir el enorme impacto que produjo la caza (y casi extinción) de las ballenas: durante siglos nos hemos dedicado a ir quitando mecanismos ecológicos vitales sin ser conscientes de qué estábamos haciendo.
Ahora que lo sabemos, buena parte de la economía y las sociedades del mundo están tan acostumbradas a ello que es muy difícil dar marcha atrás. Pero la idea de que el océano sería muy distinto sin el pis y los excrementos de las ballenas nos recuerda que hay mucho aún por hacer.
Imagen | Mike Doherty
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“entrena” en un túnel del siglo XIX

Los superdeportivos ya no son suficiente. Lo que de verdad quita el hipo son los hiperdeportivos. Combinan la clase de los superdeportivos con tecnologías y prestaciones de la Fórmula 1, como el McLaren P1 con KERS y DRS. Pero si hay una categoría que está despegando a lo bestia, es la de los eléctricos con prestaciones que parecen sacadas de un videojuego. Concretamente, uno inglés que podría tener Batman en su garaje.
Es el McMurtry Spéirling, y su secreto es una puesta a punto en un túnel ferroviario de 1897.
Locura. El McMurtry Spéirling, o Spéirling Electric Hypercar, fue desvelado en el prestigioso evento Goodwood Festival Speed de 2022, y ya allí consiguió algunos récords. Antes de eso, pasemos la ficha técnica de este monoplaza que no es tan atractivo como un Bugatti Veyron, el mencionado McLaren P1 o su máximo competidor eléctrico, el Rimac Nevera, pero que es un Tiranosaurio Rex con piel de cordero. De un cordero de 3,5 metros de largo, 1,7 de ancho y apenas 1,1 de alto.
Cuenta con dos motores eléctricos que producen en las ruedas traseras una potencia de 746 kW, equivalente a unos 1.000 CV. El peso es de unos 1.000 kg, lo que unido a ese motor garantiza una fuerza descomunal. ¿Cuánto? Pues una aceleración de 0 a 100 km/h en 1,4 segundos o de 0 a 230 km/h en menos de 5 segundos.


Coche de los récords. No corre “mucho” debido a que está limitado a 305 km/h, por lo que ese motor podría dar mucho más de sí, y está equipado con una batería de 60 kWh que esperan a ampliar a 100 kWh en algún momento, aumentando hasta los 1.200 kg el peso del vehículo. Pero con lo que tenemos ahora entre manos, podemos hablar de un coche que está dejando el listón alto. Muy alto.
En el Goodwood Festival de su debut, el McMurtry Spéirling logró pulverizar el récord de subida de su tradicional circuito de colina de 1,89 kilómetros con un tiempo de 39,08 segundos. Por ahí no sólo han pasado supercoches e hipercoches, también Fórmula 1 como el de Nick Heifield de 1998. Con el McLaren MP4/13, clavó el reloj en 41,6 segundos. En 2019, un prototipo eléctrico, el Volkswagen ID.R. lo bajó hasta los 39,9 segundos, y era la marca que prevalecía.
Desde entonces, hemos visto al McMurtry Spéirling haciendo que todo tipo de coches muerdan el polvo, incluyendo el imponente Ferrari LaFerrari con un V12 atmosférico y 800 CV con KERS de 163 CV o pulverizando el récord del Mercedes-AMG One en Hockenheim bajando el tiempo en 14,1 segundos.
El túnel de pruebas. Y el secreto de este logro es el túnel de viento. Los coches de altas prestaciones se analizan en túneles de viento en los que se pone a prueba su aerodinámica. Son cámaras en las que los vehículos se encuentran estáticos y es el aire el que fluye sobre ellos, permitiendo que ingenieros y diseñadores pongan a prueba la aerodinámica. En el caso del McMurtry Spéirling, la cosa es diferente porque en su túnel de viento, se mueve a gran velocidad.


¿El motivo? Utiliza un túnel que podría salir en cualquier película de Batman: el túnel de Catesby. Se trata de un túnel ferroviario de la era victoriana que se construyó en 1897 y cuenta con una recta de 2,7 kilómetros de largo y 8,2 metros de ancho. Ya no se usa para su propósito original, y desde su reconversión se ha convertido en una recta de pruebas ideal por dos motivos.
El primero es porque tiene condiciones climáticas constantes, lo que permite a los ingenieros poner a prueba el coche en un entorno en el que pueden desarrollar pruebas sistemáticas y precisas. El equipo de McMurtry utiliza para ello equipo como sensores de presión alrededor del vehículo y cámaras de alta velocidad, pero lo mejor es que, al estar en movimiento, pueden poner bajo la lupa elementos como las ruedas, la amortiguación o el gran secreto de este coche: el downforce o ‘efecto suelo’.
Ventiladores, su secreto. Porque… sí, en un coche importan todos los elementos, pero cuando hablamos de velocidad (y ahí es donde los F1 son ejemplares), no se trata tanto de la fuerza del motor, sino de cuánto pueda pegarse el coche al suelo gracias a la aerodinámica para acelerar mejor o realizar un paso por curva más rápido.
Y si vemos cualquier vídeo del McMurtry Spéirling, algo que llama la atención es que, tanto en movimiento como en parado antes de acelerar, levanta una estela de polvo. Ahí está su secreto: tiene dos ventiladores traseros que generan una fuerza de hasta 2.000 kg. Esto presiona el coche contra el suelo, haciendo que salga como su fuera un coche de Scalextric y consiguiendo que mantenga una gran velocidad en las curvas.
Hace parecer lento a un F1. Para que nos hagamos una idea, esa carga aerodinámica de 2.000 kg que el McMurtry Spéirling tiene desde parado es la misma que consigue un Fórmula 1 cuando va a 250 km/h. Y, hablando de Fórmula 1, el vídeo que dejamos a continuación es de esos que hacen que se dibuje una sonrisa de incredulidad:
En él, podemos ver el Spéirling contra el Rimac Nevera y un Red Bull RB8. Es muy interesante porque el Rimac Nevera, que es otro eléctrico que se encuentra en su misma categoría, gana en la primera prueba por velocidad punta debido a que entra en juego el limitador del Spéirling. En la segunda prueba, el Spéirling ha calentado las ruedas y consigue una más apretada victoria, y en la tercera vemos otra cosa sorprendente.
Se trata de una prueba de frenado en la que vemos que el Rimac acelera y corre mucho, pero le cuesta frenar. Aquí, el Spéirling consigue un rendimiento muy similar al del Fórmula 1, cuya frenada es espectacular. Y tiene mérito que incluso con Liam Lawson al volante, ese Red Bull parezca un utilitario al lado de los otros dos. Sobre todo al lado del gran punto fuerte del Spéirling: la aceleración desde parado.
¿Te sobra un millón? Actualmente, el McMurtry Spéirling está homologado para competiciones en circuitos, como el GT1 Sports Club, pero si en algún momento se homologa para el uso en la vía pública, habrá que preparar un millón de euros si queremos hacernos con él.
Por ahora solo podemos verlo en acción desde la barrera, pero con cada nuevo récord que pulveriza, el McMurtry Spéirling demuestra que el futuro del motor no suena como un V12… sino como una Thermomix.
Imágenes | Calreyn88
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