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Lo que el viento se llevó: revalorizando su legado en el siglo XXI

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Hubo una época en que Lo que el viento se llevó fue considerada la mejor película de todos los tiempos, así como una de las mayores proezas del cine. Su realización implicó adaptar la titánica novela homónima de Margaret Mitchell, atravesar por un triple cambio en la dirección durante su proceso de producción y requerir elaborados acuerdos para unir los talentos de Vivien Leigh y Clark Gable. Esto le llevó a ser reconocida con 13 nominaciones al Premio de la Academia, de las que cosechó ocho estatuillas incluyendo Mejor película por encima de La diligencia y El mago de Oz, para posicionarse como la gran vencedora de un 1939 que sigue siendo considerado por muchos como el año más brillante de la industria norteamericana. Estos esfuerzos le convirtieron en el filme más taquillero de su época, una marca que sigue ostentando hasta la fecha si consideramos que los ajustes de inflación le dan una recaudación superior a los $7,400 mdd. Un clásico en toda la extensión de la palabra.

Estas glorias no pudieron evitar que el filme perdiera cada vez más terreno en el gusto del público y la crítica, que cada vez cuestionan más su posición entre lo mejor de la historia: BBC le dio el lugar 97 en su conteo de cine norteamericano; Sight & Sound la excluyó de su top histórico; los lectores de Empire hicieron lo propio en una encuesta realizada por el medio británico. Hay quienes atribuyen esta dramática baja de popularidad al paso del tiempo y su duración de casi cuatro horas, pero lo cierto es que su posición es mucho más compleja, pues a diferencia de otros filmes de su misma época, hay repasos que incluso dudan de su grandeza y su legado.

¿Cómo fue que la que alguna vez fue vista como la mayor proeza del celuloide ha sido relegada por el público y condenada al olvido?

Lo que el viento se llevó Gone with the Wind

La esclavitud sureña

La construcción de un clásico cinematográfico no es tarea fácil, pues requiere valores narrativos y simbólicos suficientemente poderosos para resistir los embates del tiempo. El caso de Lo que el viento se llevó es sumamente complejo, pues su trama ubicada en la Atlanta de la Guerra Civil, su filmación en una unión americana con severos problemas raciales y su estreno en un mundo fragmentado por la intolerancia generó un ambiente de nerviosismo ante la que parecía ser una cinta dirigida contra la gente de color. Estas preocupaciones desencadenaron una intensa campaña de la prensa negra “para descubrir si algunos de los que se oponen a Hitler a una distancia segura tienen el coraje necesario para oponerse a los prejuicios raciales cuando estos pueden afectar sus carreras y bolsillos” [vía]. El resultado fue la supresión de la palabra nigger en los diálogos de los actores caucásicos y un Oscar histórico que convirtió a Hattie McDaniel en la primera persona afroamericana galardonada con la codiciada estatuilla. Grandes victorias en la lucha por la igualdad racial, las cuales dieron la sensación de que el filme, lejos de exaltar las diferencias raciales, era una mera exploración del conflicto secesionista desde la perspectiva sureña.

Estas ideas cambiaron con la llegada del siglo XXI, con repasos que criticaron al equipo creativo por mantener el término despectivo entre los actores de color para garantizar visiones estereotípicas, así como la utilización de la palabra darkies (oscuritos) para mostrar el aparente cariño de los blancos por sus esclavos. No menos debatible fue el reconocimiento a la actriz que diera vida a Mammy, quien fuera relegada a una mesa aislada para ella, su acompañante y su agente ante las políticas segregacionistas del hotel en que se realizaron los Premios de la Academia.

Esto, aunado a la fidelidad de un material fuente que presuntamente idealiza la esclavitud al mostrar cómo no padecen ningún tipo de maltrato y cuya situación se debe a su propia renuencia a la libertad, así como al enorme aprecio que sienten por sus amos, ha provocado que las audiencias actuales le posicionen entre las cintas más racistas de la historia. ¿Una acusación justa o demasiado extrema para una película realizada en la primera mitad del siglo XX?

Estas visiones descontextualizadas han provocado que el filme sea equiparado con El nacimiento de una nación (1915), señalada por su exaltación a los orígenes del Ku Klux Klan. Una comparación delicada, pero  sellada para siempre con las propiedades metanarrativas del cine y la ingeniosa visión de Spike Lee, quien inició su propia exploración del grupo extremista en El infiltrado del KkKlan (2018) con la imagen de una Scarlett O’Hara incrédula ante la derrota sureña en batalla de Atlanta. 

Todos estos elementos han provocado que algunos sectores de la audiencia teman que Lo que el viento se llevó no sea una simple película, sino un reflejo de la añoranza que muchos norteamericanos sienten por la cada vez más lejana supremacía blanca. Un símbolo cultural que debe ser erradicado, al igual que los viejos monumentos confederados que permanecen de pie hasta nuestros días y cuyas posibles retiradas han inspirado fuertes discusiones en los últimos años, incluyendo la infame marcha que numerosos grupos de ultraderecha protagonizaron en Charlottesville en 2017. La primera reacción llegó del Orpheum Theatre de Memphis, que en 2018 canceló un screening del filme al considerarlo “insensible para un largo segmento de la población local”.

Lo que el viento se llevó Gone with the Wind

Scarlett O’Hara como símbolo

El cine siempre ha batallado por capturar la fuerza femenina, con personajes primordialmente débiles, sumidos en roles secundarios y dependientes del hombre para realizarse como personas. No fue el caso de Scarlett O’Hara, cuya evolución de una chica mimada cuyo único objetivo es contraer nupcias con un joven que le obsesiona a una mujer autosuficiente que termina convirtiéndose en el pilar fundamental de su familia y sus personas más cercanas, le llevó a ser considerada la primera heroína del celuloide y una auténtica pionera de la simbología feminista.

La imagen del personaje interpretado por Vivien Leigh se deterioró con el paso del tiempo. Nadie duda de su poderío, pero sus métodos son cada vez más cuestionados, pues recurre al engaño para alcanzar sus objetivos, lo que resulta en numerosos atentados contra su propio género y en la seducción de los hombres para garantizar su bienestar. Esta oscuridad incrementa cuando el personaje es comparado con Melanie Hamilton (Olivia de Havilland), quien preserva la inocencia sin importar los pesares suscitados tras el conflicto bélico.

Más polémica aún es la mítica escena de la escalera, cuando un Rhett Butler alcoholizado y desesperado por los desplantes de Scarlett, toma a su esposa en brazos para recordarle que “no somos caballeros y no tenemos honor, ¿verdad? No es tan fácil, Scarlett. Me rechazaste mientras perseguías a Ashley Wilkes, mientras soñabas con Ashley Wilkes. Esta es una noche que no me rechazarás”. En su momento se le consideró el momento cumbre del mayor romance del celuloide, con la pasión salvaje como el único medio para alivianar las tensiones entre los amantes, lo que resultó en una fémina radiante a la mañana siguiente. 

El concepto cambió hacia finales de los 80 cuando la filósofa feminista Marilyn Friedman [vía] concluyó que la secuencia se apoya en la ambigüedad para mostrar lo que realmente era una violación marital. “Retratan al violador como un hombre guapo cuya dominación es placentera en la cama”, determinó la teórica, “y ​​retratan a las mujeres como felices de tener sus propias elecciones sexuales y rechazos aplastados por tales hombres”. Aunque el feminismo no ha determinado una postura concreta, el momento sigue generando acaloradas discusiones hasta nuestros días, con una buena parte de la audiencia satanizando al filme por su aparente idealización de la masculinidad tóxica. Pero, ¿es realmente una cinta misógina o un reflejo de la violencia que padecieron tantas mujeres en la época en que se desarrolla la trama?

Lo que el viento se llevó Gone with the Wind

La grandeza de Lo que el viento llevó

Si Lo que el viento se llevó ha perdido el aura de perfección que una vez le caracterizó no es por la reducción de su calidad narrativa, técnica o histriónica, sino porque al igual que muchas otras películas, las nuevas audiencias han tenido cada vez más dificultades para verla dentro del contexto histórico en que fue realizada o en el que se desarrolla su trama. Una vez logrado el objetivo, es difícil cuestionar su posición entre las mayores joyas cinematográficas de todos los tiempos.

Si la historia ha trascendido por generaciones no es por sus estereotipos, sus subtramas del Klan, ni la controversia alrededor de su pareja protagonista, sino por la manera en que rompió los moldes preestablecidos para construir el mayor drama romántico que se haya visto en pantalla. Una Scarlett O’Hara que resquebraje la idea de inocencia y debilidad femenina para garantizar la supervivencia durante el mayor conflicto bélico en suelo norteamericano y así cumplir la vieja promesa hecha a sí misma: “con Dios como testigo […], nunca más volveré a pasar hambre”. No es una heroína, pero tampoco una villana, sino una mujer imperfecta que hace lo necesario por salir avante. Recurre al engaño y la seducción, pero también al sacrificio para trabajar al lado de los que alguna vez fueran sus esclavos. Nunca lo ve como una humillación, sino como una prueba para demostrar a la sociedad, pero sobre todo a sí misma, que no era el sexo débil, sino una persona que puede superar cualquier obstáculo. 

Rhett Butler también forma una parte fundamental en su ascenso. No como el típico enamorado que manifiesta su amor con palabras huecas, sino alentando la rebeldía de la joven al considerarla capaz de realizar todo lo que se proponga siempre que sea capaz de romper las cadenas que la atan a un viejo sistema opresor plasmado en un frágil Ashley Wilkes. Nadie cuestiona su agresividad, pero poco se ha hablado de su sensibilidad al ser él quien añoraba el romance imposible así como la búsqueda de una hija cuya pérdida conduce al fatídico rompimiento. Una reversión simbólica para exhibir el lado femenino del hombre.

A esto sumemos su carácter épico logrado con la perspectiva confederada, no como un símbolo de añoranza esclavista, sino de una lucha desigual entre hermanos y por causas que nunca han sido bien esclarecidas. La historia de los vencedores habla de una batalla por la libertad, mientras que la escrita por los perdedores alude a una heroica, pero inútil lucha contra las imposiciones de un norte opresor que aprovechó sus avances para imponer su ideología en el joven país, pero nunca en defensa de una esclavitud que desde entonces parecía condenada a la desaparición. Un mito americano que se ha difuminado con el tiempo y que apenas es recordado bajo el nombre de la Causa Perdida.

Finalmente, también es un recordatorio de tiempos imperfectos que se han ido para no volver, pero de los que se puede aprender para evitar los errores del pasado. Un sistema económico caracterizado por la crueldad, una Guerra Civil que dejó cerca de 620,000 bajas para posicionarse como el conflicto bélico más sangriento de los Estados Unidos y una sociedad eminentemente machista donde la mujer vivía para servir los deseos del hombre. No menos dura fua la época de su estreno en un país caracterizado por las desigualdades raciales y de género, con los afroamericanos segregados en beneficio de los blancos y las mujeres batallando por alcanzar la igualdad tras la Gran Depresión. Conflictos lejanos, pero que se mantienen latentes no sólo en una unión americana contemporánea sino en una sociedad mundial dominada por el odio, el racismo, la misoginia y la xenofobia, y que convierten las críticas contra Lo que el viento se llevó en un desprecio, no contra la película en sí, sino contra una humanidad cimentada sobre la violencia e incapaz de cambiar.

Quizá sea tiempo de dejar atrás las polémicas arrastradas por Lo que el viento se llevó y aprovechar sus lecciones para, al igual que Scarlett O’Hara, evolucionar con la esperanza de un mundo mejor bajo la eterna premisa de que mañana será otro día.

Lo que el viento se llevó Gone with the Wind

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Se confirma El diablo viste a la moda 2

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La cinta de 2006 ya tiene una secuela que se encuentra en desarrollo. Esta es toda la información que se conoce (hasta ahora).

Sin exagerar, El diablo viste a la moda es la película sobre la industria de la moda más icónica de los años 2000. Estrenada en 2006 bajo la dirección de David Frenkel y con un inolvidable reparto liderado por Anne Hathaway, Meryl Streep y Emily Blunt, la cinta fue una mirada divertida y sospechosamente apegada a la realidad del mundo editorial. Ahora, a casi dos décadas de aquel momento, se ha confirmado que una secuela viene en camino.

Fuentes de Disney confirmaron a Deadline la noticia, asegurando que Aline Brosh McKenna, la guionista de la cinta de 2006, realizará el guion nuevamente, mientras que Frenkel se encuentra en conversaciones para replicar su rol como productor.


La película aún se encuentra en un estado de realización temprana. Según el sitio de noticias Puck –el primero en dar a conocer la realización de la secuela– Wendy Finnerman, productora del primer filme que vuelve a esta producción, recién está reuniendo las piezas para dar forma a la historia.

¿Quiénes protagonizarán El diablo viste a la moda 2?

La pregunta del millón, ¿vuelven Meryl Streep, Anne Hathaway y Emily Blunt? Aún no es posible confirmarlo. Puck aseguró que Wendy Finnerman ha convencido a Streep y Blunt para replicar sus papeles de Miranda Priestly y Emily Charter. Sin embargo, en una entrevista para E! News de este año, Hathaway dijo “no creo que la continuación de esa historia ocurra jamás”.

Por ahora, ninguna de las actrices ha confirmado su presencia en The Devil Wears Prada 2.

¿Qué pasará en El diablo viste a la moda 2?

Como bien recordarás, la primera película sigue la llegada de Andy Sachs a Runway, la revista más importante de la industria de la moda al mando de la temible editora, Miranda Priestly. En su travesía, Andy no solo lidia con la competencia feroz establecida por la primera asistente de Miranda, Emily Charter, también con los “demonios” de la industria, el ser fiel a sí misma y encontrar su verdadero camino.

Ahora, para El diablo viste a la moda 2, la sinopsis tampoco cuenta con una confirmación oficial, sin embargo, el mismo sitio previamente mencionado contó que se está planeando una historia centrada en Miranda Priestly en el declive de la publicación de revistas impresas, esta vez se enfrentará a Emily, que probablemente sea una alta ejecutiva de alguno de los conglomerados de lujo más grandes (LVMH o Kering).

Por ahora, solo queda esperar a que los detalles continúen revelándose.

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AMACC: ¿Qué hace y por qué es importante la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas?

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¿Qué hace la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC)?

Al momento de su fundación el 3 de julio de 1946, la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC) adoptó un propósito que sobrevive hasta nuestros días: “promover la difusión, la investigación, la preservación, el desarrollo y la defensa de las artes y las ciencias cinematográficas”, en palabras de la propia organización.

No es sólo la instancia sin ánimo de lucro que hace posible la entrega anual del Ariel, galardón que reconoce lo mejor del cine hecho con manos mexicanas. Es una asociación civil con más de 2,500 miembros —profesionales activos de la industria— que desempeña infinidad de tareas; desde la formación, divulgación y fomento cultural, hasta la puesta en marcha de medidas que protejan a los cineastas en contextos adversos.

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¿Qué hace la Academia Mexicana de Cine (AMACC)?

Con sede en Casa Buñuel (CDMX) y mediante un comité coordinador actualmente presidido por Armando Casas, conozcan a continuación las labores de la AMACC y algunos proyectos específicos recientes que dan fe de su enorme relevancia en el quehacer cinematográfico nacional.

Muestras, exposiciones y ciclos de cine

La AMACC ha impulsado muestras y ciclos de cine en distintos recintos de la República Mexicana; esto con el objetivo de dar a conocer la diversidad de miradas y propuestas fílmicas que enriquecen el panorama audiovisual de nuestro país.

Un ejemplo tradicional es el ciclo “Rumbo al Ariel”. Su edición de 2023 abarcó 1 de agosto de 2023 al 30 de septiembre, teniendo como propósito exhibir ante un amplio público los largometrajes y cortometrajes nominados para la 65° entrega de los premios Ariel. Además de funciones presenciales, este ciclo recurrió nuevamente a su propia plataforma en línea donde las películas ostentaron visualizaciones gratuitas a las cuales podían acceder internautas de todo México.

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En materia de exposiciones y difusión de acervos fotográficos, la Academia estuvo detrás de muestras como “La persistencia de la máquina sensible” (conformada por carteles de películas ganadoras del Ariel) y “Héroes anónimos: técnicos y artistas del cine mexicano” (un homenaje a los creadores cinematográficos que operan detrás de cámaras y que difícilmente obtienen el reconocimiento que merecen).

¿Qué hace la Academia Mexicana de Cine (AMACC)?

Conversatorios y clases magistrales

Varias acciones de la AMACC han buscado fomentar el encuentro y diálogo entre las y los profesionales del sector cinematográfico; además de llevar esas charlas y conferencias al público en general. Por ejemplo, en el marco de los ciclos “Rumbo al Ariel” y “Voces y temas del cine mexicano” de 2023, la Casa Buñuel acogió conversatorios con histriones, cineastas y personal creativo involucrado en las cintas exhibidas; pláticas grabadas en video y que pueden consultarse libremente en el canal de YouTube oficial de la Academia.

Convocar talento de otros países —sumado a procurarles un espacio en el que puedan compartir sus conocimientos— ha sido otra misión de la organización. De los últimos años, destacan clases magistrales impartidas respectivamente por el director de arte Paul Harrod (Isla de perros) y el diseñador de vestuario Ángel Amor, integrante del equipo de producción de afamados títulos como Maléfica y La favorita.

De la AMACC, en colaboración con la Filmoteca de la UNAM, tampoco debe olvidarse el programa de conversatorios “Jueves de Cine en Casa Buñuel”. Este consistió en extensas charlas videograbadas —a modo de tertulias— que protagonizaron laureados miembros de la industria fílmica mexicana y prestigiosos comunicadores, investigadores y gente destacada del gremio. Hubo un total de 34 charlas, repartidas a lo largo de tres temporadas y publicadas digitalmente entre abril de 2020 y julio de 2021.

¿Qué hace la Academia Mexicana de Cine (AMACC) y por qué es importante?

Labor editorial

Entre las tareas de la Academia destaca también “la edición de libros que hablan sobre el desarrollo de la industria del cine mexicano” (vía).

En 2021, la primera temporada de los conversatorios “Jueves de Cine en Casa Buñuel” motivó que la AMACC y las instancias asociadas lanzaran una colección editorial; es decir, una serie de libros donde se transcribieron las charlas sostenidas con distintas personalidades en el transcurso del programa.

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Respecto al ámbito de las letras, la AMACC también ha publicado ocho números de una colección denominada “Textos de la Academia”; una conjunto de escritos que en su mayoría rinden tributo a la vida y trayectoria de veteranas personalidades que fueran acreedoras del Ariel de Oro, como la actriz María Rojo, la guionista Paz Alicia Garciadiego y el histrión Héctor Bonilla. La versión digital de cada número está disponible de manera gratuita en el sitio web de la organización.

Preservación y restauración

En complicidad con la Filmoteca de la UNAM, la AMACC ha sido partícipe de la restauración y preservación de cinco películas mexicanas de antaño y con enorme valor histórico, que son:

  1. La mujer del puerto (Dir. Arcady Boytler, 1933)
  2. El tren fantasma (Dir. Gabriel García Moreno, 1926)
  3. El puño de hierro (Dir. Gabriel García Moreno, 1927)
  4. La barraca (Dir. Roberto Gavaldón, 1945)
  5. Tepeyac (Dir. José Manuel Ramos, Carlos E. González y Fernando Sáyago, 1917)

Cabe agregar que el proceso de restauración en torno a La barraca inspiró el primer número de la colección “Textos de la Academia”. Por otro lado, los casos de Tepeyac y El tren fantasma dieron pie a la ilustrativa serie de textos Cuadernos de Restauración de la Filmoteca, cuyos primeros dos volúmenes fueron publicados con el apoyo de la AMACC.

academia mexicana de cine
¿Qué hace la Academia Mexicana de Cine (AMACC) y por qué es preocupante su situación?

En defensa del cine y sus trabajadores

En contra de toda censura y agravio, la AMACC jura defender la libertad creativa y laboral de cineastas mexicanos. Además, fue de armas tomar para asistir a los trabajadores de la industria más afectados por la suspensión de actividades durante la pandemia. Así surgió en 2020 —y con la mediación de la Academia— el Fondo de Apoyo COVID-19 para la Industria Cinematográfica y Audiovisual, gracias a una alianza con Netflix, y Sifonóforo, Fondo de Emergencia Audiovisual, resultado de la suma de esfuerzos de diversas figuras, incluidas Alejandro González Iñárritu, Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro, Issa López y Salma Hayek.

Ese mismo año, en plena discusión por la desaparición de fideicomisos, la AMACC calificó de preocupante la extinción del Fondo para la Producción Cinematográfica de Calidad (FOPROCINE). También defendió a capa y espada la permanencia del Fondo de Inversión y Estímulos al Cine (FIDECINE), que durante veinte años apoyó la producción, posproducción, distribución y exhibición fílmica en nuestro país.

Asimismo, la lucha de la organización está enfocada en impulsar las reformas a la Ley Federal de Cinematografía y el Audiovisual. Así lo dijo la presidenta Leticia Huijara en la pasada edición de los premios Ariel:

Armando Casas AMACC
Armando Casas, presidente de la Academia Mexicana de Cine para el periodo 2023-2025.

Premios y representatividad en el extranjero

Bien sabido es que la AMACC otorga anualmente el prestigioso premio Ariel, que reconoce lo mejor del cine mexicano e iberoamericano. Por ende, es responsable de llevar la batuta en la logística de la ceremonia, la publicación de convocatorias, los procesos de selección y votación, la fabricación de las estatuillas, etcétera. Siempre con plena consciencia de que el magno evento no consiste solamente en repartir trofeos. Sobre esto, la Academia define su premiación como “un foro público para escuchar las voces de nuestro cineastas en momentos fundamentales de nuestra historia”.

Cada año, la misma instancia es la encargada de elegir la producción nacional que represente a México en la carrera para la categoría de Mejor película internacional de los premios Óscar; lo mismo para los Goya de España, los Macondo de Colombia y los Colibrí de Ecuador, en sus respectivas ternas de Mejor película iberoamericana.

Y por si fuera poco, la AMACC presume ser parte de la Federación Iberoamericana de Academias de Artes y Ciencias Cinematográficas (FIACINE); un organismo que reúne a las homólogas asociaciones de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, España, Guatemala, Paraguay, Perú, Portugal, República Dominicana y Venezuela, con el objetivo de impulsar conjuntamente relaciones y mecanismos a favor del quehacer fílmico en tales territorios.

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Lo importante es apoyar el crecimiento de la comunidad creativa LGBT: Jorge Tijerina

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Como miembro de la comunidad LGBT+ que ha dedicado tres décadas de su vida al desarrollo de ficción televisiva, Jorge Tijerina dice sentirse esperanzado con los cambios de perspectiva que ha notado en la industria mexicana y latinoamericana. Desde 2021 lidera el desarrollo de las producciones de ficción para Warner Bros. Discovery México y Colombia, en donde asegura ha encontrado un ambiente de apertura y diálogo, dentro del corporativo, pero también dentro de las comunidades creativas de cada país (compañías productoras, guionistas, cineastas, etc.), que ha permitido impulsar representaciones cada vez más diversas en los últimos años.

Su experiencia se alinea con las medidas y aspiraciones empujadas durante los últimos años por el conglomerado –fusionado con Discovery en 2022–, que mantiene a la inclusión como uno de sus ejes empresariales. Y es pertinente sobre todo cuando el nuevo y reconfigurado gigante de la industria audiovisual ha confirmado su intención de centrar mucha de su producción original en México y Latinoamérica, y quizá producir menos, pero con mayor calidad (está interesado en explotar, sobre todo, el ámbito de las teleseries).

A cuatro meses de la llegada a Latinoamérica de su plataforma Max (evolución de HBO Max), y mientras la marca alista producciones mexicanas como la serie Como agua para chocolate, Jorge Tijerina nos platica sus reflexiones sobre la evolución de la industria televisiva en temas LGBT+, y cómo es que Warner Bros. Discovery se asegura constantemente de caminar en la dirección correcta.

En junio se celebra el orgullo LGBT y como marcas siempre queremos, por su puesto, celebrarlo y sumarnos a la fiesta, pero al mismo tiempo nos obliga a examinarnos. ¿Cómo crees que va Max y Warner Discovery en estos temas en el frente de desarrollo de contenidos?

Me ha tocado pertenecer a diferentes compañías durante mi carrera y esto me permitió ver una evolución de cómo la industria en general ha ido transformando realmente sus puntos de vista. Todavía hay mucho que hacer y me parece que Max está haciendo mucho para lograrlo. Tenemos, por ejemplo, grupos internos de voluntarios en donde se invita a empleados de la compañía para hablar de temas sensibles que pueden ser de diversidad, diversidad de género, etc. Yo empecé [a trabajar en esta industria] en una época cuando esto no sucedía. Las dinámicas eran otras, donde se censuraba la aparición de personajes LGBT en los contenidos. Donde no era posible siquiera tratar estas temáticas en las historias. Después entré a HBO Latinoamérica en 2009 y me tocó trabajar en Capadocia, la primera serie de ficción que se hizo fuera del sistema de televisión abierta en México. Y tuvo un personaje de una mujer trans muy importante dentro de la trama y eso le valió mucho reconocimiento. No se había hecho, fue una pequeña gota en el océano que ha ido creciendo, creo yo. Y pues Max tiene ya muchos contenidos a los cuales podemos señalar como ejemplos, en donde me parece que el mundo se ve reflejado con todas sus aristas.

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Aquí, Jorge enlista algunos de esos ejemplos, entre los cuales se encuentra la serie Ugly, estrenada en 2023, en donde Juan Daniel García Treviño interpreta a un joven bisexual, una dimensión que asegura se explorará más en la segunda temporada a estrenarse el próximo año. También menciona a Las Bravas F.C., serie estrenada en 2022 que sigue a un equipo de futbol femenil, en donde Mauricio Barrientos, el Diablito, interpreta a un coach gay. De acuerdo con el ejecutivo, la siguiente temporada planea explorar la historia de un personaje femenino que mantiene una relación con otra mujer.

Las Bravas FC

¿Cuál crees que es el rol y las capacidades reales de las plataformas y sus departamentos de desarrollo en esta lucha por la diversidad y su representación? ¿Qué está dentro de tu control, qué no y cuáles son aún los retos que enfrentas desde tu posición?

En principio tenemos que ser muy fieles a nuestra misión como empresa de entretenimiento, y ese es crear un contenido que haga eso: que entretenga, o sea, eso debe de ser nuestra primera misión, porque claro, es muy fácil a veces querer dejar llevarse por temas que son tan necesarios, pero que luego el público los puede percibir como un tipo de activismo. Y la verdad es que tenemos que seleccionar, desarrollar y producir historias que al público le den un respiro de aire después de un día largo en el trabajo. Una historia que tenga un carácter emocional muy profundo. Nuestro primer encuentro sí es preguntarnos si una historia puede entretener a una audiencia, como la de nuestra plataforma, que es masiva. Una vez que encontramos esa conexión general, por supuesto que es bien importante que dentro de ese mundo de ficción haya elementos que conecten con la sociedad de hoy. No vivimos en una sociedad donde todas las personas son blancas, no vivimos en una sociedad donde todas las personas son heterosexuales, tampoco en una ciudad donde todos sean hombres. Y siempre ha sido así, solo que ahora, afortunadamente, tenemos la apertura que nos da la conversación cultural.

El reto es mantener todo lo que te comentaba al inicio, pero también encontrar cómo las personas LGBT forman parte de estos universos. Que sea orgánico, porque nosotros, pues somos personas que andamos por la vida sin un panfleto en la cabeza. Nos enamoramos, cuidamos de nuestros papás, buscamos trabajo, a veces tenemos éxito, a veces no, somos personas. Es esa normalidad la que debe de haber.

¿Cuáles son los procesos o las dinámicas que implementan para lograr eso que comentas, la inclusión y normalización de estas experiencias en las historias?

Tenemos la fortuna de que la compañía apoye estos grupos que te comentaba al inicio, a los que llamamos BRG, Business Resource Groups, que hacen un voluntariado para hablar de estos temas dentro de la empresa. Pero también tenemos un área de diversidad e inclusión, que es sumamente importante para nosotros, porque nos da una guía para darle más visibilidad a grupos como la comunidad LGBT en nuestras series originales. Yo formo parte de ella y es un área compuesta por personas contratadas para que la compañía enriquezca su visión. Me dan lineamientos para poder dirigirme con los equipos de escritura y de producción. Cuando hemos tenido contenidos, por ejemplo, sobre mujeres, para mí ha sido muy importante que quien escriba sea una mujer. Lo primero que valoramos es su talento, claro, su trayectoria. Pero si es una historia LGBT por ejemplo, buscamos escritores dentro de esa comunidad que tengan ese talento. No quiere decir que una persona heterosexual, un persona aliada –figuras importantísimas, para mí– no lo pueda hacer bien, pero es importante darle esa oportunidad a las personas de la comunidad, actores, actrices. La selección es importante para nosotros. Al final la audiencia la aprecia porque se transmite en algo genuino.

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Muchas veces las audiencias, y sobre todo en una sociedad en donde persisten muchos prejuicios, creen que la lucha por la diversidad en las pantallas solo puede tomar la forma de «cuotas», y que estas son «artificiales». ¿Qué le dirías a quienes piensan así?

Como compañía no debes perder tu misión que es hacer historias de calidad. Esa calidad te la dan profesionales que tienen un oficio, una trayectoria. Y sí, es difícil; al meter a las comunidades minoritarias en la ecuación, lo natural es pensar que no hay suficientes escritores LGBT, por ejemplo. ¿Cómo podemos meter más escritores LGBT aunque no tengan la experiencia? Yo creo que es un esfuerzo de encontrar cómo fomentar eso. Si un escritor LGBT no cuenta con la experiencia para entrar en un puesto de jefe de escritores, quizá pueda entrar en un puesto menor dentro del cuarto de escritores. Y entonces en unos años tendremos escritores LGBT experimentados y que sean valorados, en primera instancia, por su talento y experiencia. Y su punto de vista único, sus experiencias como parte de la comunidad, aportarán a ese talento. Lo importante es darles esos espacios para que puedan crecer y beneficiarnos todos como industria.

Como parte de la comunidad LGBT, ¿qué te ha dado más orgullo de trabajar en Warner Bros. Discovery y que te emociona más del futuro?

Me ha tocado atravesar… llevo más de 20 años haciendo ficción para TV y me ha tocado atravesar muchas etapas. Te puedo señalar el crecimiento que ha tenido este tema en la sociedad, desde mi punto de vista. Al inicio trabajé en una telenovela y recuerdo que censuraban a los personajes LGBT, y ahora son protagónicos. A mí me emociona mucho de trabajar en Warner esa completa apertura que se da y ese diálogo. Hemos hecho series en Argentina con estos temas, en Brasil, en México hicimos un documental sobre los muxes. Ha sido un esfuerzo que no solo ha tenido que ver con México, sino que se ha expandido a nivel panregional. Conectamos mucho con todas las comunidades creativas locales, y ellos son las que nos traen historias como estas. Se han dado porque nos hemos mostrado muy abiertos, a escuchar y a entender qué es lo que mueve a nuestros creativos de cada país. Es estar siempre muy atentos a saber por qué les mueve la historia. Dependemos de ellos, realmente: con ellos trabajamos. Las historias normalmente vienen de estas comunidades creativas de cada país. Ellxs están muy abiertos a crearlas. Entonces, el reto es seguir escuchándoles. A veces uno se desmoraliza mucho, cuando un gobierno avanza en temas LGBT y otro retrocede. Siempre habrá paredes que tumbar.

¿Consideras que, en temas de diversidad dentro de las plataformas, el papel de las comunidades creativas locales es clave?

Absolutamente, vengo de hecho de unas reuniones con una productora de hecho para un proyecto nuevo, y no son solamente esos diálogos los que nos ayudan a nosotros para generar historias nuevas. Ayer tuve una reunión con una editorial, para hablar de libros, por ejemplo, que toquen temas socialmente relevantes, y sean emocionantes, y que se puedan adaptar. Las ideas vienen de todos lados pero siempre surge de una mente creativa que nos mueve como sociedad y como empresa.

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