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Ok, está bien: Una comedia mexicana con sabor a Woody Allen

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Ok, está bien… cuenta la historia de Mariano, un cinéfilo que se graduó de la carrera de guionismo hace seis años y que nunca ha escrito un guion. La comedia toma tintes de Manhattan de Woody Allen para contar una historia sobre la industria de cine en México, la inmadurez y la cinefilia.

Hablamos con el comediante Roberto Andrade, mejor conocido como Tío Rober –su guionista y protagonista–, y Gabriela Sandoval, su directora, sobre la producción de Ok, está bien y la figura del guionista en nuestra industria. No olvides ver el video, en donde ahondamos en la polémica alrededor de la cinta y los temas que trata.

¿Cómo se conocieron? ¿Cómo terminaste tú dirigiendo Ok, está bien…, Gabriela?

Gabriela: Ya tiene más de 12 años que nos conocimos, algo así. Cuando él escribió la película, en 2009, él y yo éramos pareja. Me acuerdo que él ganó un apoyo por parte de IMCINE. Cuando la escribió, la concibió como un proyecto fácil de levantar: poquitos personajes, una sola locación, etc. Traía todo este espíritu independiente, pero yo entraba a la escuela de cine justo en 2009, cuando la escribió. Yo terminé la escuela y vi que no pasaba nada con Ok, está bien… y él ya estaba en la onda del stand-up. Yo empecé a ganar premios de guion y junté toda la lanita, mi familia me prestó otro varito y ya le dije a Roberto “pues tú no la vas a hacer, entonces déjame dirigirla”. Y pues así fue como lo convencí, ya teniendo el dinero y diciéndole “tú la vas a interpretar, yo la voy a dirigir”. Yo estudié en el CUEC y él en el CCC, pero en la escuela yo lo ponía a actuar en todos mis ejercicios.

¿Y realmente sí fue fácil de grabar como Roberto contempló?

Gabriela: En el guion, la historia se desarrolla en Tacuba, que es en donde Roberto creció. Pero yo estaba viviendo en Tlatelolco y le dije ‘pues hagámosla aquí, aparte Tlatelolco tiene más ondita que Tacuba. Eso nos facilitó mucho las cosas a la hora de la producción, que todo fuera en mi departamento y en los alrededores. La Cineteca en ese momento no fue tan difícil de conseguir, el Chopo tampoco, porque yo ya había grabado ahí cosas.

Roberto: La producción fue relativamente sencilla. Lo realmente complicado, lo que nos llevó años fue la posproducción. Ahí no supimos medir el tamaño de dinero y de tiempo que se necesitaba para levantarla. Nosotros nos confiamos mucho en que alguna asociación o convocatoria iba a apoyarnos para los procesos de posproducción, pero después de años de intentarlo pues no se dio y tuvimos que buscar el dinero por nuestra cuenta.

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En Ok, está bien… se habla mucho de la importancia de la figura del guionista y el valor del guion. Habiendo ya filmado una película, ¿siguen compartiendo la idea de que el guion es lo más importante en una cinta?

Roberto: Sí, de hecho es uno de los motivos por el que Gaby y yo trabajamos juntos, ese respeto que siempre hemos tenido al guion. Incluso antes de saber que íbamos a trabajar juntos en nuestra primera película, ella y yo veíamos mucho cine y éramos fanáticos de la cultura del guionismo cinematográfico. Creo que hablo por los dos al decir que mientras no haya una cultura del guion cinematográfico mucho más poderosa y 7 veces más grande de la que hoy existe, mientras no se trate con respeto al guion y a los guionistas, se les pague mejor, se les ofrezcan mejores contratos y no se les trate como un mal necesario, la industria del cine mexicano jamás va a terminar de levantar la cabeza. Mientras sea la industria un paraíso sin reglas y limitantes para el trabajo del director, aun a expensas de los guionistas, el cine mexicano nunca va a levantar al nivel de lo que está pasando en España, Corea y obvio Estados Unidos.

Gabriela: Yo no sé por qué hay esta tendencia del director a querer reescribir las cosas, por una cuestión de ego y no por estar mal escrito. Un director, una virtud que debe tener, más que saber escribir, es saber leer el guion y saberlo interpretar. La realización es una tarea de interpretación. No comprender qué tipo de guion e historia tienes, y empezar a querer verte tú detrás de la cámara… cuando no entiendes la importancia del tiempo que la persona le dedicó a sentarse a escribir, por qué asumes que tú lo puedes hacer mucho mejor en tan poco tiempo.

Desde que Roberto y yo nos conocimos, compartimos la visión de que el guion es la parte más importante de las películas. Y yo soy mucho de la idea de trabajar muy acompañado del guionista, hacer una mancuerna. El cine es un trabajo en equipo.

Beneficia más a un proyecto tener esa parte, en lugar de actuar como dictador. Que creo que es algo que está cambiando y que los guionistas están cada vez más involucrados en varias de las fases de la realización del largometraje, y eso me da mucho gusto.

Con ese respeto total al guion en mente, ¿qué tanto se permitieron improvisar en el set de Ok, está bien… o cambiar las cosas que estaban en el papel?

Gabriela: El único que de repente improvisaba era Roberto, pero no era tan alejado de lo que ya estaba escrito. Era como sazonar un poquito los diálogos al momento, pero la intención no cambiaba mucho. Es lo padre de tener un guion ya súper planchado. La tarea de realización es mucho más fácil si el guion ya está muy bien estructurado, los personajes bien dibujados, se entienden las motivaciones. No estás haciendo trabajo de mesa a la hora del rodaje. Y para alguien que está debutando, te la pondrías muy difícil si haces eso.

Roberto de repente… por ejemplo, él sí dice muchas groserías. Entonces eso era algo que yo estaba vigilando, de “ay, creo que aquí te pasaste un poquito, entonces mejor dilo como lo ensayamos” [ríe]. De repente sí hacíamos muchas tomas, pero como no teníamos los valores de producción tan altos, la hicimos con muy poquito dinero, con muchos favores que pedimos; nosotros le apostamos a hacer muchos ensayos. Y aparte los hacíamos en locación, lo cual también es una ventaja. Entonces fue muy cercano al trabajo que se hace en teatro, le apostamos a hacer varios ensayos y a tenerlo lo mejor planchado para el momento del rodaje. Intenté cuidar mucho los personajes y las actuaciones. Además, justo en México, el cine mexicano no se destaca mucho por la buena dialogación, pero yo busco que haya una musicalidad en los diálogos. Y Roberto, sin duda, poniendo las manos al fuego, es el mejor dialoguista que hay en México.

Roberto: Yo nada más quiero agregar que yo no soy grosero, esa es una p*nche p*ta mentira [ríe].

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