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un repaso por los coches de los millonarios tech

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Elon Musk, Mark Zuckerberg o Jeff Bezos tienen el dinero suficiente como para conducir cualquier coche que se les antoje. Sin embargo, no todos ellos demuestran una pasión desmedida por el mundo del motor y, por motivos de seguridad, a muy pocos de ellos se les permite conducir sus propios coches.

Algunos deben conformarse con apreciar la belleza de sus colecciones de superdeportivos expuestos como piezas de arte en sus lujosos garajes.

Dado que estos magnates tecnológicos no siempre fueron tan ricos como lo son ahora, también han conducido utilitarios sin tantos caballos de potencia, pero con muchos más kilómetros más a sus espaldas. Descubrimos qué coches han conducidos los pesos pesados de la tecnología a lo largo de sus vidas.

Elon Musk: con prisa por llegar

Como era de esperar, el CEO de Tesla es un gran fan de sus propios vehículos. En 2019, Musk reveló en su cuenta de X que su favorito era el Tesla Model S Performance, aunque también ha conducido un Model 3 Performance y su equipo de seguridad utiliza habitualmente los Model X para sus desplazamientos. También aseguraba haber conducido un Cybertruck tras su lanzamiento.

Sin embargo, la pasión de Musk por los coches no se limita a Tesla. Su colección es mucho más variada. De acuerdo a lo publicado por GQ, Uno de sus primeros coches fue un BMW 310ide 1978. Con el primer dinero que obtuvo con la ronda de inversiones de Zip2, la primera empresa que fundó con su hermano Kimbal, Musk se compró un Jaguar E-Type Serie 1 Roadster, según cuenta Walter Isaacson en la última biografía del millonario.

McLaren F1
McLaren F1

No obstante, el más representativo por su significado fue el McLaren F1 compró en 1999. El coche estaba valorado en más de millón de dólares y lo adquirió tras vender Zip2 a Compaq por 307 millones de dólares, convirtiéndose oficialmente en millonario.

El momento en que recibió ese coche quedo inmortalizado en un vídeo. “Sólo existen 62 en todo el mundo y uno de ellos es ahora mío”, comentaba un jovencísimo Musk. Más tarde, Musk estrellaría ese coche en una autopista de Los Ángeles cuando intentaba demostrar a Peter Thiel que no tenía miedo arriesgar durante el proceso de fusión de sus empresas para dar lugar a PayPal. “Fue un milagro que ninguno de los dos saliera herido”, aseguró Thiel a The New York Times.

Jeff Bezos: el pragmático

Jeff Bezos es la segunda mayor fortuna del mundo, pero uno de los coches con los que más se le relaciona no es ni un superdeportivo ni una lujosa berlina: es un Honda Accord de 1991, al mismo tiempo que Amazon tenía una capitalización estimada en 30.000 millones de dólares y su fortuna era de unos 1.000 millones de dólares. Como Bezos confesó al programa 60 minutos, “es un coche muy bueno”. Bezos condujo ese coche hasta 2013 para ir a las oficinas de Amazon.

No obstante, el millonario atesora una impresionante colección de superdeportivos exclusivos entre los que, según AutoBild, se encuentra un Ferrari Sergio de edición limitada del que solo existen seis ejemplares; y un Bugatti Veyron Vincerò personalizado por el preparador Mansory.

Lykan Hypersport
Lykan Hypersport

Mucho más exótico es el Lykan Hypersport de la libanesa W Motors, como el que participó en una de las escenas de la saga de ‘Fast & Furious’ saltando entre dos rascacielos.

Tampoco falta en su colección un Koenigsegg CCXR Trevita, valorado en más de cuatro millones de euros, y una edición especial del Lamborghini Veneno, de la que solo existen seis unidades en el mundo.

En los últimos años, se ha visto al millonario conduciendo vehículos eléctricos de Rivian, después de que Amazon se convirtiera en su mayor accionista comprando el 17% del fabricante de coches eléctricos para convertirlo en su principal proveedor de vehículos de reparto.

Mark Zuckerberg: apasionado de los hatchback

Recientemente Mark Zuckerberg ha sufrido un cambio de estilo que le hace parecer “más malote” con cadenas de oro al cuello, relojes valorados en millones de dólares y ropa de diseño. En ese cambio, también se incluye un superdeportivo de Porsche 911 GT3 con acabado Touring personalizado por los televisivos expertos del taller West Coast Customs.

Tal y como publicaba Business Insider, durante buena parte de su carrera se le ha visto conduciendo varios vehículos compactos, entre los que destacaban un Volkswagen Golf GTI de color negro, un Acura TSX (gemelo del Honda Accord) del mismo color o un Honda Fit. Todos ellos son coches que no superaban los 30.000 dólares, pero que Zuckerberg ya compró siendo millonario.


Ford Bronco
Ford Bronco

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El fundador de Facebook publicó en 2022 una foto en su perfil de Instagram en la que mostraba dos Ford Bronco que había restaurado para él y su esposa Priscilla.

Además de los dos Porche que el millonario adquirió recientemente para él y para su esposa, en Periodismo del Motor aseguran que también es propietario de un Pagani Huayra valorado en unos dos millones de dólares.

Larry Ellison: pasión por la extravagancia

El cofundador y presidente de Oracle es la cuarta mayor fortuna del mundo por lo que a nadie extrañará que gaste su fortuna en extravagancias. Además de haberse comprado una isla en Hawái o de invertir en las lechugas más caras del mundo, el octogenario millonario también tiene una impresionante colección de supercoches.

Según publicaba Los Ángeles Times, entre la colección de coches superdeportivos de Ellison destacan modelos como el Audi R8, una berlina Lexus LS 600h L o un Lexus LFA valorado en unos 350.000 dólares. Tampoco faltan unidades exclusivas como el McLaren F1 o un Ferrari Enzo.

Acura nsx
Acura nsx

Sin embargo, la mayor excentricidad Ellison ha sido la compra de varios Acura NSX cada año durante más de 15 años, que después regalaba a sus amigos. Según Mike Wilson, autor del libro ‘Difference Between God and Larry Ellison: Inside Oracle Corporation : God Doesn’t Think He’s Larry Ellison’,Ellison estaba cansado de sus Ferrari se incendiasen, por lo que decidió probar un Acura (Honda) NSX y tuvo un flechazo con él. Le gustaba especialmente el modelo de 1996.

Larry Page y Serguéi Brin

Los fundadores de Google, además de tener una visión muy similar sobre cómo debía organizarse la red de redes, también coincidían bastante en su gusto por los coches sostenibles.

Ambos fundadores han conducido durante una etapa de su vida un Toyota Prius y, cuando Tesla comenzó a presentar sus propuestas de coche eléctrico, tanto Page como Brin fueron de los primeros que confiaron en los coches de Tesla invirtiendo en la compañía y comprando algunos de los primeros modelos que pisaron el asfalto.

Larry Page, por su parte, fue uno de los primeros en recibir un Tesla Roadster en 2008.

Sin embargo, el coche más viral de Brin fue, según contaba Forbes, el Tesla Model S de 2013 que los empleados de Google se encargaron de “tunear” para convertirlo en un Batmovil muy personal. Vinilaron todo el coche de color rosa y le añadieron unas grandes alas de murciélago en la zaga y el signo de Batman en el morro, junto a unas largas pestañas que adornaban sus faros. Era el día de April Fools (el equivalente en EEUU a los Santos Inocentes) y los empleados de Google se toman muy en serio lo de gastar bromas.

Según publicaba Business Insider, Serguéi Brin fue la cuarta persona en recibir su Tesla Model X tras su lanzamiento en 2015, manteniendo así su apuesta por los vehículos sostenibles.

En Xataka | Los grandes deportistas acostumbran a ser millonarios extravagantes y exclusivos. Sus coches también

En Xataka | Los superdeportivos ahora tienen su propio búnker de seguridad. Uno tan seguro que ni los propietarios pueden entrar

Imagen | Wikimedia Commons (Jeremy, Travis Rigel Lukas Hornung, Chelsea Jay), Tesla, W Motors, Pagani



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En Singapur, el lujo no es tener un Ferrari o un Lamborghini. El verdadero lujo es simplemente conducir

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Singapur, esa pequeña ciudad/país-estado entre Malasia e Indonesia donde apenas superan los cinco millones de habitantes, es un lugar de contrastes. Mientras el enclave tiene un alto grado de control gubernamental y ciertas prácticas que pueden calificarse como represivas, por el otro se abraza a las nuevas tecnologías hasta el punto de ser un referente mundial en el ámbito público hacia la IA. Allí, tener un coche no es una necesidad práctica, es una declaración de estatus.

Conducir en Singapur. La historia la contaba esta semana el New York Times. En Singapur, poseer un coche no es algo práctico, es más bien una declaración comparable a vestir un traje de diseñador o lucir un reloj de lujo. ¿La razón? El sistema de certificados de propiedad (introducido en 1990 para controlar la congestión y la contaminación) impone a los ciudadanos el pago de sumas astronómicas solo por el derecho a comprar un vehículo.

Estos certificados, conocidos como certificates of entitlement (COE), pueden alcanzar hasta 84.000 dólares, elevando el precio total de automóviles comunes a cifras desorbitadas más propias de un superdeportivo. Como le contaba al diario el agente de seguros Andre Lee, que en 2020 pagó 24.000 dólares por un Kia Forte de segunda mano, tener un coche era simplemente parte de su imagen profesional, aunque luego reconoció que el gasto no se justificaba y optó por venderlo.

Un lujo innecesario. También se explica por otro lado. Con una red de transporte público asequible y eficaz, pocos residentes necesitan realmente un coche para moverse por la ciudad. Los trayectos largos cuestan menos de dos dólares y las apps de transporte como Grab están ampliamente disponibles. Pese a ello, dos veces al mes se celebran subastas de COE, con cupos limitados fijados por el gobierno.

Esta política ha resultado muy efectiva: Singapur cuenta con apenas 11 coches por cada 100 habitantes, muy por debajo de países como Estados Unidos o Italia, donde la cifra supera los 75. Otras urbes han adoptado por medidas contra la congestión, como peajes urbanos en Londres, Estocolmo o Nueva York, pero ninguna cobra tanto por poseer un coche como Singapur.

El coche y las clases sociales. Para los más ricos del país, adquirir un vehículo con todos los costes asociados no representa un problema. Su-Sanne Ching, empresaria, contaba que pagó 150.000 dólares por un Mercedes-Benz, incluyendo un COE de 60.000 dólares. En cambio, para la clase media, especialmente familias con hijos, el auto se convierte en un lujo difícil de sostener. Joy Fang y su esposo le contaron al Times que compraron en 2022 un Hyundai Avante usado por 58.000 dólares para llevar a sus dos hijos.

Cada mes destinan más del 10% de su presupuesto familiar a mantener el vehículo, lo que les ha obligado a reducir salidas y viajes. Aun así, consideran que la alternativa (moverse con niños pequeños y bolsas en transporte público) resulta inviable.

A veces ni el simbolismo. Hay casos más extremos. Incluso para quienes adquieren un coche por razones simbólicas o profesionales, como Andre Lee, los gastos acumulativos pueden hacer que la decisión pierda sentido. Mantenimiento, gasolina, estacionamiento y seguros acaban superando las expectativas iniciales.

Lee, por ejemplo, vendió su coche tres años después de comprarlo y ahora se desplaza en transporte público, o toma prestado el vehículo de su padre cuando necesita reunirse con clientes. A su juicio, hay otras prioridades que terminaron por pesar más que la imagen que proyectaba tener coche propio.

Elección racional frente al caos. El modelo restrictivo de Singapur contrasta con el de otras ciudades del sudeste asiático como Yakarta o Bangkok, donde el tráfico extremo convierte los desplazamientos en una odisea. Para muchos singapurenses, renunciar al coche personal es un precio razonable por disfrutar de calles más despejadas y trayectos rápidos. A este respecto y según el sociólogo Chua Beng Huat, la elección es cultural y práctica: la población prefiere evitar las largas horas al volante. Él hombre mismo, pese a poseer un SUV BYD para mover a sus nietos, dice recurrir al metro cuando va al centro.

En última instancia, el coche en Singapur parece haberse convertido en un bien aspiracional más que funcional, uno reservado para quienes pueden permitírselo sin comprometer su economía. A diferencia de otras partes del mundo donde el vehículo representa una necesidad casi imperiosa de movilidad o independencia, en la isla-estado es, para muchos, un lujo que se compara con los objetos más ostentosos. 

Allí conducir es como tener un Rolex, o casi.

Imagen | William Cho

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Afrojack hace historia en el Ultra Music Festival 2025 junto a David Guetta y Sia

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La celebración del 25.º aniversario del Ultra Music Festival vivió uno de los momentos más épicos en la historia de la música moderna, cuando el DJ y productor Afrojack sorprendió al público con dos invitados de lujo: David Guetta y Sia. Juntos, interpretaron por primera vez en vivo el éxito multiplatino “Titanium”, marcando un momento inolvidable para los fans de la música electrónica y pop.

La noche en el escenario principal del Ultra se convirtió en un viaje emocional cuando el trío dio vida a este himno global, que desde su lanzamiento en 2011 ha acumulado más de 4 mil millones de reproducciones. La actuación, vista también por millones a través de la transmisión #ULTRALIVE en UMF TV, fue un homenaje al poder de la música que une generaciones.

Afrojack preparó el terreno con un guiño sutil al lanzar “Sexy Bitch” de Guetta y Akon. Minutos después, Guetta apareció en el escenario, refiriéndose a Afrojack como su “hermano menor” y recordando cómo colaboraron en la producción de “Titanium” hace más de una década. La emoción escaló cuando Sia, con su icónica peluca y un atuendo de Dolce & Gabbana personalizado, hizo su primera aparición en un festival de música electrónica, entregando una interpretación vocal simplemente trascendental.

Además del histórico performance de “Titanium”, Guetta y Sia aprovecharon la ocasión para presentar en vivo su nuevo sencillo “Beautiful People”, lanzado este mes, mientras que Afrojack emocionó a sus fans de antaño con su más reciente producción, “Never Forget You”, un regreso a sus raíces musicales.

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La actuación fue más que un show: fue una declaración del legado de Ultra como el epicentro de momentos que definen a toda una generación musical. Desde la nostalgia de “Titanium” hasta la frescura de “Beautiful People”, el Ultra 2025 demostró una vez más por qué, tras 25 años, sigue siendo el escenario donde la historia de la música electrónica se escribe en vivo.

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el móvil compacto ha muerto

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En el año 2011 hablábamos del Samsung Galaxy Note como si fuera el hijo de un móvil y una tablet. De hecho, los más veteranos seguramente recuerden el término phablet. Apenas ha llovido, eh. El Galaxy Note era un móvil enorme, enormísmo para la época. Su pantalla tenía unas “insólitas 5,3 pulgadas” (palabras textuales de Xataka), una cifra mucho mayor que la del Galaxy S de 2010, cuyo panel era de cuatro pulgadas.

Allá por el año 2011 tenía yo 17 años y llevaba en mi bolsillo un HTC Desire S que aún conservo y que sustituyó a mi Nokia X6-00. Recuerdo que, cuando lo compré, la gente lo veía y me decía “hay que ver, a este ritmo los móviles van a ser como un televisor”. Llevo desde entonces escuchando eso de que “los móviles son cada vez más grandes”. Hoy puedo confirmar con los datos en la mano que esto no solo es así, sino que el móvil compacto ha muerto.

Móviles de menos de seis pulgadas lanzados en 2025: cero

Para este análisis hemos recurrido a los datos de GSMArena y remontado hasta el año 2010, de manera que hemos recopilado todos los móviles lanzados en los últimos 15 años para ver qué ha pasado. En el año 2010 Justin Bieber lanzó ‘Baby’, Enrique Iglesias lo petó con ‘I Like It’, Christopher Nolan se anotó un tanto con ‘Origen’ y la industria puso en circulación 125 móviles en todo el mundo. Todos eran de menos de seis pulgadas. Digo más: menos el Dell Streak, todos tenían menos de cinco pulgadas.

Esta fue la tónica habitual durante los siguientes años. Cada vez se lanzaban más móviles, pero en el 2014 algo empezó a cambiar. Este fue el año del Nexus 6, el OnePlus One y el Samsung Galaxy Edge (el de la pantalla curva). También del Ascend Mate 7 de Huawei y el Xperia T2 Ultra de Sony. Empezaron a dibujarse móviles cada vez más grandes con pantallas FullHD y formato 16:9, como los televisores y monitores.

Samsung Galaxy Edge | Imagen: Xataka
Samsung Galaxy Edge | Imagen: Xataka

Samsung Galaxy Edge | Imagen: Xataka

Las pantallas se hacían cada vez más grandes, pero el formato era siempre el mismo, 16:9. Eso significaba que si queríamos aumentar el tamaño de la pantalla había que aumentar muchísimo el ancho del móvil. Tanto es así que el Ascend Mate 7 de 2014, con sus seis pulgadas de pantalla, tenía un alto de 157 milímetros y un ancho de 81 milímetros. Para ponerlo en contexto, el Galaxy S25 Ultra, uno de los móviles más grandes de 2025, tiene 162 milímetros de alto y 77,6 de ancho. Los móviles se estaban haciendo enormes, en todos los sentidos, pero crecer de esa forma no era sostenible.

El motivo de que las pantallas se hiciesen cada vez más grandes es evidente: los móviles ya no eran móviles. Se habían convertido en plataformas de entretenimiento en las que jugar, ver películas, escuchar música, navegar, chatear, etc. Más pantalla, más opciones, no tiene más.

Entonces los fabricantes cayeron en la cuenta: ¿por qué seguir inspirándose en los televisores y monitores? ¿Y si en lugar de hacer paneles 16:9 los estiramos hacia arriba y los hacemos más panorámicos? Fue entonces cuando las seis pulgadas empezaron a convertirse en el estándar para la gama alta. Ya en el año 2017 tuvimos terminales como el Galaxy Note8 con 6,3 pulgadas y formato 18,5:9 y el LG V30 (DEP), con seis pulgadas en formato 18:9.

LG V30 | Imagen: Xataka
LG V30 | Imagen: Xataka

LG V30 | Imagen: Xataka

Ese numerito nos dice la proporción entre el ancho y el alto de un rectángulo. Hasta la fecha, por cada 16 píxeles de alto teníamos nueve píxeles de ancho, y viceversa. Si queríamos aumentar el tamaño de la pantalla, algo que tenía sentido al entender el móvil como el dispositivo principal de todo usuario, la única opción que había para no acabar con ladrillos en el bolsillo era mantener la anchura y aumentar la altura. Y eso fue lo que pasó: el formato 16:9 fue condenado a la extinción.

Cambiar la relación de aspecto a una más alargada permitió a los fabricantes seguir aumentando el tamaño de los paneles sin tener crear móviles mucho más grandes

A partir de 2017 los móviles empezaron a crecer, y a crecer, y a crecer hacia arriba. En el año 2018 los móviles de gran tamaño con formato 18:9 representaban poco más de la mitad de todos los lanzados. En 2019, el mercado dio un giro de 180 grados y lo extraño era que un móvil no superase la seis pulgadas. El mercado se había invertido por completo.

En los años posteriores, las intentonas de lanzar teléfonos compactos quedaron en poco más que eso, intentonas (véanse los iPhone mini) y, hoy por hoy, no hay ni un solo móvil por debajo de la seis pulgadas. Un formato pequeño requiere sacrificios en términos de batería, potencia y fotografía, cosas por las que el usuario, a tenor de la desaparición de los móviles compactos, no parece estar dispuesto a pasar.

iPhone 13 mini | Imagen: Xataka
iPhone 13 mini | Imagen: Xataka

iPhone 13 mini | Imagen: Xataka

En lo que va de año solo se han lanzado tres móviles con menos de 6,5 pulgadas y son el Google Pixel 9a, el Samsung Galaxy S25 y un total desconocido: el rugerizado Sonim XP400. Todos los demás, quitando los móviles con teclado físico o para personas mayores, tienen paneles de mayor diagonal. No hay ni uno solo, ni uno, de seis pulgadas o menos.

Todo esto no se ha conseguido solo a base de añadir pulgadas a una pantalla, sino que las empresas han hecho un trabajo excepcional miniaturizando componentes, moviéndolos de sitio y mejorando la tecnología, en general. Uno de los cambios más evidentes ha sido deshacerse de los marcos superiores e inferiores y pasar los botones, e incluso el lector de huellas, a la pantalla. Eso ha permitido que un iPhone 16 pueda tener una pantalla de 6,1 pulgadas en un cuerpo de 147,6 x 71,6 milímetros. Para ponerlo en contexto, el Samsung Galaxy S4 de 2013 medía 136,6 x 69,8, pero tenía una pantalla de “tan solo” cinco pulgadas.

El siguiente paso: más grandes

Huawei Mate XT | Imagen: Xataka
Huawei Mate XT | Imagen: Xataka

Huawei Mate XT | Imagen: Xataka

Los formatos 18,5, 19 y 19,5:9 tienen la ventaja de que permite añadir pulgadas a expensas de estirar el terminal hacia arriba, pero todo tiene un límite. Llega un punto en que una pantalla tan alargada se vuelve incómoda, como hemos podido comprobar en algunos terminales que llevaban la relación de aspecto al extremo. Da la impresión de que nuestras manos ya no dan más de sí, así que el siguiente paso natural parece evidente: los móviles plegables.

Si bien es una tecnología que tiene camino por delante (el primer Galaxy Fold se lanzó en 2019), estos dispositivos permiten tener pantallas más grandes en un formato más convencional. En ese sentido, los fabricantes ya han atajado sobradamente el asunto del grosor (que se lo digan a los apenas cuatro milímetros del OPPO Find N5) y ahora tienen que hacerlo con el pliegue de la pantalla. Es un reto, pero parece que el camino va en esa dirección.

Imágenes | Xataka

En Xataka | Los fabricantes de móviles siguen empeñados en presumir de más y más megapíxeles. Eso no significa mejores fotos

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