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ha empezado a ser más verde que blanca

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La Antártida cada vez tiene más vegetación. Y es algo nefasto. La Antártida se ha convertido en uno de los termómetros que los científicos utilizan para medir los efectos del cambio climático. Por ejemplo, hace unas semanas nos dimos cuenta de que la Antártida se está elevando unos cinco centímetros al año. El fenómeno es fascinante, pero también siembra la duda de cómo esto afectará a la subida del nivel del mar.

Ahora, los investigadores han comparado imágenes satelitales de los últimos 30-40 años y la conclusión es que la vida vegetal está comiendo terreno al hielo. Y a una velocidad pasmosa.

La Antártida verde. Vamos con el dato: la vida vegetal ha aumentado en este entorno extremadamente hostil más de diez veces en los últimos 40 años. La investigación fue llevada a cabo por científicos de las universidades británicas de Exeter y Hertfordshire que, como apuntan desde la publicación en Nature, se realizó gracias a la observación de imágenes satelitales realizadas por el programa Landsat de la NASA y al uso de imágenes multiespectrales para monitorizar la vegetación.

Así, se dieron cuenta de que en 1986 había menos de un kilómetro cuadrado de la Península Antártica que tenía color verde, algo que aumentó hasta los 11,9 km² en 2021. La tendencia desde 1986 hasta 2016 fue de un aumento de 0,31 km² al año, pero eso se disparó entre 2016 y 2021, llegando a un crecimiento de la zona vegetal de 0,42 km² anuales. Actualmente, la densidad de la vegetación sigue aumentando y es algo que se puede ver claramente en las imágenes:

Antártida verde
Antártida verde

Se está calentando. Y el calor es el gran responsable de todo esto. Estos últimos 60 años, la Antártida se ha calentado significativamente y a un ritmo más rápido que el resto del mundo. Los últimos veranos son ejemplos, con temperaturas de hasta 20 grados por encima de lo normal en 2022 y con unos 10 grados por encima de lo normal a mediados de julio de este 2024. Y los modelos contemplan que la zona seguirá calentándose hasta el año 2100 a razón de 0,34 grados de media por década.

Semillas viajeras. Cuanto más hielo se funda, aparte de contribuir al aumento del nivel oceánico, más espacio habrá para la vegetación y más lluvias en la zona, lo que contribuirá a desarrollar esa vegetación. Pero… ¿cómo están llegando las semillas a la Antártida? En declaraciones a CNN, Thomas Roland —uno de los autores del estudio— afirma que “las semillas, esporas y fragmentos de plantas pueden llegar fácilmente a la Península Antártica en las botas o equipo de turistas e investigadores, pero también a través de rutas más ‘tradicionales’, como las aves migratorias o el viento”.

Vegetación colonizadora. Ahora bien, esos casi 12 km² verdes son sólo una minúscula porción de los 522.000 km², pero el problema no es el tamaño de la Antártida verde, sino la rapidez a la que se está expandiendo la vegetación y, también, que ha sido estos últimos años cuando se ha observado un aumento del ritmo de colonización vegetal debido a unas temperaturas más elevadas.

Para los seres vivos nativos también es un problema. Esa colonización de plantas ajenas al ecosistema irá comiendo terreno rápidamente a la vida silvestre nativa. Además, aunque los resultados expuestos por el equipo ya son preocupantes, el profesor Matthew Davey, de la Asociación Escocesa de Ciencias Marinas, afirma que puede haber más de la que los investigadores han encontrado. El motivo es que el estudio se centra en los campos de musgo, pero también hay líquenes, pasto y algas verdes y rojas que contribuyen a aumentar el área de vegetación de la Antártida.

Antártida verde
Antártida verde

Fotos del estudio

Adiós al gran espejo. Otros investigadores que no han participado en el estudio, como Andrew Shepherd —jefe del Departamento de Geografía de la Universidad de Northumbria— afirman que los resultados son “muy interesantes” y coinciden en que son las condiciones ideales para que la vida tenga ahora un punto de apoyo para desarrollarse. Y todo puede acelerarse no sólo por el aumento de temperaturas que ya se está produciendo, sino por los efectos secundarios.

Como la mayor parte de la superficie está cubierta por hielo, la Península Antártica actúa como un gran espejo que refleja la radiación solar hacia el espacio. Sin embargo, a medida que el hielo desaparece y asoma tanto la roca como la vegetación, menos radiación será reflejada y más se absorberá el calor. Olly Bartlett es otro de los autores del estudio y afirma que el impacto de esto será, probablemente, local, pero ayudará a acelerar el crecimiento de la vida vegetal.

No siempre fue blanca. Está claro que los investigadores van a tener tarea investigando cómo las plantas son capaces de colonizar las áridas tierras de la Península Antártica. Ahora bien, parece que, hace unos cuantos millones de años, la vegetación era lo que dominaba la zona. Al igual que algunos de los mayores desiertos del mundo en la actualidad, una vez fueron bosques o selvas, la Antártida fue un bosque.

Ocurrió hace 40 millones de años, cuando los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera provocaron un potente efecto invernadero que provocó que hubiera un ecosistema vivo con vegetación y animales prehistóricos. Volver a ese escenario… no sería nada positivo para el resto.

Imágenes | Nature, NASA

En Xataka | De repente, el Atlántico se está enfriando a una velocidad récord. Eso lo cambia todo, incluso la temporada de huracanes

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Esta incomprendida secuela de un clásico de la ciencia ficción fracasó en taquilla, pero ha acabado triunfando en Netflix

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Shane Black tiene severos problemas para encontrar a un público que apoye sus películas, y es una pena porque sus propuestas siempre tienen una altísima calidad, a veces en marcas tan consagradas como Marvel o esta que nos ocupa. Suya es una de las mejores películas de todo el MCU, ‘Iron Man 3’ (una de las últimas de la franquicia con un toque personal y distintivo, cuando eso era posible), y también esta ‘The Predator‘, que estaba en Disney+ pero que acaba de llegar también a Netflix, donde se ha encaramado al top de lo más visto y ha llegado al número 1 en 39 países.

El problema de Black (que ya fue coguionista no acreditado de la legendaria primera entrega de la saga) es que le gusta mucho el cachondeo, y a menudo sus películas son no solo lo que se espera de ellas (‘The Predator’ tiene algunas de las mejores secuencias de acción y horror de la saga), sino mucho más: comedias familiares con niño, buddy movies (género que él, como guionista, también llevó a la cima con ‘Arma letal’ y ‘El último boy scout’) y muchos otros géneros. La macedonia de estilos es uno de sus puntos fuertes como autor, y se percibe en películas como la mencionada ‘Iron Man 3’, pero también en maravillas como ‘Kiss Kiss, Bang Bang’ o ‘Dos tipos duros’.

Esta entrega, primera de la serie desde ‘Predators’ de 2010, sigue a un francotirador del ejército, que tiene un encuentro con una nave extraterrestre donde viaja un Depredador, un cazador alienígena. Tras sobrevivir al encuentro, McKenna formará parte de un equipo de peculiares soldados que se enfrentarán a la criatura, incluso cuando las cosas se compliquen con la llegada de un segundo Depredador, superior y más peligroso que el primero.

Pese a la excelente acción y los rotundos diseños de los Depredadores, el humor de Black, marca de la casa, no gustó al público. Aunque la película no fue un desastre total, con 160 millones de dólares de recaudación frente a 88 de presupuesto, no terminó de encontrar su público, como atestiguan sus bajísimas puntuaciones en Rotten Tomatoes, repletas de fans dolidos porque no les gusta que sus franquicias se aparten lo más mínimo de lo previsible. En cualquier caso ahora tienes la oportunidad de recuperar una película que cada vez tiene más adeptos que se preguntan cómo la gente pudo dejar pasar en su día una joyita así.

Cabecera | Disney

En Xataka | ‘Predator’, crítica: Una fiesta ultraviolenta de humor negro y diálogos brillantes

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Llevo 20 años sin tocar un videojuego de fútbol. He probado el ‘EA Sports FC 25’ y esta ha sido mi experiencia

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Corría el año 2005. La gente flipaba con el Nokia N90, las PlayStation 3 y Xbox 360 veían la luz, lo más top era lleva un iPod nano en el bolsillo y la TDT empezaba  a dar sus primeros pasos. En la radio sonaba ‘Wake Me Up When September Ends’ de Green Day, ‘La Tortura’ de Shakira y Alejandro Sanz y todos nos pusimos ‘La Camisa Negra’ de Juanes. Fuimos al cine a ver ‘V de Vendetta’, ‘Batman Begins’ y ‘Harry Potter y el Cáliz de Fuego’.

Yo tenía nueve años por aquellos entonces y el juego que ocupaba mis tardes era el ‘FIFA 06‘, un juego cuya portada mostraba a Wayne Rooney y Ronaldinho. Fue también el último juego de fútbol que compré y el último al que jugué de forma habitual porque, sorpresa, el fútbol no es lo mío. Bueno, miento, al año siguiente jugué un poco al ‘PES 2006‘ con sus balones hechos de plomo, pero la cosa es que llevo… 21 años sin tocar un juego de fútbol.

Pues esta ha sido mi experiencia jugando al ‘EA Sports FC 25‘.

Un apunte antes de empezar

No tengo ningún problema en reconocer que no me gusta el fútbol (o no lo sigo, mejor dicho). No me voy a poner borderline y alternativo diciendo que no sé quién es Messi o Cristiano Ronaldo, porque no vivo debajo de una piedra, pero sí debo decir que en el último mundial apenas conocía a ningún jugador.

No juego al furbito con los amigos los domingos (la última vez que lo hicimos fue lamentable), aunque se me da sorprendentemente bien hacer pataitas y alguna filigrana con el esférico. Vamos, que el que esté leyendo esto buscando un análisis sesudo de furbo y juegos de furbo, mejor que acuda a Vida Extra o 3DJuegos. El objetivo de este artículo es contar cómo ha sido jugar al último juego de fútbol sin haber tocado uno desde hace más de 20 años.

Córdoba 7 – 3 Cádiz

EA Sports FC 25 | Imagen: Vida Extra
EA Sports FC 25 | Imagen: Vida Extra

EA Sports FC 25 | Imagen: Vida Extra

Creo que lo fácil habría sido irse a un Barça-Madrid, pero uno de mis mejores amigos siempre dice que el fútbol premium está en la segunda división. Así pues, tras echarme un Barça-Madrid para recuperar la memoria muscular y familiarizarme con los controles, me eché un partido de fútbol en condiciones: un Córdoba-Cádiz. Duelo de titanes.

Lo primero que me sorprendió es, obviando que ahora no se llama ‘FIFA’, sino ‘EA Sports FC 25’ porque más apellidos no cabían en la carátula del juego, que me reciba Zinedine Zidane y me hable de tácticas y estrategia. Soy 100% el target de este juego. Muy chula la intro. Lo segundo, el caos de menús. Hay bastantes modos de juego, entre ellos el Ultimate, el amistoso, Rush (tipo Kings League), etc., y hay que decir que el desplazamiento es algo tosco y poco intuitivo. Al menos para un novato como yo. Da la impresión de que se hubiese diseñado para pantallas táctiles.

Hola, Zidane | Imagen: EA Sports FC 25
Hola, Zidane | Imagen: EA Sports FC 25

Hola, Zidane | Imagen: EA Sports FC 25

En cualquier caso, no estamos aquí para hablar de menús, FC IQ (el nuevo sistema de EA para asignar roles y enfoques a cada jugador), sino de furbo. Me consta, por los análisis que he leído de otros compañeros, que las medias de los jugadores no son demasiado acertadas, pero tampoco te puedo decir que X jugador de Y equipo merecía más porque te estaría engañando, no sé si me explico.

En mis tiempos, recuerdo que el equipo ideal estaba formado por jugadores como Ronaldinho, Iker Casillas, Buffon, Adriano, Rooney, Eto’o, Henry, Zidane, van Nistelrooy, Dida, Kaká, Gatusso y Shevchenko. No me preguntéis qué hacía cada uno, no tengo ni idea. Lo que sí sé es que no sé qué ha sido es de ellos. Dicho lo cual, he aquí qué tal se siente a los mandos.

Las cinemáticas introductorias son espectaculares, realmente sientes que estás viendo un partido. Además, EA ha implementado una especie de cámara en el pecho que permite ver lo que ve el jugador. Por ejemplo, cómo controla el balón cuando lo coge para sacar de banda o cómo se mira con otro jugador cuando hay un intercambio. En general, las cinemáticas y animaciones me parecen notables y, ante todo, inmersivas, que es lo que se busca en este tipo de juegos. Sin embargo, debo reconocer que los modelos de algunos futbolistas son mejorables.

EA Sports FC 25 | Imagen: Vida Extra
EA Sports FC 25 | Imagen: Vida Extra

EA Sports FC 25 | Imagen: Vida Extra

En lo gráfico y en cuanto a rendimiento, el juego es muy bueno (¡nada que ver con el FIFA 06!), pero decir eso es decir una obviedad. EA repite con esa tecnología HyperMotion que veíamos en entregas anteriores y que tanto gustó al aportar ese extra de “realismo” a los movimientos, pero no me lo esperaba así ni de broma. Es muy curioso ver cómo los jugadores reaccionan a lo que sucede en el campo. Un defensa no está parado o se queda mirando cuando otro jugador hace cosas, sino que reacciona. Igual cuando tiras a puerta y marcas gol o fallas. Los jugadores hacen cosas, las cosas que haría un jugador normal en su situación.

Por ejemplo, me pareció fascinante cómo, tras una jugada en la que la IA consiguió ponerme contra las cuerdas, mi portero se hizo con el cuero [uso de terminología futbolística: ✅] e hizo un gesto con las manos tipo “venga, relajaos, vamos a calmarnos”. También cómo los jugadores miran la trayectoria del balón cuando va alto, cómo los defensas suben cuando atacas y cómo bajan cuando el rival empieza a acercarse, cómo reacciona el estadio y los demás jugadores cuando le lanzas la pierna al cuello de otro jugador desde atrás, cual rata de cloaca, para quitarle el balón al delantero rival…

Ea Sports Fc 25 | Imagen: 3DJuegos
Ea Sports Fc 25 | Imagen: 3DJuegos

Ea Sports Fc 25 | Imagen: 3DJuegos

La sensación es de realismo, de que están pasando cosas todo el rato. Muchas veces parece que los jugadores están hablando entre sí y eso te mete en el partido. Recuerdo que, cuando yo jugaba a este tipo de juegos, los jugadores fuera de la pantalla o que no estaban involucrados en la jugada se quedaban quietos, sin moverse, a la espera de entrar en acción. Entiendo que esto puede parecer obvio para los aficionados, pero a mí me ha llamado la atención.

Y hablando de cosas que pasaban antes y ahora no, en ‘FIFA 06’ había un “bug”, entre comillas, que hacía que si al acercarte a un defensa ibas te movías hacia atrás y rápido hacia delante de nuevo, el jugador rival se quedaba pillado y te dejaba pasar. Me alegra ver que, 20 años después, este fallo ha dejado de existir.

El modo simulación también ayuda a ese realismo, ya que reduce el ritmo del partido para que sea más parecido a lo que sería un encuentro real. No digo yo que no sea posible acabar un partido con un 7-3, pero las cosas como son, EA Sports FC 25 no es un simulador de fútbol, es un juego arcade que aboga más por el dinamismo.

En cuanto a las voces, Miguel Ángel Roman y DjMaRiiO hacen un buen trabajo, pero debo decir que en mi Córdoba-Cádiz los comentarios eran algo genéricos. Siguen siendo frases sueltas, bien encajadas entre sí y con sentido con respecto a lo que está pasando en el campo, pero me falta esa concatenación de ideas que hacen los comentaristas en el mundo real. Es decir, un comentario tipo “pase alto por la banda” o un chascarrillo de vez en cuando está bien, pero me faltan comentarios más… elaborados, más explicativos de lo que está pasando en el juego. Entiendo que es algo inviable en un juego de este calibre, pero ahí queda.

Cosas que he notado

Ea Sports Fc 25 | Imagen: 3DJuegos
Ea Sports Fc 25 | Imagen: 3DJuegos

Ea Sports Fc 25 | Imagen: 3DJuegos

Debo decir que me he divertido bastante jugando a ‘EA Sports FC 25’, quizá por la sensación de descubrimiento fruto de llevar tiempo sin tocar un juego de fútbol. Sin embargo, y desde mi total inexperiencia en juegos de este tipo, hay un par de detalles que he notado y que me parecen reseñables:

  • Aunque se puede activar el viento en el modo simulación, creo que lo suyo sería que fuese dinámico, como la lluvia.
  • Atacar es facilísimo, defender no tanto. Me da la impresión de que es un juego que penaliza muchísimo los errores en defensa. Es muy fácil saltar a los defensas rivales y, en muchas ocasiones, sus capacidades físicas no parecen ser suficientes para atacar a mis delanteros.
  • ¿Soy solo yo o hay muchos pases que van a ningún lado? No hablo de pases difíciles, sino de algunos pases relativamente sencillos que no terminan de conectar.
  • Sacarle partido a FC IQ requiere de unos conocimientos de furbo que se escapan a mi comprensión.
  • El modo Rush es bastante divertido. Es el típico modo que usas con tu hermano o un amigo para echaros unas risas.
  • El modo carrera con los equipos femeninos me parece todo un acierto.
  • Debo decir que podría engancharme a este juego. Quién sabe, lo mismo acabo abonándome al Córdoba CF.

Imagen de portada | Electronic Arts

En Xataka | Fútbol temporada 2024/2025: dónde verlo, canales, plataformas, precios definitivos y cómo elegir una oferta

La clave del juego ha sido cedida para prueba por parte de Amazon Games. Puedes consultar cómo hacemos las reviews en Xataka y nuestra política de relaciones con empresas.

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La industria del acero tiene un problema de contaminación. El lodo rojo tóxico del aluminio quiere ser la solución

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Fabricar acero es un proceso muy contaminante. Este material es extremadamente importante para nuestras necesidades actuales, pero al igual que ocurre con el hormigón, fabricarlo sale caro. No en un sentido económico, sino medioambiental. Se estima que la industria del acero genera casi un 10% de las emisiones de CO₂ a nivel mundial causadas por nuestra actividad, algo que se traduce de una forma más sencilla: por cada tonelada de acero que producimos, se emiten dos toneladas de CO₂ a la atmósfera.

El “acero verde” es una posible solución, y un reciente estudio apunta que se puede acabar con otro gran problema a la vez que producimos acero ‘ecológico’: con el del lodo rojo tóxico del aluminio.

Produciendo acero. La gran mayoría del acero que producimos actualmente se obtiene mediante la fórmula clásica. Esto implica que fundimos hierro, derivados del carbón y caliza en hornos en los que hay un alto contenido de carbono, posteriormente refinamos el resultado para reducir el contenido de carbono y, en esencia, ya lo tendríamos. El problema es que utilizamos muchísima energía en el proceso y se liberan residuos. Todo esto contribuye a que sea un proceso muy contaminante.

En 2022, la European Steel Association emitió un informe en el que se indicaba que la industria del acero mundial había producido un total de 1.880 millones de toneladas de acero, lo que supuso la emisión de unas 3.600 millones de toneladas de CO₂ a la atmósfera. Hay herramientas a nuestro alcance para reducir la producción de acero, como el reciclado del mismo, pero como tenemos que seguir produciendo, urge encontrar nuevas formas de hacerlo a la vez que emitimos menos CO₂.

El “acero verde”. Ahí es donde entra en juego lo que se ha denominado como “acero verde”. El proceso es el mismo, ya que la estructura del acero no cambia, pero lo que sí es diferente es la fuente de energía que utilizamos para conseguir ese acero. Mientras la industria tradicional emplea combustibles fósiles, lo que se propone con el “acero verde” es utilizar hidrógeno verde como fuente energética.

Hidrógeno verde. Antes de continuar, hay que hacer un inciso para hablar del hidrógeno verde. El hidrógeno es el elemento químico más abundante del universo y está muy presente en la Tierra, pero el problema es que no se suele encontrar aislado, sino combinado con otros elementos. Para poder extraer el hidrógeno que está combinado con otros elementos (como con el oxígeno en forma de agua o con carbono para formar hidrocarburos), hay que realizar un proceso que consume energía.

Tradicionalmente, se han utilizado combustibles fósiles para ello (y sigue siendo la manera más extendida para conseguir hidrógeno), pero también podemos extraer el hidrógeno utilizando la energía de fuentes renovables en el proceso. A ese hidrógeno que se consigue utilizando energía solar, eólica o hidroeléctrica, por ejemplo, es al que llamamos “hidrógeno verde”.

Lodo rojo tóxico. Dicho esto, podemos decir que el “acero verde” es el que conseguiríamos utilizando el hidrógeno verde como fuente de energía. Ahora bien, los científicos del Instituto Max Planck de Investigación del Hierro —un centro alemán—, han ido un paso más allá. ¿Y si, además de utilizar hidrógeno verde como fuente de energía, pudiésemos aprovechar el lodo rojo tóxico que se produce como residuo en la fabricación de aluminio?

La industria del aluminio produce unos 180 millones de toneladas de este lodo rojo al año. Es un residuo muy alcalino que contiene trazas de metales pesados, como puede ser el cromo. En varios países, estas trazas se llevan a grandes superficies al aire libre, donde se secan como si fuera un vertedero, y el gran problema —uno de ellos— es que el viento puede arrastrar partículas. Es extremadamente corrosivo y se ‘come’ el hormigón, algo que ya ha provocado algún que otro desastre natural.

Butzflethermoor Rotschlammdeponie Luftaufnahmen 2012 05 By Raboe 478 1
Butzflethermoor Rotschlammdeponie Luftaufnahmen 2012 05 By Raboe 478 1

“Piscina” de lodo rojo en Alemania

2×1. Lo que proponen en Max Planck es utilizar esos residuos para fabricar acero. Matic Jovičevič-Klug es uno de los investigadores responsables del estudio y afirma que su proceso “podría resolver el problema de los residuos de la producción de aluminio y, al mismo tiempo, mejorar la huella de carbono de la industria siderúrgica”. Lo que han demostrado es que este lodo rojo se puede utilizar como materia prima en la fabricación del acero gracias a que cuentan con u 60% de óxido de hierro.

Los científicos del Max Planck fundieron el lodo rojo en un horno de arco eléctrico y, a la vez, reducen el óxido de hierro contenido en él, dando como resultado a hierro. Como fuente de calor se utiliza un plasma que contiene un 10% de hidrógeno. Esta “reducción de plasma” tarda sólo unos diez minutos y los responsables apuntan que el hierro resultante es tan puro que se puede procesar directamente para obtener acero.

Red Mud
Red Mud

Proceso para separar las partículas de hierro y los desechos y cómo unas se pueden enfocar a la creación de acero y, el resto, en la industria de la construcción (entre otras)

Aprovechando los desechos. Los óxidos metálicos que no se convierten en hierro han reducido su nivel de toxicidad, pero además se solidifican al enfriarse y se convierten en un material similar al vidrio que se puede utilizar como material también en la industria de la construcción. Es decir, con este método, lo que proponen es una solución a tres bandas: se consume lodo rojo tóxico, sus deshechos se pueden aprovechar y, en lugar de utilizar combustible fósil como alimento en los hornos, se utiliza hidrógeno verde.

Ahorrando CO₂. Con este proceso, los investigadores afirman que se pueden ahorrar grandes cantidades de carbono. Isnaldi Souza Filho es uno de los miembros del grupo y afirma que “si se utilizara hidrógeno verde para producir hierro a partir de los 4.000 millones de toneladas de lodo rojo que se han generado hasta la fecha en la producción mundial del aluminio, la industria del acero podría ahorrar casi 1.500 millones de toneladas de CO₂”. Esto supone casi la mitad de las toneladas de CO₂ que emitimos en 2022.

Y dinero. Estos hornos de arco no son nuevos, ya que se emplean en la industria para fundir la chatarra y, además, los investigadores afirman que saldría rentable a la industria del acero. “Con hidrógeno y una combinación de electricidad para el horno, el proceso merece la pena si el lodo rojo contiene un 50% o más de óxido de hierro. Si se tienen en cuenta los costes de eliminación del lodo rojo, sólo con un 35% de óxido de hierro extraído en el proceso ya sería rentable”, afirman desde el estudio, apuntando que “son estimaciones conservadoras”.

El reto del hidrógeno verde. El director del Instituto Max Planck afirma que “ahora le toca a la industria decidir si utilizará la reducción de lodo rojo mediante plasma para obtener hierro”, pero puede que la cosa no sea tan sencilla si tenemos en cuenta que la industria energética aún debe dar pasos adelante para que el hidrógeno verde sea una fuente energética potente.

La Asociación Europea del Acero ya apuntó hace unos años que, si se quiere descarbonizar la industria, debemos producir muchísimas más toneladas de hidrógeno verde. Afirmaron que se necesitarían 5,5 millones de toneladas de hidrógeno para que la producción de acero en la Unión Europea fuera “verde”, pero actualmente la producción de hidrógeno es de poco más de 100 millones de toneladas, contando hidrógeno verde… y de otros colores.

Por tanto, el cuello de botella no está en saber cómo fabricar “acero verde”, sino en contar con más hidrógeno verde para que todo esto tenga sentido.

Imágenes | Nature, Gobierno de Hungría, Alfred T. Palmer, Ra Boe

En Xataka | Un experimento para fabricar oxígeno en la Luna nos acerca a un hito en la Tierra: el acero verde

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