El 8 de enero de 2014 el gobierno de Estados Unidos detectó la entrada de un meteorito interestelar a nuestro planeta. Este objeto se desintegró en tres llamaradas a 20 kilómetros sobre la superficie del Océano Pacífico y los fragmentos se perdieron en el agua.
Ocho años después, el Comando Espacial de Estados Unidos, del Departamento de Defensa, reconoció que este meteorito llamado IM1 es de origen interestelar. Es decir, se originó fuera de nuestro Sistema Solar.
El asunto es que por las características del meteorito, así como la forma en la que entró a nuestro sistema planetario y a nuestro planeta, la duda es si podría haber sido creado por alguien…. ¿alguien? ¡alguien! o algo. Vamos, pues, una civilización extraterrestre.
¿Y cómo podemos saber eso? Buscando los fragmentos en el fondo del mar. Esta parecería una misión imposible o una broma, pero para Avi Loeb, jefe del Proyecto Galileo y director fundador de la Iniciativa Black Hole de la Universidad de Harvard, se trata de una posibilidad.
Este astrofísico pasó varias semanas junto con un equipo de expertos peinando el fondo del mar con un imán para encontrar fragmentos de este meteorito interestelar.
A pesar de que las posibilidades de recolectar pedacitos diminutos de un meteorito eran muy pocas, el equipo logró muchas más muestras de lo esperado. Ahora solo queda llevarlas al laboratorio para analizarlas.
Lo interesante es que toda esta travesía fue contada por el propio Avi Loeb en un diario interestelar que publicó con férrea constancia desde el Pacífico ¿Les gustaría saber un poco más? Vámonos por partes…
IM1, el primer meteorito interestelar detectado
Como les contábamos al inicio, el 8 de enero de 2014 el gobierno de Estados Unidos detectó la entrada a nuestro planeta de un meteorito. Este objeto se desintegró a 20 kilómetros sobre el océano Pacífico.
Años después y después de estudiar los datos detectados por la NASA de este meteorito, el astrofísico Loeb publicó con uno de sus estudiantes un artículo poniendo sobre la mesa las evidencias de que IM1 provenía del exterior de nuestro Sistema Solar y no solo eso, sino que presentaba ciertas características, digamos, no convencionales.
Para empezar que el meteorito tendría que estar hecho de un material mucho mas resistente que los mas de 270 meteoros registrados en el catálogo del Centro de estudios de Objetos Cercanos a la Tierra (CNEOS) de la NASA.
Luego que el IM1 se estaba moviendo fuera del Sistema Solar mas rápido que el 95% de todas las estrellas vecinas al Sol. Es decir, hay una posibilidad –o varias– de que el exceso de velocidad del meteorito sea resultado de la propulsión y que su resistencia por sobre todas las rocas espaciales conocidas tenga un origen tecnológico… tecnología extraterrestre.
El origen interestelar del meteorito fue reconocido en 2022 por el Comando Espacial de Estados Unidos, del Departamento de Defensa, con un 99.9% de confianza. IM1 llegó a nuestro planeta desde el exterior del Sistema Solar.
Pero, tomando en cuenta su velocidad y composición extraña aún quedaban muchas dudas… ¿es un meteorito solamente o fue creado por alguna civilización extraterrestre?
A partir de la entrada del meteorito a nuestro planeta y los registros de la NASA, el científico calculó que el objeto probablemente se desintegró en pequeñas esferas que se perdieron en el fondo del Pacífico.
Y ahí está. Así nació la expedición del Proyecto Galileo para llegar hasta esa zona con un barco y dedicar varias semanas a la pesca de milimétricas esferas, fragmentos del IM1.
El objetivo del Proyecto Galileo, en la Universidad de Harvard, es llevar las leyendas, observaciones accidentales o anécdotas sobre desarrollos tecnológicos extraterrestres a la corriente principal de la investigación científica. Es decir, busca objetos físicos y no solo señales electromagnéticas de Civilizaciones Tecnológicas Extraterrestres (ETC).
La búsqueda de fragmentos de meteorito en el Pacífico
La expedición fue patrocinada por Charles Hoskinson, un empresario estadounidense que también está interesado en el proceso de des-extinción de varias especies y que puso 1.5 millones de dólares.
La teoría es que si IM1 es un objeto tecnológico, su núcleo podría haber sobrevivido a la entrada a la atmósfera y podría estar esperando en el fondo del mar. Además de que habría un campo de escombros con muchos fragmentos tras la explosión.
La zona en donde los restos de IM1 cayeron, de acuerdo con datos de un sismógrafo y demás instrumentos, está en el Pacífico cerca de Papua Nueva Guinea –a 84 kilómetros de la isla Manus– y a una profundidad de 2 kilómetros aproximadamente.
La expedición llegó hasta ahí en un barco apropiadamente llamado Star Silver, junto con un equipo de filmación para documentar todo el proceso.
¿Y cómo le hicieron? Todo el plan de esta expedición giró en torno a una zona de exploración delimitada en un cuadrado de 10 kilómetros gracias a los datos del gobierno de Estados Unidos y el sismógrafo de la isla más cercana, así como a una placa magnética.
Esta placa descendió desde el barco más de 20 veces y fue arrastrada por el fondo para que todas las partículas magnéticas se pegaran y pudieran ser examinadas en la cubierta del barco por el equipo.
La placa magnética tiene una cámara que permitió a los científicos verificar que llegara al fondo. Las primeras veces la tensión del cable del barco hacía que la placa se moviera como un cometa y no tocara el fondo, pero poco a poco le fueron agarrando la maña.
En un principio la placa salía totalmente limpia o con muy pocas partículas de origen biológico. Pero acá va lo bueno: después de varios días lograron encontrar las tan buscadas esferas milimétricas y varios objetos en forma de cable que también habrá que analizar.
Con los instrumentos que llevaban a bordo pudieron determinar que las esferas están compuestas en más del 80% por hierro, con un poco de magnesio y titanio, pero sin níquel.
Esta composición, explica Avi Loeb en su diario de expedición, no es común en comparación con las aleaciones hechas por el hombre, los asteroides conocidos u otras fuentes astrofísicas similares.
Y no crean que encontraron dos kilos de estas esferas o que las esferas metálicas son del tamaño de una moneda, es más, ni siquiera son visibles sin un microscopio. Miden aproximadamente un tercio de milímetro.
El astrofísico explica que tanto el hierro como el níquel se producen juntos en supernovas –la explosión y muerte de una estrella– y no se separan ‘naturalmente’ en el espacio debido a que sus pesos atómicos son similares.
Los humanos eliminan el níquel de las aleaciones de hierro para hacerlas más fuertes. Entonces… ¿la poca o nula presencia de níquel podría ser resultado de un diseño tecnológico no humano?
Para no hacer el cuento más largo –porque vaya que lo es– vamos al grano: la expedición logró pescar 50 esferas de este tipo, sumando un total de 35 miligramos.
Con el análisis que hicieron a bordo del barco determinaron dos cosas: que definitivamente no tienen un origen biológico y que podrían ser fragmentos del meteorito interestelar IM1 por la zona en donde los encontraron. Esto ya de por sí es una victoria impresionante.
Ahora, falta hacer un análisis mucho más profundo con instrumentos mucho más poderosos y sofisticados en la Universidad de Harvard para estimar de dónde vinieron y si se trata desarrollos tecnológicos no humanos.
Toca analizar lo que encontraron en el mar
El astrofísico Avi Loeb explica en su diario de expedición, publicado en la plataforma de blogs Medium, que ahora toca analizar las esferas con espectroscopia de rayos gamma para detectar sus isótopos radioactivos.
Esto permitirá probar, primero, que son fragmentos del meteorito. Luego, que el meteorito IM1 es de origen interestelar y además podrán limitar la duración de su viaje por el espacio.
Si multiplican el tiempo del viaje por la velocidad registrada del meteorito podrían delimitar la ubicación de su estrella fuente…. y pues WOW.
Entonces, recapitulación rápida de las pistas: la velocidad del meteorito era mucho más elevada de lo normal, el material del que está hecho es inusualmente resistente y no biológico, además de que los elementos de los que está compuesto no se relacionan ni con humanos, ni con otros meteoritos que han caído en la Tierra.
Otro dato interesante: algunos de los elementos más abundantes en las esferas encontradas se usan comúnmente –al menos en la Tierra– en circuitos eléctricos y semiconductores.
Esta es la primera vez en la historia de la humanidad que se buscan los fragmentos de un meteorito interestelar… en el fondo del mar. Si se confirma que son fragmentos, sería la primera vez que la humanidad tiene entre sus manos algo que llegó de una zona fuera del Sistema Solar. Si se confirma que son restos de un objeto tecnológico, tendríamos la primera prueba tangible de que no estamos solos en el Universo.
Un equipo de al menos 20 investigadores y personal de apoyo invirtió dos semanas y 1.5 millones de dólares para recuperar del fondo del mar una parte en veinte millones del total de escombros que produjo el IM1.
“La ciencia no tiene por qué ser aburrida, si tan solo nos atrevemos a explorar lo desconocido sin pretender saberlo de antemano“, escribe el científico.
Lo mejor es que esto no acaba aquí. La misión para el próximo año será usar un sonar de 30 kilohercios para buscar el núcleo de este meteorito en la región de 10 kilómetros alrededor de la zona de la bola de fuego.
Así que por ahora solo queda esperar a que las esferas sean analizadas para saber de dónde provienen. Por cierto, este solo es el resumen de más de 30 informes escritos por el astrofísico Avi Loeb en su blog. Si quieren darles una leída más a fondo solo tienen que picarle acá mero.
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Conor McGregor no enfrenta cargos penales. Un jurado civil falló a favor de la denunciante y le ordenó pagar una indemnización millonaria
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Conor McGregor, culpable de violación contra una mujer
Sucede que este viernes, 22 de noviembre, se llevó a cabo la audiencia del caso (y duró como unas seis horas nomás). Tras esta, el jurado falló a favor de la denunciante, encontrando culpable a Conor McGregor. La condena lo obliga a pagar 248 mil euros a Nikita Hand, indica ESPN, equivalentes a 258 mil dólares,
Muy importante: La condena viene de un jurado civil, no de una Corte Penal. Conor McGregor no enfrenta ningún cargo penal por esta situación hasta ahora, por eso no podría recibir una condena en prisión.
La agresión sexual de la que encontraron culpable a Conor McGregor
El peleador de la UFC declaró en dicha audiencia, que sí tuvo relaciones sexuales con la denunciante la noche del 9 de diciembre de 2018 en el Hotel Beacon, pero asegura que fueron consensuadas.
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Apenas terminó la audiencia, el peleador de la UFC se pronunció en su cuenta de X, prometiendo apelar el fallo del juez.
“Estoy decepcionado de que el jurado no haya escuchado todas las pruebas que revisó la Fiscalía. Ahora estoy con mi familia, concentrado en mi futuro. Gracias a todo el mundo por mi apoyo“.
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