Un microsismo por aquí, una leve sacudida por allá y más de un susto cada mañana. Sin que se active la Alerta Sísmica y sin que superen los 2 o máximo 3 grados de magnitud, muchas personas reportan sismos pequeños en zonas céntricas de la CDMX. Algunos lo sienten, otros ni cerca; pero eso nos hizo preguntarnos: ¿de verdad está temblando cada vez más en la CDMX?

La respuesta corta es: no. Sin embargo, dos letras no alcanzan para explicar todo el espectáculo sismológico de la CDMX.

Entonces, mejor nos acercamos con alguien que sí le sabe y platicamos un rato con el Dr. Luis Quintanar Robles, investigador del Departamento de Sismología del Instituto de Geofísica de la UNAM, para entender bien el tema de los microsismos y de paso, quitarnos los nervios.

¿Está temblando más en CDMX? ¿Qué está pasando?

“La Cuenca de México tiene una geología y tectónica compleja, por lo cual no es de extrañarse la ocurrencia de sismos de pequeñas magnitudes en la zona”, nos contaba el experto de la UNAM.

Aunque estamos acostumbrados a que los sismos vengan de la costa o de Puebla, eso no quiere decir la CDMX esté libre de ser el origen de algunas sacudidas. Así ha sucedido cientos de ocasiones, con temblores que tienen su epicentro en Coyoacán, Alvaro Obregón o en la esquina de tu casa.

A esos pequeños terremotos les decimos microsismos, “aunque no haya una escala estándar para decir cuál sea una magnitud mediana o una magnitud pequeña”, explicaba Quintanar.

Si pasa siempre, ¿por qué lo sentimos más?

La ciencia no ha reportado más temblores en la Ciudad de México y tampoco se ha reportado que sean más fuertes. Entonces, la teoría de estos miedos recientes es un poco más personal: nos volvimos más sensibles a los movimientos sísmicos en la capital y estamos cada vez más a las vivas de lo que está sucediendo.

Además de los nervios o de que nos la vivimos con los pelos de punta, esto también se debe a los increíbles avances tecnológicos del Servicio Sismológico Nacional.

El Dr. Luis Quintanar nos contaba que en 1995 solo teníamos una estación de medición de sismos en la CDMX y estaba en Ciudad Universitaria.

Ahora tenemos 30 estaciones esparcidas en toda la capital: una por delegación y otras 14 ubicadas en las afueras; “haciéndole una corona” a la zona sísmica.

Estas estaciones tienen la tecnología para medir en tiempo real la velocidad de los movimientos del suelo, pero tienen un alcance limitado para detectarlos.

Esto nos explica porque notamos cada vez más los microsismos a nuestros píes. Hace unos años, si temblaba en la Benito Juárez, la estación de Ciudad Universitaria ni se hubiera enterado. Ahora, estamos mejor preparados para medir los sismos en todas las zonas de CDMX.

Aunque aquí no termina el tema de los microsismos

Ya que nos dejaron claro que es muy probable que siempre haya temblado igual pero ahorita estamos mejor informados, todavía nos quedan algunos detalles importantes para entenderle mejor. Específicamente, sobre el factor del agua y el bendito suelo fangoso de nuestra ciudad.

El Dr. Luis Quintanar nos explicaba que, entre más fangoso sea el subsuelo de la zona, los sismos se sentirán con más intensidad. Eso no ayuda, ¿Verdad?

Específicamente en nuestro caso, el balance de la CDMX es muy delicado. El desecamiento del subsuelo —o sea, que se nos ande secando el changarro— provoca fracturas que terminan por activar pequeñas fallas en la zona. Chance las han visto, salen grietas en la calle que pueden llegar hasta las casas.

Sentimos más los microsismos por una combinación de ambos factores: entre más se seque el área fangosa de nuestra Ciudad, nuestras tardes se sienten más sísmicas.

¿Y en dónde se sienten peor los microsismos?

La CDMX —y si le sumamos a nuestros vecinos mexiquenses— termina por ocupar un territorio muy extenso y por lo tanto, hay zonas donde se sienten más los microsismos.

La zona “más brava” es el Oriente. El Doctor nos explicaba que los epicentros en Milpa Alta, Tláhuac e Iztapalapa son los más comunes y también sucederán relativamente seguido en Ixtapaluca, Texcoco y Chalco.

El Poniente también se pone bastante activo. Ahí podrás ver pequeños sismos en Magdalena Contreras, Miguel Hidalgo y Álvaro Obregón. También pueden ser sentidos en Naucalpan. En el Centro no están exentas Coyoacán y Benito Juárez. En el sur, las cercanías del Ajusco también “están moviditas”. 

A todo eso súmale que somos muchísimas personas en toda la capital y la posibilidad de que cualquier sismo —por más peque— lo terminen sintiendo unos cuantos cientos de personas aumenta considerablemente.

Y ahora, ¿qué hacemos con los microsismos?

El lado bueno es que no se nos está viniendo un Apocalipsis, ni hay nuevas razones para que panda el cúnico en la CDMX. Técnicamente todo sigue igual, nada más estamos más atentos. No necesitamos que nos lo recuerden: vivimos en una zona sísmica.

Entonces tenemos dos cosas por hacer. Por un lado, tener el bolillo a la mano y un té de tila para el estrés. Por el otro, tener bien ubicados los protocolos de seguridad, evacuación y una revisión completita de las estructuras en las que pasamos nuestros días.

*Nota del Sopieditor: Esta consulta se realizó en octubre de 2018, pero las condiciones sísmicas de la CDMX no han cambiado.

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