El árbol del cerezo es un símbolo de tradición milenaria para el pueblo japonés. Un árbol de pétalos rosas que significa esencialmente la posibilidad de renacer. Aunque en México no podemos ver muchos de su especie debido al clima que necesitan para crecer y florecer, sí existen algunos ejemplares en la CDMX que nos recuerdan toda la sabiduría del país del sol naciente.
La leyenda de estos árboles tiene su origen en los tiempos del Japón feudal. En una época en que había guerras desoladoras hechas para apropiarse territorios. Se dice que el cerezo con sus flores nació en estas épocas hostiles para simbolizar el carácter efímero que tiene la vida.
Y es entonces en la primavera, cuando el árbol de cerezo (también llamado Sakura) crece y súbitamente las calles de Japón se convierten en rosas.
Tras un invierno helado (en muchos pueblos nipones las tempraturas pueden descender hasta -2ºC) los cerezos nos recuerdan que aunque las cosas mueren, pueden volver a nacer, así también el espíritu de los guerreros de tiempos ancestrales.
Árboles de cerezo en la CDMX
La flor del cerezo es delicada y se relaciona con la fragilidad. Su tiempo de vida es corto y el clima que necesita para crecer es un invierno intenso, seguido de una primavera calurosa.
En la década de 1930, el presidente Pascual Ortiz Rubio quiso traer ejemplares a la ciudad. Quedó encantado cuando los contempló en una visita a Washington D.C., donde estos árboles florecían como un regalo del gobierno japonés.
Trisitemente, los árboles no se dieron en México y fue Tatsugoro Matsumoto, un experimentado jardinero nipón radicado en el país, quien dio el consejo de traer en su lugar jacarandas brasileñas, que florecieron sin problemas y ahora adornan por costumbre la ciudad con un color lila intenso en cada primavera.
Cerezos en el Parque Bicentenario de la CDMX
Increíble pero cierto. Es en el orquidario del Parque Bicentenario donde contra todo pronóstico, se dieron alrededor de 10 ejemplares del árbol de cerezo en 2022. Este orquidario cuenta con las condiciones especiales para el mantenimiento de especies de plantas exóticas.
Es así como los cerezos mexicanos con sus flores de color rosa, pueden ser contemplados en los terrenos de este parque de la CDMX, que está a unos pasos del Metro Refinería.
Ahora habitan en sus jardines, cerca del restaurante. Actualmente hay dos especies de sakuras en este lugar, unas con flores de tono rosado y otras con flores más blancas.
…y también en los jardines de la Asociación México Japonesa
Otro lugar donde se pueden ver estas flores cautivadoras en la CDMX, es en los jardines de la Asociación México Japonesa, que está en Fujiyama 144, Col. Las Águilas, donde incluso habrá venta de estos arbolitos en su mercado itinerante para la temporada de primavera. La asociación se fundó en 1956 e inauguró sus instalaciones en 1959.
La flor de los cerezos representa para los japoneses lo efímera que es la vida, el sacrificio para los samuráis y el renacimiento de la primavera y la transformación para los budistas.
En Japón cada año, en primavera, se celebra el festival Hanami (que significa “mirar las flores”) en el que la gente se reúne bajo los cerezos mientras dan sus flores.
La antigua leyenda de Sakura
En los tiempos en que las guerras feudales de Japón eran constantes, hubo un bosque solitario que no era tocado por la guerra. Tenía árboles frondosos y perfumados y daba consuelo a los habitantes del país.
Sin embargo, un árbol de ese bosque nunca florecía. Era fuerte, pero al mismo tiempo parecía marchito. Su apariencia conmovió a un hada de los bosques, que al verlo, le concedió un hechizo en el que lo haría sentir lo que siente el corazón humano para ver si así conseguía florecer. El hechizo duraría 20 años y si pasado ese tiempo no daba flores, el árbol moriría sin remedio.
Entonces el árbol cambiaba su apariencia a la de un hombre para ver si con los sentimientos podía hacer brotar sus flores, pero sólo había guerra y hostilidad a su alrededor. Un día caminando por un arroyo conoció a la bella joven Sakura y con el tiempo se hicieron grandes amigos. Ella le preguntó su nombre y él le contestó que era Yohiro (esperanza).
Así él le declaró su amor a Sakura y confesó su verdad, así como las condiciones del hechizo. Ella le correspondió y cuando el plazo de 20 años se iba a cumplir, el hada los encontró y le preguntó a Sakura si prefería seguir como humana o fundirse con Yohiro en la forma vegetal. La muchacha pensó en la guerra y la desolación y prefirió unirse con él, fue entonces cuando el árbol de cerezo por fin floreció.
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Donald Trump informó este sábado de un ataque militar de Estados Unidos contra una región en Somalia, donde se escondían terroristas de ISIS, incluido un líder encargado de planificar los ataques de dicho grupo.
Estados Unidos atacó a ISIS en Somalia
De acuerdo con Trump, dicho líder se escondía en cuevas junto a varios terroristas que él mismo reclutó en ese lugar. Los ataques destruyeron todas esas cuevas y mataron a todos los integrantes del grupo, pero sin causar daños a civiles.
Si bien Trump no lo menciona directamente, confirmó la muerte del líder de ISIS al señalar que era un objetivo prioritario de Estados Unidos, pero Biden no actuó para detenerlo y él finalmente lo hizo.
“El mensaje para ISIS y todos los demás que quieran atacar a los estadounidenses es: “¡LOS ENCONTRAREMOS Y LOS MATAREMOS!”
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Mi nombre es Christian, soy egresado de la UNAM y llevo ligado a la creación de contenidos digitales desde el 2015. Trabajé en Reforma, distintos portales de futbol y blogs especializados antes de llegar…
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Cada mexicano que vivió en la década de 1990 recordará la campaña publicitaria de los famosos pilones, unos pequeños hologramas que juntábamos para canjear por premios y regalos.
Siempre estamos rodeados de promociones publicitarias que nos ofrecen ganar excelentes premios. Esto estuvo muy de moda sobre todo en la década de 1990, al comprar ciertos productos podíamos recibir vasos de colección, termos, muñecos de peluche, juguetes, etc. ¿Alguien se acuerda de los Pilones?, la campaña de publicidad más famosa de los 90 en México.
Si viviste en esos años seguramente recuerdas esas calcomanías holográficas que llevaban el logotipo de “Pilón”. Todo era parte de una mega campaña publicitaria organizada por Televisa, que junto con muchas marcas de diferentes productos le daba un plus a la gente si juntaba sus estampas en planillas al canjearlas por una gran cantidad de productos.
Entre los premios y regalos había televisiones, electrodomésticos y artículos para el hogar y el uso diario. Al ser Televisa la televisora principal de la época, se le daba una gran promoción a los pilones con comerciales que pasaban durante todo el día, protagonizados por las estrellas conocidas como Jorge Ortiz de Pinedo, Silvia Pinal, Paco Stanley o Anabel Ferreira. El único detalle era que conseguir la cantidad de pilones necesarios para canjearlos por el premio que querías resultaba algo difícil.
¿Qué eran los pilones?
Lo que comúnmente conocemos como pilón es ese extra que nos dan en nuestras compras, generalmente en los mercados tradicionales. Si compramos un kilo de naranjas, el marchante nos regala un par más de regalo. Así que para el año de 1990 surgió esta promoción que proponía recibir pilón en forma de estampitas acumulables en los distintos productos de marca que compráramos en la tiendita o en el supermercado.
Esta enorme campaña de mercadotecnia estaba en los oídos de todos con las canciones de sus comerciales, pero lo que parecía una buena idea, accesible y generosa, realmente resultaba un imposible. Aunque cada vez más marcas, desde las papas fritas hasta los detergentes y otros productos de despensa nos daban pilones para juntar en nuestras planillas, la cantidad necesaria para obtener un premio decente era demasiado elevada.
Las promociones eran inalcanzables. La propuesta que aparecía en los comerciales como fácil y dinámica, en realidad no era tan sencilla. Los premios canjeables por lo general eran de mala calidad y sólo había ciertos centros de canje en algunos Videocentros de ciertas ciudades del país y generalmente no encontrabas el producto que querías adquirir.
Una mega campaña publicitaria
Así fue como el pilón de los mercados y los puestos de comida tradicionales se convirtió en una promoción de marca registrada y literalmente podíamos encontrar estos nuevos pilones hasta en la sopa. Estas estampitas de holograma resultaban modernas, llamativas y sofisticadas y los entusiastas juntaban sus pilones para obtener licuadoras, sandwicheras y hornos de microondas.
A todos nos gusta tener algo extra cuando hacemos nuestras compras y el Pilón parecía ser una promoción ideal que, según dicen, comenzó a transmitir sus comerciales en la final del Mundial de fútbol de Italia en 1990. Poco a poco llamó la atención de cada mexicano. Los pilones estaban en más productos y tiendas y el catálogo de premios se hacía más grande. Aquí tenemos algunos comerciales de la época que nos refrescarán la memoria.
Los actores y actrices de telenovelas, conductores y estrellas emblemáticas, los comediantes y hasta el Osito Bimbo le daban promoción al Pilón todos los días en la barra de comerciales de la televisión abierta. Pero lo que parecía una campaña exitosa, poco a poco tuvo que quedar en el olvido. Además de ofrecer regalos inalcanzables, muchas veces los productos que traían pilones no eran los favoritos de la gente.
La desaparición de los pilones
Pocos son los que pueden decir que consiguieron un buen premio con pilones. Su publicidad con la promoción de los hologramas con el logo ovalado sólo llegó hasta 1995, año en que se desvaneció, más que nada por la dificultad de conseguir sus regalos. Lo que sí podemos decir es que todos teníamos la tonada de sus canciones muy presente: “Que vuelva, que vuelva el Pilón. El gusto gratuito, el detalle bonito, la costumbre que alegra al corazón”.
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Conocer el destino y los acontecimientos futuros era muy importante para los aztecas y otras culturas prehispánicas. La magia era un elemento básico e importante para estos pueblos.
Las antiguas civilizaciones prehispánicas tenían a la magia y la adivinación como unas de sus principales fuentes de conocimiento. Mediante diferentes métodos conocían augurios sobre asuntos como las cosechas, las enfermedades y la guerra. ¿Cómo predecían el futuro los aztecas? Desde los astros hasta los granos de maíz les decían mucho sobre el destino y los distintos acontecimientos que vendrían.
Así, la adivinación era esencial en cada uno de los aspectos de la vida de los antiguos pueblos indígenas de nuestro país. Para ellos, como para otros pueblos de la antigüedad, era muy importante creer en presagios y otras distintas señales para conocer lo que vendría en el futuro mediante el conocimiento de la naturaleza y lo divino.
Además de saber sobre el destino mediante diferentes métodos, oráculos y creencias, estudiaban la profundidad de su presente y su pasado y cómo estos determinaban lo que vendría. Los aztecas tenían sus propios signos calendáricos que les decían sobre la vida y el futuro de los recién nacidos.
Tonalámatl, el libro de los destinos
Los aztecas tenían su horóscopo, llamado Tonalámatl o libro azteca de los destinos, también conocido como tonalpohualli o calendario lunar. Se trata del calendario ritual prehispánico que abarca 260 días, divididos en 20 periodos representados cada uno por un signo o glifo y con una duración de 13 días, así el año de este calendario sagrado quedaba dividido en 20 trecenas. El tonalpouhqui era el encargado de interpretar el libro de los destinos.
Cada día estaba relacionado con un signo y un numeral. Según la fecha y la hora de nacimiento, cada persona tiene su propio “tonal” o día, así como un camino por el que seguirá a lo largo de su vida. Cada tonal se relaciona con una entidad diferente que determina las características de cada persona y estas entidades podían ser benéficas, perjudiciales o indiferentes.
El Tonalámatl era una guía del destino de la gente y servía para determinar los días propicios para la siembra o la cosecha y hasta otras actividades como cuándo poner un tianguis, librar una batalla o tener algún evento importante.
Este Tonalpohualli se combinaba con el calendario solar de 365 días, llamado Xiuhpohualli, para formar ciclos de 52 años y así, cada 52 años se celebraba un Fuego Nuevo y reiniciaba la cuenta y surgía un nuevo ciclo de vida. Algunos de los 20 signos de este horóscopo son: el lagarto, la caña, la casa, el conejo y el pedernal.
Los dioses aztecas de la adivinación
Por otra parte, los mexicas también tenían sus deidades relacionadas con la adivinación. Tezcatlipoca, el del espejo humeante, era el dios de la adivinación y el destino, patrono de los brujos y adivinos. Al mirar en su espejo él asignaba el destino de los individuos en la tierra. Tezcatlipoca le daba las cosas buenas y malas al hombre. Los espejos servían para predecir el porvenir de los hombres, los pueblos y los imperios.
Otra forma de adivinación importante era la de los granos de maíz. Los dioses viejos, Oxomoco y Cipactónal, también conocidos como la pareja primordial y el equivalente a Adán y Eva en la mitología náhuatl, eran expertos en la adivinación y fueron los ordenadores de los días y el calendario. Son los primeros que se alimentaron de maíz gracias a Quetzalcoatl y desarrollaron su propio arte adivinatorio, así como la forma de predecir el futuro para los aztecas.
Otros métodos de adivinación
La adivinación con maíz ayuda a determinar las enfermedades y su duración, el estado del tiempo y hasta encontrar personas extraviadas. Los mayas también usaban semillas de colorín y de maíz para predecir el futuro. Ellos recibían señales divinas a través de las palpitaciones de sus propios cuerpos durante los días “parlantes” del calendario.
Entre otros métodos de adivinación azteca estaba el conteo de nudos en los cordones y sabían interpretar el crepitar del fuego y el canto de los búhos y lechuzas, aunque estos animales eran considerados de mal agüero.
Asimismo, había magos que se dedicaba a interpretar los sueños y eran conocidos como temiquiximatli, “conocedor de los sueños” y temicnamictiani, “intérprete de los sueños”. Ellos interpretaban los diferentes augurios que traían los sueños y que venían con advertencias, pronósticos y predicciones sobre la vida en general y lo hacían a través de libros especiales llamados temicámatl.
Hoy la adivinación prehispánica con su magia no está extinta. Continúa como un asunto serio y entre las comunidades indígenas aún podemos encontrar magos y chamanes que predicen el clima, así como el destino de la gente.
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