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Caso 63: Julio Rojas y la liberación de la ciencia ficción latina
Emocionado, el escritor y guionista chileno Julio Rojas presume en una videollamada un esquema que trazó a finales de 2019, un año antes de que su podcast Caso 63, producido para Spotify, se convirtiera en la obra sonora de ficción más escuchada en Latinoamérica. Para un ojo no entrenado, ajeno aún a la historia de viajeros en el tiempo que se narra en la audioserie, el dibujo no pasaría de ser un lío de líneas de colores y números, una imagen que recuerda al popular meme de Charlie el conspiracionista, quien gesticula febrilmente sobre su mapa caótico de hilos y papeles.
Sin embargo, quienes han seguido las temporadas que componen el podcast serían capaces de reconocer en él los bucles temporales, los años bisagra y los vortex a los que se enfrentan sus protagonistas. Esos momentos determinantes en los que tomar una decisión u otra ramifica la línea del tiempo y es capaz de crear universos alternos.
“Necesitaba una referencia visual. Si no, iba a enloquecer”, confiesa Rojas, sonriente.
Aunque se trata de un dibujo que el escritor empezó hace tres años, en él también se esconden claves de la tercera y última temporada: respuestas que Rojas guardó en sus notas en ese entonces, pues le costaba trabajo imaginar que su historia, escrita a inicios de la pandemia por COVID, fuera a llegar a una tercera entrega. Pero lo hizo. Liberada el pasado 18 de octubre en Spotify, la última temporada concluye el viaje de la terapeuta Beatriz Aldunate y su paciente Pedro Roiter: un hombre que dice venir del año 2062. Los actores Antonia Zegers y Néstor Cantillana prestan su voz una vez más a esta pareja de héroes invisibles, involucrados en una misión de proporciones cósmicas que no requirió de un presupuesto exorbitante de efectos especiales ni de un estudio hollywoodense para volverse un fenómeno.
Caso 63, una producción de la compañía chilena Emisor Podcasting, demostró que la ciencia ficción y sus héroes, aquellos destinados a salvar al mundo, pueden provenir de cualquier parte del planeta, incluyendo Latinoamérica.
Momentos bisagra
Puede que Julio Rojas comparta mucha de la convicción enloquecida que volvió viral a Charlie. El escritor, guionista y novelista confiesa que guarda montones de libretas con apuntes extraños. Es apasionado de los datos científicos, le obsesiona el espacio exterior, busca meteoritos y se describe a sí mismo como un “tecnopesimista”. Desde que vio Blade Runner, la película de culto de Ridley Scott, se confirmaron sus sospechas de que nada bueno podría venir de una inteligencia artificial con aspiraciones existenciales. Su encuentro con esos replicantes cinematográficos representó una suerte de vortex propio, uno de los acontecimientos decisivos que eventualmente lo llevarían a escribir ciencia ficción y, por lo tanto, a cimbrar el ámbito sonoro latinoamericano con Caso 63.
Otro de esos instantes, de acuerdo con el escritor, sucedió en su adolescencia y tuvo que ver con la máxima obra de Borges. “La llegada de El Aleph a mi vida me voló la cabeza”, recuerda Rojas. “Descubrí un autor que ponía en cuestión la realidad y el tiempo con mucha elegancia”.
Mira la entrevista con Julio Rojas, creador del podcast de ficción de Spotify Caso 63
Pero quizá el vortex definitivo fue aquel agujero en la acera que lo hizo pisar mal. El esguince provocado por el accidente obligó a Rojas a pausar la odontología, profesión que ejercía hasta ese momento, para dedicarse a hacer lo que siempre había querido: escribir. Para cuando empezó a idear Caso 63 en 2019 –en un inicio titulada Paciente 63–, ya había trabajado ampliamente como guionista de TV y cine independiente. Escribió su audioficción de sci-fi en una cabaña en las montañas, al inicio de la pandemia por covid y en medio de la incertidumbre sobre el futuro.
«Cuando lo recuerdo tengo una especie de amnesia protectora, como todos los que vivimos el confinamiento. Recuerdo estar rodeado de libretas, de esquemas, pero también de referencias de películas, porque desde siempre la idea era hacer una obra muy referencial», comparte Rojas.
Otro factor clave en el origen de Caso 63 ha sido la evolución que se ha registrado en la forma en que los medios de comunicación conciben y exploran lo sonoro. RDF Media, la compañía radial a la que pertenece Emisor Podcasting, había decidido reinventarse ese mismo año: dejar de ser un grupo FM para concebirse más bien como una empresa de audio, un concepto mucho más amplio y que englobaba el audio digital. Desde que formó su plataforma de podcasting en 2019, hoy la más grande de Chile, el grupo se enfocó en la audioficción, y a esos objetivos se sumó eventualmente el entusiasmo de Spotify.
«Estamos hablando de los primeros meses de la pandemia», cuenta Gabriel Polgati, director de RDF Media y productor de Caso 63, «les presentamos el proyecto y no solo nos dijeron sí, hagámoslo, sino que fue un sí con signo de exclamación. Creo que vieron lo mismo que nosotros, que había una oportunidad de transformarse en un estándar de entretenimiento distinto, a propósito de las audioseries, que hasta ese minuto al menos Spotify no había estado desarrollando particularmente».
Aunque las audioseries de ficción no son nuevas, Polgati concuerda en que en los últimos años se ha visto una evolución, en buena parte acelerada por la pandemia. «Los procesos de producción de audio le permitieron a actores, actrices y creadores seguir en movimiento aunque todo lo demás permanecía detenido», comenta. «Cuando hicimos la primera temporada de Caso 63, Santiago estaba vacío y nadie podía salir. Así que mandábamos a nuestra productora con grabadora y un pequeño set de producción a las casas de los actores, quienes se armaron su estudio de grabación en el clóset, la cocina, etc. Y eso pasó en todas partes de Latinoamérica».
La primera temporada de Caso 63 estrenó a finales de 2020 y se convirtió en un éxito que puso al formato sonoro en el radar del entretenimiento mainstream de la región. No solo se convirtió en el podcast de ficción más escuchado en Latinoamérica, sino que fue uno de los contenidos más populares en la plataforma a nivel global. A solo dos años de su estreno, y con tres temporadas liberadas, se han hecho adaptaciones en Brasil y en la India, y en este momento se está produciendo una para EE. UU. protagonizada por Julianne Moore y Oscar Isaac. Julio Rojas y Gabriel Polgati recibieron recientemente el premio Ondas a Mejor podcast de ficción; ambos incluso confirman que existen pláticas y acercamientos para adaptarlo a una serie de televisión, aunque aún no pueden revelar muchos detalles de esos avances.
Mira la entrevista con Antonia Zegers y Néstor Cantillana, protagonistas de Caso 63
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Liberar a la ciencia ficción latina
Para el escritor, Caso 63 también representó otro tipo de hito personal, pues fue solo cuando entregó el último capítulo que logró asumirse por primera vez, ya sin dudas, como escritor de ciencia ficción.
«Yo me asumía un guionista en búsqueda de mi voz. No sabía si era escritor o si quería hacer cine independiente. Decía: ok, hago esto, ¿pero por qué tengo una biblioteca llena de cosas extrañas? En un momento comprendí que no había podido asumir eso porque era latinoamericano y me había conformado con ser espectador de ciencia ficción y no un creador de ciencia ficción. Me daba pudor».
De acuerdo con Rojas, ese pudor del que habla, frecuente en creadores que no son de Estados Unidos, es producto de la creencia falsa de que la ciencia ficción «legítima» es la que proviene de ese país, por lo que no le correspondería a otros lugares como Latinoamérica. «Pero no nos correspondía antes por un tema de valores de producción. ¿Qué diferencia hay entre un escritor de otro país y un creador tipo James Cameron? Solamente producción. No tiene que ver con una línea exclusiva de pensamiento. El sci-fi puede nacer en cualquier parte, solo que la gran barrera de producción generaba esta suerte de prejuicio. Pero en una audioserie no existe esa barrera de producción».
En una industria que usualmente no cuenta con los presupuestos para crear visuales de múltiples dimensiones o ciudades del futuro, las historias latinas han encontrado en el podcast de ficción un medio ideal para liberar todo su potencial. Después de todo, es la imaginación de los podescuchas la que aporta los valores de producción necesarios para todo tipo de fantasías.
«En Latinoamérica, lo que vemos es que con el audio hay una oportunidad excepcional de contar cierto tipo de historias que son más difíciles de hacer en el audiovisual», nos explica Nacho Gil, Content Development Lead en Spotify Studios, «ya sea por cuestiones de presupuesto o de género. Es muy democrático en ese sentido, porque en cuanto a costos de producción resulta casi lo mismo producir una serie que sucede en un cuarto que la que ocurre en el espacio».
Julio Rojas pone como ejemplo una nueva ficción que recién terminó en Madrid, llamada Retornados. El relato sigue a un terapeuta que intentará descubrir lo que pasó en la primera colonia marciana, de la cual solo regresaron la mitad de sus habitantes. «En una parte de la historia estamos ahí, en Marte. Eso no se podía hacer antes, pero sí se puede lograr en una audioserie», explica el escritor. Rojas se muestra emocionado por el hecho de que la ciencia ficción se ha convertido en la punta de lanza de esta especie de segunda ola del audio, un formato que en algún punto perdió la batalla contra las pantallas, pero que ahora vuelve para convivir con ellas.
«Por ejemplo, están Número oculto, en Argentina, o La firma de Dios, en España. Grandes reflexiones filosóficas sobre el tiempo, el espacio y la realidad, desde un lugar que no tiene que ver con Estados Unidos. Me parece maravilloso. No tenemos que pedirle permiso a Christopher Nolan para hacerlo», puntualiza el escritor.
La ficción sonora, según Rojas, también se deshace de una de las grandes sombras del audiovisual: sus estereotipos. «[La audioserie] No impone cuerpos, modelos, situaciones, tipo de ropa o lugares. La visualidad no se produce en la pantalla sino en tu cerebro», comparte el escritor.
Ficciones que crean futuros
La importancia de la ciencia ficción en la historia de la humanidad es uno de los temas que explora Caso 63, a través de la figura de los»sembradores», misioneros del futuro que viajan en el tiempo para susurrar y plantar verdades en los oídos y las mentes de los escritores del pasado. Su misión es prevenirnos de futuros peligros y cambiar el curso del tiempo, por medio de advertencias que toman la forma de novelas, películas y todo tipo de relatos. La tercera temporada del podcast refuerza esta tesis, sobre el poder que tienen las ficciones para construir el mañana.
«Las ficciones crean semillas», explica Rojas. «Un niño puede convertirse en astronauta porque leyó Crónicas marcianas, de Bradbury. Y después ése niño puede generar a su vez algo. Entonces me considero una tecnopesimista, pero ficción-optimista».
Si Caso 63 escondiera una advertencia sería sobre lo frágil que es la humanidad y el mundo que nos hemos construido, lo fácil que es alterarlo con un solo movimiento. Para prevenir el fin del mundo en 2062, la doctora Beatriz Aldunate (Zegers) y Pedro Roiter (Cantillana) protagonizan un viaje en el que basta una sola persona para condenarnos a todos. Pero también para salvarnos. Esos héroes invisibles, cuyas acciones casi imperceptibles impactan drásticamente en el curso , son el corazón del podcast de Rojas.
«Hubo un ruso llamado Vasili Arjípov que estaba en la crisis de los misiles en un submarino nuclear. Y él evitó que se produjera una tercera guerra mundial. Fue un héroe anónimo desconocido. Entonces, yo siempre pienso: ¿cuántos Vasilis están dando la vuelta por ahí, evitando cosas? ¿Cuántas pandemias se han prevenido? ¿Cuántos fines del mundo se han evitado ya, sin que lo sepamos?».
La tercera temporada de Caso 63 ya está disponible en Spotify.
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en este documental, un hipopótamo narra la crisis ambiental provocada por Pablo Escobar
Desde mediados de la década de los 80, Colombia enfrenta una peculiar crisis ambiental. Resulta que, un día, al conocido narcotraficante Pablo Escobar se le ocurrió que, en su zoológico privado, ubicado dentro de la finca apodada como Casa Nápoles, faltaban ejemplares de una especie: hipopótamos. Así, mandó traer a su tierra, primero desde África y después desde Estados Unidos, a cuatro de estos animales. Lo que él no imaginaba era que dos de ellos escaparían de la finca y se reproducirían, iniciando una sobrepoblación incontrolable.
Hoy ya son más de 170 hipopótamos los que rondan por el territorio colombiano, y la realidad es que su estancia en la región preocupa no sólo por el bienestar de los pobladores de las áreas cercanas al río Magdalena, donde los animales prefieren estar, sino porque no se tienen los recursos necesarios para que vivan ahí. Ante las llamadas a la acción, las autoridades no escuchan. Y los migrantes de cuatro patas y grandes mandíbulas siguen ahí. Ese es su nuevo hogar, aunque no lo hayan elegido.
Si bien la situación no se ha atendido de la debida forma, en 2007 sucedió algo que puso la problemática bajo el foco público, pues un grupo de cazadores asesinó a uno de estos hipopótamos traficados para satisfacer una personalidad estrafalaria. La prensa se encargó de darle un nombre al animal: Pepe.
El cineasta dominicano Nelson Carlo de los Santos Arias se enteró de esta historia y se puso manos a la obra para trasladarla a la pantalla. El resultado es en partes iguales una sátira del capitalismo y de los absurdos de las excentricidades, además de un ejercicio de estilo que derriba las barreras entre el documental y la ficción. Todo mientras el tenaz Pepe nos narra su travesía mediante voz en off.
En entrevista, el director del documental Pepe nos cuenta cuáles fueron las decisiones que informaron su cinta.
El documental tiene esta escena en la que vemos un letrero de la Casa Nápoles que, de manera muy irónica, dice: “Por favor, no alimentar a los animales. Protejamos a los animales”. Pero creo que, si algo no estaba haciendo Pablo Escobar, al mandar traer estos animales (para su finca), por su excentricidad, es protegerlos. ¿Siempre fue tu intención manejar este tono irónico para retratar otro aspecto del ambientalismo?
Sí, entiendo la pregunta. Yo creo que, como latinoamericanos, nuestras realidades están llenas de ironías y de absurdos. Entonces, creo que mi trabajo, a veces, como realizador, a lo mejor se puede simplificar en decir: hay que ver una situación, una historia, un personaje, digamos, [y preguntarnos] qué emociones o qué figuras literarias o poéticas se construyen desde allí.
Yo creo que hay algo absurdo directamente en el origen de esta historia, porque Pablo Escobar yo creo que sería el primero que marca esa cultura de la excentricidad en los narcotraficantes, que de alguna u otra forma es otra cara del capitalismo puro y duro, y que también ejerce el Estado o sus élites políticas. Creo que el contrabando es el [lado] negativo del poder político económico de nuestros países desde la colonia. Entonces, esas historias de dominaciones son absurdas porque acaparan las vidas de las personas de una forma arbitraria, esa forma arbitraria de dominación.
A veces, nosotros los latinoamericanos hemos aprendido a reírnos sobre eso, pero nuestros ancestros africanos en el Caribe nos enseñaron a reírnos cuando realmente llorábamos. Al cambiar el llanto por la risa, [todo] se complejizaba. Entonces, para mí, por eso el humor es tan importante, porque es una forma de resistencia, de asumir el absurdo de las dominaciones.
Tengo entendido que una parte de la idea para esta película vino cuando tú en 2007 supiste, a través del trabajo de Camilo Restrepo (afamado artista visual colombiano), de un animal que asesinaron en el río Magdalena. Desde que te enteraste de este incidente, ¿qué tanto cambió tu idea para llegar a lo que vemos en pantalla? Y, por otra parte, ¿qué tanto acercamiento tuviste con Camilo para trabajar en esta película?
En realidad, Camilo no trabaja en la película, sino que cuando yo terminé una película que se llama Cocote (2017), terminé muy cansado. Yo siempre quise ir a Colombia. Tenía algunos amigos ahí y en distintas ciudades, y como no tenía el dinero para andar en hoteles y cosas así, me quedaba donde los amigos. Entonces me quedé en la casa de Camilo cuando conocí Medellín. Él tenía una escultura [de Pepe] en su sala y me contó la historia como salió en los periódicos, [o en internet]. Bastaba simplemente buscarlo y salían distintas cuestiones.
Pero cuando él me lo cuenta, tiene un error. Tiene un error biológico en su relato, porque él me dice que cuando un hipopótamo se pelea con el dominador –o sea, con el alfa– y pierde, él debe irse de la manada para encontrar otra. Lo exilian. Y lo que le pasó a este hipopótamo es que se fue exiliado en busca de otra manada sin saber que no existe, porque él no está en el continente africano, está en el continente americano. Pero cuando yo comienzo a investigar, me doy cuenta de que [lo que dijo Camilo] no es verdad, que en realidad los hipopótamos machos, cuando pierden la pelea, se van con una hembra y así es que ellos se expanden en el territorio. Entonces, así se van multiplicando. Eso es una idea completamente diferente. Es el crecimiento de una población desplazada que llega a través de un secuestro, ¿no? Como pasó con migrantes africanos o árabes, con plantas, vacas, burros o caballos.
Ese error biológico fue lo que me despertó. (…) Empecé a pensar en todas esas personas que han muerto en este continente sin saber realmente dónde estaban, por todas estas migraciones y la construcción de este mundo occidental que tenemos, que tiene su base en la colonización del continente americano. Luego ellos se van a expandir al mundo, pero digamos que hay una conquista de la América que va a marcar la pauta de dominación que hoy conocemos.
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¿Qué te atrae de la docuficción para contar este tipo de historias? ¿Por qué decidiste que tenía que ser una docuficción?
Comencé a estudiar cine formalmente cuando tenía 20 años, aunque ya a los 17 o 18 hacía cortos. Me gané una beca y me fui a estudiar a Buenos Aires porque en Dominicana no había escuela de cine. Para nuestra generación, la docuficción era lo peor que se podía decir porque la docuficción era un modelo mainstream de la televisión norteamericana. Me he dado cuenta de que no participo tanto del mundo del cine. Más bien, cuando hago una película, salgo a los festivales y veo lo que está pasando y todo eso. Pero en mi vida normal, aunque veo un montón de películas, estoy en otro mundo, casi no tengo amigos en el cine, para que tú entiendas.
Entonces, ahora que volví a salir al mundo con esta película, me encontré con que la palabra “docuficción” se había normalizado. Para mí, era un insulto decir que una película era una docuficción porque implicaba una cosa horrible de la televisión norteamericana de los 90 o principios de los 2000. Yo diría que, más que una docuficción –que, por Dios, no quisiera hacer nunca–, lo que realmente estoy haciendo es una ficción. Ante todo, mi película se constituye como una ficción, porque una definición rápida de ficción, digamos, es todo aquello que construye un verosímil en sí mismo, ¿verdad?
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Hay una discusión muy vieja de Godard en la cual todo es ficción y todo es documental al mismo tiempo. Y en todo caso, cuando uno filma algo, la imagen en sí misma guarda esa particularidad. (…) Te voy a poner un ejemplo: una imagen siempre es ficción y siempre es documental porque, cuando estamos filmando a un actor, estamos filmando al personaje de la película, pero también estamos filmando al actor que hace de ese personaje. Otro ejemplo es cómo se da el problema del tiempo en el cine. En el cine se da al mismo tiempo un tiempo que es directo, que es el tiempo de la toma, y también un tiempo que es construido en el montaje. El cine en sí mismo, o la imagen del cine o ese lenguaje al que nosotros llamamos cine, ya es un lenguaje que es un mutante que lleva en sí mismo dualidades, en vez de ser dicotómico. La docuficción lo vuelve dicotómico cuando en realidad hay una dualidad en la imagen en la que uno puede abrazar ese documento que se está pensando y, al mismo tiempo, se está creando una fábula, como en el caso de Pepe.
Otra de las conversaciones que creo que se pueden abrir con tu película es con respecto a las palabras y los idiomas. Me gusta mucho cómo Pepe comienza su viaje hablando en otro idioma, pero cuando ya está en Colombia, en otros pasajes de su vida, nos habla en español. ¿Cómo fue para ti difuminar esas líneas en el idioma?
Mira, yo vengo de un territorio muy oral, ¿no? Del Caribe. Tal vez ya no lo tengo tan marcado porque tengo la mitad de mi vida viviendo fuera, y la verdad es que cuando uno vive fuera, sobre todo en otros países hispanohablantes, uno se adapta una forma en la que nos podemos comunicar. Pero digo, el castellano dominicano es un castellano bastante lejos de la regla. Es algo que, por ejemplo, tú y yo podemos ir a un barrio y, a pesar de que yo te estoy hablando así, yo entiendo perfectamente todo lo que está pasando y tú no vas a entender absolutamente nada.
Entonces, la oralidad en el Caribe es maravillosa, porque la oralidad del Caribe es casi un créole. Es un créole y la invención del humor en el Caribe es la destrucción del lenguaje como nosotros lo conocemos. Es todo lo contrario a Colombia y México, que tienen un castellano bastante cercano a la regla. En el Caribe se destruyen las lenguas coloniales. Por ejemplo, en el Caribe francés directamente hay un créole.
Para mí, la oralidad con la cual yo trabajo es mi inspiración para pensar en el montaje. Cuando pienso en el montaje o en la idea de hacer significación en el montaje, no pienso en reglas narrativas. La oralidad caribeña, loca, disruptora, fuera de las reglas, es más inspiradora para mí que el arco del héroe.
Eso lo tomo de un gran pensador caribeño, para quien la oralidad no se contenta simplemente con describir los paisajes, sino que los construye al mismo tiempo. Por eso quise que Pepe abordara todos esos lenguajes que intervienen en ese hecho histórico. Entonces, él comienza hablando en Bukushu, que es el lenguaje predominante del río Cabango. Luego habla afrikáans. Afrikáans es una creolización del holandés con palabras bantúes. Se le habla afrikáans porque es el idioma que en ese territorio que hoy conocemos como Namibia fue el idioma del opresor y el que realmente colonizó a la mayoría de las tribus ahí. Y evidentemente, habla español o castellano porque llega a una América hispana.
Para mí, Pepe tenía que tener esa esquizofrenia que tiene el ser que, como todos nosotros, somos producto de un proceso de colonización.
Pepe ya está disponible en MUBI.
José Roberto Landaverde Me fascina escribir, escuchar, leer y comentar todo lo relacionado con el cine. Me encanta la música y soy fan de The Beatles, Fleetwood Mac y Paramore. Mis películas favoritas son Rocky y Back to the Future y obvio algún día subiré los “Philly Steps” y conduciré un DeLorean. Fiel creyente de que el cine es la mejor máquina teletransportadora, y también de que en la pantalla grande todos nos podemos ver representados.
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2024: Un año de musicales, sorpresas y grandes eventos
Se termina 2024, uno de los años más extraños y reveladores que la industria ha experimentado recientemente. Si bien, tuvimos los clásicos taquillazos que abarrotaron los cines (y agotaron palomeras coleccionables), también hubo fracasos que sacudieron a más de un estudio, polémicas capaces de convertir las redes sociales en un campo minado, y eventos que hicieron de este, un año inolvidable. Digamos adiós al 2024 con un repaso por aquellas películas y eventos que marcaron la agenda en los últimos meses.
Todo inició con la batalla final del llamado Barbenheimer. La temporada de premios se convirtió en el escenario perfecto para que Greta Gerwig (directora de Barbie) y Christopher Nolan (realizador de Oppenheimer) se hicieran presentes en casi todas las ceremonias de la industria. Aunque la taquilla favoreció a la muñeca, los premios le dieron la victoria al hombre que creó la bomba atómica. Entre vestidos rotos y números musicales de ensueño, Emma Stone (con su segundo Óscar) y Ryan Reynolds (interpretando I’m Just Ken) también hicieron historia.
Quienes sufrieron en la primera parte del año fueron, principalmente, Dakota Johnson y Henry Cavill. Ella se enfrentó a las burlas y los comentarios de Madame Web, pero él no se quedó atrás con la decepción de Argylle: Agente secreto. Al final, la película nos traicionó y demostró que Cavill no era el protagonista (como se vendió), pero el daño a su imagen (por un fracaso más) ya estaba hecho. Si todos los que le dan like a sus fotos sexys en redes pagaran un boleto para verlo en el cine, las cosas serían diferente.
Godzilla y Kong regresaron para partirse la cara (otra vez), asegurar otra película y dejarnos algunos memes. Melissa Barrera nos demostró en Abigail por qué su despido de Scream fue todo un error, y Zendaya no sólo montó gusanos de arena. Con Desafiantes hizo que el tenis le pareciera emocionante hasta a quienes no lo entienden.
También llegó el pánico. No, no se debió a ninguna pandemia (toquemos madera), sino a dos fracasos sorpresivos que dejaron temblando a más de uno. Por un lado, Ryan Gosling y sus increíbles stunts en Profesión peligro le importaron a muy pocos. Por el otro, Chris Hemsworth y Anya Taylor-Joy demostraron con Furiosa: De la saga Mad Max que las interacciones en redes sociales tampoco equivalen a boletos vendidos en el cine. La baja taquilla de Amigos imaginarios y El planeta de los simios: Nuevo reino también hizo que muchos se mordieran hasta la cutícula. El fin del cine como lo conocemos parecía inevitable.
O al menos eso creíamos… ya saben que los cinéfilos a veces somos un poquito dramáticos.
Will Smith regresó con otra cachetada, pero ahora con guante blanco y dirigida a todos quienes dudaron de su poder taquillero. La cuarta película de Bad Boys dio inicio a un junio de ensueño. Los cines se llenaron de gente, las palomitas y los nachos se vendieron como antes, hubo familias incómodas, salas atiborradas, empleados con cansancio y cara de pocos amigos. Todo eso que sucede cuando hay un éxito histórico.
Y sí, ese éxito histórico tiene nombre: Intensamente 2, que se convirtió en la película más taquillera en la historia de México. Entre personas que compartieron sus frustraciones con Riley o se sintieron identificados con sus ataques de ansiedad, nadie pudo escapar de dicho título.
Todos los que se alegraban por los fracasos de Marvel Studios se comieron sus palabras. Deadpool y Wolverine (su único estreno del año) arrasó en la taquilla y rompió récords para una película con clasificación para adultos. El cine basado en cómics no ofreció propuestas tan fuertes como otros años, pero aquellas que sí llegaron (Madame Web, Hellboy: The Crooked Man, Guasón 2 y Kraven El Cazador), pasaron con más pena que gloria. Hasta a Venom le costó alcanzar la taquilla de sus antecesoras.
Otro aspecto inolvidable es la avalancha de musicales que recibimos en los últimos 12 meses. Los mexicanos todavía coreábamos las canciones de Wonka (o al menos aquellas que no son tan olvidables) cuando Chicas pesadas llegó a la cartelera. De forma mañosa, Paramount Pictures ocultó que se trataba de un musical, y aunque el impacto fue nulo a comparación del éxito de 2024, muchos ya desearíamos sus $100 millones de dólares recaudados.
Algo curioso ocurrió con Guasón 2: Folie à Deux, pues a semanas del estreno nadie parecía tener claro si era un musical o no. Lady Gaga lo negó, Todd Phillips (director) lo confirmó, y el mundo entero lo odió. Vaya diferencia con Wicked, cuyas canciones hicieron de algunas salas (y la premiere en el Auditorio Nacional) toda una fiesta. Tristemente, las canciones de Moana 2 no le llegaron a los talones a las de su antecesora. Y para cerrar el año tenemos Mufasa: El rey león, con canciones de Lin-Manuel Miranda… y la promesa de arruinar lo que conocíamos sobre el padre de Simba.
Para los amantes del terror, Desaparecer por completo demostró que el cine mexicano podría ofrecer propuestas muy originales. Un Tarot de la muerte se encargó de llenar la pantalla con sangre, y Lupita Nyong’o (con un gato) se enfrentó al primer día de la invasión en Un lugar en silencio: Día uno. Nicolas Cage se convirtió en Longlegs, y Sonríe 2 nos demostró que las maldiciones también acechan a las cantantes. Incluso la saga Alien revivió con éxito. Ojalá MaXXXine hubiera corrido con la misma suerte.
México fue el país seleccionado para grandes eventos, y no necesariamente por esa “regla” que relaciona las visitas de los actores con una terrible calidad. En realidad, es porque nuestro país se ha convertido en una de las economías más importantes para la industria hollywoodense. El elenco de Duna: Parte dos provocó gritos, lágrimas (y malas preguntas del programa Venga la alegría) en su visita al Auditorio Nacional de la Ciudad de México. Timothée Chalamet nos habló de futbol, se puso la playera de la Selección Mexicana y reafirmó por qué es uno de los favoritos del público.
Otras producciones siguieron los pasos de Duna: Parte dos, y así recibimos a los elencos de Furiosa: De la saga Mad Max, Bad Boys: Hasta la muerte, Beetlejuice Beetlejuice, Venom: El último baile y Wicked (al grito de ¡Ariana, hermana, ya eres mexicana!). Hasta Aaron Taylor-Johnson quiso cerrar el año en México, pues vino para presentar Kraven El Cazador, robarle suspiros a más de uno y despertar bajas pasiones en redes.
Por primera vez, la Comic-Con Experience (CCXP) celebró una de sus ediciones en México. Miles de fans se dieron cita para presumir su cosplay, comprar coleccionables, escuchar a sus artistas favoritos de cerca y sentirse parte de una comunidad. Sydney Sweeney promocionó Inmaculada, su más reciente película de terror. Los organizadores quedaron fascinados y ya anticipan una un espectacular regreso en 2025.
El Festival Internacional de Cine de Morelia también nos dejó otra edición para recordar. Nos visitaron Alfonso Cuarón, Rodrigo Prieto y hasta el enorme Francis Ford Coppola. Este último presentó Megalópolis, la vapuleada película que durante décadas quiso hacer y por fin lo logró. Es cierto que dicho título dejó a los espectadores confundidos, pero no tanto como los que se preguntaron qué demonios hacía la polémica Emilia Pérez (con su fallida representación de México) en el festival. Esperemos que, en 2025, más y más estrellas quieran visitar el país y no teman a los reporteros y conductores de Venga la alegría.
Fue un gran año para quienes gozan del cine mexicano y todas sus propuestas. José Eduardo Derbez consiguió su primer protagónico. Fiona Palomo y Alfonso Dosal nos estremecieron con Un actor malo, Osvaldo Benavides (sí, Nandito de María la del barrio) debutó como director con Noche de bodas, mientras que Rodrigo Prieto hizo lo mismo, pero con un clásico como Pedro Páramo. Firma aquí nos enseñó que el amor no debe ser perfecto, y Casi el paraíso convirtió al primer best seller mexicano en una película muy interesante. La querida Ana Serradilla también volvió, esta vez con una comedia sobre dos inseminaciones mal realizadas (Una pequeña confusión).
Isaac Ezban volvió a mezclar la fantasía, el horror y el drama familiar con Párvulos: Hijos del apocalipsis. Sujo, de Astrid Rondero y Fernanda Valadez emprendió el camino rumbo al Óscar, y Alonso Ruizpalacios impactó al público con La cocina, que lo llevó a conseguir una nominación en los Independent Spirit Awards. El ganador, al menos en cuanto a taquilla se refiere, fue Adrián Uribe con El candidato honesto. Esta es apenas la tercera película mexicana que supera los $100 millones de pesos (MDP) desde 2020.
Muchos podrán quejarse de Televisa a través de todos los medios posibles. Pero eso no evitó que La casa de los famosos México llegara a la conversación cinematográfica. A alguien se le ocurrió que la final de la segunda temporada se transmitiera en el cine, y los resultados fueron inquietantes: $1.97 MDP. Quizá a algunos no les parezca mucho, pero es más de lo que recaudaron 60 estrenos nacionales en todo el año. Muchos actores, analistas de la industria y directores sintieron más miedo con dicho dato que con Longlegs: Coleccionista de almas, Sonríe 2, o el acento de Selena Gomez en Emilia Pérez.
El año también será recordado por hacernos llorar… y mucho. Fue demoledor ver cómo Zac Efron perdió a casi toda su familia en Garra de hierro. Blake Lively y Justin Baldoni por poco y se avientan hasta los floreros en la filmación de Romper el círculo, pero vaya que conmovieron a millones de espectadores con la relación tóxica de sus personajes.
Muchos se identificaron con Demi Moore en La sustancia y su crisis frente al espejo. Otros tantos lloraron como bebés con la viudez de Andrew Garfield en El tiempo que tenemos. Pero si de “lágrimas sabrosas” hablamos, nada como el primer vuelo de Brillo en Robot salvaje o el primer abrazo de Elphaba y Glinda en Wicked. ¿Acaso no se siente bien dejar fluir nuestras emociones con un buen puño de palomitas como acompañamiento?
Ha llegado el momento de despedir el 2024, pero no podemos hacerlo sin mencionar todas esas propuestas que, sin esperarlo, se ganaron un lugar destacado. Ahí rondan un sanguinario payaso que rompió récords sin un gran distribuidor, Demi Moore con la actuación de su vida, Longlegs y su brillante marketing, Sydney Sweeney y Glen Powell derramando miel en Con todos menos contigo, y hasta Hugh Grant como un hereje perturbador.
¡Adiós, 2024! Y como dijeran en esa película que tiene tan en boga a Eugenio Derbez: ¡Hasta nos duele esa p*nche parte del cuerpo nada más de acordarnos de ti!
Juan José Cruz. Soy de los que siempre defendió a Robert Pattinson como Batman y puede ver la misma película en el cine hasta 7 veces. ¿Mi gusto culposo? El cine de terror de bajo presupuesto.
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Actualidad
Wicked deslumbra México: Ariana Grande, Cynthia Erivo y un mágico estreno en el Auditorio Nacional
La magia del mundo de Oz llegó a México con la espectacular premiere de la película Wicked en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México. El evento, que se llevó a cabo el 11 de noviembre de 2024, reunió a fanáticos del musical y a destacadas personalidades del espectáculo, convirtiendo la alfombra amarilla en un desfile de talento y glamour.
Una alfombra amarilla llena de estrellas
La alfombra amarilla, decorada con elementos inspirados en el mágico mundo de Oz, recibió a las estrellas principales de la película. Ariana Grande, quien interpreta a Glinda, deslumbró con un vestido blanco que evocaba la elegancia de su personaje. Por su parte, Cynthia Erivo, en el papel de Elphaba, conquistó a los presentes con su energía y cercanía, firmando autógrafos y compartiendo momentos con los asistentes.
Jonathan Bailey, quien interpreta a Fiyero, también estuvo presente, añadiendo un toque de encanto británico al evento. Los actores se mostraron emocionados por la calurosa recepción del público mexicano, quienes abarrotaron el Auditorio Nacional desde tempranas horas.
Celebridades mexicanas y un toque de nostalgia
El evento contó con la presencia de Danna Paola y Ceci de la Cueva, quienes dejaron su huella en la versión teatral de Wicked en México. Ambas actrices expresaron su orgullo por formar parte de este proyecto, con Danna Paola prestando su voz para la versión en español de Elphaba. La cantante tuvo un emotivo encuentro con Ariana Grande, quien elogió su interpretación con las palabras: “Suenas hermoso”.
Un evento para la historia
La premiere no estuvo exenta de momentos de emoción. La multitudinaria asistencia generó momentos de caos cuando algunos fanáticos cruzaron las vallas de seguridad en su afán por acercarse a las estrellas. A pesar de ello, el evento se desarrolló con éxito, dejando a los asistentes con la promesa de una película que estará a la altura de las expectativas.
El impacto cultural de Wicked en México
Wicked no solo ha sido un fenómeno en Broadway, sino que ha dejado una profunda huella en México a través de sus adaptaciones teatrales. Ahora, con su salto al cine, la historia de Elphaba y Glinda promete conquistar una nueva generación de fanáticos.
Con una dirección magistral de Jon M. Chu y actuaciones memorables, Wicked se perfila como uno de los estrenos más importantes del año, y México tuvo el privilegio de ser parte de este mágico viaje.
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