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Volver al futuro: Con todo el tiempo del mundo
Cuando las luces se encendieron en la sala de proyección, Steven Spielberg y Robert Zemeckis se voltearon a ver en silencio. Ambos sabían la misma cosa: algo estaba profundamente mal. Lo que el productor y el director acaban de ver era un ensamble de 45 minutos de Volver al futuro. La película (escrita por Zemeckis y Bob Gale) llevaba 28 días de rodaje y ésta era la primera vez que podían realmente confirmar lo que ya todos sospechaban. El ritmo de la película funcionaba; la historia se contaba bien; Christopher Lloyd, Lea Thompson, Crispin Glover y Tom Wilson estaban geniales… pero había un serio problema con el protagonista.
Para tratarse del personaje principal, Eric Stoltz (el primer Marty McFly) se había unido a la producción relativamente tarde. Los productores y el director querían al protagonista de la sitcom Family Ties (una estrella en ascenso llamada Michael J. Fox), pero él no estaba disponible y el resto de los histriones que habían entrevistado (Johnny Depp, Charlie Sheen, John Cusack y Matthew Broderick) rechazaron la oferta o no podían acomodarlo en sus agendas.
Aunque Stoltz era un histrión sólido y comprometido, Zemeckis tenía dudas de si un “actor de método” tan serio podría encontrar el nivel de comicidad que Marty requería. Después de todo, una de las primeras peticiones de Eric fue que todos se refirieran a él únicamente como Marty y llegaba al set cada día ya con el vestuario puesto desde su casa.
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Lea Thompson (Lorraine) recordaría muchos años después –según Caseen Gaines, en su libro We Don’t Need Roads– que, a pesar de ser un gran actor, la intensidad de Stoltz no encajaba con el espíritu de la cinta. “Esto pasó poco después de los 70. Todos los actores jóvenes querían ser De Niro o Pacino, lo cual era bueno de muchas formas… Pero ésta no era la película correcta para comportarse así”, dijo la actriz.
En efecto, la impresión de Spielberg al terminar de ver aquellos primeros 45 minutos confirmó los miedos de todos en la producción. Eric Stoltz parecía estar en una película completamente diferente al resto de los actores; una mucho más seria y dramática que la aventura intertemporal que los demás estaban haciendo.
En todo caso, la noche del 10 de enero de 1985, Robert Zemeckis llamó al intérprete a su tráiler y le dio la noticia: éste sería su último llamado en Volver al futuro. La escena que filmaban en ese momento es aquella en la que el Doc le enseña a Marty cómo funciona la máquina del tiempo, así que el único otro actor en set esa noche sería Christopher Lloyd. La responsabilidad de darle a él la noticia recayó en el productor Neil Canton, quien recuerda que cuando le dijo a Loyd, éste le respondió: “¿quién es Eric?”. “¡Tu coprotagonista!”, respondió el productor. “¡Ah, Marty!”, dijo Loyd, sorprendido, “ con razón, y yo que pensaba que era mucha coincidencia que hubieran encontrado a un actor que se llamara como el personaje”.
Volver al principio
El trato con Michael J. Fox fue que, prácticamente, durante los próximos meses él no dormiría. Para entonces, su agenda en Family Ties ya se había relajado un poco (su coprotagonista, Meredith Baxter, ya había regresado de su permiso de maternidad), pero aún así sólo le permitieron tomar la película si se comprometía a rodar la serie en el día y la película en la noche. Su primer llamado fue el 15 de enero de 1985 (terminaron de rodar la secuencia en el estacionamiento del centro comercial) y la producción entera notó un cambio de inmediato. De repente, el ambiente se sentía más ligero, todos estaban más cómodos y las primeras escenas con el Doc fueron descritas como electrizantes por quienes tuvieron oportunidad de estar ahí.
El cambio de actor representó un aumento de $4 millones a una producción que ya había tenido que ajustarse el cinturón. En recortes anteriores tuvieron que modificar su plan original para la secuencia final de la película, que involucraba una explosión masiva en el desierto. Los ajustes presupuestales, sin embargo, obligaron a Zemeckis y a Bob Gale a idear un final diferente que pudieran filmar en el set que Universal ya había construido en sus estudios en Los Ángeles. “Definitivamente fue la decisión correcta”, recordaría Zemeckis, sobre el cambio.
Otra modificación para bien, por ejemplo, fue alterar la profesión y la motivación de Marty. En la primera versión del guion era, él era un chico rebelde y rudo que trabajaba para el “profesor” Brown en la tienda de videos piratas con la que el científico financiaba sus experimentos. En aquel tratamiento, la aventura se detonaba cuando Marty intentaba regresar en el tiempo para ganar un poco de dinero apostando. Sin embargo, Universal se rehusó a financiar una película sobre piratería.
Aun así, Zemeckis tampoco accedió a todas las peticiones del estudio, como aquella de Sid Sheinberg, expresidente de Universal, en donde solicitaba cambiar el título a “Space Man From Pluto” (Hombre espacial de Plutón), pues consideraba que el nombre Volver al futuro era demasiado confuso.
El tiempo se acaba
El rodaje terminó el 26 de abril de 1985: 105 días después de haber comenzado. Es inusual que una cinta tenga más de un editor (pues cada uno podría tener un estilo diferente), pero aquí fue particularmente beneficioso por la ardua tarea que fue reemplazar a Michael J. Fox en las escenas que ya habían filmado con Eric Stoltz y la rapidez con la que tenía que ser terminada debido a los retrasos por el cambio de protagonista. Además, esto le dio oportunidad al director de ver un corte muy avanzado prácticamente al día siguiente de haber terminado de filmar. “Vimos lo que llevaban editado y dije ‘¿estoy loco? Está quedando bien esto, ¿no?’”, recuerda Zemeckis, según Michael Klastorin en el libro Back to the Future: The Ultimate Visual History. “Aún así, me costó trabajo separarme de la miseria por la que estaba pasando”.
Entre los cambios del personaje principal, reducciones de presupuesto y altercados directos con Crispin Glover (quien se rehusaba a tomar la más simple de las direcciones en su interpretación de George McFly), Zemeckis estaba exhausto. Era urgente mandar la película a una proyección de prueba para saber si lo que tenía en las manos valía la pena o no.
Las tarjetas de opinión que en esa época se entregaban al público en dichas funciones tenían cinco rubros:
- 5. Excelente
- 4. Muy buena
- 3. Promedio
- 2. Satisfactoria
- 1. Mala
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La primera proyección de Volver al futuro –llevada a cabo el 18 de mayo en San José, California– recibió el 96% de votos en las primeras dos categorías. Ninguna película en la historia de Universal había logrado eso. Pensando que quizá se trataba de un error, Sheinberg ordenó organizar otra. Esta vez, la función sería en las instalaciones de Universal y la mitad del público estaría compuesto por empleados del estudio (cuyos estándares generalmente son mucho más elevados que los de una audiencia de “civiles”). Spielberg estuvo en esa función y recuerda: “Me pareció que era la película más entrañable, contagiosa e irreverentemente cómica en la memoria reciente y distante. Los aplausos fueron ensordecedores”, según dijo a Klastorin en el citado libro.
Volver al futuro se estrenó en cines norteamericanos el 3 de julio de 1985 y el éxito fue inmediato. Ese fin de semana (uno de los más importantes del año, debido a las vacaciones del Día de la Independencia) la película recaudó más de $11 millones de dólares, cuatro más que su competencia más cercana: Pale Rider, un western dirigido y protagonizado por Clint Eastwood.
El inesperado megaéxito del filme volvió inevitable la siguiente petición de Sheinberg, quien hizo lo que cualquier ejecutivo de Hollywood haría: ordenar una secuela. El gag con el que Gale y Zemeckis habían terminado la película para hacerse los chistosos (Doc Brown regresa del futuro para llevarse a Marty y a Jennifer porque sus hijos están en problemas), tendría que funcionar como semilla para la siguiente aventura. Y para emocionar a los fans, Universal añadió la leyenda “Continuará…” al final de la película, cuando ésta fue lanzada en formatos caseros.
Hoy, a casi cuatro décadas del estreno de la primera, incluso el futuro propuesto por la segunda cinta es ya nuestro pasado, pero las aventuras del Doc y de Marty siguen vigentes. Tanto, que aún hay fans que piden una cuarta y Hollywood, siendo Hollywood, seguramente ya ha considerado un remake. Pero… ¿y Zemeckis? Él de una cosa sí está seguro, “eso no sucederá mientras Bob y yo sigamos vivos [ambos tienen los derechos de los personajes]. Después, estoy seguro de que lo harán”, le dijo a The Telegraph en 2015 y añadió una línea que a cualquier fan le sonará muy familiar: “a menos de que nuestros herederos puedan hacerlo algo para detenerlos”.
Continuará…
Después del estreno y del éxito de Volver al futuro, el presidente de Universal Pictures, Sid Sheinberg, ordenó la producción de dos secuelas. Aún no se terminaba de filmar la segunda parte, cuando las oficinas de Universal ya estaban llenas de cartas preguntando cuándo verían una nueva aventura.
Mientras tanto, en otra área de aquella empresa, comenzaban ya los planes para desarrollar una atracción en los parques temáticos de Universal, ubicados en Los Ángeles y en Orlando. Back to the Future: The Ride (que transportaba a los usuarios a una aventura completamente nueva y de la mano de Doc Brown) hizo su debut el 2 de mayo de 1991. Sin embargo, la realidad es que muy pocos fans tendrían la oportunidad de viajar a alguno de los parques de Universal incluyendo el de Tokio. Por lo mismo, unos meses antes de que abriera, Universal Cartoon Studios se propuso iniciar operaciones con una caricatura basada en la exitosa trilogía. Aun así, la atracción fue bastante exitosa, reemplazada hasta mayo de 2008 por un juego de Los Simpson.
Bob Gale (guionista de las cintas) no estuvo involucrado en el juego, pero la animación le emocionó tanto que decidió aceptar el puesto de productor ejecutivo y se encargó de supervisar cada uno de los guiones. Sólo tuvo dos condiciones: “Una fue que cada capítulo tuviera una introducción de Christopher Lloyd como Doc Brown”, le dijo a Michael Klastorin para su libro Back to the Future: The Ultimate Visual Guide. “La segunda fue que todos los episodios tuvieran contenido de ciencia e historia. Mi hija Samantha tenía dos años y, como todos los padres, me preocupaba mucho lo que viera en TV”.
La caricatura se estrenó el 14 de septiembre de 1991 a través de la señal de CBS. A pesar de que la mayoría del elenco no prestó sus voces para la animación, Christopher Lloyd sí participó en las secuencias live-action, dirigidas por Peyton Reed, quien muchos años después comandaría Ant-Man. Asimismo, tanto Tom Wilson (Biff), como Mary Steenburgen (Clara), repitieron sus papeles. La voz de Marty fue del actor David Kaufman y la del Doc de Dan Castellaneta, conocido principalmente por dar voz a Homero Simpson.
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La primera temporada gozó de un mediano éxito, suficiente para que se aprobara una segunda. Sin embargo, la dirección de la división de niños de CBS pidió algunos cambios. “No les gustaban los experimentos científicos”, recuerda Gale en el libro mencionado, “así que querían eliminarlos. Su otra sugerencia fue que deberíamos añadir a un personaje extraterrestre. A ambas cosas les dije que absolutamente no”. La temporada 2 sería la última. No obstante, Gale la recuerda con orgullo: “Fue muy gratificante recibir cartas de muchos maestros que mencionaban que habían replicado en sus aulas algunos de nuestros experimentos. Yo me esforcé por siempre contestar esas cartas personalmente”.
Tras haber conquistado los mundos del cine, la televisión, los cómics y las atracciones (también hay un videojuego, pero ése nunca funcionó del todo), a Volver al futuro le queda un hito más: la adaptación musical.
“Bob Zemeckis y yo nos pusimos a platicar un día”, le contó Gale a Klastorin. “Y pensamos que un musical era una idea más que obvia. Con una versión así podríamos revisitar la historia y personajes. Marty es un aspirante a rockstar, ¡tiene sentido que cante!”.
La obra teatral –que cuenta con música de Alan Silvestri, compositor del score de los filmes– se estrenó en Londres en marzo del 2020. Sus críticas han sido muy positivas y, como ya sabemos, el futuro no está escrito… pero podemos augurarle una exitosa corrida en Broadway a partir de junio del 2023.
Una versión de este artículo se publicó originalmente en Cine PREMIERE No. 310, en julio del 2020.
La entrada Volver al futuro: Con todo el tiempo del mundo se publicó primero en Cine PREMIERE.
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en este documental, un hipopótamo narra la crisis ambiental provocada por Pablo Escobar
Desde mediados de la década de los 80, Colombia enfrenta una peculiar crisis ambiental. Resulta que, un día, al conocido narcotraficante Pablo Escobar se le ocurrió que, en su zoológico privado, ubicado dentro de la finca apodada como Casa Nápoles, faltaban ejemplares de una especie: hipopótamos. Así, mandó traer a su tierra, primero desde África y después desde Estados Unidos, a cuatro de estos animales. Lo que él no imaginaba era que dos de ellos escaparían de la finca y se reproducirían, iniciando una sobrepoblación incontrolable.
Hoy ya son más de 170 hipopótamos los que rondan por el territorio colombiano, y la realidad es que su estancia en la región preocupa no sólo por el bienestar de los pobladores de las áreas cercanas al río Magdalena, donde los animales prefieren estar, sino porque no se tienen los recursos necesarios para que vivan ahí. Ante las llamadas a la acción, las autoridades no escuchan. Y los migrantes de cuatro patas y grandes mandíbulas siguen ahí. Ese es su nuevo hogar, aunque no lo hayan elegido.
Si bien la situación no se ha atendido de la debida forma, en 2007 sucedió algo que puso la problemática bajo el foco público, pues un grupo de cazadores asesinó a uno de estos hipopótamos traficados para satisfacer una personalidad estrafalaria. La prensa se encargó de darle un nombre al animal: Pepe.
El cineasta dominicano Nelson Carlo de los Santos Arias se enteró de esta historia y se puso manos a la obra para trasladarla a la pantalla. El resultado es en partes iguales una sátira del capitalismo y de los absurdos de las excentricidades, además de un ejercicio de estilo que derriba las barreras entre el documental y la ficción. Todo mientras el tenaz Pepe nos narra su travesía mediante voz en off.
En entrevista, el director del documental Pepe nos cuenta cuáles fueron las decisiones que informaron su cinta.
El documental tiene esta escena en la que vemos un letrero de la Casa Nápoles que, de manera muy irónica, dice: “Por favor, no alimentar a los animales. Protejamos a los animales”. Pero creo que, si algo no estaba haciendo Pablo Escobar, al mandar traer estos animales (para su finca), por su excentricidad, es protegerlos. ¿Siempre fue tu intención manejar este tono irónico para retratar otro aspecto del ambientalismo?
Sí, entiendo la pregunta. Yo creo que, como latinoamericanos, nuestras realidades están llenas de ironías y de absurdos. Entonces, creo que mi trabajo, a veces, como realizador, a lo mejor se puede simplificar en decir: hay que ver una situación, una historia, un personaje, digamos, [y preguntarnos] qué emociones o qué figuras literarias o poéticas se construyen desde allí.
Yo creo que hay algo absurdo directamente en el origen de esta historia, porque Pablo Escobar yo creo que sería el primero que marca esa cultura de la excentricidad en los narcotraficantes, que de alguna u otra forma es otra cara del capitalismo puro y duro, y que también ejerce el Estado o sus élites políticas. Creo que el contrabando es el [lado] negativo del poder político económico de nuestros países desde la colonia. Entonces, esas historias de dominaciones son absurdas porque acaparan las vidas de las personas de una forma arbitraria, esa forma arbitraria de dominación.
A veces, nosotros los latinoamericanos hemos aprendido a reírnos sobre eso, pero nuestros ancestros africanos en el Caribe nos enseñaron a reírnos cuando realmente llorábamos. Al cambiar el llanto por la risa, [todo] se complejizaba. Entonces, para mí, por eso el humor es tan importante, porque es una forma de resistencia, de asumir el absurdo de las dominaciones.
Tengo entendido que una parte de la idea para esta película vino cuando tú en 2007 supiste, a través del trabajo de Camilo Restrepo (afamado artista visual colombiano), de un animal que asesinaron en el río Magdalena. Desde que te enteraste de este incidente, ¿qué tanto cambió tu idea para llegar a lo que vemos en pantalla? Y, por otra parte, ¿qué tanto acercamiento tuviste con Camilo para trabajar en esta película?
En realidad, Camilo no trabaja en la película, sino que cuando yo terminé una película que se llama Cocote (2017), terminé muy cansado. Yo siempre quise ir a Colombia. Tenía algunos amigos ahí y en distintas ciudades, y como no tenía el dinero para andar en hoteles y cosas así, me quedaba donde los amigos. Entonces me quedé en la casa de Camilo cuando conocí Medellín. Él tenía una escultura [de Pepe] en su sala y me contó la historia como salió en los periódicos, [o en internet]. Bastaba simplemente buscarlo y salían distintas cuestiones.
Pero cuando él me lo cuenta, tiene un error. Tiene un error biológico en su relato, porque él me dice que cuando un hipopótamo se pelea con el dominador –o sea, con el alfa– y pierde, él debe irse de la manada para encontrar otra. Lo exilian. Y lo que le pasó a este hipopótamo es que se fue exiliado en busca de otra manada sin saber que no existe, porque él no está en el continente africano, está en el continente americano. Pero cuando yo comienzo a investigar, me doy cuenta de que [lo que dijo Camilo] no es verdad, que en realidad los hipopótamos machos, cuando pierden la pelea, se van con una hembra y así es que ellos se expanden en el territorio. Entonces, así se van multiplicando. Eso es una idea completamente diferente. Es el crecimiento de una población desplazada que llega a través de un secuestro, ¿no? Como pasó con migrantes africanos o árabes, con plantas, vacas, burros o caballos.
Ese error biológico fue lo que me despertó. (…) Empecé a pensar en todas esas personas que han muerto en este continente sin saber realmente dónde estaban, por todas estas migraciones y la construcción de este mundo occidental que tenemos, que tiene su base en la colonización del continente americano. Luego ellos se van a expandir al mundo, pero digamos que hay una conquista de la América que va a marcar la pauta de dominación que hoy conocemos.
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¿Qué te atrae de la docuficción para contar este tipo de historias? ¿Por qué decidiste que tenía que ser una docuficción?
Comencé a estudiar cine formalmente cuando tenía 20 años, aunque ya a los 17 o 18 hacía cortos. Me gané una beca y me fui a estudiar a Buenos Aires porque en Dominicana no había escuela de cine. Para nuestra generación, la docuficción era lo peor que se podía decir porque la docuficción era un modelo mainstream de la televisión norteamericana. Me he dado cuenta de que no participo tanto del mundo del cine. Más bien, cuando hago una película, salgo a los festivales y veo lo que está pasando y todo eso. Pero en mi vida normal, aunque veo un montón de películas, estoy en otro mundo, casi no tengo amigos en el cine, para que tú entiendas.
Entonces, ahora que volví a salir al mundo con esta película, me encontré con que la palabra “docuficción” se había normalizado. Para mí, era un insulto decir que una película era una docuficción porque implicaba una cosa horrible de la televisión norteamericana de los 90 o principios de los 2000. Yo diría que, más que una docuficción –que, por Dios, no quisiera hacer nunca–, lo que realmente estoy haciendo es una ficción. Ante todo, mi película se constituye como una ficción, porque una definición rápida de ficción, digamos, es todo aquello que construye un verosímil en sí mismo, ¿verdad?
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Hay una discusión muy vieja de Godard en la cual todo es ficción y todo es documental al mismo tiempo. Y en todo caso, cuando uno filma algo, la imagen en sí misma guarda esa particularidad. (…) Te voy a poner un ejemplo: una imagen siempre es ficción y siempre es documental porque, cuando estamos filmando a un actor, estamos filmando al personaje de la película, pero también estamos filmando al actor que hace de ese personaje. Otro ejemplo es cómo se da el problema del tiempo en el cine. En el cine se da al mismo tiempo un tiempo que es directo, que es el tiempo de la toma, y también un tiempo que es construido en el montaje. El cine en sí mismo, o la imagen del cine o ese lenguaje al que nosotros llamamos cine, ya es un lenguaje que es un mutante que lleva en sí mismo dualidades, en vez de ser dicotómico. La docuficción lo vuelve dicotómico cuando en realidad hay una dualidad en la imagen en la que uno puede abrazar ese documento que se está pensando y, al mismo tiempo, se está creando una fábula, como en el caso de Pepe.
Otra de las conversaciones que creo que se pueden abrir con tu película es con respecto a las palabras y los idiomas. Me gusta mucho cómo Pepe comienza su viaje hablando en otro idioma, pero cuando ya está en Colombia, en otros pasajes de su vida, nos habla en español. ¿Cómo fue para ti difuminar esas líneas en el idioma?
Mira, yo vengo de un territorio muy oral, ¿no? Del Caribe. Tal vez ya no lo tengo tan marcado porque tengo la mitad de mi vida viviendo fuera, y la verdad es que cuando uno vive fuera, sobre todo en otros países hispanohablantes, uno se adapta una forma en la que nos podemos comunicar. Pero digo, el castellano dominicano es un castellano bastante lejos de la regla. Es algo que, por ejemplo, tú y yo podemos ir a un barrio y, a pesar de que yo te estoy hablando así, yo entiendo perfectamente todo lo que está pasando y tú no vas a entender absolutamente nada.
Entonces, la oralidad en el Caribe es maravillosa, porque la oralidad del Caribe es casi un créole. Es un créole y la invención del humor en el Caribe es la destrucción del lenguaje como nosotros lo conocemos. Es todo lo contrario a Colombia y México, que tienen un castellano bastante cercano a la regla. En el Caribe se destruyen las lenguas coloniales. Por ejemplo, en el Caribe francés directamente hay un créole.
Para mí, la oralidad con la cual yo trabajo es mi inspiración para pensar en el montaje. Cuando pienso en el montaje o en la idea de hacer significación en el montaje, no pienso en reglas narrativas. La oralidad caribeña, loca, disruptora, fuera de las reglas, es más inspiradora para mí que el arco del héroe.
Eso lo tomo de un gran pensador caribeño, para quien la oralidad no se contenta simplemente con describir los paisajes, sino que los construye al mismo tiempo. Por eso quise que Pepe abordara todos esos lenguajes que intervienen en ese hecho histórico. Entonces, él comienza hablando en Bukushu, que es el lenguaje predominante del río Cabango. Luego habla afrikáans. Afrikáans es una creolización del holandés con palabras bantúes. Se le habla afrikáans porque es el idioma que en ese territorio que hoy conocemos como Namibia fue el idioma del opresor y el que realmente colonizó a la mayoría de las tribus ahí. Y evidentemente, habla español o castellano porque llega a una América hispana.
Para mí, Pepe tenía que tener esa esquizofrenia que tiene el ser que, como todos nosotros, somos producto de un proceso de colonización.
Pepe ya está disponible en MUBI.
José Roberto Landaverde Me fascina escribir, escuchar, leer y comentar todo lo relacionado con el cine. Me encanta la música y soy fan de The Beatles, Fleetwood Mac y Paramore. Mis películas favoritas son Rocky y Back to the Future y obvio algún día subiré los “Philly Steps” y conduciré un DeLorean. Fiel creyente de que el cine es la mejor máquina teletransportadora, y también de que en la pantalla grande todos nos podemos ver representados.
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2024: Un año de musicales, sorpresas y grandes eventos
Se termina 2024, uno de los años más extraños y reveladores que la industria ha experimentado recientemente. Si bien, tuvimos los clásicos taquillazos que abarrotaron los cines (y agotaron palomeras coleccionables), también hubo fracasos que sacudieron a más de un estudio, polémicas capaces de convertir las redes sociales en un campo minado, y eventos que hicieron de este, un año inolvidable. Digamos adiós al 2024 con un repaso por aquellas películas y eventos que marcaron la agenda en los últimos meses.
Todo inició con la batalla final del llamado Barbenheimer. La temporada de premios se convirtió en el escenario perfecto para que Greta Gerwig (directora de Barbie) y Christopher Nolan (realizador de Oppenheimer) se hicieran presentes en casi todas las ceremonias de la industria. Aunque la taquilla favoreció a la muñeca, los premios le dieron la victoria al hombre que creó la bomba atómica. Entre vestidos rotos y números musicales de ensueño, Emma Stone (con su segundo Óscar) y Ryan Reynolds (interpretando I’m Just Ken) también hicieron historia.
Quienes sufrieron en la primera parte del año fueron, principalmente, Dakota Johnson y Henry Cavill. Ella se enfrentó a las burlas y los comentarios de Madame Web, pero él no se quedó atrás con la decepción de Argylle: Agente secreto. Al final, la película nos traicionó y demostró que Cavill no era el protagonista (como se vendió), pero el daño a su imagen (por un fracaso más) ya estaba hecho. Si todos los que le dan like a sus fotos sexys en redes pagaran un boleto para verlo en el cine, las cosas serían diferente.
Godzilla y Kong regresaron para partirse la cara (otra vez), asegurar otra película y dejarnos algunos memes. Melissa Barrera nos demostró en Abigail por qué su despido de Scream fue todo un error, y Zendaya no sólo montó gusanos de arena. Con Desafiantes hizo que el tenis le pareciera emocionante hasta a quienes no lo entienden.
También llegó el pánico. No, no se debió a ninguna pandemia (toquemos madera), sino a dos fracasos sorpresivos que dejaron temblando a más de uno. Por un lado, Ryan Gosling y sus increíbles stunts en Profesión peligro le importaron a muy pocos. Por el otro, Chris Hemsworth y Anya Taylor-Joy demostraron con Furiosa: De la saga Mad Max que las interacciones en redes sociales tampoco equivalen a boletos vendidos en el cine. La baja taquilla de Amigos imaginarios y El planeta de los simios: Nuevo reino también hizo que muchos se mordieran hasta la cutícula. El fin del cine como lo conocemos parecía inevitable.
O al menos eso creíamos… ya saben que los cinéfilos a veces somos un poquito dramáticos.
Will Smith regresó con otra cachetada, pero ahora con guante blanco y dirigida a todos quienes dudaron de su poder taquillero. La cuarta película de Bad Boys dio inicio a un junio de ensueño. Los cines se llenaron de gente, las palomitas y los nachos se vendieron como antes, hubo familias incómodas, salas atiborradas, empleados con cansancio y cara de pocos amigos. Todo eso que sucede cuando hay un éxito histórico.
Y sí, ese éxito histórico tiene nombre: Intensamente 2, que se convirtió en la película más taquillera en la historia de México. Entre personas que compartieron sus frustraciones con Riley o se sintieron identificados con sus ataques de ansiedad, nadie pudo escapar de dicho título.
Todos los que se alegraban por los fracasos de Marvel Studios se comieron sus palabras. Deadpool y Wolverine (su único estreno del año) arrasó en la taquilla y rompió récords para una película con clasificación para adultos. El cine basado en cómics no ofreció propuestas tan fuertes como otros años, pero aquellas que sí llegaron (Madame Web, Hellboy: The Crooked Man, Guasón 2 y Kraven El Cazador), pasaron con más pena que gloria. Hasta a Venom le costó alcanzar la taquilla de sus antecesoras.
Otro aspecto inolvidable es la avalancha de musicales que recibimos en los últimos 12 meses. Los mexicanos todavía coreábamos las canciones de Wonka (o al menos aquellas que no son tan olvidables) cuando Chicas pesadas llegó a la cartelera. De forma mañosa, Paramount Pictures ocultó que se trataba de un musical, y aunque el impacto fue nulo a comparación del éxito de 2024, muchos ya desearíamos sus $100 millones de dólares recaudados.
Algo curioso ocurrió con Guasón 2: Folie à Deux, pues a semanas del estreno nadie parecía tener claro si era un musical o no. Lady Gaga lo negó, Todd Phillips (director) lo confirmó, y el mundo entero lo odió. Vaya diferencia con Wicked, cuyas canciones hicieron de algunas salas (y la premiere en el Auditorio Nacional) toda una fiesta. Tristemente, las canciones de Moana 2 no le llegaron a los talones a las de su antecesora. Y para cerrar el año tenemos Mufasa: El rey león, con canciones de Lin-Manuel Miranda… y la promesa de arruinar lo que conocíamos sobre el padre de Simba.
Para los amantes del terror, Desaparecer por completo demostró que el cine mexicano podría ofrecer propuestas muy originales. Un Tarot de la muerte se encargó de llenar la pantalla con sangre, y Lupita Nyong’o (con un gato) se enfrentó al primer día de la invasión en Un lugar en silencio: Día uno. Nicolas Cage se convirtió en Longlegs, y Sonríe 2 nos demostró que las maldiciones también acechan a las cantantes. Incluso la saga Alien revivió con éxito. Ojalá MaXXXine hubiera corrido con la misma suerte.
México fue el país seleccionado para grandes eventos, y no necesariamente por esa “regla” que relaciona las visitas de los actores con una terrible calidad. En realidad, es porque nuestro país se ha convertido en una de las economías más importantes para la industria hollywoodense. El elenco de Duna: Parte dos provocó gritos, lágrimas (y malas preguntas del programa Venga la alegría) en su visita al Auditorio Nacional de la Ciudad de México. Timothée Chalamet nos habló de futbol, se puso la playera de la Selección Mexicana y reafirmó por qué es uno de los favoritos del público.
Otras producciones siguieron los pasos de Duna: Parte dos, y así recibimos a los elencos de Furiosa: De la saga Mad Max, Bad Boys: Hasta la muerte, Beetlejuice Beetlejuice, Venom: El último baile y Wicked (al grito de ¡Ariana, hermana, ya eres mexicana!). Hasta Aaron Taylor-Johnson quiso cerrar el año en México, pues vino para presentar Kraven El Cazador, robarle suspiros a más de uno y despertar bajas pasiones en redes.
Por primera vez, la Comic-Con Experience (CCXP) celebró una de sus ediciones en México. Miles de fans se dieron cita para presumir su cosplay, comprar coleccionables, escuchar a sus artistas favoritos de cerca y sentirse parte de una comunidad. Sydney Sweeney promocionó Inmaculada, su más reciente película de terror. Los organizadores quedaron fascinados y ya anticipan una un espectacular regreso en 2025.
El Festival Internacional de Cine de Morelia también nos dejó otra edición para recordar. Nos visitaron Alfonso Cuarón, Rodrigo Prieto y hasta el enorme Francis Ford Coppola. Este último presentó Megalópolis, la vapuleada película que durante décadas quiso hacer y por fin lo logró. Es cierto que dicho título dejó a los espectadores confundidos, pero no tanto como los que se preguntaron qué demonios hacía la polémica Emilia Pérez (con su fallida representación de México) en el festival. Esperemos que, en 2025, más y más estrellas quieran visitar el país y no teman a los reporteros y conductores de Venga la alegría.
Fue un gran año para quienes gozan del cine mexicano y todas sus propuestas. José Eduardo Derbez consiguió su primer protagónico. Fiona Palomo y Alfonso Dosal nos estremecieron con Un actor malo, Osvaldo Benavides (sí, Nandito de María la del barrio) debutó como director con Noche de bodas, mientras que Rodrigo Prieto hizo lo mismo, pero con un clásico como Pedro Páramo. Firma aquí nos enseñó que el amor no debe ser perfecto, y Casi el paraíso convirtió al primer best seller mexicano en una película muy interesante. La querida Ana Serradilla también volvió, esta vez con una comedia sobre dos inseminaciones mal realizadas (Una pequeña confusión).
Isaac Ezban volvió a mezclar la fantasía, el horror y el drama familiar con Párvulos: Hijos del apocalipsis. Sujo, de Astrid Rondero y Fernanda Valadez emprendió el camino rumbo al Óscar, y Alonso Ruizpalacios impactó al público con La cocina, que lo llevó a conseguir una nominación en los Independent Spirit Awards. El ganador, al menos en cuanto a taquilla se refiere, fue Adrián Uribe con El candidato honesto. Esta es apenas la tercera película mexicana que supera los $100 millones de pesos (MDP) desde 2020.
Muchos podrán quejarse de Televisa a través de todos los medios posibles. Pero eso no evitó que La casa de los famosos México llegara a la conversación cinematográfica. A alguien se le ocurrió que la final de la segunda temporada se transmitiera en el cine, y los resultados fueron inquietantes: $1.97 MDP. Quizá a algunos no les parezca mucho, pero es más de lo que recaudaron 60 estrenos nacionales en todo el año. Muchos actores, analistas de la industria y directores sintieron más miedo con dicho dato que con Longlegs: Coleccionista de almas, Sonríe 2, o el acento de Selena Gomez en Emilia Pérez.
El año también será recordado por hacernos llorar… y mucho. Fue demoledor ver cómo Zac Efron perdió a casi toda su familia en Garra de hierro. Blake Lively y Justin Baldoni por poco y se avientan hasta los floreros en la filmación de Romper el círculo, pero vaya que conmovieron a millones de espectadores con la relación tóxica de sus personajes.
Muchos se identificaron con Demi Moore en La sustancia y su crisis frente al espejo. Otros tantos lloraron como bebés con la viudez de Andrew Garfield en El tiempo que tenemos. Pero si de “lágrimas sabrosas” hablamos, nada como el primer vuelo de Brillo en Robot salvaje o el primer abrazo de Elphaba y Glinda en Wicked. ¿Acaso no se siente bien dejar fluir nuestras emociones con un buen puño de palomitas como acompañamiento?
Ha llegado el momento de despedir el 2024, pero no podemos hacerlo sin mencionar todas esas propuestas que, sin esperarlo, se ganaron un lugar destacado. Ahí rondan un sanguinario payaso que rompió récords sin un gran distribuidor, Demi Moore con la actuación de su vida, Longlegs y su brillante marketing, Sydney Sweeney y Glen Powell derramando miel en Con todos menos contigo, y hasta Hugh Grant como un hereje perturbador.
¡Adiós, 2024! Y como dijeran en esa película que tiene tan en boga a Eugenio Derbez: ¡Hasta nos duele esa p*nche parte del cuerpo nada más de acordarnos de ti!
Juan José Cruz. Soy de los que siempre defendió a Robert Pattinson como Batman y puede ver la misma película en el cine hasta 7 veces. ¿Mi gusto culposo? El cine de terror de bajo presupuesto.
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Wicked deslumbra México: Ariana Grande, Cynthia Erivo y un mágico estreno en el Auditorio Nacional
La magia del mundo de Oz llegó a México con la espectacular premiere de la película Wicked en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México. El evento, que se llevó a cabo el 11 de noviembre de 2024, reunió a fanáticos del musical y a destacadas personalidades del espectáculo, convirtiendo la alfombra amarilla en un desfile de talento y glamour.
Una alfombra amarilla llena de estrellas
La alfombra amarilla, decorada con elementos inspirados en el mágico mundo de Oz, recibió a las estrellas principales de la película. Ariana Grande, quien interpreta a Glinda, deslumbró con un vestido blanco que evocaba la elegancia de su personaje. Por su parte, Cynthia Erivo, en el papel de Elphaba, conquistó a los presentes con su energía y cercanía, firmando autógrafos y compartiendo momentos con los asistentes.
Jonathan Bailey, quien interpreta a Fiyero, también estuvo presente, añadiendo un toque de encanto británico al evento. Los actores se mostraron emocionados por la calurosa recepción del público mexicano, quienes abarrotaron el Auditorio Nacional desde tempranas horas.
Celebridades mexicanas y un toque de nostalgia
El evento contó con la presencia de Danna Paola y Ceci de la Cueva, quienes dejaron su huella en la versión teatral de Wicked en México. Ambas actrices expresaron su orgullo por formar parte de este proyecto, con Danna Paola prestando su voz para la versión en español de Elphaba. La cantante tuvo un emotivo encuentro con Ariana Grande, quien elogió su interpretación con las palabras: “Suenas hermoso”.
Un evento para la historia
La premiere no estuvo exenta de momentos de emoción. La multitudinaria asistencia generó momentos de caos cuando algunos fanáticos cruzaron las vallas de seguridad en su afán por acercarse a las estrellas. A pesar de ello, el evento se desarrolló con éxito, dejando a los asistentes con la promesa de una película que estará a la altura de las expectativas.
El impacto cultural de Wicked en México
Wicked no solo ha sido un fenómeno en Broadway, sino que ha dejado una profunda huella en México a través de sus adaptaciones teatrales. Ahora, con su salto al cine, la historia de Elphaba y Glinda promete conquistar una nueva generación de fanáticos.
Con una dirección magistral de Jon M. Chu y actuaciones memorables, Wicked se perfila como uno de los estrenos más importantes del año, y México tuvo el privilegio de ser parte de este mágico viaje.
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