Ya les hablamos sobre el Trastorno Dismórfico Corporal (TDC) o Síndrome del Espejo y da para tanto que era necesaria una segunda parte, así que hoy retomamos el tema, porque hablar de imagen corporal, de la percepción que tenemos de la nuestra, puede tener muchos matices. Justamente de eso se trata: de interpretación y de percepción, ambas formadas en gran medida por nuestro entorno y por narrativas sobre la belleza y los cuerpos impuestas.
Para esta segunda entrega conversamos con Rosario Espino, nutrióloga especializada en alimentación consciente y psiconutrición. Rosario también cuenta con un diplomado en atención a pacientes con diabetes y resistencia a la insulina bajo el enfoque de alimentación intuitiva.
Cuando hablamos de TDC, las estadísticas apuntan, en el caso de las mujeres, a “verse” defectos en cara, pelo, pechos; en los hombres en el aspecto y en el tamaño de los genitales, ¿pero qué hay de los cuerpos en general, de los pesos?, ¿qué llega a tu consulta?
“Antes, cuando me dedicaba a ser nutrióloga pesocentrista, llegaban personas que querían bajar desde 5 hasta 50 kilos; y algo que pude observar es que nunca estuvieron satisfechas con la manera en la que se veían. Se aferraban a la idea de que perdiendo kilos, iban a lograr alcanzar cierto grado de felicidad y seguridad, y contradictoriamente esa inseguridad iba aumentando conforme iban perdiendo peso.
Era una relación muy conflictiva no sólo con la comida, sino con el cuerpo. Recientemente, las pacientes que vienen a mí están muy cansadas de haber hecho dieta y muy desconectadas de su cuerpo, necesitan encontrar paz y ya lo manifiestan. Esas personas ya tienen un trabajo detrás y ya se dieron cuenta de que la respuesta no se encuentra en bajar de peso. En conclusión a mi consulta llegan personas con una relación muy conflictiva con sus cuerpos y su imagen corporal, con diálogos internos muy violentos, muy autoexigentes”.
Foto: Especial
¿Crees que siempre ha sido así?, ¿crees que parte de la evolución de este tipo de trastornos han sido impulsados también por el entorno y el momento social?
“El tema de la Dismorfia Corporal siempre ha existido. La emperatriz Sissi tenía anorexia, bulimia y vigorexia. Sin embargo, creo que con el acceso a tantas aplicaciones para retocar fotografías, filtros y tanta información que consumimos a diario, este problema se agudizó y la pandemia no ayudó. Para muchas personas es muy complicado verse en el espejo y darse cuenta de que su cuerpo ha cambiado a partir de lo que hemos estado viviendo, entonces volteamos hacia nosotros mismos. Comenzamos a exigirnos cosas que están fuera de nuestros alcance.
Si aquí nos basamos en el peso únicamente, la población aumentó alrededor de su peso corporal durante la pandemia por haber limitado la actividad física, hubo un gran aumento en la alimentación emocional, entonces es lógico que el cuerpo cambie. Esto trae una gran inconformidad y ¿qué es lo que pasa cuando no estás conforme con tu cuerpo? centras toda tu atención en la parte que no te gusta y esa idea no te deja de dar vueltas en la cabeza. La exigencia del exterior, la exigencia de las redes sociales, de los medios, de todo lo que vemos, de nosotros mismos, de nuestro entorno, de nuestras amistades porque están tan normalizadas las conversaciones sobre dietas, cirugías y cambios corporales recae sobre nosotros”.
Ya hablamos de algunos focos de alerta que nos pueden ayudar a reconocer este trastorno, ¿qué recomiendas hacer si nos damos cuenta de que estamos frente a esto? ¿Qué herramientas recomiendas a tus pacientes utilizar?
“En mi experiencia, el Trastorno Dismórfico Corporal siempre viene acompañado de ortorexia, vigorexia o anorexia, y es complicado que el paciente se dé cuenta, porque son conductas que están normalizadas. Cuando se detectan es porque ya han avanzado mucho y mientras más avanzada esté, para el paciente es más complicado reconocer su enfermedad. Aquí lo que se puede hacer es una intervención por parte de un psicoterapeuta o psiquiatra y trabajar de manera por lo menos multidisciplinaria, si no se puede interdisciplinaria.
También recomiendo ejercicios de reconexión corporal y ejercicios en los que te arraigues en el presente, aterrices tu atención y voltees a ver la diversidad que existe a nuestro alrededor. Algo que también podemos hacer es pararnos frente al espejo y agradecerle a nuestro cuerpo por lo que hace por nosotros, sin centrar la atención en aquella parte que no nos gusta. Simplemente observarnos y agradecernos. También recomiendo meditar, porque todo ese tipo de diálogos se relacionan con el crítico interno y necesitamos a veces un descanso. Finalmente, hacer detox de redes sociales”.
‘Haz las paces con tu imagen corporal’ es una de tus frases, ¿qué quiere decir?
“Quiere decir dejar de estar tratando de cambiar lo que ves en el espejo, porque una cosa es que no te guste todo lo que ves en el espejo y otra cosa muy diferente es pelearte todo el tiempo con lo que ves, y estar tratando todo el tiempo de corregir tu cuerpo: el párpado, las encías, el pelo, las manchas, el peso“.
Foto: Freepik
¿Cómo apoyar a algún ser querido o qué recomiendas hacer ante un posible TDC, cómo poder abordarlo para que la persona pueda reconocerlo y con ello, buscar acompañamiento profesional?
“Lo ideal sería hablar y que el paciente aceptara tomar terapia. El punto está en que dependiendo de lo avanzado del problema las posibilidades que hay de que el paciente acceda a recibir tratamiento psicológico son menores. Esto se puede salir de las manos del paciente y se puede hacer un verdadero daño. Cualquiera de los trastornos de la conducta alimentaria con los que se relaciona el trastorno Dismórfico Corporal pueden llevar a la muerte. A lo mejor no padece un trastorno de la conducta alimentaria, pero tal vez se somete a un sin número de cirugías”.
En esta conversación salieron algunos conceptos con los que seguramente no todos se encuentren familiarizados, así que le pedimos a Rosario Espino que nos ayudara a armar un pequeño glosario.
Ortorexia: es la necesidad de que todo lo que comas sea lo más ultra saludable, sin nada de conservadores, pero a un nivel muy obsesivo que limita la alimentación.
Vigorexia: es hacer cantidades excesivas de ejercicios para compensar la alimentación o simplemente para alcanzar un físico deseado.
Anorexia: es dejar de comer para alcanzar un físico en un principio y ya después se convierte en algo sumamente complicado de atender.
Queremos cerrar con esta reflexión: reconcíliate con tu cuerpo, fíjate en todo lo que ha hecho por ti, a dónde te ha llevado, lo que te ha hecho lograr, lo que te ha permitido vivir y empieza a cuestionar tus creencias y lo que hemos aprendido sobre la belleza, sobre la perfección, sobre cómo debemos vernos. Estamos seguras de que cuando empieces este diálogo interno encontrarás paz y plenitud al verte en el espejo. Por último, te dejamos esta frase con la que Rupi Kaur abre su libro Todo lo que necesito existe ya en mí:
“tras haber estado desconectados durante mucho tiempo
mi cuerpo y mi mente por fin
se han vuelto a unir
-mi cuerpo, mi casa”
Mafer Olvera y Paola Palazón Seguel son creadoras de SIKI y Ser Mamá Hoy, plataformas de bienestar emocional y promoción de la salud mental. Mafer es creadora del modelo Hospital de las Emociones, consultora en juventudes y salud mental, y Paola es autora, emprendedora y creadora de proyectos de bienestar emocional y espiritual.
La entrada Una nutrióloga especializada nos cuenta por qué es MUY importante hacer las paces con tu cuerpo se publicó primero en Sopitas.com.
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