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La historia de los subtítulos: superar la barrera de una pulgada de altura
La historia de los subtítulos es importante porque, probablemente, es la mayor muestra de unidad en el mundo del séptimo arte. Si se analiza a fondo, se trata de una lucha masiva por la inclusión, que no sólo favoreció a ciertos grupos, sino a gran parte de la población que busca poder disfrutar del entretenimiento sin condición alguna.
Destaca la forma en que múltiples personas se esforzaron para probar que las diferencias de idioma no deben ser vistas, bajo ninguna circunstancia, como una limitación, sino como una oportunidad de aprendizaje: desde elegantes trazos en cartón hasta intérpretes en vivo, pasando por codificación digital. Todo con el objetivo de vivir al máximo cada escena.
Sin más, los invitamos a adentrarse en la historia de los subtítulos.
¿Qué dices?
Desde tiempos del cine mudo ya existía curiosidad por descubrir lo que decían los personajes de las películas que se veían dentro de la sala. Fue así como se crearon los intertítulos, que son las “tarjetillas” con texto que indicaban las acciones o los diálogos de los personajes. Casi desde que se comprobó la viabilidad de la técnica, múltiples producciones la utilizaron para darle dinamismo a los relatos en pantalla, e incluso se contrataban artistas para diseñar los conjuntos de letras que irrumpían en la narrativa.
Quienes inmediatamente comenzaron a sacarle provecho a la inserción de texto dentro de los fotogramas fueron Thomas Edison y los hermanos Lumière. Sin embargo, otros inventores y cineastas comenzaron a experimentar. Uno de ellos fue Georges Méliès, quien, con la ayuda del inventor británico Robert W. Paul, creó en 1896 una variación del kinetoscopio llamada “Cinematograph Camera No. 1” (vía The Artifice).
Lo interesante de este aparato es que incorporaba un mecanismo que permitía llevar a cabo una maniobra que Paul había descubierto por accidente, denominada “doble exposición”, misma que consiste en no pasar el carrete que ya está utilizado y filmar una nueva toma sobre la secuencia ya existente. Hoy, esto se conoce comúnmente como superposición.
Este descubrimiento no sería usado a máxima capacidad sino hasta 1901, en la película Scrooge, or, Marley’s Ghost y en 1903, con Alicia en el país de las maravillas. Ese mismo año se estrenaría La cabaña del tío Tom, de Edwin S. Porter. Por alguna extraña razón, esta última es acreditada en numerosos sitios web como la primera cinta con intertítulos o tarjetas, lo cual claramente no puede ser posible a menos que… todas las películas que ya los habían utilizado dejaran de existir de repente.
En 1907 surgió la cinta College Chums, también de Porter, en la cual una pareja aparece hablando por teléfono. Esta es una obra recordada por muchos, pues muestra fotografías de los protagonistas en ambos extremos de la toma, mientras su conversación flota en el aire de un lado al otro, efecto que se considera precursor de aquellas líneas formadas por símbolos que estamos acostumbrados a ver en pantalla.
A partir de entonces, los intertítulos estarían presentes en casi todo gran metraje que se preciara de serlo. Claro, había cambios constantes en las técnicas. Curiosamente, superponer el texto con la toma en movimiento era algo que, al parecer, no muchos querían hacer. Lástima, pues era algo realmente visionario. Eso sí, el hecho de que los intertítulos fueran casi un requerimiento estándar abrió paso para la creación de las primeras secuencias de créditos, pues se volvió necesario que la audiencia conociera los nombres de quienes participaron en la producción, delante y detrás de las cámaras.
El ingenio y la interpretación
Cada vez eran más y más los filmes que se producían en Estados Unidos y Europa, pues los estudios continuaban creciendo. Así, empezaron a surgir preocupaciones con respecto a la forma en la que las obras serían presentadas en mercados extranjeros, donde ya había mucha expectativa por recibir nuevas historias. Según el portal Translation Journal, en un principio lo que se hacía era exportar las cintas en su estado original para que, una vez que estuvieran en los países destino, las tarjetillas fueran editadas, traducidas y finalmente reinsertadas, cosa que no era muy difícil de hacer. Llama la atención que, además, en caso de no poder recurrir a este método, se ideaban otras alternativas, como el “live dubbing”, o doblaje en vivo, hecho por actrices y actores que se escondían detrás de la pantalla. ¡Casi siempre improvisaban los diálogos! Además, un narrador –que sí era visible para la audiencia y estaba en el escenario en todo momento– describía la historia y traducía lo incluido en los cartones.
Pero, aunque estos experimentos eran sin duda interesantes, la industria seguiría intentando expandirse en el campo de la interpretación con letras.
¡Démosle la bienvenida al sistema actual!
En 1909 aparecería un nuevo método que, aunque no se convirtió en el predilecto, sí que contribuyó a la historia de los subtítulos y al panorama actual: consistía en la utilización de un sciopticon –proyector de diapositivas parecido a una linterna mágica– por medio del cual se insertaban manualmente láminas de cristal que contenían las interpretaciones de los intertítulos, las cuales aparecían debajo de la tarjeta dibujada (vía Collot Baca). Sin embargo, esto requería de extremo cuidado y mucha rapidez por parte de quien estuviera a cargo de la proyección, pues la sincronización era imperativa. Es importante señalar que, en múltiples sitios, libros y ensayos académicos, la creación de esta técnica se le atribuye a alguien de nombre M.N. Topp –bien pudo ser un inventor o inventora–, persona que, al parecer, patentó el sistema. No hay más rastro suyo, salvo por breves menciones aquí y allá. ¿Existirá realmente, o será un seudónimo colectivo? Este último dato hay que tomarlo con cautela.
De manera similar, en Dinamarca se intentó proyectar dos cintas en simultáneo, en dos máquinas separadas: un carrete tenía impresos los títulos y otro las imágenes. No obstante, la sincronización siguió siendo un problema, puesto que la traducción no llegaba a tiempo y el público no entendía bien lo que sucedía.
Llegamos a 1920, año en que se lanzó otro de los proyectos más cercanos a la tecnología contemporánea. El dramaturgo Abraham S. Schomer presentó la película The Chamber Mystery, que fue revolucionaria en su momento porque dentro de las secuencias los diálogos de los personajes se presentaban como globos o burbujas de diálogo– insertadas en posproducción– que los seguían a cada paso que daban mientras hablaban (vía Shadowplay). Con esto, el filme adquiría un estilo visual cuasicaricaturesco y muy atractivo, pero desafortunadamente, la obra pasó sin pena ni gloria y es hasta ahora que se le reconoce como una pieza clave en la historia de los subtítulos, con alta influencia en el ámbito audiovisual.
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La era de los intertítulos poco a poco se desvanecía, pero todavía quedan unas últimas innovaciones por conocer, mismas que llegarían de la mano de Wilhelm Prager, productor alemán que, en 1924 y 1928, debutó algunos documentales deportivos. Estas obras presentaban una mezcla de tarjetas y títulos superpuestos, muy parecidos a los de Robert W. Paul. Sin embargo, ahora no sólo se veían palabras cortas, sino que se trataba de grandes rótulos con comentarios alusivos a las carreras y también los nombres de los atletas.
Se confirma la efectividad
Poco después, el mundo conocería a Herman G. Weinberg, quien quería ser violinista y, de hecho, se dedicaba a hacer arreglos a las bandas sonoras de las películas que llegaban desde Alemania a Estados Unidos. Así como era aficionado a la música, pronto se volvería adepto a la traducción. El punto es que él, al igual que “Topp”, también colocaba las palabras en la parte inferior del cuadro. Sobre esto, dijo lo siguiente (vía):
“Me preguntaba si [los asistentes a la función] moverían su cabeza un poco para leer los títulos abajo en la pantalla y luego levantarla después de leerlos, pero no me preocupó […] Me di cuenta de que no movían la cabeza, apenas y bajaban los ojos”.
El efecto fue posible gracias a una máquina Moviola, que permitía editar una película al mismo tiempo que se veía, proceso que acortaba tiempos y servía para realizar de mejor manera la visión que desde el inicio se tenía para una historia.
Con el paso del tiempo, Herman llegaría a subtitular más de 300 cintas, además de que sus descubrimientos serían utilizados ampliamente cuando llegó…
El cine sonoro
1927 fue un año genial para la industria fílmica, y para la historia de los subtítulos, pues se estrenó la película El cantante de Jazz, la cual contenía las primeras secuencias con diálogos y canciones totalmente audibles. Tal fue el éxito y furor por el musical, que Warner Bros. comenzó a exportarlo en otros lugares, estrenándolo en París dos años después, el 26 de enero 1929, en la que es considerada la primera función subtitulada de una película con sonido. Esto fue producto de una mezcla de todos los trabajos indicados anteriormente.
Parecería que los franceses estarían encantados con la ilusión que tenían frente a sus ojos, ¿no? Pues, tristemente… no fue así. Algunos espectadores encontraron interesante la propuesta, pero la gran mayoría lo veía como una molestia o impedimento para disfrutar la función, así que pidieron que se utilizaran otros métodos de traducción. Se hicieron los primeros intentos por crear diálogos pregrabados, pero no funcionó, porque los estudios que se formaron para trabajar en esto no percibían ganancias. Hoy, la industria del doblaje prospera bastante, aunque esa es otra historia.
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Durante las décadas de los 30, 40 y 50, ante la poca viabilidad de los sistemas probados, las personas alrededor del planeta se tuvieron que adaptar a lo que había, así que la historia de los subtítulos siguió su curso. Noruega, Suecia, Finlandia, Hungría, entre muchas otras regiones, en las cuales la unión simultánea de imágenes y texto sí había tenido resultado, entraron al rescate.
Japón era uno de estos países interesados en continuar la tradición. Ahí, los encargados de traducir casi todo el material audiovisual disponible eran Shimizu Shunji y Tamaru Yukihiko, quienes ya habían presentado una modalidad en la que los títulos corrían a un lado de la película, con la pantalla dividida en dos. De a poco, ambos se fueron actualizando e incluso pasaron sus conocimientos a otros. Fueron reconocidos por presentar este arte a varios sectores de la población.
Mientras tanto, Noruega, Suecia, Hungría y Estocolmo también harían avances significativos en la historia de los subtítulos. Además, ¿adivinan quiénes regresaron al negocio? Así es: en Francia también era momento de abrazar lo inevitable. En estos lugares se optó por utilizar soluciones químicas o reacciones térmicas para estampar las letras en la cinta. Sobre el subtitulaje químico, la traductora francesa Maï Boiron comenta lo siguiente (vía):
“Usando un microscopio, releía cada placa pequeña de zinc con que se marcaban los subtítulos en la película, cuadro por cuadro”.
De nueva cuenta, el internet atribuyó el hallazgo a personas que el tiempo parece haber olvidado, y cuyos nombres sólo están disponibles en documentos académicos, pero sin mayor contexto sobre su vida y obra: Leif Eriksen, R. Hruška, Oscar I. Ertnæs y O. Turchányi.
El último respiro del subtitulaje análogo llegó con el estampado láser, cortesía de Denis Auboyer. Funcionaba agujerando y quemando la película de manera leve para crear las letras, contrario al estampado.
La era digital y el futuro
Ciertamente, los subtítulos llegaron para quedarse, sobre todo en una sociedad globalizada, de tecnologías de la información y la comunicación que nos permiten descubrir nuevas películas de todas partes del mundo. De hecho, hoy existen múltiples programas informáticos –como SubMagic, Subtitle Workshop o Subtitle Edit– que facilitan la producción de los textos permitiendo seleccionar diversos códigos de tiempo en un video y teclear lo que se quiera en el fotograma elegido. Además, también existen los subtítulos descriptivos –SDH, en inglés Subtitles for the Deaf and the Hearing Impaired–, pensados para mejorar la accesibilidad de las personas con sordera en el mundo del entretenimiento. Aquí pueden consultar otros tipos y formatos de símbolos basados en bits.
Por otro lado, en 2012 Sony presentó un par de lentes con realidad aumentada que hacen posible vivir el cine o teatro a pesar de cualquier limitación lingüística. Simplemente se ponen y estos automáticamente detectan el audio, ofreciendo interpretación instantánea.
Subtitulaje en México
En nuestro país existen diversas empresas dedicadas a la traducción y la creación de subtítulos –aquí encontrarán un amplio directorio–. Lo cierto es que cada una de estas casas productoras cuenta con un proceso único, pero que cumple el mismo fin.
En la Ley de Cinematografía publicada en 1992 se establecía el derecho de las audiencias a disfrutar de una película en su idioma original (con apoyo de subtítulos): solo aquellas cintas destinadas a un público infantil u obras educativas tenían permitido estrenarse de forma doblada. Sin embargo, las grandes distribuidoras se ampararon contra dicha medida, pues aseguraron que prohibir el doblaje les despojaba de públicos masivos debido a la alta tasa de analfabetismo en México. En la nueva iniciativa de ley, aún no aprobada en el pleno pero impulsada por la comunidad cinematográfica mexicana, se vuelve a insistir en el derecho de acceso a las películas en su idioma original y se propone la posibilidad de doblar hasta el 50% de las copias de una película.
Aunado a esto, hace poco surgió la iniciativa de subtitular todas las películas exhibidas en la República. Esto, entre otras cosas, debido a que más de dos millones de mexicanos cuentan con una discapacidad auditiva (vía Xataka México).
Bonus: una extraña forma de adaptación
¿Recuerdan que en Francia buscaban cambiar las letras en pantalla por otra técnica? Una de las alternativas era verdaderamente alocada y costosa, al menos para la época: lo que en ese entonces se conoció como “multiversiones”, que, básicamente, consistía en volver a filmar las películas con el mismo guion y en un set similar, pero con intérpretes diferentes, que fueran capaces de hablar el idioma de cada región. Una de las primeras cintas que hizo esto fue Anna Christie, de 1930 (vía Sociedad Artística Sinaloense). Es como si en este siglo Leonardo Di Caprio produjera una nueva versión de, digamos… Another Round y pensara en Jake Gyllenhaal para protagonizar. Un momento… ¡Eso ya va a pasar! Un nuevo remake. ¿En qué momento volvimos a 1929? Bueno, no hay problema. Tal vez se aplique el viejo de alterar algunos puntos de la trama primigenia y presentarla como algo fresco.
Sería bueno hacer caso al consejo que Bong Joon-ho dio al subir al escenario para su discurso cuando Parásitos hizo historia, alzándose con el Globo de Oro a Mejor película en lengua extranjera:
“Una vez que superes la barrera de una pulgada de los subtítulos, conocerás muchas más películas increíbles”.
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Si quieren conocer más sobre la historia de los subtítulos, pueden ver el corto documental The Invisible Subtitler.
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en este documental, un hipopótamo narra la crisis ambiental provocada por Pablo Escobar
Desde mediados de la década de los 80, Colombia enfrenta una peculiar crisis ambiental. Resulta que, un día, al conocido narcotraficante Pablo Escobar se le ocurrió que, en su zoológico privado, ubicado dentro de la finca apodada como Casa Nápoles, faltaban ejemplares de una especie: hipopótamos. Así, mandó traer a su tierra, primero desde África y después desde Estados Unidos, a cuatro de estos animales. Lo que él no imaginaba era que dos de ellos escaparían de la finca y se reproducirían, iniciando una sobrepoblación incontrolable.
Hoy ya son más de 170 hipopótamos los que rondan por el territorio colombiano, y la realidad es que su estancia en la región preocupa no sólo por el bienestar de los pobladores de las áreas cercanas al río Magdalena, donde los animales prefieren estar, sino porque no se tienen los recursos necesarios para que vivan ahí. Ante las llamadas a la acción, las autoridades no escuchan. Y los migrantes de cuatro patas y grandes mandíbulas siguen ahí. Ese es su nuevo hogar, aunque no lo hayan elegido.
Si bien la situación no se ha atendido de la debida forma, en 2007 sucedió algo que puso la problemática bajo el foco público, pues un grupo de cazadores asesinó a uno de estos hipopótamos traficados para satisfacer una personalidad estrafalaria. La prensa se encargó de darle un nombre al animal: Pepe.
El cineasta dominicano Nelson Carlo de los Santos Arias se enteró de esta historia y se puso manos a la obra para trasladarla a la pantalla. El resultado es en partes iguales una sátira del capitalismo y de los absurdos de las excentricidades, además de un ejercicio de estilo que derriba las barreras entre el documental y la ficción. Todo mientras el tenaz Pepe nos narra su travesía mediante voz en off.
En entrevista, el director del documental Pepe nos cuenta cuáles fueron las decisiones que informaron su cinta.
El documental tiene esta escena en la que vemos un letrero de la Casa Nápoles que, de manera muy irónica, dice: “Por favor, no alimentar a los animales. Protejamos a los animales”. Pero creo que, si algo no estaba haciendo Pablo Escobar, al mandar traer estos animales (para su finca), por su excentricidad, es protegerlos. ¿Siempre fue tu intención manejar este tono irónico para retratar otro aspecto del ambientalismo?
Sí, entiendo la pregunta. Yo creo que, como latinoamericanos, nuestras realidades están llenas de ironías y de absurdos. Entonces, creo que mi trabajo, a veces, como realizador, a lo mejor se puede simplificar en decir: hay que ver una situación, una historia, un personaje, digamos, [y preguntarnos] qué emociones o qué figuras literarias o poéticas se construyen desde allí.
Yo creo que hay algo absurdo directamente en el origen de esta historia, porque Pablo Escobar yo creo que sería el primero que marca esa cultura de la excentricidad en los narcotraficantes, que de alguna u otra forma es otra cara del capitalismo puro y duro, y que también ejerce el Estado o sus élites políticas. Creo que el contrabando es el [lado] negativo del poder político económico de nuestros países desde la colonia. Entonces, esas historias de dominaciones son absurdas porque acaparan las vidas de las personas de una forma arbitraria, esa forma arbitraria de dominación.
A veces, nosotros los latinoamericanos hemos aprendido a reírnos sobre eso, pero nuestros ancestros africanos en el Caribe nos enseñaron a reírnos cuando realmente llorábamos. Al cambiar el llanto por la risa, [todo] se complejizaba. Entonces, para mí, por eso el humor es tan importante, porque es una forma de resistencia, de asumir el absurdo de las dominaciones.
Tengo entendido que una parte de la idea para esta película vino cuando tú en 2007 supiste, a través del trabajo de Camilo Restrepo (afamado artista visual colombiano), de un animal que asesinaron en el río Magdalena. Desde que te enteraste de este incidente, ¿qué tanto cambió tu idea para llegar a lo que vemos en pantalla? Y, por otra parte, ¿qué tanto acercamiento tuviste con Camilo para trabajar en esta película?
En realidad, Camilo no trabaja en la película, sino que cuando yo terminé una película que se llama Cocote (2017), terminé muy cansado. Yo siempre quise ir a Colombia. Tenía algunos amigos ahí y en distintas ciudades, y como no tenía el dinero para andar en hoteles y cosas así, me quedaba donde los amigos. Entonces me quedé en la casa de Camilo cuando conocí Medellín. Él tenía una escultura [de Pepe] en su sala y me contó la historia como salió en los periódicos, [o en internet]. Bastaba simplemente buscarlo y salían distintas cuestiones.
Pero cuando él me lo cuenta, tiene un error. Tiene un error biológico en su relato, porque él me dice que cuando un hipopótamo se pelea con el dominador –o sea, con el alfa– y pierde, él debe irse de la manada para encontrar otra. Lo exilian. Y lo que le pasó a este hipopótamo es que se fue exiliado en busca de otra manada sin saber que no existe, porque él no está en el continente africano, está en el continente americano. Pero cuando yo comienzo a investigar, me doy cuenta de que [lo que dijo Camilo] no es verdad, que en realidad los hipopótamos machos, cuando pierden la pelea, se van con una hembra y así es que ellos se expanden en el territorio. Entonces, así se van multiplicando. Eso es una idea completamente diferente. Es el crecimiento de una población desplazada que llega a través de un secuestro, ¿no? Como pasó con migrantes africanos o árabes, con plantas, vacas, burros o caballos.
Ese error biológico fue lo que me despertó. (…) Empecé a pensar en todas esas personas que han muerto en este continente sin saber realmente dónde estaban, por todas estas migraciones y la construcción de este mundo occidental que tenemos, que tiene su base en la colonización del continente americano. Luego ellos se van a expandir al mundo, pero digamos que hay una conquista de la América que va a marcar la pauta de dominación que hoy conocemos.
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¿Qué te atrae de la docuficción para contar este tipo de historias? ¿Por qué decidiste que tenía que ser una docuficción?
Comencé a estudiar cine formalmente cuando tenía 20 años, aunque ya a los 17 o 18 hacía cortos. Me gané una beca y me fui a estudiar a Buenos Aires porque en Dominicana no había escuela de cine. Para nuestra generación, la docuficción era lo peor que se podía decir porque la docuficción era un modelo mainstream de la televisión norteamericana. Me he dado cuenta de que no participo tanto del mundo del cine. Más bien, cuando hago una película, salgo a los festivales y veo lo que está pasando y todo eso. Pero en mi vida normal, aunque veo un montón de películas, estoy en otro mundo, casi no tengo amigos en el cine, para que tú entiendas.
Entonces, ahora que volví a salir al mundo con esta película, me encontré con que la palabra “docuficción” se había normalizado. Para mí, era un insulto decir que una película era una docuficción porque implicaba una cosa horrible de la televisión norteamericana de los 90 o principios de los 2000. Yo diría que, más que una docuficción –que, por Dios, no quisiera hacer nunca–, lo que realmente estoy haciendo es una ficción. Ante todo, mi película se constituye como una ficción, porque una definición rápida de ficción, digamos, es todo aquello que construye un verosímil en sí mismo, ¿verdad?
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Hay una discusión muy vieja de Godard en la cual todo es ficción y todo es documental al mismo tiempo. Y en todo caso, cuando uno filma algo, la imagen en sí misma guarda esa particularidad. (…) Te voy a poner un ejemplo: una imagen siempre es ficción y siempre es documental porque, cuando estamos filmando a un actor, estamos filmando al personaje de la película, pero también estamos filmando al actor que hace de ese personaje. Otro ejemplo es cómo se da el problema del tiempo en el cine. En el cine se da al mismo tiempo un tiempo que es directo, que es el tiempo de la toma, y también un tiempo que es construido en el montaje. El cine en sí mismo, o la imagen del cine o ese lenguaje al que nosotros llamamos cine, ya es un lenguaje que es un mutante que lleva en sí mismo dualidades, en vez de ser dicotómico. La docuficción lo vuelve dicotómico cuando en realidad hay una dualidad en la imagen en la que uno puede abrazar ese documento que se está pensando y, al mismo tiempo, se está creando una fábula, como en el caso de Pepe.
Otra de las conversaciones que creo que se pueden abrir con tu película es con respecto a las palabras y los idiomas. Me gusta mucho cómo Pepe comienza su viaje hablando en otro idioma, pero cuando ya está en Colombia, en otros pasajes de su vida, nos habla en español. ¿Cómo fue para ti difuminar esas líneas en el idioma?
Mira, yo vengo de un territorio muy oral, ¿no? Del Caribe. Tal vez ya no lo tengo tan marcado porque tengo la mitad de mi vida viviendo fuera, y la verdad es que cuando uno vive fuera, sobre todo en otros países hispanohablantes, uno se adapta una forma en la que nos podemos comunicar. Pero digo, el castellano dominicano es un castellano bastante lejos de la regla. Es algo que, por ejemplo, tú y yo podemos ir a un barrio y, a pesar de que yo te estoy hablando así, yo entiendo perfectamente todo lo que está pasando y tú no vas a entender absolutamente nada.
Entonces, la oralidad en el Caribe es maravillosa, porque la oralidad del Caribe es casi un créole. Es un créole y la invención del humor en el Caribe es la destrucción del lenguaje como nosotros lo conocemos. Es todo lo contrario a Colombia y México, que tienen un castellano bastante cercano a la regla. En el Caribe se destruyen las lenguas coloniales. Por ejemplo, en el Caribe francés directamente hay un créole.
Para mí, la oralidad con la cual yo trabajo es mi inspiración para pensar en el montaje. Cuando pienso en el montaje o en la idea de hacer significación en el montaje, no pienso en reglas narrativas. La oralidad caribeña, loca, disruptora, fuera de las reglas, es más inspiradora para mí que el arco del héroe.
Eso lo tomo de un gran pensador caribeño, para quien la oralidad no se contenta simplemente con describir los paisajes, sino que los construye al mismo tiempo. Por eso quise que Pepe abordara todos esos lenguajes que intervienen en ese hecho histórico. Entonces, él comienza hablando en Bukushu, que es el lenguaje predominante del río Cabango. Luego habla afrikáans. Afrikáans es una creolización del holandés con palabras bantúes. Se le habla afrikáans porque es el idioma que en ese territorio que hoy conocemos como Namibia fue el idioma del opresor y el que realmente colonizó a la mayoría de las tribus ahí. Y evidentemente, habla español o castellano porque llega a una América hispana.
Para mí, Pepe tenía que tener esa esquizofrenia que tiene el ser que, como todos nosotros, somos producto de un proceso de colonización.
Pepe ya está disponible en MUBI.
José Roberto Landaverde Me fascina escribir, escuchar, leer y comentar todo lo relacionado con el cine. Me encanta la música y soy fan de The Beatles, Fleetwood Mac y Paramore. Mis películas favoritas son Rocky y Back to the Future y obvio algún día subiré los “Philly Steps” y conduciré un DeLorean. Fiel creyente de que el cine es la mejor máquina teletransportadora, y también de que en la pantalla grande todos nos podemos ver representados.
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2024: Un año de musicales, sorpresas y grandes eventos
Se termina 2024, uno de los años más extraños y reveladores que la industria ha experimentado recientemente. Si bien, tuvimos los clásicos taquillazos que abarrotaron los cines (y agotaron palomeras coleccionables), también hubo fracasos que sacudieron a más de un estudio, polémicas capaces de convertir las redes sociales en un campo minado, y eventos que hicieron de este, un año inolvidable. Digamos adiós al 2024 con un repaso por aquellas películas y eventos que marcaron la agenda en los últimos meses.
Todo inició con la batalla final del llamado Barbenheimer. La temporada de premios se convirtió en el escenario perfecto para que Greta Gerwig (directora de Barbie) y Christopher Nolan (realizador de Oppenheimer) se hicieran presentes en casi todas las ceremonias de la industria. Aunque la taquilla favoreció a la muñeca, los premios le dieron la victoria al hombre que creó la bomba atómica. Entre vestidos rotos y números musicales de ensueño, Emma Stone (con su segundo Óscar) y Ryan Reynolds (interpretando I’m Just Ken) también hicieron historia.
Quienes sufrieron en la primera parte del año fueron, principalmente, Dakota Johnson y Henry Cavill. Ella se enfrentó a las burlas y los comentarios de Madame Web, pero él no se quedó atrás con la decepción de Argylle: Agente secreto. Al final, la película nos traicionó y demostró que Cavill no era el protagonista (como se vendió), pero el daño a su imagen (por un fracaso más) ya estaba hecho. Si todos los que le dan like a sus fotos sexys en redes pagaran un boleto para verlo en el cine, las cosas serían diferente.
Godzilla y Kong regresaron para partirse la cara (otra vez), asegurar otra película y dejarnos algunos memes. Melissa Barrera nos demostró en Abigail por qué su despido de Scream fue todo un error, y Zendaya no sólo montó gusanos de arena. Con Desafiantes hizo que el tenis le pareciera emocionante hasta a quienes no lo entienden.
También llegó el pánico. No, no se debió a ninguna pandemia (toquemos madera), sino a dos fracasos sorpresivos que dejaron temblando a más de uno. Por un lado, Ryan Gosling y sus increíbles stunts en Profesión peligro le importaron a muy pocos. Por el otro, Chris Hemsworth y Anya Taylor-Joy demostraron con Furiosa: De la saga Mad Max que las interacciones en redes sociales tampoco equivalen a boletos vendidos en el cine. La baja taquilla de Amigos imaginarios y El planeta de los simios: Nuevo reino también hizo que muchos se mordieran hasta la cutícula. El fin del cine como lo conocemos parecía inevitable.
O al menos eso creíamos… ya saben que los cinéfilos a veces somos un poquito dramáticos.
Will Smith regresó con otra cachetada, pero ahora con guante blanco y dirigida a todos quienes dudaron de su poder taquillero. La cuarta película de Bad Boys dio inicio a un junio de ensueño. Los cines se llenaron de gente, las palomitas y los nachos se vendieron como antes, hubo familias incómodas, salas atiborradas, empleados con cansancio y cara de pocos amigos. Todo eso que sucede cuando hay un éxito histórico.
Y sí, ese éxito histórico tiene nombre: Intensamente 2, que se convirtió en la película más taquillera en la historia de México. Entre personas que compartieron sus frustraciones con Riley o se sintieron identificados con sus ataques de ansiedad, nadie pudo escapar de dicho título.
Todos los que se alegraban por los fracasos de Marvel Studios se comieron sus palabras. Deadpool y Wolverine (su único estreno del año) arrasó en la taquilla y rompió récords para una película con clasificación para adultos. El cine basado en cómics no ofreció propuestas tan fuertes como otros años, pero aquellas que sí llegaron (Madame Web, Hellboy: The Crooked Man, Guasón 2 y Kraven El Cazador), pasaron con más pena que gloria. Hasta a Venom le costó alcanzar la taquilla de sus antecesoras.
Otro aspecto inolvidable es la avalancha de musicales que recibimos en los últimos 12 meses. Los mexicanos todavía coreábamos las canciones de Wonka (o al menos aquellas que no son tan olvidables) cuando Chicas pesadas llegó a la cartelera. De forma mañosa, Paramount Pictures ocultó que se trataba de un musical, y aunque el impacto fue nulo a comparación del éxito de 2024, muchos ya desearíamos sus $100 millones de dólares recaudados.
Algo curioso ocurrió con Guasón 2: Folie à Deux, pues a semanas del estreno nadie parecía tener claro si era un musical o no. Lady Gaga lo negó, Todd Phillips (director) lo confirmó, y el mundo entero lo odió. Vaya diferencia con Wicked, cuyas canciones hicieron de algunas salas (y la premiere en el Auditorio Nacional) toda una fiesta. Tristemente, las canciones de Moana 2 no le llegaron a los talones a las de su antecesora. Y para cerrar el año tenemos Mufasa: El rey león, con canciones de Lin-Manuel Miranda… y la promesa de arruinar lo que conocíamos sobre el padre de Simba.
Para los amantes del terror, Desaparecer por completo demostró que el cine mexicano podría ofrecer propuestas muy originales. Un Tarot de la muerte se encargó de llenar la pantalla con sangre, y Lupita Nyong’o (con un gato) se enfrentó al primer día de la invasión en Un lugar en silencio: Día uno. Nicolas Cage se convirtió en Longlegs, y Sonríe 2 nos demostró que las maldiciones también acechan a las cantantes. Incluso la saga Alien revivió con éxito. Ojalá MaXXXine hubiera corrido con la misma suerte.
México fue el país seleccionado para grandes eventos, y no necesariamente por esa “regla” que relaciona las visitas de los actores con una terrible calidad. En realidad, es porque nuestro país se ha convertido en una de las economías más importantes para la industria hollywoodense. El elenco de Duna: Parte dos provocó gritos, lágrimas (y malas preguntas del programa Venga la alegría) en su visita al Auditorio Nacional de la Ciudad de México. Timothée Chalamet nos habló de futbol, se puso la playera de la Selección Mexicana y reafirmó por qué es uno de los favoritos del público.
Otras producciones siguieron los pasos de Duna: Parte dos, y así recibimos a los elencos de Furiosa: De la saga Mad Max, Bad Boys: Hasta la muerte, Beetlejuice Beetlejuice, Venom: El último baile y Wicked (al grito de ¡Ariana, hermana, ya eres mexicana!). Hasta Aaron Taylor-Johnson quiso cerrar el año en México, pues vino para presentar Kraven El Cazador, robarle suspiros a más de uno y despertar bajas pasiones en redes.
Por primera vez, la Comic-Con Experience (CCXP) celebró una de sus ediciones en México. Miles de fans se dieron cita para presumir su cosplay, comprar coleccionables, escuchar a sus artistas favoritos de cerca y sentirse parte de una comunidad. Sydney Sweeney promocionó Inmaculada, su más reciente película de terror. Los organizadores quedaron fascinados y ya anticipan una un espectacular regreso en 2025.
El Festival Internacional de Cine de Morelia también nos dejó otra edición para recordar. Nos visitaron Alfonso Cuarón, Rodrigo Prieto y hasta el enorme Francis Ford Coppola. Este último presentó Megalópolis, la vapuleada película que durante décadas quiso hacer y por fin lo logró. Es cierto que dicho título dejó a los espectadores confundidos, pero no tanto como los que se preguntaron qué demonios hacía la polémica Emilia Pérez (con su fallida representación de México) en el festival. Esperemos que, en 2025, más y más estrellas quieran visitar el país y no teman a los reporteros y conductores de Venga la alegría.
Fue un gran año para quienes gozan del cine mexicano y todas sus propuestas. José Eduardo Derbez consiguió su primer protagónico. Fiona Palomo y Alfonso Dosal nos estremecieron con Un actor malo, Osvaldo Benavides (sí, Nandito de María la del barrio) debutó como director con Noche de bodas, mientras que Rodrigo Prieto hizo lo mismo, pero con un clásico como Pedro Páramo. Firma aquí nos enseñó que el amor no debe ser perfecto, y Casi el paraíso convirtió al primer best seller mexicano en una película muy interesante. La querida Ana Serradilla también volvió, esta vez con una comedia sobre dos inseminaciones mal realizadas (Una pequeña confusión).
Isaac Ezban volvió a mezclar la fantasía, el horror y el drama familiar con Párvulos: Hijos del apocalipsis. Sujo, de Astrid Rondero y Fernanda Valadez emprendió el camino rumbo al Óscar, y Alonso Ruizpalacios impactó al público con La cocina, que lo llevó a conseguir una nominación en los Independent Spirit Awards. El ganador, al menos en cuanto a taquilla se refiere, fue Adrián Uribe con El candidato honesto. Esta es apenas la tercera película mexicana que supera los $100 millones de pesos (MDP) desde 2020.
Muchos podrán quejarse de Televisa a través de todos los medios posibles. Pero eso no evitó que La casa de los famosos México llegara a la conversación cinematográfica. A alguien se le ocurrió que la final de la segunda temporada se transmitiera en el cine, y los resultados fueron inquietantes: $1.97 MDP. Quizá a algunos no les parezca mucho, pero es más de lo que recaudaron 60 estrenos nacionales en todo el año. Muchos actores, analistas de la industria y directores sintieron más miedo con dicho dato que con Longlegs: Coleccionista de almas, Sonríe 2, o el acento de Selena Gomez en Emilia Pérez.
El año también será recordado por hacernos llorar… y mucho. Fue demoledor ver cómo Zac Efron perdió a casi toda su familia en Garra de hierro. Blake Lively y Justin Baldoni por poco y se avientan hasta los floreros en la filmación de Romper el círculo, pero vaya que conmovieron a millones de espectadores con la relación tóxica de sus personajes.
Muchos se identificaron con Demi Moore en La sustancia y su crisis frente al espejo. Otros tantos lloraron como bebés con la viudez de Andrew Garfield en El tiempo que tenemos. Pero si de “lágrimas sabrosas” hablamos, nada como el primer vuelo de Brillo en Robot salvaje o el primer abrazo de Elphaba y Glinda en Wicked. ¿Acaso no se siente bien dejar fluir nuestras emociones con un buen puño de palomitas como acompañamiento?
Ha llegado el momento de despedir el 2024, pero no podemos hacerlo sin mencionar todas esas propuestas que, sin esperarlo, se ganaron un lugar destacado. Ahí rondan un sanguinario payaso que rompió récords sin un gran distribuidor, Demi Moore con la actuación de su vida, Longlegs y su brillante marketing, Sydney Sweeney y Glen Powell derramando miel en Con todos menos contigo, y hasta Hugh Grant como un hereje perturbador.
¡Adiós, 2024! Y como dijeran en esa película que tiene tan en boga a Eugenio Derbez: ¡Hasta nos duele esa p*nche parte del cuerpo nada más de acordarnos de ti!
Juan José Cruz. Soy de los que siempre defendió a Robert Pattinson como Batman y puede ver la misma película en el cine hasta 7 veces. ¿Mi gusto culposo? El cine de terror de bajo presupuesto.
ues de anuncios individuales.
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Actualidad
Wicked deslumbra México: Ariana Grande, Cynthia Erivo y un mágico estreno en el Auditorio Nacional
La magia del mundo de Oz llegó a México con la espectacular premiere de la película Wicked en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México. El evento, que se llevó a cabo el 11 de noviembre de 2024, reunió a fanáticos del musical y a destacadas personalidades del espectáculo, convirtiendo la alfombra amarilla en un desfile de talento y glamour.
Una alfombra amarilla llena de estrellas
La alfombra amarilla, decorada con elementos inspirados en el mágico mundo de Oz, recibió a las estrellas principales de la película. Ariana Grande, quien interpreta a Glinda, deslumbró con un vestido blanco que evocaba la elegancia de su personaje. Por su parte, Cynthia Erivo, en el papel de Elphaba, conquistó a los presentes con su energía y cercanía, firmando autógrafos y compartiendo momentos con los asistentes.
Jonathan Bailey, quien interpreta a Fiyero, también estuvo presente, añadiendo un toque de encanto británico al evento. Los actores se mostraron emocionados por la calurosa recepción del público mexicano, quienes abarrotaron el Auditorio Nacional desde tempranas horas.
Celebridades mexicanas y un toque de nostalgia
El evento contó con la presencia de Danna Paola y Ceci de la Cueva, quienes dejaron su huella en la versión teatral de Wicked en México. Ambas actrices expresaron su orgullo por formar parte de este proyecto, con Danna Paola prestando su voz para la versión en español de Elphaba. La cantante tuvo un emotivo encuentro con Ariana Grande, quien elogió su interpretación con las palabras: “Suenas hermoso”.
Un evento para la historia
La premiere no estuvo exenta de momentos de emoción. La multitudinaria asistencia generó momentos de caos cuando algunos fanáticos cruzaron las vallas de seguridad en su afán por acercarse a las estrellas. A pesar de ello, el evento se desarrolló con éxito, dejando a los asistentes con la promesa de una película que estará a la altura de las expectativas.
El impacto cultural de Wicked en México
Wicked no solo ha sido un fenómeno en Broadway, sino que ha dejado una profunda huella en México a través de sus adaptaciones teatrales. Ahora, con su salto al cine, la historia de Elphaba y Glinda promete conquistar una nueva generación de fanáticos.
Con una dirección magistral de Jon M. Chu y actuaciones memorables, Wicked se perfila como uno de los estrenos más importantes del año, y México tuvo el privilegio de ser parte de este mágico viaje.
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