Cine y Tv
Roma y la memoria épica de Eugenio Caballero
Colonia Roma, delegación Cuauhtémoc, inicios de los 70. El señor de los camotes transita por las calles con nombres de urbes del interior de la República: ciudades en donde, se dice, el fundador del barrio habría tenido éxito con la gira de su circo a principios del siglo XX. Una banda de guerra también hace su recorrido a paso marchado, abriéndose camino entre las filas de coches Volkswagen estacionados en cada flanco. Las paredes externas de varias casas tienen pósters que incitan a votar por Luis Echeverría para la presidencia del país, mientras que las internas aún lucen algunos de los “México68” psicodélicos de Lance Wyman. En el cruce de las avenidas Insurgentes y Baja California, mientras tanto, se alza el cine Las Américas, con su dulcería y su puesto de revistas, donde se leen títulos como Audaz, Caballero, èl…
Tal era la ciudad que evocaban el director Alfonso Cuarón y el diseñador de producción Eugenio Caballero en aquellas primeras pláticas de las que germinaría la película Roma: charlas sobre su infancia, que a su vez los lanzarían a un recorrido por la capital para hallar una forma de traer esas imágenes de vuelta a toda costa. Cuarón, por un lado, recordaba su vida en la casa de la calle Tepeji, en la que vivió con su madre, sus tres hermanos y su nana de origen mixteco, Libo. Dichas memorias, por otro, despertaban inevitablemente las de Caballero, quien, con unos años de diferencia, pasó buena parte de su niñez a unas tres cuadras de ahí, en la calle de Quintana Roo, donde estaba la casa de sus abuelos.
“La película surgió de conversaciones”, nos dijo el diseñador de producción. “Ésta era una de las cosas que más me gustaba. Ni siquiera habíamos visto imágenes: Alfonso me hablaba de sus recuerdos y esa era mi guía. A partir de ahí hicimos una investigación extensísima”.
Roma acabaría por formarse en un 90% de las memorias de Cuarón, tras años de permanecer como una semilla. Es la película que el director mexicano había querido filmar después de Niños del hombre (2006); sin embargo, situaciones personales le impidieron hacerlo en ese momento. “Quizá fue lo mejor”, dijo el director, al presentar pietaje exclusivo a medios mexicanos antes de irse a los festivales de Toronto, Venecia y Telluride. “Porque necesitaba este tiempo para madurarla”.
Por una década, Roma se mantuvo como una ilusión: la de contar una historia centrada en su niñez, especialmente en el papel que jugó Libo, como una suerte de madre sustituta. Cuando llegó el momento oportuno, el proceso de preproducción fue muy distinto al de sus cintas pasadas: lo relevante, esta vez, no era la anécdota de los personajes ni el relato en sí, sino la recuperación de la esencia de las memorias y de los espacios. “Hablábamos de a qué escuela habíamos ido, cosas así”, nos dijo Caballero, quien no vio el guion sino hasta que estaban a punto de filmar, con muchas de las locaciones ya construidas y ambientadas. “Nació prácticamente de las memorias”.
La recreación detallada y fiel de ese pasado personal, sin embargo, no tardó en convertirse en una epopeya. Roma calca la cotidianidad de un hogar entre 1970 y 1971, pero no puede hacerlo sin recuperar a toda una nación. Porque la memoria de un niño es la de una familia, y la de una familia es la de una ciudad, y la de una ciudad es la de un país.
La superproducción de lo íntimo
En su camino como cineasta, Alfonso Cuarón ha trabajado principalmente fuera de México. Roma es la primera producción mexicana que dirige desde Y tú mamá también (2001), el roadtrip que, después de lo que él consideró el fracaso de su adaptación de Grandes esperanzas, lo reencontró consigo mismo como autor. Este regreso cinematográfico, por el contrario, sucede después de una consolidación en el panorama de Hollywood: su Oscar a Mejor director por Gravedad. ¿Qué seguía? Traer a su país natal la espectacularidad realista por la que es conocido.
“Algo que me daba ilusión y que pensaba cada vez más mientras hacía Gravedad”, reveló Cuarón, “era que quería tomar las herramientas que había tenido el privilegio de usar en grandes producciones para tenerlas al servicio de otro tipo de historia. Para mí fue un reto mayor que Gravedad, porque en ésa era una cuestión de imaginación y mucha investigación. Acá yo conocía cada detalle de las cosas que quería reproducir”.
Con sus altos valores de producción y obsesión por el detalle, Roma revive el pasado de la misma forma en que solemos revisitar nuestros recuerdos más atesorados: a escala épica y precisa, sin importar si son muy personales o “pequeños”. Fue rodada en 65 milímetros, los efectos visuales –extensión de cielos y sets– fueron hechos por MPC (empresa que hizo los efectos de El libro de la selva), el trabajo en blanco y negro se hizo en Technicolor y la mezcla del sonido se realizó con la tecnología Dolby Atmos, con la que Cuarón hizo sonar el vacío del espacio en 2013. “Fue el sonido más complejo que he hecho. Se mezcló en el doble de tiempo que Gravedad. Queríamos recuperar la esencia sonora de la ciudad. La idea era no estar satisfechos hasta que incluso pudiéramos sentir los olores”, nos dijo.
Los lugares, sin embargo, representaron el mayor reto y triunfo: aquello que convierte a la cinta en una verdadera máquina del tiempo. En un principio, tanto Cuarón como Caballero querían rodar todo en espacios reales, pero pronto se dieron cuenta de que era imposible. “Han pasado 50 años y la ciudad tiene otro rostro”, nos dijo el diseñador de producción. “Sucedió el terremoto del 85 y es como si en los 70 hubiéramos querido encontrar la ciudad de los años 20. Nos dimos cuenta de que si queríamos hacer una recreación meticulosa, íbamos a tener que construir desde cero algunos”.
Entre las locaciones reales que fueron modificadas se encuentran la Calzada México-Tacuba –donde recrearon parte de la matanza de Corpus Christi y reconstruyeron una mueblería que existía ahí–; una bodega olvidada del Centro Médico en donde se recreó un piso del hospital; así como la calle de Tepeji, donde recubrieron muchas fachadas e hicieron un pequeño cambio: para las secuencias que suceden en el exterior de la casa, decidieron no filmar el número 21, donde vivió Cuarón, sino la casa de enfrente (a la que transformaron por fuera), pues tenía mejor luz.
Por otro lado, el cruce de las avenidas Insurgentes y Baja California –donde Libo (Yalitza Aparicio) apresura el paso en una de las escenas más icónicas–, sí fue construido en su totalidad en Vallejo: con su Banca Serfín, su cine Las Américas, sus taxis de época. Este set, “el más grande” en el que ha trabajado Cuarón según sus propias palabras, medía 200 metros y abarcaba dos cuadras enteras. «Nos dimos cuenta de que no había dónde rodar las grandes avenidas. Incluso aunque hubiera cosas en esa avenida que hoy se acercaran un poco a lo que fue en los 70, había que modificar todo en una gran proporción y también hubiéramos tenido que cerrarla y meter todos los vehículos de época. Tener todo demasiado controlado. Construimos el set también por practicidad», dijo Caballero.
No obstante, el set más complejo y representativo del realismo obsesivo fue la casa, una réplica exacta de aquella en la que crecieron los Cuarón. Aunque el cineasta buscó fidelidad total a las memorias de su niñez, la producción no pudo filmar en los interiores del inmueble real en Tepeji, pues no existían las condiciones propicias. En su lugar se acondicionó una casa de la colonia Narvarte a punto de ser demolida: se modificó su estructura con unas ranuras en el techo rumbo a la azotea y se colocaron paredes movibles que, cual guillotinas, se desplazaban con contrapesos de arriba a abajo en unos rieles. “Era una maquinita para hacer cine, donde podíamos iluminar como queríamos y meter la cámara para tener distintos puntos de perspectiva dentro. Queríamos tener la sensación de ladrillo que no te da un foro”, dijo Caballero. Según el diseñador de producción, esto también facilitó el trabajo de Alfonso Cuarón, quien además fotografió la cinta junto con el joven talento, Galo Olivares (El vigilante), debido a que Emmanuel Lubezki no contó con disponibilidad. Su visión de planos secuencias y tomas abiertas siempre exigió recreaciones perfectas de los espacios, pues todo quedaba a cuadro.
Para realizar las escenas de la azotea, sin embargo, el equipo de producción tuvo que recurrir a otra locación. «Vimos fácil 200 azoteas hasta dar con la que usamos», comentó Caballero. «El panorama que se ve, de tendederos y ropa secándose, fue recreado con CGI, el paisaje urbano ha cambiado tanto. ¡Todos los tinacos ya son de PVC!».
Juguetes, marcas de productos y demás objetos de la época fueron recreados por el equipo de arte –algunos con modificaciones en su color y brillo para que lucieran más en el blanco y negro–, pero otros fueron auténticos. El 80% de los muebles son los mismos que existían en la casa de Cuarón, recuperados después de que fueron diseminados por la familia en cinco estados de la República. “Hubo un trabajo de cierta forma arqueológico”, reveló Caballero. “Además mandamos a hacer las mismas losetas pintadas a mano. Todas las del patio las pusimos nosotros”.
La exactitud incluso se extendió a los actores que interpretaron a la familia, idénticos a los miembros reales. “Un día recreé una foto familiar con el elenco y se la enseñé a mis hermanos», platicó Cuarón en aquella reunión con medios mexicanos. «Al principio ellos pensaron que era la misma foto que ya conocían, no se dieron cuenta de que estaban viendo a actores y no a ellos mismos».
«Para nuestros amigos de producción [el rodaje] fue algo más que un reto, fue algo insoportable, yo creo”, bromeó el director.
Ciudad de contrastes
Roma habla de la relación de los individuos con su contexto: con los espacios y la historia que les toca habitar a lo largo de su vida. En este sentido, los lugares que más han definido a Eugenio Caballero tienen que ver con su infancia y con sus primeros pasos como diseñador de producción: «Son la Roma y la Condesa, porque ahí crecí y de alguna forma desarrollé mi carrera profesional. Pero también el Centro Histórico, que resuena profundamente con muchos de mis recuerdos. Lo que a mí me gusta de Roma es que de alguna forma conecta con algo que siento hacia la Ciudad de México, con todo y sus problemas y contrastes».
En el recorrido que hiciera con Cuarón, Eugenio Caballero descubrió a una ciudad muy distinta, aunque con los mismos vicios. «Nos encontramos con una ciudad caótica. Con un México aun muy bello y de tradición, pero con una ciudad cada vez más peligrosa. Con los mismos problemas planteados en la película, la manipulación política, los contrastes, el clasismo».
Roma revive una ciudad y un país que ya no existen, pero que en esencia son los mismos. “Es impresionante ver que las cosas no cambian”, coincidió Cuarón. “Y me refiero a las dos partes de un país y de sus familias: a la amorosa y a las llagas que también pueden dejar”. Hay belleza y caos, manipulación política y lucidez, machismo y mujeres que inspiran, esperanza y represión a estudiantes. Roma trae de vuelta un pasado que sigue existiendo, bailando eternamente sobre esos dos elementos cuya tensión constante da forma a nuestro tejido social: soledad y solidaridad.
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en este documental, un hipopótamo narra la crisis ambiental provocada por Pablo Escobar
Desde mediados de la década de los 80, Colombia enfrenta una peculiar crisis ambiental. Resulta que, un día, al conocido narcotraficante Pablo Escobar se le ocurrió que, en su zoológico privado, ubicado dentro de la finca apodada como Casa Nápoles, faltaban ejemplares de una especie: hipopótamos. Así, mandó traer a su tierra, primero desde África y después desde Estados Unidos, a cuatro de estos animales. Lo que él no imaginaba era que dos de ellos escaparían de la finca y se reproducirían, iniciando una sobrepoblación incontrolable.
Hoy ya son más de 170 hipopótamos los que rondan por el territorio colombiano, y la realidad es que su estancia en la región preocupa no sólo por el bienestar de los pobladores de las áreas cercanas al río Magdalena, donde los animales prefieren estar, sino porque no se tienen los recursos necesarios para que vivan ahí. Ante las llamadas a la acción, las autoridades no escuchan. Y los migrantes de cuatro patas y grandes mandíbulas siguen ahí. Ese es su nuevo hogar, aunque no lo hayan elegido.
Si bien la situación no se ha atendido de la debida forma, en 2007 sucedió algo que puso la problemática bajo el foco público, pues un grupo de cazadores asesinó a uno de estos hipopótamos traficados para satisfacer una personalidad estrafalaria. La prensa se encargó de darle un nombre al animal: Pepe.
El cineasta dominicano Nelson Carlo de los Santos Arias se enteró de esta historia y se puso manos a la obra para trasladarla a la pantalla. El resultado es en partes iguales una sátira del capitalismo y de los absurdos de las excentricidades, además de un ejercicio de estilo que derriba las barreras entre el documental y la ficción. Todo mientras el tenaz Pepe nos narra su travesía mediante voz en off.
En entrevista, el director del documental Pepe nos cuenta cuáles fueron las decisiones que informaron su cinta.
El documental tiene esta escena en la que vemos un letrero de la Casa Nápoles que, de manera muy irónica, dice: “Por favor, no alimentar a los animales. Protejamos a los animales”. Pero creo que, si algo no estaba haciendo Pablo Escobar, al mandar traer estos animales (para su finca), por su excentricidad, es protegerlos. ¿Siempre fue tu intención manejar este tono irónico para retratar otro aspecto del ambientalismo?
Sí, entiendo la pregunta. Yo creo que, como latinoamericanos, nuestras realidades están llenas de ironías y de absurdos. Entonces, creo que mi trabajo, a veces, como realizador, a lo mejor se puede simplificar en decir: hay que ver una situación, una historia, un personaje, digamos, [y preguntarnos] qué emociones o qué figuras literarias o poéticas se construyen desde allí.
Yo creo que hay algo absurdo directamente en el origen de esta historia, porque Pablo Escobar yo creo que sería el primero que marca esa cultura de la excentricidad en los narcotraficantes, que de alguna u otra forma es otra cara del capitalismo puro y duro, y que también ejerce el Estado o sus élites políticas. Creo que el contrabando es el [lado] negativo del poder político económico de nuestros países desde la colonia. Entonces, esas historias de dominaciones son absurdas porque acaparan las vidas de las personas de una forma arbitraria, esa forma arbitraria de dominación.
A veces, nosotros los latinoamericanos hemos aprendido a reírnos sobre eso, pero nuestros ancestros africanos en el Caribe nos enseñaron a reírnos cuando realmente llorábamos. Al cambiar el llanto por la risa, [todo] se complejizaba. Entonces, para mí, por eso el humor es tan importante, porque es una forma de resistencia, de asumir el absurdo de las dominaciones.
Tengo entendido que una parte de la idea para esta película vino cuando tú en 2007 supiste, a través del trabajo de Camilo Restrepo (afamado artista visual colombiano), de un animal que asesinaron en el río Magdalena. Desde que te enteraste de este incidente, ¿qué tanto cambió tu idea para llegar a lo que vemos en pantalla? Y, por otra parte, ¿qué tanto acercamiento tuviste con Camilo para trabajar en esta película?
En realidad, Camilo no trabaja en la película, sino que cuando yo terminé una película que se llama Cocote (2017), terminé muy cansado. Yo siempre quise ir a Colombia. Tenía algunos amigos ahí y en distintas ciudades, y como no tenía el dinero para andar en hoteles y cosas así, me quedaba donde los amigos. Entonces me quedé en la casa de Camilo cuando conocí Medellín. Él tenía una escultura [de Pepe] en su sala y me contó la historia como salió en los periódicos, [o en internet]. Bastaba simplemente buscarlo y salían distintas cuestiones.
Pero cuando él me lo cuenta, tiene un error. Tiene un error biológico en su relato, porque él me dice que cuando un hipopótamo se pelea con el dominador –o sea, con el alfa– y pierde, él debe irse de la manada para encontrar otra. Lo exilian. Y lo que le pasó a este hipopótamo es que se fue exiliado en busca de otra manada sin saber que no existe, porque él no está en el continente africano, está en el continente americano. Pero cuando yo comienzo a investigar, me doy cuenta de que [lo que dijo Camilo] no es verdad, que en realidad los hipopótamos machos, cuando pierden la pelea, se van con una hembra y así es que ellos se expanden en el territorio. Entonces, así se van multiplicando. Eso es una idea completamente diferente. Es el crecimiento de una población desplazada que llega a través de un secuestro, ¿no? Como pasó con migrantes africanos o árabes, con plantas, vacas, burros o caballos.
Ese error biológico fue lo que me despertó. (…) Empecé a pensar en todas esas personas que han muerto en este continente sin saber realmente dónde estaban, por todas estas migraciones y la construcción de este mundo occidental que tenemos, que tiene su base en la colonización del continente americano. Luego ellos se van a expandir al mundo, pero digamos que hay una conquista de la América que va a marcar la pauta de dominación que hoy conocemos.
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¿Qué te atrae de la docuficción para contar este tipo de historias? ¿Por qué decidiste que tenía que ser una docuficción?
Comencé a estudiar cine formalmente cuando tenía 20 años, aunque ya a los 17 o 18 hacía cortos. Me gané una beca y me fui a estudiar a Buenos Aires porque en Dominicana no había escuela de cine. Para nuestra generación, la docuficción era lo peor que se podía decir porque la docuficción era un modelo mainstream de la televisión norteamericana. Me he dado cuenta de que no participo tanto del mundo del cine. Más bien, cuando hago una película, salgo a los festivales y veo lo que está pasando y todo eso. Pero en mi vida normal, aunque veo un montón de películas, estoy en otro mundo, casi no tengo amigos en el cine, para que tú entiendas.
Entonces, ahora que volví a salir al mundo con esta película, me encontré con que la palabra “docuficción” se había normalizado. Para mí, era un insulto decir que una película era una docuficción porque implicaba una cosa horrible de la televisión norteamericana de los 90 o principios de los 2000. Yo diría que, más que una docuficción –que, por Dios, no quisiera hacer nunca–, lo que realmente estoy haciendo es una ficción. Ante todo, mi película se constituye como una ficción, porque una definición rápida de ficción, digamos, es todo aquello que construye un verosímil en sí mismo, ¿verdad?
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Hay una discusión muy vieja de Godard en la cual todo es ficción y todo es documental al mismo tiempo. Y en todo caso, cuando uno filma algo, la imagen en sí misma guarda esa particularidad. (…) Te voy a poner un ejemplo: una imagen siempre es ficción y siempre es documental porque, cuando estamos filmando a un actor, estamos filmando al personaje de la película, pero también estamos filmando al actor que hace de ese personaje. Otro ejemplo es cómo se da el problema del tiempo en el cine. En el cine se da al mismo tiempo un tiempo que es directo, que es el tiempo de la toma, y también un tiempo que es construido en el montaje. El cine en sí mismo, o la imagen del cine o ese lenguaje al que nosotros llamamos cine, ya es un lenguaje que es un mutante que lleva en sí mismo dualidades, en vez de ser dicotómico. La docuficción lo vuelve dicotómico cuando en realidad hay una dualidad en la imagen en la que uno puede abrazar ese documento que se está pensando y, al mismo tiempo, se está creando una fábula, como en el caso de Pepe.
Otra de las conversaciones que creo que se pueden abrir con tu película es con respecto a las palabras y los idiomas. Me gusta mucho cómo Pepe comienza su viaje hablando en otro idioma, pero cuando ya está en Colombia, en otros pasajes de su vida, nos habla en español. ¿Cómo fue para ti difuminar esas líneas en el idioma?
Mira, yo vengo de un territorio muy oral, ¿no? Del Caribe. Tal vez ya no lo tengo tan marcado porque tengo la mitad de mi vida viviendo fuera, y la verdad es que cuando uno vive fuera, sobre todo en otros países hispanohablantes, uno se adapta una forma en la que nos podemos comunicar. Pero digo, el castellano dominicano es un castellano bastante lejos de la regla. Es algo que, por ejemplo, tú y yo podemos ir a un barrio y, a pesar de que yo te estoy hablando así, yo entiendo perfectamente todo lo que está pasando y tú no vas a entender absolutamente nada.
Entonces, la oralidad en el Caribe es maravillosa, porque la oralidad del Caribe es casi un créole. Es un créole y la invención del humor en el Caribe es la destrucción del lenguaje como nosotros lo conocemos. Es todo lo contrario a Colombia y México, que tienen un castellano bastante cercano a la regla. En el Caribe se destruyen las lenguas coloniales. Por ejemplo, en el Caribe francés directamente hay un créole.
Para mí, la oralidad con la cual yo trabajo es mi inspiración para pensar en el montaje. Cuando pienso en el montaje o en la idea de hacer significación en el montaje, no pienso en reglas narrativas. La oralidad caribeña, loca, disruptora, fuera de las reglas, es más inspiradora para mí que el arco del héroe.
Eso lo tomo de un gran pensador caribeño, para quien la oralidad no se contenta simplemente con describir los paisajes, sino que los construye al mismo tiempo. Por eso quise que Pepe abordara todos esos lenguajes que intervienen en ese hecho histórico. Entonces, él comienza hablando en Bukushu, que es el lenguaje predominante del río Cabango. Luego habla afrikáans. Afrikáans es una creolización del holandés con palabras bantúes. Se le habla afrikáans porque es el idioma que en ese territorio que hoy conocemos como Namibia fue el idioma del opresor y el que realmente colonizó a la mayoría de las tribus ahí. Y evidentemente, habla español o castellano porque llega a una América hispana.
Para mí, Pepe tenía que tener esa esquizofrenia que tiene el ser que, como todos nosotros, somos producto de un proceso de colonización.
Pepe ya está disponible en MUBI.
José Roberto Landaverde Me fascina escribir, escuchar, leer y comentar todo lo relacionado con el cine. Me encanta la música y soy fan de The Beatles, Fleetwood Mac y Paramore. Mis películas favoritas son Rocky y Back to the Future y obvio algún día subiré los “Philly Steps” y conduciré un DeLorean. Fiel creyente de que el cine es la mejor máquina teletransportadora, y también de que en la pantalla grande todos nos podemos ver representados.
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2024: Un año de musicales, sorpresas y grandes eventos
Se termina 2024, uno de los años más extraños y reveladores que la industria ha experimentado recientemente. Si bien, tuvimos los clásicos taquillazos que abarrotaron los cines (y agotaron palomeras coleccionables), también hubo fracasos que sacudieron a más de un estudio, polémicas capaces de convertir las redes sociales en un campo minado, y eventos que hicieron de este, un año inolvidable. Digamos adiós al 2024 con un repaso por aquellas películas y eventos que marcaron la agenda en los últimos meses.
Todo inició con la batalla final del llamado Barbenheimer. La temporada de premios se convirtió en el escenario perfecto para que Greta Gerwig (directora de Barbie) y Christopher Nolan (realizador de Oppenheimer) se hicieran presentes en casi todas las ceremonias de la industria. Aunque la taquilla favoreció a la muñeca, los premios le dieron la victoria al hombre que creó la bomba atómica. Entre vestidos rotos y números musicales de ensueño, Emma Stone (con su segundo Óscar) y Ryan Reynolds (interpretando I’m Just Ken) también hicieron historia.
Quienes sufrieron en la primera parte del año fueron, principalmente, Dakota Johnson y Henry Cavill. Ella se enfrentó a las burlas y los comentarios de Madame Web, pero él no se quedó atrás con la decepción de Argylle: Agente secreto. Al final, la película nos traicionó y demostró que Cavill no era el protagonista (como se vendió), pero el daño a su imagen (por un fracaso más) ya estaba hecho. Si todos los que le dan like a sus fotos sexys en redes pagaran un boleto para verlo en el cine, las cosas serían diferente.
Godzilla y Kong regresaron para partirse la cara (otra vez), asegurar otra película y dejarnos algunos memes. Melissa Barrera nos demostró en Abigail por qué su despido de Scream fue todo un error, y Zendaya no sólo montó gusanos de arena. Con Desafiantes hizo que el tenis le pareciera emocionante hasta a quienes no lo entienden.
También llegó el pánico. No, no se debió a ninguna pandemia (toquemos madera), sino a dos fracasos sorpresivos que dejaron temblando a más de uno. Por un lado, Ryan Gosling y sus increíbles stunts en Profesión peligro le importaron a muy pocos. Por el otro, Chris Hemsworth y Anya Taylor-Joy demostraron con Furiosa: De la saga Mad Max que las interacciones en redes sociales tampoco equivalen a boletos vendidos en el cine. La baja taquilla de Amigos imaginarios y El planeta de los simios: Nuevo reino también hizo que muchos se mordieran hasta la cutícula. El fin del cine como lo conocemos parecía inevitable.
O al menos eso creíamos… ya saben que los cinéfilos a veces somos un poquito dramáticos.
Will Smith regresó con otra cachetada, pero ahora con guante blanco y dirigida a todos quienes dudaron de su poder taquillero. La cuarta película de Bad Boys dio inicio a un junio de ensueño. Los cines se llenaron de gente, las palomitas y los nachos se vendieron como antes, hubo familias incómodas, salas atiborradas, empleados con cansancio y cara de pocos amigos. Todo eso que sucede cuando hay un éxito histórico.
Y sí, ese éxito histórico tiene nombre: Intensamente 2, que se convirtió en la película más taquillera en la historia de México. Entre personas que compartieron sus frustraciones con Riley o se sintieron identificados con sus ataques de ansiedad, nadie pudo escapar de dicho título.
Todos los que se alegraban por los fracasos de Marvel Studios se comieron sus palabras. Deadpool y Wolverine (su único estreno del año) arrasó en la taquilla y rompió récords para una película con clasificación para adultos. El cine basado en cómics no ofreció propuestas tan fuertes como otros años, pero aquellas que sí llegaron (Madame Web, Hellboy: The Crooked Man, Guasón 2 y Kraven El Cazador), pasaron con más pena que gloria. Hasta a Venom le costó alcanzar la taquilla de sus antecesoras.
Otro aspecto inolvidable es la avalancha de musicales que recibimos en los últimos 12 meses. Los mexicanos todavía coreábamos las canciones de Wonka (o al menos aquellas que no son tan olvidables) cuando Chicas pesadas llegó a la cartelera. De forma mañosa, Paramount Pictures ocultó que se trataba de un musical, y aunque el impacto fue nulo a comparación del éxito de 2024, muchos ya desearíamos sus $100 millones de dólares recaudados.
Algo curioso ocurrió con Guasón 2: Folie à Deux, pues a semanas del estreno nadie parecía tener claro si era un musical o no. Lady Gaga lo negó, Todd Phillips (director) lo confirmó, y el mundo entero lo odió. Vaya diferencia con Wicked, cuyas canciones hicieron de algunas salas (y la premiere en el Auditorio Nacional) toda una fiesta. Tristemente, las canciones de Moana 2 no le llegaron a los talones a las de su antecesora. Y para cerrar el año tenemos Mufasa: El rey león, con canciones de Lin-Manuel Miranda… y la promesa de arruinar lo que conocíamos sobre el padre de Simba.
Para los amantes del terror, Desaparecer por completo demostró que el cine mexicano podría ofrecer propuestas muy originales. Un Tarot de la muerte se encargó de llenar la pantalla con sangre, y Lupita Nyong’o (con un gato) se enfrentó al primer día de la invasión en Un lugar en silencio: Día uno. Nicolas Cage se convirtió en Longlegs, y Sonríe 2 nos demostró que las maldiciones también acechan a las cantantes. Incluso la saga Alien revivió con éxito. Ojalá MaXXXine hubiera corrido con la misma suerte.
México fue el país seleccionado para grandes eventos, y no necesariamente por esa “regla” que relaciona las visitas de los actores con una terrible calidad. En realidad, es porque nuestro país se ha convertido en una de las economías más importantes para la industria hollywoodense. El elenco de Duna: Parte dos provocó gritos, lágrimas (y malas preguntas del programa Venga la alegría) en su visita al Auditorio Nacional de la Ciudad de México. Timothée Chalamet nos habló de futbol, se puso la playera de la Selección Mexicana y reafirmó por qué es uno de los favoritos del público.
Otras producciones siguieron los pasos de Duna: Parte dos, y así recibimos a los elencos de Furiosa: De la saga Mad Max, Bad Boys: Hasta la muerte, Beetlejuice Beetlejuice, Venom: El último baile y Wicked (al grito de ¡Ariana, hermana, ya eres mexicana!). Hasta Aaron Taylor-Johnson quiso cerrar el año en México, pues vino para presentar Kraven El Cazador, robarle suspiros a más de uno y despertar bajas pasiones en redes.
Por primera vez, la Comic-Con Experience (CCXP) celebró una de sus ediciones en México. Miles de fans se dieron cita para presumir su cosplay, comprar coleccionables, escuchar a sus artistas favoritos de cerca y sentirse parte de una comunidad. Sydney Sweeney promocionó Inmaculada, su más reciente película de terror. Los organizadores quedaron fascinados y ya anticipan una un espectacular regreso en 2025.
El Festival Internacional de Cine de Morelia también nos dejó otra edición para recordar. Nos visitaron Alfonso Cuarón, Rodrigo Prieto y hasta el enorme Francis Ford Coppola. Este último presentó Megalópolis, la vapuleada película que durante décadas quiso hacer y por fin lo logró. Es cierto que dicho título dejó a los espectadores confundidos, pero no tanto como los que se preguntaron qué demonios hacía la polémica Emilia Pérez (con su fallida representación de México) en el festival. Esperemos que, en 2025, más y más estrellas quieran visitar el país y no teman a los reporteros y conductores de Venga la alegría.
Fue un gran año para quienes gozan del cine mexicano y todas sus propuestas. José Eduardo Derbez consiguió su primer protagónico. Fiona Palomo y Alfonso Dosal nos estremecieron con Un actor malo, Osvaldo Benavides (sí, Nandito de María la del barrio) debutó como director con Noche de bodas, mientras que Rodrigo Prieto hizo lo mismo, pero con un clásico como Pedro Páramo. Firma aquí nos enseñó que el amor no debe ser perfecto, y Casi el paraíso convirtió al primer best seller mexicano en una película muy interesante. La querida Ana Serradilla también volvió, esta vez con una comedia sobre dos inseminaciones mal realizadas (Una pequeña confusión).
Isaac Ezban volvió a mezclar la fantasía, el horror y el drama familiar con Párvulos: Hijos del apocalipsis. Sujo, de Astrid Rondero y Fernanda Valadez emprendió el camino rumbo al Óscar, y Alonso Ruizpalacios impactó al público con La cocina, que lo llevó a conseguir una nominación en los Independent Spirit Awards. El ganador, al menos en cuanto a taquilla se refiere, fue Adrián Uribe con El candidato honesto. Esta es apenas la tercera película mexicana que supera los $100 millones de pesos (MDP) desde 2020.
Muchos podrán quejarse de Televisa a través de todos los medios posibles. Pero eso no evitó que La casa de los famosos México llegara a la conversación cinematográfica. A alguien se le ocurrió que la final de la segunda temporada se transmitiera en el cine, y los resultados fueron inquietantes: $1.97 MDP. Quizá a algunos no les parezca mucho, pero es más de lo que recaudaron 60 estrenos nacionales en todo el año. Muchos actores, analistas de la industria y directores sintieron más miedo con dicho dato que con Longlegs: Coleccionista de almas, Sonríe 2, o el acento de Selena Gomez en Emilia Pérez.
El año también será recordado por hacernos llorar… y mucho. Fue demoledor ver cómo Zac Efron perdió a casi toda su familia en Garra de hierro. Blake Lively y Justin Baldoni por poco y se avientan hasta los floreros en la filmación de Romper el círculo, pero vaya que conmovieron a millones de espectadores con la relación tóxica de sus personajes.
Muchos se identificaron con Demi Moore en La sustancia y su crisis frente al espejo. Otros tantos lloraron como bebés con la viudez de Andrew Garfield en El tiempo que tenemos. Pero si de “lágrimas sabrosas” hablamos, nada como el primer vuelo de Brillo en Robot salvaje o el primer abrazo de Elphaba y Glinda en Wicked. ¿Acaso no se siente bien dejar fluir nuestras emociones con un buen puño de palomitas como acompañamiento?
Ha llegado el momento de despedir el 2024, pero no podemos hacerlo sin mencionar todas esas propuestas que, sin esperarlo, se ganaron un lugar destacado. Ahí rondan un sanguinario payaso que rompió récords sin un gran distribuidor, Demi Moore con la actuación de su vida, Longlegs y su brillante marketing, Sydney Sweeney y Glen Powell derramando miel en Con todos menos contigo, y hasta Hugh Grant como un hereje perturbador.
¡Adiós, 2024! Y como dijeran en esa película que tiene tan en boga a Eugenio Derbez: ¡Hasta nos duele esa p*nche parte del cuerpo nada más de acordarnos de ti!
Juan José Cruz. Soy de los que siempre defendió a Robert Pattinson como Batman y puede ver la misma película en el cine hasta 7 veces. ¿Mi gusto culposo? El cine de terror de bajo presupuesto.
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Actualidad
Wicked deslumbra México: Ariana Grande, Cynthia Erivo y un mágico estreno en el Auditorio Nacional
La magia del mundo de Oz llegó a México con la espectacular premiere de la película Wicked en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México. El evento, que se llevó a cabo el 11 de noviembre de 2024, reunió a fanáticos del musical y a destacadas personalidades del espectáculo, convirtiendo la alfombra amarilla en un desfile de talento y glamour.
Una alfombra amarilla llena de estrellas
La alfombra amarilla, decorada con elementos inspirados en el mágico mundo de Oz, recibió a las estrellas principales de la película. Ariana Grande, quien interpreta a Glinda, deslumbró con un vestido blanco que evocaba la elegancia de su personaje. Por su parte, Cynthia Erivo, en el papel de Elphaba, conquistó a los presentes con su energía y cercanía, firmando autógrafos y compartiendo momentos con los asistentes.
Jonathan Bailey, quien interpreta a Fiyero, también estuvo presente, añadiendo un toque de encanto británico al evento. Los actores se mostraron emocionados por la calurosa recepción del público mexicano, quienes abarrotaron el Auditorio Nacional desde tempranas horas.
Celebridades mexicanas y un toque de nostalgia
El evento contó con la presencia de Danna Paola y Ceci de la Cueva, quienes dejaron su huella en la versión teatral de Wicked en México. Ambas actrices expresaron su orgullo por formar parte de este proyecto, con Danna Paola prestando su voz para la versión en español de Elphaba. La cantante tuvo un emotivo encuentro con Ariana Grande, quien elogió su interpretación con las palabras: “Suenas hermoso”.
Un evento para la historia
La premiere no estuvo exenta de momentos de emoción. La multitudinaria asistencia generó momentos de caos cuando algunos fanáticos cruzaron las vallas de seguridad en su afán por acercarse a las estrellas. A pesar de ello, el evento se desarrolló con éxito, dejando a los asistentes con la promesa de una película que estará a la altura de las expectativas.
El impacto cultural de Wicked en México
Wicked no solo ha sido un fenómeno en Broadway, sino que ha dejado una profunda huella en México a través de sus adaptaciones teatrales. Ahora, con su salto al cine, la historia de Elphaba y Glinda promete conquistar una nueva generación de fanáticos.
Con una dirección magistral de Jon M. Chu y actuaciones memorables, Wicked se perfila como uno de los estrenos más importantes del año, y México tuvo el privilegio de ser parte de este mágico viaje.
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