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El rudo y el niño: una fórmula para salvar la inocencia
La fórmula del niño y el antihéroe rudo, mejor conocida con el nombre de «badass and child duo«, es uno de los tropos más populares en la ficción. La fascinación que provoca es comprensible al tratarse de dos mundos radicalmente opuestos que se cruzan hasta tornarse inseparables. Alianzas espectaculares y emotivas, que además están dotadas de una fortísima carga simbólica, pues el objetivo central de salvar al pequeño invariablemente conduce a la redención del guardián.
En la teoría, la fórmula del niño y el antihéroe rudo aplica para todos aquellos individuos cuya existencia violenta es interrumpida temporalmente para ayudar a un pequeño en una situación de peligro extremo. Tal sería el caso de Eliot Ness (Kevin Costner) y George Stone (Andy García) exponiéndose para salvar una carriola cayendo en medio de un tiroteo en la mítica secuencia de las escaleras vista en Los intocables (1987). Más impactante es cuando la fórmula es mostrada en estado puro, con personajes cuya rudeza extrema les torna mortíferos, que dejan todo atrás para centrarse en la protección de infantes con los que no guardan ningún vínculo inicial y que están dispuestos a aprovechar todas sus habilidades para alcanzar el objetivo… aun cuando esta tarea les cueste la vida.
El niño
El valor simbólico de los niños en peligro varía según las propiedades de cada narrativa. Jenny Matrix (Alyssa Milano) en Commando (1985) no es más que un macguffin que requiere ser rescatado por John Matrix (Arnold Schwarzenegger); el deceso de Will Castle (Marcus Johns) en The Punisher (2004) sirve como detonante para que Frank Castle (Thomas Jane) se convierta en un violento vigilante; la brutal revelación en torno a David (Michael Caloz) de Screamers: Asesinos cibernéticos (1995) adentra en un mundo tan corrupto que ha visto distorsionada toda su inocencia.
Los infantes de la fórmula del niño y el antihéroe rudo tienden a compartir atributos de personalidad. Se trata de pequeños cuya pureza pende de un hilo ante la posesión de alguna característica especial que es codiciada por un mundo violento que no vacilará en corromperlos para obtener un beneficio. Su fragilidad infantil es enfatizada con una serie de arquetipos de edad, género y soledad, pero también es continuamente desafiada con una fortísima personalidad, conocimientos puros sobre el bien y el mal, así como una serie de valores morales bien establecidos.
La fórmula es fundamental para entender la confianza ciega que permitirá la conexión emocional entre el niño y el badass o antihéroe rudo. Esto porque los pequeños pueden distinguir la bondad que los propios protectores consideran perdida, pero también de aceptar que la agresividad de sus métodos es necesaria para garantizar la supervivencia.
El protector
Más que simple héroes de acción, los guardianes concebidos en la fórmula del niño y el antihéroe rudo suelen ser una rama del one-man army o «ejército de una sola persona». Ambos comparten características como la soledad en el campo de batalla, las habilidades de combate que les permiten salir avante hasta de las situaciones más extremas, así como las imperfecciones propias de un pasado turbulento. La gran diferencia radica en que, mientras el one-man army tiene autorizada la búsqueda con fines egoístas, el badass en cuestión realiza un viaje que parte del individualismo a la abnegación más pura al arriesgarlo todo por un infante con el que rara vez tiene vínculo alguno.
La misión nunca es sencilla. No sólo por los villanos a vencer, sino porque la fórmula siempre dicta que el trabajo impacte de lleno la vida de un antihéroe rudo acostumbrado a la soledad y renuente a vigilar la conducta del niño acompañante como si de una niñera se tratase. Irónicamente, la personalidad del pequeño en cuestión, que tantos dolores de cabeza representa en un inicio, no sólo conquista al conflictuado adulto, sino que se gana su respeto y admiración hasta que termina viéndolo como un igual. O incluso como algo más.
Aunque el encargo suele partir de promesas materiales, la aceptación de la tarea sólo es posible porque estos antihéroes tienen propiedades ocultas que ellos mismos desconocen o que consideraban perdidas tras años de una existencia violenta. Heroicidad, nobleza e incluso una sensibilidad impropia de su rudeza que les convierte en guardianes de una inocencia en peligro, pero también en un símbolo es esperanza. El reflejo de un mundo oscuro que alcanza la redención tras abrazar una pureza al borde del abismo. Sujetos de armas tomar que centran sus esfuerzos en el resguardo de niños, ignorantes que con esto están salvándose a sí mismos.
Los mejores representantes de la fórmula del niño y el antihéroe rudo
Dick Tracy / Kid (Dick Tracy, 1990)
Los integrantes de la fórmula del niño y el antihéroe rudo no suelen tener una relación previa, por lo que es común que el adulto se refiera al pequeño simplemente como niño o chico. Tal fue el caso de Kid, un ladronzuelo cuya labor es entorpecida por el detective, quien lejos de arrestarlo, busca un modo de reconducirlo para que se convierta en un ciudadano de bien. El tropo no se cumple en su totalidad porque la misión central de Tracy no es la protección del muchacho, pero aun así funciona porque el héroe considera la salvación del pequeño como un rescate simbólico de una ciudad pervertida por el dominio de ‘Big Boy’ Caprice. El niño corresponde al ayudarle en una situación de vida o muerte, convirtiéndose así en su único apoyo cuando todo parece perdido. La relación se estrecha tanto que ambos terminan integrando una familia al lado de Tess Trueheart, pareja sentimental del personaje titular y con el redimido pillo adoptando el nombre de Dick Tracy Jr.
Robert ‘Butch’ Haynes / Philip Perry (Un mundo perfecto, 1993)
Otra versión modificada surgida de dos reos que escapan de prisión y toman a un niño como rehén y que empieza a tomar forma cuando uno de ellos, ‘Butch’ Haynes, mata al otro para evitar que haga daño al pequeño. Un crimen que se vuelve considerablemente más complejo cuando la autoridad que toma el caso rememora el pasado del delincuente, quien fuera maltratado por su padre hasta que encontró refugio en el encierro de la cárcel. El sujeto no tiene la mínima intención de dañar al chico, pero se ve obligado a huir para garantizar su propia seguridad; lejos de padecer miedo, el niño toma el viaje como aventura lejos de una familia cuyo fervor religioso le ha privado de experiencias tan básicas como celebrar la Navidad o el Halloween. Esto hace que ambos encuentren consuelo uno en el otro, con el adulto descubriendo un mundo de inocencia perdida y el infante gozando de una libertad desconocida que se ve plasmada en un modesto disfraz de Gasparín.
Arya Stark / Sandor Clegane ‘el Perro’ (Game of Thrones, 2011)
Es bien sabido que en el juego de tronos se gana o se muere. Sin embargo, existen ocasiones en que la brutalidad y la intriga que caracterizan a los Siete Reinos se difuminan ante el surgimiento de alianzas improbables. Tal es el caso de Sandor Clegane, quien luego de renunciar a ser el perro de los Lannister, centró sus esfuerzos en la seguridad, primero de Sansa Stark y luego de la pequeña Arya. Fue con esta última con la que pasó más tiempo al tratar de llevarla a casa con la mira puesta en una recompensa económica, pero los percances del camino propiciaron una extraña conexión basada en el respeto, pero manchada de resentimiento. Esto provocó que la joven loba lo abandonara a su suerte luego de que el guerrero quedara malherido tras una cruenta batalla con Brienne de Tarth, lo que no impidió que ambos se reencontraran en vísperas de la batalla final por Westeros, esta vez como iguales.
Ellen Ripley / Rebecca ‘Newt’ Jorden (Aliens, 1986)
A diferencia de su antecesora, Aliens no es una película de terror, sino de acción, lo que concedió nuevos valores simbólicos para Ellen Ripley, quien dejó de ser una sobreviviente para convertirse en toda una guerrera. La conversión inicia cuando la oficial del Nostromo acepta ir a LV-426 para asegurarse de que las criaturas ahí sean exterminadas y continúa cuando se cruza con una pequeña cuya familia fue aniquilada por los extraterrestres y con la que forma un lazo inmediato. El círculo se completa cuando la niña es capturada y la heroína no duda en rescatarla con un exoesqueleto de carga que le permite librar un combate cuerpo a cuerpo con la feroz reina de la colonia alienígena. Aunque logró su cometido, los esfuerzos fueron en balde a largo plazo, pues la chica perdió la vida en los primeros minutos de Alien 3 (1992), en la que es considerada una de las decisiones más controvertidas de toda la franquicia.
Theo Faron / el bebé (Niños del hombre, 2006)
Es común que los infantes de la fórmula del niño y el antihéroe rudo tengan alguna característica que les haga deseables para el mal. En el caso de Niños del hombre, se trata de su existencia misma. Aquí, un bebé que ni siquiera ha nacido es un símbolo de esperanza para una humanidad corrupta, pero también significa poder para los movimientos políticos que desean aprovecharlo para sus intereses. La protección corre a cargo de Theo Faron, antiguo activista que ha perdido la vocación y quien es buscado por su exesposa para el resguardo de quien parece ser una simple inmigrante, cuando realmente lleva consigo al futuro del ser humano.
Din Djarin a.k.a. Mando / Grogu (The Mandalorian, 2019)
Aquellos pequeños que guardan una gran conexión con la Fuerza han jugado un rol fundamental para la galaxia lejana. Mientras Anakin Skywalker selló su propia caída tras asesinarlos a sangre fría, Mando alcanzó la redención tras resguardar a uno de los remanentes del Imperio. Este último caso ha sido motivo de sorpresa y alabanza, al tratarse de un mandaloriano que opera como cazarrecompensas y que ha demostrado ser sumamente respetuoso con sus códigos. Ni siquiera esto impidió romper sus propias reglas al encariñarse con ‘el niño’ que responde al nombre de Grogu. O como él mismo dijera en un amenazante mensaje a Moff Gideon, “significa más para mí de lo que nunca sabrás”. Su heroísmo promete ser clave para el porvenir de todos al tratarse de un ser que, a pesar de su fragilidad infantil, está dotado de un enorme poderío.
Logan / Laura (Logan, 2017)
Uno de los atributos más importantes de Wolverine es su empeño por resguardar a los indefensos. El cómic plasmó la cualidad con Jubilee, mientras que su salto cinematográfico hizo lo propio con Rogue. La imagen quedó sellada en el imaginario colectivo con Logan, que muestra al personaje titular resignado a la extinción mutante, hasta que la pequeña y muy feroz Laura, concebida a partir de una muestra de su ADN, le permite comprender el valor de una familia y un legado. El resguardo de la chica a territorio seguro donde podría crecer con normalidad sin ser entrenada como un arma viviente resultó en la muerte cinematográfica del guerrero, quien aprovechó su último aliento para dar una importante lección de vida a la que terminó considerando como una auténtica hija: “no seas para lo que te crearon”.
Leon / Mathilda (El perfecto asesino, 1994)
Luc Besson siempre ha mostrado un gran interés en la exploración de la inocencia en un mundo corrupto, siendo El perfecto asesino la mejor exponente de la tendencia. Una película sobre una niña cuya familia es ejecutada y que encuentra protección, consuelo y guía con un peculiar asesino a sueldo con el que intentará consumar su venganza, aun cuando éste se empeñe en que la pequeña no pierda el rumbo de su vida. Más significativo aún es que mientras la chica es educada en las artes de matar, ella educará a su propio mentor en temas de la vida cotidiana, lo que resultará en el surgimiento de una singular familia plasmada en una modesta planta que busca un sitio para echar raíces.
T-800 / John Connor (Terminator 2: El juicio final, 1991)
El T-800 se convirtió en uno de los villanos más temibles del cine con Terminator (1984), mientras que la secuela alteró diametralmente su concepción al mostrarlo como uno de los grandes héroes de todos los tiempos. Una máquina diseñada para matar y reprogramada para la protección absoluta de un John Connor destinado a convertirse en el líder de la resistencia humana tras el ascenso de Skynet. Su letalidad no le impide estar en todo momento con el joven, de quien aprende toda clase de expresiones, pero también el valor de la vida y el significado de una lágrima. “Al ver a John con la máquina, de repente fue tan claro”, asegura Sarah Connor. “El exterminador nunca se detendría. Nunca lo dejaría, y nunca lo lastimaría, nunca le gritaría, ni se emborracharía y lo golpearía, ni le diría que estaba demasiado ocupado para pasar tiempo con él. Siempre estaría ahí. Y moriría para protegerlo. De todos los futuros padres que vinieron y se fueron a lo largo de los años, esta cosa, esta máquina, fue el único que estuvo a la altura. En un mundo loco, fue la elección más sensata”.
Reuben ‘Rooster’ Cogburn / Mattie Ross (Temple de acero, 1969; 2010)
El western es el género que mejor ha ejemplificado un mundo que pierde su pureza ante el paso de la civilización. Quizá por ello no sorprende que también haya dado al que es considerado el mejor ejemplo de la fórmula del niño y el antihéroe rudo. Rooster es un veterano de la Guerra Civil y cuya posterior carrera como mariscal en territorio indio se caracterizó por la rudeza y el exceso de alcohol; Mattie es una niña cuyo padre fue asesinado en un viaje de negocios. Sus caminos se cruzan cuando la pequeña se percata de que nunca encontrará justicia con apoyo de la ley y decide contratar a Cogburn para ejecutarla de su propia mano. El trayecto es difícil para ambos, no sólo por la complejidad propia de la misión, sino por sus personalidades que colisionan en todo momento: ella se muestra desesperada por hallar al responsable, él se niega a cambiar su modo de trabajo. Al final ambos encuentran el modo de trabajar juntos en una relación, no sólo de respeto, sino de franco aprecio que alcanza su punto más alto con los esfuerzos del cowboy por salvar a la chica de una muerte segura tras la mordedura de una serpiente. Aunque las adaptaciones (la de 1969 con John Wayne y la de 2010 de los hermanos Coen) tienen distintos desenlaces, ambas coinciden en mostrar el enorme agradecimiento de la pequeña ante un hombre cuya oscura reputación no le ha impedido darlo todo de sí para ayudarla a encontrar la paz.
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en este documental, un hipopótamo narra la crisis ambiental provocada por Pablo Escobar
Desde mediados de la década de los 80, Colombia enfrenta una peculiar crisis ambiental. Resulta que, un día, al conocido narcotraficante Pablo Escobar se le ocurrió que, en su zoológico privado, ubicado dentro de la finca apodada como Casa Nápoles, faltaban ejemplares de una especie: hipopótamos. Así, mandó traer a su tierra, primero desde África y después desde Estados Unidos, a cuatro de estos animales. Lo que él no imaginaba era que dos de ellos escaparían de la finca y se reproducirían, iniciando una sobrepoblación incontrolable.
Hoy ya son más de 170 hipopótamos los que rondan por el territorio colombiano, y la realidad es que su estancia en la región preocupa no sólo por el bienestar de los pobladores de las áreas cercanas al río Magdalena, donde los animales prefieren estar, sino porque no se tienen los recursos necesarios para que vivan ahí. Ante las llamadas a la acción, las autoridades no escuchan. Y los migrantes de cuatro patas y grandes mandíbulas siguen ahí. Ese es su nuevo hogar, aunque no lo hayan elegido.
Si bien la situación no se ha atendido de la debida forma, en 2007 sucedió algo que puso la problemática bajo el foco público, pues un grupo de cazadores asesinó a uno de estos hipopótamos traficados para satisfacer una personalidad estrafalaria. La prensa se encargó de darle un nombre al animal: Pepe.
El cineasta dominicano Nelson Carlo de los Santos Arias se enteró de esta historia y se puso manos a la obra para trasladarla a la pantalla. El resultado es en partes iguales una sátira del capitalismo y de los absurdos de las excentricidades, además de un ejercicio de estilo que derriba las barreras entre el documental y la ficción. Todo mientras el tenaz Pepe nos narra su travesía mediante voz en off.
En entrevista, el director del documental Pepe nos cuenta cuáles fueron las decisiones que informaron su cinta.
El documental tiene esta escena en la que vemos un letrero de la Casa Nápoles que, de manera muy irónica, dice: “Por favor, no alimentar a los animales. Protejamos a los animales”. Pero creo que, si algo no estaba haciendo Pablo Escobar, al mandar traer estos animales (para su finca), por su excentricidad, es protegerlos. ¿Siempre fue tu intención manejar este tono irónico para retratar otro aspecto del ambientalismo?
Sí, entiendo la pregunta. Yo creo que, como latinoamericanos, nuestras realidades están llenas de ironías y de absurdos. Entonces, creo que mi trabajo, a veces, como realizador, a lo mejor se puede simplificar en decir: hay que ver una situación, una historia, un personaje, digamos, [y preguntarnos] qué emociones o qué figuras literarias o poéticas se construyen desde allí.
Yo creo que hay algo absurdo directamente en el origen de esta historia, porque Pablo Escobar yo creo que sería el primero que marca esa cultura de la excentricidad en los narcotraficantes, que de alguna u otra forma es otra cara del capitalismo puro y duro, y que también ejerce el Estado o sus élites políticas. Creo que el contrabando es el [lado] negativo del poder político económico de nuestros países desde la colonia. Entonces, esas historias de dominaciones son absurdas porque acaparan las vidas de las personas de una forma arbitraria, esa forma arbitraria de dominación.
A veces, nosotros los latinoamericanos hemos aprendido a reírnos sobre eso, pero nuestros ancestros africanos en el Caribe nos enseñaron a reírnos cuando realmente llorábamos. Al cambiar el llanto por la risa, [todo] se complejizaba. Entonces, para mí, por eso el humor es tan importante, porque es una forma de resistencia, de asumir el absurdo de las dominaciones.
Tengo entendido que una parte de la idea para esta película vino cuando tú en 2007 supiste, a través del trabajo de Camilo Restrepo (afamado artista visual colombiano), de un animal que asesinaron en el río Magdalena. Desde que te enteraste de este incidente, ¿qué tanto cambió tu idea para llegar a lo que vemos en pantalla? Y, por otra parte, ¿qué tanto acercamiento tuviste con Camilo para trabajar en esta película?
En realidad, Camilo no trabaja en la película, sino que cuando yo terminé una película que se llama Cocote (2017), terminé muy cansado. Yo siempre quise ir a Colombia. Tenía algunos amigos ahí y en distintas ciudades, y como no tenía el dinero para andar en hoteles y cosas así, me quedaba donde los amigos. Entonces me quedé en la casa de Camilo cuando conocí Medellín. Él tenía una escultura [de Pepe] en su sala y me contó la historia como salió en los periódicos, [o en internet]. Bastaba simplemente buscarlo y salían distintas cuestiones.
Pero cuando él me lo cuenta, tiene un error. Tiene un error biológico en su relato, porque él me dice que cuando un hipopótamo se pelea con el dominador –o sea, con el alfa– y pierde, él debe irse de la manada para encontrar otra. Lo exilian. Y lo que le pasó a este hipopótamo es que se fue exiliado en busca de otra manada sin saber que no existe, porque él no está en el continente africano, está en el continente americano. Pero cuando yo comienzo a investigar, me doy cuenta de que [lo que dijo Camilo] no es verdad, que en realidad los hipopótamos machos, cuando pierden la pelea, se van con una hembra y así es que ellos se expanden en el territorio. Entonces, así se van multiplicando. Eso es una idea completamente diferente. Es el crecimiento de una población desplazada que llega a través de un secuestro, ¿no? Como pasó con migrantes africanos o árabes, con plantas, vacas, burros o caballos.
Ese error biológico fue lo que me despertó. (…) Empecé a pensar en todas esas personas que han muerto en este continente sin saber realmente dónde estaban, por todas estas migraciones y la construcción de este mundo occidental que tenemos, que tiene su base en la colonización del continente americano. Luego ellos se van a expandir al mundo, pero digamos que hay una conquista de la América que va a marcar la pauta de dominación que hoy conocemos.
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¿Qué te atrae de la docuficción para contar este tipo de historias? ¿Por qué decidiste que tenía que ser una docuficción?
Comencé a estudiar cine formalmente cuando tenía 20 años, aunque ya a los 17 o 18 hacía cortos. Me gané una beca y me fui a estudiar a Buenos Aires porque en Dominicana no había escuela de cine. Para nuestra generación, la docuficción era lo peor que se podía decir porque la docuficción era un modelo mainstream de la televisión norteamericana. Me he dado cuenta de que no participo tanto del mundo del cine. Más bien, cuando hago una película, salgo a los festivales y veo lo que está pasando y todo eso. Pero en mi vida normal, aunque veo un montón de películas, estoy en otro mundo, casi no tengo amigos en el cine, para que tú entiendas.
Entonces, ahora que volví a salir al mundo con esta película, me encontré con que la palabra “docuficción” se había normalizado. Para mí, era un insulto decir que una película era una docuficción porque implicaba una cosa horrible de la televisión norteamericana de los 90 o principios de los 2000. Yo diría que, más que una docuficción –que, por Dios, no quisiera hacer nunca–, lo que realmente estoy haciendo es una ficción. Ante todo, mi película se constituye como una ficción, porque una definición rápida de ficción, digamos, es todo aquello que construye un verosímil en sí mismo, ¿verdad?
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Hay una discusión muy vieja de Godard en la cual todo es ficción y todo es documental al mismo tiempo. Y en todo caso, cuando uno filma algo, la imagen en sí misma guarda esa particularidad. (…) Te voy a poner un ejemplo: una imagen siempre es ficción y siempre es documental porque, cuando estamos filmando a un actor, estamos filmando al personaje de la película, pero también estamos filmando al actor que hace de ese personaje. Otro ejemplo es cómo se da el problema del tiempo en el cine. En el cine se da al mismo tiempo un tiempo que es directo, que es el tiempo de la toma, y también un tiempo que es construido en el montaje. El cine en sí mismo, o la imagen del cine o ese lenguaje al que nosotros llamamos cine, ya es un lenguaje que es un mutante que lleva en sí mismo dualidades, en vez de ser dicotómico. La docuficción lo vuelve dicotómico cuando en realidad hay una dualidad en la imagen en la que uno puede abrazar ese documento que se está pensando y, al mismo tiempo, se está creando una fábula, como en el caso de Pepe.
Otra de las conversaciones que creo que se pueden abrir con tu película es con respecto a las palabras y los idiomas. Me gusta mucho cómo Pepe comienza su viaje hablando en otro idioma, pero cuando ya está en Colombia, en otros pasajes de su vida, nos habla en español. ¿Cómo fue para ti difuminar esas líneas en el idioma?
Mira, yo vengo de un territorio muy oral, ¿no? Del Caribe. Tal vez ya no lo tengo tan marcado porque tengo la mitad de mi vida viviendo fuera, y la verdad es que cuando uno vive fuera, sobre todo en otros países hispanohablantes, uno se adapta una forma en la que nos podemos comunicar. Pero digo, el castellano dominicano es un castellano bastante lejos de la regla. Es algo que, por ejemplo, tú y yo podemos ir a un barrio y, a pesar de que yo te estoy hablando así, yo entiendo perfectamente todo lo que está pasando y tú no vas a entender absolutamente nada.
Entonces, la oralidad en el Caribe es maravillosa, porque la oralidad del Caribe es casi un créole. Es un créole y la invención del humor en el Caribe es la destrucción del lenguaje como nosotros lo conocemos. Es todo lo contrario a Colombia y México, que tienen un castellano bastante cercano a la regla. En el Caribe se destruyen las lenguas coloniales. Por ejemplo, en el Caribe francés directamente hay un créole.
Para mí, la oralidad con la cual yo trabajo es mi inspiración para pensar en el montaje. Cuando pienso en el montaje o en la idea de hacer significación en el montaje, no pienso en reglas narrativas. La oralidad caribeña, loca, disruptora, fuera de las reglas, es más inspiradora para mí que el arco del héroe.
Eso lo tomo de un gran pensador caribeño, para quien la oralidad no se contenta simplemente con describir los paisajes, sino que los construye al mismo tiempo. Por eso quise que Pepe abordara todos esos lenguajes que intervienen en ese hecho histórico. Entonces, él comienza hablando en Bukushu, que es el lenguaje predominante del río Cabango. Luego habla afrikáans. Afrikáans es una creolización del holandés con palabras bantúes. Se le habla afrikáans porque es el idioma que en ese territorio que hoy conocemos como Namibia fue el idioma del opresor y el que realmente colonizó a la mayoría de las tribus ahí. Y evidentemente, habla español o castellano porque llega a una América hispana.
Para mí, Pepe tenía que tener esa esquizofrenia que tiene el ser que, como todos nosotros, somos producto de un proceso de colonización.
Pepe ya está disponible en MUBI.
José Roberto Landaverde Me fascina escribir, escuchar, leer y comentar todo lo relacionado con el cine. Me encanta la música y soy fan de The Beatles, Fleetwood Mac y Paramore. Mis películas favoritas son Rocky y Back to the Future y obvio algún día subiré los “Philly Steps” y conduciré un DeLorean. Fiel creyente de que el cine es la mejor máquina teletransportadora, y también de que en la pantalla grande todos nos podemos ver representados.
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2024: Un año de musicales, sorpresas y grandes eventos
Se termina 2024, uno de los años más extraños y reveladores que la industria ha experimentado recientemente. Si bien, tuvimos los clásicos taquillazos que abarrotaron los cines (y agotaron palomeras coleccionables), también hubo fracasos que sacudieron a más de un estudio, polémicas capaces de convertir las redes sociales en un campo minado, y eventos que hicieron de este, un año inolvidable. Digamos adiós al 2024 con un repaso por aquellas películas y eventos que marcaron la agenda en los últimos meses.
Todo inició con la batalla final del llamado Barbenheimer. La temporada de premios se convirtió en el escenario perfecto para que Greta Gerwig (directora de Barbie) y Christopher Nolan (realizador de Oppenheimer) se hicieran presentes en casi todas las ceremonias de la industria. Aunque la taquilla favoreció a la muñeca, los premios le dieron la victoria al hombre que creó la bomba atómica. Entre vestidos rotos y números musicales de ensueño, Emma Stone (con su segundo Óscar) y Ryan Reynolds (interpretando I’m Just Ken) también hicieron historia.
Quienes sufrieron en la primera parte del año fueron, principalmente, Dakota Johnson y Henry Cavill. Ella se enfrentó a las burlas y los comentarios de Madame Web, pero él no se quedó atrás con la decepción de Argylle: Agente secreto. Al final, la película nos traicionó y demostró que Cavill no era el protagonista (como se vendió), pero el daño a su imagen (por un fracaso más) ya estaba hecho. Si todos los que le dan like a sus fotos sexys en redes pagaran un boleto para verlo en el cine, las cosas serían diferente.
Godzilla y Kong regresaron para partirse la cara (otra vez), asegurar otra película y dejarnos algunos memes. Melissa Barrera nos demostró en Abigail por qué su despido de Scream fue todo un error, y Zendaya no sólo montó gusanos de arena. Con Desafiantes hizo que el tenis le pareciera emocionante hasta a quienes no lo entienden.
También llegó el pánico. No, no se debió a ninguna pandemia (toquemos madera), sino a dos fracasos sorpresivos que dejaron temblando a más de uno. Por un lado, Ryan Gosling y sus increíbles stunts en Profesión peligro le importaron a muy pocos. Por el otro, Chris Hemsworth y Anya Taylor-Joy demostraron con Furiosa: De la saga Mad Max que las interacciones en redes sociales tampoco equivalen a boletos vendidos en el cine. La baja taquilla de Amigos imaginarios y El planeta de los simios: Nuevo reino también hizo que muchos se mordieran hasta la cutícula. El fin del cine como lo conocemos parecía inevitable.
O al menos eso creíamos… ya saben que los cinéfilos a veces somos un poquito dramáticos.
Will Smith regresó con otra cachetada, pero ahora con guante blanco y dirigida a todos quienes dudaron de su poder taquillero. La cuarta película de Bad Boys dio inicio a un junio de ensueño. Los cines se llenaron de gente, las palomitas y los nachos se vendieron como antes, hubo familias incómodas, salas atiborradas, empleados con cansancio y cara de pocos amigos. Todo eso que sucede cuando hay un éxito histórico.
Y sí, ese éxito histórico tiene nombre: Intensamente 2, que se convirtió en la película más taquillera en la historia de México. Entre personas que compartieron sus frustraciones con Riley o se sintieron identificados con sus ataques de ansiedad, nadie pudo escapar de dicho título.
Todos los que se alegraban por los fracasos de Marvel Studios se comieron sus palabras. Deadpool y Wolverine (su único estreno del año) arrasó en la taquilla y rompió récords para una película con clasificación para adultos. El cine basado en cómics no ofreció propuestas tan fuertes como otros años, pero aquellas que sí llegaron (Madame Web, Hellboy: The Crooked Man, Guasón 2 y Kraven El Cazador), pasaron con más pena que gloria. Hasta a Venom le costó alcanzar la taquilla de sus antecesoras.
Otro aspecto inolvidable es la avalancha de musicales que recibimos en los últimos 12 meses. Los mexicanos todavía coreábamos las canciones de Wonka (o al menos aquellas que no son tan olvidables) cuando Chicas pesadas llegó a la cartelera. De forma mañosa, Paramount Pictures ocultó que se trataba de un musical, y aunque el impacto fue nulo a comparación del éxito de 2024, muchos ya desearíamos sus $100 millones de dólares recaudados.
Algo curioso ocurrió con Guasón 2: Folie à Deux, pues a semanas del estreno nadie parecía tener claro si era un musical o no. Lady Gaga lo negó, Todd Phillips (director) lo confirmó, y el mundo entero lo odió. Vaya diferencia con Wicked, cuyas canciones hicieron de algunas salas (y la premiere en el Auditorio Nacional) toda una fiesta. Tristemente, las canciones de Moana 2 no le llegaron a los talones a las de su antecesora. Y para cerrar el año tenemos Mufasa: El rey león, con canciones de Lin-Manuel Miranda… y la promesa de arruinar lo que conocíamos sobre el padre de Simba.
Para los amantes del terror, Desaparecer por completo demostró que el cine mexicano podría ofrecer propuestas muy originales. Un Tarot de la muerte se encargó de llenar la pantalla con sangre, y Lupita Nyong’o (con un gato) se enfrentó al primer día de la invasión en Un lugar en silencio: Día uno. Nicolas Cage se convirtió en Longlegs, y Sonríe 2 nos demostró que las maldiciones también acechan a las cantantes. Incluso la saga Alien revivió con éxito. Ojalá MaXXXine hubiera corrido con la misma suerte.
México fue el país seleccionado para grandes eventos, y no necesariamente por esa “regla” que relaciona las visitas de los actores con una terrible calidad. En realidad, es porque nuestro país se ha convertido en una de las economías más importantes para la industria hollywoodense. El elenco de Duna: Parte dos provocó gritos, lágrimas (y malas preguntas del programa Venga la alegría) en su visita al Auditorio Nacional de la Ciudad de México. Timothée Chalamet nos habló de futbol, se puso la playera de la Selección Mexicana y reafirmó por qué es uno de los favoritos del público.
Otras producciones siguieron los pasos de Duna: Parte dos, y así recibimos a los elencos de Furiosa: De la saga Mad Max, Bad Boys: Hasta la muerte, Beetlejuice Beetlejuice, Venom: El último baile y Wicked (al grito de ¡Ariana, hermana, ya eres mexicana!). Hasta Aaron Taylor-Johnson quiso cerrar el año en México, pues vino para presentar Kraven El Cazador, robarle suspiros a más de uno y despertar bajas pasiones en redes.
Por primera vez, la Comic-Con Experience (CCXP) celebró una de sus ediciones en México. Miles de fans se dieron cita para presumir su cosplay, comprar coleccionables, escuchar a sus artistas favoritos de cerca y sentirse parte de una comunidad. Sydney Sweeney promocionó Inmaculada, su más reciente película de terror. Los organizadores quedaron fascinados y ya anticipan una un espectacular regreso en 2025.
El Festival Internacional de Cine de Morelia también nos dejó otra edición para recordar. Nos visitaron Alfonso Cuarón, Rodrigo Prieto y hasta el enorme Francis Ford Coppola. Este último presentó Megalópolis, la vapuleada película que durante décadas quiso hacer y por fin lo logró. Es cierto que dicho título dejó a los espectadores confundidos, pero no tanto como los que se preguntaron qué demonios hacía la polémica Emilia Pérez (con su fallida representación de México) en el festival. Esperemos que, en 2025, más y más estrellas quieran visitar el país y no teman a los reporteros y conductores de Venga la alegría.
Fue un gran año para quienes gozan del cine mexicano y todas sus propuestas. José Eduardo Derbez consiguió su primer protagónico. Fiona Palomo y Alfonso Dosal nos estremecieron con Un actor malo, Osvaldo Benavides (sí, Nandito de María la del barrio) debutó como director con Noche de bodas, mientras que Rodrigo Prieto hizo lo mismo, pero con un clásico como Pedro Páramo. Firma aquí nos enseñó que el amor no debe ser perfecto, y Casi el paraíso convirtió al primer best seller mexicano en una película muy interesante. La querida Ana Serradilla también volvió, esta vez con una comedia sobre dos inseminaciones mal realizadas (Una pequeña confusión).
Isaac Ezban volvió a mezclar la fantasía, el horror y el drama familiar con Párvulos: Hijos del apocalipsis. Sujo, de Astrid Rondero y Fernanda Valadez emprendió el camino rumbo al Óscar, y Alonso Ruizpalacios impactó al público con La cocina, que lo llevó a conseguir una nominación en los Independent Spirit Awards. El ganador, al menos en cuanto a taquilla se refiere, fue Adrián Uribe con El candidato honesto. Esta es apenas la tercera película mexicana que supera los $100 millones de pesos (MDP) desde 2020.
Muchos podrán quejarse de Televisa a través de todos los medios posibles. Pero eso no evitó que La casa de los famosos México llegara a la conversación cinematográfica. A alguien se le ocurrió que la final de la segunda temporada se transmitiera en el cine, y los resultados fueron inquietantes: $1.97 MDP. Quizá a algunos no les parezca mucho, pero es más de lo que recaudaron 60 estrenos nacionales en todo el año. Muchos actores, analistas de la industria y directores sintieron más miedo con dicho dato que con Longlegs: Coleccionista de almas, Sonríe 2, o el acento de Selena Gomez en Emilia Pérez.
El año también será recordado por hacernos llorar… y mucho. Fue demoledor ver cómo Zac Efron perdió a casi toda su familia en Garra de hierro. Blake Lively y Justin Baldoni por poco y se avientan hasta los floreros en la filmación de Romper el círculo, pero vaya que conmovieron a millones de espectadores con la relación tóxica de sus personajes.
Muchos se identificaron con Demi Moore en La sustancia y su crisis frente al espejo. Otros tantos lloraron como bebés con la viudez de Andrew Garfield en El tiempo que tenemos. Pero si de “lágrimas sabrosas” hablamos, nada como el primer vuelo de Brillo en Robot salvaje o el primer abrazo de Elphaba y Glinda en Wicked. ¿Acaso no se siente bien dejar fluir nuestras emociones con un buen puño de palomitas como acompañamiento?
Ha llegado el momento de despedir el 2024, pero no podemos hacerlo sin mencionar todas esas propuestas que, sin esperarlo, se ganaron un lugar destacado. Ahí rondan un sanguinario payaso que rompió récords sin un gran distribuidor, Demi Moore con la actuación de su vida, Longlegs y su brillante marketing, Sydney Sweeney y Glen Powell derramando miel en Con todos menos contigo, y hasta Hugh Grant como un hereje perturbador.
¡Adiós, 2024! Y como dijeran en esa película que tiene tan en boga a Eugenio Derbez: ¡Hasta nos duele esa p*nche parte del cuerpo nada más de acordarnos de ti!
Juan José Cruz. Soy de los que siempre defendió a Robert Pattinson como Batman y puede ver la misma película en el cine hasta 7 veces. ¿Mi gusto culposo? El cine de terror de bajo presupuesto.
ues de anuncios individuales.
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Wicked deslumbra México: Ariana Grande, Cynthia Erivo y un mágico estreno en el Auditorio Nacional
La magia del mundo de Oz llegó a México con la espectacular premiere de la película Wicked en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México. El evento, que se llevó a cabo el 11 de noviembre de 2024, reunió a fanáticos del musical y a destacadas personalidades del espectáculo, convirtiendo la alfombra amarilla en un desfile de talento y glamour.
Una alfombra amarilla llena de estrellas
La alfombra amarilla, decorada con elementos inspirados en el mágico mundo de Oz, recibió a las estrellas principales de la película. Ariana Grande, quien interpreta a Glinda, deslumbró con un vestido blanco que evocaba la elegancia de su personaje. Por su parte, Cynthia Erivo, en el papel de Elphaba, conquistó a los presentes con su energía y cercanía, firmando autógrafos y compartiendo momentos con los asistentes.
Jonathan Bailey, quien interpreta a Fiyero, también estuvo presente, añadiendo un toque de encanto británico al evento. Los actores se mostraron emocionados por la calurosa recepción del público mexicano, quienes abarrotaron el Auditorio Nacional desde tempranas horas.
Celebridades mexicanas y un toque de nostalgia
El evento contó con la presencia de Danna Paola y Ceci de la Cueva, quienes dejaron su huella en la versión teatral de Wicked en México. Ambas actrices expresaron su orgullo por formar parte de este proyecto, con Danna Paola prestando su voz para la versión en español de Elphaba. La cantante tuvo un emotivo encuentro con Ariana Grande, quien elogió su interpretación con las palabras: “Suenas hermoso”.
Un evento para la historia
La premiere no estuvo exenta de momentos de emoción. La multitudinaria asistencia generó momentos de caos cuando algunos fanáticos cruzaron las vallas de seguridad en su afán por acercarse a las estrellas. A pesar de ello, el evento se desarrolló con éxito, dejando a los asistentes con la promesa de una película que estará a la altura de las expectativas.
El impacto cultural de Wicked en México
Wicked no solo ha sido un fenómeno en Broadway, sino que ha dejado una profunda huella en México a través de sus adaptaciones teatrales. Ahora, con su salto al cine, la historia de Elphaba y Glinda promete conquistar una nueva generación de fanáticos.
Con una dirección magistral de Jon M. Chu y actuaciones memorables, Wicked se perfila como uno de los estrenos más importantes del año, y México tuvo el privilegio de ser parte de este mágico viaje.
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