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He pedido a la IA una ruta por los sitios más fotogénicos de España. Su respuesta es el itinerario perfecto para verlo todo en una semana

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Este verano recibí la visita de mi hermana y su marido, canadiense y primerizo en tierras españolas. Decidieron lanzarse a una ruta non-stop por el Mediterráneo, con paradas en algunas de las ciudades, pueblos y calas más famosas. Al final del viaje, su conclusión fue tan sencilla como contundente: “Este es un país inabarcable”. Y no le falta razón. Monumentos, paisajes que cambian en pocas horas de carretera y una oferta gastronómica que invita a no dejar de probar… España se le reveló como un destino infinito, incluso para quienes lo quieren visitar de forma pausada, como en principio se lo había planteado. 

Lo curioso es que, cuando los viajeros extranjeros aterrizan aquí, muchas veces no saben por dónde empezar. Y no es para menos: ¿cómo elegir entre la Alhambra y la Sagrada Familia, entre un atardecer en Toledo o una cala escondida en la Costa Brava? Incluso nosotros, que convivimos con este patrimonio día a día, a veces olvidamos el privilegio de tenerlo tan cerca.

Por eso, se me ocurrió preguntar a la inteligencia artificial por un itinerario fotográfico por los rincones más bellos de España. Una ruta condensada en solo una semana, pensada para capturar la esencia de la península con la cámara en mano: desde las grandes capitales hasta pueblos con encanto, pasando por paisajes que parecen sacados de una postal. 

El viaje perfecto en 7 días: España en su versión más fotogénica

Día 1 – Madrid: el corazón palpitante

Madrid
Madrid

Madrid, además de ser el punto de conexión con más países de otros continentes,  es el punto de partida ideal de cualquier ruta por España. Además de su vitalidad, la ciudad ofrece rincones fotográficos a cada paso: el Palacio Real y la Catedral de la Almudena lucen imponentes al amanecer, el Parque del Retiro es un remanso verde en pleno centro, mientras que el Palacio de Cristal, con su estructura de hierro y vidrio, es un imán para los objetivos (si no echad un vistazo en Instagram).

Cuando llega la hora dorada, el Templo de Debod, un auténtico templo egipcio trasladado piedra a piedra, regala atardeceres mágicos. Y al caer la noche, la Gran Vía se transforma en un espectáculo de luces, ideal para jugar con la fotografía urbana.

Día 2 – Toledo: la ciudad de las tres culturas

Toledo
Toledo

A solo media hora en tren desde Madrid, Toledo es una escapada imprescindible. Su silueta, abrazada por el Tajo y presidida por el Alcázar, se contempla mejor desde el Mirador del Valle. Dentro de la ciudad, la mezcla de herencias musulmanas, judías y cristianas se percibe en cada rincón.

La Catedral Primada es una joya gótica que rivaliza con las grandes de Europa, mientras que el Monasterio de San Juan de los Reyes sorprende por su claustro lleno de detalles. Perderse por sus callejuelas empedradas, fotografiar sus puertas medievales o cruzar el Puente de San Martín al atardecer convierte la visita en una experiencia inolvidable.

Día 3 – Sevilla: azulejos y pasión

Sevilla
Sevilla

Sevilla es pura belleza y es así como literalmente la define la IA. La Plaza de España, con su semicírculo monumental y los bancos de azulejos que representan todas las provincias españolas, es uno de los escenarios más fotogénicos del país. Muy cerca, la Catedral (una de las más grandes del mundo) y la Giralda, su icónico campanario, dominan el horizonte.

El Barrio de Santa Cruz es un laberinto de patios floridos, balcones llenos de buganvillas y calles estrechas que parecen diseñadas para perderse con calma. Al caer la tarde, propone dos opciones imprescindibles: subir al Metropol Parasol, popularmente conocidas como las “Setas de Sevilla” para una vista panorámica de la ciudad, o pasear junto al Guadalquivir con la Torre del Oro bañada en tonos dorados.

Día 4 – Granada: la joya nazarí

Granada
Granada

Granada es, sin duda, una de las ciudades más fotogénicas de España. La Alhambra, Patrimonio de la Humanidad, es un prodigio de arte islámico, con palacios decorados con filigranas, fuentes que parecen cantar y jardines como el Generalife que invitan a soñar.

El Albaicín, con sus calles empedradas y casas blancas, ofrece una perspectiva distinta, siempre con la Alhambra como telón de fondo. Y para la foto icónica, nada supera al Mirador de San Nicolás al atardecer: el conjunto palaciego recortado frente a la Sierra Nevada iluminada por tonos dorados.

Día 5 – Ronda y los pueblos blancos

Ronda
Ronda

La ruta continúa hacia Málaga, pero antes sugiere una parada en Ronda. Su Puente Nuevo, que une las dos partes de la ciudad separadas por el Tajo, es uno de los monumentos más fotografiados de España. Además, Ronda guarda rincones con encanto como sus baños árabes, su plaza de toros o sus miradores al valle.

Muy cerca, pueblos como Frigiliana conquistan por su estética andaluza y el paisaje con el que muchos extranjeros relacionan a la España más mediterránea: calles empedradas, casas encaladas con puertas de colores, macetas azules colgando de las paredes y vistas al mar. Un contraste perfecto entre tradición y paisaje.

Día 6 – Barcelona: modernismo y mar

Barcelona
Barcelona

Barcelona es una explosión de arquitectura y vida. La Sagrada Familia, la primera parada obligatoria, impresiona tanto por fuera como por dentro gracias a sus vidrieras que tiñen de colores el interior a distintas horas del día, mientras que el Parque Güell, obra maestra de Gaudí, despliega mosaicos de vivos colores y ofrece vistas únicas de la ciudad.

El Barrio Gótico es el contrapunto medieval, con plazas recoletas y callejuelas estrechas que parecen sacadas de otra época. Para terminar, el Búnker del Carmel es uno de los lugares favoritos de locales y turistas: desde lo alto de este antiguo puesto militar, Barcelona se abre en un panorama espectacular, con el mar de fondo y el atardecer encendiendo la ciudad.

Día 7 – Costa Brava: el broche final

Cadaques Costa Brava
Cadaques Costa Brava

El viaje organizado por la IA culmina junto al Mediterráneo, en la fotogénica Costa Brava. Cadaqués, con sus casas blancas frente al mar, inspiró a artistas como Salvador Dalí y todavía conserva un aire bohemio irresistible. Otra opción es Tossa de Mar, con su muralla medieval abrazando la playa, uno de esos escenarios donde historia y naturaleza se funden en una sola imagen.

Y nada como finalizar (y alargar) un itinerario como este en las calas escondidas de la Costa Brava como Cala Pola o Cala Sa Boadella. Allí encontraremos el sitio perfecto para disfrutar de aguas cristalinas, paisajes de ensueño y un ambiente que invita a detener el tiempo antes de cerrar la cámara y despedirse de España.

Imágenes | Portal Oficial de Turismo de España

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Este pueblo de Burgos de solo 247 habitantes esconde una de las grandes joyas del románico en España

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Una escapada en esta época del año, cuando se mezclan los preparativos, las compras y ese ajetreo casi inevitable de las fiestas, pide a gritos un destino donde el tiempo parezca ralentizarse. Un lugar para caminar sin prisas, sin aglomeraciones y con el simple objetivo de desconectar del ruido cotidiano, donde el silencio no sea una rareza, sino parte del paisaje. Y uno de esos rincones perfectos de nuestro país para regalarse una pausa se esconde entre montes tranquilos y carreteras secundarias, guardando un conjunto monumental capaz de sorprender tanto a quienes buscan arte como a quienes solo desean respirar hondo y sentirse lejos de todo.

Ese lugar es Santo Domingo de Silos, una pequeña villa burgalesa que ronda apenas los dos centenares de habitantes y, aun así, guarda más historia de la que uno imagina al llegar. Su tamaño engaña: basta poner un pie en sus calles para descubrir que aquí se condensa un patrimonio cultural extraordinario, modelado por siglos de espiritualidad, tradición y vida monástica que ha dejado una huella profunda.

Situado en la comarca de La Demanda y Pinares, Silos se desarrolló junto a antiguas rutas de paso que explican tanto la riqueza de sus influencias como su carácter acogedor. Fue cruce de caminos, refugio espiritual y punto de encuentro para viajeros de todas las épocas. Hoy mantiene ese mismo espíritu: el de un pequeño pueblo que invita a parar y a dejar que su calma, casi contagiosa, haga efecto desde los primeros minutos.

Santo Domingo de Silos

Monasterios Silos
Monasterios Silos

El epicentro de todo es, sin duda, el Monasterio de Santo Domingo de Silos. Fundado en época altomedieval y revitalizado en el siglo XI por la figura del propio Domingo, este monasterio benedictino conserva uno de los claustros románicos más fascinantes de España. Su doble planta, sus capiteles tallados con escenas bíblicas, animales fantásticos y motivos vegetales, son una auténtica lección de arte medieval. A ello se suman tesoros inesperados: la botica monástica, la biblioteca histórica o la serenidad de su patio interior.

Y en ese patio se alza el célebre ciprés del claustro, plantado en el siglo XIX y convertido en símbolo del lugar. Su silueta esbelta inspiró a Gerardo Diego y protagoniza muchas de las postales que han hecho de Silos un destino tan conocido como íntimo. Verlo enmarcado por los arcos del claustro es uno de esos momentos que justifican cualquier viaje.

La música también es parte de la identidad del pueblo. El canto gregoriano de los monjes traspasó fronteras cuando, en los años noventa, una recopilación de sus grabaciones se coló inesperadamente en listas internacionales. Aún hoy, asistir a alguno de los oficios abiertos al público es una experiencia que no se olvida: el eco de las voces en la acústica de la iglesia crea una atmósfera única.

Santo Domingo Silos Burgos
Santo Domingo Silos Burgos

Aunque el monasterio acapare buena parte de la fama, Santo Domingo de Silos ofrece mucho más. Un paseo por su casco urbano revela restos de antiguas murallas, casonas blasonadas que hablan de familias nobiliarias y un templo gótico que conserva detalles añadidos con el paso de los siglos. Todas estas piezas conforman un conjunto compacto y muy agradable de recorrer, perfecto para quienes disfrutan descubriendo la historia a pie de calle. Muy cerca se encuentra también el Museo de los Sonidos de la Tierra, una sorpresa para muchos viajeros, ya que su colección de instrumentos de distintas partes del mundo muestra cómo la música ha sido siempre un lenguaje universal que evoluciona según cada cultura.

Para aprovechar al máximo la visita, lo mejor es recorrerlo sin prisa, dejándose llevar por sus calles tranquilas y por la arquitectura tradicional que asoma en cada rincón. El monasterio, por supuesto, merece una visita atenta: recorrer su claustro con calma y, si coincide, dejarse envolver por los cantos gregorianos durante alguno de los oficios es una experiencia que se recuerda durante mucho tiempo. Después, el museo musical ofrece un contrapunto perfecto, ligero y muy entretenido, ideal tanto para adultos como para niños.

El entorno natural completa la experiencia. Desde el pueblo parten rutas sencillas que llevan a paisajes que sorprenden por su fuerza, como el Desfiladero de La Yecla, un cañón estrechísimo que se recorre por pasarelas colgadas entre paredes verticales. Un broche de oro para rematar una escapada que te renovará la energía a todos los niveles.

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Una pequeña ciudad que pocos sabrían ubicar en el mapa ha ganado el premio a Mejor Mercadillo Navideño de Europa 2026

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A veces, las mayores sorpresas viajeras llegan desde rincones que rara vez aparecen en las listas de destinos imprescindibles. Lugares discretos, casi secretos, que de pronto logran conquistar la imaginación de cientos de miles de personas. Así ha ocurrido este año con uno que hasta hace poco pasaba desapercibido y que hoy se ha convertido en el gran protagonista de la Navidad europea.

Esa ciudad es Craiova, en el suroeste de Rumanía, un enclave histórico junto al río Jiu que ha sabido transformarse sin perder su esencia. Este año, más de 803.000 viajeros de 179 países participaron en la votación organizada por European Best Destinations, un certamen que desde hace más de una década se ha convertido en uno de los barómetros más influyentes del turismo europeo. 

Sus rankings, tan mediáticos como virales, tienen un peso creciente en la elección de destinos, especialmente durante la temporada navideña. Ganar no es solo un reconocimiento simbólico, ya que suele traducirse en un aumento directo del interés internacional, en un incremento notable de las reservas de vuelos y hoteles y en una mayor visibilidad para ciudades que, de otro modo, pasarían desapercibidas. En esta edición, Craiova consiguió más de 142.000 votos, una cifra récord que la situó por delante de gigantes tradicionales como Estrasburgo, Viena o Dresde. 

Craiova: la ciudad europea a visitar esta Navidad

Craiova Christmas
Craiova Christmas

El corazón de su éxito está en su mercadillo navideño, un proyecto que ha crecido con una ambición sorprendente. En su edición 2025-2026 ocupa más de 280.000 metros cuadrados, lo que lo convierte en el evento navideño más extenso de Europa. Lejos de limitarse a unas casetas y unas luces, Craiova transforma su centro urbano en un universo inspirado en El Cascanueces: figuras gigantes, dulces sobredimensionados, esculturas de juguetes y millones de luces que dibujan un auténtico cuento al aire libre. 

A ello se suman atracciones como un trineo aéreo (uno de los más altos de Europa del Este), una pista de hielo, una gran noria y un conjunto de casitas artesanales decoradas a mano, que aportan un aire cálido y entrañable. La experiencia se completa con una oferta gastronómica que recorre la cocina de países como Georgia, Armenia, Turquía, Serbia o Moldavia, creando un viaje culinario invernal de sabores intensos y exóticos. Este año, además, el mercado permanece abierto desde mediados de noviembre hasta los primeros días de enero, lo que permite disfrutarlo con calma.

Pero Craiova no deslumbra solo por su Navidad y eso le ha sumado puntos. Su historia se remonta a época romana y a lo largo de los siglos ha ejercido como centro económico y cultural de la región. Ese pasado se deja ver en lugares como la Băniei House, uno de los edificios más antiguos de la ciudad, hoy convertido en museo de arte y tradiciones populares; la Catedral de San Demetrio, reconstruida en los años 30 y heredera de un antiguo templo medieval; o el Parque Nicolae Romanescu, uno de los parques urbanos más bellos y extensos de Rumanía, perfecto para pasear incluso en invierno. Mención aparte merece el Museo de Arte de Craiova, ubicado en un palacio de estilo francés de principios del siglo XX, donde se conservan algunas de las primeras esculturas de Constantin Brâncuși, una joya para amantes del arte.

Craiova
Craiova

La mezcla de historia, una preciosa arquitectura y una energía festiva que lo impregna todo explica por qué esta pequeña ciudad ha conquistado a viajeros de medio mundo. Craiova propone una Navidad distinta: cercana, sorprendente y capaz de envolver a quien le vista desde el primer paseo iluminado. 

Pero, más allá del propio mercado, este reconocimiento se convierte en la mejor excusa para adentrarse en lugares que normalmente no figuran en nuestros planes de viaje. A veces son precisamente estos eventos, tan efímeros como vibrantes, los que nos invitan a mirar hacia destinos menos obvios y descubrir ciudades que guardan más encanto del que su nos imaginamos. Craiova es uno de esos tesoros: un viaje perfecto para quienes quieren transformar la magia de la temporada en una experiencia inolvidable sin caer en la saturación de los clásicos navideños de siempre.

Imágenes | Primaria Municipiului Craiova

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Este es el mercado navideño más antiguo de España y es tan espectacular que sigue vigente después de más de 230 años de historia

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Pocos planes me gustan más que visitar un auténtico mercadillo navideño. Pasear con mis niñas entre abetos, muérdago, luces navideñas, elfos, flores de pascua y olor a castañas asadas es sin duda uno de nuestros momentos favoritos de esta época.

Y no, no hace falta coger un avión ni escaparse a ningún país centroeuropeo para disfrutar de esos sitios encantadores que nos recuerdan a las postales de invierno. En Barcelona existe un lugar que cada diciembre consigue que locales y visitantes se detengan un momento, respiren ambiente festivo y se dejen envolver por una tradición que lleva más de dos siglos celebrándose.

Hablamos de la Fira de Santa Llúcia, un mercado cuya primera edición documentada se remonta a 1786 y que, desde entonces, ha conseguido mantenerse vivo generación tras generación. Su secreto está en esa mezcla perfecta de historia, artesanía y espíritu popular, combinada con una ubicación privilegiada justo frente a la Catedral de Barcelona, en pleno Barrio Gótico, uno de los escenarios más evocadores de la ciudad durante estas fechas y en donde además este año luce imponente un árbol de Navidad de 14 metros de alto.

Fira de Santa Llúcia, donde el espíritu navideño vibra en Barcelona

Santa Llucia
Santa Llucia

Imagen | Ayuntamiento de Barcelona

Hoy en día reúne alrededor de 215 puestos repartidos entre figuras de belén, accesorios para montar pesebres, árboles y vegetación navideña, artesanía local y un sinfín de ideas para regalar. Pasear entre ellos, especialmente cuando cae la tarde y la iluminación se convierte en la protagonista, es uno de esos planes que se convierten en tradición sin que uno se dé cuenta. 

Entre las tradiciones más entrañables que acompañan a la Fira hay una que nunca pasa desapercibida: la Carassa de Nadal. Esta figura festiva recorre las calles del Barrio Gótico escupiendo caramelos por la boca mientras los niños la siguen entre risas y expectación. Sus salidas, repartidas a lo largo de varios días de diciembre, son uno de esos pequeños espectáculos que llenan de vida las calles del centro y recuerdan que la Navidad catalana está hecha de detalles tan antiguos como sorprendentes.

Algo parecido ocurre con el Tió de Nadal, uno de los elementos más queridos de la tradición catalana. Este tronco de madera, con su manta y su expresión sonriente, es el encargado de traer regalos a los más pequeños. Según la costumbre, los niños lo golpean con bastones mientras cantan canciones tradicionales para que “cague” obsequios. 

Y si hay un día especialmente significativo dentro del calendario festivo, ese es el 13 de diciembre. En 2025, la jornada será aún más especial con la celebración de la 33ª Diada de les Tradicions i Costums Nadalenques a Catalunya, una cita que tiene lugar en la Plaça de la Catedral y que reúne danzas, música y reconocimientos. Allí se puede disfrutar del solemne Ball d’Homenatge, de la actuación del Esbart Català de Dansaires y de villancicos acompañados por gaitas tradicionales. La ceremonia culmina con la entrega del galardón al Firaire d’Honor 2025, un reconocimiento al trabajo artesanal y a la dedicación de quienes hacen posible la feria año tras año.

Algunos datos a tener en cuenta antes de visitarla

Mercadillo Navidad Barcelona
Mercadillo Navidad Barcelona

Si estás pensando en ir, merece la pena hacerlo con tiempo para recorrerlo sin prisas. Disfrutarlo a plena luz del día permite apreciar los detalles artesanales, mientras que por la tarde adquiere un ambiente más mágico gracias a la iluminación y al contraste con la arquitectura gótica que lo rodea. Conviene llevar algo de efectivo (muchos artesanos lo prefieren) y, ya que estás allí, aprovechar para perderte después por las calles del casco antiguo, donde la experiencia navideña continúa entre comercios históricos, cafés y pequeñas plazas llenas de encanto.

Otro año más comprobamos que la Fira de Santa Llúcia no solo sigue en pie, sino que continúa siendo uno de esos lugares que deberíamos visitar al menos una vez en la vida. Y este año, con sus 239 ediciones a la espalda, la excusa cobra aún más fuerza. La feria abrirá desde finales de noviembre hasta la víspera de Navidad, con fechas estimadas del 28 de noviembre al 23 de diciembre de 2025, y un horario ininterrumpido de 10:00 a 21:00 h. Un margen perfecto para perderse entre puestos, tradiciones y pequeñas sorpresas que, pese al paso del tiempo, continúan emocionando como el primer día.

Imagen | “Barcelona: Fira de Santa Llúcia” por Jorge Franganillo, CC BY 2.0

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