En el marco de la Feria Internacional de la Música de Guadalajara (FIM GDL), se llevó a cabo un homenaje a Violeta Parra con una charla y un performance especial en la Sala 2 del Conjunto Santander de Artes Escénicas. El evento reunió a la cantante Mon Laferte y a Javiera Parra, nieta de la legendaria artista chilena, en un escenario compartido por primera vez.
La conversación, moderada por Margarita Hernández Ortiz, Coordinadora General de Extensión y Difusión Cultural de la Universidad de Guadalajara, también contó con la participación de Beatriz Bustos, curadora de la exposición Recolectoras, actualmente exhibida en el Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara (MUSA).
A lo largo del encuentro, las invitadas compartieron sus vínculos personales y artísticos con Violeta Parra, reflexionando sobre su impacto en la música, la cultura y la identidad latinoamericana.
Un legado que trasciende generaciones
Cuando se les preguntó sobre su primer acercamiento con Violeta Parra, Javiera Parra relató cómo la figura de su abuela la marcó desde la infancia.
“Mi vínculo con ella siempre ha sido un poco onírico. Fue hasta los tres o cuatro años cuando escuché su voz por primera vez, una voz tan particular, con un timbre maderoso, tierno y fuerte a la vez. Me daba pena escucharla, creo que porque la tenía asociada a la tristeza de mi padre, que ya no estaba más. Desde entonces, su voz siempre significó algo profundo y potente para mí”, compartió.
Javiera recordó que, con el tiempo, comenzó a descubrir el humor y la denuncia en las canciones de su abuela, describiéndola como “una cuentacuentos”. Más adelante, con respeto y admiración, se atrevió a interpretarla. “Hoy siento que ya estamos fusionadas, que ella es parte de mí y yo soy parte de ella”, afirmó.
Por su parte, Mon Laferte recordó que su primer contacto con la música de Violeta fue en la escuela.
“En Chile nos enseñan a la Violeta desde que somos muy chiquitos. Tocábamos sus canciones en la flauta, pero en ese momento no profundizábamos en el mensaje, solo aprendíamos la melodía. Después, mi mamá la escuchaba mucho y, cuando empecé a componer mis propias canciones en la adolescencia, me di cuenta de lo que realmente significaba su obra. Me enamoré de su escritura”, relató.
Mon destacó la dualidad en la obra de Parra. “Violeta tenía una parte muy punk y visceral, pero también un sentido del humor muy filoso. Podía pasar de ser graciosa a desgarradora con una facilidad impresionante. En mi adolescencia, conecté mucho con su forma de escribir”.
La presencia inquebrantable de Violeta
Para Beatriz Bustos, el legado de Violeta Parra ha atravesado la historia de Chile de una manera única. Recordó su primer recuerdo de la artista el día de su fallecimiento.
“Mis padres siempre hablaban de Violeta. Tengo una imagen muy clara: una cocina amarilla y mi mamá diciendo ‘Murió Violeta, murió Violeta’. Su legado ha estado presente siempre, desde los vinilos en mi casa hasta mi nieta de siete años, que hoy canta La Jardinera. Violeta es cultura viva”, expresó.
Javiera complementó la idea al describir la devoción de la gente por su abuela.
“Es como una rockstar espontánea y real. A su tumba la gente va a dejar flores todo el año. Hay músicos ambulantes que pasan por ahí y se instalan a cantar. El año pasado, para su cumpleaños, fui con una prima que vive en Bélgica. Al llegar, encontramos a un grupo de personas con sillas, listos para un concierto. Era el sindicato del Colegio de Profesores de Chile, haciéndole un homenaje íntimo, sin público ni prensa, solo por la necesidad de darle gracias. Eso es muy lindo, es cultura viva”, destacó.
La influencia de Violeta en la música de hoy
Mon Laferte habló sobre cómo la honestidad y visceralidad de Violeta Parra han influenciado su propia carrera.
“Cuando escribo una canción, si no tengo nada que decir, no la escribo. Y en Violeta encuentro eso: cada canción es un diario de vida. Ella escribía con tripa, con todo, pero también con una inteligencia impresionante. Yo decido ser completamente honesta en mi música, sin miedo ni vergüenza, y creo que Violeta fue la maestra de eso”, afirmó.
Para Javiera, la obra de su abuela se caracteriza por la curiosidad y la humildad.
“Violeta quería aprender de todo. Su mayor trabajo fue recopilar el folclore de Chile, viajando por el país, rescatando cantos, ritmos e historias. Pero lo increíble es que, después de aprender, de incorporar ese conocimiento, lo deconstruyó. Creó un universo lleno de personajes, volcanes, pájaros y tierra. Eso es un ejemplo hermoso para cualquier músico: primero observar, respetar y admirar, pero luego atreverse a crear algo propio”, reflexionó.
Javiera también compartió una anécdota poco conocida sobre el origen de las arpilleras de Violeta.
“Ella empezó a bordarlas porque tuvo hepatitis y el médico la obligó a guardar reposo. Como no podía tocar ni viajar, miró la sábana de su cama y la vio como un lienzo en blanco. Así comenzó su desesperación por crear. No dibujaba los diseños antes de bordarlos, todo estaba en su cabeza. Fue una carrera paralela a su música y su poesía, una necesidad de expresión que trascendía cualquier medio”.
El arte textil como forma de protesta
En la exposición ‘Recolectoras’, actualmente en el MUSA, se exhibe una arpillera de Violeta Parra titulada ‘La Huelga de los Campesinos’. Como parte del homenaje, Mon Laferte creó su propia arpillera contemporánea, ‘La Huelga de las Putas’, inspirada en la lucha contra la violencia de género.
“Cuando Beatriz me propuso hacer una obra que dialogara con la de Violeta, pensé que estaban locos. Pero tomé el reto y usé una técnica de bordado aprendida de mujeres arpilleristas chilenas. Mientras bordaba, escuchaba su música e imaginaba a Violeta en la misma posición, sacando su necesidad de expresión más allá de la música y la poesía. Ella era una artista sin importar el medio”, relató Mon.
Sobre el mensaje de Violeta que sigue vigente, Javiera reflexionó.
“Ella habría seguido haciendo música maravillosa, probando todas las técnicas, vinculándose con los jóvenes. Me encanta su desprejuicio, su capacidad de aprender del otro. Su obra nos propone vivir con honestidad, en un mundo donde todo es efímero y superficial. La vida real es tocarse, quererse, frustrarse. Y Violeta nos recuerda eso”.
Para finalizar la charla, se leyeron algunos poemas de Violeta e interpretaron canciones junto a Mon Laferte y Javiera Parra.
NA