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El Megalodón no fue ni tan grande ni tan monstruoso como lo pintan en las películas


El estudio de varias vértebras de Megalodón o tiburón megatooth, un inmenso escualo que vivió hace entre 15 y 3.6 millones de años, ha demostrado que este animal era más esbelto y parecido a un tiburón blanco actual que al tremendo monstruo recreado por el cine.
Estudios previos habían sugerido que el ‘Otodus megalodon’, que vivió en todo el mundo, probablemente alcanzaba una longitud de 15 a 20 metros.

Sin embargo, dado que en el registro fósil de O. megalodon solo hay dientes y vértebras, los paleontólogos tomaron al tiburón blanco moderno (Carcharodon carcharias) como modelo de la forma corporal de O. megalodon, algo que, según un nuevo estudio, es erróneo.
La investigación, realizada por el catedrático de Paleobiología, Kenshu Shimada, de la Universidad DePaul, en Chicago, y cuyos detalles se han publicado en la revista ‘Paleontología Electrónica’, revela que el cuerpo de O. megalodon era más alargado que el del gran tiburón blanco actual.
“La prueba extraordinariamente sencilla de que el O. megalodon tenía un cuerpo más esbelto que el gran tiburón blanco estaba oculta a plena vista”, dice Shimada.
A partir del estudio de un conjunto incompleto de vértebras fósiles de un individuo de O. megalodon, descrito anteriormente, se estableció que el ejemplar midió 11.1 metros de longitud vertebral total combinada pero, en otro estudio anterior, extrapolado a partir de la relación con múltiples tiburones blancos modernos, estimó que el mismo individuo solo medía 9.2 metros de longitud total, incluida la cabeza.
“Fue un ‘momento eureka’ cuando nuestro equipo de investigación se dio cuenta de la discrepancia entre las dos longitudes publicadas anteriormente para el mismo espécimen de Megalodón”, apunta Shimada.
El nuevo estudio sugiere con rotundidad “que la forma corporal de O. megalodon no era simplemente una versión más grande del gran tiburón blanco moderno“, advierte el investigador de DePaul y primer autor del estudio, Phillip Sternes.
“Aunque seguimos sin saber con exactitud cuánto se alargaba el cuerpo de O. megalodon en relación con el gran tiburón blanco, este hallazgo supone un gran avance científico en la búsqueda por descifrar cómo era el Megalodón”.
El equipo de investigación del nuevo estudio está formado por 26 expertos en tiburones, incluidos Sternes y Shimada, que representan a 29 instituciones académicas de todo el mundo, incluidos el Reino Unido, Austria, Italia, Japón, México, Brasil, Francia y Australia, así como los EE.UU.
“A pesar del gran avance científico de nuestro nuevo estudio, el hecho de que aún no sepamos exactamente cómo era el O. megalodon hace que nuestra imaginación siga en marcha”, reconoce Shimada.
Con información de EFE
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El cerebro grande y un tipo de cráneo llevó a la evolución de las aves modernas

Las aves modernas son los parientes vivos de los dinosaurios, las cuales tuvieron que evolucionar al tener cerebros más grandes, lo que provocó cambios en los músculos de la mandíbula y en la mecánica de las articulaciones impulsando un sistema de alimentación flexible.
Una nueva investigación de las universidades de Chicago y Misuri (EE.UU) publicada en PNAS demuestra cómo esos cambios físicos afectaron a la mecánica de la forma en que las aves se mueven y utilizan sus picos para comer y explorar sus hábitats.
Esa adaptaciones les ayudaron a evolucionar hasta convertirse en los animales extraordinariamente diversos que hay hoy día.
Las aves modernas, al igual que otros animales como las serpientes y los peces, tienen cráneos con mandíbulas y paladares que no son rígidos y fijos como los de los mamíferos, las tortugas o los dinosaurios no avianos, lo que hace que mucho más difícil averiguar cómo funcionan juntas las piezas.
El equipo estudió cómo los cráneos, los músculos de la mandíbula y la mecánica de alimentación cambiaron a lo largo de la transición de los dinosaurios a las aves.
Para ello, realizó tomografías computarizadas de fósiles y esqueletos de aves actuales y reptiles afines, como los caimanes, para crear modelos en 3D que permitieron calcular la mecánica de los cráneos y mandíbulas, la ubicación de los músculos, sus movimientos y la física de su encaje.
Una de las principales diferencias entre las aves modernas y otros animales es que tienen cinesis craneal, es decir, la capacidad de mover distintas partes del cráneo de forma independiente.
Esa característica les da una ventaja evolutiva al ampliar literalmente sus paladares para comer distintos tipos de alimentos o utilizar su pico como herramienta multifuncional.
El equipo observó que, a medida que aumentaba el tamaño del cerebro y el cráneo en los dinosaurios terópodos no avianos, los músculos se desplazaban a diferentes posiciones que permitían que el paladar se separara y adquiriera movilidad.
Gran parte de los cambios dependieron “de cuando las aves desarrollaron un cerebro relativamente grande”. “Al igual que en los humanos, los cerebros más grandes impulsan muchos cambios en el cráneo”, según Casey Holliday de la Universidad de Misuri y uno de los firmantes de la investigación.
Los cráneos y paladares flexibles aparecieron en las criaturas de transición entre en dinosaurio y el ave, por ejemplo en el Archaeopteryx, y para los investigadores, la cinesis craneal podría ser una de las líneas divisorias claras entre las aves modernas y sus antepasados aves más parecidas a los dinosaurios.
Con información de EFE
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El telescopio James Webb capta, por primera vez, imágenes de CO2 fuera del sistema solar

El telescopio espacial James Webb captó por primera vez imágenes directas de dióxido de carbono de un planeta fuera del sistema solar, lo que sugiere que, más allá de la Vía Láctea, exoplanetas gigantes clave pudieron formarse como Júpiter y Saturno.
El telescopio ha captado las imágenes en un planeta en HR 8799, un sistema multiplanetario a 130 años luz de distancia que durante mucho tiempo ha sido un objetivo clave para el estudio de la formación planetaria.

Las observaciones aportan pruebas fehacientes de que los cuatro planetas gigantes del sistema se formaron de manera muy parecida a Júpiter y Saturno, construyendo lentamente núcleos sólidos.
También confirman que Webb puede hacer algo más que inferir la composición atmosférica a partir de mediciones de la luz estelar: puede analizar directamente la química atmosférica planetaria.
Además, al detectar la fuerte presencia de dióxido de carbono, el equipo ha demostrado que hay una fracción considerable de elementos más pesados, como carbono, oxígeno y hierro, en las atmósferas de estos planetas.

“Teniendo en cuenta lo que sabemos sobre la estrella en torno a la que orbitan, esto indica probablemente que se formaron por acreción del núcleo, lo cual, en el caso de los planetas que podemos ver directamente, es una conclusión apasionante”, afirma William Balmer, astrofísico de la Universidad Johns Hopkins, y director de la investigación.
El equipo ha publicado los detalles del estudio en la revista The Astrophysical Journal y ha incluido los datos de las observaciones de otro sistema exoplanetario (51 Eridani), situado a 96 años luz de distancia.
Comprender nuestro Sistema Solar
HR 8799 es un sistema joven de unos 30 millones de años, con planetas aún calientes por su violenta formación, que emiten grandes cantidades de luz infrarroja, lo que proporciona a los científicos valiosos datos para comparar su formación con la de las estrellas o las enanas marrones.
Los planetas gigantes pueden formar construyendo lentamente núcleos sólidos que atraen gas, como nuestro sistema solar, o colapsando rápidamente desde el disco de enfriamiento de una estrella joven hasta convertirse en objetos masivos. Saber qué modelo es más común puede dar a los científicos pistas para distinguir entre los tipos de planetas que encuentran en otros sistemas.
El objetivo es “comprender nuestro propio sistema solar, la vida y a nosotros mismos en comparación con otros sistemas exoplanetarios, para poder contextualizar nuestra existencia”, confiesa Balmer.
Hasta ahora se han obtenido imágenes directas de muy pocos exoplanetas, ya que los planetas lejanos son miles de veces más débiles que sus estrellas.
Al captar imágenes directas en longitudes de onda específicas solo accesibles con Webb, el equipo allana el camino para observaciones más detalladas que intentarán determinar si los objetos que ven orbitando otras estrellas son realmente planetas gigantes u otros objetos como enanas marrones, que se forman como estrellas pero no acumulan suficiente masa para encender la fusión nuclear.
Equipación del Webb
El hallazgo fue posible gracias a los coronógrafos de Webb, que permitieron al equipo buscar luz infrarroja en longitudes de onda que revelan gases específicos y otros detalles atmosféricos.
Así, el equipo descubrió que los cuatro planetas HR 8799 contienen más elementos pesados de lo que se pensaba, otro indicio de que se formaron de la misma manera que los gigantes gaseosos de nuestro sistema solar.
Las observaciones también revelaron la primera detección del planeta más interno, HR 8799 e, a una longitud de onda de 4,6 micrómetros, y de 51 Eridani b a 4,1 micrómetros, lo que demuestra la sensibilidad de Webb para observar planetas débiles cerca de estrellas brillantes.
El equipo espera utilizar los coronógrafos de Webb para analizar más planetas gigantes y comparar su composición con los modelos teóricos.
Con información de EFE
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Odisea de dos astronautas varados en la EEI finalizará esta semana

Este martes se espera el regreso de los dos astronautas de la primera misión tripulada de Boeing, que los llevó a la Estación Espacial Internacional (EEI) pero no los pudo devolver a la Tierra, y con ello desató un drama de más de nueve meses que se politizó en medio del cambio de gobierno en Estados Unidos.
El plan de una semana en la EEI se alargó a unos 285 días para Sunita Williams y Barry Wilmore debido a las filtraciones que presentó la nave Starliner en junio pasado tras el lanzamiento.
.@NASA will provide live coverage of Crew-9’s return to Earth from the @Space_Station, beginning with @SpaceX Dragon hatch closure preparations at 10:45pm ET Monday, March 17.
Splashdown is slated for approximately 5:57pm Tuesday, March 18: https://t.co/yABLg20tKX pic.twitter.com/alujSplsHm
— NASA Commercial Crew (@Commercial_Crew) March 16, 2025
Si todo sale bien, los dos astronautas de la NASA acuatizarán en el mar de Florida el martes a las 17:57 EST (h local) en una Dragon de SpaceX, tras una prolongada aventura, pero muy lejos del récord que tiene el estadounidense de origen salvadoreño Frank Rubio, quien acumuló 371 días en la EEI entre 2022 y 2023, también por un fallo, pero de una cápsula rusa.
Rubio superó el reto de salud mental y física, como se prevé que lo hagan Williams y Wilmore porque los astronautas están “preparados” para ello, como lo ha repetido varias veces la NASA.
“Ni varados, ni misión de rescate”
La demora de nueve meses ha sido una patata caliente para los científicos y directivos de la NASA, Boeing y SpaceX en incontables ruedas de prensa, en las que han rechazado que los astronautas estén “varados” y han evitado hablar de una misión de “rescate” de SpaceX. También se han negado a responder a preguntas sobre las acusaciones sin fundamento del presidente de EE.UU., Donald Trump, a su predecesor, Joe Biden, de abandonar a su suerte a Williams y Wilmore.
Contundentes sí fueron los problemas en varios propulsores y las fugas de helio que tuvo la nave de prueba Starliner de Boeing, con la que esta empresa esperaba acumular puntos para una certificación y competir así con SpaceX, que es lo que busca la NASA para ver fortalezas y debilidades en las diferentes opciones como parte de su programa comercial con el que quiere llegar a la Luna, Marte y más allá.
Dragon approaching the @Space_Station pic.twitter.com/VJzPPhpv9W
— SpaceX (@SpaceX) March 16, 2025
Starliner llegó a principios de junio de 2024 a la EEI con ambos astronautas de la NASA y por precaución se devolvió sola a la Tierra.
A finales de septiembre, antes de las elecciones, en las que ganó Trump, partió la Crew-9 en una cápsula Dragon, la ‘Freedom’, y llevó solo dos de los cuatro astronautas habituales a la EEI para que una vez terminara la misión de seis meses, tiempo también habitual, se regresara con los tripulantes de Starliner, como va a suceder si todo sale bien esta semana.
La llegada el viernes pasado de cuatro astronautas en una cápsula Dragon, la ‘Endurance’, a la EEI, simplemente permite el relevo regular, dando paso al regreso de la ‘Freedom’, acoplada desde septiembre pasado al laboratorio orbital.
William y Wilmore, además de Nick Hague y el cosmonauta Aleksandr Gorbunov, que viajaron en septiembre, regresarán en esa Dragon el martes y caerán en alguno de los puntos marítimos preparados en la costa oeste de Florida. Después de esta zambullida, SpaceX espera comenzar a recibir tripulaciones en el océano Pacífico como una nueva alternativa a Florida.
Los récords espaciales
Durante la extensa misión de Williams y Wilmore ambos realizaron diversas actividades científicas. “No me siento atrapada en el espacio; estoy haciendo mi trabajo y espero regresar cuando sea seguro hacerlo”, ha dicho Williams en varias entrevistas.
Los expertos han señalado que la prolongada exposición a la microgravedad puede ocasionar pérdida de masa ósea y muscular, alteraciones en la visión y cambios en el sistema cardiovascular.
Sin embargo, la NASA ha implementado protocolos de ejercicio y revisión médica para mitigar estos efectos, como lo hizo recientemente con Rubio.
Con 371 días consecutivos Rubio es el astronauta de la NASA que más tiempo ha tenido en el espacio en una sola misión espacial, superando a Mark Vande Hei, quien tenía 355 jornadas (2021-2022).
La misión de Rubio, nacido en Los Ángeles, fue más larga de lo previsto debido a una fuga de refrigerante en la nave Soyuz MS-22. El décimo segundo hispano en volar al espacio volvió a la Tierra tras haber estado en la EEI con cuatro diferentes tripulaciones.
El récord espacial en general sin embargo lo tiene el ruso Valeri Polyakov, con 437 días (1994-1995) en la ya desarticulada estación soviética Mir. Un compatriota, Sergei Avdeyev, logró 379 en ese mismo laboratorio (1998-1999).
Con información de EFE
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