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Live 8: El último concierto en la historia de Pink Floyd
A lo largo de los años, Pink Floyd nos regaló conciertos memorables, presentaciones que se salieron por completo de todo lo que habíamos visto antes. Pero a pesar de todo, ninguno será tan especial como el show que dieron en 2005 como parte del Live 8, pues además de ser una presentación que la humanidad llevaba esperando por años, fue la última vez que vimos a la alineación más popular de la banda.
En 1983 y tras todo el éxito que habían recibido por The Wall, la banda lanzó The Final Cut, un nuevo disco de estudio. Sin embargo, las fricciones que venían arrastrando de las sesiones anteriores eran cada vez más latentes. Para este nuevo álbum, Waters trabajó prácticamente en solitario y por si fuera poco, había corrido al tecladista Richard Wright, quien para ese entonces era un músico de sesión contratado por Roger.
A pesar de que fue bien recibido el disco, Gilmour y Mason ya no podía con la tensión de lidiar con Waters, pues él sentía que era el único que podía sacar adelante a Pink Floyd, a partir de aquí todos tomaron caminos distintos. Lo peor llegó en diciembre 1985, cuando el mismo Roger anunció la separación de la banda, diciendo que el grupo era una fuerza agotada.
Aquellas declaraciones para muchos fueron tomadas con el final de la banda, Gilmour y Mason comenzaron a grabar en 1986 un nuevo disco bajo el nombre de Pink Floyd. Esto comenzó una enorme batalla legal con Waters por el nombre del grupo, reclamando que debió haber sido abandonado cuando él anunció su salida.
Pero Nick y David afirmaron que ellos tenían los derechos para continuar con ese nombre argumentando que Roger se había ido por decisión propia. Al final y tras involucrar a un montón de abogados, el baterista y guitarrista se quedaron con los derechos de la banda, terminando con una separación definitiva entre ellos y Waters que duró un muy largo tiempo.
Durante todo ese tiempo, David Gilmour, Nick Mason –y de nuevo junto a Richard Wright– publicaron en 1987 un nuevo disco de Pink Floyd, A Momentary Lapse of Reason, que significó el regreso de los miembros de la banda a las giras y siete años después llegó The Division Bell. Por su parte, Waters comenzó una carrera como solista con discos como The Pros and Cons of Hitch Hiking, Radio K.A.O.S y Amused to Death, así que una reunión entre ellos se veía imposible.
En 2005, Bob Geldof –quien había organizado el Live Aid 20 años antes–, tenía la idea de armar otro concierto benéfico, el cual llamó Live 8. A diferencia de la versión anterior, este show no pretendía recaudar fondos como tal, sino concientizar a las sociedades –especialmente aquellos que viven en países pertenecientes al G-8– sobre la pobreza que hay en el mundo y en una de esas, presionar a sus gobernantes para que ayudaran con este problema.
Así como en el Live Aid, Geldof presentaría conciertos simultáneos en diferentes partes del mundo, como Londres, París, Tokio, Filadelfia, Toronto, Berlín, Moscú, Cornwall, Roma o Johannesburgo. Aquí también contó con un lineup de ensueño, con bandas y artistas enormes del tamaño de Paul McCartney, The Who, U2, Elton John, Sting, The Cure, Stevie Wonder, Björk, Pet Shop Boys y más. Sin embargo, Bob quería a una banda en específico.
Debido a los múltiples conflictos que existían entre Roger Waters y sus ex compañeros, David Gilmour, Richard Wright y Nick Mason en la época en que se desarrolló el Live Aid, para Bob Geldof fue imposible contar con Pink Floyd en el cartel. Pero 20 años después y tras llevar una buena amistad con los miembros –tras protagonizar la versión cinematográfica de The Wall–, encontró la oportunidad perfecta para volver a intentar reunir a la banda con una presentación única durante el concierto benéfico.
Por ahí dicen que el tiempo lo cura todo, y tras un montón de pláticas con los miembros de la banda, Geldof lo logró, aunque no fue nada sencillo. Para empezar les dio total control sobre la duración del set y las rolas que tocarían, y este último fue el mayor problema entre ellos, pues Gilmour no quería tocar la mundialmente famosa”Another Brick In The Wall Part. II” y Waters hizo lo propio con las canciones de Pink Floyd donde no participaba, como todas las que vienen en los discos A Momentary Lapse of Reason y The Division Bell.
Al final, Bob Geldof tuvo que intervenir para que escogieran un setlist con el que todos estuvieran de acuerdo y sobre todo, que pudieran tocar en 20 minutos que duraría su presentación. Después de muchos rumores, Pink Floyd se anunció –indirectamente– como el acto principal para el Live 8 el 2 de julio de 2005, haciendo que todos los increíbles artistas que ya estaban confirmados pasaran a segundo plano con la reunión de la legendaria banda.
Por fin llegó el día, al caer la noche en el Hyde Park de Londres y con “Speak To Me” de fondo, David Gilmour, Nick Mason, Richard Wright y Roger Waters tomaron sus lugares para darnos el show más visto de todo el concierto. Mientras el público seguía escuchando los latidos y sonidos sampleados de la introducción del icónico Dark Side of the Moon, se escucharon los gritos que nos llevaron a “Breathe”, donde la banda sonó como en los viejos tiempos, coordinados como una máquina creativa y poderosa.
Después de tanto tiempo de espera, el público se emocionó cuando las voces de Gilmour, Wright y Waters se juntaron para entonar la poderosa frase “breathe, breathe in the air”, pues en realidad eso fue la presentación de Pink Floyd en el Live 8, un respiro de aire fresco ante todos los problemas que hay en el mundo, haciendo que todos se olvidaran por un momento de lo que pasaba alrededor para ponerle toda su atención a una de las bandas más legendarias de toda la historia.
Tras tocar el reprise de “Breathe que suena al final de “Time y sin tiempo que perder –porque ya saben que tienen los minutos contando–, la banda siguió con “Money”, donde David Gilmour hizo llorar a su guitarra, Waters tocaba espectacular y Wright se hacía a cargo de los teclados, mientras Dick Parry volvía a interpretar el épico solo de saxofón que grabó en la versión de estudio.
Poco a poco el público estaba recordando el poderoso show que Pink Floyd da en vivo, que a diferencia de años anteriores, no necesitaban de visuales o puestas en escena para conseguir que todo el mundo se emocionaran. Y sin duda el momento que le puso la piel chinita a la mayoría fue cuando se escuchó el sonido de una radio cambiando de estaciones de “Wish You Were Here”, que finalmente se detuvo y muchos ya sabían lo que vendría.
Mientras se escuchaba la guitarra acústica de la introducción, Roger Waters dedicó unas palabras para el miembro fundador de la banda, Syd Barrett: “Es muy emocionante estar aquí con estos tres chicos después de todos estos años. Estar de pie para contar con el resto de ustedes. De todos modos, hacemos esto para todos los que no están aquí, pero particularmente, por supuesto, por Syd”.
Fue gracias a esta canción que se terminó de sentir una comunión entre cada uno de los miembros de la banda, todo mientras un cerdo volaba por el cielo. Por si no fuera lo suficientemente especial –y como símbolo de reconciliación–, David Gilmour compartió los vocales de la canción con Waters, ya que el bajista cantó casi todo el segundo verso, y cuando no estaba al frente del micrófono, se le veía a Roger bastante entusiasmado, cantando con fuerza.
Para terminar, Pink Floyd sí tocó una canción de The Wall, pero no la que Waters quería, una que de verdad representaba la majestuosidad del momento que estaban viviendo. De repente y sin avisar, Nick Mason marcó el tiempo y todos comenzaron a tocar “Comfortably Numb”, otra de las partes donde se puede sentir que Roger y David trabajan juntos para presentarnos una de las canciones más hermosas de toda su discografía.
Con el inmenso solo de guitarra de David Gilmour –el cual está siempre en la lista de los mejores de todos los tiempos–, acompañado de la batería precisa de Nick Mason, las maravillosas armonías de Wright junto con la línea de bajo de Waters, y así como dice la rola, el sueño se acabó para todos los que estaban en Hyde Park.
Tras tocar cuatro canciones durante 24 minutos y con las emociones a flor de piel, Richard Wright, Nick Mason, Roger Waters y el propio Gilmour se despidieron del público fundiéndose en un abrazo y con una sonrisa de oreja a oreja. Sí, no había durado casi nada su set (pues después de tanto tiempo faltaron rolas de su extensa discografía), pero fue el tiempo suficiente para dejarnos una de las presentaciones más importantes de toda su historia.
Pasaron los meses y a un multimillonario se le ocurrió la grandiosa idea de ofrecerle una cantidad impensable para que la banda diera una gira de reunión, sin embargo, a ellos poco les importaba el dinero. Lamentablemente este fue el último concierto con la alineación completa, pues el 15 de septiembre de 2008 murió el gran Richard Wright, cerrando por completo la posibilidad de ver a Pink Floyd juntos una vez más en el escenario.
Después de esto, podemos contar con los dedos de una sola mano las veces que han compartido el escenario de nuevo. Pero a pesar de todo, con tan solo unos cuantos minutos de show, Roger Waters, Nick Mason, David Gilmour y Richard Wright demostraron por qué son una de las bandas más importantes de la historia.
24 minutos fueron suficientes para que el mundo recordara lo mucho que se extrañaba verlos en vivo y lamentablemente, el mar de gente que estaba en Hyde Park son los únicos afortunados que pueden decir que estuvieron en el último concierto en la historia de Pink Floyd.
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Marianne Faithfull y las canciones que la conectaron con The Rolling Stones
Lo que necesitas saber:
Marianne Faithfull compuso y grabó diversas canciones con The Rolling Stones; varias de ellas se convertirían en grande éxitos de la banda.
La historia de The Rolling Stones y de Mick Jagger como tal, no se entendería sin Marianne Faithfull. Artísticamente, fue una cantante con un talento singular que incluso le dio la posibilidad de desempeñarse algunas veces en el cine.
Y tal vez sin quererlo propiamente, durante el tiempo que sostuvo una relación amorosa ––y ciertamente tóxica–– con Mick, ella se convirtió en la musa predilecta de muchas de las mejores canciones de sus ‘Satánicas Majestades’.
Las canciones de The Rolling Stones que habría inspirado Marianne Faithfull
Marianne Faithfull fue una icono de la década de los 60, de esa época en la que se empezaba a asentar la parte glamorosa del rock de la mano de los estatus de celebridad que conllevaban la vida dentro del concepto de rockstar.
No por nada, su relación con los Rolling Stones, más allá del turbulento romance con el líder de la banda, nos entregó una serie de canciones que la elevaron a un estatus de leyenda para a cultura pop de la época.
Porque, como dijimos, sin ella no se entendería la historia de una de las bandas más grandes del rock n’ roll… Aquí algunas canciones que conectaron a Marianne Faithfull con The Rolling Stones.
“As Tears Go By”, una canción que los Rolling Stones escribieron para Marianne Faithfull
La existencia de esta canción se atribuye de cierta forma a Andrew Loog Oldham, manager de los Rolling Stones. Como se cuenta en UDiscover, él convenció a que Mick Jagger y Keith Richards de que empezaran a componer sus propias canciones por ahí de 1964, ya que veía un potencial de éxito similar al de The Beatles que, a diferencia de ellos, sí componían sus propios temas.
De esas sesiones entre el vocalista y guitarrista surgió “As Time Goes By”, que la banda desechó por considerar que no encajaba con su estilo. Sin embargo, en ese mismo año, Oldham había conocido a una joven de 17 años… sí, la mismísima Marianne Faithfull, a quien ofreció la oportunidad de llevar una carrera artística.
Oldham retomó la canción de los Stones y le cambió el nombre a “As Tears Go By”, la cual también cambió un poco en cuanto a la letra. Y con la promesa de lanzarla como cantante, el manager logró meter a Marianne al estudio junto a Keith y Mick para grabar lo que sería el sencillo debut de la joven londinense.
Poco después de que Marianne Faithfull la lanzara, Jagger y Richards la regrabaron con algunos ajustes de instrumentación y la lanzaron como parte del disco December’s Children (And Everybody’s) de los Stones (aunque solo ellos dos participan en la canción).
“Sympathy For The Devil” y el libro que Marianne le regaló a Mick
Mick Jagger llegó a afirmar que Marianne Faithfull “me estaba educando… Leía mucha poesía, mucha filosofía”. La joven cantante, que era una lectora voraz, le regaló a su entonces novio una copia del libro El maestro y Margarita, del autor soviético Mikhail Bulgakov.
Aquel libro, según Genius, nos muestra la historia de cómo el Diablo vaga por Moscú en la década de 1930 haciéndole bromas y realizando todo tipo de acciones a la gente codiciosa, entre otras cosas.
Tomando los elementos narrativos del Diablo como personaje central y autor de todo tipo de fechorías, Jagger compuso “Sympathy For the Devil” desde la perspectiva de este personaje diabólico “rico y de buen gusto” que se atribuye todo tipo de asesinatos y tragedias históricas, todo como una forma del compositor de hablar de la decadencia de la humanidad.
Sin Marianne Faithfull, posiblemente ese libro nunca hubiera llegado a manos de Mick Jagger… y sin eso, quién sabe si la canción hubiera existido.
“Wild Horses” y las versiones diferentes sobre su inspiración
Sobre “Wild Horses”, hay un consenso medio extraño acerca de si realmente Marianne Faithfull inspiró parte de la canción. El coro de la canción dice: “Wild horses could not drag me away…”, y durante mucho tiempo se pensó que esa frase venía de una experiencia con Marianne.
Ella dice en su biografía que luego de pasar varios días en coma por una sobredosis en 1969, despertó y la primera frase que le dijo a Mick fue: “ni los caballos salvajes me podrían arrastrar”, algo que supuestamente era una analogía sobre el peligro que corrió por esa situación.
Sin embargo, Mick Jagger dijo en las del disco recopilatorio de la banda de 1993 dijo que: “Todo el mundo siempre dice que se escribió sobre Marianne, pero no creo que fuera así; para entonces todo eso ya había pasado“.
Entre detalles y demás, lo que sí es un hecho es que la canción nació gracias a Keith Richards. El guitarrista se sentía triste por tener que salir de gira y alejarse de su hijo recién nacido, lo que le motivó a componer una canción de cuna que de a poco se convirtió en una canción en forma.
Y una vez que llegó a manos de Jagger, la letra tomó un tinte más sombrío. No sabemos a ciencia cierta qué tanto se inspiró la canción en Marianne… pero “Wild Horses”, ya sea por mito o diferencias entre declaraciones con el vocalista, terminó ligada a la figura de Faithfull.
“Sister Morphine”, la otra colaboración que primero grabó Marianne Faithfull
Esta es quizá una de las canciones más oscuras de los Rolling Stones y una de las que mejor retratan las consecuencias de la adicción a las drogas y la debilidad que conlleva tanto física como emocionalmente.
La canción se hizo más conocida en la versión del disco Sticky Fingers de 1971, que para variar es considerado uno de los álbumes más pesimistas ya que habla mucho precisamente sobre el abuso de sustancias. Pero antes de que fuera lanzada en ese material, Marianne Faithfull la grabó como solista.
Sobre ello, también se ha dicho que la canción estaría inspirada en algún incidente sobre ella misma. Sin embargo, la propia Marianne dijo en su biografía que eso es un dato erróneo ya que para el momento en que la grabó, ni siquiera estaba cerca de considerarse una adicta.
Como señala la BBC, hubo una disputa legal por la canción por temas de co-autoría, lo cual se resolvió a su favor.
“I Got The Blues” y el rompimiento de Faithfull y Jagger
De esta canción, es difícil encontrar declaraciones donde Mick Jagger asegure que esta triste canción sobre el desamor y la separación este inspirada por Marianne Faithfull. Pero debido a que su relación terminó en 1970 y Sticky Fingers se lanzó en 1971, se considera como el desahogo del vocalista tras la ruptura con la artista.
Buena parte de esa idea recae en el verso traducido como: “He rezado para que estés a salvo en los brazos de alguien que te dará vida y no te hundirá con abusos”. Algunos consideran que el abierto estilo de vida de abuso de sustancias de Jagger, alimentó la propia adicción de Faithfull… así que ese verso tiene sentido de cierta forma.
“You Can’t Always Get What You Want”… ¿Una suplica para que Marianne Faithfull dejara la heroína?
Otra de las grandes canciones de The Rolling Stones que, comúnmente, se dice que estuvieron en parte inspiradas por Marianne Faithfull. En una entrevista bastante complicada de encontrar en internet, ella supuestamente dijo alguna vez que contribuyó en esta y otras canciones sobre el abuso de drogas.
“Sé que me usaron como musa para esas duras canciones sobre drogas. Sabía que me estaban utilizando, pero era por una buena causa“, dijo según The Guardian. Sin embargo, es difícil encontrar qué experiencia, anécdota o suceso específico inspiró dentro de la letra de la canción, o cómo contribuyó.
Sin embargo, en el podcast 500 Songs, cuentan que Jagger compuso esta canción como una súplica para que Faithfull dejara de consumir heroína… y esto, sería solo parte del montón de lecturas, referencias e inspiraciones que tenía la canción.
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La historia del Gramófono, el famoso trofeo de los premios Grammy
Lo que necesitas saber:
Todos conocemos el Gramófono, el trofeo que se entrega en los premios Grammy pero, ¿conocen su historia y cómo se hace? Acá les contamos
Podemos estar o no de acuerdo con la relevancia en la actualidad del Grammy para un artista, banda, productor o compositor. Sin embargo, no podemos negar que es un premio que a cualquiera dentro de la industria musical le gustaría tener en su vitrina no solo para presumirlo, también para agregarle un montón de prestigio a sus curriculums.
Cuando pensamos en los Grammy, inmediatamente se nos viene a la cabeza el famoso Gramófono, la estatuilla que se lleva el ganador de cada una de las categorías. La gran mayoría lo ubicamos, pero ¿saben de dónde surgió e incluso cómo se hace? Bueno, si ustedes tienen esa curiosidad, quédense que acá les contamos la historia de este trofeo.
Esta es la historia del Gramófono, el famoso trofeo de los premios Grammy
Los premios Grammy –que comenzaron como los premios Gramophone y que originalmente se iban a llamar Eddie Awards en honor a Thomas Edison, inventor del fonógrafo– se llevaron a cabo por primera vez en 1959, con dos ceremonias en Beverly Hills y Nueva York. En ese momento, solamente los premios de la Academia, los famosísimos Oscar, y los Emmy reconocían a los artistas más destacados del cine y la televisión, pero no existía un equivalente musical.
Después del proyecto para la creación del Paseo de la Fama de Hollywood, que comenzó en la década de los 50, se empezó a notar un interés en la música y la industria discográfica dentro del mundo del entretenimiento, lo que llevó a la creación de los Grammy por parte de la Academia Nacional de Artes y Ciencias de la Grabación como una forma de honrar a los compositores, letristas y músicos.
Desde aquella primera edición, los Grammy dieron el Gramophone (o Gramófono, como lo conocemos en español), el cual hace referencia al primer sistema de grabación y reproducción de sonido del mismo nombre patentado por Emile Berliner en 1887 y que, desde 1980 hasta mediados de la década de los 50, se utilizó como el dispositivo más común para reproducir sonido grabado, como la música.
Gracias a su diseño icónico y majestuoso, el Gramófono se convirtió en el trofeo más codiciado para cualquiera dentro de la industria musical. Inicialmente, las estatuillas de los Grammy se construían con plomo y se bañaban en oro. Sin embargo, eso terminó siendo un problema muy grande, ya que con el paso del tiempo, un montón de trofeos acabaron rompiéndose.
El trofeo de los Grammy está hecho de su propia aleación
Es por eso que la Academia de la Grabación decidió hacer un pequeño cambio en el metal utilizado para construir los trofeos. Para quien no lo sepa, el encargado de construir cada Gramófono que vemos año con año en la ceremonia se llama John Billings, el propietario de la empresa Billings Artworks y el mismo que se encargó de darle “nueva vida” a los premios que se entregan en los Grammy.
En 1990, el diseño original de los Grammy fue rediseñado. John cambió el plomo blando tradicional por una aleación de zinc y aluminio que desarrolló, la cual es más fuerte y menos propensa a dañarse, y que provocó que la estatuilla fuera más grande y majestuosa. A dicha fusión la llamaron Grammium y, como nunca antes se había usado, Billings la patentó como una marca registrada. Desde entonces, se usa para darle durabilidad y brillo a los trofeos de otras ceremonias de premiación.
Así se hace el Gramófono que reciben los ganadores de los Grammy
De acuerdo con Toronto Gold, John Billings (con la ayuda de su hijo y un amigo) se encarga de hacer a mano cada uno de los Gramófonos que se quedan los ganadores… así como lo leen. Él mismo se encarga de hilar, dale forma, limar, esmerilar, pulir y lustrar todas las estatuillas para asegurarse de que cada una esté construida a la perfección y luzcan majestuosas durante las ceremonias de los Grammy.
El proceso para crear este trofeo es más o menos el siguiente. Cada estatuilla está fabricada con latón hilado, y tanto el brazo, la base y la caja del Gramófono se hacen con el ya mencionado Grammium. Después de que los trofeos se funden con esta aleación, se bañan en oro de 24 quilates para darles el brillo intenso característico que notamos cuando los músicos y artistas suben al escenario a recibirlos.
Según la Academia de la Grabación, cada Gramófono pesa 5 libras y 4 onzas, y mide 9 pulgadas de alto. Y aunque se ve que si alguien se atreve a vender un trofeo de los Grammy, probablemente se lleve una buena lana, el valor de fusión de la estatuilla es muy difícil de estimar. ¿Por qué lo decimos? Bueno, pues porque el Grammium es una aleación única y no contiene metales preciosos (así que si alguna vez se encuentran uno de estos premios y quieren llevarlo al empeño, mejor guárdenlo).
Como pasa en todas las ceremonias de premiación, los trofeos que se ven en televisión durante los Grammy son “de muestra”, que se reutilizan todos los años. Las estatuillas reales se entregan a los ganadores después de la ceremonia con sus nombres y la categoría ganadora grabados en el premio para que los conserven. ¿Qué tal? ¿Conocían la curiosa historia del Gramófono y todo lo que hay detrás para construir el reconocimiento más importante de la industria musical?
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Phil Collins: Por este motivo eliminaron su actuación de la cinta de The Beatles
Este jueves 30 de enero, el músico británico Phil Collins cumple 74 años, 57 de ellos dedicados a la música, pues a pesar de que en los últimos años ha estado un poco más alejado de la industria por cuestiones de salud, Phil sigue activo y presente en la memoria de su público.
Phil Collins es considerado uno de los músicos más importantes que, de generación en generación, supo reivindicarse y redescubrirse, pese a que eso supuso que sus fans cautivos reprobaran su salto drástico del rock progresivo al rock pop.
Con sólo 17 años, Phil incursionó en la industria musical, dos años antes de convertirse en el baterista oficial Genesis, pero lo que pocos saben es que desde años antes su rostro ya era conocido, ya que desde pequeño se desempeñó como actor infantil y participó en varios proyectos de la pantalla grande aunque de forma errática.
Una de las anécdotas más populares de esos proyectos es cuando participó en “A Hard Day’s Night”, pero su escena terminó siendo eliminada de la cinta de The Beatles, aquí te contamos el motivo.
La madre del músico, Winifred, era representante teatral, lo que facilitó que el pequeño Phil se desenvolviera en el mundo de la actuación; una de sus grandes oportunidades llegó cuando Walter Shenson, el productor de la película de The Beatles, “A Hard Day’s Night”, buscaba a un grupo de infantes para que participaran en una escena. Phil fue uno de esos niños, sin embargo, fue el único del grupo que no siguió las instrucciones que Richard Lester, el director, les indicó.
Lester necesitaba que los infantes hicieran escándalo e hicieran el mayor ruido posible, y mientras los extras gritaban, Collins, de tan sólo 13 años, se quedó sentado admirado por la música de la banda, que representaban la revolución máxima de la música. Sin embargo, ese temprano gusto por la música fue lo que produjo que su escena no fuera integrada en la película, debido a que su actuación no cumplía con los requerimientos.
Así rememoró la anécdota en la revista Rolling Stones: “Tuve la oportunidad de estar entre el público cuando The Beatles filaron ‘A Hard Day´s Night’, querían que niños gritaran, y yo me quedé sentado, probablemente por eso me eliminaron de la película”.
Collins volvió a enfrentarse a la película 30 años después, cuando fue invitado a narrar un documental acerca de la filmación de 1964. El cantante rememoró que, entre las cintas, identificó una de las escenas en donde aparecía, y con el mismo ímpetu que en su niñez, deseó que todos esos alaridos fueran silenciados para poder disfrutar de la actuación de la banda, “Pude ver las tomas descartadas y encontré un tipo que llevaba una corbata de alfiler que se parecía a mí, sentado completamente quieto, recuerdo que pensé: ‘por el amor de Dios, ¿pueden dejar de gritar?, ¡escuchemos la música!’”, compartió.
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EA
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