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La crisis del aceite de oliva ha disparado el fraude. Así está ayudando la ciencia a solucionar el problema
La semana pasada teníamos noticia de que una serie de operaciones de la Guardia Civil contra el fraude alimentario. Operaciones que se saldaron con al menos 32 detenciones y hasta 2.200 infracciones administrativas.
2024 ha sido un año en el que las noticias de este tipo no han escaseado. No es de extrañar, la escalada de precios causada por la paupérrima cosecha del año pasado, a su vez vinculada con la situación de sequía vivida entre 2023 y 2024, supuso las condiciones idóneas para la proliferación de este tipo de estafas.
En casos como el de la trama recientemente desarticulada en Bizkaia, las muestras fueron enviadas a un laboratorio organoléptico, donde se realizan análisis de las muestras. Los análisis organolépticos se basan en las propiedades de un producto que podemos percibir a través de nuestros sentidos: color, aroma, viscosidad o sabor.
Una de las estrategias comunes en la falsificación de aceites es la de vender aceites de semillas (como el de girasol) por aceite de oliva. Camuflar el color más transparente del aceite es relativamente sencillo con colorantes basados en clorofila y carotenos. Sin embargo estos fraudes lo tienen más difícil para replicar el aroma propio del aceite de oliva, un aroma marcado por la presencia de los químicos que conocemos como polifenoles.
Los análisis organolépticos son una herramienta clave a la hora de detectar el fraude alimentario, pero no son la única. En el último año distintos grupos de investigación han enfocado sus esfuerzos en el estudio y desarrollo de técnicas de laboratorio que nos permitan agilizar la detección de este tipo de fraudes.
En junio de este año, un equipo iraní de investigadores publicaba un estudio en en la revista Journal of Agriculture and Food Research en el que buscaban las técnicas punteras a la hora de identificar la adulteración de aceites de oliva. En el estudio presentaban algunos de estos desarrollos, como la resonancia magnética nuclear, la cromatrografía, métodos basados en el ADN y las “narices electrónicas”.
El equipo señala cómo cada una de estas herramientas permite llevar a cabo el análisis de una forma particular. Por ejemplo, el NMR permite detectar la composición y estructura química de los aceites, mientras que el análisis de ADN permite estudiar el aceite a través de la genética.
La cromatrografía, las “narices electrónicas” se basan en la automatización del análisis de las propiedades organolépticas, color y aroma/sabor, del aceite a estudiar. El uso de varias herramientas de análisis quimiométrico permiten a los equipos un análisis más certero de las muestras.
Otro trabajo semejante, este realizado por un equipo de la Universidad de Jaén y publicado en la revista TrAC Trends in Analytical Chemistry llevaba a cabo otra revisión de métodos para la autentificación del aceite. En este caso el estudio estaba enfocado en el aceite de oliva virgen y en herramientas basada en la espectrometría.
Entre las herramientas estudiadas se encontraban sistemas cromatográficos vinculados a espectrometría de masas (MS), uso directo de MS a través de distintas fuentes de ionización, o análisis elementales basados en MS, explica el propio equipo responsable del estudio. Estas herramientas pueden ser utilizadas no solo para detectar adulteraciones como la mezcla con aceites de peor calidad, sino también para verificar el origen del aceite o distinguir entre distintas categorías comerciales, añade el grupo.
La ciencia continúa avanzando. Otro estudio publicado este año, este a cargo de investigadores de la Universidad de Ghent y publicado en la revista Current Research in Food Science, proponía una nueva técnica para detectar la adulteración de aceites de oliva. Esta está basada en la integración de imágenes hiperespectrales en infrarrojo cercano con técnicas de aprendizaje automatizado (Machine learning).
La situación del mercado del aceite de oliva ha hecho más necesaria que nunca la lucha contra el fraude alimentario. No se trata solo de una del perjuicio económico para productores y consumidores: a veces la adulteración del aceite puede poner en riesgo nuestra salud.
Aunque por debajo de los problemas por incumplimiento de normativa y fraude, parte de los casos detectados por las autoridades europeas que vigilan la calidad de los aceites vendidos en la Unión están relacionados con la seguridad alimentaria. Al tratarse de operaciones clandestinas, no existe garantía alguna de que los aceites adulterados puedan cumplir con los estándares sanitarios vigentes, lo que implica un riesgo adicional asociado a la compraventa y consumo de estos productos.
Imagen | JillWellington
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el choque entre la medicina moderna y las tradiciones milenarias
La gran epidemia del siglo XXI se llama salud mental. No lo digo yo, sino los expertos que llevan años advirtiendo sobre el aumento de casos de depresión o ansiedad. Puede que hayan aumentado o lo exterioricemos más, pero enfermedades como la ansiedad nos llevan a responder emocionalmente y de forma anticipada a una amenaza real o percibida, provocando un profundo malestar. En la discusión por ver cómo atajar el problema, las drogas psicodélicas se han hecho un hueco.
Pero una bolsa de un chamán de la cultura Tiwanaku hallada en Bolivia demuestra que hace más de 1.000 años ya se utilizaban estos psicodélicos para tratar ciertas afecciones. Y, mientras la ciencia moderna explora su potencial terapéutico, surgen dudas sobre la apropiación de estos conocimientos sin reconocer sus raíces indígenas.
La bolsa del chamán. El uso de psicoactivos en medicina no es, ni remotamente, algo nuevo. En 2008 se dio un descubrimiento interesante en los Andes bolivianos cuando un grupo de investigadores desenterró un objeto muy curioso: una bolsa de cuero. Se descubrió que había pertenecido a un chamán de la civilización Tiwanaku, una que floreció hace 3.500 años y colapsó en el 1000 d.C.
En el interior del bolso se encontraron herramientas para preparar las “medicinas”, así como trazas de las propias medicinas. Había restos de cocaína, componentes de ayahuasca y sustancias como la psilocina que está presente en los hongos psicoactivos. Y esto es relevante porque apunta no sólo a las sustancias, sino a que la civilización tenía sofisticados mecanismos de uso.
Viaje milenario. Excavaciones recientes nos han permitido conocer que las drogas estaban muy presentes —también— en las civilizaciones del pasado. Un ejemplo es el de los participantes del juego de pelota maya que podían jugar con un estado alterado de conciencia. Este uso de psicodélicos se remonta a miles de años atrás, siendo algo común tanto en las civilizaciones americanas como en las europeas y hasta en la China de la dinastía Zhou, donde hace 2.500 años el cannabis era habitual.
Diferencia de enfoques. Su uso no era recreativo, al menos no sólo se consumían por divertimento, ya que lo principal era potenciar que el individuo conectara con lo espiritual. Estas culturas antiguas realizaban ritos en los que las drogas potenciaban el volver a conseguir un equilibrio entre los humanos, la naturaleza y el mundo espiritual.
Yuria Celidwen es académica de la Universidad de California-Berkeley y comentó a BBC que el término “psicodélico” es un concepto occidental moderno. Hay una gran diferencia entre el enfoque tradicional indígena, que “no sólo tiene que ver con rituales y ceremonias, sino con prácticas cotidianas como acudir al curandero si se perdía algo de valor”, y el occidental moderno.
“La creencia en occidente es que se pueden utilizar para tratar trastornos de salud mental”. Esta visión, según Celidwen, deja a un lado completamente el papel que las “medicinas espirituales” desempeñaron en las comunidades antiguas en escenarios como rituales, exploración de la conciencia, facilitación de la creatividad y los cuidados paliativos.
Efectos encontrados. Con ese enfoque occidental actual centrado en el individuo y en el tratamiento para trastornos como la ansiedad o la depresión, la industria está pivotando sobre la química de las sustancias, dejando a un lado el contexto colectivo y espiritual que las culturas indígenas consideraron esencial para que las propias sustancias funcionaran.
Según Celidwen, “en occidente observamos un pico de bienestar justo después de la exposición inicial a la droga, pero no se mantiene porque no hay un contexto colectivo en torno a la experiencia alucinógena. Debido a eso, se corre el riesgo de crear otra adicción porque la gente sigue recurriendo a ella para obtener esa sensación de bienestar”.
Apropiación cultural. Es una diferencia crucial con el objetivo de culturas como la de los wixárikas, que utilizaron el peyote para “recuperar a su comunidad de la anemia después de una gran ola de malaria que agotó su población y su salud hace más de 500 años”, comenta Ahau Samuel, un practicante de la tribu chichimeca de Guanajuato.
Osiris Sinuhé González Romero, investigadora de la Universidad de Saskatchewan, afirma que “los rituales psicodélicos eran una forma de recuperar el alma”, y algo que los participantes del artículo comparten es que la medicina actual no contempla nada de eso. Y, en una industria que se espera que alcance un valor de 7.000 millones de dólares para 2027, personas como Celidwen (que tiene ascendencia maya) buscan que se reconozcan las voces indígenas en los estudios de las drogas psicodélicas.
Reconocimiento al expertise. Según la investigadora, no hay un reconocimiento del hecho de que muchas de estas sustancias siguen considerándose sagradas para algunas culturas, por no hablar de la mencionada cuestión económica. Denuncia que un retiro psicodélico organizado desde occidente puede costar varios miles de dólares, mientras que los chamanes indígenas ganan entre 2 y 150 dólares por realizar servicios similares.
Y no es sólo una cuestión de dinero. Jules Evans es investigador de psicodélicos en la Universidad Queen Mary de Londres y comenta que los chamanes “tienen mapas, guías y una profunda familiaridad con los estados alterados de conciencia. La gente secular, en general, no los tiene. Como resultado, la experiencia puede desconcertar a la gente y confundirla en cuanto a cómo integrarla en una visión materialista del mundo. Esta confusión existencial puede durar meses o años, y la persona que sale al otro lado puede ser muy diferente a la persona anterior”.
Vamos, que puede hacer más mal que bien, algo que se ha visto con el producto estrella de las sesiones espirituales occidentales: la ayahuasca. Quizás, el mayor reto sea aprender no solo de sus medicinas, sino de la conexión que lograron con el mundo que los rodeaba.
Imágenes | Codex Vindobonensis Mexicanus I, MirreNL
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te contamos todo lo que hemos descubierto en este vídeo
Hemos puesto a prueba durante un mes completo los cuatro relojes inteligentes más potentes del momento:
Todos son excelentes, pero cada uno tiene sus puntos fuertes y sus puntos débiles.
Durante estas semanas los hemos usado para todo: dormir, hacer ejercicio, pagar en tiendas, escuchar música… y sí, para mirar la hora. Los hemos probado con distintos móviles para ver su compatibilidad real y hemos medido hasta el último detalle de su rendimiento.
Todos comparten características premium: pantallas AMOLED muy brillantes, sensores de salud avanzados, diseños estupendos… pero hay diferencias importantes en su autonomía (spoiler: Huawei es el claro ganador) o en su ecosistema de aplicaciones (y ahí Apple y Samsung dominan).
El resultado es que, más allá del precio o las especificaciones, el mejor reloj para cada usuario dependerá de cómo piense usarlo, y también de cuál sea su móvil.
Si quieres saber cuál es el más adecuado para ti, te lo contamos en este análisis en vídeo.
En Xataka | Los mejores smartwatch (2024): sus análisis y vídeos están aquí
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“Christmas in the Spotlight”, la película navideña inspirada en Taylor Swift y Travis Kelce
AP.- “Christmas in the Spotlight” se estrena el sábado en Lifetime. Está protagonizada por Jessica Lord como la estrella pop más grande del mundo, y Laith Wallschleger como un jugador de futbol profesional, quienes se conocen y se enamoran, algo no muy diferente a Taylor Swift y su novio, el ala cerrada de los Kansas City Chiefs, Travis Kelce.
“Está claramente inspirada en Taylor y Travis, pero no los conozco y no sé lo que ocurre tras bambalinas. Solo sé lo que se ha publicado”, dijo Eirene Tran Donohue, una devota fan que aprovechó la oportunidad para escribir el guion, aunque sólo estuviera vagamente basado en su artista favorita.
Se inspiró en el apoyo de cada uno a los logros del otro, particularmente, el hecho de que Kelce no tenga ningún problema en salir con la estrella, a pesar del brillo de los reflectores, y agregó: “Me encanta la manera en que él la celebra”.
Tran Donohue quiere que los otros fans de Swift sepan que escribió el guion pensando en ellos.
“Hay muchos ‘easter eggs’”, dijo, refiriéndose a los pequeños detalles añadidos que un fan de Swift reconocería fácilmente. “Incluí tantos como pude”.
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