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así nació el BMW M1, su coche más italiano
Aunque BMW siempre ha sido una compañía que ha apostado por la deportividad y ha creado ingenios explosivos o adelantados a su tiempo, no han sido muchas las ocasiones en las que se ha zambullido en la piscina de los superdeportivos.
Sin embargo, a finales de los años 70, la marca sí se propuso ir un paso más allá. Estaba culminando la década cuando BMW presentó por primera vez el BMW M1, su primer superdeportivo. Un coche espectacular que sigue atrapando miradas y en el que fue clave la mano de Lamborghini.
Un origen deportivo
Aunque el BMW M1 se presentó por primera vez en el Salón del Automóvil de París, su origen hay que buscarlo mucho antes. En 1972 se celebraban los Juegos Olímpicos de Münich. Allí, a los pies de sus emblemáticas torres en la ciudad germana, BMW tenía el estado olímpico.
Era una ocasión que la compañía no podía dejar pasar. Para entonces puso a trabajar a su equipo interno, tocaba presentar algo rompedor, único, que demostrara hasta dónde era capaz de llegar esa compañía de coches que tenía su sede a unos cientos de metros de donde Mark Spitz consiguió siete medallas de oro y siete récords mundiales.
El diseño del coche recayó en Paul Braq, quien lideró el equipo que dio lugar al BMW Turbo Concept. El diseño era espectacular y rompedor. Medía 4,150 metros de longitud, 1,890 metros de anchura y apenas 1,110 metros de altura. Las imágenes con los pilotos con casco saliendo de un habitáculo cerrado por unas alas de gaviota parecen propias de 2001: una odisea en elespacio.
Por dentro, el coche era un delirio de relojes y cuadros informativos. El verde de la iluminación parece transportarnos a otro mundo. El cuentarrevoluciones estaba situado en la consola central y a la izquierda del volante quedaba a la vista un ordenador de abordo de aspecto muy primitivo.
El motor se ubicaba en la zona trasera. Montaba un bloque turboalimentado de cuatro cilindros y 2.0 litros que podía generar hasta 280 CV que entregaban potencia hasta las 7.200 rpm. Con todo, podía alcanzar los 245 km/h. Una cifra que debía impresionar en la época.
El coche fue cayendo en el olvido poco a poco después de los Juegos Olímpicos porque sólo se fabricaron dos unidades y, a pesar de que se hizo con el premio a Concept Car del Año en 1973, no parecía haber planes para sacar un deportivo directamente derivado de él.
De la mano de Lamborghini
Años después, entrada ya la segunda mitad de la década de los años 70, BMW se pensó mejor aquello de crear un superdeportivo.
En los archivos estaba, evidentemente, aquel BMW Turbo Concept y fueron con el proyecto a Giorgetto Giugiaro. El diseñador, del que se cuenta que no quería ser diseñador, ya tenía una amplia experiencia a sus espaldas y unos años antes, en 1968, había fundado Italdesign para trabajar por su cuenta.
Además de crear mitos como el Volkswagen Golf, Giugiaro era conocido por su afición por las líneas rectas y cuñas. Los años 70 fueron un sinfín de diseños que bebían de este estilo. Solo en esa década, Giugiaro firmó los diseños del Maserati Bora o el Lotus Sprit. Y, por supuesto, el BMW M1.
La herencia del BMW Turbo Concept es evidente en el BMW M1. En este último, sin embargo, se prescindieron de las puertas de ala de gaviota y se adaptó el habitáculo para hacer del coche un producto más funcionar. Con todo, se mantuvieron sus formas limpias y rectas, con una trasera completamente tapada y una rejilla para dar salida al aire generado por el motor.
Pero BMW no quería meterse en el lío de fabricar un superdeportivo por sí misma. Por el camino buscó socios y terminó por encontrarlos en Lamborghini. Hay que tener en cuenta que los gallos en el corral de los años 70 tenían el pico bien afilado. Al Porsche 911 había que sumar el Ferrari 308 GTB o el mismísimo Lamborghini Miura.
Igual que recientemente BMW ha buscado asociaciones con Toyota para sacar adelante proyectos como el BMW Z4 y el Toyota Supra, que tendrán una vida comercial limitada, en su día la compañía germana tocó a la puerta de los de Sant’Agata Bolognese para compartir conocimientos, mejorar el producto y, sobre todo, hacer viable económicamente el proyecto.
El objetivo inicial de BMW era competir con el coche en diferentes categorías. Pero, para ello, era necesario que el fabricante lanzara al mercado 200 unidades al año y, como mínimo, 400 unidades en dos años. Esperando producir una tirada muy corta, la asociación era casi un requisito indispensable.
Pero si BMW quería dar un golpe encima de la mesa, la prioridad para Lamborghini era mantenerse con vida. Los años 70 fueron extraordinariamente complicados para la marca. En 1972 ya había salido Ferrucio Lamborghini y la firma de superdeportivos estaba buscando su hueco creando todoterrenos para el ejercito estadounidense.
La compañía italiana, sin embargo, se aventuró con BMW para fabricar el coche y tomaron especial importancia sus desarrollos en la configuración del chasis, la suspensión y geometrías. De hecho, siete prototipos salieron por las puertas de Sant’Agata Bolognese. Pero, con el paso del tiempo, la relación se fue deteriorando y los problemas financieros de Lamborghini eran cada vez más acuciantes.
Cansados de la situación, en 1976 BMW rompe el acuerdo que ambas compañías sostenían y pasan a encargarse por completo del mismo. Casi coincidiendo en el tiempo, con meses de diferencia, Lamborghini entraría en bancarrota y BMW acabaría por presentar el BMW M1.
El coche montaba un seis cilindros en línea con 3.453 centímetros cúbicos para generar hasta 277 CV a 6.500 rpm y tenía un par de 323 Nm a 5.000 rpm. El propulsor se situaba en el eje trasero y, por primera vez en un BMW, en posición central. Alcanzaba los 260 km/h de velocidad punta y los 100 km/h desde parado en 5,6 segundos.
El superdeportivo, sin embargo, no tuvo la acogida esperada. Aunque el proyecto estuvo parado durante años, algunos clientes ya habían dado la señal para comprar el coche cuando saliera el hijo de aquel BMW Turbo Concept que les había enamorado en su presentación. Cuentan en Top Gear que estos entusiastas, cansados de que el proyecto no avanzara, retiraron su señal.
BMW trató, sin éxito, crear un relato alrededor del coche con una copa monomarca que se presentaba como telonero de la Fórmula 1. Era el mejor escaparate para un coche del que apenas se fabricaron 456 unidades, entre las que se encontraban los prototipos de Lamborghini y las deportivos de competición. El objetivo inicial de 800 unidades quedaba lejísimos y el proyecto fue un fracaso en la época. De hecho, la producción apenas fue cancelada tres años después de su presentación.
Con todo, el BMW M1 ha terminado por ganarse el reconocimiento que merece. En estos momentos, las unidades bien conservadas superan ampliamente el medio millón de euros.
Fotos | BMW
En Xataka | Los motores de combustión no están acabados. BMW acaba de patentar uno de nueva generación
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He desinstalado todas las apps de productividad de mi teléfono. Ahora soy mucho más productivo
Me gustaría que hicieras algo. Es muy sencillo: simplemente, mira en tu teléfono, ordenador o tablet la cantidad de aplicaciones que has descargado para sustituir a las aplicaciones nativas que hacen lo mismo de una manera muy similar.
¿Ya? Si tienes apps alternativas al calendario de Google o Apple, aplicaciones de notas que sustituyen a la nativa u otro gestor de correo, seguro que están ahí porque buscas potenciar tu productividad. Hasta hace no mucho tiempo, yo estaba en esa situación, pero me di cuenta de una cosa: era extremadamente productivo rellenando información en apps, pero el trabajo “real” se me hacía bola.
Entonces vi algo curioso: mi pareja estaba haciendo lo mismo que yo hacía en una app específica, pero en la app Notas del iPhone. Empecé a prestar atención a esa forma de utilizar la aplicación y, al tiempo, vi que yo tenía otra app distinta a la anterior para algo muy específico que mi pareja volvía a hacer en… Notas.
Y por casualidad, recordé el meme de cómo usamos las aplicaciones. Es ese que muestra un usuario ingenuo usando una app preinstalada en su móvil, otro avanzado y frustrado porque tiene que rellenar información de 20 aplicaciones y, en el extremo contrario de la gráfica, el usuario experto: el que hace todo lo que el avanzado, pero en la aplicación que ya usaba el usuario ingenuo.
De hecho, hablando con mis compañeros de esto, Javier Lacort me compartió una imagen perfecta que resume lo que me estaba pasando:
Tristemente, me vi muy identificado en la figura de ese usuario frustrado. Y la mitad de las aplicaciones que usa tienen un diseño que me suena bastante. El principal problema es que no te puedes desenganchar de la noche a la mañana.
Trabajando para completar una app
No soy una persona minimalista. Lo he intentado, pero me encanta coleccionar videojuegos y consolas. También me gustan un montón de cosas más, así que aunque veo muchos vídeos de estilos de vida minimalistas, hace tiempo que me bajé del barco de intentar ser lo que no soy.
Sin embargo, creo que hay varios tipos de minimalismo y uno que me está permitiendo ser más productivo es el digital. No es sencillo, ya te digo, y voy a poner como ejemplo mi propio trabajo. Antes de empezar con esto del minimalismo, utilizaba las siguientes aplicaciones:
- Airtable – Gestión de calendario de publicación de artículos.
- Fantastical – Calendario.
- Spark – Gestión del correo.
- Asana – Gestión de proyectos (antes usaba Trello) y fechas límite.
- Todoist – Listas de cosas por hacer.
- Notion – Escribir artículos.
- Hoja de cálculo – Recuento de los artículos escritos.
- Google Keep – Apuntar ideas que se me ocurren fuera de casa gracias a su widget.
- Apps de pomodoro.
Todo eso para el trabajo, ya que en mi vida personal también usaba unas cuantas. Son aplicaciones geniales a las que se puede sacar mucho más partido del que yo hacía. Muchas son tremendamente versátiles, pero yo usaba una sola cosa de cada una de ellas. La primera vez que las abrí, recuerdo pasar horas configurando cada rincón, añadiendo páginas nuevas para potenciar mi productividad y dejándolas preciosas porque, en definitiva, me iban a hacer más productivo.
Lo consiguieron, pero sólo en lo que a “rellenar” esas aplicaciones se refiere. A lo largo de la jornada, pasaba demasiado tiempo completando celdas y tareas de esas aplicaciones, lo que aumentaba mi tiempo laboral frente a la pantalla. En definitiva: trabajaba para la aplicación, no la aplicación para mí.
Y ahí estaba mi error.
La verdadera salud
Si estás en esa situación, seguro que sabes de lo que estoy hablando y, como digo, la transición no fue sencilla, pero mi decisión fue desinstalar todo lo que fuera una alternativa a una app nativa y probar qué tal me iba durante una semana.
Así, me quedé con:
- Notion – Para escribir, organización de proyectos y como hoja de cálculo.
- Mail nativo – No necesita explicación.
- Recordatorios – La app nativa del iPhone por Todoist.
- Calendario – En lugar de Fantastical y como sustituto a Asana.
- Notas – Para apuntar esas ideas rápidas, listas de la compra, etc.
- Modos de concentración del iPhone. Esto es importante.
No sólo son menos apps, sino que ya no tengo aplicaciones repetidas porque he ido desinstalando las demás. Y eso en el móvil, pero en el PC o Mac me ocurre lo mismo y uso las apps nativas o las versiones web de las apps que acabo de comentar. De hecho, la única aplicación que he descargado de la Store es Notion y lo que he hecho es aprovechar más lo que me ofrece cada app.
En lugar de usar una nueva para cada tarea, utilizo las nativas y Notion para más cosas. Puede sonar estúpido por mi parte en un primer momento ir en la otra dirección, pero al final son aplicaciones hechas para eso: tienen diseños muy cuidados y atractivos para que queramos usarlas todas. Todas son todoterreno, pero extremadamente buenas para una cosa concreta y lo que terminamos teniendo es una galaxia de apps multifunción que usamos para una sola cosa.
Como digo, eso estaba matando mi productividad porque pasaba horas completando listas de tareas que debía realizar y, cuando no llegaba a los objetivos, me frustraba, todas las apps me mostraban iconos rojos recordando que no había llegado y eso me hacía pasar más tiempo en esas apps reorganizando las tareas con la esperanza de llegar la próxima semana.
Sin esa “presión”, estoy trabajando mejor. No me hace falta una app de pomodoro si me quiero concentrar en una tarea durante un determinado tiempo porque no tengo mucho que hacer más allá de estar enfocado en esa tarea. No tengo que actualizar una etiqueta con el estado de la misma (si está pendiente, si la he empezado, si me falta maquetar o si la he terminado). Simplemente, está hecha… o no.
Y lo mismo con el resto de apps. En el móvil tengo Mail y en el Mac la misma app, ya instalada, por lo que si por lo que sea tengo que usar otro Mac, esa app ya está y sólo tengo que meter mi cuenta. Y así con todas excepto con Notion. Además, hay aplicaciones interconectadas, como Recordatorios y Calendario, sin necesidad de dar permisos entre aplicaciones de diferentes compañías (y los riesgos a la seguridad que implica).
En definitiva, considero que las aplicaciones de productividad son geniales (y ahora que están integrando diferentes usos de la IA, más). Están ahí y son tan populares por un motivo, pero en lo personal, tras usarlas durante años, he descubierto que lo que mejor me va son las apps que ya tengo. Es, incluso, algo que podría calificar como la ironía de las aplicaciones de productividad.
Y me he centrado en iOS, pero en Android más de lo mismo. De hecho, en el sistema de Google es algo mejor porque podría olvidar Notion, ya que tengo Hoja de Cálculo y Docs listos para usar. Pero bueno, es lo que tiene estar muy dentro del ecosistema de Apple.
Si estás en esa situación que describía al principio, te sientes identificado con la imagen que compartía mi compañero Lacort y has llegado hasta aquí, te animo a que pruebes esa “productividad minimalista”. Al menos durante unos días. Si no te funciona, siempre puedes volver atrás, aunque hay quien lo disfruta. Mi compañero Lacort, sin ir más lejos.
Imagen | Xataka
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review características, precio y especificaciones
Si se apellida Combo y es una Roomba, entonces aspira y friega. Aclarado este punto, conviene recordar que desde la Roomba Combo j7+, iRobot ha apostado por un sistema de visera descapotable bastante original que vimos en la Roomba Combo j9+ y ahora en esta Roomba Combo 10 Max con AutoWash, cuyo segundo apellido es el auténtico protagonista.
Porque la verdadera novedad de este aspirador es la base: desde hace unas cuantas generaciones la gama alta de iRobot es autovaciable y su predecesor además suministraba el agua para fregar, pero esta base sube de nivel con otro depósito más para el agua sucia procedente de la limpieza del paño. Como otros robots aspiradores topes de gama, vamos. Una vuelta de tuerca para seguir teniendo lo último de lo último. Lo hemos probado a fondo y esta ha sido nuestra experiencia.
Ficha técnica del Roomba Combo 10 Max con AutoWash
IROBOT ROOMBA Combo 10 max |
|
---|---|
DIMENSIONES |
Robot: 339 x 338 x 87 mm Base: 401 x 510 x 446 mm |
peso |
Robot: 4,1 kg Base: 9,1 kg |
Fregado |
Smart Scrub Dry Rug Intelligence |
capacidad |
313 mL (aspirado) 210 mL (tanque de agua) |
capacidad base |
2,5 L (suciedad) 3 L (tanque de agua) |
base |
AutoWash Hasta 60 días / 7 días de agua |
compatibilidad |
Protocolo Matter Apple Home |
PROGRAMABLE |
Sí Compatible con Alexa, Siri y Google Assistant |
NAVEGACIÓN INTELIGENTE |
Precision Vision Enhanced Dirt Detect Sistema de limpieza en cuatro fases |
sistema operativo |
iRobot OS |
BATERÍA |
4.200 mAh (fosfato de hierro-litio) |
Precio |
iRobot Roomba Combo 10 Max + base AutoWash, Robot aspirador y friegasuelos, multifuncional autolimpiable, rellena el depósito agua, lava&seca mopa, autovaciado, mopa retráctil, evita obstáculos, App
* Algún precio puede haber cambiado desde la última revisión
Diseño: la diferencia está en la base
Comparada con su antecesor, la Combo 10 Max difiere de la Combo j9+ solamente en lo estético: mientras que el modelo viejo tiene una zona central que emula el metal, la nueva al completo tiene un chasis completamente negro mate tan elegante como sucio. De hecho, ha sido misión imposible evitar huellas y polvo en su superficie. Asimismo, la capota tiene unas estrías que refuerzan esa elegancia visual.
Lo demás, igual: un único botón con anillo LED alrededor, cámara para navegación en la zona central y disposición de sensores, forma cilíndrica achatada, el parachoques para evitar que potenciales golpes dañen el aparato y esa visera con una mopa adherida con velcro que sube y baja en función de si queremos fregar o no. Así que vamos a lo importante: la configuración de los cepillos. Tampoco cambia, pero es un aspecto clave en la limpieza.
Tiene un doble rodillo central para atrapar mejor la suciedad con una única pasada, es de goma por lo que soporta mejor potenciales enredos con pelos (importante si tienes mascotas) y finalmente cuenta con un cepillo lateral para barrer la suciedad a la parte central.
Porque lo que cambia es la base. Ojo, esencialmente por fuera sigue siendo la misma, la diferencia está en el interior. Así, es voluminosa y resulta moderadamente agradable a la vista gracias a detalles como la solapa de cuero o el estriado negro o lo discretas que resultan las luces para informarnos del estado (cargando, depósito de agua sucia/agua limpia/suciedad vacío).
Eso sí, mientras que la generación anterior apostaba por un acabado que recordaba a la madera en la zona superior, por lo que podía pasar por una mesita de noche de diseño, aquí puedes seguir colocando cosas encima como si fuera un mueble pero ya no lo parece. En cualquier caso, la sorpresa está al abrir la compuerta.
En la zona superior hay dos compartimentos iguales: un cajón transparente para el agua limpia con un medidor de nivel y otro paralelo pero a la derecha para guardar el agua sucia procedente de la limpieza del aspirador. Abajo, un tercer cajón esta vez opaco donde está la bolsa para guardar lo que se acumula en el depósito de sólidos. La bolsa es la misma que en otras generaciones, ya que iRobot dispone de una bolsa estandarizada para todos los modelos.
Navegación: es imperdible
Mientras que el mayoría de modelos de gama alta apuestan por la combinación de visor láser y cámara, en iRobot el peso de la navegación cae principalmente en una cámara situada en el frontal que, si ya en la generación anterior ofrecía un altísimo rendimiento, en esta sigue siendo sobresaliente… pero con matices. La cámara le sirve tanto para orientarse como para esquivar obstáculos (y como profundizaremos más adelante, ahora también para ver la suciedad).
La falta de luz no es un problema en tanto en cuando cuenta con LED para iluminar en escenarios de baja luminosidad, como por ejemplo debajo de la cama. Eso sí, este robot no se limita a ir de habitación en habitación delimitando perímetro y haciendo zigzags como otras, sino que sigue cierto orden en función de lo sucio que está una sala o de si hay que incidir más. O sea: es una navegación optimizada ajustada a la suciedad y arquitectura, más próxima a lo que cabe esperar de un dispositivo inteligente.
Como en otras generaciones, promete evitar los posibles excrementos de perros y gatos (y en caso de no hacerlo, la compañía promete sustituir el robot sin coste) y del mismo modo, también esquiva con aciertos zapatos, cables, calcetines o cualquier cosa que se nos haya quedado en el suelo y no sea una alfombra en la que subirse.
Ojo porque por ejemplo unas cortinas que caen hasta el suelo o un edredón largo tiene el mismo efecto: el robot aspirador no se va a meter bajo la cama si la ropa de cama llega hasta el suelo. No obstante, puede informarte de lo que ve y cómo proceder con ese obstáculo en futuras ocasiones, por ejemplo con ese edredón largo.
Aquí viene la explicación a lo de ‘con matices’: los esquiva y eso es una buena noticia para evitar desastres, pero a costa de no limpiar el área que lo rodea, lo que implica que en algunos sitios deje bastante espacio sin limpiar. He ido probando y el mapa trazado en la aplicación no engaña: como dejes una habitación hecha unos zorros, te va a aspirar poquísimo. No está de más recordar algo: si quieres los mejores resultados en limpieza, mejor despejar antes el suelo para que el aspirador pase y limpie.
Quiero destacar asimismo que realiza unos cálculos del espacio disponible bastante exactos para determinar si cabe por un lugar o no, algo que si tienes una casa muy abarrotada de cosas o lugares estrechos agradecerás enormemente puesto que pasa y limpia. Hay muchísimos modelos, incluso de gama alta, que no entran por lugares por donde caben, como por ejemplo entre las patas de una silla, pero no es el caso de este.
Por cierto, la primera vez que lanzas el robot a limpiar, traza un mapa con la arquitectura doméstica que luego es necesario modificar añadiendo separadores y poniendo nombres a las habitaciones. En ese primer recorrido de descubrimiento el reconocimiento de objetos no está activado. Si tienes un hogar con varias plantas, puedes repetir el proceso varias veces ya que tiene capacidad multimapa.
Así pues, las tres palabras para definir su navegación son optimizada, depurada y personalizada. En estas semanas de prueba con el Roomba Combo 10 Max AutoWash no solo nunca ha atropellado nada sino que siempre ha vuelto a la base. Eso sí, considerando que mis padres tienen mascota y que suele haber cosas por el suelo, he seguido el consejo de iRobot y he dejado la detección de obstáculos activada. Solo desactivaría esta opción en un hogar sin mascotas ni cosas potencialmente atropellables.
Limpieza: sobresaliente en alfombras
iRobot también se diferencia de la mayoría de fabricantes en cuanto a opciones de limpieza, simplificándolas al máximo y a juzgar por mi experiencia, tiene razón.
Así, esencialmente encontramos solo aspiración, solo fregado y aspiración y fregado. Eso sí, rebuscando entre las opciones también podemos configurar si preferimos un modo más intenso recomendado para áreas pequeñas y otro más suave para dar un repaso, pero iRobot tiene el modo normal como recomendado y tiene sentido: no hace falta más. Además y a una mala, es posible elegir una o dos pasadas.
La marca no acostumbra a proporcionar datos de succión, pero atendiendo tanto al ruido como a los resultados, estamos en disposición de decir que es bastante potente: aspira polvo, pelos, migas y arena, pero tampoco se le resisten copos de cereales. Más allá de tener buenos rodillos y alta succión, es que la sensación cuando lo ves limpiar es como si viera: no es un zigzag programado independiente del suelo y la suciedad, sino que incide más donde es necesario.
Teniendo en cuenta que hay un cocker en casa, la diferencia es abismal respecto a la vieja escoba: la conjunción de doble rodillo de goma junto a la succión deja el suelo bastante limpio. Obviamente, la excepción es por donde no pasa, por ejemplo alguna que otra esquina. En este sentido, es un buen candidato para hogares con mascotas peludas.
Lo que más me ha sorprendido es cómo deja las alfombras. Tenemos un par de alfombras pequeñas y peludas a los pies de varias camas y no solo se sube, sino que las deja impecables tanto a nivel visual como sacudiéndolas después. No se limita a recorrerlas y ya, sino que hay ocasiones y zonas en la que insiste al apreciar suciedad. Mi madre las aspira manualmente varias veces al año y tras un par de días con esta Roomba, quedan tan bien que no se plantea volver a sacar el aspirador de trineo del armario.
Un punto a su favor respecto a la competencia es la visera, paradójicamente. Al margen de que habrá que ver cómo soporta esta pieza mecánica que sube y baja el paso del tiempo, resulta de lo más efectivo para evitar que la mopa de fregar roce con las alfombras, algo que de hecho puede pasar con la mayoría de robots aspiradores fregadores, que normalmente elevan la pletina con la mopa unos milímetros. Así, tiene fuerza para subir a alfombras gorditas y estas no corren riesgo de mojarse.
Para fregar dispone de esa pletina que sube y baja con una mopa texturizada, la posibilidad de elegir la cantidad de agua y el SmartScrub, que básicamente es un movimiento de vaivén para repasar esas zonas donde hay manchas. Normalmente friego el suelo tal cual y compruebo qué tal queda, pero añado una prueba extra: verter unas gotas de refresco en la cocina y dejar que se seque para fregar al día siguiente.
Tras el uso diario y la prueba del refresco concluimos que ofrece un fregado aceptable para mantener el suelo limpio y quitar alguna que otra mancha suave, pero la suciedad más seca y grande se le resisten. En este sentido y según mi experiencia, creo que van mejor aquellos con rodillos con pelito que giran cual lijadora radial.
Autonomía: una batería bien optimizada
A diferencia de otros robots aspiradores, que suelen ofrecer una autonomía teórica máxima, iRobot se limita a proporcionar la capacidad de la batería: 4.400 mAh, lo mismo que su predecesor. A partir de aquí la duración variará en función de lo que configures: solo aspirar o aspirar y fregar y dentro de las preferencias de limpieza, ya hemos visto que puede configurarse para varias pasadas, dosificar el líquido de fregado, el tipo de aspiración y fregado o si usa la detección de obstáculos.
Aunque para el análisis lo he probado todo, para el día a día con el modo normal de aspiración y fregado (eso sí, con el SmartScrub) ha sido más que suficiente para dejar los suelos limpios y aquí el aspirador ha completado más de dos limpiezas completas hasta volver a la base para recargarse por tener la batería demasiado baja. Después, retorna al punto donde lo había dejado y continúa la limpieza hasta completarla. Así que quedarse sin batería no es un problema.
No obstante, para simplificar y poder homogeneizar frente a otros aspiradores, he comprobado cuánto dura la batería solo aspirando con la configuración que viene por defecto y aquí he quedado más que satisfecha: ha sido capaz de limpiar la casa de mis padres, de unos 100 metros cuadrados, dos veces y media. En este sentido, este es un robot aspirador apto para pisos de tamaño mediano y grande: la batería tiene buena capacidad, la optimiza adecuadamente para limpiar y moverse y no va a dejar limpiezas a medias.
Cómo es la aplicación
Una de las grandes bazas de los robots aspiradores de iRobot es el buen diseño de su aplicación iRobot (disponible gratis para Android en Google Play Store y para iOS en App Store), que en esencia la misma para todos los modelos aunque con pequeñas variaciones en función de las prestaciones que ofrezca. Así, en este caso proporciona información del estado de los depósitos mediante unos gráficos claros o del comportamiento del fregado.
No obstante, la clave está en una interfaz clara e intuitiva que deja a mano lo que más vamos a usar y oculta las opciones más rebuscadas. En la pantalla principal veremos el estado del robot y de la base, los mapas podremos poner en marcha los programas de limpieza favoritos (los que más usamos) y haciendo scroll hacia abajo accederemos a la programación, el historial, mensajes, la configuración, el manual y la sección de ayuda.
Pero lo que más se usa, a mano y bien clarito con gráficos y botones grandes. iRobot hace tiempo que logró un buen equilibrio entre ofrecer prestaciones avanzadas y no complicar la aplicación demasiado, lo que constituye una ventaja diferencial frente a la mayoría de aplicaciones de otros fabricantes. ¿El resultado? Una app para todo tipo de público: incluso mis padres, poco tecnológicos, podrían ponerlo en marcha sin mucha complicación.
Mencionaba antes de los programas de limpieza, pero merecen algo más de atención. Al toca sobre nuevo trabajo pueden elegirse las plantas donde limpiar, cada habitación y qué hacer ella al detalle, lo que implica por ejemplo el ‘Smartscrub’ para frotar o las pasadas. Lo normal será configurar algunos al principio y luego limitarnos a ponerlos en marcha. En cuanto a la configuración, es bastante minuciosa, con más preferencias de limpieza del robot y de la base, bloqueo infantil y para mascotas, reiniciar el dispositivo, entre otros. En definitiva: si quieres una experiencia más personalizada y quieres complicarte más, también tiene opciones para configurarla a fondo.
En casa tengo una Roomba desde hace un lustro y la marca sigue actualizándola, lo que da confianza de cara a invertir en un modelo de la marca, pero es que además este modelo mira al futuro al ofrecer compatibilidad con el protocolo Matter (implementado en el último trimestre de 2024) y el ecosistema de Apple. En pocas palabras, que no vas a tener problemas de compatibilidad en tu casa conectada.
Mantenimiento: poquito
Cuando allá por 2019 iRobot se aventuró con las bases autolimpiables con su Roomba i7 fue de los primeros, pero con las bases 3 en 1 se ha hecho esperar. Es cierto que la mayoría de modelos de su catálogo solo aspira, pero también lo es que desde hace años esta característica está presente en varias marcas de la gama alta. Con este Roomba Combo 10 Max con AutoWash llega más tarde pero lo hace muy bien.
Ahora ya no solo ejecuta un estruendoso sonido con el que succiona la suciedad del depósito de sólidos para pasarlo a una bolsa y así no tener que preocuparse y minimizar la exposición al polvo y suministra agua para volver a fregar, es que también lava y seca la mopa. Por cierto, así como la succión de la suciedad es un proceso ruidoso (pero corto, que no cunda el pánico), el borboteo del lavado es suave y el secado es prácticamente imperceptible (le lleva unas cuatro horas, aunque puedes usarlo en ese tiempo si lo necesitas).
Hay dos cosas destacables: pese a ser una de las bases más completas del mercado, su tamaño es bastante moderado. Pero también llama la atención la poca agua que gasta en el proceso de limpieza. De hecho, mientras que en general con otros modelos tengo que llenar dos depósitos de agua a la semana, con este robot aspirador solo he llenado el tanque una vez a la semana. Así hay que estar menos pendiente. En cuanto a la bolsa de sólidos, puede aguantar tranquilamente unos tres meses.
Todo lo demás, sin novedad: viene con un filtro extra, una bolsa de recambio y otro cepillo lateral para sustituir cuando sea necesario, algo que puede verse tanto en el manual en papel como en la aplicación (en las estadísticas de uso). Tampoco hay variaciones en el proceso de limpieza de cepillos: basta con darle la vuelta, apretar las dos presillas para liberar la pieza y extraerlos para retirar pelos que se hayan podido enredar.
iRobot Roomba Combo 10 Max con AutoWash, la opinión de Xataka
Con este modelo con AutoWash, iRobot se pone a la altura en cuanto a funciones con la gama alta más avanzada del mercado. No obstante y aunque las bases ofrecen unas características convenientes para minimizar el mantenimiento o saludables para quienes tienen problemas de alergias, siguen estando en un segundo plano respecto a lo que es y lo que hace el robot aspirador.
Y aquí solo hay buenas noticias: este Roomba Combo 10 Max ofrece una potencia y configuración de cepillos solvente y una batería bien optimizada para limpiar a fondo un hogar de tamaño mediano o grande, pero lo verdaderamente diferencial es su inteligencia, aplicada tanto a la navegación como a la limpieza.
En pocas palabras, es como si viera y entendiera lo que tiene delante. Así es capaz de esquivar el comedero del perro o al propio perro, pero también en insistir más en una zona donde sea necesario. El fregado, sin ser de lo mejor que hay, también resulta ser más que suficiente para mantener suelos limpios y eliminar alguna que otra mancha.
La guinda del pastel es la buena experiencia que ofrece su aplicación y su apuesta por la conectividad: si lo tuyo no es la tecnología, vas a apañarte con la app. Pero si tienes una casa inteligente donde no falta domótica, agradecerás todas sus opciones o la interoperabilidad de Matter. En este sentido y sin ser un robot aspirador barato ni mucho menos, es una compra de presente y futuro.
iRobot Roomba Combo 10 Max + base AutoWash, Robot aspirador y friegasuelos, multifuncional autolimpiable, rellena el depósito agua, lava&seca mopa, autovaciado, mopa retráctil, evita obstáculos, App
* Algún precio puede haber cambiado desde la última revisión
Este producto ha sido cedido para la prueba por parte de iRobot. Puedes consultar cómo hacemos las reviews en Xataka y nuestra política de relaciones con empresas.
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El Control de Cámara del iPhone 16 Pro ha llegado a Android. La pregunta es si se quedará o no
En los últimos años, las innovaciones en telefonía móvil han seguido un patrón claro: Android toma ideas de iOS, iOS integra funciones de Android, y el ciclo se repite. Es un proceso prácticamente inevitable en un mercado donde la competencia empuja a los fabricantes a evolucionar constantemente.
Pero, lejos de ser un problema, esta dinámica tiene un efecto positivo para los usuarios: ambas plataformas terminan ofreciendo lo mejor de ambos mundos, con mejoras que benefician a todos sin importar en qué lado del ecosistema estés. Al final, los verdaderos ganadores somos los usuarios, con dispositivos cada vez más completos.
El problema viene cuando un fabricante “se inspira” en características que no tienen una buena acogida. El Control de Cámara de los iPhone 16 es una de ellas: es algo que criticamos en la review y que, como dejan leer los foros, no está contentando demasiado a los usuarios.
OPPO ha abierto la veda. Es el primer móvil Android con un botón capacitivo dedicado a la cámara -esto es muy distinto y lejano al simple botón de cámara que integra Sony en su familia Xperia-, y estamos más que convencidos de que no será el último. De hecho, Realme ya está probándolo.
¿El problema? El mismo que comentamos en el análisis del iPhone: este botón quiere solucionar un problema que no existe. Aunque comentaremos primero lo positivo. Como botón para invocar la cámara de forma rápida es una alternativa excelente. El proceso de desbloquear el teléfono y abrir la cámara es rápido, pero pulsar el botón dos veces lo es más aún. Hasta aquí, todo bien.
El botón de cámara es una buena idea ejecutada a medias. Actualmente, es objetivamente más incómodo que tocar la pantalla
La clave es que los fabricantes no están logrando hacer del botón de cámara uno en el que las funciones que pretende realizar sean más cómodas que las que ya venimos haciendo con la pantalla.
La más sencilla de todas, tomar fotos, es muy incómoda. Tengamos el móvil en horizontal o vertical, suele bastar con acercar el pulgar para pulsar la pantalla y hacer una foto. Es algo inmediato. La ubicación de estos botones, que no recae sobre el índice -algo que deberían lograr si quieren simular un botón de cámara profesional-, obliga a mover al completo la mano para que el dedo llegue. A la incomodidad se le suma el tiempo extra que nos toma acomodar la mano.
Lo mismo sucede con el zoom. El gesto de pinch to zoom nos permite ser notablemente más precisos que este tipo de botones capacitivos, amén de ser mucho más rápido a la hora de hacer un zoom profundo. Con los dedos simplemente tenemos que exagerar el gesto, con los botones tenemos que ir deslizando poco a poco para llegar al punto de zoom que queremos.
La pregunta es clara, y puede depender de Apple: ¿este botón ha llegado para quedarse o será un experimento? La acogida del Control de Cámara del iPhone 16 no ha sido demasiado buena, pero el mercado ha empezado a mover ficha emulándolo. Si Apple acaba con él, la industria se moverá en consecuencia. Tan solo hay dos caminos, intentar mejorarlo lo máximo posible o aceptar que, quizás, tocar la pantalla para hacer una fotografía no estaba tan mal.
Imagen | Xataka
ues de anuncios individuales.
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