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así nació el BMW M1, su coche más italiano
Aunque BMW siempre ha sido una compañía que ha apostado por la deportividad y ha creado ingenios explosivos o adelantados a su tiempo, no han sido muchas las ocasiones en las que se ha zambullido en la piscina de los superdeportivos.
Sin embargo, a finales de los años 70, la marca sí se propuso ir un paso más allá. Estaba culminando la década cuando BMW presentó por primera vez el BMW M1, su primer superdeportivo. Un coche espectacular que sigue atrapando miradas y en el que fue clave la mano de Lamborghini.
Un origen deportivo
Aunque el BMW M1 se presentó por primera vez en el Salón del Automóvil de París, su origen hay que buscarlo mucho antes. En 1972 se celebraban los Juegos Olímpicos de Münich. Allí, a los pies de sus emblemáticas torres en la ciudad germana, BMW tenía el estado olímpico.
Era una ocasión que la compañía no podía dejar pasar. Para entonces puso a trabajar a su equipo interno, tocaba presentar algo rompedor, único, que demostrara hasta dónde era capaz de llegar esa compañía de coches que tenía su sede a unos cientos de metros de donde Mark Spitz consiguió siete medallas de oro y siete récords mundiales.
El diseño del coche recayó en Paul Braq, quien lideró el equipo que dio lugar al BMW Turbo Concept. El diseño era espectacular y rompedor. Medía 4,150 metros de longitud, 1,890 metros de anchura y apenas 1,110 metros de altura. Las imágenes con los pilotos con casco saliendo de un habitáculo cerrado por unas alas de gaviota parecen propias de 2001: una odisea en elespacio.
Por dentro, el coche era un delirio de relojes y cuadros informativos. El verde de la iluminación parece transportarnos a otro mundo. El cuentarrevoluciones estaba situado en la consola central y a la izquierda del volante quedaba a la vista un ordenador de abordo de aspecto muy primitivo.
El motor se ubicaba en la zona trasera. Montaba un bloque turboalimentado de cuatro cilindros y 2.0 litros que podía generar hasta 280 CV que entregaban potencia hasta las 7.200 rpm. Con todo, podía alcanzar los 245 km/h. Una cifra que debía impresionar en la época.
El coche fue cayendo en el olvido poco a poco después de los Juegos Olímpicos porque sólo se fabricaron dos unidades y, a pesar de que se hizo con el premio a Concept Car del Año en 1973, no parecía haber planes para sacar un deportivo directamente derivado de él.
De la mano de Lamborghini
Años después, entrada ya la segunda mitad de la década de los años 70, BMW se pensó mejor aquello de crear un superdeportivo.
En los archivos estaba, evidentemente, aquel BMW Turbo Concept y fueron con el proyecto a Giorgetto Giugiaro. El diseñador, del que se cuenta que no quería ser diseñador, ya tenía una amplia experiencia a sus espaldas y unos años antes, en 1968, había fundado Italdesign para trabajar por su cuenta.
Además de crear mitos como el Volkswagen Golf, Giugiaro era conocido por su afición por las líneas rectas y cuñas. Los años 70 fueron un sinfín de diseños que bebían de este estilo. Solo en esa década, Giugiaro firmó los diseños del Maserati Bora o el Lotus Sprit. Y, por supuesto, el BMW M1.
La herencia del BMW Turbo Concept es evidente en el BMW M1. En este último, sin embargo, se prescindieron de las puertas de ala de gaviota y se adaptó el habitáculo para hacer del coche un producto más funcionar. Con todo, se mantuvieron sus formas limpias y rectas, con una trasera completamente tapada y una rejilla para dar salida al aire generado por el motor.
Pero BMW no quería meterse en el lío de fabricar un superdeportivo por sí misma. Por el camino buscó socios y terminó por encontrarlos en Lamborghini. Hay que tener en cuenta que los gallos en el corral de los años 70 tenían el pico bien afilado. Al Porsche 911 había que sumar el Ferrari 308 GTB o el mismísimo Lamborghini Miura.
Igual que recientemente BMW ha buscado asociaciones con Toyota para sacar adelante proyectos como el BMW Z4 y el Toyota Supra, que tendrán una vida comercial limitada, en su día la compañía germana tocó a la puerta de los de Sant’Agata Bolognese para compartir conocimientos, mejorar el producto y, sobre todo, hacer viable económicamente el proyecto.
El objetivo inicial de BMW era competir con el coche en diferentes categorías. Pero, para ello, era necesario que el fabricante lanzara al mercado 200 unidades al año y, como mínimo, 400 unidades en dos años. Esperando producir una tirada muy corta, la asociación era casi un requisito indispensable.
Pero si BMW quería dar un golpe encima de la mesa, la prioridad para Lamborghini era mantenerse con vida. Los años 70 fueron extraordinariamente complicados para la marca. En 1972 ya había salido Ferrucio Lamborghini y la firma de superdeportivos estaba buscando su hueco creando todoterrenos para el ejercito estadounidense.
La compañía italiana, sin embargo, se aventuró con BMW para fabricar el coche y tomaron especial importancia sus desarrollos en la configuración del chasis, la suspensión y geometrías. De hecho, siete prototipos salieron por las puertas de Sant’Agata Bolognese. Pero, con el paso del tiempo, la relación se fue deteriorando y los problemas financieros de Lamborghini eran cada vez más acuciantes.
Cansados de la situación, en 1976 BMW rompe el acuerdo que ambas compañías sostenían y pasan a encargarse por completo del mismo. Casi coincidiendo en el tiempo, con meses de diferencia, Lamborghini entraría en bancarrota y BMW acabaría por presentar el BMW M1.
El coche montaba un seis cilindros en línea con 3.453 centímetros cúbicos para generar hasta 277 CV a 6.500 rpm y tenía un par de 323 Nm a 5.000 rpm. El propulsor se situaba en el eje trasero y, por primera vez en un BMW, en posición central. Alcanzaba los 260 km/h de velocidad punta y los 100 km/h desde parado en 5,6 segundos.
El superdeportivo, sin embargo, no tuvo la acogida esperada. Aunque el proyecto estuvo parado durante años, algunos clientes ya habían dado la señal para comprar el coche cuando saliera el hijo de aquel BMW Turbo Concept que les había enamorado en su presentación. Cuentan en Top Gear que estos entusiastas, cansados de que el proyecto no avanzara, retiraron su señal.
BMW trató, sin éxito, crear un relato alrededor del coche con una copa monomarca que se presentaba como telonero de la Fórmula 1. Era el mejor escaparate para un coche del que apenas se fabricaron 456 unidades, entre las que se encontraban los prototipos de Lamborghini y las deportivos de competición. El objetivo inicial de 800 unidades quedaba lejísimos y el proyecto fue un fracaso en la época. De hecho, la producción apenas fue cancelada tres años después de su presentación.
Con todo, el BMW M1 ha terminado por ganarse el reconocimiento que merece. En estos momentos, las unidades bien conservadas superan ampliamente el medio millón de euros.
Fotos | BMW
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BackEnd que domina Python y gana menos de 50.000 euros al año desde su casa
El sector de la tecnología está en permanente cambio y es muy sensible a los cambios en materia laboral, como el retroceso del teletrabajo y las nuevas exigencias técnicas de la IA. El informe Tech Career Report 2024 elaborado por la plataforma laboral Manfred, vuelve a tomarle el pulso al sector tecnológico con datos sobre los lenguajes de programación más demandados, los roles profesionales en auge o los cambios en la jornada laboral de uno de los sectores más proclive al teletrabajo.
Los lenguajes de programación más estudiados. Elegir un lenguaje de programación adecuado marca la diferencia en el recorrido profesional y en los años de experiencia acreditables. El problema es que, si existe una gran masa de empleados con los mismos conocimientos, la competencia por las vacantes también se incrementa. Según el último informe de Manfred la demanda de ciertos lenguajes de programación sigue una tendencia continuista con respecto a 2023.
En Backend, Python se posiciona como el lenguaje de programación más popular entre los programadores, con un 22,29% de profesionales que lo dominan, aunque más del 50% no puede acreditar más de cinco años de experiencia. Le sigue Java con un 21,39% y una experiencia media de menos de 10 años. En FrontEnd, React se ha convertido en el lenguaje más habitual, con un 21,48% de los profesionales y con la mayoría de profesionales ofreciendo menos de cinco años de experiencia.
En el vértice opuesto se encuentran los profesionales con muy poca competencia que dominan Perl que representa solo el 0,21% y una exigencia de más de 10 años de experiencia. Eso crea un entorno de escasez de talento en áreas de mantenimiento en las infraestructuras que usan ese lenguaje.
Los lenguajes más utilizados. Existe una disonancia entre los lenguajes que dominan los programadores y los más demandados por las empresas. Esa variación se contextualiza en que los lenguajes más extendidos en la actualidad, llevan décadas de desarrollo de proyectos, por lo que la tendencia es a que los lenguajes elegidos por los profesionales vayan sustituyendo a los establecidos. Testimonio de ello es Javascript, que se sitúa como el lenguaje más utilizado (20,7%) seguido por HTML (15,6%) y CSS (14,9%). Java y Python, que destacaban por ser los preferidos por los profesionales, se sitúan en cuarta y quinta posición con el 13,3% y 12,6%, respectivamente.
En cuanto a Frameworks y librerías, React sí se alinea con la realidad de los programadores situándose en cabeza con el 11,8%, seguido por Angular 2+ (5%). Del mismo modo, MySQL (11,5%) se mantiene en cabeza el dominio de las bases de datos, seguido de GIT (10,7%) y NODEJS (9,9%).
Roles profesionales en auge y salarios en caída. Los roles más habituales entre la base de la comunidad que desarrolladores de Manfred continúan siendo los relacionados con Backend (29,2%), Frontend (22,8%) y Full-Stack (22,2%).
El desempeño mayoritario de esos roles de base hace que la media salarial continúe la tendencia bajista que el estudio viene mostrando desde el final de la pandemia. En 2021, la media salarial de las ofertas de empleo del sector registrada en la plataforma era de 50.493 euros al año. En 2022, bajó hasta los 46.411 euros anuales, continuando su descenso a los 43.009 euros anuales de 2023. En 2024, la media salarial se establece en 40.731 euros al año.
Los autores del estudio destacan que esta media salarial varía en función de la experiencia. Con menos de 2 años de experiencia, el salario se establece en una banda de entre 20.000 y 30.000 euros anuales. En la banda de entre cinco y diez años, sube de 40.000 a 50.000 euros anuales, mientras que los profesionales con más de años de experiencias, que tienden a ocupar perfiles de coordinación o liderazgo de proyectos (Product Manager, Tech Lead, Engineering Management, etc.) tienden a ocupar la banda salarial por encima de los 60.000 euros anuales.
Lo que ofrecen los empleados y lo que piden las empresas. El estudio de Manfred pone sobre el desajuste entre las habilidades blandas que piden las empresas en sus ofertas de empleo y las que los profesionales creen que realmente son relevantes para su trabajo. Este desajuste genera tensiones en el entorno laboral, donde las expectativas en las habilidades no siempre se alinean con la experiencia técnica de los desarrolladores.
El mayor exponente de esta disonancia es el trabajo en equipo, demandado por el 59% de las ofertas de empleo, pero que solo el 32,2% de los profesionales considera importante. Le sigue la proactividad, con una demanda del 41,8% por parte de las empresas y que solo el 18,9% de los empleados considera relevante para su puesto. Capacidad de autogestión es otra de las habilidades denostadas por los candidatos, pero muy valorada por las empresas.
En cambio, hay otras habilidades, como el aprendizaje continuo a las que las empresas no parecen dar mucha importancia (37,5%), pero que los programadores creen que resulta imprescindible para su carrera (43,9%).
Crece el trabajo presencial, domina el remoto. El sector tecnológico sigue tirando del carro del teletrabajo, pero no se puede obviar un incremento en las ofertas de empleo que requieren algún tipo de presencialidad. Aunque los autores del estudio indican que en su mayor parte se catalogan como opciones de trabajo híbrido, las ofertas de empleo con presencialidad se han incrementado en un 30% en el último año.
El tipo de jornada predominante continúa siendo el teletrabajo, con un 81,8% de los profesionales ofreciéndose para estos puestos, mientras que el 65,7% de las empresas lanzan ofertas de empleo 100% en remoto.
El modelo híbrido ha ganado en popularidad entre las empresas, pero solo un 16% de los empleados está dispuesto a aceptar una oferta de este tipo. Un 7,9% de las empresas han publicado vacantes que solo permiten el trabajo presencial, con solo un 2,1% de los empleados dispuestos a aceptar ese tipo de jornada.
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la última teoría que le da una vuelta radical a lo que creíamos saber acerca de la serie
Las teorías acerca de la naturaleza y las circunstancias de ‘Los Simpson‘ han crecido en torno a la serie desde su nacimiento y a lo largo de sus 36 temporadas. Algunas de ellas son francamente disparatadas (Homer está en coma al estilo de ‘Los Serrano’, Homer sigue recibiendo royalties de los Solfamidas, Barney es Nelson del futuro, Bart creará Los Simpson en un futuro) y otras tienen una lógica aplastante que las hace increíblemente verosímiles (todos en la familia son genios, Moe sabe quién hace las llamadas de broma, Springfield está en Oregon).
Sin embargo, desde este fin de semana hemos visto cómo se propagaba una nueva teoría que, como todas, es más un divertimento que otra cosa, y que también como todas, ofrece numerosas pruebas en su defensa. En este caso se entra en el siempre controvertido tema racial, que no deberíamos despreciar de primeras: nunca ha habido declaraciones de los creadores de la serie acerca de la raza de sus protagonistas, más allá de que el color de la piel es amarillo.
Pero es un tema digno de ser planteado: recordemos, por ejemplo, que a Elmo, el simpático monstruo de Barrio Sésamo, no se le pueden aplicar códigos raciales, pero su principal marionetista era negro y Barrio Sésamo fue diseñado (y eso sí es oficial) para recordar a barrios negros como Harlem, así que nunca se sabe qué pueden estar pensando los creadores. En este caso, desde luego, sabemos en qué piensan algunos de los espectadores.
El quid: el pelo
La teoría se basa en que el famoso cardado de Marge en realidad es un peinado afro. La usuaria de TikTok cocoabutterofficial fue la primera en llamar la atención sobre el tema, y afirma también que los tres hijos del matrimonio han heredado este tipo de pelo, que no para de crecer hacia arriba. También apunta a las hermanas de Marge, Patty y Selma, son “dos tías-hermanas negras y fumadoras”, una convención de la narrativa afroamericana que se plasma también en su desprecio hacia Homer.
Otra tiktoker afroamericana, iamthekayelle también incide en el tema del cabello con un par de detalles: aparte de que Marge duerme con un gorro para el pelo, una costumbre muy afroamericana (no hay más que ver la raza de la mayoría de los modelos que anuncian productos de este tipo), cuando le corta el pelo a los chicos, los guarda en la nevera. Esto es una costumbre que podría delatar los orígenes criollos del personaje, cuyo apellido de soltera, Bouvier, también apunta a las raíces francófonas de los criollos en zonas como Louisiana o el Mississippi.
Pero hay una prueba más que termina de redondear esta teoría, y esta sí que procede de una fuente oficial. En el episodio 13 de la temporada 21, ‘El color amarillo’, se revelan los orígenes de la familia: haciendo un trabajo para el colegio, Lisa descubre que su antepasada Eliza intentó ayudar a Virgil, un esclavo negro fugitivo, a escapar. Acaban en Canadá, donde se casan y forman una familia, es decir, que Los Simpson tienen, fuera de toda duda, un antepasado negro.
Esto no deslegitima ninguna otra teoría: al fin y al cabo, en Springfield hay ciudadanos claramente afroamericanos, como el doctor Hibbert, que ya debutó en la segunda temporada. La polémica está servida.
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Una investigación española ha lanzado por los aires el límite teórico de la eficiencia solar y no ha sido con una célula de perovskita
La eficiencia en las células solares se ha ido desarrollado con perovskita o en tándem con otros elementos como el silicio. No obstante, un grupo de científicos españoles han conseguido superar los límites teóricos de la eficiencia con dos materiales: titanio y galio.
Por primera vez. Investigadores de la Universidad Complutense de Madrid han fabricado una célula solar con una banda intermedia (IB, por sus siglas en inglés) utilizando fosfuro de galio (GaP) y titanio (Ti). Un trabajo de 15 años que podría alcanzar una eficiencia de conversión energética teórica del 60%.
Una eficiencia del 60%. El grupo de científicos han demostrado teóricamente que una célula de banda intermedia podría alcanzar hasta un 60 % de eficiencia, pero no con los materiales y las configuraciones tradicionales. Por ese motivo, quieren seguir mejorando añadiendo más capas de GaP para una mayor absorción de luz e, incluso, llevar esta tecnología al mercado.
Superando el límite Schokley-Queisser (SQ). Este límite teórico máximo define la cantidad de energía eléctrica que una célula solar tradicional puede generar. Este límite se utiliza con las células solares de silicio, donde la eficiencia queda en el 30%. Por ese motivo, se ha querido buscar nuevos elementos y en el GaP han encontrado la solución.
¿Cómo lo hicieron? Los científicos de la complutense han desarrollado una célula solar pequeña de un centímetro cuadrado. El objetivo es que la célula absorba la luz solar, para ello usaron una capa extremadamente delgada de unos 50 nanómetros de fosfuro de galio con una concentración pequeña de titano. Además para que la electricidad generada pudiese fluir han añadido otra capa más de GaP y utilizaron contactos metálicos de oro (Au) y germanio (Ge).
Para observar la eficiencia, el grupo de estudio ha realizado diferentes pruebas, como la elipsometría espectroscópica para evaluar como absorbe la luz en longitudes de onda específicas. De esta manera, han demostrado que el material es capaz de absorber mejor la luz por debajo de los 550 nanómetros.
¿Qué ocurre con la perovskita? Hasta ahora la perovskita era quien marcaba la eficiencia en las células solares, gracias a su fabricación sencilla y el bajo coste. Recientemente, investigadores han logrado que la perovskita supere el límite teórico de eficiencia alcanzando un 40%. También, han conseguido este porcentaje de eficiencia con el tándem silicio-perovskita y en interior con células autoensambladas. Sin embargo, este nuevo proyecto español ha planteado una mayor eficiencia y la perovskita aún tiene que superar sus problemas de resistencia ante las inclemencias climáticas y durabilidad.
El futuro de la eficiencia de las células solares sigue desarrollándose en los laboratorios. La implementación en el mercado, aunque se ha logrado a través del silicio, habrá que ver cómo se va perfeccionando.
Imagen | ScienceDirect y Asurnipal
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