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Estos son los 10 mejores scores y soundtracks de películas de terror
El cine sin música, actualmente, no tendría sentido. Son dos expresiones que van de la mano y que contribuyen para sumir al espectador en una atmósfera específica, y el mejor ejemplo de esto es el cine y la música de terror.
Esta última, en pocas palabras, ayuda a las historias a crear tensiones, construir atmósferas y, finalmente, crear expectativas relacionadas a lo que culturalmente da miedo: una sombra, un pasillo vacío y oscuro, la sonrisa de un hombre, el arma cerca del cuerpo de la víctima…
Sin embargo, el elemento más importante de la música en una película, se relaciona íntimamente a que anticipa a las audiencias a una situación sin saber realmente qué va a suceder… y el cine de terror en específico, ha explotado este recurso a través de grandes composiciones que potencian la intensidad del filme sin importar la naturaleza de la historia.
A lo largo de la historia, varios filmes han llevado la línea del terror en el séptimo arte con clásicos de culto que vieron nacer el horror desde la era muda (el expresionismo alemán es clave en esto), hasta el auge del género en la década de los 70 y 80.
Fue en esta época, precisamente, en que hubo un resurgimiento de la composición musical de películas de terror gracias a la llegada del sintetizador, el cual expandió los horizontes y nos regaló grandes scores y soundtracks que permanecen como punto de partida para las películas de terror en la actualidad.
Y aprovechando que es Halloween, acá te dejamos algunos trabajos musicales que han pasado a la historia y que sientan las bases de lo que ahora escuchamos:
The Shining
Quizá parece obvio, pero si es así, es porque la importancia de The Shining de Stanley Kubrick en la historia del cine, específicamente en el género de terror, no se puede poner en duda. En 1980, Kubrick junto a Diane Johnson, basados en la novela homónima de Stephen King, dieron paso a una de las cintas de terror más grandes de todos los tiempos gracias a la narrativa visual de Kubrick y su obsesión por los pequeños detalles que construyen el imaginario en el que se desarrollan los personajes principales.
La fotografía y el diseño de producción jugaron un papel clave en la cinta, pero es la música la que logra potenciar cada una de las situaciones de acuerdo a la línea del tiempo que decidió tomar Kubrick en la cinta (de lo universal, a lo particular). Krzysztof Penderecki fue el encargado de la mayor parte del score de The Shining, con contribuciones de György Ligeti, John Jacob Loeb y Béla Bartók.
Sin embargo, fue el trabajo de Wendy Carlos y Rachel Elkind, el que más ha permanecido en el imaginario de las audiencias. Nos referimos a “The Shining”, la canción de apertura que se ha convertido en una de las más icónicas no sólo en el género de terror, sino en el cine en general.
El soundtrack de The Shining está compuesto de grandes canciones, clásicos de la balada como el tema del cierre del filme, “Midnight The Stars And You” interpretada por Al Bowlly.
Images
En 1972, Robert Altman lanzó Images, una de las películas de terror menos conocidas en el cine, pero que más impacto generó en la época en la que salió. La historia sigue a Cathryn, un escritora casada con un hombre de negocios llamado Hugh.
Una noche, Cathryn recibe una misteriosa llamada en la que le dicen que su marido está teniendo una aventura con una mujer mucho más joven. A partir de este evento, las llamadas se hacen cada vez más constantes, perturbando a la protagonista al grado de no saber si lo que sucede es real o una alucinación derivada de sus miedos.
Y así es como comienzan una serie de apariciones de personajes aleatorios que hacen de Images un thriller de terror psicológico, suspenso, y hasta tintes eróticos. Para seguir la historia, Altman decidió trabajar con John Williams, uno de los compositores más grandes del siglo XX, para crear el score de esta cinta en colaboración de de Stomu Yamashta para la interpretación. Una de las composiciones más destacadas es “Land Of The Ums” seguida de “The Night Witch Ride”.
Suspiria
El score y soundtrack de Suspiria de Dario Argento en 1977, es quizá uno de los más populares por el misterio que gira en torno a él y por la perfección con la que se conjuga en la histotia.
Suspiria sigue la historia de Suzy, una estadounidense que comienza a estudiar danza en una academia alemana en la que han ocurrido una serie de eventos trágicos como muertes violentas. Pronto, Suzy descubre que todo está relacionado con el hecho de que la academia es dirigida por un grupo de brujas que ocupa a las estudiantes para fines perversos.
Goblin, la icónica banda italiana, fue la encargada de realizar el score y soundtrack de la cinta, el cual ha sido catalogado como una de las obras maestras de la banda y del score en el cine de terror. Este trabajo musical se caracteriza por preservar el sonido gótico tan aclamado de Goblin, mientras se apegaba a las necesidades del filme en una época en que el terror se convirtió en algo más comercial.
Es decir, así como la película de Argento es un clásico de culto, el score por sí mismo de Goblin, se mantiene con o sin la relación fílmica. El score del remake de 2018 de esta cinta dirigido por Luca Guadagnino, corrió a cargo de Thom Yorke, quien a diferencia de Goblin, jugó con el corte surrealista del filme y la narrativa visual.
Psycho
John Carpenter realizó el score de varios de sus filmes incluido el clásico de culto Halloween de 1978. Si Hitchcock hubiera sido músico, estamos seguros que hubiera aplicado la de Carpenter y trabajar en la música de cada una de sus películas.
Sin embargo, para eso tenía al compositor Bernard Herrmann, quien colaboró en varias ocasiones con Hitchcock en sus filmes de suspenso, los cuales se definen a partir los giros en el desarrollo de sus personajes y la innovadora narrativa visual.
A partir de su relación con el maestro, Herrmann no sólo se convirtió en uno de los músicos más aclamados de Hollywood, sino también en un experto en la ambientación musical de cintas de terror, thrillers psicológicos o de misterio. Y la prueba más grande es el trabajo en el score de Psycho de 1960 del mismo Hitchcock.
Esta película del cineasta británico navega entre varios géneros, y lo mismo sucede con el trabajo musical de Herrmann, cuyo tema principal está liderado por un violín. La escena del baño en Psycho podría servir para explicar la “magia” del cine mientras la música es el testigo de cómo se conjugan estas dos.
Nosferatu / Nosferatu the Vampire
El expresionismo alemán, como mencionamos en un principio, ha sido la base del cine de terror. La década de los 20 vio nacer grandes clásicos en manos de directores imprescindibles como Fritz Lang, Robert Wiene y Murnau, quienes nos entregaron filmes como El gabinete del doctor Caligari y Nosferatu.
Esta segunda, liberada en 1922, retomó la figura conocida de Drácula bajo una interpretación completamente nueva bajo los parámetros del expresionismo alemán y su evidente teatralidad. Esta cinta, al cual todavía pertenece al cine mudo, fue musicalizada en vivo en 1922 por Hans Erdman, a quien se le conoce como el compositor oficial de esta cinta.
No existen grabaciones originales del trabajo de Erdmann, pero con el tiempo se ha rescatado el score, el cual se define a partir, precisamente, de la teatralidad de la historia y el trabajo de actuación que exigía el cine de esa época.
Para 1979, Werner Herzog realizó un remake junto a Klaus Kinski, cuyo score (también sobresaliente) corrió a cargo de la banda Popol Vuh y Florian Fricke, quienes repitieron su trabajo con Herzog en otras cintas como Aguirre.
Hellraiser
Si hay una película que puede ser descrita como una pesadilla, esa es Hellraiser de Clive Barker. Esta cinta de 1987 nos presenta a Frank Cotton, un hombre que después de armar un extraño rompecabezas, comienza a presenciar situaciones de horror en los que se involucra el erotismo, el dolor, la tortura y los peores miedos.
Frank descubre que ese rompecabezas es la entrada a una dimensión llena de seres extraños, mejor conocida como el Infierno. La música de esta cinta de culto pertenece a Christopher Young, quien se ha caracterizado por trabajar en el score de algunas películas de terror; sin embargo, la más icónica es Hellraiser con grandes canciones como “The Cenobites” y la corta “A Quick Death”.
Rosemary’s Baby
En 1968, Roman Polanski estrenó Rosemary’s Baby protagonizada por Mia Farrow como Rosemary, una ama de casa que se muda a un viejo edificio de Nueva York junto a su esposo, un actor de teatro. Así es como conoce a un matrimonio que “cuida de ellos” pero que, del otro lado, tiene actitudes extrañas en relación a los deseos de la pareja de tener un hijo.
A partir de un obsequio, es que Rosemary tiene una pesadilla en la que es violada por el diablo (que se supone es su esposo en realidad) para luego quedar embarazada como parte de un ritual liderado por sus vecinos.
Krzysztof Komeda fue el encargado del score de Rosemary’s Baby, convirtiéndose en su trabajo más conocido (y el último de su carrera) a la fecha por el éxito del filme y el lugar que la película por sí misma ocupa dentro del género de terror. Las raíces de Krzysztof en el jazz se notan en el score de Rosemary’s Baby, el cual ha sido catalogado como uno de los más siniestros en el cine.
The Omen
The Omen es una de las películas de terror sobrenatural más aclamadas de la década de los 70. Bajo la dirección de Richard Donner, esta cinta nos presenta a Robert y Katherine, quienes después de perder a su bebé, “deciden” adoptar un niño que perdió a su madre en el parto.
Conforme el niño crece, varios sucesos extraños comienzan a suceder relacionados a la muerte. En realidad, se trata de Damian, quien está marcado con el símbolo de la bestia y es el responsable de todo lo malo que sucede a Robert y Katherine. Es decir, es el Anticristo.
El score, nos atrevemos a decir, es más grande que el imaginario visual mismo gracias al trabajo de Jerry Goldsmith, una de las leyendas de la música en Hollywood. Goldsmith se llevó un premio Oscar en la categoría de Mejor Score por The Omen, el cual logra sumir al espectador en una atmósfera íntimamente religiosa. Desde la primera canción “Ave Satani” y “The Dog’s Attack”.
El exorcista
A más de 46 años del estreno de El exorcista, esta cinta de William Friedkin sigue siendo un clásico de terror, y quizá la película más importante dentro del género. Esta cinta está protagonizada por Regan, una niña de 12 años que comienza a “enfermarse” y comportarse de formas muy extrañas, por lo que su madre la lleva al doctor donde descubre que no tiene nada.
En realidad, Reagan está poseída por uno de los demonios más poderosos, por lo cual debe ser tratado por el padre Merrin y el padre Karras en un exorcismo de varias sesiones que termina con la vida de ambos.
Varias escenas de esta película son icónicas dentro del imaginario fílmico como Reagan bajando las escaleras o las incitaciones sexuales con objetos religiosos como una cruz. Sin embargo, el score no se queda atrás, el cual corrió a cargo de Krzysztof Penderecki.
La historia de la música de El exorcista es fascinante, pues Friedkin buscó a los más grandes de la industria “antes de caer” con Penderecki. Por ejemplo, habló con el icónico Herrmann y Lalo Schifrin, quienes le dieron ideas, todas rechazadas por el director. Así que ante la prisa por el estreno, Friedkin decidió usar el score temporal de la filmación, el cual fue trabajado por Penderecki.
Cannibal Holocaust
En 1999, La bruja de Blair cambió la fórmula del cine independiente a partir de un falso documental relacionado a ritos paganos y la desaparición de algunos cineastas en un bosque que parece estar embrujado. Sin embargo, está técnica la podemos ver primero en Holocausto caníbal de 1980 de Ruggero Deodato, el cual explota este recurso en un filme gore que dividió opiniones en la época en la que salió.
Holocausto caníbal muestra videos perdidos de un grupo de expedición que fue asesinado por los nativos del amazonas. Riz Ortolani fue el elegido para trabajar en el score de esta cinta con especial atención al uso del sintetizador en canciones como “Massacre of the Troupe” y “Savage Rite”.
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Daniela Liebman: “Hoy trato de escucharme a mí misma”
Para Daniela Liebman (2002, Guadalajara) este es el último año en el conservatorio Juilliard en Nueva York, una de las instituciones más prestigiosas del mundo. De cierta manera, la última etapa de su formación allí marca otro punto de partida en una carrera profesional que empezó hace 14 años.
Su padre, violinista, previó lo competitivo que puede ser el mundo de la música y buscó todas las vías de impulso para Daniela. Hoy, en el horizonte, le entusiasman sus primeros conciertos profesionales en Europa, donde interpretará a Philip Glass (Hamburgo, Berlín y Colonia; fecha por confirmar); y viene justo de un triunfo que también involucra a Glass: este año fue seleccionada para tocar sus Estudios completos en el Lincoln Center. Ahora se prepara para sendos recitales en la Universidad Duke, en Carolina del Norte y la temporada 2024-2025 del festival de piano Gilmore (”un sueño de infancia”, dice). Pero, tras este camino hacia la proyección internacional, hay un proceso particular: el tránsito de una carrera precoz hacia la madurez artística y la búsqueda de la propia identidad.
—¿Cómo influyó tu familia en tu carrera?
—Ellos no tenían planeado que la vocación de ser músico fuera algo que yo iba a hacer profesionalmente. Mi papá, sabiendo que el mundo de la música clásica es especialmente competitivo, quiso darme un instrumento a una edad temprana, en la que me iba a convencer. Él practicaba conmigo todos los días. Era una gran dedicación al piano, a los cinco años hay niños que lo pueden hacer solos, y muchos que no. Yo era uno de los que no podía hacerlo sola. Me distraía mucho, quería ir a jugar.
Me gustaba la música, pero a esa edad es mucho de concentrarte y permanecer ahí sentada una hora al día. Entonces, él me ayudó muchísimo. Mi mamá también. Básicamente con lo que sea que no tenía que ver con la música. Me llevaban a estudiar a Colima. Dos horas y media era el viaje para estudiar ahí. De regreso, otras dos horas y media. Todas las semanas lo hacían. Me llevaban a competencias y conciertos. Estudiaban conmigo. Era bastante especial lo que ellos hacían por mí.
En la cultura del continente americano es algo que no se suele ver mucho, especialmente en México, porque la música clásica no es típicamente popular. Entonces, no tenía amigos cuyos papás hicieran algo así por ellos. Pero también porque la cultura de la música clásica estaba muy bien definida en mi familia.
—Ya hiciste un álbum, ¿preparas otro?
—Sí, estoy preparando otro. Creo que tendrá los Estudios de Philip Glass. Aún estoy decidiendo qué ponerle. Quizá también incluya el Impromptu de Alfredo Carrasco y algo de Debussy. Ya hice la grabación en físico y se está produciendo. Entonces, no sé exactamente cuánto tiempo vaya a tomar ese proceso.
—¿Ser compositora se vislumbra en tu futuro?
—Sí, pero creo que cada vez más y más estoy viendo que la gente está quitando las barreras entre un título y otro. Espero, tal vez, en el futuro componer algo. Creo que el mundo está reconociendo más a los profesionistas, no como pianistas o violinistas, sino como artistas, en general, que pueden producir música de más de una manera.
Me interesa mucho explorar otras opciones musicales. Me veo viviendo de eso en el futuro. Espero seguir en la misma ruta. Esa es mi única meta. No tiene que ver tanto con la carrera, sino con dónde quiero estar musicalmente.
—¿Cómo ha sido el tránsito de tu carrera precoz hacia la madurez?
—Es un descubrimiento. De chica me decía a mí misma que una vez que llegara a una edad adulta estaría más formada, tocando en varios sitios. Mientras más pasan los años, me doy cuenta de que, para mí, ser adulto es llegar a un proceso infinito donde estás tratando de procesar quién eres. Solía ver la adolescencia como investigar quién eres. Pero ser un músico maduro significa que se está constantemente en un proceso de evolución. Incluso lo he notado con mis artistas favoritos de piano. Los más viejos o que ya murieron tienen grabaciones de juventud, a mi edad, tocando increíble… Y 10, 20 o 30 años después tocaban de una forma diferente.
He tratado de enfocarme menos en tocar de una manera que mis maestros me han enseñado que está bien y he tratado más de notar si lo que ellos me han dicho que suena bien es algo que no me gusta o que sí funciona, pero no me representa como artista. Admiro y respeto mucho a todos los maestros con los que he estudiado, pero ellos tienen sus propias personalidades y yo soy una persona diferente. Cuando eres estudiante y niño aprendes a hacer todo bien y ellos te dicen lo que está bien. Creo que muchos músicos que empiezan a edad temprana suelen escuchar el título de prodigio. Pero todavía no se tiene la experiencia y el tiempo para saber qué estilo de música o qué estilo es el que más le gusta a uno. ¿Cuál es tu propia voz? No es una pregunta que realmente uno se hace a los 13 años o incluso a los 18. Ahora estoy tratando de escucharme a mí misma, de una manera artística y con opiniones fuertes, para sentirme satisfecha de alguna manera con lo que hago. La gente me decía que tocaba bien. Yo misma lo pensé, pero no sentía que lo que hiciera fuera una representación de mi alma o mi identidad emocional.
Busca su propia voz
La joven pianista comparte que el proceso que ha desarrollado para encontrar su propia voz, y que le costó mucho trabajo para encontrar su identidad como persona más allá de su identidad como músico: “Empecé a tocar el piano a los cinco, pero realmente mis papás trataron de meterme a clases a los tres, pero no había lugar en Guadalajara donde me aceptaran a los tres. Entonces formé mi identidad como músico, incluso antes de formar mi identidad como persona. A una edad muy temprana, sólo aceptas tu posición en el mundo, trabajas con lo que tienes. A los 14 años, tal vez, empecé a tener una confusión frente a las cosas de mi vida que no me gustaban. Estaba muy aislada. Fue una decisión que tomé, el salir de la escuela y empezar con el programa de homeschool para tener más oportunidades de viajar, dar conciertos y hacer competencias. Esa decisión la tomé yo. Mis papás nunca me dijeron que tenía que hacer algo, siempre me preguntaban, pero yo, a los 10 u 11 años no iba a entender las repercusiones de una decisión así”.
Sobre los sucesos que marcaron el camino de Daniela hacia la madurez, responde que sus padres tomaron las decisiones hasta que ella, lo empezó a hacer. La primera decisión grande que tomó en su vida, para su carrera, fue como a los 11. “Y luego fue irme a estudiar a Texas. Ellos siempre me dijeron que la opción era mía. Otro momento de madurez fue cuando llegué a Nueva York, a los 19 años. Fue un momento donde me separé de la música y me empecé a frustrar. Nunca he tenido la duda de que la música es lo que más me gusta hacer. Por no tener la duda, tuve la fuerza de seguir adelante con situaciones que no me gustaban. Me empecé a dar cuenta que tener intereses y vida fuera de la música me hacían una persona más saludable. Me faltaba más de eso. Nunca he querido dejar la música, pero no me gustaba la relación que tenía con ella”.
Al cuestionarla sobre cómo logró enfrentar ese momento, Daniela comparte que le tocó estar en una generación donde la mayoría de sus amigos van a terapia, “es algo que está bastante normalizado”, indicó.
Agregó que dicha decisión la hizo sentir feliz: “Escuchar experiencias de otros chicos de mi edad, que también se dedican a esto y tienen vidas propias, modelos diferentes de vida, fue algo que me abrió los ojos porque en México no conocía a mucha gente que estuviera viviendo lo mismo que yo; en Texas tampoco. Al llegar a Nueva York, conocí a cientos de chicos de mi edad que estaban en el mismo ámbito. El problema fue más bien que sí quiero dedicarme a la música, lo quería hacer y la situación era difícil para mí. No me daba cuenta que, en realidad, lo que me estaba costando trabajo no era la música, sino la falta de comunidad”.
¿El éxito está fuera de México?
Finalmente, al preguntarle si ¿cree que es necesario salir del país para lograr el éxito? Daniela explicó que por lo general, Estados Unidos tiene una comunidad mucho más grande que México para la música clásica.
Indicó que en Nueva York, en Juilliard, “hay un programa para niños y adolescentes, básicamente diseñado para definir si quieren estudiar a nivel profesional. En Guadalajara eso no existía y en la Ciudad de México tal vez hay algunos programas. Realmente, en ese momento, la única solución que nosotros encontramos fue salirnos del país. Ahora hay muchos músicos que son sumamente buenos y están saliendo de México; mi generación, especialmente, se está volviendo muchísimo más competitiva de lo que fue cuando yo era niña. Creo que es una buena opción salir del país. Pero también podría decir eso de cualquier otro país. A nivel musical es importante enfrentarse a la falta de la propia cultura para poder aprender de otras. Creo que musicalmente eso es algo que me ha hecho bien”.
DETALLES DE LA PIANISTA
Una vocación precoz
A pesar de su juventud, Liebman ha tocado en recintos y festivales de primer nivel. Nació en Guadalajara, Jalisco, en junio de 2002. Comenzó a estudiar a los cinco años y debutó a los ocho, con la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes. Desde entonces ha tocado con más de 20 orquestas nacionales e internacionales, como es el caso de la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ), en 2023. En 2013, Liebman debutó en el Carnegie Hall. Un año después se presentó, por primera vez, en el Palacio de Bellas Artes. En 2018 volvió a ese recinto, pero con la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN). Estuvo en el Festival Cervantino en 2014. Ha ganado competencias internacionales en España y Estados Unidos.
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Jorge Drexler | El Informador
Hace algún tiempo estuvo en la ciudad el cantautor uruguayo Jorge Drexler, se presentó ante un lleno total, en el Teatro Diana, el recinto con más movimiento escénico y musical de Guadalajara y, como bien recuerdo, fue un éxito al corazón. Drexler ha hecho de su carrera algo saboreable, tanto para él como artista como para uno de público u oyente. De alguna manera, de tanto escucharlo a lo largo de muchos años, siento que en una relación de este género, crecemos con él, tanto musicalmente como humanamente. Lo he visto en vivo algún par de veces nada más y me parece cálido, atento, hasta cariñoso por momentos. Recuerda detalles durante su presentación de momentos pasados o de experiencias vividas en Guadalajara y crea una conexión real con nosotros, sus testigos.
Apenas antier celebró el mundo el día de Santa Cecilia, que los músicos tomaron como su día. La música es infinita y de escoger un sentido que no perdería por nada, sería el del oído. Preferiría que la comida no me supiera, y eso que es uno de los más grandes placeres de la vida. O el tacto, aun sabiendo que una caricia puede sanar más de lo que también puedo expresar. Pero es que la música me ha acompañado y en algunas ocasiones me ha hecho sentir emociones que no habría podido evocar o comunicar si no fuera por ésta divina creación. En esta época en la que los juicios sumarios y censuras a tantos artistas por contenido, me pregunto quién es uno para limitar ciertas manifestaciones nos parezcan o no grotescas, groseras, viles.
Yo agradezco haber crecido con un amplio abanico musical y claro, aunque tengo mis dioses del Olimpo favoritos, entre algunos cantantes, me siento muy cómoda en el día a día. Drexler es justamente un buen libro sobre el buró. He vuelto a él cuando me busco cómoda, cuando deseo cantar tranquila y cuando rememoro épocas totalmente pasadas, y me encanto de poderme saber una nueva persona ante la misma canción, del mismo disco, del mismo concierto en vivo. Esta no es ninguna recomendación, es solo una breve reflexión de lo que la música hace de nosotros. Ojalá algunos artistas vivos y otros tantos muertos, pudieran saber lo que uno les debe.
argeliagf@informador.com.mx • @argelinapanyvina
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Tres canciones alternativas para oír
Escuchar música, sea del género que prefieras, será siempre uno de los mayores placeres de la vida. Cierto es que, diversificar los gustos personales, aunque no los acostumbres o ni siquiera te hayas imaginado escucharlos; es una buena excusa para descubrir nuevos géneros y piezas musicales.
Tomando como punto de partida recomendaciones de música de jazz transmitidas por Jalisco Radio, tal vez alguna de estas piezas, sea de tu interés.
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De la mano de la banda estadounidense formada en Detroit, The Temptations, considerado como uno de los grupos musicales más exitosos en la historia de la música en Estados Unidos; incluye en su repertorio una variedad de géneros tales como el R&B —Rhythm and Blues, originado a partir del blues y el jazz—; doo-wop —estilo vocal que une los géneros rhythm and blues y góspel—; funk —surgido en la década de los 60’—; disco y soul.
“My Girl” , es una canción de soul compuesta por Smokey Robinson y Ronald White, miembros de The Miracles, para ser interpretada por el grupo The Temptations; fue lanzada en 1964 por la compañía discográfica Motown Records.
Guitarrista de jazz de origen croata, Damir Kukuruzović, fue uno de los más representativos artistas del jazz gitano o, por su término en inglés; gypsy jazz.
“David” es una pieza instrumental ecléctica que mezcla sones de guitarra, violín, cello, entre otros instrumentos. De ritmo ágil y despierto, pertenece al álbum “Green Hill Gipsy Swing”.
Seguimos sin soltar la cuerda del jazz gitano, porque el grupo francés, Latché Swing, compuesto por las dos guitarras principales, el bajo y saxofones recrean y revisitan el repertorio de Django Reinhardt, de Stéphane Grappelli y de Horace Silver.
Con un sonido enérgico, un fraseo puro y aireado, ritmos acelerados y melodías extravagantes, el cuarteto originario de Rouen, Francia, desboca en su música todo el swing jazzístico —estilo nacido en Estados Unidos a finales de los años 20, el cual utiliza instrumentos como piano, contrabajo y batería; trompetas y trombones; saxofones y clarinetes—.
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