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La oscura historia de Wewelsburg, el castillo que los nazis quisieron convertir en ‘El Centro del Mundo’

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Alemania tiene algunos de los castillos más bellos de Europa. Los de Eltz, Hohenzollern o Neuschwanstein no pueden faltar en la ruta de los amantes de este tipo de construcciones. El que puedes ver en la foto principal está algo más oculto en estas listas. Es más sobrio y, definitivamente, mucho más bonito desde una vista aérea, pero aun así es una construcción renacentista impresionante que corona el valle de Alme.

Puede que no se le dé tanto bombo por algún tabú, ya que, durante la Segunda Guerra Mundial, este palacio fue el Centro del Mundo del nazismo, un complejo que sirvió como lugar de culto de las SS y que demostraba la obsesión de Himmler con lo esotérico.

Wewelsburg. Renania del Norte-Westfalia es uno de los 16 estados de Alemania. En él, tenemos Düsseldorf como capital, pero también ciudades que da gusto visitar, como Bonn, Colonia, Leverkusen o Aquisgrán, entre otras. Esta última fue el lugar en el que se coronaba a los reyes alemanes, pero justo en el lado contrario de la región, tenemos Wewelsburg. Y, en él, su castillo.

Wewelsburg 1616
Wewelsburg 1616

Un grabado de 1616

Construido en 1609 con planta triangular, su historia fue turbulenta desde el principio. Construido sobre fortificaciones anteriores, durante la Guerra de los Treinta Años, los suecos lo arrasaron y destruyeron gran parte de la estructura. En 1650, lo reconstruyeron, añadiendo las cúpulas que hoy muestran sus tres torres, y se estima que se usó para encerrar prisioneros militares y quemar brujas.

Himmler entra en juego. Durante los siglos XVIII y XIX, el castillo estuvo prácticamente abandonado. En 1802 pasó a manos del estado de Prusia y se usó como almacén de grano y, a comienzos del siglo XX, se le dio una nueva vida como salón de actos, restaurante, albergue para excursionistas y museo. Sin embargo, en 1933, la cosa se volvió mucho más oscura. Heinrich Himmler ya era el líder de las temibles SS, la rama paramilitar del Partido Nazi, y estaba buscando una sede para la organización en un lugar simbólico de Alemania.

Alquiler vitalicio. Tras algunas negociaciones fallidas, un líder nazi de la región animó a Himmler a visitar el castillo de Wewelsburg, y el líder nazi se enamoró. En su primera visita, decidió hacerse con el castillo y, tras unas difíciles negociaciones, en 1934 se acordó un arrendamiento por 100 años.

¿El precio? Un Reichsmark anual. Es muy complicado hacer la conversión debido a que la economía de preguerra en Alemania fue muy distinta a la de otras partes del mundo, pero equiparándolo a 4,2 dólares de la época, serían casi 100 dólares actuales teniendo en cuenta la inflación. Como digo, es complicado hacer el cálculo.

Wewelsburg
Wewelsburg

Por todo lo alto. Las cosas cambiaron mucho en Wewelsburg desde la llegada de los nazis. En 1935 se prohibió cualquier tipo de visita pública al castillo, por lo que se perdió su anterior valor social, y se renombró como SS-Schule Haus Wewelsburg, o “Escuela de las SS, Casa de Wewelsburg”. El Völkischer Beobachter —”El Observador Popular”—, que era el periódico oficial del NSDAP y cuyo director en ese momento era Alfred Rosenberg, otro de los autores principales de la ideología nazi, publicó lo siguiente:

“Desde hoy, las SS del NSDAP se han hecho cargo de la antigua y desafiante fortaleza de Wewelsburg, situada en un lugar histórico de la antigua región de Sajonia, para que en el futuro sirva como Reichsführerschule de las SS. Esto significa que a Wewelsburg, que tiene una larga historia y un significado glorioso en la historia de Alemania, también se le asignó un lugar de importancia histórica en el Tercer Reich. Aquí se deben formar los hombres que están llamados a ocupar un puesto de liderazgo en las SS en su integridad ideológica, mental y físicamente. Deben servir como modelos y líderes para desfilar frente al núcleo de la juventud alemana sana.”

“En la antigua sala de caballeros del castillo, que fue testigo silencioso pero elocuente de muchos grandes acontecimientos a lo largo de muchos siglos, el barón von Solemacher, administrador del distrito de Büren, al que pertenece Wewelsburg, entregó el castillo al Reichsführer de las SS. Se centró especialmente en la historia de Wewelsburg y destacó que el nuevo destino del castillo era digno de la orgullosa tradición. Con sinceras palabras de agradecimiento y alegría, el Reichsführer Himmler asumió el castillo como Reichsführerschule de las SS. Durante su trabajo en este lugar histórico, los líderes de las SS que aquí se formarían tomarían conciencia de la responsabilidad que debían asumir ante la historia alemana. En su discurso, el Reichsführer Himmler elogió especialmente la belleza natural de este castillo y su afortunada ubicación.”

1944
1944

El triangulito pequeño que vemos un poco a la izquierda en la zona central es el castillo. Los edificios en negro forman parte de los planes para crear fortificaciones en el pueblo

Planes vs realidad. La idea, pues, era que Wewelsburg fuera una academia con todas las de la ley para formar a los alumnos en ideología y política de los nuevos miembros de las SS. Pero los planes fueron cambiando y, de esa formación más global, se pasó a una mucho más específica. Así, se educaba a los jóvenes científicos de las SS en teorías e investigaciones pseudocientíficas y todo eso que interesaba tanto a Himmler: prehistoria germánica, estudio del folclore y de la genealogía, estudio de las runas, las doctrinas raciales y el culto al pasado.

Y aquí entra en juego ese sobrenombre de “El Centro del Mundo”. Las SS iban a ser la vanguardia ideológica del nazismo para adoctrinar al resto de la población y, como en ese castillo se agrupaban miembros de todos los estratos del grupo paramilitar y era el epicentro de festivales y ceremonias para bautizar a los nuevos miembros de alto rango, el de Wewelsburg era el punto más importante para el Tercer Reich.

Simbolismo y espiritualidad. En un reportaje publicado hace unos años por BBC, Kirsten John-Stucke —actual directora del Kreismuseum Wewelsburg—, afirmó que Himmler no eligió este castillo por casualidad. Himmler ya estaba más que obsesionado con el ocultismo y que el castillo estuviera cerca del bosque de Teutoburgo en el que, 2.000 años antes, las tribus germánicas habían derrotado al ejército romano, era algo que entusiasmaba al líder de las SS.

John-Stucke comentó que “para él y para las SS era muy importante tener esos lazos con el pasado, pues podían decir eso de ‘somos similares a los guerreros germánicos'”. Hubo reformas en el castillo: se creó un edificio para la guardia de las SS, se construyó un campo de concentración a unos 600 metros del castillo y la idea que Hermann Bartels —arquitecto de Himmler— tenía en la cabeza era la de crear una red de castillos por todo el pueblo.

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Maqueta del campo

Los nazis de la mesa redonda. Pero más importante, Himmler estaba obsesionado con la Edad Media alemana y, sobre todo, con la figura de Enrique I. Como hizo él, aspiraba a que el Tercer Reich conquistara las tierras del este y, para dotar de una apariencia más medieval al palacio renacentista, ordenó quitar el recubrimiento en yeso y crear un foso. Inútil, sólo estético, pero bueno, había que darse un capricho.

Era su Camelot y el simbolismo —que Karl Maria Wiligut también le metió en la cabeza— llevó a que se diseñara una gran sala conocida como Obergruppenführersaal, o “Sala de los jefes de los grupos superiores” que hacía referencia a los 12 generales de más alto rango de las SS con 12 nichos para ventanas y puertas y 12 columnas. Todo muy… imperial, con el Sol Negro en el suelo de mármol que simbolizaba el punto central, o el kilómetro 0, del Imperio Mundial Germánico.

Schwarze Sonne Obergruppenfuhrersaal Ss Generals Hall
Schwarze Sonne Obergruppenfuhrersaal Ss Generals Hall

La Obergruppenführersaal

Si no lo tengo yo, no lo tendrá nadie. Todo estaba perfectamente orquestado, pero no todo iba a ser invadir países y exterminar a su población, por lo que los aliados contraatacaron y los fondos y estrategias que se destinaban a Wewelsburg no se completaron. Tras la derrota en Stalingrado, se paralizaron los trabajos de construcción no bélicos y el campo de concentración aledaño, que se había convertido en uno independiente al mismo nivel que el de Sachsenhausen o Dachau, se redujo. Se utilizó como campo de entrenamiento para “alemanes étnicos” y para las Juventudes Hitlerianas. Necesitaban carne de cañón, vaya.

En abril de 1945, Alemania no tenía nada que hacer y Himmler demostró hasta qué punto llegaba su tóxica relación con el castillo. Las tropas estadounidenses estaban a las puertas —pese al foso de Himmler— y el mandatario alemán ordenó a los últimos ocupantes del castillo que lo volaran por los aires. Al final, el castillo se quemó, pero parte de la estructura como los muros exteriores y la torre norte permanecieron sin demasiados daños. Los norteamericanos llegaron, se encontraron el campo de concentración, rescataron a 42 supervivientes y también se toparon con el castillo muy dañado.

Lidiando con el pasado. Está claro que el castillo de Wewelsburg fue una de las piedras angulares del Tercer Reich. Si la guerra hubiera durado más, los aliados hubiesen tardado algo más en llegar al corazón de Alemania o si las cosas hubiesen sido diferentes en favor de los nazis, quizá el pueblo de Wewelsburg que conocemos hoy sería tremendamente diferente. Pero el país debió seguir adelante y se decidió restaurar el castillo.

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Parte de la colección permanente en el museo del castillo

Tras estar en manos nazis, el palacio de Wewelsburg pasó a manos del distrito de Büren, quien lo reformó en 1948. En el 50 volvió a ser algo que aportaba a la sociedad: tanto el albergue juvenil como el museo local se trasladaron de nuevo al castillo y se erigió un monumento contra la violencia y la guerra en la Cripta de la Torre Norte. También se realizan trabajos de investigación y más exposiciones se abrieron en el castillo, pero quizá la exposición más importante fue la llamada “Ideología y terror de las SS“.

Muestra, no escondas. En el reportaje de BBC, John-Stucke comenta que es mejor “mostrar las salas que esconderlas”. “Para nosotros es muy importante dejar que los visitantes entren en las salas por su cuenta. Tratamos de educar a la gente sobre la historia, la violencia y el terror de las SS”, comenta la directora. También tienen muchos objetos originales, como manuales o uniformes nazis que no muestran de forma completa. “Por ejemplo, en un uniforme, puedes ver que hay una esvástica en el brazo, pero sólo una parte de ella”, comenta.

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Gente leyendo en la sala de los generales, sobre el Sol Negro

No quieren que se convierta en un lugar de culto y hay letreros con información que tapan deliberadamente parte de esos objetos. Contextualizan todos los objetos, pero cuando muestran algo de los prisioneros, lo muestran al completo.

Al final, es una exposición para mostrar la degeneración de esta sección paramilitar ubicada en lo más profundo del corazón del mundo nazi, un edificio que, ahora, trata de aportar algo tanto a la región como a quien quiera visitarlo.

Imágenes | Dominio público, Carsten Steger, Wolfram Czeschick, Templermeister, KreisMuseum Wewelsburg

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Occidente creía que las minas y la artillería convencional eran el pasado. Ucrania ha demostrado que estaban equivocados

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Han sido varias las ocasiones en que el conflicto tras la invasión rusa en Ucrania parecía retroceder al pasado, a una época donde la tecnología no dominaba el campo de batalla, sino el humano a través de ella. El efecto de lo que ha ocurrido al este de Europa comienza a tener sus ecos en varias naciones del viejo continente. La artillería convencional y las minas, durante décadas consideradas obsoletas, han visto un resurgir que nadie pareció atisbar, y ahora todo el mundo quiere rearmarse.

Una vuelta al pasado. Como decíamos, el conflicto en Ucrania ha reconfigurado radicalmente la comprensión occidental sobre la guerra moderna, revelando la vigencia de armas que durante mucho tiempo fueron olvidadas como vestigios del pasado. Minas antipersonales, artillería pesada y municiones no guiadas han reaparecido como elementos clave en un tipo de guerra que la OTAN y los ejércitos europeos habían dejado de planificar: la guerra terrestre de gran escala.

Durante años, las potencias occidentales imaginaron los conflictos del siglo XXI como enfrentamientos tecnológicos, rápidos y quirúrgicos, protagonizados por unidades reducidas y sistemas de armas de alta precisión. Ocurre que la realidad ucraniana, con sus frentes estancados y combates prolongados por el control territorial, ha desmentido esas suposiciones de forma tajante.

El Tratado de Ottawa y las minas. De hecho, uno de los efectos más visibles de este giro doctrinal ha sido la decisión de varios países europeos de abandonar el Tratado de Ottawa de 1997, el mismo que prohibía el uso, producción y venta de minas antipersonales. ¿Quiénes? Finlandia fue el último en revertir su adhesión, sumándose a Polonia, Lituania, Letonia y Estonia, que ya habían anunciado su salida.

Estas naciones, todas vecinas de Rusia o en su área de influencia geopolítica, se están preparando activamente para minar sus fronteras, en un intento por contener una posible ofensiva militar de Moscú. Las razones son meridianamente claras: el uso de minas en Ucrania ha demostrado su efectividad no solo para frenar avances, sino para canalizar a las tropas enemigas hacia zonas donde puedan ser enfrentadas con mayores garantías de éxito. Es una táctica de defensa territorial que resurge en un contexto de guerra convencional, precisamente cuando se creía superada.

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Artillería y municiones no guiadas, el resurgir. Mientras los sistemas de misiles guiados suministrados por la OTAN enfrentan problemas ante las capacidades rusas de interferencia electrónica, la artillería tradicional, con proyectiles simples y baratos, ha cobrado nuevo protagonismo. Estas municiones, al no depender de señales electrónicas, son inmunes a los bloqueos o sabotajes tecnológicos.

Además, combinadas con herramientas de vigilancia modernas (como drones que identifican objetivos en tiempo real), se han vuelto extraordinariamente letales. Ucrania, de hecho, ha sabido aprovechar esta sinergia, adaptando tecnologías antiguas al nuevo campo de batalla. El resultado ha sido una guerra que avanza muy poco en términos de territorio, pero que consume enormes cantidades de proyectiles y requiere una producción sostenida que Europa no estaba preparada para asumir.

Europa y la carrera industrial. En la otra acera, el cambio de paradigma ha dejado al descubierto la fragilidad de las capacidades de producción bélica en Europa, aunque eso no es del todo noticia cuando el viejo continente ya ha hablado de rearmarse. Un informe del Royal United Services Institute criticaba a los gobiernos europeos por confiar ciegamente en que el sector privado resolvería las necesidades de fabricación de municiones sin haberles ofrecido incentivos ni regulaciones favorables.

Esta omisión ha tenido consecuencias graves: según el general Christopher Cavoli, comandante supremo aliado de la OTAN en Europa, Rusia se encuentra en camino de acumular reservas de proyectiles tres veces superiores a las de Estados Unidos y Europa juntos. El desequilibrio es alarmante, especialmente considerando que el conflicto ucraniano no muestra signos de resolución a corto plazo y que los niveles actuales de consumo de munición son insostenibles sin una reestructuración industrial.

El espejo de Rusia. A este respecto y según Cavoli, Rusia produce actualmente 250.000 proyectiles de artillería al mes, lo que la encamina a construir ese arsenal tres veces mayor que el conjunto de Estados Unidos y Europa. No solo eso. El testimonio de Cavoli subraya un punto crucial: mientras que en Occidente se percibe a Rusia como una potencia empantanada en una guerra de desgaste, su maquinaria de defensa ha logrado adaptarse, crecer y, en algunos aspectos, fortalecerse en pleno conflicto.

Moscú ha estado reponiendo sus arsenales en todos los frentes (desde municiones hasta vehículos blindados y tropas), lo que contrasta fuertemente con las dificultades logísticas y de producción que enfrentan sus adversarios. La estimación de Cavoli apunta a una fabricación anual de 1.500 tanques por parte de Rusia, frente a los 135 que produce Estados Unidos. En el último año, las tropas rusas habrían perdido aproximadamente 3.000 tanques, 9.000 vehículos blindados, 13.000 sistemas de artillería y más de 400 sistemas de defensa aérea, pero estarían en camino de sustituirlos por completo, manteniendo intacta su capacidad de proyección terrestre.

Errores de planificación. Expertos como Paul van Hooft, del think tank RAND Europe, explicaban a Insider que este desfase es consecuencia directa de tres décadas de planificación estratégica centrada en guerras asimétricas. Desde los atentados del 11 de septiembre, la OTAN diseñó sus operaciones militares pensando en insurgencias, terrorismo y fuerzas irregulares, donde ni la artillería pesada ni las minas parecían tener utilidad práctica.

Esa visión condujo, según el analista, al desmantelamiento de arsenales tradicionales y al abandono de doctrinas de guerra terrestre, especialmente en Europa Occidental. Sin embargo, el conflicto actual exige precisamente lo contrario: defensa territorial, ocupación sostenida de zonas amplias y capacidad de disuasión clásica.

El equilibrio entre el futuro y el pasado. Mark Cancian, del Center for Strategic and International Studies, subrayaba que las guerras prolongadas, una vez estabilizadas las líneas de frente, hacen que armas como la artillería y las minas no solo sean útiles, sino dominantes. Si bien los drones, la inteligencia artificial y otras innovaciones siguen desempeñando un rol importante, no sustituyen el volumen de fuego ni la resistencia logística que permiten sostener una ofensiva o defender una posición durante meses.

A este respecto, Cancian advierte contra el exceso de confianza en las visiones futuristas de guerra, muchas de ellas promovidas por startups tecnológicas que compiten por atraer fondos de los nuevos presupuestos de defensa. Frente a ello, la evidencia parece mostrar que, al menos por ahora, la guerra sigue siendo una cuestión de volumen, de recursos físicos y de capacidades convencionales bien gestionadas. Irónicamente, si Europa quiere estar preparada para los desafíos del siglo XXI, parece que tendrá que aceptar que el futuro de la guerra también se libra con herramientas del pasado.

Imagen | U.S. Department

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el K-pop comienza a dar signos de agotamiento

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Hace unos años, hablábamos de cómo el K-pop, los grupos de pop sintético coreanos manifiestamente prefabricados y cuyo trasfondo es tan fascinante o más que su música, estaban arrasando en el panorama internacional, después de décadas amasando millones en su país de origen. Actualmente, sin embargo, se detectan señales de agotamiento tanto en lo financiero como en lo creativo. ¿Estamos viendo el principio de la decadencia del género o solo es un bache ocasional?

2020, punto de inflexión. Fue en ese año, como recuerda The Guardian, cuando BTS, quizás el grupo de K-pop más popular del mundo, coló su tema ‘Dynamite‘ en las listas de lo más vendido en Estados Unidos. Fue una primera vez para el K-Pop que pareció consolidarse en 2023, cuando las Blackpink fueron cabeza de cartel en Coachella. Desde entonces, solistas como Jennie y Lisa (salidas de Blackpink), la nueva sensación del género Tomorrow X Together, Ateez o Twice han entrado en la lista norteamericana: siete de los 10 CDs más vendidos en EE.UU en 2024 fueron de K-pop.  Y esta presencia en las listas americanas es quizás lo que está precipitando cierta crisis… en Corea.

Internacionalización del sonido. Cuando las bandas coreanas han detectado la posibilidad de ampliar su ya enorme mercado, han aplicado un rodillo internacionalizador a muchos de sus éxitos, sin duda derivado del éxito de ‘Dynamite’, cantada íntegramente en inglés, requisito quizás imprescindible para triunfar en una lista tan anglocéntrica como la de los éxitos estadounidenses. Esto no ha gustado, cuenta The Guardian, a los fans de toda la vida, que además están viendo cómo entra un fandom de más edad: el K-pop ha dejado de ser un fenómeno estrictamente juvenil (como demuestran fenómenos como la gira ‘Forever Young’ de Day6 este mismo año, dirigida a un público maduro), y más que integrar, eso aliena a los fans de siempre.

Canciones en inglés, sonido poco coreano. Esa internacionalización pasa por una serie de elementos que no son bien vistos en Corea. Por ejemplo, cantar en inglés: ‘Dynamite’ ha sido un éxito en Estados Unidos, como decíamos, precisamente gracias a que está cantada íntegramente en ese idioma, una absoluta primera vez para el género. Pero no solo eso: el último éxito viral en redes como TikTok del K-pop, ‘APT‘, de Rosé (otra miembro de Blackpink) no solo está cantada en inglés y es un dueto con Bruno Mars, sino que su sonido está absolutamente producido al estilo norteamericano, como una especie de Lady Gaga acelerada y punk-pop.

Corea mira al J-pop. Y no hablamos de éxito estrictamente de Estados Unidos: en España, sin ir más lejos, han tocado Colde, Aespa, Kiss of Life y TXT y en el resto de este año están previstas las visitas de Lun8, KISU, Wave to Earth, Stray Kids o Blackpink. Cada vez más internacionales, cada vez más afines a los gustos internacionales, es lógico que los propios fans coreanos les den la espalda: actualmente las listas de éxitos de Corea del Sur están llenas de música coreana más orientada al rap (quizás la próxima fiebre en internacionalizarse, como demuestran Blackpink), J-pop (pop japonés) y la inevitable llegada de bandas de idols generados de forma sintética.

Y mientras, la industria se atomiza. Tradicionalmente, los grupos de K-pop han sido creados por los sellos mediante castings, y han controlado absolutamente todos los aspectos de su carrera: su imagen pública, sus relaciones personales, etc. En 2022, un grupo de los más elogiados en la escena, NewJeans, intentó desvincularse de su sello, Hybe, como protesta por el trato que les habían dado y por el despido de su productor y responsable de su sonido, una inclasificable mezcla de jazz, pop y electrónica avanzada. Hablaron con sus fans en directos en internet y desataron una discusión pública acerca de los derechos laborales de los artistas de K-pop.

Un negocio en crisis. La acción de NewJeans sirvió de cuña para que la industria, que cada vez se muestra más rígida, dé síntomas de crisis, o al menos, exhiba ciertas grietas en su estructura. Como prueba, las ventas: la Korea Music Content Association ha observado que después de nueve años consecutivos de crcecimiento, en 2024 las ventas de discos cayeron un 19% en Corea.

Una crisis también de imagen. Un detalle revelador tanto acerca de  la crisis en la industria en Corea como de la caída en las ventas está en que dos de los grupos que traccionaban la industria (en palabras del ‘Korea Times’), BTS y Blackpink (unos haciendo el servicio militar, las otras centradas en sus carreras internacionales) han paralizado su actividad en el país. Hybe, el sello con el que chocó NewJeans, y el más importante de la industria coreana, lleva un tiempo reportando pérdidas y está inmersa en una crisis de imagen que le ha llevado a pedir disculpas a sellos rivales, artistas y al público. Todo apunta a un signo de los tiempos que quizás sea el principio de un cambio inevitable.

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esta es mi experiencia con el iPhone más económico

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El iPhone más barato que puedes comprar ahora mismo (si lo quieres nuevo) es el iPhone 16e. Apple ha decidido acabar con el iPhone SE por una buena razón: dotar de Apple Intelligence a su modelo más económico. Esto requería mucha RAM (8 GB) y un hardware bastante potente, algo que no iba demasiado en la línea con el modelo anterior.

Así que Apple ha decidido que el iPhone 13 y el iPhone 16 pasen una noche loca, para crear el iPhone 16e. Hemos grabado nuestro 24/7 para contarte la experiencia que hemos tenido con este teléfono, y cómo se comporta en el día a día.

Lo primero que nos ha sorprendido de este teléfono es su batería, una de las más duraderas en un iPhone pequeño. Hemos llegado a las diez horas uso, llegando a la cama con un 4%. Y no en jornadas cortas, jornadas de 6:33h de la mañana a 0:43h de la noche. Eso sí, en el vídeo verás que esto tiene un pequeño truco.

Lo segundo a destacar es… que este teléfono tiene una sola cámara. Ni telefoto ni ultra gran angular. Los resultados nos han gustado, y no hemos notado grandes diferencias frente a sus hermanos mayores. También me ha gustado el vídeo, que graba hasta 4K 60fps en Dolby Vision. Eso sí, no hay modo cinde, algo que he echado en falta.

Rendimiento, pantalla, experiencia de usuario y más, lo guardamos para que puedas enterarte de todo del vídeo. Ya te adelantamos que, si no estás dispuesto a dejarte mil euros por un iPhone, esta compra tiene bastante sentido.

En Xataka | iPhone 16 Pro, análisis: es uno de los mejores móviles de 2024, también el que menos me emociona

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