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El ámbito estrella de Sheinbaum es la energía solar y cómo quiere cambiar las ciudades de México. Solo hay un problema: el petróleo

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El 1 de octubre de 2024 se produjo uno de esos momentos que quedarán marcados en los libros de historia. Claudia Sheinbaum era investida como presidenta de México, la primera mujer en ocupar la presidencia en más de 200 años de historia del país. Se abre, por tanto, un nuevo horizonte con, entre otros, la incógnita de la posible la ruta “energética” que tomará el nuevo gobierno frente a los problemas del pasado.

Investidura. La ceremonia se llevó a cabo en la Cámara de Diputados durante una sesión del Congreso de la Unión, con la presencia de varios dignatarios internacionales y políticos clave, incluido el presidente saliente, Andrés Manuel López Obrador, quien fue ampliamente elogiado por Sheinbaum en su primer discurso.

Primeras pistas. En clave “energética”, Sheinbaum destacó en su investidura su compromiso con la transición y el impulso a las energías renovables como uno de los pilares de su mandato. De hecho, subrayó que presentará en breve un Plan Nacional de Energía, que incluirá nuevas inversiones en la generación y transmisión de energías limpias, con un enfoque en reducir los gases de efecto invernadero.

Acto seguido señaló que Pemex y la CFE seguirán desempeñando un papel clave en el sector energético, asegurando “la soberanía y el acceso a energía limpia y asequible”. Un plan que busca contribuir a la lucha contra el cambio climático, garantizando, sobre el papel, la participación tanto del sector público como el privado, pero con el Estado manteniendo el 54% de la generación de energía.

Estudios de una gobernante. Que la nueva presidenta tiene a la energía solar como ámbito estrella está fuera de toda duda, la forma en la que lidiará con el legado y la apuesta por los fósiles de Obrador, sí genera más controversia. Sheinbaum se graduó como Ingeniera en Energía en la UNAM y obtuvo un máster en Ingeniería Energética tras su tesis sobre el uso eficiente de la energía.

En 1995, recibió su doctorado en Ingeniería Energética en la Universidad de California, Berkeley. Una vez más, se especializó en energía renovable y cambio climático, centrándose en el uso de biocombustibles y el análisis de políticas energéticas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

Una vida dedicada a la ciencia. Tras regresar a México, Sheinbaum se integró como investigadora titular en el Instituto de Ingeniería de la UNAM, donde contribuyó al desarrollo de proyectos sobre energía solar y la evaluación de políticas energéticas sostenibles. De hecho, fue una de las pioneras en estudiar los impactos ambientales de tecnologías energéticas en el país, participando activamente en proyectos internacionales sobre la evaluación de emisiones y el cambio climático.

Durante este período, publicó decenas de artículos en revistas académicas internacionales, enfocándose en el uso de energías limpias, el desarrollo de tecnologías solares y las políticas públicas para la sostenibilidad (fue miembro del IPCC que recibió el Premio Nobel de la Paz en 2007).

La fotovoltaica, en el centro. Se puede decir sin miedo a equivocarnos que ha sido uno de los pilares de su investigación, analizando y promoviendo la energía solar fotovoltaica como una solución viable para el suministro de energía en zonas urbanas y rurales de México.

Sheinbaum trabajó en el desarrollo de modelos y estudios que mostraban cómo podía ser una fuente clave para reducir la dependencia de combustibles fósiles, disminuir las emisiones de carbono y mejorar el acceso a la electricidad en áreas no conectadas a la red eléctrica. También colaboró en estudios que demostraban el potencial de la energía solar en el país debido a su alta radiación solar.

AMLO y los fósiles. Las dudas, como decíamos, tienen más que ver con el legado del hoy ex presidente de México, López Obrador. Durante su presidencia, mantuvo una política energética centrada en la soberanía petrolera de México, lo que implicó fortalecer a Pemex (Petróleos Mexicanos) y priorizar la extracción y refinación de hidrocarburos. También defendió la producción de petróleo como un pilar económico nacional, revirtiendo algunas de las reformas energéticas previas que abrirían el sector a la inversión privada.

Además, invirtió significativamente en proyectos como la refinería de Dos Bocas y en la modernización de las refinerías existentes, con el objetivo de alcanzar la autosuficiencia energética y disminuir la dependencia de las importaciones de combustibles. Aunque AMLO expresó su apoyo a las energías renovables, echando la vista atrás, quedaron en un muy segundo plano durante su gobierno, sobre todo en comparación con los proyectos petroleros.

La herencia. ¿Cómo afronta entonces esa ruta energética la nueva presidenta frente al legado de Obrador y su apuesta por los fósiles? Si nos centramos solo en el “legado”, Obrador deja una estructura centrada en el petróleo, pero con el desafío de lograr ese equilibrio hacia las energías renovables. De hecho, y como decíamos al inicio, Sheinbaum manifestó su intención de continuar con la producción de petróleo, pero con un enfoque más moderado, limitando la producción a 1.8 millones de barriles diarios y dando prioridad a la transición energética hacia fuentes limpias como la solar y la eólica. Parece una contradicción.

Dicho legado implica una transición ciertamente delicada: mantener la fortaleza de Pemex y la Comisión Federal de Electricidad (CFE) como actores clave, mientras “cruza la acera” y avanza hacia una matriz energética más sostenible, y todo ello sin olvidar los retos ambientales y de dependencia a largo plazo y sin contar cómo va a resolver los acuciantes problemas hídricos y contaminación de aire del país.

Un auténtico galimatías de difícil resolución, uno que, esperemos, la ciencia de la presidenta sepa dilucidar.

Imagen | Carlo Columba, Presidencia de la República Mexicana

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considera el uso de reactores nucleares modulares para sus centros de datos de IA

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Los centros de datos de inteligencia artificial (IA) requieren de enormes cantidades de energía para funcionar, pero no basta con garantizar un suministro estable. Hoy en día se valora mucho su procedencia porque una elección equivocada puede perjudicar los objetivos de sostenibilidad de las compañías de IA como Google o Microsoft.

En este contexto, la energía nuclear se presenta como una alternativa prometedora dado que es capaz de producir electricidad con bajas emisiones de carbono. La firma detrás de Windows ha oficializado su apuesta por la nuclear de la mano de la reapertura de la central Three Mile Island. Ahora parece ser el turno del gigante del buscador.

Google muestra interés por la energía nuclear

Sundar Pichai se encuentra de viaje por Japón. En su visita por el país asiático, el CEO de Google recibió a Pikachu en las oficinas de la compañía y dejó algunas reflexiones interesantes sobre estos tiempos. Le dijo al periódico local Nikkei que cree que la IA es “una pieza de la tecnología subyacente que atraviesa todo lo que hacemos hoy”.

En este sentido se mostró comprometido con la promesa de Google de alcanzar cero emisiones netas en todas sus operaciones y cadena de valor para 2030. Cuando hablamos de cero emisiones netas estamos haciendo referencia a la eliminación casi total de los gases de efecto invernadero, pero con cierto margen para emisiones residuales.

Pichai ha dicho que se trata de un objetivo ambicioso que requerirá de mucho trabajo. Aquí, precisamente, es donde entra en juego nuevas fuentes de energía para sus centros de datos. “Ahora estamos buscando inversiones adicionales, ya sea solar, y evaluando tecnologías como pequeños reactores nucleares modulares”, explicó el ejecutivo.

Por el momento no tenemos más detalles sobre los planes de Google con la energía nuclear, pero queda claro que la compañía necesita hacer algunos cambios en su estructura si quiere reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Es que sus emisiones durante 2023 fueron un 48% más altas que las de 2019 por el auge de la IA.

Google tiene centros de datos distribuidos por diferentes partes del mundo. En algunas regiones el panorama es más alentador que en otras. Por ejemplo, la mayor parte de su infraestructura europea se alimenta con energía proveniente de fuentes de bajas emisiones de carbono. Esto cambia sustancialmente en Oriente Medio, Asia y Australia.

Imágenes | Daniele La Rosa Messina | Alex Dudar

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China estaba cerca de terminar su submarino nuclear más avanzado. Estaba porque se le ha hundido en un muelle, según WSJ

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China aspira a tener unas fuerzas armadas que puedan rivalizar directamente con las de Estados Unidos para finales de 2040. Con este objetivo en mente, está impulsando iniciativas como el caza de quinta generación Chengdu J-20 o el barco de asalto anfibio más grande del mundo, conocido como Type 076. A pesar de ello, no todo está resultando tal como se había anticipado. El gigante asiático podría haber sufrido un gran revés este año.

The Wall Street Journal, basándose en fuentes anónimas del gobierno estadounidense, señala que la Armada del Ejército Popular de la Liberación (EPL) ha perdido su submarino de propulsión nuclear más moderno y avanzado. El navío de clase Zhou, explican, había sido botado en un astillero situado cerca de Wuhan. Los trabajos parecían continuar a buen ritmo, pero el submarino acabó hundiéndose en algún momento de la primavera.

Adiós al nuevo submarino de clase Zhou

El submarino tenía como objetivo convertirse en el primero de la clase Zhou cuyas características principales son la propulsión nuclear y un nuevo diseño de popa que promete ofrecer mayor maniobrabilidad. Se trata de un proyecto cuya información es muy escasa. Tanto es así que tanto China no ha comentado públicamente el episodio, por lo que miembros del Pentágono consultados por el periódico creen que están tratando de ocultarlo.

Como todo lo relacionado con el mundo militar, hay que coger la información con pinzas. De momento solo tenemos los datos que provienen de Norteamérica. El primero en descubrir algo inusual en la zona de construcción de buques china fue Thomas Shugart. Según imágenes satelitales recopiladas por el especialista, aparecieron varias grúas alrededor de donde se estaba construyendo un submarino, aparentemente en un intento por rescatarle.

Submarino Chino 1
Submarino Chino 1

Uno de los submarinos activos de la Armada del EPL

En ese momento, sin embargo, no estaba claro de qué vehículo se trataba. Más tarde las fuentes estadounidenses hablaron del hundimiento del moderno submarino chino. En este sentido, el Departamento de Defensa no tiene claro si el navío estaba cargado con combustible nuclear en el momento del incidente, pero tampoco tienen evidencia de que las autoridades chinas hayan montado un plan para tomar muestras de agua en busca de radiación en la zona.

La pérdida de un submarino nuclear que estaba próximo a entrar en servicio podría ser un duro golpe para Pekín, que está en proceso de retirar alguna de sus unidades más antiguas. el Servicio de Investigación del Congreso de Estados Unidos estima que el país asiático tendrá 65 submarinos en 2025 y 80 en 2035. Actualmente, además, tiene la Marina más grande del mundo por número de barcos, con 234 buques de guerra.

Imágenes | Maxar Technologies | SinoDefence

En Xataka | Los submarinos son la clave del dominio naval de EEUU. Ahora China ya sabe cómo detectarlos: con burbujas

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review con características, precio y especificaciones

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Si hablamos de marcas generalistas y del mercado español, pocas marcas han calado tanto en nuestro país como Renault. La compañía francesa ha llenado nuestras calles de modelos que está renovando por completo (Scenic, Espace) o recuperando (Renault 5, Renault 4) en un momento crucial para la compañía.

El escenario europeo es complicado. En 2025 se aplicarán nuevos límites de emisiones que castigan (y mucho) a los vehículos más pequeños que no estén electrificados. En 2035, de momento, la idea es acabar con los motores de combustión que no sean neutros en carbono.

Ante esta disyuntiva, algunas marcas han optado por lanzarse a los brazos del coche eléctrico y, probablemente, tratar de correr antes de andar. En la fotografía general, la estrategia de Renault es más conservadora, sin cerrar puertas a ninguna compañía, pero es ambiciosa en el eléctrico. El Renault Scenic es el ejemplo de que van por el buen camino.

Ficha técnica del Renault Scenic

Renault Scenic

TIPO DE CARROCERÍA.

SUV compacto de cinco plazas.

MEDIDAS Y PESO.

4,470metros de largo, 1,908 metros de ancho y 1,571 metros de alto. Distancia entre ejes de 2,785 metros. 1.747 kg (60 kWh de batería) y 1.842 kg (82 kWh de batería)

MALETERO.

545 litros.

POTENCIA MÁXIMA.

160 kW (220 CV).

CONSUMO WLTP.

16,3 kWh/100 km batería de 60 kWh y 16,8 kWh/100 km batería de 82 kWh.

DISTINTIVO AMBIENTAL.

Cero emisiones.

AYUDAS A LA CONDUCCIÓN (ADAS).

Sistemas ADAS obligatorios por la Unión Europea como control de crucero adaptativo, frenada de emergencia o cámaras delanteras y traseras.

OTROS.

Sistema de infoentretenimiento basado en Android Automotive compatible con Apple CarPlay y Android Auto mediante conexión Bluetooth. Pantalla de 12,3 pulgadas para el cuadro de instrumentos y central de 12 pulgadas en formato vertical.

HÍBRIDO ELÉCTRICO.

No.

HÍBRIDO enchufable.

No.

eléctrico

Sí. Versiones de 125 kW (170 CV) con batería de 60 kWh y de 160 kW (220 CV) con batería de 82 kWh.

precio y lanzamiento

Disponible desde 38.700 euros (batería de 60 kWh) y 45.500 euros (batería de 82 kWh) sin ayudas del Plan MOVES III. Primeras entregas en junio de 2024.

Un producto con muy pocas pegas

Si por algo ha destacado el Renault Scenic ha sido por su fórmula de familiar espacioso, amplio y con huecos por todas partes. Aquel vehículo nacido a rebufo del Renault Mégane como una opción para llevar a toda la casa en el interior con un tamaño todavía contenido no ha abandonado al coche, pese a cambiar radicalmente su carrocería. Cambiar el envoltorio para mantener intacto el producto.

Apuesta Renault por un detalle que no es menor: no identificar al Scenic como un coche eléctrico. En los últimos años hemos visto cómo las marcas apostaban por una clara diferenciación entre su gama de combustión y la eléctrica (mucho más arriesgada). Se trataba de gritar que estábamos ante un coche eléctrico.

Poco a poco, los fabricantes están suavizando esta estrategia y van asemejando ambos productos. Audi es un buen ejemplo de cómo ha mantenido una misma línea de diseño en sus eléctricos, sin necesidad de artefactos extraños. Lo mismo sucede con el Scenic cuyas señas de identidad llegan por la pura funcionalidad, como las manetas enrasadas o llantas muy tapadas. Tampoco se ha optado por una calandra delantera completamente cerrada.

El lenguaje de diseño repite las formas angulosas que estamos viendo en los últimos modelos de la compañía como el Renault Espace o el Rafale y le dan una mayor presencia y empaque a un coche que se queda en los 4,47 metros, por lo que parece más grande de lo que en realidad es.

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Tecnologías multimedia: la apuesta por Google es ir sobre seguro

Esa sensación de familiaridad que desprende el coche por fuera se repite en su interior. En el asiento del conductor todo parece quedar a mano y todas las funciones que podríamos necesitar las tenemos al alcance de la misma. A todo esto lo acompañan unas calidades buenas, con buenos ajustes y acolchados allí donde se le piden.

En mi opinión, sí es necesaria una redistribución de los mandos detrás del volante o un rediseño. Es algo, sin embargo, por lo que lleva años apostando Renault y tampoco he leído demasiadas quejas al respecto. Con todo, a los clásicos mandos de luces y limpiaparabrisas hay que sumar la palanca de la transmisión, un mando para el control del sistema multimedia y unas pequeñas levas.

El entorno en la mano derecha queda algo emborronado y en alguna ocasión he tocado la palanca del limpiaparabrisas al querer maniobrar con rapidez. Supongo que es algo que la memoria muscular eliminaría con el paso del tiempo pero considero que sigue siendo algo un poco incómodo.

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En el lado derecho hay demasiados artefactos: palanca de cambios, de luces, de control multimedia y levas

Con todo, se agradece que todos los mandos necesarios durante la conducción los tengamos a mano. Si queremos tocar la climatización, ahí están los mandos físicos. Si queremos subir el volumen o cambiar de canción, ahí están los mandos físicos. Si queremos desactivar las alertas por velocidad, ahí están los mandos físicos.

Si queremos jugar con el control de crucero u otras ayudas ADAS, hay un botón físico en el volante aunque, en este caso, el tacto no es tan bueno como en el resto de mandos, al ser una sola pieza de plástico para todas las opciones. Pese a ello, el pequeño borde que segmenta las opciones facilita encontrar una u otra ayuda sin distracciones.

Tras el volante tenemos una doble pantalla en L, con un cuadro de instrumentos de 12,3 pulgadas (1920 x 720 píxeles) y una central de 12 pulgadas, en formato vertical (1250 x 1562 píxeles). Ambas se ven realmente bien y en el cuadro de instrumentos se ha hecho un trabajo de diseño exquisito en lo formal. Sólo creo que, en algunas pantallas, se peca un poco de exceso de información pero creo que todo el mundo encontrará aquella con la que se sienta cómodo.

El cuadro de instrumentos deja a la derecha la pantalla principal donde Android Automotive hace acto de presencia para lo bueno y para algunos pequeños detalles que generan alguna fricción.

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Si hablamos de facilidad de uso, aquí Android Automotive sigue siendo el sistema multimedia más interesante. Los hay más completos y bonitos pero si se trata de tener a mano lo más básico y simple, el trabajo de Google es mejor que el de cualquiera de sus rivales.

Tenemos una ventana a modo de home con el navegador, la radio (o la reproducción del teléfono móvil) y el asistente de Google a mano. Estas dos últimas opciones se pueden esconder en una pequeña tira. En la zona inferior, la información sobre el climatizador.

En su parte superior tenemos otras cuatro pestañas. La primera es un acceso rápido al multimedia, la segunda es el acceso al listado de llamadas del teléfono y la agenda, la tercera es un cajón de aplicaciones y la cuarta da paso a todas las opciones de configuración del coche, así como los ajustes de los sistemas ADAS de ayuda a la conducción.

Decimos que delegar el diseño del sistema multimedia a Google es jugar sobre seguro porque Renault habrá dedicado muy poco tiempo, dinero y recursos a este aspecto y, al mismo tiempo, el resultado es realmente bueno para el conductor. Si tienes iPhone, es posible utilizar Apple CarPlay pero yo no lo he echado de menos porque la conexión con el teléfono móvil es muy rápida por lo que tenemos a mano siempre la música o nuestro podcast favorito. También las llamadas que tengamos que hacer.

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Es muy fácil activar o desactivar cualquier ayuda a la conducción

La parte negativa es que arrastras algunos problemas que se repiten en los coches con los que se comparten los servicios de Google. De la predicción de la autonomía y de los puntos de carga disponibles hablaremos más adelante. Esta vez nos vamos a centrar en el asistente de voz.

En líneas generales, el asistente de voz hace su trabajo y es bastante útil para según qué órdenes. Sin embargo, muchas veces hace oídos sordos a nuestro “Ok, Google”. Especialmente cuando estamos reproduciendo algo por los altavoces. En algunas ocasiones he tenido que gritarle al coche.

Y lo segundo es que Google debe encontrar la manera de que entienda mejor las órdenes que le damos. No puede ser que a un “baja un poco el volumen” nos responda que tenemos que precisar el porcentaje de volumen que queremos. Con todo, el sistema funciona especialmente bien cuando le ordenamos que nos lleve a un lugar concreto y se beneficia de sus datos de tráfico en tiempo real, lo que siempre es de agradecer en una hora punta.

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Tecnologías de conducción: pidiendo algo más que carretera

Si algo queda claro cuando te subes al coche es que Renault no quiere que tengas la más mínima fricción con el Scenic. Se trata de hacer de este coche eléctrico un vehículo sencillo, como lo has llevado toda la vida pero con las ventajas propias de esta tecnología.

¿Cuáles son esas ventajas? Un confort de marcha realmente bueno. El aislamiento está muy bien conseguido y hasta pasados los 120 km/h no se nota el ruido aerodinámico. A partir de ahí, es más evidente pero no es ni mucho menos molesto. Es un coche silencioso, de esos eléctricos que cuando vuelves a un vehículo de combustión parece que has dado un salto al pasado.

En marcha, el coche va muy asentado y la suspensión es cómoda, aunque sin rechazar un punto dinámico que se ha dejado ver en los últimos coches de la firma del rombo. De hecho, la suspensión es un poco más dura que en sus rivales, lo que contiene bien las masas cuando salimos fuera de la autopista.

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En una carretera secundaria, si enlazamos virajes con tranquilidad, el coche se comporta dócil y, de nuevo, prima la facilidad de uso. Pero cuando entramos con más fuerza, el coche no pierde la compostura y sostiene bien el desplazamiento de las masas de un lado a otro.  Es con la dirección con lo que tengo más problemas.

Configurada por defecto, la noto excesivamente blanda, hasta el punto que la siento artificial y no termino de ser todo lo preciso que debería con ella. En ciudad, el coche podría llevarse casi con un dedo, lo que puede gustar a según qué conductores. En mi caso, prefiero un tacto más duro y directo.

Lo bueno es que esto sí se puede configurar. En el modo Sport, el peso en el aro del volante es más evidente y, de hecho, creo que es el tacto que debería llevar el coche de serie. Este modo se puede configurar en un perfil propio y, por tanto, podemos utilizar la dirección configurada con el modo Sport y la entrega de potencia en el modo ECO, por ejemplo. Es, por tanto, un problema menor que se repite (y tiene la misma solución) con el pedal del freno.

Las levas tras el volante nos ayudan a gestionar la frenada regenerativa. Hay cuatro niveles que llevan a eliminar cualquier tipo de frenada en autopista y a priorizar la máxima retención en ciudad. En este último caso, la frenada se deja sentir pero tampoco clava el vehículo, por lo que funciona realmente bien. Echo de menos un sistema de one pedal para rematar la experiencia.

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Ya en carretera, el coche se comporta de forma exquisita. La entrega de potencia del motor eléctrico está muy bien gestionada. Tenemos en el pie 160 kW (220 CV) que son más que suficientes para movernos con solvencia en todo tipo de situaciones y a menos que se busque con intención (modo Sport mediante) no encontraremos el golpe de inmediatez eléctrica que podemos encontrarnos en otros vehículos con esta tecnología.

En cuanto a los sistemas ADAS de ayuda a la conducción, la unidad probada contaba con todas las obligaciones de la Unión Europea, a las que se añaden (entre otros) el mantenimiento en el centro del carril o el control de crucero adaptativo.

Este último me ha funcionado correctamente en líneas generales. Las aceleraciones y las frenadas han sido suaves y no se ha dejado engañar por los camiones, que suelen provocar frenadas fantasma cuando el carril es más estrecho. Sin embargo, la detección del carril no siempre me ha funcionado correctamente y en algunos momentos ha tardado más en fijar la línea exterior de lo que sería deseable. Una vez en el centro, no hemos tenido mayores problemas a la hora de pasar las curvas sin movimientos extraños.

Punto a destacar el botón para activar o desactivar la alerta de exceso de velocidad obligatoria por la Unión Europea. Éste es físico y no sólo activa o desactiva las alertas sonoras, al pulsarlo se activa un perfil individualizado que actúa sobre la alerta de exceso de velocidad pero también sobre el mantenimiento de carril o la vibración del volante como alerta de salida del mismo, por poner un par de ejemplos.

Tecnologías de carga: convenciendo a los escépticos

Si algo hace bien el Renault Scenic es su faceta de mesías. Cuando hablamos con las marcas nos repiten una y otra vez que para vender un eléctrico suele ser imprescindible subirlo al coche. Estoy convencido de que la mayoría de conductores escépticos que convivieran con este coche durante una semana estarían dispuestos a comprarse un eléctrico.

El Renault Scenic monta dos tamaños de batería. En este caso hemos contado con la opción de gran autonomía que llega con una cantidad de kilómetros debajo del brazo que borra de inmediato las posibles dudas. Incluso la pequeña (60 kWh) puede ser realmente interesante si se sopesa bien qué se está comprando.

Como decíamos, nosotros hemos probado la batería de 82 kWh que homologa 627 kilómetros de autonomía. En nuestras pruebas de unos 500 kilómetros de autopista hemos recogido un consumo de 20,1 kWh/100 km a 120 km/h de velocidad de crucero en nuestro recorrido habitual.

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Esto deja al Renault Scenic con la capacidad de realizar 400 kilómetros de carretera sin despeinarse. Una cifra más que solvente y que debería ser suficiente en la mayoría de los casos. Especialmente si tenemos en cuenta que la carga alcanza picos de 150 kW. Se puede pasar del 15 al 80% de la carga en 37 minutos, lo que permite recorrer unos 350 kilómetros del tirón y tener disponibles otros 300 kilómetros de autonomía antes de terminar de comer algo rápido en una estación de servicio.

Lo que sigue siendo un problema es la gestión de los cargadores que hace Google. Ya lo mencionamos en la prueba del Volvo EX30 y es algo que repetimos en esta ocasión: se necesitan actualizaciones constantes de los puntos de carga disponibles. No es un problema muy grande si tiramos de Electromaps pero sigue siendo algo a tener en cuenta.

Y, por último, lo que más me ha sorprendido es la desviación en el cálculo de la autonomía del planificador de ruta. Hasta el punto de calcular un 20% menos de autonomía de la esperada en apenas 200 kilómetros de recorrido. No es cuestión del historial que tuviera el vehículo, ya que he reiniciado los valores a conciencia. Si tenemos en cuenta que Google se supone que calcula la autonomía con la orografía del terreno y la velocidad máxima permitida, esto no debería suceder.

Una vez más, no es un gran problema porque es sencillo echar cuentas de los kilómetros que podemos realizar con el consumo medio en una ruta ya conocida pero sí puede alarmar en exceso cuando viajamos por una ruta no conocida. Es un problema que también he visto repetido en las unidades de algunos compañeros.

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La conclusión de Xataka

El Renault Scenic es un coche eléctrico que mira de tú a tú a muchos compactos del mercado.

Es rotundo pero es lo que siento. Como siempre, dependerá de nuestra situación económica y de las posibilidades que tenemos de cargar pero si tenemos acceso a un enchufe es fácil echar cuentas. Aquí te dejamos una calculadora para que eches las tuyas.

En la versión probada, la de batería grande, el Renault Scenic parte de 45.500 euros sin descuentos ni ayudas. Puede sonar a mucho dinero pero con el Plan MOVES III y ofertas puntuales será posible encontrarlo por unos 35.000 euros. Sin irnos de Renault, un Austral ya lo encontramos en esos 35.000 euros con motor híbrido de 200 CV.

Incluso si sólo aplicamos los descuentos del Plan MOVES III, según nuestra calculadora en 10 años habríamos ahorrado 7.490 euros realizando 15.000 kilómetros al año. En la estimación, hemos supuesto un coste del kW a 0,10 euros y de la gasolina en 1,50 euros/litro. En ambos casos con los consumos WLTP homologados.

Eso si hablamos de un Scenic de batería grande porque la versión de 60 kWh parte de unos interesantes 38.700 euros que se pueden acercar (y mucho) a los 30.000 euros si descontamos las ayudas del Plan MOVES III. En este caso hay que tener en cuenta que hablamos de un coche con una autonomía de 300 kilómetros en autopista. Si estamos dispuestos a sacrificar algo de tiempo en uno o dos viajes largos al año, la inversión puede merecer mucho la pena.

Porque ya no es sólo una cuestión numérica. El Renault Scenic es un coche bien terminado, con unas calidades buenas (a la altura de su precio) y con un confort de marcha y una insonorización realmente buena. Es, desde luego, un coche eléctrico de referencia en su segmento.

Fotos | Xataka

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