Cine y Tv
Cine mexicano LGBTIQ+: Hacia un camino de libertad
Visibilidad, aceptación, solidaridad y respeto por la vida de los demás. Aquí un breve repaso por algunas de las películas y momentos que han marcado la historia del cine mexicano LGBTIQ+ y que han construido el camino hacia representaciones más justas, humanas y complejas.
En la noche del Ariel 2014 llovía como nunca. El Palacio de Bellas Artes era azotado por una tormenta feroz que solo era mitigada por los aplausos al interior. Ahí, donde la crema y nata del cine mexicano celebraba con entusiasmo a las mejores películas del año, el cineasta y productor Roberto Fiesco se coronó con el premio a Mejor documental por Quebranto. “Hoy todo el día estuve pensando que hace más de 10 años, cuando Julián Hernández y yo queríamos producir nuestra primera película Mil nubes de paz, un alto funcionario del IMCINE dijo: ‘El Estado no tiene por qué apoyar películas de maricones’”.
En ese momento era como si hasta el ruido de la lluvia se hubiera quedado en silencio. Sin embargo, Fiesco, acompañado por Coral Bonelli –la protagonista de su cinta–, continuó con orgullo: “Desde entonces, esa frase ha resonado en mi cabeza y un día me llevó a buscar a Coral y a doña Lilia para contar una historia de vida; una que me parecía fundamental e importante contar, porque hablaba de las relaciones maternofiliales –que se parecían mucho a las mías–, de la diversidad sexual y de cómo alguien puede asumir una nueva identidad y dejar todo atrás para comenzar otra vez; desde cero, contra todo, y contra todos”.
“El cine mexicano, salvo algunas bellas excepciones, ha sido desde sus orígenes, y con un irritante recrudecimiento en los últimos años, un cine de moraleja, y lo que es peor, un cine de moraleja condenatoria”, escribió el célebre Salvador Elizondo en el texto Moral sexual y moraleja en el cine mexicano. Aquel artículo –que inauguró la historia de la breve pero icónica revista Nuevo Cine– señalaba a la industria fílmica de nuestro país como “un cine que desconoce, cuando moraliza, el sentido esencial de la moral, que no es, ciertamente, el de condenar determinados actos humanos, sino el de justificar los actos humanos que la hipocresía se empeña en condenar”.
En este país de moral y buenas costumbres, la representación a complejidad de las disidencias no tiene muchos años de historia. Sin embargo, las imágenes de la comunidad LGBTIQ+ se han escrito, no sin dificultad, gracias a momentos que, con valentía, iniciaron un camino de libertad que aún hoy se sigue labrando.
Momentos de disidencia
“Oiga, don Pedrito, quiero preguntarle una cosa”, le dice Librada (Emma Roldán) a Pedro (Manuel Tamés) en la cinta La casa del ogro, de Fernando de Fuentes, en 1938. “¿Esos bigototes se los deja usted para despistar?”, remata la mujer entre risas. Mirándola de arriba a abajo, mientras alza la cabeza, el hombre truena la boca e, indignado, sale de escena.
Si bien aquella cinta fue opacada por los grandes títulos de su realizador –como su Trilogía Revolucionaria o Allá en el Rancho Grande, el filme que detonó la Época de Oro del cine nacional–, La casa del ogro capturó en celuloide al primer personaje gay del cine mexicano del que se tenga registro. La presencia de Pedro –o “Doña Petrita, como se le llegó a llamar–, sin embargo, fue como la de otros en aquel periodo de esplendor: amanerado, con roles secundarios, satirizados y hasta escarnecidos. Nunca al frente de una historia; lejos de las normalidades dictadas por la sociedad.
Aunque transgresor, aquel personaje de Manuel Tamés tuvo que quedarse a solas por un largo tiempo en la historia del cine mexicano LGBTIQ+. Fue hasta 1950 cuando el director Alfredo B. Crevenna filmó Muchachas de uniforme, una cinta que mostró una fuerte atracción entre Lucila y Manuela, interpretadas por Marga López e Irasema Dilián. Aunado a eso, y su discurso contra una educación autoritaria y basada en la moral, le valió una censura inmediata que la mantuvo un par de semanas en cartelera. «Esta película mexicana se reducía a contar un caso de lesbianismo inconsciente y lamentable», escribió en 1972 el historiador Emilio García Riera en Historia documental del cine mexicano. «Al final, Marga López se hacía monja para pagar de alguna manera el atrevimiento que supone tocar en un melodrama el tema del amor por vías inusuales y, en el fondo, la muerte de la joven lesbiana dejaba muy tranquilo a todo el mundo, porque nadie habría sabido qué hacer con esa pobre chica».
Una década y media después, Tres mujeres en la hoguera (1976) abordó nuevamente el lesbianismo en el cine mexicano. Protagonizada por Maricruz Olivier y Pilar Pellicer, la cinta de Abel Salazar se une a una muy breve lista de largometrajes LGBTIQ+ que han retratado el amor entre dos mujeres en la pantalla grande.
«Como mujeres, hemos sido retratadas por los ojos de fuera», nos dice la actriz y cineasta Ángeles Cruz quien, en 2014, filmó el cortometraje La carta, el cual presenta una relación entre dos mujeres indígenas y sus consecuencias. «No todas, pero hay muchas historias con una gran cantidad de misoginia. Y creo que podemos hacer un cine inteligente; no peyorativo ni machista. Y, en esta industria, nos falta diversidad; en todos los sentidos».
Para la ganadora de dos premios Ariel, una de las razones que excluyen al lesbianismo en el cine mexicano es «cómo nos comportamos como sociedad. El cine nos da un espacio para existir, para nombrarnos y mostrar cosas que, a veces, están acotadas por lo que es socialmente aceptado. A veces, nos dicen que historias como La carta no son interesantes o a nadie le va a interesar; o nosotros mismos somos quienes nos ponemos el freno de mano. Como creadoras y creadores, hay cosas de las que nos gusta hablar y de las que no, también. Para mí, el cine se ha convertido en un lugar donde me gusta preguntar sobre lo que no tengo respuesta y poner en la mesa lo que sucede en mi comunidad, lo que somos y lo que soy como mujer. Hablar de dos mujeres lesbianas, en una comunidad indígena, rodeadas de tabúes y machismos tremendamente aceptados, creo que es bueno preguntarlo».
Aunque aún pocos, los valiosos esfuerzos que han tratado de cambiar las narrativas fueron fuertemente impulsados con la llegada de un personaje que, sin titubeos, arribó al cine para romper con el puritanismo de nuestra industria. Portando un vistoso vestido rojo, bailando flamenco y sonriéndole a la vida, La Manuela se abrió paso en la cartelera y en la historia del cine nacional. Con El lugar sin límites (1977), de Arturo Ripstein, Roberto Cobo logró lo inimaginable: dar vida a un personaje igual de potente que su despiadado Jaibo, de Los olvidados (Dir. Luis Buñuel). Aquí, un apasionado encuentro entre Pancho (Gonzalo Vega) y La Manuela inmortalizó a la cinta como la primera en mostrar a dos hombres besándose y como el filme LGBTIQ+ por excelencia del cine mexicano.
El logro, no sencillo ni exento de polémica, se materializó con varios Arieles: uno a Mejor película y un par más a los actores mencionados, entre otros, así como en un premio especial en San Sebastián. Para Gonzalo Vega, su presencia aquí marcó lo que vendría más adelante en su filmografía. Casi a la par de la cinta de Ripstein, el actor filmó en 1977 Las apariencias engañan, bajo la dirección de Jaime Humberto Hermosillo. El cineasta que se atrevió a coquetear con la homosexualidad en la pantalla –en cintas como El cumpleaños del perro (1974) y Matinée (1976)– ahora tenía entre manos una historia tan impactante que fue víctima de la censura. “Al desnudo, la Isela Vega que nadie conoce”, decía el póster oficial de aquella cinta; posiblemente el papel más arriesgado de la actriz y el filme más transgresor de Hermosillo, que se mantuvo cinco años enlatado. En ella, Vega da vida a un hermafrodita que se enamora de un hombre llamado Rogelio (Vega) y se convierte en el primer –y único personaje trans a la fecha– en protagonizar una cinta de ficción en el cine mexicano LGBTIQ+.
Después de esta cinta, era natural que nuestra industria volteara la mirada hacia el lugar donde se han gestado sus historias más apasionantes: la familia. Ahí, el cine mexicano LGBTIQ+ vio nacer obras como El hombre de la mandolina (1982) o Doña Herlinda y su hijo (1984), las cuales comenzaron a mostrar a la homosexualidad al interior de los hogares mexicanos.
La primera se trata de un filme realizado por Gonzalo Martínez Ortega, que nos lleva a la ciudad de Querétaro en los años 50, donde una familia tradicional descubre que su hijo (Omar Moreno) es homosexual. La noticia fractura para siempre la relación entre aquella familia y lleva a la madre –interpretada por Rosita Quintana– al borde de la locura.
La segunda opta por un camino completamente diferente. Ambientada en la Guadalajara conservadora de los años 80, Doña Herlinda y su hijo nos presenta a una madre abnegada (Guadalupe del Toro; madre de Guillermo del Toro) quien intenta ignorar la relación entre su hijo Rodolfo (Marco Treviño) y Ramón (Arturo Meza), su mejor amigo. La cinta más famosa de Hermosillo –el cineasta más importante del cine mexicano LGBTIQ+– muestra cómo la madre obliga a su hijo a casarse con una mujer, al tiempo que facilita que su hogar se convierta en el oasis donde sigue existiendo el gran amor entre estos dos hombres.
Jorge Fons, el hombre que sacudió a la audiencia con Rojo amanecer (1989), filmó en 1994 la galardonada El callejón de los milagros. Una de las películas más premiadas en la historia del Ariel –recibió once estatuillas en 1995– llevó a la pantalla a Don Rutilio (Ernesto Gómez Cruz), un hombre que oculta su homosexualidad detrás del machismo típico de este país y que escapa de su matrimonio –de 30 años de historia– a través de encuentros clandestinos con Jimmy (Esteban Soberanes), su joven amante.
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Películas que abrieron camino
“El Estado no tiene por qué apoyar películas de maricones”, le dijo el cineasta Alfredo Joskowicz a Roberto Fiesco, quien se encontraba buscando apoyo para la posproducción de Mil nubes de paz cercan el cielo, amor, jamás acabarás de ser amor. A pesar de la reticencia del entonces director del IMCINE, la ópera prima de Julián Hernández recibió cuatro nominaciones al Ariel –incluidas Mejor película y dirección–, y triunfó en distintos festivales de México y el mundo. Uno de ellos fue la Berlinale, donde la cinta se llevó el prestigioso Oso Teddy en 2003, dedicado a celebrar las mejores obras con temática LGBTIQ+, el cual Julián obtuvo de nuevo en 2009 gracias a la cinta Rabioso sol, rabioso cielo.
“En mi paso por el CUEC sentimos que el cine no nos representaba”, dijo Julián Hernández recientemente en la charla Contar historias de diversidad, organizada por la Academia Mexicana de Cine (AMACC), la Cátedra Bergman y la Filmoteca de la UNAM. «Lo que estábamos viendo en las películas de aquel entonces era un cine donde la sexualidad era algo que se evitaba a toda costa», complementa Roberto Fiesco, al charlar sobre la dupla que ha formado con Julián desde hace 20 años. «Especialmente la de los jóvenes».
El cortometraje Actos impuros (1994) marcó la primera colaboración entre Roberto y Julián –el primero dirigiendo, el segundo produciendo y ambos escribiendo el guion–. Hubo un tiempo en que los sueños dieron paso a largas noches de insomnio (1998) –tesis de Julián para el CUEC– afianzó el camino para la realización de Mil nubes y dictó la dirección que ambos cineastas tomarían –en conjunto– a partir de ahí.
«En ese entonces había una gran ausencia de retratos fidedignos en torno a la sexualidad; particularmente en torno a la diversidad sexual en el cine mexicano», afirma Fiesco. «Y nosotros queríamos encontrar lugares en dónde reflejarnos. Al no existir, decidimos crearlos«.
Aunque Mil nubes de paz tardó cinco años en realizarse, su llegada a los cines de nuestro país –y el reconocimiento internacional– abrieron un camino que transformaría la realidad de las siguientes generaciones. «Nosotros confiábamos muchísimo en este proyecto», recuerda Fiesco. «Mil nubes de paz trata sobre un chico gay en la periferia de la Ciudad de México. Que vive cerca de las barrancas, en el Olivar del Conde o en el Metro Oceanía. Su personalidad atípica –muy criticada en México pero muy celebrada en el extranjero– nos ayudó también a mostrar una representación no culposa del personaje. Nuestro protagonista no sufre por su orientación sexual; no tiene un conflicto con eso –cosa que sí ocurre en El hombre de la mandolina, en Doña Herlinda y su hijo y de alguna manera en El lugar sin límites–. Él sufre por amor. Y entonces, al hacer retratos no culposos –que fue lo mismo que hicimos en El cielo dividido (2006)– lo que tratábamos de hacer en la pantalla era que nuestros personajes no vivieran su sexualidad con culpabilidad».
Hoy, a dos décadas de Mil nubes de paz, Julián Hernández posee una prolífica filmografía de más de 30 títulos –entre cortos y largometrajes– con los que ha labrado el camino para otro tipo de representaciones. Roberto Fiesco, por su parte, ha dividido su vida entre la dirección y la producción de historias, como la galardonada Quebranto (2013) y el corto ganador del Ariel Trémulo (2015), así como la serie El juego de las llaves, entre otras. Su cortometraje David (2005) se convirtió en la primera historia corta de temática LGBTIQ+ del cine mexicano en ser producida por el IMCINE; todavía bajo la administración de Joskowicz. «Afortunadamente, él no tenía nada que ver con esas decisiones», cuenta Roberto. «El corto se realizó gracias a Patricia Coronado, entonces directora de producción del Instituto, y por un jurado conformado por Marina Stavenhagen, Guillermo Arriaga, Beatriz Novaro y Felipe Cazals».
El trabajo de Julián y de Roberto, asimismo, le abrieron la puerta no solo a las historias LGBTIQ+ en el cine mexicano sino a las y los cineastas que eventualmente surgirían en el camino. “Para mi generación”, dijo la realizadora Astrid Rondero (Los días más oscuros de nosotras) en la mencionada charla de la AMACC y la UNAM, “partíamos ya de referentes cercanos y exitosos; rabiosos. [Julián] No fue nuestro maestro en el CUEC, pero creo que cambió nuestro contexto”.
Del beso entre Diego Luna y Gael García Bernal en Y tu mamá también (Alfonso Cuarón, 2000) al amor oculto entre Hoze Meléndez y Juan Pablo de Santiago en Sueño en otro idioma (Ernesto Contreras, 2017); de la relación tormentosa entre Andrea Portal y Naian González Norvind en Todo el mundo tiene a alguien menos yo (Raúl Fuentes, 2011); el despertar sexual de Ángel Onésimo Nevárez en Quemar las naves (Francisco Franco, 2006), al peligro que rodea a José Pescina en Carmín tropical (Rigoberto Perezcano, 2012); del amor electrizante entre Diego Calva y Eduardo Martínez en Te prometo anarquía (Julio Hernández Cordón, 2015) al lazo inquebrantable entre Víctor y Fernando en Etiqueta no rigurosa (Cristina Herrera Bórquez, 2016); de la atracción inevitable entre Pablo Mezz y Carlos Hendrick en Velociraptor (Chucho E. Quintero, 2014), a la aceptación de uno mismo en las historias que conforman Cuatro lunas (Sergio Tovar Velarde, 2014).
En los últimos 20 años, el cine mexicano LGBTIQ+ ha brillado en la pantalla con una intensidad cada vez mayor. Su representación progresiva se ha materializado en historias que han normalizado y complejizado las experiencias. Su evolución de miradas, asimismo, corresponde a una mayor presencia de realizadoras y realizadores de la comunidad. “Son tiempos en donde es importante que las comunidades mismas cuenten las historias”, dice Astrid Rondero en la mencionada charla. “Eso hace que la diversidad sea más nutrida, más amplia, que incluya a más gente, que no siempre sea desde la perspectiva de lo heteropatriarcal”, explica la cineasta, quien ha hecho una mancuerna inquebrantable con la también directora y productora Fernanda Valadez (Sin señas particulares).
“Necesitamos como población contar nuestras historias”, afirma Alejandro Zuno, responsable de los cortometrajes Oasis y Cuarto de hotel. “Pero lo que ocurre siempre es que lo presente es la [letra] G y la L –más o menos–. Pero las otras letras [de la comunidad] –lo intersexual, lo trans– cómo se que diluyen; están en otras luchas, en otras batallas. Esperemos que pronto haya un director o una directora trans que también tenga esas oportunidades”.
Aunque la ficción se ha resistido a representarla, la comunidad trans ha encontrado lugar en el cine documental con trabajos como Las flores de la noche (2020), de Omar Robles y Eduardo Esquivel –responsables de los cortos Los desterrados hijos de Eva y Uriel y Jade, respectivamente–, o Cosas que no hacemos (2020), de Bruno Santamaría (Margarita). «Nosotros queremos hablar de lo que nos mueve y nos representan», afirman Omar y Eduardo. «Las flores de la noche es una oda a la juventud y a los nuevos tipos de refugios y familias [que se construyen en la comunidad]. Somos muy conscientes de que, desafortunadamente, vivimos en un país donde es peligroso ser uno mismo. Allá afuera hay gente que odia y actúa desde la violencia. Pero nosotros quisimos hacer una película luminosa, que hablara sobre lo importante que es enfrentar la violencia con dignidad».
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La homofobia invisible
No solo basta con filmar una historia: es necesario que llegue al público. Ante la ausencia de espacios para proyectar historias LGBTIQ+ en 1997 surgió el Festival Mix, considerado el primer evento cinematográfico en nuestro país dedicado a historias de diversidad sexual. «Las ganas [de crear este evento] nacieron del amor al cine y de saber que existe alguien como tú haciendo cine y queriendo contar historias en las que te puedes reflejar», nos dice Arturo Castelán, director y fundador de dicho evento.
«Yo, como espectador, me sentía con las ganas de ir al cine y ver lo que estaba haciendo mi comunidad en el mundo. Y, más que nada, lo hacía para franquear esa frontera invisible que se ponían los programadores [de películas] en aquel entonces. Cuando llegábamos a pedir apoyo, escuchaban el término ‘diversidad sexual’ y pensaban que era cine porno. Las películas de Hermosillo, por ejemplo, se estrenaban el cine Teresa o en el cine Savoy, los cines porno soft que existían en la ciudad. O estaban ahí o en la Cineteca, pero nunca en el resto de las salas».
A 25 años de distancia, y cientos de historias que han llegado a su público a través de este espacio, el Festival Mix se ha convertido en una poderosa ventana de disidencia y representación. «La homofobia es algo que, sin motivos, se cuela por todos lados. Es un odio que vas heredando y que haces que permanezca. Por eso hicimos el festival, para enfrentarnos a eso, para mostrarle a le gente otras realidades, para inspirar y generar un diálogo entre el público y los realizadores».
A pesar de los avances, de las batallas que se han ganado y los espacios que se han conquistado, el cine mexicano LGBTIQ+ sigue lidiando con una homofobia invisible que parece resistirse a desaparecer. El baile de los 41, la película más reciente de David Pablos (Las elegidas), experimentó en carne propia los tres tipos de censura que dictan el camino de nuestra industria fílmica: aquella que se genera cuando se niega el apoyo a un proyecto, cuando se decide no programar una historia en cartelera o cuando las autoridades delimitan el público que podrá ver cierta película. La película llegó a los cines del país con una clasificación C, apta únicamente para mayores de 18 años. “Me sorprende que sean mucho más censurables los desnudos masculinos, los actos amorosos entre hombres, que la violencia explícita”, nos dijo David Pablos sobre la calificación a su película. “Y eso habla mucho del país y de la realidad en que vivimos. Aquí, la violencia está tan normalizada y mediatizada que ya ni siquiera es un tema. Es algo que simplemente no entiendo”.
Algo similar sucedió con La región salvaje, de Amat Escalante, en 2018, cuando días antes de su estreno comercial en México, Cinemex decidió cancelar sin previo aviso –y sin mayor explicación– la exhibición de dicha película. En aquel momento, al ganador del León de Plata a Mejor dirección en Venecia se le dijo que «no tenían suficiente espacio por la cantidad de títulos” que estrenarían aquel fin de semana. “Es una lástima», nos dijo Amat. «Sólo hay dos cadenas de cine en el país. Le cerraron la puerta a La región salvaje y es algo indignante”.
Para Los días más oscuros de nosotras, su ópera prima, Astrid Rondero perdió a uno de los contribuyentes que apoyaría su exhibición a través de EFICINE “al enterarse que había un tema lésbico [en la película]». Actualmente, los nuevos estatutos de IMCINE se han enfocado en apoyar la producción de historias sobre poblaciones vulnerables o que no han tenido mucha visibilidad. Aunque se busca impulsar historias dirigidas por mujeres o por miradas indígenas, se ha dejado fuera la producción de cine mexicano LGBTIQ+.
“La comunidad salió [de las convocatorias], afirmó Astrid. “No estamos como parte de las prioridades [de producción]. Me parece interesante conversar [sobre eso] porque todavía no estamos en el punto de que no juegue en contra de nosotros la discriminación”.
El cambio desde la pantalla
En el año 2000, cuando Julián Hernández estrenó Mil nubes de paz, la escritora Malú Huacuja del Toro –quien años después escribiría el guion de su película Rencor tatuado– le preguntó sobre lo que pasaría con él cuando todas aquellas temáticas de diversidad que él quería abordar, fueran tratadas por mucha gente. “Yo dejaré ese lugar y me iré a hacer otras cosas que también me interesan”, respondió Julián. “Para después regresar”, agregó en aquel entonces. “Yo pensé que ese día jamás llegaría y afortunadamente llegó”, dice hoy, tras haber estrenado La diosa del asfalto, su sexta película en la silla de dirección.
«Que los personajes principales de una película sean parte de la comunidad LGBTIQ+, y que eso no se asuma como el tema principal de una historia, es un avance importante», afirma el actor Armando Espitia, protagonista de la cinta Te llevo conmigo (2020). El debut en la ficción de la documentalista Heidi Ewing (Jesus Camp, 2006) retrata la historia de Iván y Gerardo, una pareja de mexicanos que debe emigrar a Estados Unidos en busca de una vida mejor. «Pero sí considero que el cine mexicano va tarde como reflejo de la sociedad mexicana. Tenemos que ponernos al día con la ellos y representar cómo se vive en todos sectores de nuestro país. No todos vivimos con los mismos privilegios y hay que seguir trabajando por ellos», afirma el también actor de Nuestras madres. «Nuestra película, por ejemplo, va más allá de eso: aquí vemos a dos personas luchando por un sueño. Y su amor va más allá de cualquier etiqueta», complementa Christian Vázquez, coestelar de esta historia.
«Lo digo sin ningún asomo de soberbia», advierte Roberto Fiesco, «pero Mil nubes empezó a abrir puertas y creo que el trabajo que hicimos Julián y yo ayudó mucho a que muchas cosas cambiaran. Me siento muy orgulloso de eso. Yo no me considero activista, pero creo que sí hay una manera de hacer activismo a través del oficio que uno tiene; y en nuestro caso es el cine. La postura política que podemos tener y el activismo social que podríamos hacer lo hemos hecho siempre en nuestras películas, otorgándole a la comunidad la visibilidad y la identidad que merece».
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Las mejores biopics musicales | Cine PREMIERE
Aunque parezca una frase rebuscada, es cierto que la música nos conecta, incluso más allá de lo que creemos. Pero detrás de cada melodía y letra hay una historia humana fascinante, y a veces más interesante que la imaginada (o recordada) en nuestra mente. Gracias a increíbles biopics, numerosos directores nos han permitido conocer el proceso creativo, o incluso las experiencias de vida que dieron paso a temas inolvidables. A continuación, te presentamos las biopics musicales que más han sido celebradas por críticos y fans de diversos artistas.
NOTA: Las películas se presentan por orden cronológico de estreno.
Amadeus (Dir. Miloš Forman, 1984)
Ganadora de 8 Premios Óscar (incluyendo Mejor película) y considerada una de las mejores biopics musicales en la historia. Aunque basada en hechos históricos, la película se toma libertades creativas para explorar la supuesta rivalidad entre Mozart y Salieri, quien cuenta la historia desde su perspectiva. Si bien, no es un precisa en cuanto a hechos históricos se refiere, construye una narrativa de enemistad muy interesante. Es protagonizada por F. Murray Abraham y Tom Hulce; el primero encarna la envidia y la frustración de un hombre que ve su talento eclipsado, mientras que el segundo tiene la energía y encarna la genialidad que caracterizó a Mozart. Los momentos musicales, acompañados de un maravilloso diseño de producción, son el escenario perfecto para hacer preguntas sobre el éxito y las envidias que provoca.
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Selena (Dir. Gregory Nava, 1997)
Esta película fue una manera de honrar la vida y el legado de Selena Quintanilla, quien fue trágicamente asesinada en la cima del éxito. Jennifer Lopez entregó una actuación tan enérgica y precisa que prácticamente se convirtió en Selena. No sólo replicó su comportamiento y forma de hablar, sino también sus icónicos movimientos en el escenario. Si bien, la película celebró su música y carrera, también habló de una mujer latina que logró alcanzar el éxito en la industria musical y se convirtió en ídolo de muchos. La carrera de su protagonista, que fue nominada al Globo de Oro como Mejor actriz en una película de comedia o musical nunca volvió a ser la misma.
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8 Mile: Calle de las ilusiones (Dir. Curtis Hanson, 2002)
Si algo tienen en común varias de las biopics aquí mencionadas, es que no sólo se dedican a reflejar la vida de sus protagonistas; también tienen algo importante por decir y que conecta con la audiencia. 8 Mile, ganadora del Óscar a Mejor canción original, retrató los barrios marginados de Detroit, un entorno que fue crucial en el crecimiento de Eminem. Con batallas de rap, conflictos personales y relaciones familiares con las que muchos se pueden identificar, se convirtió en todo un éxito de crítica y taquilla. Se alabó la actuación de Eminem, pero también el reflejo de los desafíos y aspiraciones de todos aquellos que buscan salir adelante en entornos hostiles, y que ven en la música su gran liberación.
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Ray (Dir. Taylor Hackford, 2004)
Interpretar a Ray Charles, uno de los cantantes más influyentes de las últimas décadas, hizo que Jamie Foxx se ganara el Óscar a Mejor actor. Hubo una ligera transformación física, pero sobre todo, un gran trabajo actoral para ir más allá de los éxitos de Charles y ahondar en sus luchas personales contra la ceguera y las drogas. En su banda sonora se incluyeron las canciones más famosas de Charles, lo cual fue bien recibido por los espectadores. Este murió sólo unos meses antes de que la película estrenara, por lo que ver su vida en pantalla fue especial. Recaudó $124 millones de dólares y recibió elogios de numerosos críticos musicales. Uno de ellos, Robert Christgau, señaló que Foxx logró “lo imposible” al conseguir casi el mismo carisma de Charles.
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Johnny y June: Pasión y locura (Dir. James Mangold, 2005)
Joaquin Phoenix y Reese Whiterspoon se convirtieron en Johnny Cash y June Warter Cash. Su trabajo los hizo acreedores de múltiples nominaciones, e incluso ella ganó el Óscar a Mejor actriz. La película se basa en un par de autobiografías de Cash y retrata su ascenso a la fama, sus luchas personales con las adicciones, la relación que mantuvo con June Carter y su transformación espiritual. Recibió buenas críticas por su apartado musical, pero también por el trabajo de sus protagonistas y la forma en que construyen una pareja encantadora. James Mangold también fue objeto de buenas críticas por su dirección, que equilibró la carrera de Cash, el contexto social de la época y la ya mencionada historia de amor.
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La vida en rosa (Dir. Olivier Dehan, 2007)
A través de una estructura no lineal, esta producción francesa nos sumerge en la vida turbulenta y apasionante de Édith Piaf, desde su infancia (viendo cómo su abuela comandaba un burdel) hasta su ascenso a la fama mundial. Si por algo sobresalió, fue por no sólo presentar la imagen idealizada de Piaf; habló de la vulnerabilidad que la caracterizó, y los demonios internos que se hicieron presentes en varias de sus letras. Marion Cotillard realizó una interpretación tan conmovedora y precisa de Édith Piaf que prácticamente se transformó en la icónica cantante. Su voz, gestos y presencia la convirtieron en ganadora del Óscar a la Mejor actriz. En términos cinematográficos, gracias a la recreación de la época, también resulta una delicia.
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Mi historia sin mí (Dir. Todd Haynes, 2007)
Sin duda, una de las biopics más particulares que se han realizado. En lugar de presentar un relato lineal de Bob Dylan, el guion lo fragmenta en seis personajes distintos, cada uno interpretado por un actor diferente (Cate Blanchett, Christian Bale, Richard Gere, Heath Ledger, Marcus Carl Franklin y Ben Whishaw). Aunque arriesgada, la idea funciona y deja que cada uno de ellos construya su faceta de Dylan. Más allá de abordar los hechos biográficos “tradicionales” en este tipo de cintas, Haynes enfocó en el proceso creativo y la influencia de la música creada por Dylan. Sí, fue un fracas de taquilla, pero los críticos y el público la recibieron de major manera. Cate Blanchett fue nominada al Óscar como Mejor actriz de reparto.
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Mi nombre es John Lennon (Dir. Sam Taylor-Johnson, 2010)
Aquí nos adentramos en los años de John Lennon como estudiante, un período crucial para crear una de las leyendas musicales más grandes en las últimas décadas. Taylor-Johnson muestra a Lennon como un joven rebelde, lleno de dudas y pasiones, que busca su lugar en el mundo. También nos deja conocer las canciones que inspiraron su obra, y a millones de fans en todo el mundo. La relación con su madre, la crianza de su túa Mimi, y los primeros acercamientos con la música también forman parte de este relato. Fue una plataforma para que Aaron Taylor-Johnson se diera a conocer, pues aun cuando no obtuvo grandes nominaciones o premios, los críticos reconocieron su labor.
¿Dónde ver? ViX y Pluto TV.
James Brown: El rey del soul (Dir. Tate Taylor, 2014)
Similar a lo visto en La vida en rosa, esta producción nos cuenta la historia de James Brown, pero no cronológicamente. La actuación de Chadwick Boseman fue uno de los puntos más destacados; su caracterización y voz lograron que muchos voltearan a verlo y elogiaran su preparación. Hay recreaciones de algunos espectáculos donde Brown participó, pero también se habla de cuán ambicioso fue, cómo lidió con su ego, y la relación compleja que vivió entre fama y éxito. No fue un éxito de taquilla, pero puso aún más en el radar a su protagonista y se le consideró un interesante homenaje.
¿Dónde ver? Disponible para comprar y rentar en Apple TV y Claro Video.
Letras explícitas (Dir. F. Gary Gray, 2015)
Captar la esencia y el impacto de N.W.A., uno de los grupos de rap más influyentes de la historia, no era tarea fácil. Y menos si se quería hacer de una forma respetuosa. Por suerte, todo se conjuntó de la manera adecuada y tanto críticos como fans resultaron satisfechos. N.W.A. fue un grupo que utilizó su música como una plataforma para denunciar las injusticias sociales y la brutalidad policial. En la película, más de una escena sirvió para demostrar cómo sus temas se convirtieron en la voz de toda una generación. Fue bien recibida por su fiel representación de la realidad en Compton, California, durante los 80 y 90. O´Shea Jackson Jr. (también conocido como Ice Cube) y Dr. Dre, que formaron parte de N.W.A., estuvieron involucrados en la producción. Se convirtió en un gran éxito de taquilla.
¿Dónde ver? Prime Video.
Bohemian Rhapsody: La historia de Freddie Mercury (Dir. Bryan Singer, 2018)
Este exitoso largometraje es, ante todo, una celebración a la música creada por una de las bandas más exitosas en la historia. La recreación de sus espectáculos y la dinámica de Queen fue algo que, de inmediato, llamó la atención. Rami Malek se metió de lleno en la piel de Freddie Mercury, ofreciendo una interpretación llena de energía, gestos y movimientos que sorprendieron a los más fans del cantante. Alternando entre el desarrollo de la banda y la vida personal de Mercury, entendemos las luchas internas de este útlimo, y cómo llevó su orientación sexual ante los ojos del mundo. Aunque se tomó algunas libertades creativas, conectó con un gran sector de la audiencia. Como muestra están sus inesperados $900 millones de dólares en la taquilla mundial.
Rocketman (Dir. Dexter Fletcher, 2019)
La vida de Elton John no podía ser contada de forma convencional, y vaya que Dexter Fletcher, en conjunto con el guionista Lee Hall, entendió la misión. A diferencia de otras biopics que tienden a suavizar los aspectos más controvertidos de la vida de sus protagonistas, Rocketman aborda de frente las adicciones, las inseguridades y los desafíos que Elton John enfrentó a lo largo de su carrera. Es, en esencia, la historia de un hombre que intentó todo sólo para conseguir el amor y aprobación de su madre. El talento de Taron Egerton ayudó a las escenas musicales, con coreografías, movimientos de cámaras y voces espectaculares. Una oda a la música de su protagonista, que durante años buscó su lugar en medio de extravagancias, desamores y hasta traiciones.
¿Dónde ver? Disponible para comprar y rentar en Apple TV y Claro Video.
Judy (Dir. Rupert Goold, 2019)
En este largometraje, que convirtió a Renée Zellweger en ganadora del Óscar a la Mejor actriz, vemos los últimos años de vida de Judy Garland mientras se encontraba en una gira por Londres. Vemos a la estrella, sí, pero mejor aún, conocemos a una mujer luchando contra sus demonios personales, la adicción y la presión de seguir siendo la estrella que el público espera. Esta cinta va más allá de las leyendas en decadencia y nos enseña cómo la salud mental juega un papel importante en ellas. Sin duda, lo más destacado de la película es la actuación de Zellweger. Su transformación física y vocal, así como la forma de evocar la nostalgia en algunas escenas, es digna de mención.
¿Dónde ver? Prime Video.
Elvis (Dir. Baz Luhrmann, 2022)
Austin Butler, quien interpreta a Elvis Presley, fue ampliamente elogiado por su actuación. No sólo se refugió en el maquillaje y peinado para llevar su personaje a buen término, sino que también estudió al llamado “Rey del Rock”, e incluso vivió (y habló) como él durante un largo tiempo. El estilo de su director está presente en todas las escenas, y ofrece una experiencia llena de color, música y edición desenfrenada. Elvis profundiza un poco más en la relación del cantante con su representante, el coronel Tom Parker, y gracias a ello tenemos otra visión sobre su carrera. El trabajo de Austin Butler a la hora de reinterpretar algunas canciones es más que sorprendente.
¿Dónde ver? Max.
Weird: La historia de Al Yankovic (Dir. Eric Appel, 2022)
Como en el caso de Elton John, no había otra forma de contar la vida de “Weird Al Yankovic” que con una comedia fuera de serie. El cantante, músico y humorista estadounidense es famoso por sus parodias musicales, en las cuales satiriza la cultura pop, a sí mismo, o incluso a los artistas originales. Con esta personalidad como base, la película decide parodiar los clichés y tropos comunes de las biopics musicales. Daniel Radcliffe celebra la excentricidad de “Weird Al” con una interpretación muy divertida, y en la que desaparece por completo. Además de homenajear a Yankovic y su obra, esta película celebra la locura, la creatividad en cada uno de nosotros, y lo bien que se siente reír de uno mismo.
¿Dónde ver? Disponible en Blu-Ray en Amazon.
Pharrell Williams: Pieza por pieza (Dir. Morgan Neville, 2024)
Si de propuestas originales hablamos, no podemos dejar de lado esta interpretación de la vida de Pharrell Williams, pero utilizando piezas de Lego. La decisión no sólo permite un aspecto visual único, sino también hacer una referencia a la creatividad e imaginación que han caracterizado a Williams. Hay algunos elementos de documental en varias escenas, como entrevistas que mezclan el live-action con la animación, pero también canciones icónicas que sirven para revivir la carrera del protagonista. Lejos de la fama, también se habla sobre la vida personal de Williams, qué o quiénes lo han influenciado, y hasta sus reflexiones sobre el estatus actual de la industria musical.
¿Dónde ver? Próximamente disponible en plataformas digitales.
Un completo desconocido (Dir. James Mangold, 2025)
Ambientada en los años 60, refleja un período crucial en la carrera de Bob Dylan, cuando decidió electrificar su música y desafiar las convenciones del folk. La actuación de Timothée Chalamet como Dylan fue elogiada no sólo por el parecido físico, sino también por su habilidad para el canto. Técnicamente hay una sólida recreación de la época, y la narrativa aprovecha para hablar de importantes cambios sociales ocurridos al mismo tiempo que la fama de Bob Dylan. Además de Chalamet, vemos la a participación de actores como Monica Barbaro (interpretando a Joan Baez) , Elle Faning (dando vida a Sylvie Russo) Edward Norton (como Pete Seeger), quienes complementan un periodo decisivo para que Dylan se convirtiera en semejante leyenda. Consiguió 8 nominaciones a los Óscar de 2025.
¿Dónde ver? Actualmente en cines de México.
Maria Callas (Dir. Pablo Larraín, 2024)
Tras contar las vidas de Jackie Kennedy y la Princesa Diana, el realizador chileno cerró su trilogía de “mujeres poderosas” con este relato sobre Maria Callas, la exitosa cantante de ópera que se convirtió en todo un referente. Con Angelina Jolie como protagonista, el guion se se centra en los últimos años de vida de Callas en París, mientras lidia con enfermedades y se refugia en el cariño y respeto de quienes trabajan en su casa. Hay flashbacks a su infancia, los primeros amores, e incluso aquellos hombres que marcaron su vida. Se trata de una mirada íntima y conmovedora hacia una mujer que, incluso en sus últimos minutos, encontró la felicidad gracias al canto y la admiración que recibía por este. Uno de los trabajos más espectaculares en la carrera de Jolie.
¿Dónde ver? 20 de febrero de 2025 en cines de México.
Juan José Cruz. Soy de los que siempre defendió a Robert Pattinson como Batman y puede ver la misma película en el cine hasta 7 veces. ¿Mi gusto culposo? El cine de terror de bajo presupuesto.
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Cine y Tv
Estrreno, trailer y entrevista del coming-of-age con Isaac Cherem y Aksel Gomez| Cine PREMIERE
Déjame estar contigo es una producción mexicana en la que Bruno y Lucía, un par de adolescentes con toda la inexperiencia del mundo y nada de tiempo restante, deciden aventurarse en la mágica experiencia humana que es querer a alguien y dejarse querer por ese alguien.
¿De qué trata Déjame estar contigo?
Bruno es un joven de 18 años que es deportado de Estados Unidos a México sin conocer nada ni a nadie. Lucía es una universitaria de 19 años con una enfermedad incurable. Sus caminos se cruzan cuando Bruno, trabajando en un call-center, llama a Lucía, quien le pide ayuda con una situación urgente.
En esta llamada encontrarán empatía, esperanza y mariposas en el estómago provocadas por alguien a quien todavía no conocen. Cuando lo hacen, tendrán que decidir cómo enfrentar sus sentimientos por el otro.
¿Quiénes están detrás de Déjame estar contigo?
Esta montaña rusa de emociones está escrita por Fernanda Eguiarte (La flor más bella) y dirigida por Isaac Cherem (Leona), quien nos compartió en entrevista para Cine PREMIERE que ella “es una persona muy tierna, entonces siento que ella ve así las relaciones”, además de que la inspiración para tomar este proyecto fue “mi experiencia personal de transición a la adultez, que tengo muy presente, que fue muy importante, que fue muy intensa y que, además, fue mientras me mudaba la Ciudad de México. Entonces era como un poco lo que vive el personaje de Bruno”.
En las sillas de producción tenemos a José Nacif Gobera (La caída), Marco Polo Constandse (Casi el paraíso), Catalina Aguilar Mastretta (Cindy, la regia: la serie) y Mariana Rodríguez Cabarga (Temporada de huracanes) a través de Filmadora; mientras que Fernanda Eguiarte y Ramiro Ruiz (Somos oro) se enmarcan como productores ejecutivos. La cinta está distribuida por Videocine.
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El elenco detrás de Déjame estar contigo
Aksel Gómez hace su debut fílmico en esta cinta, quien también nos contó en entrevista que encontró muchas similitudes con su personaje, a tal punto que sentía que estaba predestinado. Como Bruno, él también ha vivido toda su vida en Estados Unidos, lo que ayuda muy poco en su habla del español, sin embargo, aunque al principio podemos detectar cierto acento que lo delata, para el final su pronunciación tiene una notoria mejoría.
Al respecto, dijo que todo fue cuestión de “práctica, también, hablando con Andrea y con el crew. Y también hice una playlist de canciones de puro español, y las cantaba en la mañana antes de ir al set para que se me aflojara la lengua”. En esta misma conversación, Isaac preguntó cómo se comunicaba con sus papás, a lo que Aksel respondió que utilizaba el inglés, el español y el spanglish: “Como mi papá no es de Estados Unidos, es de México también, con él hablo mucho español; y con mi mamá es mayormente en inglés, pero sí, a veces le hablo en español también”.
A su lado, también protagonizando, se encuentra Andrea Sutton (The Gigantes), uniéndoseles Silvia Navarro (Papá o mamá), Johanna Murillo (La liberación) y Regina Blandón (Firma aquí).
¿Cuándo estrena Déjame estar contigo?
Este coming of age llega a las salas de cine mexicanas a partir del 30 de enero de 2025.
Póster oficial
Trailer oficial de Déjame estar contigo
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Yessica R. Viais Vivo creyendo que no se trata de lo que ves en la pantalla, sino de lo que te hace sentir, y mí me gusta mucho sentir. I’m just a girl… jaja
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Cine y Tv
Óscar 2025: Mejor actriz, predicciones y análisis de nominadas
Como ha sucedido en los últimos años, la fuerza interpretativa de las mujeres ha dejado espectaculares resultados. Hace unos meses, dos leyendas de la industria (Angelina Jolie y Nicole Kidman) parecían inamovibles entre las nominadas al Óscar 2025 como Mejor actriz, pero las últimas semanas han dado un gran giro a la competencia. Contendientes internacionales, películas exitosas y otros premios han hecho que la categoría sea una de las más difíciles para predecir. Y no nos malentiendan, eso se agradece.
Considerando los resultados de la temporada de premios, la narrativa alrededor de esta, e incluso los discursos, a continuación te presentamos nuestra predicción de la actriz que se alzará con la estatuilla más codiciada de la industria cinematográfica.
Revisa aquí la lista completa de nominaciones y nuestro análisis (con predicciones) por categoría.
Demi Moore – La sustancia (Predicción CP)
Tras años de ausencia, Demi Moore demostró que no sólo tiene el talento para protagonizar una cinta arriesgada, sino también las agallas para retarse a sí misma. Si los momentos más “extraños” en La sustancia funcionan (y vaya que hay muchos) es gracias a ella, que además ya tiene en la bolsa el Globo de Oro. Es díficil imaginar a otra actriz que pudiera interpretar a Elisabeth Sparkle con tanta dignidad y precisión.
A favor: Una poderosa narrativa muy similar a la que se ve en la película. Su discurso de agradecimiento en los Globos de Oro hizo que el mundo volteara a verla. Por otro lado, la Academia ama los regresos como este… y a los actores ocultos tras grandes capas de maquillaje.
En contra: El poco amor que los votantes han dado al terror / thriller, o a películas con una temática e imágenes igual de sangrientas. Mikey Madison también representa una gran amenaza.
Mikey Madison – Anora
La historia de una trabajadora sexual que sucumbe ante el amor hizo que esta joven actriz consiguiera el reconocimiento mundial. Los fans de Scream y Había una vez… en Hollywood ya la conocían, pero ahora fue el turno de la industria para ponerla en la cima. Como en el caso anterior, no habría una Anora tan aclamada de no ser por Madison.
A favor: Una película constante en nominaciones para otros premios. Madison ha conseguido todas las nominaciones de los premios precursores y carga, totalmente, con el peso de la cinta. Para quienes no la conocían, es toda una revelación.
En contra: El contenido sexual de la cinta podría alejar a algunos votantes. Se trata, también, de una actriz que “apenas” tiene 25 años. Muchos podrían considerar que, con su talento y edad, no batallará en conseguir otra nominaciones y galardones en el futuro.
Cynthia Erivo – Wicked
Después de una larga carrera en el teatro y algunos papeles en la pantalla grande (no todos igual de exitosos), la británica consiguió uno de los personajes más aclamados en 2024: Elphaba. La historia no contada de la bruja verde nos recordó su increíble talento vocal, pero también el rango que tiene para ir de la felicidad al coraje en sólo instantes.
A favor: Una película más que complaciente. La gran mayoría de los que ven Wicked resultan fascinados por su historia y mitología. Por otro lado, la cinta cierra con su interpretación de Defying Gravity, donde entrega todo de sí y crea momentos memorables. Tampoco se ha quedado fuera de las nominaciones más importantes.
En contra: Hay una competencia brutal por parte de Madison y Moore, y si hay una actuación de Wicked que será premiada por la Academia, esa pinta para ser la de Ariana Grande como Glinda. No todo está perdido, pues podría competir el próximo año gracias a Wicked: For Good, y a la canción que coescribió para la película.
Karla Sofía Gascón – Emilia Pérez
Más de una década atrás disfrutamos de su talento en Nosotros los Nobles, e incluso hace un par de años participó en un programa de cocina mexicano. Hoy, Karla Sofía Gascón llega a la contienda con un premio de Cannes y múltiples marcas en otras ceremonias, pero sobre todo, con una seguridad impresionante. Hay muchas cosas cuestionables en la película donde participa, pero si alguien cumple con lo que se le pide, es ella.
A favor: Una película adorada por la crítica internacional. Si los votantes extranjeros apoyan una actuación, muy probablemente sea esta. Al ser la primera actriz trans nominada a un Óscar, también arrastra consigo una importante narrativa. Su triunfo, por muchas razones, sería un momento histórico.
En contra: Las dudas sobre su rol en la película. Esta lleva el nombre de su personaje como título, pero muchos la consideran una interpretación secundaria y ven a Zoe Saldaña como la verdadera protagonista y es ella quien ha recibido más elogios.
Fernanda Torres – I’m Still Here
Creció en un entorno marcado por el arte. Su madre, Fernanda Montenegro, es considerada una de las actrices brasileñas más importantes de la historia, y ahora es su turno para continuar con el legado. Las buenas críticas a su trabajo y el apoyo de fans y críticos internacionales parecen coincidir en una cosa: “lo que bien se aprende, nunca se olvida”. Es considerada una gran figura en el arte contemporáneo brasileño.
A favor: Una sorpresiva victoria en los Globos de Oro, donde venció a actrices con mayor renombre. Su película, desde entonces, ha debutado con éxito en otros países y ha generado más conversación a su alrededor. Es una carrera muy abierta, y si los votantes internacionales deciden apoyarla, podría repetir la sorpresa. Además, que su película contienda al premio máximo no se debe ignorar.
En contra: Prácticamente todos los premios precursores han ignorado su trabajo. No estuvo presente en los Critics Choice Awards, SAG o BAFTA, y por ello, se puede considerar que la nominación es su verdadero triunfo.
Juan José Cruz. Soy de los que siempre defendió a Robert Pattinson como Batman y puede ver la misma película en el cine hasta 7 veces. ¿Mi gusto culposo? El cine de terror de bajo presupuesto.
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