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Los biólogos ya han encontrado al animal que se adueñará del mundo cuando desaparezcamos: el pulpo, evidentemente

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Los humanos llevamos milenios siendo la especie dominante en la Tierra: hemos desarrollado vehículos que nos han llevado a todos los confines del planeta y técnicas que nos han permitido asentarnos en contextos tan dispares como selvas tropicales y estepas heladas. Hemos desarrollado la agricultura y la medicina, que nos han permitido alargar nuestra esperanza de vida y crecer nuestros números.

Pero, ¿y si todo esto llega a su fin? ¿Qué especie “heredará” la Tierra?

Esta es una pregunta que se presta a un interesante experimento mental, que muchos han intentado desarrollar. Existen numerosas respuestas posibles: podría ser otra especie homínida, quizás un descendiente de chimpancés o bonobos, al fin y al cabo son algunos de los animales más inteligentes y similares a nosotros. Podría ser alguna especie de insectos como las cucarachas, famosas por su resistencia.

Hay quienes creen que la especie mejor posicionada es una muy distinta pero que aúna resistencia e inteligencia. Un animal marino con la singular característica de poseer nueve cerebros: el pulpo.

El biólogo Tim Coulson, de la Universidad de Oxford, es uno de quienes cree que estos animales son quienes, hipotéticamente, tendrían ventaja en la salida en la carrera por desarrollar una civilización terrestre si la desaparición de la civilización humana estuviera próxima.

Cuando hablamos de pulpos no hablamos de una especie, sino de todo un orden taxonómico, el de los octópodos (Octopoda), clasificados en familias y géneros taxonómicos. En total se conocen varios cientos de especies de pulpos, cada una con características definitorias: desde el tamaño hasta la inteligencia.

Esto hace que los pulpos, en su conjunto, teóricamente puedan adaptarse a muchos de los posibles cambios que pudieran llevar a los humanos a la extinción. Es decir, los hace muy resistentes. Vivir bajo el agua también implica una “protección” adicional ante cambios que pudieran llevar a nuestra especie a la ruina.

“Hay muchas especies de pulpos, no solo una (…) y viven en una amplia variedad de hábitats que incluyen [desde] las profundidades del océano [hasta] hábitats costeros”, explicaba Coulson en declaraciones recogidas por Popular Mechanics. “Aunque a algunas poblaciones de algunas especies les pudiera ir mal, creo que hay una oportunidad para otras de sobrevivir (…) y diverger a lo largo del tiempo evolutivo para colonizar una amplia variedad de hábitats”.

El segundo factor que convierte a los pulpos en candidatos a acabar desarrollando una civilización es su inteligencia. Resulta llamativo el hecho de que los pulpos cuenten con nueve cerebros, uno en cada una de sus ocho extremidades y uno “central”, capaz de coordinar la actividad del resto. Aunque también existe cierto debate sobre si el término “cerebro” puede ser aplicado a estos órganos nerviosos.

Tener muchos cerebros no es sinónimo de inteligencia, sabemos que en esto de los cerebros no es el tamaño el único determinante. Sin embargo hemos sido capaces de ver el intelecto de estos invertebrados tanto en diversos experimentos en laboratorio como en estado salvaje. Los pulpos son capaces de mimetizarse con su entorno e incluso utilizar objetos de su entorno como herramientas.

Octlantis

Coulson también considera los inconvenientes que los pulpos tendrían que afrontar a la hora de desarrollar su propia civilización. El primero es la energía: cualquier civilización necesita fuentes de energía para prosperar. Antes de la llegada de la civilización, el ser humano aprovechó la energía química de la combustión para calentar sus cuevas y hogares. Sería más tarde que llegaría la tracción animal o la energía eólica de los molinos para complementar esta.

El segundo obstáculo para estos animales es su escasa sociabilidad. Los pulpos no son animales especialmente sociables, explica el biólogo de Oxford. O al menos eso es lo que creíamos.

Hace unos siete años, un grupo de expertos halló en la bahía de Jarvis, Australia, dos curiosas comunidades subacuáticas a las que denominaron Octilantis y Octopolis. Se trataba de dos entornos densamente poblados por estos cefalópodos en los que los animales interactuaban, si bien no necesariamente de forma pacífica y cooperativa.

Estas colonias presentaban relaciones de dominancia entre varios ejemplares y comportamientos singulares, como pulpos lanzando conchas de otros animales para defender sus guaridas de otros ejemplares. Este tipo de comportamientos se habían visto en pulpos criados en cautividad, cuando estos han de convivir en recintos densamente poblados, pero solo ha sido a lo largo de la última década que hemos podido estudiar estos comportamientos en el océano.

Existe un tercer problema para los pulpos considerado por Coulson. Un problema que, a la larga, podría condicionar la capacidad de los pulpos para “suplantar” la civilización humana: Los humanos.

Durante las últimas décadas, el ser humano ha alterado notablemente los ecosistemas marinos. La pesca, la contaminación y el cambio climático son algunas de las caras de este “factor humano”. El desarrollo de una civilización submarina parece difícil.

Es por eso que, por ahora, cualquier hipótesis sobre qué especie dominará en el futuro la Tierra es mera especulación. Un alienígena que hubiera observado la Tierra durante el Jurásico tardío difícilmente habría apostado porque los descendientes de los diminutos primeros mamíferos que habitaban en aquel entonces el planeta a la sombra de los dinsoaurios serían quienes acabaran desarrollando una civilización como la humana.

En Xataka | Los pulpos no son extraterrestres, y los científicos han tenido que salir a explicar por qué

Imagen | NOAA/MBARI

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La turistificación está tomando una de las zonas más remotas del planeta, la Antártida. Y eso supone un enorme desafío

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Ahora que arranca 2025 y el contador de los días libres vuelve a ponerse a cero en las empresas es probable que empieces a darle vueltas a una de las mejores preguntas del año: ¿A dónde viajar estas vacaciones? Quizás te suene extraño, pero cada vez más gente mira al continente antártico al plantearse esa cuestión. No, no son multitud. Y sí, sus datos están lejos de las riadas de visitantes que llegan en verano a España o Japón; pero los datos demuestran con claridad que la Antártida está ganando puntos a una velocidad pasmosa como destino para turistas intrépidos.

Y eso, en cierto modo, supone un problema.

¿De vacaciones a la Antártida? Sí. Y lo cierto es que tampoco es nada nuevo. Lo que sí resulta novedoso es el éxito que ha alcanzado el continente helado como destino de vacaciones a lo largo de los últimos años. Habitualmente se considera que el turismo arrancó en la región a mediados del siglo XX. En 1959 se firmó en Washington el Tratado Antártico para preservar el continente como “reserva natural dedicada a la paz y la ciencia” y a mediados de los 60 se emitía ya una resolución específica sobre turismo.

No erraron el tiro al hacerlo. Como recuerda la antropóloga Sahana Ghosh en Nature, el flujo de turistas a la Antártida se disparó entre finales de los 60 y comienzos de los 70 con el MS Explorer y los vuelos reguladores desde Argentina. “Durante las dos décadas siguientes, las cuestiones sobre exploración y soberanía minera eclipsaron las preocupaciones por el turismo, que se expandió”, explica. En los 90 el flujo de visitantes era lo suficientemente intenso como para captar de nuevo la atención de la comunidad internacional y desde entonces ha aumentado a buen ritmo.

Jeremy Stewardson Npcxt585ru0 Unsplash
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¿Tantos turistas van? No se trata tanto de su número como de la tendencia. Y su dibujo es claramente ascendente desde hace tiempo. Los datos de IAATO, una asociación fundada en 1991 por operadores turísticos y agencias que organizan viajes a la Antártida, son reveladores: a comienzos de los años 90 visitaban el continente blanco según sus cálculos unas 7.000 personas al año, en el invierno de 2017 se sumaban ya casi 44.000 y el pasado octubre la CNN revelaba que en 2024 la cifra superaría las 122.000.

Los registros de IAATO sobre visitantes que llegan a la Antártida “solo en cruceros”, sin llegar a desembarcar y pisar su hielo, muestran un crecimiento incuestionable: de 7.000 en 2017 a 43.000 la temporada pasada, lo que supone un aumento de más del 500%.

Más de 124.000 visitantes. Hace justo un año la cadena BBC dedicó un amplio reportaje al mismo tema, el aumento del turismo en la Antártida, en el que deslizaba también unas cuantas cifras para la reflexión: por entonces ya apuntaba que las previsiones pasaban por que el flujo de visitantes alcanzase los 100.000 por primera vez durante la temporada turística octubre 2023-marzo 2024, con un incremento exponencial del 40% respecto al récord anterior.

Los datos definitivos, publicados en el apartado de estadísticas de IAATO, muestran que el flujo fue efectivamente intenso. Sus técnicos contabilizaron en 2023-2024 unas 43.224 personas que pasaron por la región a bordo de cruceros, 80.251 “visitantes terrestres” y 787 de “campo profundo”, que es como define a las personas que vuelan al interior de la región o se suben a un barco para explorar la Península Antártica o las islas circundantes.

Más turistas, más oferta. aumenta el número de visitantes y aumenta sobre todo la oferta. La CNN hablaba en octubre con Robin West, director general de expediciones Seabourn, quien recordaba que cuando viajó por primera vez a la Antártida muchos de los barcos disponibles para visitantes ofrecían básicamente literas, baños compartidos y un régimen de comidas casi castrense. 

Nada de comodidades equiparables a los cruceros modernos. Aquello fue en 2002. Y viajar a la Antártida suponía a menudo embarcar en buques pequeños o viejos cortahielos procedentes de Rusia o Canadá.

Entre suites y brindis de champán. Hoy las cosas son bastante distintas. Lindblad y National Geographic dieron un paso crucial hace años y desde entonces la oferta se ha enriquecido, equiparándose a otros destinos tradicionales para cruceristas. “Últimamente Ponant, Silversea, Seabourn y Scenic han dado un gran paso adelante en la experiencia de lujo de primer nivel”, relata Colleen McDaniel, de Cruise Critic, a la CNN. 

Entre otras comodidades la tripulación dispone de suites, restaurantes, spas, experiencias de aventura, cabinas con grandes puertas y balcones desde los que asomarse para ver icebergs o brindis con champán en mitad de llanuras heladas.

Jeremy Stewardson Aaeu2i60y60 Unsplash
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“La industria está en expansión”. Para Elizabeth Leane, profesora de Estudios Antárticos en la Universidad de Tasmania, la lectura que deja el sector es clara. “La industria está en expansión y hay una gran diversificación de actividades, que incluyen kayak, sumergibles y helicópteros”, relataba hace poco a la BBC. “En algún momento crecerá demasiado, pero no sabemos cuál será esa cifra”. Pasar unos días entre las aguas heladas de la Antártida quizás no sea aún una actividad de masas, pero en general cunde la idea de que nunca fue tan fácil ni cómodo llegar al polo.

Barcos con más de 400 plazas. Hace un año IAATO tenía registrados en su directorio 95 embarcaciones, una veintena de ellas yates, pensadas para que los turistas con buen presupuesto puedan visitar una de las regiones más remotas del planeta. En la lista se incluían buques con capacidad para más de 400 visitantes. Y no todos eran precisamente millonarios. Cuando elaboró su reportaje en el polo, la CNN habló con una pareja de policías retirados de Las Vegas. Ella trabajaba como agente de viaje. Él disfrutaba de su jubilación viajando.

La otra factura del turismo. El problema es que el turismo antártico no solo deja una factura medible en euros o dólares. El flujo de visitantes y cruceros genera otro coste que preocupa mucho más a los científicos: el medioambiental. En 2022 un grupo de investigadores publicó un artículo en Nature que analizaba precisamente la huella de carbono asociada a la presencia humana en la región. Y en su análisis tenía en cuenta tanto la actividad de los científicos como el trasiego de visitantes ociosos.

“El carbono negro de la combustión de los carburantes fósiles y biomasa oscurece la nieve y hace que se derrita más rápido. La huella de carbono negro de las actividades de investigación y el turismo en la Antártida probablemente haya aumentado a medida que la presencia humana en el continente crecía en las últimas décadas”, recogía el artículo. Tras su análisis, los expertos habían constatado un mayor contenido de carbono en la nieve situada cerca de bases científicas y puntos de desembarco para turistas, lo que influía a su vez en la salud del manto blanco.

Más allá del carbono. La contaminación generada por los buques no es lo único que preocupa a los científicos. Para evitar que los turistas introduzcan bacterias o virus en el ecosistema, a aquellos que desembarcan se les dan ciertas pautas: nada de tumbarse en la nieve y ni acercarse a la fauna. Los miembros de la IAATO también siguen normas que buscan proteger el medio ambiente antártico e incluyen protocolos de esterilización o directrices sobre la eliminación de los residuos generados.

Tal vez parezca excesivo, pero se han realizado ya varios estudios explorando a fondo las prendas, equipos y bolsillos de los visitantes que confirman la amenaza que supone un desembarco descontrolado en la Antártida. 

“Los riesgos son reales. Una especie invasora de césped se ha establecido en una de las Islas Shetland del Sur de la Antártida, mientras que la gripe aviar llegó recientemente a las Islas Subantárticas, donde ha tenido un efecto devastador en la población de focas”, comentaba hace un año la profesora ecologista Antártida Dana Bergstrom a la BBC.

Un desafío muy presente. El sector no es ajeno a los retos que implica el turismo antártico. De hecho uno de los temas centrales en la agenda de la reunión RCTA de 2024 fue precisamente ese: la urgencia de turismo responsable que no interfiera en las rutas de viaje y la vida silvestre. Los operadores lo saben y toman medidas como los protocolos para proteger sus ecosistemas o el uso de buques con propulsión eléctrica para reducir la huella de carbono. En juego está la buena salud de una de las regiones más fascinantes del planeta… y un potente destino turístico en ciernes.

Imágenes | Jeremy Stewardson (Unsplash) 1, 2 y 3

En Xataka | Occidente recomienda no viajar bajo ninguna circunstancia, pero el turismo ha dado con un insólito destino: Afganistán

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Globos de Oro 2025: “The Brutalist” se corona como la mejor película dramática

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Escrito en ENTRETENIMIENTO el

El drama de posguerra “The Brutalist” fue el ganador esta noche como mejor película dramática en la edición 82 de los Globos de Oro en una contienda en la que competía contra “A Complete Unknown”, el drama eclesiástico “Cónclave”, “Dune: segunda parte”, “Nickel Boys” y “September 5”.

Previamente, el cineasta estadounidense Brady Corbet consiguió este domingo el Globo de Oro, el primero de su carrera, a mejor director de película por esta cinta. 

Como muchas citas notables sobre arquitectura, “The Brutalist” habla de grandeza, permanencia, escala. Uno imagina que Lázló Tóth, el visionario arquitecto húngaro que escapó del Holocausto y navegó hacia Estados Unidos para encontrar su sueño americano, estaría totalmente de acuerdo.

Tóth, interpretado con profunda alma e intensidad implacable por Adrien Brody en “The Brutalist”, es en realidad ficticio, aunque podrías ser perdonado por pensar lo contrario, pues su historia está tan ricamente realizada en la audaz película.

“The Brutalist”, que toma su nombre del estilo crudo de arquitectura que crea Tóth, también trata sobre el trauma incalculable que siguió a la Segunda Guerra Mundial. Se trata de la experiencia del migrante, y de lo que sucede cuando el sueño americano llama y luego falla.

También explora un sueño diferente: el sueño del artista, y lo que sucede cuando se encuentra con fuerzas opuestas, ya sean desplazamientos geográficos o cálculos económicos fríos.

Con información de AP.

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Samsung trae funciones de los Galaxy a las nuevas Neo QLED y OLED

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Arranca la primera gran feria de tecnología del año. El CES de Las Vegas ya está aquí y los principales fabricantes a nivel mundial nos enseñan lo que tienen planeado para este 2025. Es el caso de Samsung, que en su evento ha dado a conocer lo que ellos llaman como ‘Samsung Vision AI’

Si el año pasado vimos que la inteligencia artificial era una de las grandes apuestas para la serie de móviles Galaxy, ahora son los televisores Neo QLED, OLED y QLED quienes reciben estas mejoras. 

Samsung explica que los televisores ya no serán solo una caja en nuestro salón. Los  nuevos televisores prometen “entender el entorno” y adaptarse a las preferencias del usuario. ¿Cómo? Aquí os explicamos cuáles son las primeras novedades de IA que Samsung va a incorporar en sus nuevos televisores para 2025. 

La primera de ellas es ‘Click to Search’. Si en móvil tenemos el ‘Rodea para Buscar‘, en televisores Samsung ofrecerá una opción que ofrece información instantánea sobre lo que aparece en pantalla. Podremos ver quién es el actor que aparece o preguntarle cosas sobre lo que se está mostrando. Un asistente de IA integrado sin tener que salirse de la visualización.

La segunda herramienta es ‘Live Translate’. Como su nombre indica, se trata de una traducción en tiempo real de lo que se muestra en la tele. Según explica Samsung, esta función eliminará las barreras lingüísticas, permitiendo que casi cualquier contenido pueda entenderse en distintos idiomas.

Finalmente tenemos una opción de personalización como son los fondos de pantalla con IA generativa, para crear imágenes a nuestro gusto.

Por el momento, la IA de Samsung seguirá basada en Bixby, aunque desde la compañía no descartan colaborar con Google y Gemini, tal y como vienen haciendo en móviles.

No nos olvidamos del uso de la IA para mejorar los algoritmos de imagen y sonido. Como ya vienen haciendo los fabricantes desde hace un tiempo, los televisores ajustarán en tiempo real la imagen y el audio en función del ambiente y el contenido. Por ejemplo por la noche no se configurará igual una película oscura que un partido de fútbol.

De manera paralela, Samsung ha anunciado una colaboración con Microsoft para añadir Microsoft Copilot en televisores y monitores. Con esta alianza los usuarios podrán buscar información, utilizar comandos a distancia por voz y recibir recomendaciones, como hemos descrito anteriormente.

Samsung Nq8 Ai
Samsung Nq8 Ai

El modelo que estrenará la Samsung Vision AI será el nuevo Neo QLED 8K QN990F, su modelo insignia para 2025. Este televisor vendrá con más tamaño, alcanzando hasta las 115″, una tasa de refresco de 240 Hz y el procesador NQ8 AI Gen 3.

Las funciones de IA también llegarán al resto de nuevos modelos Neo QLED, QLED y OLED, esta última una tecnología en la que Samsung va a redoblar su apuesta. 

En Xataka | La IA en móviles me sonaba a humo. Hasta que probé la del Samsung Galaxy S24 Ultra

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