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Muere a los 98 años el empresario Charles Dolan, fundador de HBO y Cablevision
EFE.- El empresario estadounidense Charles Dolan, pionero de la televisión por cable, fundador de las compañías Cablevision y Home Box Office Inc., hoy conocida como HBO, y el primer canal de televisión de 24 horas de noticias locales en Estados Unidos, murió el sábado en Nueva York a los 98 años de edad de causas naturales, según informó su familia.
“Con profundo pesar anunciamos el fallecimiento de nuestro amado padre y patriarca, Charles Dolan, el visionario fundador de HBO y Cablevision”, indicó la familia en un comunicado enviado a Newsday, que perteneció a Dolan y que ahora está en manos de su hijo Patrick, de acuerdo con medios locales este domingo.
También fue el fundador de la estación de televisión American Movie Classics en 1984.
Dolan, nativo de Cleveland pero radicado en Long Island, Nueva York, donde estableció la sede de algunas empresas, también tuvo participaciones mayoritarias en empresas que poseían el Madison Square Garden, el Radio City Music Hall, los New York Knicks y los New York Rangers, de la Liga Nacional de Hockey.
Cuando fundó Home Box Office en 1972, la cadena fue promocionada como “el Macy’s de la televisión”, presentando eventos en vivo, deportes y películas sin interrupciones comerciales para quienes estaban dispuestos a pagar por el servicio, recuerdan los medios. Un año más tarde fundó Cablevision.
Líder de la revolución del cable
HBO lideró la revolución del cable, seguida pronto por CNN, Nickelodeon y ESPN.
En 1973, Dolan vendió su participación en HBO junto con los activos de su compañía Sterling Manhattan Cable. a Time Inc. para fundar Cablevision, que creció hasta convertirse en uno de los principales operadores de este sistema de televisión por pago en Estados Unidos.
Como un hombre visionario, en 1986 lanzó News 12 Long Island, el primer canal de noticias por cable regional de 24 horas en Estados Unidos que dio origen al grupo News 12 Networks de canales de noticias locales en el área de Nueva York, destacan además los medios.
Cablevision fue vendida en 2016 a la compañía francesa de telecomunicaciones Altice por 17 mil 700 millones de dólares y aún sigue funcionando bajo el nombre de Optimum.
Newsday, que Cablevision compró en 2008, también fue parte de la venta. Pero su hijo Patrick encabezó el grupo que en 2016 adquirió el 75% de Newsday Media Group y más tarde, en 2018, se hizo con el restante 25% y hoy continúa al frente de esta empresa.
La familia Dolan mantiene su participación mayoritaria en el Madison Square Garden, los Knicks, los Rangers y el Radio City Music Hall.
El patrimonio de la familia Dolan se estima en 5 mil 400 millones de dólares, según Forbes.
“Aunque muchos habitantes de Long Island recordarán su generosidad personal y su perspicacia empresarial, el legado duradero de Charles Dolan está en el poder de las ideas que ayudaron a transformar la televisión, el medio que define nuestra era y la sociedad estadounidense que reflejaba”, indicó el periodista y autor de varias biografías Thomas Maier, destaca la cadena ABC.
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Las mejores películas del 2024, uno de los años más duros para la pantalla grande
El año que terminó ayer fue bastante duro para el cine. Entre los éxitos de taquilla, sin embargo, el desafío de no sólo captar la atención del público, sino simplemente llegar a la pantalla, parece más difícil que nunca.
El 2024 estuvo marcado por cineastas que apostaron todo, desde un monto de 120 millones de dólares, como Francis Ford Coppola con “Megalopolis” (“Megalópolis”), hasta su vida, como el cineasta disidente iraní Mohammad Rasoulof con “The Seed of the Sacred Fig” (“La semilla de la higuera sagrada”).
Considerando los caminos de “The Apprentice” (“El aprendiz”), sobre el ascenso de Donald Trump en Nueva York, o el documental sobre la ocupación israelí “No Other Land” (que aún carece de distribuidor), la pregunta sobre qué se estrena fue un refrán común y escalofriante.
Eso también hizo que las películas que lograron abrirse camino —aquellas que contaron historias urgentes o deslumbraron con originalidad en una época de dominio de secuelas— fueran aún más dignas de celebración.
A continuación, la selección de los críticos de cine de The Associated Press, Jake Coyle y Lindsey Bahr, para las mejores películas de 2024
“All We Imagine As Light” (“La luz que imaginamos”)
¿Fue este un gran año para el cine? El consenso parece ser que no, y eso puede ser cierto. Pero sí produjo algunas obras maestras impresionantes, ninguna más que la sublime historia de Payal Kapadia sobre tres mujeres en la Mumbai moderna. Es una película realista y áspera, agraciada, en partes iguales, por un documental perspicaz y poesía soñadora. De manera fascinante, “All We Imagine as Light” se vuelve más profunda a medida que se aleja más de la realidad.
“Nickel Boys”
Como Kapadia, RaMell Ross comenzó en el documental antes de llevar una visión singular al cine narrativo. Su adaptación de la novela ganadora del Premio Pulitzer de Colson Whitehead, sobre dos adolescentes negros en una escuela-reformatorio abusiva en el sur de Estados Unidos durante la era de la segregación racial, está filmada principalmente desde la perspectiva en primera persona de los dos chicos. El resultado es una de las películas estadounidenses más inventivas visualmente de la década y, con toda certeza, una de las más ricas en empatía.
“Anora”
Muchas de las razones para ir al cine —reírse con una pieza cómica, presenciar el despegue de un joven intérprete, ser devastado por algo trágico— están contenidas dentro del emocionante “todo vale” de “Anora”. Es una mezcla que sólo Sean Baker podría concebir y ejecutar. Por cierto, si te gustó la actuación de Yura Borisov junto a Mikey Madison, busca “Hytti nro 6” (“Compartment No. 6”).
“I Saw the TV Glow” (“Vi el brillo del televisor”)
La segunda película de Jane Schoenbrun —un salto dramático hacia adelante para la cineasta y una parábola trans cautivadora— es un escalofriante relato del paso a la edad adulta en la década de 1990 en el que una serie al estilo de “Buffy the Vampire Slayer” (“Buffy, la cazavampiros”) llamada “The Pink Opaque” ofrece un posible portal fuera de la monótona vida suburbana. Se siente escalofriantemente, bellamente tomada del alma de Schoenbrun —y tiene una banda sonora impresionante.
“Zielona granica” (“La frontera verde”)
Conocida en inglés como “Green Border”, la furia del intenso drama migratorio de Agnieszka Holland está adecuadamente calibrada para la crisis. A lo largo de la frontera Polonia-Bielorrusia, un pequeño grupo de migrantes de Siria y Afganistán son enviados de un lado a otro a través de un bosque fronterizo —a veces incluso literalmente arrojados— en un sombrío juego de “no en mi patio trasero”. No es una película fácil de ver, ni debería serlo. Para mantenerse al día con los tiempos, podrían necesitarse más películas incómodas como esta.
“The Fall Guy” (“Profesión peligro”)
También necesitamos más películas grandes y divertidas con Ryan Gosling. La afectuosa oda de David Leitch a los dobles de acción logra celebrar a los miembros del equipo detrás de cámaras mientras es llevada por dos estrellas de cine encantadoras: Gosling y Emily Blunt. El valor social de ver a Gosling llorar con “All Too Well” de Taylor Swift no debe subestimarse.
“The Seed of the Sacred Fig”
La forma en que el cineasta iraní Mohammad Rasoulof, quien fue forzado al exilio mientras editaba el filme, condensa la agitación social de la vida real en un drama familiar hace de esta una película inquietantemente única. Como “Nora inu” (“El perro rabioso”) de Kurosawa, la película de Rasoulof se centra en una pistola perdida. La búsqueda subsiguiente revela lo profundo que las políticas del gobierno iraní han calado en las relaciones más íntimas.
“Ghostlight” y “Sing Sing”
“Ghostlight” de Alex Thompson y Kelly O’Sullivan trata sobre un padre en duelo, un trabajador de la construcción (un excepcional Keith Kupferer), que se une a regañadientes a una producción local de “Romeo y Julieta”.
“Sing Sing”
“Sing Sing” dramatiza un programa real de rehabilitación en prisión. Su proyección en la Correccional de Sing Sing, donde muchos de sus intérpretes estuvieron alguna vez encarcelados, fue por mucho la experiencia cinematográfica más conmovedora del año.
“His Three Daughters”
En el drama familiar, divertido, crudo y tierno de Azazel Jacobs, un elenco impecable integrado por Carrie Coon, Elizabeth Olsen y Natasha Lyonne interpreta a tres hermanas que cuidan a su padre moribundo. En espacios cerrados y con la muerte acechando, todo sale a la luz.
“Made in England: The Films of Powell and Pressburger” (“Hecho en Inglaterra: las películas de Powell y Pressburger”)
Entre grandes y largas épicas, Martin Scorsese ha hecho algunas de sus películas más interesantes y personales. En esta, Scorsese narra para el director David Hinton su viaje de toda la vida con las películas de Powell y Pressburger, los grandes cineastas de “The Red Shoes” (“Las zapatillas rojas”), “I Know Where I’m Going!” (“Sé a dónde voy”) y “Black Narcissus” (“Narciso negro”). Como expresión de amor por el cine —del poder del cine para cautivarte, cambiar tu vida, vivir junto a ti mientras envejeces— “Made in England” difícilmente podría ser más efusiva. Tales testimonios apasionados e ilustradores son cada vez más necesarios en una cultura cinematográfica donde los algoritmos típicamente son ciegos a los tesoros del pasado.
“Blitz”
Steve McQueen cuenta un tipo diferente de historia de la Segunda Guerra Mundial en “Blitz”, una odisea poderosa y clara por Londres durante el bombardeo alemán. Estructurada alrededor de un niño de 9 años (Elliott Heffernan) que intenta regresar con su madre (Saoirse Ronan), es una visión revolucionaria y una elegía conmovedora para mundos inexplorados e historias no contadas.
“Thelma”
La primera película de Josh Margolin sobre una nonagenaria (interpretada por la incomparable June Squibb) en una misión para recuperar 10 mil dólares de un estafador es tan modesta en alcance y tan fácilmente disfrutable que es fácil subestimarla. Esta película independiente se siente tan aguda y bien armada como una comedia de estudio de antaño. Es pura alegría y una de esas películas que podrías recomendar a cualquiera.
“Dune: Part Two” (“Duna: Parte Dos”)
Décadas de soñar con una película no siempre parecen beneficiar a dicha película, pero Denis Villeneuve pudo traducir su pasión por la obra de Frank Herbert en un espectáculo cinematográfico puro sobre el surgimiento de un líder. Es una aventura grandiosa y emocionante que podría convertirnos a todos en nerds de la ciencia ficción.
“A Real Pain”
Jesse Eisenberg lidia con traumas modernos e históricos en esta entretenida película de viaje por carretera “A Real Pain”, que escribió, dirigió y protagoniza junto a Kieran Culkin como primos revisitando sitios del Holocausto en Polonia.
“The Outrun”
Saoirse Ronan ofreció una de las mejores actuaciones del año como una alcohólica que se aisla en las Islas Orcadas en un intento por comenzar una nueva vida. Las películas sobre la adicción difícilmente son novedosas, y sin embargo, Nora Fingscheidt captura los altibajos salvajes y los intermedios de la condición humana con verdadera honestidad.
“Aku wa sonzai shinai” (“El mal no existe”)
La continuación de Ryûsuke Hamaguchi a “Doraibu mai kâ” (“Drive My Car”) nos lleva a un pequeño pueblo montañoso de Japón, donde los residentes dudan en dar la bienvenida a una empresa de la gran ciudad con planes de establecer un sitio de glamping. Es una experiencia de combustión lenta, con debates comunitarios sobre arroyos y tanques sépticos que quizás no suenen terriblemente emocionantes y, sin embargo, es una de las experiencias más inquietantes y efectivas del año.
“Good One”
Fue un gran año para los directores primerizos, incluida India Donaldson, cuyo estudio de personajes pausado y brillante de una adolescente en un viaje de campamento con su padre y su amigo resuena incluso un año después.
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La industria del PC está dejando de lado al usuario no-gamer. Sobre todo si hablamos de monitores
En la industria de los periféricos de PC hay un sector especialmente mimado: el del gaming. Es a este tipo de usuarios a los que los fabricantes suelen dedicar sus desarrollos más ambiciosos, quizás a sabiendas de que hoy en día dichos usuarios están especialmente dispuestos a invertir en esos periféricos.
El problema es que en muchos casos eso deja un poco huérfanos a los usuarios que no juegan o solo lo hacen de forma ocasional. Hay desde luego categorías de periféricos muy bien cubiertas para entornos gaming y no-gaming, pero hay uno en especial que no: el de los monitores.
Si eres gamer, todo es felicidad
Los amantes de los buenos ratones y teclados, por ejemplo, tienen a su disposición una cantidad espectacular de opciones, tanto si son gamers como si no lo son. La especialización aquí es espectacular, y lo estamos viendo desde luego en el apasionante mundo de los teclados, especialmente animado en los últimos años gracias al auge de los teclados mecánicos y algunos competidores recientes.
Pero las cosas no están igual de animadas en el mundo de los monitores para quienes no son gamers. Si eres gamer la oferta es impresionante, y la calidad, formato, resolución y sobre todo tasa de refresco de estos modelos no para de dar más opciones a los gamers.
Sin embargo para los que sobre todo nos dedicamos a leer (¡y escribir!), la oferta de monitores es menos llamativa de lo que uno esperaría a estas alturas. Hace meses ya hablamos aquí de lo que para mí sigue siendo inexplicable: parece que los fabricantes no tienen ganas de innovar y nos hemos quedado estancados en la resolución 4K como estándar aceptado.
Buscando el monitor perfecto en el que sobre todo leer y escribir
Pero es que hay vida más allá de la resolución 4K. Yo llevo años usando un monitor Dell UP2715K con resolución 5K y precisamente por eso me resulta difícil —imposible— entender cómo esa resolución no se ha masificado. La mayoría de los monitores 5K disponibles adoptan una diagonal de 27 pulgadas, pero precisamente esa diagonal hace que a no ser que uno tenga vista de halcón sea imposible trabajar a resolución nativa. Pero es que eso no importa.
Sobre todo, porque estos monitores están pensados para funcionar a una resolución escalada de forma que en lugar de la resolución nativa (5.120 x 2.880) trabajes con un cuarto de esa resolución (la mitad por dimensión) de resolución efectiva, lo que resulta en un área de trabajo de 2.560 x 1.440 píxeles. Con eso logras dos cosas.
La primera, algo importante: poder leer lo que pone en pantalla :). Lo segundo, que la definición de cada píxel “se cuadruplique” gracias a ese escalado, por lo que la calidad de textos y elementos visuales sea espectacular. Como dije entonces y digo ahora, es como trabajar sobre una pegatina: todo se ve con una calidad superior a la de monitores 1440p nativos, y también a la de monitores 4K, al menos según mi punto de vista.
Pero hay aquí margen de mejora. Lo demostró Apple con su Pro Display XDR de 32 pulgadas con resolución 6K que sería mi gran opción si no fuera porque cuesta 5.499 euros (sin el soporte Pro Stand de 1.099 euros, recordemos).
Dell tiene una propuesta similar con su Dell UltraSharp 32 6k U3224KB, y de hecho es más de dos veces más barata (2.400 euros, soporte incluido), pero la pregunta que me hago es: ¿ya está? ¿Quienes trabajamos con el ordenador 8 o 10 horas al día solo tenemos dos opciones de este tipo, y las dos a estos precios estratosféricos?
Eso parece. Hay desde luego algunas opciones interesantes: los monitores ultrapanorámicos —no necesariamente gamers— permiten disfrutar de espacios de trabajo extendidos muy interesantes para quienes necesitan esas grandes horizontales.
Aquí hay formatos sencillamente arrebatadores como los de los Samsung Odyssey G9 que a mí, la verdad, me parecieron demasiado ultrapanorámicos: trabajar en ellos era como ver un partido de tenis. Prefiero ultrapanorámicos menos ultrapanorámicos (34-40 pulgadas) pero desde luego la propuesta de Samsung es espectacular y seguramente sí tenga sentido para muchos usuarios.
Durante cierto tiempo incluso pareció que los monitores con el singular formato 3:2 iba a despegar. El Huawei Mateview nos quería demostrar que trabajar con una sola ventana en pantalla era perfecto para no distraerse, y aunque ha habido algunos modelos más —los BenQ RD para programadores—, este tipo de decisión de diseño ha tenido una acogida muy modesta.
Usar una televisión OLED como monitor también parecía ser una posibilidad llamativa. Yo mismo me planteé cambiar mi Dell 5K por una tele de mayor formato en la que trabajar en resolución 4K de forma nativa.
La LG C2 de 42 pulgadas parecía perfecta para eso, pero descubrí que los fabricantes de televisores, por muy bien que lo hagan en ese apartado, no preparan sus productos para ser utilizados como monitores. La definición del texto era aquí claramente peor que en mi monitor 5K, pero diría que también era peor que en monitores 4K o 1440p, por ejemplo. A pesar de sus ventajas en otros ámbitos —multimedia, incluso videojuegos—, usar una televisión con panel OLED para trabajar leyendo y escribiendo no me pareció la mejor experiencia.
Hay otra eterna promesa: la de los monitores con pantallas de tinta electrónica. Parecen un producto fantástico para quienes nos pasamos el día leyendo —menos impacto en la visión— y podrían ser unos compañeros fantásticos incluso al escribir también, pero las tasas de refresco y la ausencia de color los hacen demasiado específicos: no poder disfrutar de la riqueza visual de la web, imágenes y vídeos incluidos, es perderse buena parte de la experiencia.
Aun así, plantean una opción interesante en entornos multimonitor: combinar un monitor con pantalla de tinta electrónica con uno “convencional” parece desde luego algo atractivo, como muestra la imagen. Algunos fabricantes exploraron esa opción con valentía, aunque no parece que la idea cuajara. Lo que está claro es que no hay demasiado movimiento en el mercado en este sentido.
Estamos pues ante una situación en la que los fabricantes no parecen querer arriesgar demasiado. Aunque se presentan nuevos modelos, no hay apenas apuestas que planteen monitores de mayor resolución e incluso tasas de refresco, pero pensados sobre todo para leer y escribir.
No existen monitores 5K con tasas de refresco de 120 Hz (que no sean ultrapanorámicos, me refiero), por ejemplo, a pesar de que los estándares HDMI y DisplayPort ya son capaces de soportar tales configuraciones. La tasa de refresco no es tan importante al leer o escribir como al jugar a videojuegos, pero quien usa monitores gaming para trabajar sabe que esas altas tasas de refresco también son bienvenidas al navegar por internet o realizar cualquier tarea. Son más agradables a los ojos, simplemente.
Quizás los fabricantes acaben dándose cuenta de que hay una oportunidad aquí. Una para dar el salto masivo a monitores de 32 pulgadas 6K, pero también para descubrirnos otras posibilidades que permitan hacer lo que hacemos tantas horas del día —leer y escribir—, pero hacerlo aún mejor.
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probar con su perro sus cápsulas de cianuro
‘Der Untergang’ es una película sobre la Segunda Guerra Mundial, una muy diferente. No hay grandes batallas como en ‘Salvar al Soldado Ryan‘. Tampoco operaciones especiales y traiciones como en ‘Valkiria‘. Simplemente, es una cinta en un búnker, pero no uno cualquiera: el búnker en el que Hitler pasó sus últimos diez días con vida, los últimos diez del régimen nazi.
En ella se muestra a un Hitler “humano”, uno que dividió a la opinión pública y en la que se muestran actos atroces. Pero, de entre todos, quizá lo peor fue lo que ocurrió con Blondi, la perra a la que Hitler quería con todo su ser y que se convirtió en el último crimen del líder nazi.
El hundimiento. Gertraud Junge fue, quizá, una de las personas que mejor conoció a Hitler. Fue su secretaria privada entre diciembre de 1942 y abril de 1945. Estuvo con el Führer hasta el final y no sólo se encargó de escribir su testamento, sino de la obra ‘Hasta la hora final’, unas memorias de esos últimos días de Hitler.
Esa última semana en el Führerbunker fue insufrible para los presentes, pero el efecto en Hitler fue devastador. Sus cambios de humor eran constantes, se dio cuenta, por primera vez, de que había perdido la guerra, se enteró de cómo trataron el cadáver de su aliado Mussolini y, además, era uno con la paranoia.
Las cápsulas. Sospechaba que estaba rodeado de traidores, que nadie le contaba la verdad sobre la situación y, al menos al principio, creía que aún podían ganar la guerra. Pero algo de razón tenía en eso de la traición, y el menos esperado entró en acción. Himmler, la segunda persona más poderosa del Tercer Reich, juró lealtad a Hitler el 20 de abril de 1945, sólo diez días antes de la muerte del líder.
En cuanto terminó la reunión, Hitler se mudó al búnker, pero Himmler buscó salvar el cuello reuniéndose con diferentes cargos extranjeros para maquillar la verdad sobre las acciones en los campos de exterminio. Antes y después del suicidio de Hitler, hizo de todo para salvarse, pero terminó suicidándose tras la guerra (algo recogido en un vídeo histórico).
Hitler se enteró de los movimientos de Himmler y lo despojó de todo cargo en la SS. Evidentemente, consideraba que era un traidor y, más allá del golpe anímico para el dictador, suponía que no podía fiarse del plan B si las cosas no salían como quería: las cápsulas de cianuro que le habían proporcionado las SS que Himmler controlaba.
Blondi. Hagamos una pausa. “En medio de toda la traición que me rodea, sólo me siguen siendo fieles la desgracia y mi perro Blondi”. Junge, que admitió estar fascinada por Hitler, comentó que el mayor placer del dictador en esos últimos días era jugar con su perra Blondi. La secretaria comentó que el mayor placer de Hitler en sus últimos momentos era pasear junto a Blondi. “El mayor placer de Hitler era cuando jugaba con Blondi y ésta saltaba un poco más alto que la última vez. Decía que salir con su perra era lo más relajante que podía hacer”, comentó.
Blondi fue el pastor alemán que Hitler recibió como regalo de Martin Bormann en 1941. Lo acompañó desde entonces en muchos viajes e incluso le permitía dormir en su cama en la estancia en el búnker. Unas semanas antes de tener que irse al búnker, Blondi tuvo una camada de cinco cachorros y Hitler bautizó a uno de ellos como Wulf, o ‘Lobo’. Seguramente terminaría convirtiéndose en su favorito. En aquel momento, seguramente Hitler no sabía lo que le esperaba.
Conejillo de indias. Volviendo al búnker y a las cápsulas de cianuro, en la biografía escrita por Junge se cuenta que el dictador no se fiaba de las cápsulas de cianuro. Si Himmler era un traidor, más cargos de las SS podían serlo y las cápsulas podían no ser letales. Si no eran letales, el suicidio no estaba asegurado y podría acabar como el dictador italiano.
Así, y según cuentan, con un hilo de voz, Hitler ordenó al médico de las SS Werner Haase que probara una de las cápsulas con Blondi. La perra murió a los pocos segundos y Hitler quedó desolado. Al día después, él, y Eva Braun, también tomarían una cápsula con veneno. Según los que estaban en el búnker, la muerte de Blondi y de los hijos del matrimonio Goebbels impactó a los presentes más que el suicidio de Eva Braun, a quien pocos soportaban. A Hitler también lo dejó desolado.
El destino funesto de sus cachorros. El destino no fue mejor para los cachorros de Blondi. Según un informe soviético, el adiestrador de perros del Führer tomó a los cachorros, a los dos perros de Eva Braun, al perro de la otra secretaria de Hitler y a su propio perro, los sacó del búnker y les disparó. Fue el mismo día del suicidio del dictador. Fue el último crimen del dictador antes de morder la cápsula de cianuro y abrirse un orificio en la cabeza con su pistola.
En la película ‘El hundimiento’, el motivo que esgrime Hitler para acabar con Blondi es que tenía pulgas, algo poco saludable en un espacio como en el que estaban. Lo más probable es que se tratara de una licencia cinematográfica para no abrir más líneas que no tenían demasiado que ver con la principal, como la consideración de Himmler como un traidor o lo que los soviéticos, o el propio pueblo hambriento, podrían haberle hecho a la perra.
Es una cinta dura y una fuente de memes, pero si no la has visto, es totalmente recomendable.
Imágenes | Bundesarchiv
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