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En 1197, tiraron a un soldado en un pozo en mitad de Noruega. Lo sabíamos por una saga nórdica, pero ahora acabamos de encontrarlo
“Cogieron a un muerto, lo lanzaron a un pozo y lo rellenaron de piedras”. Lo explicaba la Saga de Sverre, un poema nórdico escrito por un poeta benedictino (Karl Jónsson) a principios de la década de los 1200.
Pues bien, acabamos de encontrar a ese tipo.
¿Cómo? Lo que escucháis. Es una línea al azar perdida en una saga sobre una batalla en mitad de la Noruega del siglo XI; pero un equipo de investigadores de distintas universidades desde Escandinavia, Islandia e Irlanda acaban de “identificar” los huesos del muerto que acabó en el fondo del pozo.
Y hablo de identificar porque, en sentido estricto, los huesos se encontraron en el fondo de un antiguo pozo del castillo de Sverresborg en 1938. El problema es que las tecnologías de la época no permitían saber mucho más de él y los huesos se guardaron en un cajón.
La visión mítica del pasado. Desde lejos, las sagas nórdicas nos parecen a menudo un género de la mitología pre-moderna. Sabemos que no es así, claro. Durante siglos, los reyes del norte contrataron a ‘escaldos‘ (poetas guerreros) que escribían crónicas sobre sus hazañas. Está claro que había mucha literatura ahí, pero (como vemos) no solo literatura.
En el fondo, era cuestión de tiempo que empezaran a aparecer evidencias arqueológicas a favor de las sagas. Lo que no esperábamos era que fueran tan concretas y exactas.
¿Cómo lo han hecho? Hace un par de años, un equipo de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología decidió volver sobre el tema. No tenían mucho con lo que trabajar: apenas el polvo de un diente.Pero, hoy por hoy, esto es suficiente (para muchas cosas).
Lo primero que descubrieron es que el hombre del pozo tenía entre 30 y 40 años cuando murió. A partir de ahí, utilizaron técnicas de “datación por radiocarbono, secuenciación genética y análisis de isótopos para obtener la imagen más completa de la identidad del hombre”.
Por ejemplo: descubrieron que murió hace unos 900 años (lo que coincide en fechas con el suceso que relata la saga). “También sabemos, gracias al análisis genómico, que probablemente tenía el pelo rubio o castaño claro y los ojos azules”, explican los investigadores.
¿Qué hace un tipo como tú en un lugar como este? Si sus estimaciones no fallan: el tipo procedía genéticamente del “condado noruego más meridional, Vest-Agder”. Es decir, a cientos de kilómetros de dónde apareció.
Es verdad que no saben aún el nombre ni la historia del hombre del pozo; pero la historia parece encajar (y desbordar lo que dice la saga): todo parece indicar que se trataba de uno de los luchadores católicos que intentaron de asaltar el castillo aprovechando que el rey Sverre estaba fuera.
Lo más interesante no es eso. Lo interesante es que las nuevas tecnologías nos están permitiendo sacar los textos antiguos de la bruma del olvido y darles entidad de carne y hueso. Es, en cierto sentido, el equivalente escandinavo del descubrimiento de Troya.
Imagen | Bragi Boddason / Instituto Noruego de Investigación sobre el Patrimonio Cultural
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Buscaba unos auriculares de diadema cómodos, con buen sonido y autonomía de sobra. Los acabo de encontrar en Fnac
Aunque ahora hay muchos usuarios que apuestan por auriculares TWS, los de diadema siguen sin pasar de moda. En lo personal, son el tipo de auricular que elijo cuando estoy en el sofá o en la cama, y gracias a ellos puedo disfrutar de lo que quiera con un buen sonido y sin molestar al resto de personas con las que convivo.
Llevaba tiempo buscando un nuevo modelo, porque los que tengo ya me han acompañado en demasiadas batallas. Son muchos los fabricantes y modelos que tenemos disponibles, tantos que es complicado elegir. Estamos en casi en Navidad, y como es el momento perfecto para darse un capricho, tengo claro que me voy a quedar con estos Sennheiser que he visto en Fnac: salen por 229,99 euros en color negro (también en color blanco).
* Algún precio puede haber cambiado desde la última revisión
Son tan cómodos y ligeros que no querrás quitártelos
Son varios los motivos que me llevan a tirarme por estos auriculares, los Momentum 4. Empiezo por lo más llamativo: su precio. Estos auriculares llegaron a las tiendas hace un par de años, y lo hicieron por encima de los 360 euros. Esta oferta de Fnac me ha entrado por los ojos, puesto que gracias a ellas nos los podemos llevar a casa con un ahorro de 140 euros. Nada mal.
Que estén más baratos no es, obviamente, razón suficiente por sí misma para recomendarlos. Ahora bien, echándole un vistazo a sus características, lo cierto es que se les pueden poner muy pocas pegas. Empezando por el sonido, estos Sennheiser tienen un transductor de 42 milímetros y se pueden conectar tanto por cable como por Bluetooth 5.2. Y ojo: tienen un muy buen sistema de cancelación de ruido activa, y eso sin olvidar que cuentan con un modo que nos permitirá escuchar momentáneamente nuestro entorno sin necesidad de quitarnos los auriculares.
Si hablamos de su diseño, lo cierto es que destacan por ofrecer un aspecto minimalista que queda genial. Además, son bastante ligeros y sus almohadillas son acolchadas para que se coloquen bien en la cabeza. Por supuesto, los podemos plegar, ideal para guardarlos y transportarlos. Están disponibles en tres colores: los dos que citábamos más arriba y esta versión chulísima versión Denim, que cuesta 269,99 euros.
* Algún precio puede haber cambiado desde la última revisión
Me he dejado para el final otro punto en el que también destacan mucho: la autonomía. Estos Momentum 4 montan una batería de 700 mAh, gracias a la cual podremos disfrutar de hasta 60 horas con todas las funciones activas por cada carga. Si nos quedamos sin batería y tenemos prisa, podremos aprovechar su carga rápida, gracias a la cual tendremos 6 horas de reproducción por solo 10 minutos de carga.
Algunos de los enlaces de este artículo son afiliados y pueden reportar un beneficio a Xataka. En caso de no disponibilidad, las ofertas pueden variar.
Imágenes | Sennheiser
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Inglaterra e Irlanda quisieron crear el túnel más largo del mundo. Uno “estúpido” y “adelantado a su tiempo”
Europa se ha abonado a los macrotúneles. En estos momentos se está construyendo el túnel sumergido más largo del mundo entre Alemania y Dinamarca. También el ferroviario más faraónico bajo los Alpes, pero incluso los 64 kilómetros de ese proyecto quedan en nada frente a los 87 kilómetros del túnel que buscó unir Irlanda y Gales.
Se trata del túnel entre Holyhead y Dublín, un proyecto que ha pasado por una montaña rusa y del que no está todo dicho, aunque sí lejos de hacerse realidad.
Conectando Irlanda. Gran Bretaña vive una situación particular. Inglaterra, Gales y Escocia están perfectamente conectadas por tierra, pero Irlanda del Norte se encuentra separada del resto de Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte. Es por eso que, a lo largo de los años, se han propuesto proyectos para unir el archipiélago, con puentes/túneles entre Irlanda del Norte y Escocia.
También entre la República de Irlanda y Gales, siendo los corredores de Rosslare y Fishguard, Dublín y Holyhead los más atractivos al unir puntos neurálgicos de ambos países y tener buenas conexiones por carretera con el resto del territorio. De entre todos, el proyecto más atractivo era el del túnel para unir Dublín y Holyhead.
Irish Mail. No era la primera vez que se realizaba una conexión entre ambas ciudades. De 1848 a 2002 existió un tren con el sobrenombre de ‘The Irish Mail’ que unía, precisamente, las dos ciudades. El tren partía de Londres y llegaba hasta Holyhead, donde las mercancías tomaban rumbo a Dublín mediante la conexión en Ferry.
Esta nueva ‘conexión irlandesa’ parecía la más viable. Bill Grose es el expresidente de la British Tunnelling Society y, hace unos años, comentó a BBC que “intuitivamente, la ruta de Holyhead a Dublín es más preferible que las demás. Está más cerca de Manchester y Liverpool y conecta directamente con Dublín”. Eso fue en 2013, y hay buenos motivos por los que ha pasado tanto tiempo sin que haya novedades sobre el proyecto.
Dinero y empleos. De los cuatro proyectos, este túnel era el más largo, cubriendo unos 87 kilómetros. Eso, intuitivamente, jugaría en su contra, pero el punto a favor era que la profundidad sólo tendría que ser de unos 100 metros, haciendo que las obras fueran algo más sencillas. Sería un túnel ferroviario para el que habría que hacer ajustes en la línea galesa de cara a prepararla para la alta velocidad y las estimaciones eran estratosféricas.
Los cálculos del proyecto eran de 35.000 nuevos empleos en su construcción, así como un costo de unos 15.000 millones de libras. Una absoluta barbaridad.
El túnel más estúpido del mundo. Con esto en mente, y teniendo en cuenta que el medio Financial Times comentó en 2021 que el proyecto estaba “muerto, al menos por ahora”, no podemos hablar del nuevo megatúnel europeo como una realidad. Se sigue hablando de él, como podemos comprobar en Express, pero de momento, el proyecto para unir ambos países está en punto muerto. Desde los medios irlandeses también afirmaban que era mejor ignorar las promesas que venían desde Inglaterra, con un Boris Johnson que pensó resucitar el proyecto.
Financial Times también recogió las declaraciones de Dominic Cummings, exasesor de Johnson, quien comentó que “la única agenda del primer ministro es comprar más trenes, comprar más bicicletas, comprar más autobuses y construir el túnel más estúpido del mundo a Irlanda”.
Intereses. También entran en juego los intereses de ambos países. Aquí ya se comentó que la República de Irlanda tenía mucho más que ganar que Inglaterra. Mientras éstos sólo conseguirían una vía directa con sus vecinos del oeste, los irlandeses lograrían conexión directa con Europa continental gracias a que podrían ir desde Dublín hasta Francia mediante el macropuente con Inglaterra y, posteriormente, a través del canal de la Mancha.
No está todo dicho. Hay, sin embargo, tres puntos que podrían rescatar este proyecto. Uno es que, en el informe de 2021, se sugirió que la estructura podría generar energía a partir de fuentes eólicas, marítimas y solares, por lo que podría ser una buena excusa para emprender el proyecto. Otro punto importante es que 15.000 millones es mucho, pero menos que la estimación de un puente.
Y el último es un comentario de uno de los funcionarios del gobierno de Johnson que afirmó que la idea estaba “adelantada a su tiempo”, teniendo sentido únicamente en un futuro en el que los coches no tuvieran conductor. Precisamente, Suiza tiene un plan para, de cara a 2040, construir una red subterránea de 500 kilómetros por la que vehículos automatizados transporten mercancías.
Si algún día se construye ese túnel entre Irlanda y Gales, esos tres aspectos podrían ser su motor principal, pero por lo que se sabe hasta este momento, el proyecto está archivado.
Imagen | Daniel Schwen
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Una palabra explica cómo Alemania solucionó la energía solar en los pisos. Se llama Balkonkraftwerk y la disfrutan millones
Alemania fue uno de los primeros países que lo vio claro apostando e invirtiendo en tecnología solar. Esto ha permitido a la nación convertirse en el mayor productor de electricidad a partir de energía solar en Europa. ¿El problema? El mismo que tenemos en España y otros tantos enclaves del continente: la gran mayoría de su población vive en pisos y bloques de viviendas, y la burocracia actual hace muy complicado instalar fotovoltaica “compartida”. Así, y al igual que fueron pioneros en el uso del sol, también le dieron una vuelta a la vida en edificios.
Balkonkraftwerk. Ese es el nombre por el que se ha popularizado el uso de energía solar en los balcones. Su significado vendría a ser algo parecido a, sí, “paneles solares en el balcón”, y de Alemania ha ido mutando a otros países como España (principalmente), junto a otros enclaves europeos.
El sistema, compuesto por paneles solares enchufables de fácil instalación, permite reducir hasta un 30% en las facturas de electricidad por un coste inicial de entre 400 y 800 euros de media, amortizable en aproximadamente seis años. Su accesibilidad y flexibilidad son clave: no requiere permisos complejos ni certificaciones costosas mientras la potencia no supere los 800 vatios, salvo en casos de restricciones locales específicas.
Ventajas en la urbe. Pensemos el caso de España. Aquí, donde la mayoría vivimos en pisos y los paneles en techos necesitan aprobación comunitaria, los paneles de balcón presentan una alternativa viable. Además, su posición vertical maximiza la captación del sol invernal. Un modelo que viene a complementar iniciativas como las llamadas comunidades energéticas, que permiten a los residentes beneficiarse de instalaciones solares en edificios públicos cercanos.
Qué duda cabe, estas estrategias son esenciales para avanzar hacia ciudades más autosuficientes, reduciendo la dependencia de redes centralizadas. Según Raquel Paule, directora de la Fundación Renovables, este modelo descentralizado fomenta la autosuficiencia en ciudades que dependen en un 97% de fuentes externas de electricidad. Paule destaca que la transición energética no solo requiere nuevas tecnologías, sino también un cambio hacia modelos más democráticos y participativos, algo que las grandes compañías eléctricas deberían facilitar en lugar de obstaculizar.
Cómo funcionan los balcones solares. La principal diferencia entre los balcones solares y los tejados solares es que los primeros son un sistema mucho más pequeño (que también produce menos). Básicamente, la tecnología consta de uno o dos paneles conectados a una toma de corriente y, muy importante, solo producen alrededor del 10% de la energía de los sistemas residenciales sobre tejados. A este respecto, Alemania tiene alrededor de 200 MW de energía solar para balcones instalada, en comparación con los 16 GW de capacidad del sector de tejados.
En cuanto a la instalación, los balcones son bastante sencillos. Se compra el kit (entre 300 y 800 euros) sin necesidad de un electricista para configurarlo. A diferencia de las instalaciones en tejados, donde se debe hacer con profesionales certificados para evitar riesgos de todo tipo, en los balcones los paneles se colocan sobre una estructura de montaje y se conectan mediante cables a un inversor que convierte la electricidad de CC a CA, y que llega a tu toma de corriente a través de un enchufe normal.
De Alemania al resto. Como decíamos, la nación ha sido pionera en el uso de esta tecnología. La cifra no deja lugar a dudas: se han instalado paneles solares en 1.5 millones de balcones alemanes. ¿La razón? El éxito se atribuye en gran parte al aumento de los costes de energía tras la invasión rusa a Ucrania, así como por regulaciones que protegen el derecho de los propietarios a instalar estos sistemas sin interferencias de vecinos.
No solo eso. Alemania ha fijado un ambicioso objetivo de obtener el 80% de su electricidad de fuentes renovables para 2030, liderando así la transición energética en Europa. Países como España, Italia, Polonia y Francia están adoptando esta tecnología, mientras Bélgica, que anteriormente prohibió estos dispositivos por preocupaciones sobre su conexión a la red, ha levantado dichas restricciones.
Modernización y desafíos. Aunque el Balkonkraftwerk es una solución accesible, tiene el mismo “pero” que su “hermano mayor”, por supuesto: su efectividad depende de la luz diurna, y añadir sistemas de almacenamiento con baterías puede incrementar significativamente los costos iniciales, y hablamos de hasta 1.000 euros o más en muchos casos.
Según Santiago Vernetta, CEO de Tornasol Energy, el coste de instalación de los sistemas tradicionales a menudo supera el precio de los materiales, destacando la ventaja económica de los paneles enchufables. Además, los expertos coinciden en que el desarrollo de baterías más económicas y la integración con otras fuentes renovables, como la eólica, deberían ser esenciales para maximizar el impacto de estas tecnologías.
Un futuro energético más sostenible. Hay ejemplos que demuestran que la energía solar en balcones está transformando la forma en que los hogares generan y consumen energía, combinando simplicidad, ahorro y sostenibilidad. En ciudades como Helsinki ya se experimenta con edificios revestidos de paneles solares, demostrando el potencial de estas soluciones para maximizar el uso del entorno urbano (en otros casos, por el contrario, se pone en duda por cuestiones estéticas, caso de Ámsterdam).
A este respecto, Michael Schmela, director de inteligencia de mercado en SolarPower Europe, señala que el modelo en sí es solo una pieza más en el rompecabezas de la transición energética, pero una de las más versátiles y prometedoras en estos momentos.
Lo que parece claro es que el uso de los paneles solares para balcones ha llegado para quedarse. Aunque España ha sido más lenta en adoptar esta tecnología en comparación con Alemania, el entusiasmo está creciendo. Los expertos confían en que el éxito de estos sistemas se expandirá por Europa, empoderando a los consumidores y acelerando la transición hacia un modelo energético descentralizado. Como contaba Vernetta al Guardian, “si 1.5 millones de alemanes los tienen, debe haber algo en ello”.
En Xataka | Colgar paneles solares en los balcones de los pisos es cada vez más habitual. A Países Bajos le preocupa
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