Veinticuatro meses después del mundial del 2022, Qatar se encuentra en la encrucijada en la que la que la mayoría de los países suelen encontrarse tras albergar un evento de tales dimensiones.  ¿Después del mundial, qué hacemos?  ¿cómo es que el torneo más importante de fútbol transformará la vida no sólo de un país, sino también la percepción del mismo a nivel internacional?  ¿valió la pena?

Cinco días en Doha, me dejan ver que el espíritu mundialista sigue presente en algunas paredes pintadas,  el famoso reloj que sirvió como punto de encuentro para los aficionados en la Corniche, aún se puede ver en La Corniche, pero a diferencia de hace dos años, ahora está apagado de forma permanente y las banderas de los países participantes han desaparecido.

No es que Qatar pretenda olvidarse del deporte, por el contrario, Qatar parece estar listo para convertirse en una nueva potencia de oriente medio, complementando lo logrado por el mundial del 2022 con la Copa Intercontinental, el Gran Premio de Fórmula 1 y por supuesto, diferentes experiencias artísticas y culturales con las que se inspiran en el pasado, para proyectarse hacia el futuro.

Un esfuerzo que se ha materializado con la renovación del Museo de Arte Islámico reinagurado  para el Mundial del 2022, pero que ahora, abre sus puertas a exposiciones de artistas foráneos como la retrospectiva del fotógrafo turco Ara Güler, quién comenzó su carrera como fotoperiodista en la década de los cincuenta, documentando la cotidianidad de Estambul, transmitiendo una profunda belleza y melancolía de una ciudad en constante cambio.  A lo largo de su carrera, Güler viajo por el mundo, y su trabajo fue publicado por las revistas Life y Paris Match, consolidando su reputación como uno de los mejores fotógrafos del mundo.

Y ahora, su legado puede ser visto en esta retrospectiva, donde además de sus emblemáticas fotografías, se pueden ver los históricos retratos que realizó a figuras como Pablo Picasso, Salvador Dalí o Winston Churchill. 

Y es aquí, en el mismo Museo de Arte Islámico donde Qatar expande sus fronteras para acercar a todos los visitantes a lo que ocurre en la región, y este año, en el marco del año de cultura entre Qatar y Marruecos muestra Ektashif Morocco, en la que presenta 36 obras de artistas qatarís que viajaron a marruecos para interpretar a través de sus ojos la cultura y legado marroquí.  Entre las piezas destaca una caligrafía de Fatima Al Sharshani, diseños de moda de Dana Al Mulla y unaa puerta de madera inspirada en el arte Zouaq.

Es precisamente este guiño, el que me hace pensar que Qatar busca convertirse en un nuevo epicentro cultural, al tiempo en el que amplifica el arte y cultura de medio oriente.  

En el Museo Nacional de Qatar, podemos encontrar la exposición Manzar: Art and Architecture, una exposición única en su equipo que explora las artes y arquitectura de Pakistán desde la década de los cuarentas, con una enorme diversidad de piezas, obras, autores y estilos que nos permiten apreciar la variedad de narrativas y percepciones que surgen de lugares virtualmente desconocidos para millones de occidentales como nosotros.  

La riqueza cultural de Pakistán se extiende desde los espacios de la galería hasta el patio del Palacio del Jeque Abdulla bin Jassim Al Thani para una inmersión en la arquitectura y arte pakistaní, sumergiendonos en una experienca innovadora que se desarrolla a lo largo de doce secciones, en la que diversos artistas pakistaníes,  reimaginaron y reinterpretaron los movimientos modernistas que ocurrían alrededor del mundo. 

Manzar: Art and Architecture de Pakistán es una exposición que devela el desarrollo cultural y artístico no solamente de Pakistán o de Qatar, sino de toda una región que ha sido historicamente invisibilizada. El título en urdu y árabe MANZAR significa “escena,” “vista” o “perspectiva,” encapsulando el objetivo de la exposición de presentar el legado artístico de Pakistán desde múltiples ángulos.

El esfuerzo ha sido posible gracias al Art Mill Museum, una de las mayores apuestas culturales de Qatar para los próximos años, pues se trata de un museo que se ubicará en la Corniche de Doha, y será diseñado por el arquitecto ganador del premio Pritzker, Alejandro Aravena, y buscará presentar a las artes modernas y contémporaneas de todas las regiones del mundo, en igualdad de condiciones para conectar con audiencias locales e internacionales a través de las diversas narrativas que nos deja la historia del arte.

Es precisamente desde la terraza del Museo Nacional de Qatar, que a lo lejos se puede observar aún el Estadio 974, construido con contenedores para la Copa del Mundo y que pronto recibirá la Copa Intercontinental.

El recuerdo de cómo el mundial terminó siendo una vitrina de Qatar hacia el mundo y que hoy en día, se ha convertido en uno de los lugares con mayor número de instalaciones y piezas artísticas no solo en museos, sino también en la vía pública.

Desde la arquitectura de los estadios, hasta la renovación del distrito de Msheireb, en el centro de Doha, con hoteles, oficinas y hubs artísticos y de diseño para los jóvenes como Liwan o M7, sin contar el Museo Árabe de Arte Moderno Mathaf.

En las calles, las instalaciones recorren la Corniche, el mítico mercado de Souq Wakif y por supuesto el desierto, desde la bahía de Doha hasta el árido desierto de Al Zubarah, donde el reconocido artista Olafur Eliasson, juega con nuestra percepción de la realidad con su instalación “Shadows Travleing On The Sea Of The Day”.

Si la transformación de Qatar empezó con el fútbol y la futurista arquitectura de edificios construidos por Zaha Hadid, Jean Nouvel o I.M. Pei, la renovación de cara a los próximos años, pasa por una fuerte apuesta en la cultura y las artes, no solo para los locales, sino también como un principal atractivo para los turistas que podrán disfrutar de exhibiciones e instalaciones de diferentes tamaños, formas y materiales que se pueden ver en cada rincón, e incluso, tomar por sorpresa a todos los visitantes.