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El monitor más caro de Apple está cerca de ser renovado, según Ross Young. Y su novedad serán los nanocristales
Apple está preparando la renovación de su monitor estrella, el Pro Display XDR, según ha reportado la fuente de filtraciones de Apple con mayor porcentaje de acierto, Ross Young, con fuentes en la industria de paneles.
Según Young, el gran salto que daría esta segunda versión vendría por la incorporación de tecnología de puntos cuánticos, la misma que hemos visto en los MacBook Pro más recientes. La consecuencia: un gran salto en los estándares de color de este monitor para profesionales.
Por qué es importante. La tecnología de puntos cuánticos supone un salto cualitativo en la reproducción del color y en el rendimiento visual. Teniendo en cuenta el público al que se dirige este monitor – profesionales dispuestos a gastar más de 5.000 euros en una pantalla, es el tipo de evolución esperada.
En detalle. Los puntos cuánticos son nanocristales semiconductores que, al recibir luz, emiten colores específicos con un muy alto nivel de pureza. Eso permite:
- Mayor precisión en la reproducción del color.
- Reducción del desenfoque de movimiento.
- Mayor eficiencia energética.
- Contraste más definido.
- Negros más profundos.
Entre líneas. El actual Pro Display XDR tiene más de cinco años. Quizás demasiado tiempo sin actualizaciones para un monitor profesional. Utiliza tecnología de fósforo KSF. El cambio a puntos cuánticos supone un gran salto.
Además, esta actualización llegaría en un contexto muy marcado:
- La competencia ha cerrado la brecha que marcó entonces este modelo. Y a precios más asequibles.
- El mercado profesional ha evolucionado desde la pandemia hacia el trabajo híbrido.
- La precisión cromática demandada es cada vez mayor.
De momento sabemos poco sobre esta actualización, aunque Young sí ha dado alguna pincelada:
- Incluirá un chip Apple Silicon para funciones avanzadas que necesitan su propia potencia, no solo recibir imagen de un ordenador.
- Presumiblemente incorporará funciones del Studio Display, más barato, como Center Stage o el audio espacial.
- Mantendrá un enfoque (y por tanto, un precio) en el mercado profesional de alto nivel.
El color del dinero. El Pro Display XDR actual cuesta 5.500 euros (o 6.500 si queremos la opción nanotexturizada, que elimina los reflejos), además de los 1.100 euros de su peana o los 220 euros del adaptador VESA.
La próxima versión difícilmente vendrá de la mano de una rebaja en el precio, aunque al menos sí llegará con una mejora importante a nivel técnico gracias al uso de puntos cuánticos.
Imagen destacada | Aaditya Ailawadhi en Unsplash
En Xataka | Apple ya no busca “el próximo iPhone”: la transformación silenciosa está funcionando mejor
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Trump ha dejado muy claro que quiere conquistar Marte. Ahora la NASA tiene el enorme problema de no llamarse SpaceX
Trump hizo una sola promesa en materia espacial durante su discurso de inauguración, pero no fue poca cosa.
El sueño marciano. Entre vítores y saltitos de entusiasmo de Elon Musk, Donald Trump señaló Marte como nuevo “destino manifiesto” de Estados Unidos. El recién investido presidente prometió llevar astronautas al Planeta Rojo y clavar la bandera de Estados Unidos en suelo marciano.
Trump declaró textualmente: “perseguiremos nuestro destino manifiesto hasta las estrellas, lanzando astronautas estadounidenses para plantar la bandera en el planeta Marte”. Sus palabras no son casuales y tienen una clara influencia, pero parecen marcar un cambio de prioridades para la NASA que deja en el aire el futuro del programa lunar Artemis.
La influencia de Elon Musk. “Vamos directos a Marte, la Luna es una distracción”, escribió el CEO de SpaceX hace dos semanas. Nadie entendió muy bien el alcance de aquel tuit, puesto que SpaceX tiene un importantísimo contrato con la NASA para construir el módulo de aterrizaje de las misiones lunares Artemis III y IV, pero ahora ese mensaje resuena en el Capitolio.
Allí, el presidente Trump puso el foco en Marte. Podría ser solo una declaración retórica (sin prisa, pero sin pausa, hay que llegar a Marte antes de que lo haga China), pero con Elon Musk como aliado clave, el nuevo gobierno podría estar preparando realmente un giro radical en la estrategia astronáutica.
El actual programa Artemis. Fue precisamente el primer mandato de Trump el que dio forma al actual programa lunar de la NASA. El entonces administrador, Jim Bridenstine, logró encarrilar el regreso de Estados Unidos a la Luna con una arquitectura que combinaba los desarrollos internos de la NASA (el cohete SLS y la nave Orion) con naves comerciales de empresas privadas (la Starship HLS de SpaceX y el módulo lunar Blue Moon de Blue Origin).
A su vez, Bridenstine impulsó una serie de misiones lunares no tripuladas y la creación de los Acuerdos de Artemisa, que ya cuentan con 53 países firmantes, para la cooperación internacional en futuras misiones a la Luna, incluida la construcción de una base lunar, la explotación comercial del satélite y todo lo que venga después (Marte, cometas y asteroides).
La Luna es una cruel amante. Artemis no está en su mejor momento. Las misiones tripuladas se han ido retrasando por problemas en la nave Orion y retrasos en el desarrollo de Starship. Además, los demenciales sobrecostes del cohete SLS han puesto a buena parte de la opinión pública en contra de la arquitectura actual del programa, que podría reconfigurarse con el apoyo de los nuevos cohetes Starship de SpaceX y New Glenn de Blue Origin.
Para colmo, las dos primeras misiones comerciales asociadas a Artemis (CLPS‑1 y CLPS‑2) fallaron al no alcanzar la Luna o tumbarse al alunizar, lo que ha precipitado la cancelación de otras misiones más importantes como el rover VIPER de la NASA. Pero hasta el discurso de Trump, nada hacía prever que el programa Artemis fuera a estar en peligro. ¿Lo está realmente?
De la Luna a Marte. Hasta ahora, el plan de la NASA era establecerse en la Luna a lo largo de esta década y la siguiente (o por lo menos en la estación lunar Gateway en órbita con el satélite) para preparar el salto a Marte en la década de 2040. Priorizar el Planeta Rojo dejaría tres escenarios al previsible nuevo administrador de la NASA, Jared Isaacman:
- Un programa lunar reducido, sin aspiraciones a crear una gran base lunar como la que plantea el programa ILRS liderado por China. Así, Estados Unidos seguiría en la carrera para poner a la primera mujer en la Luna sin dejar de poner el foco en Marte. A cambio, cedería terreno lunar a sus oponentes
- Un programa bifurcado con misiones lunares y marcianas en paralelo que no tiren por la borda todo lo que se ha desarrollado hasta ahora. Sería el paso lógico si el presupuesto de la NASA fuera ilimitado, pero con la enorme inversión que supone el programa lunar, añadir un programa marciano se antoja imposible
- Una redirección total a la conquista de Marte. Seguir la visión de Elon Musk: la Luna es una distracción para el objetivo último de convertirnos en una civilización multiplanetaria. Aun con mayoría en el Congreso, es la opción en la que pierden gigantes como Boeing, Lockheed Martin, Northrop Grumman, incluso el New Space (Blue Origin tiene varios contratos lunares). Parece complicado que los congresistas se pongan de acuerdo en hacer borrón y cuenta nueva, pero no es totalmente imposible
¿Cómo llegaría Estados Unidos a Marte? Habría un concurso público, pero una opción se viene inmediatamente a la cabeza. La NASA podría adoptar el programa marciano de SpaceX como propio. Elon Musk dijo que SpaceX planeaba lanzar cinco Starship sin tripulación a Marte en 2026 y, si estas lograban aterrizar, la primera misión tripulada a Marte de la historia en 2028.
Los expertos coinciden en un punto crucial: una misión con astronautas a Marte en los próximos cuatro años es técnicamente imposible si se quiere hacer con garantías, pues los desafíos científicos y tecnológicos son monumentales. Pero también había mucha gente convencida de que Trump no ganaría de nuevo las elecciones mientras Musk apostaba dinero a que sí lo haría.
Imagen | La Casa Blanca, NASA
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Trump ha dejado muy claro que quiere conquistar Marte. Ahora la NASA tiene el enorme problema de no llamarse SpaceX
Trump hizo una sola promesa en materia espacial durante su discurso de inauguración, pero no fue poca cosa.
El sueño marciano. Entre vítores y saltitos de entusiasmo de Elon Musk, Donald Trump señaló Marte como nuevo “destino manifiesto” de Estados Unidos. El recién investido presidente prometió llevar astronautas al Planeta Rojo y clavar la bandera de Estados Unidos en suelo marciano.
Trump declaró textualmente: “perseguiremos nuestro destino manifiesto hasta las estrellas, lanzando astronautas estadounidenses para plantar la bandera en el planeta Marte”. Sus palabras no son casuales y tienen una clara influencia, pero parecen marcar un cambio de prioridades para la NASA que deja en el aire el futuro del programa lunar Artemis.
La influencia de Elon Musk. “Vamos directos a Marte, la Luna es una distracción”, escribió el CEO de SpaceX hace dos semanas. Nadie entendió muy bien el alcance de aquel tuit, puesto que SpaceX tiene un importantísimo contrato con la NASA para construir el módulo de aterrizaje de las misiones lunares Artemis III y IV, pero ahora ese mensaje resuena en el Capitolio.
Allí, el presidente Trump puso el foco en Marte. Podría ser solo una declaración retórica (sin prisa, pero sin pausa, hay que llegar a Marte antes de que lo haga China), pero con Elon Musk como aliado clave, el nuevo gobierno podría estar preparando realmente un giro radical en la estrategia astronáutica.
El actual programa Artemis. Fue precisamente el primer mandato de Trump el que dio forma al actual programa lunar de la NASA. El entonces administrador, Jim Bridenstine, logró encarrilar el regreso de Estados Unidos a la Luna con una arquitectura que combinaba los desarrollos internos de la NASA (el cohete SLS y la nave Orion) con naves comerciales de empresas privadas (la Starship HLS de SpaceX y el módulo lunar Blue Moon de Blue Origin).
A su vez, Bridenstine impulsó una serie de misiones lunares no tripuladas y la creación de los Acuerdos de Artemisa, que ya cuentan con 53 países firmantes, para la cooperación internacional en futuras misiones a la Luna, incluida la construcción de una base lunar, la explotación comercial del satélite y todo lo que venga después (Marte, cometas y asteroides).
La Luna es una cruel amante. Artemis no está en su mejor momento. Las misiones tripuladas se han ido retrasando por problemas en la nave Orion y retrasos en el desarrollo de Starship. Además, los demenciales sobrecostes del cohete SLS han puesto a buena parte de la opinión pública en contra de la arquitectura actual del programa, que podría reconfigurarse con el apoyo de los nuevos cohetes Starship de SpaceX y New Glenn de Blue Origin.
Para colmo, las dos primeras misiones comerciales asociadas a Artemis (CLPS‑1 y CLPS‑2) fallaron al no alcanzar la Luna o tumbarse al alunizar, lo que ha precipitado la cancelación de otras misiones más importantes como el rover VIPER de la NASA. Pero hasta el discurso de Trump, nada hacía prever que el programa Artemis fuera a estar en peligro. ¿Lo está realmente?
De la Luna a Marte. Hasta ahora, el plan de la NASA era establecerse en la Luna a lo largo de esta década y la siguiente (o por lo menos en la estación lunar Gateway en órbita con el satélite) para preparar el salto a Marte en la década de 2040. Priorizar el Planeta Rojo dejaría tres escenarios al previsible nuevo administrador de la NASA, Jared Isaacman:
- Un programa lunar reducido, sin aspiraciones a crear una gran base lunar como la que plantea el programa ILRS liderado por China. Así, Estados Unidos seguiría en la carrera para poner a la primera mujer en la Luna sin dejar de poner el foco en Marte. A cambio, cedería terreno lunar a sus oponentes
- Un programa bifurcado con misiones lunares y marcianas en paralelo que no tiren por la borda todo lo que se ha desarrollado hasta ahora. Sería el paso lógico si el presupuesto de la NASA fuera ilimitado, pero con la enorme inversión que supone el programa lunar, añadir un programa marciano se antoja imposible
- Una redirección total a la conquista de Marte. Seguir la visión de Elon Musk: la Luna es una distracción para el objetivo último de convertirnos en una civilización multiplanetaria. Aun con mayoría en el Congreso, es la opción en la que pierden gigantes como Boeing, Lockheed Martin, Northrop Grumman, incluso el New Space (Blue Origin tiene varios contratos lunares). Parece complicado que los congresistas se pongan de acuerdo en hacer borrón y cuenta nueva, pero no es totalmente imposible
¿Cómo llegaría Estados Unidos a Marte? Habría un concurso público, pero una opción se viene inmediatamente a la cabeza. La NASA podría adoptar el programa marciano de SpaceX como propio. Elon Musk dijo que SpaceX planeaba lanzar cinco Starship sin tripulación a Marte en 2026 y, si estas lograban aterrizar, la primera misión tripulada a Marte de la historia en 2028.
Los expertos coinciden en un punto crucial: una misión con astronautas a Marte en los próximos cuatro años es técnicamente imposible si se quiere hacer con garantías, pues los desafíos científicos y tecnológicos son monumentales. Pero también había mucha gente convencida de que Trump no ganaría de nuevo las elecciones mientras Musk apostaba dinero a que sí lo haría.
Imagen | La Casa Blanca, NASA
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“Emilia Pérez” acapara las nominaciones en los Oscar: podría ganar en 13 categorías
El narco-musical “Emilia Pérez“, protagonizado por la española Karla Sofía Gascón y la dominicana Zoe Saldaña, lidera las nominaciones a los premios Oscar con 13 candidaturas, seguidos por “The Brutalist” y el musical de animación “Wicked“, con 10 cada uno.
La cinta del francés Jacques Audiard se encuentra nominada en las categorías: mejor película, mejor película internacional, mejor director, mejor actriz de reparto, mejor cinematografía, mejor actriz, mejor banda sonora y mejor canción original.
Además, también competirá por mejor edición, mejor maquillaje, mejor sonido, mejor fotografía y mejor guión adaptado.
De los actores del reparto del narcomusical de Netflix sobre la identidad transgénero, la actriz española Karla Sofía Gascón competirá en la categoría como mejor actriz y su compañera de origen dominicano Zoe Saldaña fue nominada a mejor actriz de reparto.
Otro musical, “Wicked”, la exitosa adaptación de Broadway, obtuvo casi la misma cantidad de nominaciones. La fastuosa producción inspirada en “El mago de Oz” de Jon M. Chu obtuvo 10 nominaciones, incluidas las de mejor película y actuación para sus estrellas Cynthia Erivo y Ariana Grande.
La Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas anunció las nominaciones el jueves por la mañana a través de una amplia variedad de plataformas. Bowen Yang y Rachel Sennott leyeron los nominados.
Las nominaciones originalmente estaban planeadas para el 17 de enero. Pero después de que los incendios forestales comenzaran a arder a través de Pacific Palisades, Altadena y otras áreas alrededor de Los Ángeles el 7 de enero, dejando niveles históricos de destrucción, la academia extendió su ventana de votación y pospuso dos veces el anuncio de las nominaciones.
Cabe mencionar que “Emilia Pérez” y “Wicked” también ha logrado varias nominaciones y ganar premios los BAFTA y Globos de Oro.
Con información de EFE y AP
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