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África tiene un plan contra la caza furtiva. Un ejército de ratas gigantes con chalecos a medida está listo para la acción
El uso de animales para resolver problemas no es ni mucho menos nuevo. Hay numerosos casos en los que los humanos hemos lanzado criaturas para erradicar plagas o incluso salvar a otras especies. No siempre sale bien, como hemos visto. Sin embargo, el enfoque de África para luchar contra la caza furtiva es ciertamente innovador. Es un aviso a navegantes: se viene un ejército de ratas. Gigantes.
Ratas vs contrabando. Las ratas gigantes africanas, conocidas por su gran habilidad para detectar explosivos y patógenos (como el causante de la tuberculosis), tienen una nueva misión: han sido entrenadas para identificar olores de productos de fauna silvestre en peligro de extinción.
En un reciente estudio publicado en Frontiers in Conservation Science, un equipo de investigadores ha probado la capacidad de estas criaturas para detectar cuernos de rinoceronte, marfil de elefante, escamas de pangolín y madera africana. ¿Qué tienen en común? Que suelen ser objeto de tráfico ilegal debido a su alto valor en el mercado negro.
El mejor “antídoto”. El trabajo de los investigadores indica, o más bien confirma, la capacidad de estas ratas para detectar especies amenazadas incluso cuando están ocultas entre otras sustancias. Según la coautora del estudio, la investigadora Isabelle Szott, el experimento demuestra que las criaturas pueden identificar con precisión un gran número de productos ilegales, lo que les permite contribuir significativamente en la lucha contra el tráfico de vida silvestre.
Entrenamiento especializado. Fueron 11 ratas las participantes que recibieron un entrenamiento olfativo exhaustivo en la organización APOPO, en Tanzania, y que incluyó varias etapas para afinar su capacidad de detección. En la fase denominada como de “indicación”, las ratas aprendieron a sostener su nariz en un agujero con el aroma objetivo, y fueron recompensadas si lo hacían correctamente.
Luego, las ratas se enfrentaron a “olores no deseados” como granos de café o detergentes, los mismos que los traficantes suelen utilizar para enmascarar olores de fauna silvestre. Esta “etapa de discriminación” enseñó a las criaturas a ignorar los olores no objetivos y concentrarse solo en las especies en peligro. Además, su capacidad de retención olfativa se probó tras períodos de cinco y ocho meses, demostrando así que su memoria y retención cognitiva era comparable a la de los perros.
Chalecos policía. Y aquí viene la razón de este “exclusivo” entrenamiento. La idea final es que las ratas, una vez equipadas con chalecos especiales hechos a medida que permiten a los animales activar una señal de alerta cuando detectan un objetivo, puedan ser de gran utilidad en puntos críticos de tráfico ilegal, como por ejemplo los puertos en Kenia y Tanzania.
Estos chalecos están diseñados para emitir una señal sonora que permite a las autoridades saber cuándo las ratas han detectado un producto de fauna en riesgo. APOPO, la organización detrás de este entrenamiento, subraya que el uso de ratas va a ser una herramienta muy eficiente en términos de coste y tiempo, en contraste con los métodos tradicionales de detección, que suelen ser más costosos y requieren más recursos.
Desafíos y futuras aplicaciones. Aunque los resultados iniciales son muy alentadores, el estudio indica ciertas limitaciones debido al ambiente controlado en el que se realizó. Antes de su despliegue en escenarios reales habrá más fases de prueba en las que se centraran en desarrollar métodos adicionales para adaptarlas a contextos de tráfico ilegal más complejos.
No solo eso, el proyecto apunta más alto. Para la investigadora Kate Webb, dado que el tráfico de fauna salvaje suele estar relacionado con otras actividades delictivas, como el narcotráfico o el tráfico de armas, la implementación de estas ratas podría incluso ir más allá y ser un valioso recurso en la lucha contra redes criminales globales que explotan tanto a humanos como a la naturaleza.
Quién lo iba a decir, un ejército de ratas gigantes puede jugar a nuestro favor en la lucha contra el narcotráfico.
Imagen | APOPO
En Xataka | Estos son los animales invasores que se están comiendo a los animales en peligro de extinción
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El Control de Cámara del iPhone 16 Pro ha llegado a Android. La pregunta es si se quedará o no
En los últimos años, las innovaciones en telefonía móvil han seguido un patrón claro: Android toma ideas de iOS, iOS integra funciones de Android, y el ciclo se repite. Es un proceso prácticamente inevitable en un mercado donde la competencia empuja a los fabricantes a evolucionar constantemente.
Pero, lejos de ser un problema, esta dinámica tiene un efecto positivo para los usuarios: ambas plataformas terminan ofreciendo lo mejor de ambos mundos, con mejoras que benefician a todos sin importar en qué lado del ecosistema estés. Al final, los verdaderos ganadores somos los usuarios, con dispositivos cada vez más completos.
El problema viene cuando un fabricante “se inspira” en características que no tienen una buena acogida. El Control de Cámara de los iPhone 16 es una de ellas: es algo que criticamos en la review y que, como dejan leer los foros, no está contentando demasiado a los usuarios.
OPPO ha abierto la veda. Es el primer móvil Android con un botón capacitivo dedicado a la cámara -esto es muy distinto y lejano al simple botón de cámara que integra Sony en su familia Xperia-, y estamos más que convencidos de que no será el último. De hecho, Realme ya está probándolo.
¿El problema? El mismo que comentamos en el análisis del iPhone: este botón quiere solucionar un problema que no existe. Aunque comentaremos primero lo positivo. Como botón para invocar la cámara de forma rápida es una alternativa excelente. El proceso de desbloquear el teléfono y abrir la cámara es rápido, pero pulsar el botón dos veces lo es más aún. Hasta aquí, todo bien.
El botón de cámara es una buena idea ejecutada a medias. Actualmente, es objetivamente más incómodo que tocar la pantalla
La clave es que los fabricantes no están logrando hacer del botón de cámara uno en el que las funciones que pretende realizar sean más cómodas que las que ya venimos haciendo con la pantalla.
La más sencilla de todas, tomar fotos, es muy incómoda. Tengamos el móvil en horizontal o vertical, suele bastar con acercar el pulgar para pulsar la pantalla y hacer una foto. Es algo inmediato. La ubicación de estos botones, que no recae sobre el índice -algo que deberían lograr si quieren simular un botón de cámara profesional-, obliga a mover al completo la mano para que el dedo llegue. A la incomodidad se le suma el tiempo extra que nos toma acomodar la mano.
Lo mismo sucede con el zoom. El gesto de pinch to zoom nos permite ser notablemente más precisos que este tipo de botones capacitivos, amén de ser mucho más rápido a la hora de hacer un zoom profundo. Con los dedos simplemente tenemos que exagerar el gesto, con los botones tenemos que ir deslizando poco a poco para llegar al punto de zoom que queremos.
La pregunta es clara, y puede depender de Apple: ¿este botón ha llegado para quedarse o será un experimento? La acogida del Control de Cámara del iPhone 16 no ha sido demasiado buena, pero el mercado ha empezado a mover ficha emulándolo. Si Apple acaba con él, la industria se moverá en consecuencia. Tan solo hay dos caminos, intentar mejorarlo lo máximo posible o aceptar que, quizás, tocar la pantalla para hacer una fotografía no estaba tan mal.
Imagen | Xataka
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La “lechuga marina” no es solo para ensaladas. Acabamos de descubrir un nuevo método para extraer sus proteínas
Las fuentes de proteínas alternativas a la carne están ganando tracción. Estas fuentes pueden ayudarnos a lograr dietas más variadas y experimentar culinariamente sin olvidar uno de los nutrientes esenciales que nuestro cuerpo necesita para funcionar. Una de estas alternativas es la llamada “lechuga de mar”.
Tres veces más eficiente. Un equipo de investigadores ha logrado un nuevo método más eficiente para extraer proteínas del alga conocida como lechuga de mar. El nuevo método es hasta tres veces más eficiente a la hora de obtener estos nutrientes de la planta marina.
Lechuga de mar. El alga empleada como fuente de estas proteínas pertenece a la especie Ulva fenestrata, una de las especies del género Ulva, que engloba a las lechugas de mar. Estas plantas marinas deben su nombre al aspecto que tienen algunas lechugas, con hojas planas onduladas y enmarañadas.
Y en parte también por ser parte de la dieta en distintas regiones, especialmente en el norte de Europa y Asia. Estas algas pueden consumirse en ensalada, cocinadas o, como en este caso, procesadas. En cualquiera de sus preparaciones, destacan por tratarse de plantas altas en proteínas.
Nutrientes esenciales. Las proteínas, explica el equipo responsable de la nueva técnica de procesado de estas plantas, no son los únicos nutrientes por los que destaca la lechuca marina. Estas altas contienen también ácidos grasos omega-3.
También destaca por su aporte de vitamina B12, una vitamina difícil de obtener de fuentes no cárnicas. Esta vitamina es utilizada por nuestro cuerpo para crear glóbulos rojos, por lo que su deficiencia puede causar anemia.
El equipo indicaba también sus planes de buscar formas de hacer estas plantas aún más ricas en proteínas.
El nuevo método. El problema a la hora de extraer la proteína de estas “lechugas” tiene que ver con la solubilidad de estas. Estas algas contienen tanto proteínas hidrosolubles (solubles en agua) como liposolubles (solubles en grasa), indica el equipo.
El primer paso del nuevo método es el de abrir la membrana celular de la planta marina para acceder a las proteínas liposolubles. Tras ello se utiliza un agua de alto pH (baja acidez) para extraer los diversos tipos de proteínas. Tras ello la solución se hace acídica, lo que permite el precipitado de las proteínas, lo que facilita su separación y conversión en un ingrediente.
El equipo observó que el este ingrediente era capaz de enriquecía también los ácidos grasos omega-3 y la vitamina B12. El equipo presentó los detalles en un artículo en la revista Food Chemistry.
Cambios en el consumo. Nuestros hábitos alimenticios cambian a pasos agigantados, a veces a mejor y otras a peor, pero lo cierto es que cada vez contamos con una mayor variedad de alternativas nutricionales. Los productos que se buscan dotarnos de proteínas alternativas a la carne son solo un ejemplo de esto.
“La humanidad necesitará encontrar y combinar la ingesta de fuentes de proteína más diversas de las que tenemos hoy en día, para alcanzar los requerimientos nutricionales y de sostenibilidad. Las algas son un buen añadido a los muchos productos ya en el mercado. Necesitamos todas estas soluciones y, hasta ahora, las proteínas de mar, las llamadas ‘proteínas azules’, han sido pasadas por alto”, indicaba en una nota de prensa Ingrid Undeland, miembro del equipo responsable del estudio.
Imagen | Sophie Steinhagen
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el choque entre la medicina moderna y las tradiciones milenarias
La gran epidemia del siglo XXI se llama salud mental. No lo digo yo, sino los expertos que llevan años advirtiendo sobre el aumento de casos de depresión o ansiedad. Puede que hayan aumentado o lo exterioricemos más, pero enfermedades como la ansiedad nos llevan a responder emocionalmente y de forma anticipada a una amenaza real o percibida, provocando un profundo malestar. En la discusión por ver cómo atajar el problema, las drogas psicodélicas se han hecho un hueco.
Pero una bolsa de un chamán de la cultura Tiwanaku hallada en Bolivia demuestra que hace más de 1.000 años ya se utilizaban estos psicodélicos para tratar ciertas afecciones. Y, mientras la ciencia moderna explora su potencial terapéutico, surgen dudas sobre la apropiación de estos conocimientos sin reconocer sus raíces indígenas.
La bolsa del chamán. El uso de psicoactivos en medicina no es, ni remotamente, algo nuevo. En 2008 se dio un descubrimiento interesante en los Andes bolivianos cuando un grupo de investigadores desenterró un objeto muy curioso: una bolsa de cuero. Se descubrió que había pertenecido a un chamán de la civilización Tiwanaku, una que floreció hace 3.500 años y colapsó en el 1000 d.C.
En el interior del bolso se encontraron herramientas para preparar las “medicinas”, así como trazas de las propias medicinas. Había restos de cocaína, componentes de ayahuasca y sustancias como la psilocina que está presente en los hongos psicoactivos. Y esto es relevante porque apunta no sólo a las sustancias, sino a que la civilización tenía sofisticados mecanismos de uso.
Viaje milenario. Excavaciones recientes nos han permitido conocer que las drogas estaban muy presentes —también— en las civilizaciones del pasado. Un ejemplo es el de los participantes del juego de pelota maya que podían jugar con un estado alterado de conciencia. Este uso de psicodélicos se remonta a miles de años atrás, siendo algo común tanto en las civilizaciones americanas como en las europeas y hasta en la China de la dinastía Zhou, donde hace 2.500 años el cannabis era habitual.
Diferencia de enfoques. Su uso no era recreativo, al menos no sólo se consumían por divertimento, ya que lo principal era potenciar que el individuo conectara con lo espiritual. Estas culturas antiguas realizaban ritos en los que las drogas potenciaban el volver a conseguir un equilibrio entre los humanos, la naturaleza y el mundo espiritual.
Yuria Celidwen es académica de la Universidad de California-Berkeley y comentó a BBC que el término “psicodélico” es un concepto occidental moderno. Hay una gran diferencia entre el enfoque tradicional indígena, que “no sólo tiene que ver con rituales y ceremonias, sino con prácticas cotidianas como acudir al curandero si se perdía algo de valor”, y el occidental moderno.
“La creencia en occidente es que se pueden utilizar para tratar trastornos de salud mental”. Esta visión, según Celidwen, deja a un lado completamente el papel que las “medicinas espirituales” desempeñaron en las comunidades antiguas en escenarios como rituales, exploración de la conciencia, facilitación de la creatividad y los cuidados paliativos.
Efectos encontrados. Con ese enfoque occidental actual centrado en el individuo y en el tratamiento para trastornos como la ansiedad o la depresión, la industria está pivotando sobre la química de las sustancias, dejando a un lado el contexto colectivo y espiritual que las culturas indígenas consideraron esencial para que las propias sustancias funcionaran.
Según Celidwen, “en occidente observamos un pico de bienestar justo después de la exposición inicial a la droga, pero no se mantiene porque no hay un contexto colectivo en torno a la experiencia alucinógena. Debido a eso, se corre el riesgo de crear otra adicción porque la gente sigue recurriendo a ella para obtener esa sensación de bienestar”.
Apropiación cultural. Es una diferencia crucial con el objetivo de culturas como la de los wixárikas, que utilizaron el peyote para “recuperar a su comunidad de la anemia después de una gran ola de malaria que agotó su población y su salud hace más de 500 años”, comenta Ahau Samuel, un practicante de la tribu chichimeca de Guanajuato.
Osiris Sinuhé González Romero, investigadora de la Universidad de Saskatchewan, afirma que “los rituales psicodélicos eran una forma de recuperar el alma”, y algo que los participantes del artículo comparten es que la medicina actual no contempla nada de eso. Y, en una industria que se espera que alcance un valor de 7.000 millones de dólares para 2027, personas como Celidwen (que tiene ascendencia maya) buscan que se reconozcan las voces indígenas en los estudios de las drogas psicodélicas.
Reconocimiento al expertise. Según la investigadora, no hay un reconocimiento del hecho de que muchas de estas sustancias siguen considerándose sagradas para algunas culturas, por no hablar de la mencionada cuestión económica. Denuncia que un retiro psicodélico organizado desde occidente puede costar varios miles de dólares, mientras que los chamanes indígenas ganan entre 2 y 150 dólares por realizar servicios similares.
Y no es sólo una cuestión de dinero. Jules Evans es investigador de psicodélicos en la Universidad Queen Mary de Londres y comenta que los chamanes “tienen mapas, guías y una profunda familiaridad con los estados alterados de conciencia. La gente secular, en general, no los tiene. Como resultado, la experiencia puede desconcertar a la gente y confundirla en cuanto a cómo integrarla en una visión materialista del mundo. Esta confusión existencial puede durar meses o años, y la persona que sale al otro lado puede ser muy diferente a la persona anterior”.
Vamos, que puede hacer más mal que bien, algo que se ha visto con el producto estrella de las sesiones espirituales occidentales: la ayahuasca. Quizás, el mayor reto sea aprender no solo de sus medicinas, sino de la conexión que lograron con el mundo que los rodeaba.
Imágenes | Codex Vindobonensis Mexicanus I, MirreNL
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