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Sentir que alguien te mira fijamente no es un superpoder, pero tiene un nombre: escopaestesia
Nuestro cerebro es fascinante, pero también increíblemente complejo de descifrar. Sabemos que es un “superordenador” capaz de hacer sus propias copias de seguridad, que tiene una “potencia de cálculo” de 1,4 petabytes por milímetro cúbico y poco a poco vamos aprendiendo más de él. Sigue guardando misterios (el Alzheimer es uno de ellos), pero la habilidad para sentir cuando alguien nos mira fijamente no es uno de ellos.
De hecho, es más una curiosidad evolutiva que una función alucinante de nuestro cerebro. Y tiene un nombre: escopaestesia.
La mirada psíquica. Si alguna vez, en un espacio público rodeado de personas, has sentido que alguien te estaba mirando fijamente, te has dado la vuelta y, efectivamente, alguien te observaba, sabrás de lo que estamos hablando. Tener esa sensación de estar siendo observado, además de escopaestesia, recibe el nombre de “efecto de la mirada psíquica“. Y es algo que ha sido estudiado tanto por psicólogos como por parapsicólogos.
Un sexto sentido. Edward B. Titchener fue un psicólogo que, en 1898, se dio cuenta de que algunos estudiantes de primaria podían sentir cuando alguien los observaba a sus espaldas. No era algo nuevo, ya que ese “hormigueo” en la nuca cuando pensamos que nos observan fijamente se había descrito antes y se daba en espacios públicos, como aularios o por la calle. Quienes habían experimentado eso afirmaban que ese hormigueo solo se pasaba cuando se giraban para comprobar que, efectivamente, los estaban mirando fijamente.
Nada de telepatía. Titchener recurrió a la razón para proponer una hipótesis. Su planteamiento fue que, cuando una persona tenía la sensación de ser observada y se giraba, otra persona que tuviera a la primera en el campo de visión notaría ese movimiento y la miraría. De este modo, la persona que se sentía observada vería que realmente alguien estaba observándola, reforzando su idea inicial.
Y la explicación del psicólogo para ese picorcito inicial en la nuca que desencadena lo demás se debe a que la persona se estaba concentrando en esa parte del cuerpo, de igual manera que enfocarse en una rodilla, un codo o un pie puede aumentar una sensibilidad irreal en esas zonas. Vamos, que si pones todo tu esfuerzo en pensar en el pie derecho, seguramente cualquier mota de polvo que pase al lado hará que te pique.
Más experimentos. Titchener realizó experimentos de laboratorio con aquellos que decían ser capaces de notar que alguien los miraba y con aquellos que afirmaban que eran capaces de hacer que la gente se volviera. En ambos casos, los resultados fueron “invariablemente negativos”. Pero como la ciencia no se hace sola, los experimentos de Titchener se replicaron varias veces a lo largo de los años.
En 1913, John Edgar Coover —psicólogo y parapsicólogo— pidió a 10 sujetos que dijeran si podían o no sentir que un experimentador los miraba. Con una muestra de 100 posibles periodos de observación, las respuestas de los sujetos fueron correctas el 50,2% de las veces. ¿La conclusión de Coover? Pues que era una “aproximación asombrosa de pura casualidad”, corroborando esa explicación de Titchener del hormigueo infundado.
Estudios polémicos. Parecía claro que era una mera casualidad y que Titchener tenía razón, pero el parapsicólogo Rupert Sheldrake no estaba convencido. A comienzos de la década de los 2000, realizó un experimento en el que los sujetos debían hacer lo mismo: decir cuándo creían estar siendo observados. En el mismo, se afirmó haber encontrado una tasa de aciertos del 53,1%, demasiado alta como para ser aleatoria (aunque… no deja de ser el 50% de las veces), pero se criticó el experimento argumentando que las secuencias utilizadas eran cortas y no aleatorias, lo que podía facilitar que los sujetos de prueba se aprendieran el patrón.
Tirando de tecnología. Vale, pero… ¿qué ocurre si metemos cámaras en la ecuación? Un experimento realizado en 1963 empleó cámaras de circuito cerrado para observar a los sujetos y el resultado fue un llamativo 74% de éxito. Sin embargo, se criticó el experimento alegando que no se había controlado adecuadamente y, en 2009, se replicó utilizando tanto cámaras como un sistema de monitorización de la conductancia de la piel para detectar, realmente, ese hormigueo.
Los observadores debían jugar a videojuegos mientras no miraban a los sujetos de prueba para evitar pensar en ellos y se pidió a los sujetos que indicaran el momento en el que sentían que estaban siendo observados. Los resultados fueron… inconcluyentes.
Y explicaciones simples. Vale, hemos visto muchos estudios y parece que no tenemos una habilidad sobrenatural o un sexto sentido para notar cuándo nos miran, pero… ¿entonces qué ocurre? En The Conversation, Francisco José Esteban Ruiz —profesor de biología celular en la Universidad de Jaén— y Sergio Iglesias Parro —profesor de psicología en la misma universidad— comentan que uno de los factores que puede explicar esta sensación es que estamos diseñados para estar en constante vigilancia, incluso cuando no prestamos atención de manera consciente.
Esto es un sistema de alerta denominado “atención exógena” y es “la capacidad del cerebro para reaccionar automáticamente a estímulos repentinos o cambios en nuestro entorno”. Es algo que ha resultado crucial para la supervivencia humana, una habilidad para notar cuándo otro humano enemigo o un depredador están acechando. Actualmente no es algo necesario para sobrevivir estrictamente hablando, pero se nos ha quedado como un reflejo que puede seguir siendo útil, como a la hora de percibir peligros por la calle.
“Superpoderes”. De esta forma, inconscientemente podemos notar elementos que cambian a nuestro alrededor, como el movimiento ocular de otra persona, y ahí entra en juego la visión periférica. Con ella, no podemos ver claramente debido a que no estamos enfocando, pero se trata de una herramienta que permite notar cualquier minúsculo cambio.
¿Has visto vídeos de personas que prácticamente dan la espalda a un bebé a punto de caerse y, en el último momento, se dan cuenta de que eso va a ocurrir y reaccionan con unos reflejos dignos de Spider-Man? Pues ese es un ejemplo de lo bien que funciona nuestra visión periférica y lo alucinantes que son nuestros “reflejos” en esos momentos, que no es más que el cerebro procesando información sin que lo sepamos de manera consciente.
También somos un poco egocéntricos. Aquí también tiene que ver cómo somos. Por ejemplo, si alguna vez hemos notado ese hormigueo y nos volvemos para mirar, ya hemos visto que una persona a nuestra espalda puede notar nuestro giro de cabeza y mirar de forma instintiva. Sin embargo, pensaremos que nos estaba observando y lo que puede pasar es que eso condicione nuestro pensamiento al haber confirmado nuestra sospecha. También somos un poco egocéntricos y, cuando estamos en situaciones nuevas o incómodas, pensamos que todo el mundo nos está observando.
Por ejemplo, cuando vamos a un gimnasio por primera vez, con algo de vergüenza, y pensamos que todos están pendientes de nosotros en lugar de lo que realmente ocurre: que el resto de personas van a lo suyo.
Hay casos… y casos. Ahora bien, Sergio y José exponen que, en casos extremos, esa sensación de recibir miradas ajenas puede estar relacionada con la paranoia, sobre todo en personas que padecen ansiedad. Si ya están hipervigilantes, confirmar sus sospechas de que están siendo observadas puede llevar a que interpreten cualquier pequeño gesto como eso, que los están juzgando. Pero más allá de estos casos, esta escopaestesia o mirada psíquica es de lo más normal.
Imagen | prostooleh
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tenemos el paro más alto de la UE y también el menor número de vacantes de empleo
España presenta un fenómeno que a simple vista parece contradictorio: aunque mantiene una de las tasas de desempleo más elevadas entre los países avanzados, también registra una de las proporciones más bajas de vacantes en la UE. Entender esta paradoja exige mirar más allá de los números y analizar cómo funcionan realmente la oferta y la demanda de empleo en el mercado laboral español.
Según el INE, la tasa de desempleo en España es del 10,5%, siendo la más alta en la OCDE en comparación con otros países desarrollados, donde el promedio ronda el 4,5%. Al mismo tiempo, según datos de Eurostat, la tasa de vacantes en España es de solo el 0,9%, muy por debajo de la media europea situada en el 2,1%.
¿Qué es una vacante? Para comprender por qué esta combinación ocurre, es útil definir qué es una vacante.
En la definición de Eurostat no equivale a “puestos que el país necesitaría cubrir en general”, sino a “puesto remunerado de nueva creación, desocupado o que está a punto de quedar vacante para el cual el empleador está tomando medidas activas y está dispuesto a tomar medidas adicionales para encontrar un candidato adecuado fuera de la empresa, y que el empleador pretende cubrir inmediatamente o dentro de un período específico para los que existe una búsqueda activa y con intención de cobertura próxima”. Así que no es “todo lo que faltaría contratar en general”, sino lo que está abierto en ese momento. Es como una foto de ese momento exacto, pero no muestra su realidad.
La “logica” tras la paradoja. Cuando un mercado laboral crece, cabe esperar que surjan muchas vacantes porque hay más demanda de trabajadores. Si, además, hay poco desempleo, esa demanda tiende a traducirse rápidamente en contratos.
Sin embargo, en España la realidad es distinta. Aunque el empleo ha crecido en los últimos años, y hay más ocupados que nunca (con récords de afiliación a la Seguridad Social), el desempleo sigue alto comparado con la UE, y las vacantes no aumentan al ritmo esperado.
Desajustes entre oferta y demanda de trabajo. Un factor clave señalado en los informes oficiales es el desajuste entre las habilidades que demandan las empresas y las que ofrecen las personas desempleadas. Es decir, puede haber puestos disponibles, pero no que correspondan con las competencias de quienes buscan empleo. Este tipo de desajuste se refleja en sectores específicos (tecnología, ingeniería, cuidado de la salud) donde las empresas aseguran tener dificultades para encontrar perfiles adecuados, mientras que al mismo tiempo hay trabajadores que no consiguen encontrar un empleo.
Algunos economistas también destacan que las ofertas disponibles tienden a concentrarse en sectores con elevada temporalidad y poca estabilidad, como servicios o turismo, donde muchas vacantes son estacionales o de corta duración, lo que no incentiva a todos los desempleados a incorporarse inmediatamente.
Empleo mal repartido. Otro elemento a considerar es la movilidad laboral. En España, existe un gran desequilibrio entre los territorios con mayor oferta de empleo y aquellos con mayor demanda de empleo. Es decir, el empleo se concentra en grandes ciudades y zonas industriales, mientras las cifras de desempleo se disparan en zonas rurales y de la España vaciada, contribuyendo a mantener ese desajuste entre la ubicación de la oferta y la demanda.
Por otro lado, el estancamiento de las vacantes también puede explicarse por la alta rotación del mercado laboral. Muchas veces el puesto se mantiene vigente y lo que ocurre es que son los empleados los que van rotando por ese puesto. El puesto de trabajo sigue ahí, pero no siempre aparece como una “nueva vacante” en la estadística, por eso la tasa de vacantes puede ser baja, aunque el empleo real crezca debido a la alta rotación de ese puesto.
Por ejemplo, un puesto de camarero no aparece como vacante, pero el restaurante contrata cada ciertos meses a un nuevo empleado para ese puesto. El puesto no está vacante a efectos estadísticos, pero el mercado laboral no deja de registrar nuevas contrataciones.
¿Qué nos dice esta paradoja? Que España tenga mucho paro y pocas vacantes en comparación con la UE no significa que no haya empleos disponibles. Lo que indica es que el mercado laboral funciona con dificultades: los puestos que se ofrecen no siempre encajan con el perfil de las personas desempleadas, hay grandes diferencias entre sectores y una parte importante del empleo es temporal, cuando muchos trabajadores buscan estabilidad. Por eso, incluso cuando existen vacantes, no siempre acaban consolidándose en forma de contratos.
Esta situación no depende solo de un momento económico concreto de bonanza o crisis, sino de problemas de fondo del mercado laboral español. Que esta paradoja se mantenga en el tiempo apunta a la necesidad de mejorar la formación, facilitar la movilidad entre sectores y territorios, elevar la calidad del empleo y contar con estadísticas más ajustadas a la realidad del mercado laboral en España.
Imagen | Unsplash (Mika Baumeister)
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un 17% más de hospitalizaciones y unas urgencias cada vez más colapsadas
El virus de la gripe está llegando a su punto álgido con una mayor tasa de contagios tras ver gráficas prácticamente en vertical en comunidades como Madrid o Cataluña. El punto positivo que comentábamos es que las hospitalizaciones no estaban aumentando demasiado, pero esta idea ya la podemos dejar de lado porque han comenzado a crecer. Y eso es un problema para el sistema sanitario.
Número de contagios. El informe del Sistema de Vigilancia de las Infecciones Respiratorias Agudas del ISCIII publicado este mismo jueves apunta a una incidencia ya de 446,6 casos por cada 100.000 habitantes hasta el pasado domingo día 14. Un incremento de casi el 50% con respecto a la semana anterior, algo que sin duda nos recuerda a lo peor de la pandemia por covid.
Ingresos hospitalarios. Uno de los puntos más llamativos y, ya que se puede ver de manera clara en las urgencias hospitalarias con grandes esperas y un número elevado de pacientes esperando una cama. Y es que los ingresos han aumentado un 17% hasta alcanzar los 9 ingresos por cada 100.000 habitantes. Algo que ya se evidencia en las urgencias con pacientes esperando camas, largas colas de espera por el aluvión de pacientes y un sistema sanitario que ya comienza a tensarse.

Evolución gripe en España por temporadas. Fuente: ISCIII
Si nos centramos en las edades de los pacientes, los mayores de 80 años presentan una tasa de 56,2 casos por cada 100.000 personas. Pero en los menores de un año esta cifra desciende hasta los 48,8 casos.
Impacto desigual por comunidades. Aunque la tendencia es alcista a nivel nacional, la situación no es homogénea. En la Comunidad de Madrid, a través del sistema de Enfermedades de Declaración Obligatoria se registraron 22.110 nuevos casos de gripe durante la semana 50.
Esta es una cifra que se aleja bastante de otras comunidades como Castilla y León, que en el informe VIGIRA reporta una tasa global 149 casos por cada 100.000 habitantes en el caso de la gripe. Aunque en el caso de las infecciones respiratorias agudas en general esta cifra aumenta hasta los 781 casos.
Variante del virus. Parte de la culpa de esta gran propagación del virus (al menos mucho más de lo que vimos otros años) se debe a la variante k del virus de la gripe H3N2 para la que no estábamos del todo preparados. Esto ha hecho que la vacuna no funciona al 100%, e incluso genere ciertas dudas sobre la efectividad que ha tenido la campaña.
Lo que está claro es que si está paliando parte de sus efectos, minimizando su gravedad. Esto hace que ahora mismo la recomendación a seguir sea vacunarse en el centro de salud para contar con parte de esta protección.
Comienzan las vacaciones. El pico de la gripe parece que se acerca, pero todavía queda una cita muy importante: las cenas navideñas. Un momento donde hay una gran acumulación de personas en un mismo recinto cerrado y que puede derivar en un incremento considerable de contagios tras estas fechas tan señaladas.
Y el transmisor más relevante sin duda son los más pequeños de la casa, que a priori puede no manifestar muchos síntomas o incluso tardar mucho más en manifestarlos. Esto provoca que sea fácil que lo contagien, atendiendo sobre todo a las personas más mayores que hay en su entorno y que pueden manifestar una gripe mucho más grave que puede que acaben en un hospital que ahora mismo comienza a estar colapsado.
La previsión. Como decimos, el gran ‘boom’ de la curva de contagios se espera para estas Navidades por este número de contactos. Pero a partir de aquí todo comenzará a ir hacia abajo con el objetivo de recuperar la normalidad ya entrado el 2026.
También hay que tener en cuenta que este año la epidemia ha comenzado antes de lo previsto, por lo que también se puede ver que acabará antes de lo que ocurría otros años.
Imágenes | Victoria Brittany Colette
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Netflix le confió más de 70 millones para una serie. Él vino con cero episodios y una factura de colchones de lujo de 638.000 dólares
Carl Rinsch, director de la película semidesconocida de Keanu Reeves ’47 Ronin’ ha sido declarado culpable de defraudar 11 millones de dólares a Netflix. Por la producción de una serie de ciencia ficción que nunca llegó a hacerse… ni estaba previsto que se hiciera. Fraude electrónico, lavado de dinero y transacciones ilegales son los cargos para este ingenioso sinvergüenza que se atrevió a tomarle el pelo a uno de los gigantes corporativos del audiovisual moderno.
Qué pasó. El proyecto ‘White Horse’, posteriormente rebautizado como ‘Conquest’, arrancó en 2018 como una ambiciosa serie de ciencia ficción sobre una especie humanoide artificial que se rebela contra sus creadores. Netflix superó a Amazon, Apple y HBO en una guerra de ofertas por los derechos de la serie, desembolsando más de 61 millones de dólares y concediendo a Rinsch control creativo final. 44 millones de dólares después y tras rodajes en Uruguay, Brasil y Hungría, no había nada sobre la mesa del señor Netflix.
Inversiones a lo loco. En marzo de 2020, mientras la pandemia se extendía, Rinsch solicitó 11 millones adicionales para, supuestamente, completar la serie. Por algún motivo, Netflix accedió: Rinsch transfirió los fondos directamente a cuentas personales y especuló con opciones sobre acciones de Gilead Sciences, la farmacéutica que quería acabar con el COVID-19 (y el COVID acabó con ella), perdiendo aproximadamente la mitad del capital en semanas.
Posteriormente invirtió en Dogecoin, convirtiendo 4 millones en 27. Con las ganancias desató un huracán consumista que se tradujo en cinco Rolls-Royce y un Ferrari por valor de 2,4 millones de dólares, dos colchones Hästens fabricados artesanalmente en Suecia valorados en 638.000 dólares, relojes suizos de 387.000 y muebles antiguos valorados en 3,3 millones. Netflix canceló el proyecto en 2021 tras recibir únicamente algunos fragmentos promocionales de la hipotética serie.
La sentencia. En una estrategia poco común, Rinsch optó por testificar en su propia defensa, sosteniendo que los 11 millones constituían un reembolso legítimo por capital propio invertido en el proyecto, y que el material ya rodado servía como herramienta de negociación para asegurar una segunda temporada que Netflix nunca llegaría a autorizar formalmente. La fiscalía presentó extractos bancarios que demostraban transferencias directas del presupuesto de producción a cuentas personales de Rinsch.
Por qué pasó. Para entender esta serie de infortunios para el bolsillo de Netflix hay que contextualizar cuándo se produjo: entre 2018 y 2020, Netflix estuvo en el centro de una especie de “fiebre del oro” del streaming, con un gasto en contenido que alcanzó 17.300 millones de dólares en 2020. La plataforma acumulaba entonces el 45% del gasto global en contenido de streaming desde 2010, duplicando la inversión de su competidor más cercano, Amazon Prime Video.
La guerra por el talento creativo se intensificó con el desembarco de Disney+ en noviembre de 2019, seguida por HBO Max, Apple TV+ y Peacock. Eran los tiempos en los que, buscando la creación de un catálogo consistente, Netflix priorizaba la cantidad por encima de la calidad. En este contexto, Netflix dio a Rinsch ese final cut por temor a perder el proyecto frente a rivales.
Otros fraudes. Rinsch no es un caso aislado en una industria cada vez más vulnerable al fraude. David Ozer, productor con credenciales en Starz Media y Sony Pictures Television, cumple condena tras haber desviado más de 200.000 dólares del presupuesto de ‘Safehaven’. Más recientemente, en agosto de 2025, David Raymond Brown fue acusado de orquestar un esquema Ponzi por 12 millones de dólares: el productor creó una empresa ficticia que emitía facturas por servicios inexistentes o ya pagados y falsificó su perfil en IMDb para atraer a más inversores.
Cabecera | Dima Solomin en Unsplash
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