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Smashing Pumpkins y Mellon Collie and the Infinite Sadness: Un discazo noventero
Lo que necesitas saber:
El 23 de octubre de 1995, se lanzó el ‘Mellon Collie and The Infinite Sadness’ de Smashing Pumpkins. Repasamos aquí su historia.
Mellon Collie and the Infinite Sadness es sin duda uno de los discos más generosos que nos regaló la década de los 90. The Smashing Pumpkins se encargó de hacer un disco ideal para los adolescentes, un trabajo sonoro que pudieran amar y sentir a solas y acompañados, un disco que evidentemente sirve de compañía para esas tardes grises o para aquellas preguntas sin respuestas.
Aunque la banda en su primera etapa pudo haber parecido el proyecto de una sola persona, para este trabajo fue indispensable para Billy Corgan la participación de los demás integrantes.
En este caso, James Iha (guitarra), Jimmy Chamberlin (batería) y D’arcy Wretzky (bajo) los extraordinarios acompañantes que Billy Corgan tuvo es esta increíble etapa, cada uno aportando ideas para la parte musical y al mismo tiempo dándole poder y sentido a las depresivas letras de Billy.
‘Mellon Collie and the Infinite Sadness’ de Smashing Pumpkins: Un grande desde que vio la luz
Durante 1995, Corgan se encerró en su departamento y escribió 56 canciones para la creación de un nuevo álbum. Un proceso creativo que valorizó la capacidad de composición de Corgan y que propició que los Smashing Pumpkins se metieran al estudio para grabar su siguiente álbum Mellon Collie And The Infinite Sadness, que el mismo Corgan describió como el “The Wall de los años 90”, en comparación con el aclamado álbum doble conceptual de Pink Floyd.
Un 23 de octubre de 1995 se estrenó este disco, un álbum doble que desde que vio la luz fue grande con sus 28 canciones y que debutó en el primer lugar del ranking Billboard de octubre de 1995, llegando a vender dieciséis millones de copias en el mundo y conseguir nueve discos de platino, convirtiéndose en el álbum doble más vendido de la década en ese momento.
Después de la salida del disco, la revista Time catalogó el trabajo como “el más ambicioso por parte de los Smashing Pumpkins”, siendo 120 minutos de placer teatral capaces de llevarte a sentir todas las emociones posibles.
El álbum alcanzó el éxito gracias a su extensa profundidad lírica
El álbum ganó siete nominaciones a los premios Grammy de 1997, imponiéndose en la categoría de Mejor Interpretación de Hard Rock por la canción “Bullet with Butterfly Wings”. Esta y otras cuatro canciones más fueron editadas como sencillos, llegando tres de ellas a disco de oro. Muchas de las canciones restantes de las 56 compuestas para el disco fueron editadas como lados B en ‘The Aeroplane Flies High’.
Mellon Collie and the Infinite Sadness de Smashing Pumpkins recibió buenas críticas por su ambición y alcance. En 1998 los lectores de la revista Q lo votaron como el vigésimo noveno álbum más importante de todos los tiempos.
En 2003, la revista Rolling Stone lo posicionó en el puesto número 487 de la lista de los 500 mejores álbumes de todos los tiempos y la revista Time lo nombró como el “Mejor álbum de 1995”.
El peculiar sonido de este disco
A pesar de que incorpora texturas barrocas como arpa, cuerdas y piano de cola, el álbum conserva el tono áspero y el ambiente íntimo de viejos amigos construyendo una leyenda en tiempo real. “Tonight, Tonight”, un extraordinario corte del álbum, presenta cuerdas orquestales que visten de forma significativa a una gran balada sin llegar a la pretensión compositiva.
Si bien “Tonight, Tonight” ahora es inseparable de su video inspirado en “Le Voyage dans la lune”, es una canción que sin ese acompañamiento visual ya destaca y enfatiza la gran creatividad sónica de los Smashing Pumpkins.
“Zero” y “Bullet With Butterfly Wings” son las canciones que se encargan de irritar a las personas mayores y de salirse del establishment, una característica implícita dentro de la banda, con letras enojadas y llenas de revolución juvenil. Pero más allá de eso, son canciones sumamente valiosas desde una perspectiva sonora. Una majestuosa interpretación básicamente de new wave mezclado con pop-metal.
Sin duda “1979”, es la canción que más eco ha logrado. Una pieza que suena futurista y obsesionada con la juventud, que al escucharla te proyectas en una de las pocas ocasiones en que la secundaria suena como algo que se puede recordar con cariño. Un extraordinario corte impulsado por un video fantástico, esta rola por su naturaleza es una algo impecable, que afirma la gran ambición dentro del “universo Mellon Collie”.
Las consecuencias para The Smashing Pumpkins tras este disco
En 1996, Smashing Pumpkins inicia una gira promocional alrededor del mundo, denominada Mellon Collie and the Infinite Sadness Tour. Durante esta gira, Corgan cambia de estilo, afeitándose la cabeza y vistiendo camisetas con la palabra ‘Zero’ en la gran mayoría de los conciertos, por lo que se convierte en todo un ícono musical.
Un estilo único que generó gran inspiración que después como resultado de la edición de su nuevo disco, el grupo sale caricaturizado en un episodio de Los Simpson en 1996 junto con Sonic Youth y Peter Frampton.
Dentro de dicha gira, el 12 de julio de 1996 el grupo se vio envuelto en la polémica cuando Jonathan Melvoin, tecladista de la gira, y Jimmy Chamberlin sufrieron una sobredosis de heroína y alcohol en un hotel de Nueva York. Melvoin a consecuencia de esto murió y a Chamberlin lo arrestaron por posesión de drogas.
Pocos días después, el grupo emitió una declaración pública declarando la expulsión de Chamberlin como resultado del incidente. El grupo finalmente terminó la gira con otro tecladista y otro baterista, lo cual Corgan lo definió como la peor decisión que el grupo ha tomado, dañando a los integrantes y a la reputación del grupo.
Las letras de Billy Corgan, simplemente están destinadas a evocar un estado de ánimo junto con la música, a través de voces que son demasiado prominentes y que musicalmente en Mellon Collie and The Infinite Sadness de Smashing Pumpkins solidifican la gran posición de Corgan como uno de los compositores más ambiciosos de su generación.
Nadie más en el mundo del rock alternativo ha intentado un álbum de tal longitud y alcance.
Por: Salvador Medina
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Daniela Liebman: “Hoy trato de escucharme a mí misma”
Para Daniela Liebman (2002, Guadalajara) este es el último año en el conservatorio Juilliard en Nueva York, una de las instituciones más prestigiosas del mundo. De cierta manera, la última etapa de su formación allí marca otro punto de partida en una carrera profesional que empezó hace 14 años.
Su padre, violinista, previó lo competitivo que puede ser el mundo de la música y buscó todas las vías de impulso para Daniela. Hoy, en el horizonte, le entusiasman sus primeros conciertos profesionales en Europa, donde interpretará a Philip Glass (Hamburgo, Berlín y Colonia; fecha por confirmar); y viene justo de un triunfo que también involucra a Glass: este año fue seleccionada para tocar sus Estudios completos en el Lincoln Center. Ahora se prepara para sendos recitales en la Universidad Duke, en Carolina del Norte y la temporada 2024-2025 del festival de piano Gilmore (”un sueño de infancia”, dice). Pero, tras este camino hacia la proyección internacional, hay un proceso particular: el tránsito de una carrera precoz hacia la madurez artística y la búsqueda de la propia identidad.
—¿Cómo influyó tu familia en tu carrera?
—Ellos no tenían planeado que la vocación de ser músico fuera algo que yo iba a hacer profesionalmente. Mi papá, sabiendo que el mundo de la música clásica es especialmente competitivo, quiso darme un instrumento a una edad temprana, en la que me iba a convencer. Él practicaba conmigo todos los días. Era una gran dedicación al piano, a los cinco años hay niños que lo pueden hacer solos, y muchos que no. Yo era uno de los que no podía hacerlo sola. Me distraía mucho, quería ir a jugar.
Me gustaba la música, pero a esa edad es mucho de concentrarte y permanecer ahí sentada una hora al día. Entonces, él me ayudó muchísimo. Mi mamá también. Básicamente con lo que sea que no tenía que ver con la música. Me llevaban a estudiar a Colima. Dos horas y media era el viaje para estudiar ahí. De regreso, otras dos horas y media. Todas las semanas lo hacían. Me llevaban a competencias y conciertos. Estudiaban conmigo. Era bastante especial lo que ellos hacían por mí.
En la cultura del continente americano es algo que no se suele ver mucho, especialmente en México, porque la música clásica no es típicamente popular. Entonces, no tenía amigos cuyos papás hicieran algo así por ellos. Pero también porque la cultura de la música clásica estaba muy bien definida en mi familia.
—Ya hiciste un álbum, ¿preparas otro?
—Sí, estoy preparando otro. Creo que tendrá los Estudios de Philip Glass. Aún estoy decidiendo qué ponerle. Quizá también incluya el Impromptu de Alfredo Carrasco y algo de Debussy. Ya hice la grabación en físico y se está produciendo. Entonces, no sé exactamente cuánto tiempo vaya a tomar ese proceso.
—¿Ser compositora se vislumbra en tu futuro?
—Sí, pero creo que cada vez más y más estoy viendo que la gente está quitando las barreras entre un título y otro. Espero, tal vez, en el futuro componer algo. Creo que el mundo está reconociendo más a los profesionistas, no como pianistas o violinistas, sino como artistas, en general, que pueden producir música de más de una manera.
Me interesa mucho explorar otras opciones musicales. Me veo viviendo de eso en el futuro. Espero seguir en la misma ruta. Esa es mi única meta. No tiene que ver tanto con la carrera, sino con dónde quiero estar musicalmente.
—¿Cómo ha sido el tránsito de tu carrera precoz hacia la madurez?
—Es un descubrimiento. De chica me decía a mí misma que una vez que llegara a una edad adulta estaría más formada, tocando en varios sitios. Mientras más pasan los años, me doy cuenta de que, para mí, ser adulto es llegar a un proceso infinito donde estás tratando de procesar quién eres. Solía ver la adolescencia como investigar quién eres. Pero ser un músico maduro significa que se está constantemente en un proceso de evolución. Incluso lo he notado con mis artistas favoritos de piano. Los más viejos o que ya murieron tienen grabaciones de juventud, a mi edad, tocando increíble… Y 10, 20 o 30 años después tocaban de una forma diferente.
He tratado de enfocarme menos en tocar de una manera que mis maestros me han enseñado que está bien y he tratado más de notar si lo que ellos me han dicho que suena bien es algo que no me gusta o que sí funciona, pero no me representa como artista. Admiro y respeto mucho a todos los maestros con los que he estudiado, pero ellos tienen sus propias personalidades y yo soy una persona diferente. Cuando eres estudiante y niño aprendes a hacer todo bien y ellos te dicen lo que está bien. Creo que muchos músicos que empiezan a edad temprana suelen escuchar el título de prodigio. Pero todavía no se tiene la experiencia y el tiempo para saber qué estilo de música o qué estilo es el que más le gusta a uno. ¿Cuál es tu propia voz? No es una pregunta que realmente uno se hace a los 13 años o incluso a los 18. Ahora estoy tratando de escucharme a mí misma, de una manera artística y con opiniones fuertes, para sentirme satisfecha de alguna manera con lo que hago. La gente me decía que tocaba bien. Yo misma lo pensé, pero no sentía que lo que hiciera fuera una representación de mi alma o mi identidad emocional.
Busca su propia voz
La joven pianista comparte que el proceso que ha desarrollado para encontrar su propia voz, y que le costó mucho trabajo para encontrar su identidad como persona más allá de su identidad como músico: “Empecé a tocar el piano a los cinco, pero realmente mis papás trataron de meterme a clases a los tres, pero no había lugar en Guadalajara donde me aceptaran a los tres. Entonces formé mi identidad como músico, incluso antes de formar mi identidad como persona. A una edad muy temprana, sólo aceptas tu posición en el mundo, trabajas con lo que tienes. A los 14 años, tal vez, empecé a tener una confusión frente a las cosas de mi vida que no me gustaban. Estaba muy aislada. Fue una decisión que tomé, el salir de la escuela y empezar con el programa de homeschool para tener más oportunidades de viajar, dar conciertos y hacer competencias. Esa decisión la tomé yo. Mis papás nunca me dijeron que tenía que hacer algo, siempre me preguntaban, pero yo, a los 10 u 11 años no iba a entender las repercusiones de una decisión así”.
Sobre los sucesos que marcaron el camino de Daniela hacia la madurez, responde que sus padres tomaron las decisiones hasta que ella, lo empezó a hacer. La primera decisión grande que tomó en su vida, para su carrera, fue como a los 11. “Y luego fue irme a estudiar a Texas. Ellos siempre me dijeron que la opción era mía. Otro momento de madurez fue cuando llegué a Nueva York, a los 19 años. Fue un momento donde me separé de la música y me empecé a frustrar. Nunca he tenido la duda de que la música es lo que más me gusta hacer. Por no tener la duda, tuve la fuerza de seguir adelante con situaciones que no me gustaban. Me empecé a dar cuenta que tener intereses y vida fuera de la música me hacían una persona más saludable. Me faltaba más de eso. Nunca he querido dejar la música, pero no me gustaba la relación que tenía con ella”.
Al cuestionarla sobre cómo logró enfrentar ese momento, Daniela comparte que le tocó estar en una generación donde la mayoría de sus amigos van a terapia, “es algo que está bastante normalizado”, indicó.
Agregó que dicha decisión la hizo sentir feliz: “Escuchar experiencias de otros chicos de mi edad, que también se dedican a esto y tienen vidas propias, modelos diferentes de vida, fue algo que me abrió los ojos porque en México no conocía a mucha gente que estuviera viviendo lo mismo que yo; en Texas tampoco. Al llegar a Nueva York, conocí a cientos de chicos de mi edad que estaban en el mismo ámbito. El problema fue más bien que sí quiero dedicarme a la música, lo quería hacer y la situación era difícil para mí. No me daba cuenta que, en realidad, lo que me estaba costando trabajo no era la música, sino la falta de comunidad”.
¿El éxito está fuera de México?
Finalmente, al preguntarle si ¿cree que es necesario salir del país para lograr el éxito? Daniela explicó que por lo general, Estados Unidos tiene una comunidad mucho más grande que México para la música clásica.
Indicó que en Nueva York, en Juilliard, “hay un programa para niños y adolescentes, básicamente diseñado para definir si quieren estudiar a nivel profesional. En Guadalajara eso no existía y en la Ciudad de México tal vez hay algunos programas. Realmente, en ese momento, la única solución que nosotros encontramos fue salirnos del país. Ahora hay muchos músicos que son sumamente buenos y están saliendo de México; mi generación, especialmente, se está volviendo muchísimo más competitiva de lo que fue cuando yo era niña. Creo que es una buena opción salir del país. Pero también podría decir eso de cualquier otro país. A nivel musical es importante enfrentarse a la falta de la propia cultura para poder aprender de otras. Creo que musicalmente eso es algo que me ha hecho bien”.
DETALLES DE LA PIANISTA
Una vocación precoz
A pesar de su juventud, Liebman ha tocado en recintos y festivales de primer nivel. Nació en Guadalajara, Jalisco, en junio de 2002. Comenzó a estudiar a los cinco años y debutó a los ocho, con la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes. Desde entonces ha tocado con más de 20 orquestas nacionales e internacionales, como es el caso de la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ), en 2023. En 2013, Liebman debutó en el Carnegie Hall. Un año después se presentó, por primera vez, en el Palacio de Bellas Artes. En 2018 volvió a ese recinto, pero con la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN). Estuvo en el Festival Cervantino en 2014. Ha ganado competencias internacionales en España y Estados Unidos.
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Jorge Drexler | El Informador
Hace algún tiempo estuvo en la ciudad el cantautor uruguayo Jorge Drexler, se presentó ante un lleno total, en el Teatro Diana, el recinto con más movimiento escénico y musical de Guadalajara y, como bien recuerdo, fue un éxito al corazón. Drexler ha hecho de su carrera algo saboreable, tanto para él como artista como para uno de público u oyente. De alguna manera, de tanto escucharlo a lo largo de muchos años, siento que en una relación de este género, crecemos con él, tanto musicalmente como humanamente. Lo he visto en vivo algún par de veces nada más y me parece cálido, atento, hasta cariñoso por momentos. Recuerda detalles durante su presentación de momentos pasados o de experiencias vividas en Guadalajara y crea una conexión real con nosotros, sus testigos.
Apenas antier celebró el mundo el día de Santa Cecilia, que los músicos tomaron como su día. La música es infinita y de escoger un sentido que no perdería por nada, sería el del oído. Preferiría que la comida no me supiera, y eso que es uno de los más grandes placeres de la vida. O el tacto, aun sabiendo que una caricia puede sanar más de lo que también puedo expresar. Pero es que la música me ha acompañado y en algunas ocasiones me ha hecho sentir emociones que no habría podido evocar o comunicar si no fuera por ésta divina creación. En esta época en la que los juicios sumarios y censuras a tantos artistas por contenido, me pregunto quién es uno para limitar ciertas manifestaciones nos parezcan o no grotescas, groseras, viles.
Yo agradezco haber crecido con un amplio abanico musical y claro, aunque tengo mis dioses del Olimpo favoritos, entre algunos cantantes, me siento muy cómoda en el día a día. Drexler es justamente un buen libro sobre el buró. He vuelto a él cuando me busco cómoda, cuando deseo cantar tranquila y cuando rememoro épocas totalmente pasadas, y me encanto de poderme saber una nueva persona ante la misma canción, del mismo disco, del mismo concierto en vivo. Esta no es ninguna recomendación, es solo una breve reflexión de lo que la música hace de nosotros. Ojalá algunos artistas vivos y otros tantos muertos, pudieran saber lo que uno les debe.
argeliagf@informador.com.mx • @argelinapanyvina
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Tres canciones alternativas para oír
Escuchar música, sea del género que prefieras, será siempre uno de los mayores placeres de la vida. Cierto es que, diversificar los gustos personales, aunque no los acostumbres o ni siquiera te hayas imaginado escucharlos; es una buena excusa para descubrir nuevos géneros y piezas musicales.
Tomando como punto de partida recomendaciones de música de jazz transmitidas por Jalisco Radio, tal vez alguna de estas piezas, sea de tu interés.
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De la mano de la banda estadounidense formada en Detroit, The Temptations, considerado como uno de los grupos musicales más exitosos en la historia de la música en Estados Unidos; incluye en su repertorio una variedad de géneros tales como el R&B —Rhythm and Blues, originado a partir del blues y el jazz—; doo-wop —estilo vocal que une los géneros rhythm and blues y góspel—; funk —surgido en la década de los 60’—; disco y soul.
“My Girl” , es una canción de soul compuesta por Smokey Robinson y Ronald White, miembros de The Miracles, para ser interpretada por el grupo The Temptations; fue lanzada en 1964 por la compañía discográfica Motown Records.
Guitarrista de jazz de origen croata, Damir Kukuruzović, fue uno de los más representativos artistas del jazz gitano o, por su término en inglés; gypsy jazz.
“David” es una pieza instrumental ecléctica que mezcla sones de guitarra, violín, cello, entre otros instrumentos. De ritmo ágil y despierto, pertenece al álbum “Green Hill Gipsy Swing”.
Seguimos sin soltar la cuerda del jazz gitano, porque el grupo francés, Latché Swing, compuesto por las dos guitarras principales, el bajo y saxofones recrean y revisitan el repertorio de Django Reinhardt, de Stéphane Grappelli y de Horace Silver.
Con un sonido enérgico, un fraseo puro y aireado, ritmos acelerados y melodías extravagantes, el cuarteto originario de Rouen, Francia, desboca en su música todo el swing jazzístico —estilo nacido en Estados Unidos a finales de los años 20, el cual utiliza instrumentos como piano, contrabajo y batería; trompetas y trombones; saxofones y clarinetes—.
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