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La historia de “Cast No Shadow” de Oasis y la curiosa dedicatoria a Richard Ashcroft
Lo que necesitas saber:
“Cast No Shadow” es un rolón de Oasis que tiene una historia bastante interesante que involucra a Richard Ashcroft y Noel Gallagher.
Cuando pensamos en la época del britpop es probable que lo primero que se nos viene a la cabeza sea la intensa rivalidad de Oasis y Blur. Sin embargo, el ambiente entre las bandas no era tan hostil como se pensaba y los Gallagher tampoco andaban buscando pelea con todo el mundo. Al contrario, al menos con The Verve y Richard Ashcroft traían buena onda.
La historia entre los Gallagher y la agrupación de Wigan inició a principios de los 90. En particular, todo comenzó en 1993, cuando Ashcroft y compañía (que en ese momento se llamaban simplemente Verve) fueron teloneros de la banda de Manchester. A partir de ahí, se hicieron amigos y casi mano a mano fueron despegando en el Reino Unido.
Para su álbum debut, A Storm in Heaven, The Verve eran reconocidos por entrarle a géneros que iban bajando de popularidad en ese entonces, como el shoegaze y la neo-psicodelia. Sin embargo, tal como sucedió con otras bandas de su generación, cambiaron de camino musical cuando Oasis lanzó Definitely Maybe. A partir de ahí, decidieron clavarse más
En 1995, The Verve estrenó A Northern Soul, el cual contó con la producción de Owen Morris (quien trabajó en el primer disco de la banda de Manchester) y contó con la participación del mismísimo Liam Gallagher, quien grabó aplausos en “History”. Sin embargo, a pesar del cierto éxito que tuvo el álbum, muchos pensaron que los de Wigan no habían alcanzado su potencial, entre ellos Noel Gallagher.
“Cast No Shadow”, una de las rolas infravaloradas de Oasis
Ese mismo año, Oasis estrenó su segundo material discográfico, (What’s the Story) Morning Glory?, uno de los álbumes más exitosos e importantes no solo del britpop, sino de toda la década. Y sí, quizá todos recordemos este discazo por himnos como “Wonderwall”, “Don’t Look Back in Anger” o “Champagne Supernova”. Pero hay otras rolas infravaloradas que también son geniales, entre ellas “Cast No Shadow”.
Originalmente se esperaba que esta canción –la última que se terminó para el disco– fuera un lado B, pero todo cambió cuando resultó ser mejor de lo esperado. Noel Gallagher en un inicio quería que la canción sonara como
Pink Floyd, particularmente a “Wish You Were Here”. Sin embargo, se convirtió en una balada con tintes de blues melancólica, oscura y épica.
En “tiempo extra” la acabaron y la grabaron para incluirla en su segundo álbum, aunque pocos sabían el trasfondo de esta rola. Noel reveló que escribió “Cast No Shadow” mientras viajaba en tren de regreso a los Rockfield Studios en Gales, donde estaban grabando (What’s the Story) Morning Glory? y en su momento, declaró que era la mejor letra que había escrito.
Y es que no es para menos, si para componer esta canción, el mayor de los Gallagher se inspiró en un amigo muy especial: ni más ni menos que Richard Ashcroft, vocalista y líder de The Verve. En particular, Noel compuso la letra basándose en los problemas que tenía el frontman de la banda de Wigan para decir lo que piensa.
Noel Gallagher se inspiró en Richard Ashcroft y en sí mismo para componer esta letra
En entrevista para la revista Select, Noel Gallagher habló sobre el significado de “Cast No Shadow” y explicó lo que sentía por Ashcroft:
“Siempre me pareció que (Richard) no estaba muy contento con lo que pasaba a su alrededor, casi que se esforzaba demasiado. Por eso dice: ‘Estaba atado por el peso de todas las palabras que intentaba decir’. Siempre sentí que nació en el lugar equivocado, en el lugar equivocado, y siempre intentaba decir las cosas correctas, pero le salían mal”.
Aunque Noel confirmó que compuso esta canción pensando en Richard Ashcroft, bajita la mano tomó como referencia al cantante de The Verve para también hablar de sí mismo, pues sentía que estaba en la misma situación. Esto fue lo que dijo al respecto para la revista GQ en 1996.
“Estaba atado por el peso de todas las palabras que intentaba decir’; ese soy yo. No soy Morrissey, no soy Bob Dylan, no soy Brett Anderson. Son mejores letristas de lo que yo seré jamás”.
Más adelante, Noel Gallagher declaró que cuando le puso “Cast No Shadow” a Richard Ashcroft, el vocalista de la banda de Wigan casi se pone a llorar. Sin embargo, también concluyó que la rola habla de todos sus amigos que estaban en grupos: “Estamos atados por el peso de todas las palabras que tenemos que decir. Siempre estamos buscando más”.
Por supuesto que Ashcroft también sobre esta canción de Oasis, pues declaró que se sentía honrado cuando se enteró que Noel se inspiró en el para escribir la letra. Sin embargo, Richard entendía si la frase “cast no shadow” (que en español se traduce como “no proyecta sombra”) se refería a su aspecto físico o una metáfora.
“Creo que Brian (Cannon, el diseñador), que hace las portadas, me lo contó. Creo que también es una de las mejores canciones que ha escrito (Noel Gallagher). Es un gran honor ser parte de eso y luego, cuando el álbum explotó de esa manera, fue genial. Estaba realmente entusiasmado. Creo que fue casi una idea de último momento (para Noel), pero había tantos chistes en ese momento porque estaba muy delgado: ‘¿Es porque es tan delgado que no proyecta sombra? ¿De eso se trata?’. Le dije: ‘¿Soy un vampiro? ¿Qué estás tratando de decir, hombre?’”.
La rivalidad entre el vocalista de The Verve y el mayor de los Gallagher
Luego del lanzamiento del segundo álbum de Oasis, Noel siguió alabando a Richard Ashcroft, sobre todo después del estreno de Urban Hymns de The Verve. En 1997, en una entrevista con Steve Lamacq de BBC Radio 1, el mayor de los Gallagher declaró que el frontman de la banda era un verdadero genio y que sus compañeros eran unos grandes músicos.
Sin embargo, sacando a relucir el enorme ego que tienen nuestros hermanitos favoritos, Noel Gallagher mencionó que a raíz de “Cast No Shadow”, y su “rivalidad amistosa” como compositores, Ashcroft explotó su mayor potencial… así como lo leen. A continuación les dejamos sus palabras.
“No escribo canciones sobre muchas personas. He escrito canciones sobre él (Liam), he escrito canciones sobre mi madre, he escrito canciones sobre mi esposa, he escrito canciones sobre Richard Ashcroft. Ese hombre es un genio y te digo una cosa, hombre, él no lo está haciendo por sí mismo, lo está haciendo por mí. Él tiene que ser un mejor compositor que yo y, a cambio, yo tengo que escribir mejores canciones que él. De eso se trata. La gente va a seguir hablando de The Verve y Oasis, pero nos conocemos desde hace tanto, desde Manchester y Wigan, que nunca podrán tocar el vínculo y la amistad que tenemos“.
Sin embargo, ese vínculo y amistad que tenían estos artistazos británicos de los 90 se rompió años después. En 2018, dentro del podcast Sodajerker, Noel sobre los artistas que usaban equipos de composición y afirmó que le ofendía que los cantautores no escribieran sus rolas por sí mismos. Y entre ellos salió embarrado Richard Ascroft, a quien supuestamente consideraba su amigo.
“Si rascas la superficie de cualquier artista solista en Reino Unido, todos tienen un equipo de compositores detrás de ellos aparte de mí, Paul Weller y Johnny Marr; me cuesta pensar en alguien más. Richard Ashcroft, nuestro chico (refiriéndose a Liam Gallagher), hasta el mismísimo Ed Sheeran y el pequeño de One Direction (Harry Styles)… todos tienen un ejército de compositores detrás de ellos. Creo que es bueno que, como artista solista, esto venga de ti”.
Este comentario no le hizo gracia a Ashcroft, quien usó su cuenta de Twitter (o X, pues), para contestarle a Noel. Richard simplemente escribió lo siguiente: “¿No escribo mis propias canciones? ¿Quieres calificar eso NG?”. Por supuesto que esto sacó de onda a muchos, pues consideraban que el mayor de los Gallagher llevaba una buena relación con el frontman de The Verve.
Sin embargo, hay que recordar que en aquella época, Richard Ascroft tenía una buena relación con Liam Gallagher, así que probablemente esa fue una de las razones por las que Noel le tiró a quien consideraba su amigo. La bronca siguió en redes sociales, pues el vocalista de Oasis le respondió a su hermano, diciéndole que Richard “se orinaba” en él”… no es broma.
Después de toda esta pelea, parece que Richard Ashcroft otra vez está en buenos términos con Noel Gallagher. Lo decimos porque el exfrontman de The Verve será uno de los artistas que abrirán las fechas de la reunión de Oasis en Reino Unido. Así que todo indica que luego de unas cuantas declaraciones desagradables, por fin hicieron las paces. ¿Será que nos sorprendan cantando juntos “Cast No Shadow” en alguno de los conciertos?
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Daniela Liebman: “Hoy trato de escucharme a mí misma”
Para Daniela Liebman (2002, Guadalajara) este es el último año en el conservatorio Juilliard en Nueva York, una de las instituciones más prestigiosas del mundo. De cierta manera, la última etapa de su formación allí marca otro punto de partida en una carrera profesional que empezó hace 14 años.
Su padre, violinista, previó lo competitivo que puede ser el mundo de la música y buscó todas las vías de impulso para Daniela. Hoy, en el horizonte, le entusiasman sus primeros conciertos profesionales en Europa, donde interpretará a Philip Glass (Hamburgo, Berlín y Colonia; fecha por confirmar); y viene justo de un triunfo que también involucra a Glass: este año fue seleccionada para tocar sus Estudios completos en el Lincoln Center. Ahora se prepara para sendos recitales en la Universidad Duke, en Carolina del Norte y la temporada 2024-2025 del festival de piano Gilmore (”un sueño de infancia”, dice). Pero, tras este camino hacia la proyección internacional, hay un proceso particular: el tránsito de una carrera precoz hacia la madurez artística y la búsqueda de la propia identidad.
—¿Cómo influyó tu familia en tu carrera?
—Ellos no tenían planeado que la vocación de ser músico fuera algo que yo iba a hacer profesionalmente. Mi papá, sabiendo que el mundo de la música clásica es especialmente competitivo, quiso darme un instrumento a una edad temprana, en la que me iba a convencer. Él practicaba conmigo todos los días. Era una gran dedicación al piano, a los cinco años hay niños que lo pueden hacer solos, y muchos que no. Yo era uno de los que no podía hacerlo sola. Me distraía mucho, quería ir a jugar.
Me gustaba la música, pero a esa edad es mucho de concentrarte y permanecer ahí sentada una hora al día. Entonces, él me ayudó muchísimo. Mi mamá también. Básicamente con lo que sea que no tenía que ver con la música. Me llevaban a estudiar a Colima. Dos horas y media era el viaje para estudiar ahí. De regreso, otras dos horas y media. Todas las semanas lo hacían. Me llevaban a competencias y conciertos. Estudiaban conmigo. Era bastante especial lo que ellos hacían por mí.
En la cultura del continente americano es algo que no se suele ver mucho, especialmente en México, porque la música clásica no es típicamente popular. Entonces, no tenía amigos cuyos papás hicieran algo así por ellos. Pero también porque la cultura de la música clásica estaba muy bien definida en mi familia.
—Ya hiciste un álbum, ¿preparas otro?
—Sí, estoy preparando otro. Creo que tendrá los Estudios de Philip Glass. Aún estoy decidiendo qué ponerle. Quizá también incluya el Impromptu de Alfredo Carrasco y algo de Debussy. Ya hice la grabación en físico y se está produciendo. Entonces, no sé exactamente cuánto tiempo vaya a tomar ese proceso.
—¿Ser compositora se vislumbra en tu futuro?
—Sí, pero creo que cada vez más y más estoy viendo que la gente está quitando las barreras entre un título y otro. Espero, tal vez, en el futuro componer algo. Creo que el mundo está reconociendo más a los profesionistas, no como pianistas o violinistas, sino como artistas, en general, que pueden producir música de más de una manera.
Me interesa mucho explorar otras opciones musicales. Me veo viviendo de eso en el futuro. Espero seguir en la misma ruta. Esa es mi única meta. No tiene que ver tanto con la carrera, sino con dónde quiero estar musicalmente.
—¿Cómo ha sido el tránsito de tu carrera precoz hacia la madurez?
—Es un descubrimiento. De chica me decía a mí misma que una vez que llegara a una edad adulta estaría más formada, tocando en varios sitios. Mientras más pasan los años, me doy cuenta de que, para mí, ser adulto es llegar a un proceso infinito donde estás tratando de procesar quién eres. Solía ver la adolescencia como investigar quién eres. Pero ser un músico maduro significa que se está constantemente en un proceso de evolución. Incluso lo he notado con mis artistas favoritos de piano. Los más viejos o que ya murieron tienen grabaciones de juventud, a mi edad, tocando increíble… Y 10, 20 o 30 años después tocaban de una forma diferente.
He tratado de enfocarme menos en tocar de una manera que mis maestros me han enseñado que está bien y he tratado más de notar si lo que ellos me han dicho que suena bien es algo que no me gusta o que sí funciona, pero no me representa como artista. Admiro y respeto mucho a todos los maestros con los que he estudiado, pero ellos tienen sus propias personalidades y yo soy una persona diferente. Cuando eres estudiante y niño aprendes a hacer todo bien y ellos te dicen lo que está bien. Creo que muchos músicos que empiezan a edad temprana suelen escuchar el título de prodigio. Pero todavía no se tiene la experiencia y el tiempo para saber qué estilo de música o qué estilo es el que más le gusta a uno. ¿Cuál es tu propia voz? No es una pregunta que realmente uno se hace a los 13 años o incluso a los 18. Ahora estoy tratando de escucharme a mí misma, de una manera artística y con opiniones fuertes, para sentirme satisfecha de alguna manera con lo que hago. La gente me decía que tocaba bien. Yo misma lo pensé, pero no sentía que lo que hiciera fuera una representación de mi alma o mi identidad emocional.
Busca su propia voz
La joven pianista comparte que el proceso que ha desarrollado para encontrar su propia voz, y que le costó mucho trabajo para encontrar su identidad como persona más allá de su identidad como músico: “Empecé a tocar el piano a los cinco, pero realmente mis papás trataron de meterme a clases a los tres, pero no había lugar en Guadalajara donde me aceptaran a los tres. Entonces formé mi identidad como músico, incluso antes de formar mi identidad como persona. A una edad muy temprana, sólo aceptas tu posición en el mundo, trabajas con lo que tienes. A los 14 años, tal vez, empecé a tener una confusión frente a las cosas de mi vida que no me gustaban. Estaba muy aislada. Fue una decisión que tomé, el salir de la escuela y empezar con el programa de homeschool para tener más oportunidades de viajar, dar conciertos y hacer competencias. Esa decisión la tomé yo. Mis papás nunca me dijeron que tenía que hacer algo, siempre me preguntaban, pero yo, a los 10 u 11 años no iba a entender las repercusiones de una decisión así”.
Sobre los sucesos que marcaron el camino de Daniela hacia la madurez, responde que sus padres tomaron las decisiones hasta que ella, lo empezó a hacer. La primera decisión grande que tomó en su vida, para su carrera, fue como a los 11. “Y luego fue irme a estudiar a Texas. Ellos siempre me dijeron que la opción era mía. Otro momento de madurez fue cuando llegué a Nueva York, a los 19 años. Fue un momento donde me separé de la música y me empecé a frustrar. Nunca he tenido la duda de que la música es lo que más me gusta hacer. Por no tener la duda, tuve la fuerza de seguir adelante con situaciones que no me gustaban. Me empecé a dar cuenta que tener intereses y vida fuera de la música me hacían una persona más saludable. Me faltaba más de eso. Nunca he querido dejar la música, pero no me gustaba la relación que tenía con ella”.
Al cuestionarla sobre cómo logró enfrentar ese momento, Daniela comparte que le tocó estar en una generación donde la mayoría de sus amigos van a terapia, “es algo que está bastante normalizado”, indicó.
Agregó que dicha decisión la hizo sentir feliz: “Escuchar experiencias de otros chicos de mi edad, que también se dedican a esto y tienen vidas propias, modelos diferentes de vida, fue algo que me abrió los ojos porque en México no conocía a mucha gente que estuviera viviendo lo mismo que yo; en Texas tampoco. Al llegar a Nueva York, conocí a cientos de chicos de mi edad que estaban en el mismo ámbito. El problema fue más bien que sí quiero dedicarme a la música, lo quería hacer y la situación era difícil para mí. No me daba cuenta que, en realidad, lo que me estaba costando trabajo no era la música, sino la falta de comunidad”.
¿El éxito está fuera de México?
Finalmente, al preguntarle si ¿cree que es necesario salir del país para lograr el éxito? Daniela explicó que por lo general, Estados Unidos tiene una comunidad mucho más grande que México para la música clásica.
Indicó que en Nueva York, en Juilliard, “hay un programa para niños y adolescentes, básicamente diseñado para definir si quieren estudiar a nivel profesional. En Guadalajara eso no existía y en la Ciudad de México tal vez hay algunos programas. Realmente, en ese momento, la única solución que nosotros encontramos fue salirnos del país. Ahora hay muchos músicos que son sumamente buenos y están saliendo de México; mi generación, especialmente, se está volviendo muchísimo más competitiva de lo que fue cuando yo era niña. Creo que es una buena opción salir del país. Pero también podría decir eso de cualquier otro país. A nivel musical es importante enfrentarse a la falta de la propia cultura para poder aprender de otras. Creo que musicalmente eso es algo que me ha hecho bien”.
DETALLES DE LA PIANISTA
Una vocación precoz
A pesar de su juventud, Liebman ha tocado en recintos y festivales de primer nivel. Nació en Guadalajara, Jalisco, en junio de 2002. Comenzó a estudiar a los cinco años y debutó a los ocho, con la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes. Desde entonces ha tocado con más de 20 orquestas nacionales e internacionales, como es el caso de la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ), en 2023. En 2013, Liebman debutó en el Carnegie Hall. Un año después se presentó, por primera vez, en el Palacio de Bellas Artes. En 2018 volvió a ese recinto, pero con la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN). Estuvo en el Festival Cervantino en 2014. Ha ganado competencias internacionales en España y Estados Unidos.
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Jorge Drexler | El Informador
Hace algún tiempo estuvo en la ciudad el cantautor uruguayo Jorge Drexler, se presentó ante un lleno total, en el Teatro Diana, el recinto con más movimiento escénico y musical de Guadalajara y, como bien recuerdo, fue un éxito al corazón. Drexler ha hecho de su carrera algo saboreable, tanto para él como artista como para uno de público u oyente. De alguna manera, de tanto escucharlo a lo largo de muchos años, siento que en una relación de este género, crecemos con él, tanto musicalmente como humanamente. Lo he visto en vivo algún par de veces nada más y me parece cálido, atento, hasta cariñoso por momentos. Recuerda detalles durante su presentación de momentos pasados o de experiencias vividas en Guadalajara y crea una conexión real con nosotros, sus testigos.
Apenas antier celebró el mundo el día de Santa Cecilia, que los músicos tomaron como su día. La música es infinita y de escoger un sentido que no perdería por nada, sería el del oído. Preferiría que la comida no me supiera, y eso que es uno de los más grandes placeres de la vida. O el tacto, aun sabiendo que una caricia puede sanar más de lo que también puedo expresar. Pero es que la música me ha acompañado y en algunas ocasiones me ha hecho sentir emociones que no habría podido evocar o comunicar si no fuera por ésta divina creación. En esta época en la que los juicios sumarios y censuras a tantos artistas por contenido, me pregunto quién es uno para limitar ciertas manifestaciones nos parezcan o no grotescas, groseras, viles.
Yo agradezco haber crecido con un amplio abanico musical y claro, aunque tengo mis dioses del Olimpo favoritos, entre algunos cantantes, me siento muy cómoda en el día a día. Drexler es justamente un buen libro sobre el buró. He vuelto a él cuando me busco cómoda, cuando deseo cantar tranquila y cuando rememoro épocas totalmente pasadas, y me encanto de poderme saber una nueva persona ante la misma canción, del mismo disco, del mismo concierto en vivo. Esta no es ninguna recomendación, es solo una breve reflexión de lo que la música hace de nosotros. Ojalá algunos artistas vivos y otros tantos muertos, pudieran saber lo que uno les debe.
argeliagf@informador.com.mx • @argelinapanyvina
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Tres canciones alternativas para oír
Escuchar música, sea del género que prefieras, será siempre uno de los mayores placeres de la vida. Cierto es que, diversificar los gustos personales, aunque no los acostumbres o ni siquiera te hayas imaginado escucharlos; es una buena excusa para descubrir nuevos géneros y piezas musicales.
Tomando como punto de partida recomendaciones de música de jazz transmitidas por Jalisco Radio, tal vez alguna de estas piezas, sea de tu interés.
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De la mano de la banda estadounidense formada en Detroit, The Temptations, considerado como uno de los grupos musicales más exitosos en la historia de la música en Estados Unidos; incluye en su repertorio una variedad de géneros tales como el R&B —Rhythm and Blues, originado a partir del blues y el jazz—; doo-wop —estilo vocal que une los géneros rhythm and blues y góspel—; funk —surgido en la década de los 60’—; disco y soul.
“My Girl” , es una canción de soul compuesta por Smokey Robinson y Ronald White, miembros de The Miracles, para ser interpretada por el grupo The Temptations; fue lanzada en 1964 por la compañía discográfica Motown Records.
Guitarrista de jazz de origen croata, Damir Kukuruzović, fue uno de los más representativos artistas del jazz gitano o, por su término en inglés; gypsy jazz.
“David” es una pieza instrumental ecléctica que mezcla sones de guitarra, violín, cello, entre otros instrumentos. De ritmo ágil y despierto, pertenece al álbum “Green Hill Gipsy Swing”.
Seguimos sin soltar la cuerda del jazz gitano, porque el grupo francés, Latché Swing, compuesto por las dos guitarras principales, el bajo y saxofones recrean y revisitan el repertorio de Django Reinhardt, de Stéphane Grappelli y de Horace Silver.
Con un sonido enérgico, un fraseo puro y aireado, ritmos acelerados y melodías extravagantes, el cuarteto originario de Rouen, Francia, desboca en su música todo el swing jazzístico —estilo nacido en Estados Unidos a finales de los años 20, el cual utiliza instrumentos como piano, contrabajo y batería; trompetas y trombones; saxofones y clarinetes—.
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