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ha vivido un encontronazo entre un caza ruso y un F-16 de EEUU
El vídeo dura solo 15 segundos, pero pone los pelos de punta. Hace una semana, frente a la costa de Alaska, un avión de combate F-16 de la Air Force y un caza ruso Su-35 protagonizaron un incidente captado por la cámara de la primera nave que, si bien se quedó en un susto, pudo derivar en una auténtica tragedia. El motivo: el piloto del Kremlin realizó una maniobra temeraria a escasos metros de la nave estadounidense. “Puso en peligro a todos”, advierten desde Washington.
El incidente podría quedarse en poco más que eso, un simple encontronazo con reminiscencias a lo ‘Top Gun’ en el Pacífico Norte, si no fuera por el contexto. Llega en pleno aumento de actividad militar en la zona… y con la escalada de la tensión internacional por la guerra de Ucrania y Oriente Próximo como telón de fondo.
Un encuentro de altura. El suceso ocurrió el lunes 23, frente a la costa de Alaska. Una aeronave F-16 de la Air Force asignada al NORAD, el Comando de Defensa Aeroespacial de América del Norte, volaba en una misión rutinaria tras identificar aviones rusos cuando se convirtió en inesperado protagonista de una escena digna de ‘Top Gun’. Mientras seguía a un bombardero Tu-95 ruso, el piloto estadounidense vio cómo un caza Su-35, también bajo las órdenes del Kremlin, se cruzaba con rapidez en su camino. En cuestión de segundos el Su-35 pasó ante el morro del F-16, a escasa distancia, en una maniobra conocida como headbutt.
No hace falta imaginarse la secuencia. La nave de EEUU llevaba a bordo una cámara que captó lo ocurrido en detalle. El vídeo, de 15 segundos, acabó colgado en la cuenta oficial del NORAD en X junto a varias fotos del suceso. Es interesante porque además de mostrarnos la maniobra del Su-35, la grabación captó los gritos de asombro del piloto estadounidense y el cabeceo de su avión el headbutt.
“Puso en peligro a todos”. Maniobras más o menos temerarias como el headbutt del caza ruso no son una novedad. En aviación militar llevan haciéndose décadas y eran relativamente frecuentes durante la Guerra Fría, como recuerda la web especializada en defensa The War Zone. Si el suceso protagonizado por el F-16 estadounidense y el Su-35 ruso se ha convertido en noticia, captando el interés de medios generalistas como la CBS News o la agencia Associated Press, es porque EEUU se ha quejado públicamente de lo ocurrido. Y con contundencia.
El lunes el NORAD publicó un breve comunicado en X explicando cómo el día 23 uno de sus aviones había interceptado una aeronave militar rusa “de forma segura y disciplinada” cuando de repente vio cómo un Su-35 le pasaba a solo unos metros. “Su conducta fue insegura, poco profesional y puso en peligro a todos, algo que no se ve en una fuerza aérea profesional”, recalcó el general Gregory Guillot. Y como una imagen vale más que mil palabras, el tuit se acompaña de un vídeo.
¿Dónde ocurrió? El incidente ocurrió frente a la costa de Alaska, precisa Air & Space Forces Magazine, el boletín de la Air & Space Forces Association. Eso sí, en una región muy concreta. Los aviones rusos operaban en la conocida como Zona de Identificación de Defensa Aérea (ADIZ) de Alaska, un espacio vigilado. Así lo ha reconocido el propio NORAD, que el lunes 23 de septiembre ya informó de que había detectado y rastreado cuatro aeronaves del Kremlin en ese punto.
El detalle no es menor porque la ADIZ, como indica su nombre, es un área de “identificación” para la defensa. Abarca el espacio aéreo que rodea a EEUU y Canadá, pero desde NORAD admiten que ya no es su espacio soberano.
“Rápida identificación”. “Una ADIZ empieza donde termina el espacio aéreo soberano y es un tramo definido de espacio internacional que requiere la rápida identificación de todas las aeronaves en interés de la seguridad nacional”, explica el NORAD. Para su control dispone de una red de defensa, con satélites, radares y aviones que le permiten rastrear otras naves, que fue lo que ocurrió el lunes 23.
El organismo asume que el avión ruso se quedó en el espacio aéreo internacional, sin llegar a pasar a la superficie soberana bajo el control de EEUU y Canadá.
Importa el qué, el dónde… y desde luego el cuándo. Aunque el primer comunicado del NORAD explica que la “actividad rusa” en la ADIZ de Alaska es relativamente regular y “no se considera una amenaza”, su tuit de hace dos días sube el tono y reprocha al piloto del Su-35 su actitud. Su mensaje y las reacciones que ha suscitado —un senador estadounidense miembro del Comité de Servicios Armados ha abogado por aumentar la presencia militar de Estados Unidos en Alaska y el Ártico— se entienden mejor si se tiene en cuenta el contexto.
Y el contexto está marcado por dos grandes factores. El primero es la actividad militar en la región. Air & Space Forces asegura que a lo largo de septiembre los aviones rusos accedieron a la ADIZ de Alaska en al menos cuatro ocasiones y el día 23 se rastrearon cuatro aeronaves a las órdenes del Kremlin. Es más, citando al propio NORAD, al CBS revela que la frecuencia de las incursiones de los aviones rusos ha aumentado. En 2023 se anotaron 26 casos; en lo que va de 2024, 25.
¿Hay más? Sí. El ejército de EEUU también ha prestado atención a la zona recientemente. Hace poco desplegó 130 soldados con lanzacohetes móviles en una isla remota cadena de las Islas Aleutianas, en el oeste de Alaska. Poco antes ocho aviones militares y cuatro buques de guerra rusos, incluidos un par de submarinos, se habían aproximado durante un ejercicio militar conjunto del Kremlin y China.
El segundo factor clave para entender el contexto es la escalada de tensión internacional. Primero por la invasión rusa de Ucrania, que supera ya los dos años y medio y motivó importantes sanciones de Occidente a Rusia. El segundo, mucho más reciente, la conflictividad en Oriente Próximo, donde a la guerra en Gaza se suma ahora la incursión de Israel en el sur del Líbano y el movimiento de Irán, que acaba de lanzar casi 200 misiles a Israel. Netanyahu ya ha anunciado represalias.
Imágenes | NORAD (X)
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La comida sabe muy diferente en el espacio. El motivo es más intrigante de lo que parece: el confinamiento
Suele decirse que la comida sabe distinto (peor) en los aviones. Esto se debe a factores como los menores niveles de humedad y presión que se dan en las cabinas de los aviones. Si esto es cierto para los aviones, cabe imaginar que también puede serlo para la exploración espacial.
Un estudio culinario. Ahora un nuevo estudio ha analizado los determinantes de los cambios en el gusto que perciben los astronautas cuando se alimentan en el espacio, para dar con un nuevo factor: el confinamiento. El equipo observó que los espacios confinados como las naves espaciales intensifican los aromas, afectando así a la experiencia culinaria.
Una comparación no tan sencilla. Si sabemos que la comida de avión sabe distinta la que consumimos a ras de suelo es por dos motivos: primero: volar se ha convertido en algo más o menos asequible, por lo que mucha gente ha podido probar los alimentos servidos en pleno vuelo. El otro motivo es que los platos que podemos consumir en los aviones no distan mucho de los que encontramos en otros contextos.
Sin embargo, conocer cómo reacciona nuestro sentido del gusto en el espacio es algo más complicado: primero porque menos gente ha viajado al espacio: menos de un millar de seres humanos ha cruzado la última frontera en los casi 65 años desde el viaje de Yuri Gagarin. En segundo lugar, porque los viajes espaciales implican la necesidad de adaptar algunos alimentos para su consumo en “gravedad cero”.
Experiencia inmersiva. El experimento contó con 44 participantes a los que sometió a una “cata” en dos contextos distintos. El primero, explica el equipo responsable del estudio, los participantes se sentaron en sillas reclinadas que simulaban la pistura de los astronautas en microgravedad. En un segundo la inmersión es virtual: una sumulación del “entorno confinado” de la Estación Espacial Internacional (ISS).
Los participantes fueron expuestos a una serie de aromas: vainilla, almendra, limón, eucalipto o vinagre, entre otros. Los detalles de experimento fueron publicados en un artículo para la revista Food Research International.
La importancia del ambiente. En el artículo también se describen los resultados del estudio. El equipo observó que los participantes tendían a percibir los aromas de forma más intensa cuando se encontraban en el escenario de realidad virtual (VR), en comparación con el escenario que simulaba microgravedad. Encontraron una excepción en el aroma del té de limón o citronela, aroma que era percibido con menor intensidad en la simulación de realidad virtual.
Misiones más llevaderas. Este no es el primer experimento realizado por el equipo responsable del estudio y su intención es que tampoco sea el último. Existe aún un importante margen de mejora a la hora de replicar las condiciones a las que se ven expuestos los astronautas.
Este tipo de estudios debería servir para comprender mejor los mecanismos que imperan cuando consumimos alimentos en contextos que no son habituales. Esto va más allá del espacio: puede aplicarse a contextos de aislamiento o confinamiento asimismo.
“Nuestros hallazgos sugieren que una simulación utilizando VR y la postura de microgravedad pueden ayudar en el entrenamiento de los astronautas para adaptarse psicológicamente a los espacios de alimentación confinados y remotos, y a personalizar las experiencias culinarias para estos, así como para individuos confinados en la Tierra, para mejorar su bienestar,” explicaba en una nota de prensa Lisa Newman, miembro del equipo responsable del estudio.
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Kevin Spacey no sale en los créditos de ‘Seven’ por dos motivos, pero solo uno tiene que ver con la calidad de la película
‘Seven‘ está ya considerada un clásico absoluto. Su estética y su planteamiento argumental se extendió como una plaga en toda la segunda mitad de los noventa y principios de los dosmiles, catapultando al estrellato definitivo no solo a Brad Pitt, Morgan Freeman y Kevin Spacey, sino también a su director, David Fincher. Su rodaje está lleno de anécdotas jugosas, y un examen de sus hallazgos visuales ya demuestra que Fincher era un maestro de la imagen aún en estos momentos tan tempranos de su carrera. Por cierto, la puedes revisar en Netflix, Movistar Plus+ y Filmin.
La película cuenta cómo un par de detectives se enfrentan, en una oscura y lluviosa ciudad, a un misterioso asesino que está llevando a cabo una serie de crímenes rituales inspirados en los pecados capitales. Su identidad no será desvelada hasta el final, rematado por un giro argumental que aún hoy sigue impactando por sus tenebrosas implicaciones. En días previos a internet, cuando aún no estábamos a merced de las avalanchas de spoilers, aquel final marcó a una generación, como también lo hizo la identidad de Kevin Spacey.
Para salvaguardar la sorpresa, y en contra de los deseos de los productores, que obviamente pretendían que en el cartel brillaran cuantas más estrellas mejor, Kevin Spacey pidió no aparecer en los legendarios créditos iniciales del film. Los productores de la película accedieron a regañadientes, en un rodaje que ya se estaba crispando porque Pitt, Freeman y Spacey se negaron a rodar un final que no era el guionizado, en el que los protagonistas salvaban al personaje de Gwyneth Paltrow de las garras de John Doe.
Pero Spacey tenía otra razón, esta mucho más mundana, para negarse a aparecer en los créditos iniciales y el cartel, tal y como reconoció más adelante: si estaba ausente del marketing, no tendría que acudir a las entrevistas, ruedas de prensa, premieres y presentaciones de la película. Un auténtico chollo que en absoluto impidió que se convirtiera en uno de los actores más famosos de Hollywood, antes de su posterior caída en desgracia y cancelación efectiva.
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Tesla tiene un equipo de teleoperación para sus robotaxis y robots humanoides. Y está buscando talento para ampliarlo
Tesla está ampliando su equipo de teleoperación para sus robotaxis y robots humanoides. La información proviene de una oferta de empleo donde la compañía señala que está buscando un ingeniero de software que lidere el desarrollo de la aplicación de realidad virtual que utilizan los operadores remotos.
El anuncio laboral ofrece otros datos que nos permiten vislumbrar hacia donde apunta el fabricante de vehículos eléctricos. Se trata de información interesante que llega después del evento ‘We, Robot’ donde la firma mostró varias unidades de Optimus y Cybercab, pero no estaba claro si realmente se movían de manera autónoma.
Un equipo de teleoperación en Tesla
Cuando en octubre vimos a la última versión del robot humanoide de Tesla sirviendo bebidas en un bar y bailando al ritmo de la música pensábamos que estábamos viendo el futuro. Más tarde nos enteramos que aquella “magia” había sido posible gracias a lo que la propia compañía denominó como asistencia humana.
La razón para no desplegar robots completamente autónomos entre la multitud parece ser evidente: este tipo de tecnología todavía necesita madurar. El objetivo de Tesla, no obstante, es que tanto este producto como su robotaxi funcionen de manera autónoma, aunque la teleoperación es muy importante.
En la oferta de empleo explican que existirán escenarios en los que los operadores deberán conectarse a sus coches y robots. “Nuestros operadores remotos son transportados al mundo del dispositivo utilizando una plataforma de realidad virtual de última generación que les permite realizar tareas complejas”, señalan.
Tendremos que esperar para saber qué tan presente estarán los operadores en los productos completamente autónomos de Tesla. Mientras tanto podemos ver lo que sucede con otros actores de esta industria. Cruise, una de las compañías que tiene un servicio de robotaxis en la actualidad, utiliza teleoperadores a menudo.
Según confirmó su CEO, Kyle Vogt, personal de la empresa se conecta a los vehículos en caso de maniobras muy complejas. Además, los teleoperadores también pueden tomar el control del coche en controles policiales. De momento, la tecnología autónoma no es tan autónoma como muchos creen. Aunque esto debería cambiar con el tiempo.
Como dato curioso, Tesla ofrece un salario de entre 120.000 y 318.00 dólares anuales, más un paquete de compensación, acciones y beneficios para su futuro ingeniero de software especializado en C++. Si estás interesado en apuntarte, se trata de un puesto de trabajo a jornada completa en Palo Alto, California.
Imágenes | Tesla
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