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“Un fantasma es una compañía invisible”: Entrevista a Lois Patiño, director de Luna Roja

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Un monstruo acecha Costa da Morte. Ya dejó más de cuarenta cadáveres que el Rubio ha rescatado del mar antes de desaparecer también él entre sus fauces. El paisaje es testigo de cómo el pueblo, paralizado bajo el hechizo de la Luna Roja, lamenta su ausencia y se encomienda a tres meigas (brujas de la tradición gallega) para traerlo de vuelta.

Alimentada por los mitos y leyendas de Galicia, así como por las vivencias de sus habitantes –que también protagonizan–, Luna roja (Lúa Vermella) es una enigmática cinta de horror contada a través de susurros, como un poema espectral en el que los mitos se fusionan con la realidad. “Esta película también, en parte, era para proteger estas leyendas y darlas a conocer”, nos dice el director Lois Patiño en entrevista para Cine PREMIERE.

¿Cine fantástico? ¿Documental? La película es más bien una ficción que se cimienta no sólo en experiencias reales, sino en la manera particular en la que un pueblo experimenta la realidad y el horror. “En Costa da Morte, como en toda zona costera y de pescadores, las creencias están más subrayadas. Los pescadores y los marineros tienden a ser supersticiosos […]. Lo que yo hice para esta película fue entrevistar a unas treinta/cuarenta personas de la costa y la verdad, sorprendía que, de las treinta, diez habían visto fantasmas; uno había visto hasta a un fantasma en bicicleta a la luz del día, nos contaba. Pero bueno, la mayoría había visto a familiares, habían visto a su madre muerta, otros habían visto la propia Santa Compaña por la noche [procesión pagana de almas en pena que se retrata en Luna roja]”.

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Luna roja, de Lois Patiño.

Luna roja no muestra a ningún fantasma en bicicleta, pero construye su atmósfera como un coro de lamentos: mientras las meigas recorren las calles nocturnas, un marinero, inmóvil entre varias redes de pescar extendidas a su alrededor, cuenta cómo el cadáver de su hermano se desbarató en sus propios brazos al sacarlo de la costa tras un naufragio de trece días. “El mar es el demonio”, concluye el hombre.

Sobre la naturaleza de diálogos como este, Patiño nos deja saber que se consolidaron en el proceso de edición. “El proceso de esta película es singular, en el sentido de que invierto un poco el orden de construcción de las películas: Normalmente escribes el guion, luego grabas, luego montas. En este caso yo tenía simplemente una pequeña sinopsis argumental de lo que sería la película, de unas cuantas líneas. Luego grabé, y luego a la vez que montaba iba escribiendo los diálogos […]. Estos diálogos en parte son transcripciones de las entrevistas que yo hice; […] yo las edito y a veces las paso por este filtro poético, filosófico, que tienen algunos de los monólogos. Es el tono donde me gusta que se ubiquen mis películas: Entre la poesía y la filosofía. Y la pintura, por otro lado”.

Además de tomar líneas de los habitantes y de crear otras desde la ficción, el guion se complementó reproduciendo fragmentos de las entrevistas realizadas por el antropólogo Carmelo Lisón Tolosana, cuyos estudios de campo sobre ritos y experiencias paranormales en la misma zona durante los 70 constituyeron una de las principales fuentes de inspiración de Luna roja. También la obra de Lovecraft trazó el mapa de la película a fin de darle toques terror cósmico y metafísico: «El tono con esta relación con los astros, con el cosmos, que Lovecraft ha tocado mucho. Luego, esta idea de que el narrador de la película sea uno de los habitantes del pueblo que está hablando de este horror desconocido. El punto de vista que adopta muchas veces Lovecraft era parecido a esto, que también es el [tono] que suele ser de las leyendas”.

“Otro referente literario que tenía era Pedro Páramo«, continúa el director, «por esta cuestión de entrar en un limbo donde no sabes si están vivos o están muertos o qué está pasando”.

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Luna roja, de Lois Patiño

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Paisajes de la irrealidad

Tal como sucede en México, país al que por fin llega Luna roja, la cultura gallega experimenta una relación muy estrecha con la muerte. “Los seres más identitarios del universo fantástico gallego pertenecen al mundo de los muertos. Y Galicia, dentro de España, es conocida por tener esa vinculación mayor entre los vivos y los muertos. De hecho, uno de los entrevistados nos decía ‘no, aquí los muertos no se marchan, se quedan con nosotros’. […] En el caso de Galicia, lo que sucede es que durante siglos se ha convivido con un océano al que no se le atribuían límites, un océano misterioso que antes de que apareciera América en el imaginario europeo era el fin del mundo, el Atlántico para el europeo. Y Galicia es el último territorio antes de llegar a ese océano. Entonces, ese “más allá” del océano es [lo] que puede haber causado un horror y que esta convivencia con los muertos sea más estrecha”.

De acuerdo con el cineasta, los paisajes que rodean a una comunidad moldean sus visiones del mundo, de la muerte y de lo fantástico.

“[Con] mi película llegué a esta conclusión, porque claro, no es lo mismo los mitos que pueden emerger del desierto del Sahara o del desierto de Sonora, a los del Golfo, o los de Siberia. La convivencia de un pueblo con un paisaje determinado va a hacer que aflore un imaginario fantástico determinado, que procure dar respuesta a los fenómenos de la naturaleza”.

El paisaje es, precisamente, una de las claves de la obra de Lois Patiño: si bien este es su segundo largometraje (su ópera prima del 2013 justo se tituló Costa da Morte), el director cuenta con una buena cantidad de cortometrajes que exploran la relación del cine con el paisaje pictórico: “Esta búsqueda de fusión entre pintura y cine llevo haciéndola un poco desde que empecé a hacer películas. Ya había encontrado un elemento de extrañamiento frente a lo real a partir del modo de grabar o del modo de colorear la imagen; por ejemplo, en un corto como Noite sin distancia (2015) o en Montaña en sombra (2012), que cierta alteración de la imagen te hacía experimentarla como irreal, aunque fueran imágenes documentales”.

Asimismo, el cineasta hace énfasis en su voluntad por explorar la narrativa tanto como la imagen, no solo al adoptar los mecanismos narrativos sino al tratar de «darles la vuelta». Esta búsqueda de nuevas narrativas permite que Luna roja incorpore a la tradición del cine de terror elementos propios de la antropología y el cine experimental. Por ejemplo, que dentro de la ficción el Rubio de Camelle se interprete a sí mismo. Él de verdad es un buzo local que ha rescatado más de 40 cuerpos de Costa da Morte, una de las zonas con más percances marítimos del mundo.

Esta fatídica característica no sólo la vuelve un escenario de horror, sino que ha sembrado varios cadáveres en el fondo del mar para siempre. Aunque personas como el Rubio ayudan a recuperarlos, innumerables procesos de luto han quedado impedidos por la ausencia de cuerpos a los que darles sepultura. Otra manera, más trágica si cabe, de convertirnos en fantasmas. Esta vertiente es también una de las ideas centrales en Luna roja, un aspecto que calará particularmente en nuestro país, una nación de más de 80 mil desaparecidos.

Sobre estas figuras, los fantasmas, que en la película son representados con la mítica tela blanca erguida como si hubiera un cuerpo debajo, Lois Patiño concluye: “A mí lo que me interesa del fantasma es cómo habita lo invisible. Cómo su presencia está entre nosotros sin nosotros poder verla, pero que ejerce su influencia en el territorio y en el espacio. También por su capacidad de observarnos a nosotros, sin nosotros poder verles. Es un poco lo que siempre me ha interesado del paisaje, de la naturaleza. Yo siempre he sentido a la naturaleza como un lugar habitado, por el hecho de que son seres vivos […], pero también por esa cuestión de la memoria del paisaje, de cómo las experiencias que se acumulan en los lugares, las vidas que han ido poblando el mundo, de alguna manera dejan una cierta estela que permanece, que está presente aunque no la veamos, que nos hace estar acompañados. Entonces, al final, un fantasma sería una cierta compañía invisible”.

Luna roja (Lúa vermella) de Lois Patiño se estrena en México este 20 de agosto de la mano de Salón de Belleza, a través de cines selectos.

La entrada “Un fantasma es una compañía invisible”: Entrevista a Lois Patiño, director de Luna Roja se publicó primero en Cine PREMIERE.

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