Por: Juan Tolentino

Era un día de febrero como cualquiera en las redes sociales cuando el término neni se volvió repentinamente viral.

Esta expresión, comúnmente asociada a vendedoras de diversos productos a través de sus redes sociales, llevó a una serie de comentarios donde hubo de todo: desde relatos y memes irónicos a conversaciones misóginas sobre ser ‘neni’, las mujeres y el emprendimiento.

Sin embargo, algunas mujeres han abrazado el término neni con orgullo, como es el caso de Lucero, que pasó de trabajar en sectores como de marketing y logística a crear La Rosette, una marca de trajes de baño inspirada en la moda de los 80 y 90 que ella misma confecciona y comercializa.

“Neni surge de esta palabra que se usa para llamar a las clientas de forma cariñosa, al final es tratar de envolver a la gente, y si te tratan con cariño te van a comprar”, explica Lucero. “Todas las mujeres que emprendemos no la tenemos fácil, y creo que es bueno que haya tantas mujeres haciéndolo y apoyándonos entre nosotras”.

Aunque el autoempleo no es algo nuevo, es una tendencia que ha venido al alza. En marzo de este año, la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del INEGI registró casi 1.5 millones de mujeres empleadas menos en comparación con 2020, disminuyendo en todas las categorías –trabajadoras subordinadas, empleadoras y trabajadoras no remuneradas–, con excepción de las trabajadoras por cuenta propia, que crecieron en 1.8% sumándose más de 48,000 mujeres a esta categoría.

Este fue el caso de Andrea Borja, fotógrafa publicitaria y estudiante de la Escuela de Artesanías del INBA que, a partir de la pandemia, creó La Opuntia, un emprendimiento de productos de cerámica que van de pipas a vasos mezcaleros y botellas.

“Yo renuncié a mis trabajadores porque el sistema nos enseña a ser esclavos de nuestro trabajo, pero no nos enseña a producir por nosotros mismos ni a dar empleos dignos”, dice. “El emprendimiento es por necesidad un poco, pero también para ser más independientes, más libres. Hacer algo que a cada una nos gusta”.

Reduciendo la brecha

La participación de las mujeres en la actividad económica aún permanece limitada. De acuerdo con el informe The Global Gender Gap Report, del Foro Económico Mundial, menos de la mitad de las mujeres del país participa en la fuerza laboral, un índice bajo incluso para la región, por debajo de otros países como Brasil, Chile y Argentina, donde hay un rango de 59.1% y 61.9%.

Las brechas de género aumentan para los niveles más altos de antigüedad. Alrededor de 35.9% de los gerentes en México son mujeres, y sólo 14.6% de las empresas tienen una mujer en una alta gerencia, lo que conduce a amplias brechas salariales, según el informe.

“Definitivamente yo creo que el mundo está hecho por hombres, para hombres”, señala Lucero. “A nosotras se nos hacen más difíciles algunas cosas. Por ejemplo, yo entregaba en puntos medios o directamente domicilios para quienes estaban cerca, y dejé de hacerlo porque me acosaban muchísimo en la calle. A un hombre no le pasaría esto”.

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Andrea considera que parte de los señalamientos contra las nenis también iban contra la actividad informal, una condición laboral que afecta a más mujeres (57.6% del total) que hombres (55.3%), según el INEGI.

“También siento que hay fallas en la parte de la educación que nos dan, nos empujan a ser más trabajador que ser un empresario tal cual”, dice. “No todas tenemos la accesibilidad y los conocimientos necesarios y básicos; nos han enseñado a tenerle miedo al SAT, pero no nos enseñan muchísimas posibilidades que tenemos si nos damos de alta. Fueron muy etiquetadas las nenis de evadir al SAT y hacer la venta directa”.

Ambas emprendedoras tienen grandes planes para sus negocios. Mientras Lucero tomó un curso de corte y confección para hacer más prendas, Andrea está en proceso de registrarse como empresa, mientras organiza algunos talleres de cerámica.

“Me gustaría ofrecer también un empleo digno donde no tengas que sufrir por ir a trabajar. Que sea justo y bien pagado”.

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