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Madrid tiene su propia ‘lengua muerta’ con diccionario y traducciones. Hay quien se resiste a que caiga en el olvido

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En España hay una lengua oficial, el castellano, y un puñado de lenguas cooficiales. La foto lingüística completa del país es sin embargo mucho (muchísimo) más rica e incluye un amplio abanico de variedades dialectales, además de  infinidad de jergas y sociolectos, formas de usar el lenguaje acotadas a una grupo concreto. Durante años Madrid gestó el suyo propio, el cheli, un habla que dejó huella en la Real Academia, inspiró a novelistas y directores de cine, e incluso tiene diccionario propio y varias traducciones.

Su época dorada quizás quedé ya atrás, pero eso no significa que haya gente que aún reivindica su valor y pelea para que (si no se habla) al menos sí se hable de él.

¿Qué es el cheli? Un sociolecto, un habla, una especie de dialecto sin fijar pero con abundante vocabulario, una seña de identidad asociada a una ciudad (Madrid) y un tiempo (sobre todo los años 80 y los primeros 90), un “argot generacional”, en palabras del novelista Paco Umbral… O si le preguntamos al diccionario de la RAE, una “jerga con elementos castizos, marginales y contraculturales”.

El cheli es todo eso y algunas cosas más, como un improbable nexo de unión entre Camilo José Cela, Enrique Tierno Galván, Ramoncín y Antoine de Saint-Exupéry; pero sobre todo es una forma de comunicarse rica, espontánea y diversa que gozó de su particular edad dorada principalmente durante La Movida.

¿Cuál es su origen? Se cuenta que el término como tal lo acuñó Francisco Umbral en El País, pero como recordaba hace un par de años Álvaro de Benito, periodista y apasionado de la lingüística, una cosa es el acta de bautismo y otra muy distinta el nacimiento. Para conocer los orígenes del cheli hay que remontarse probablemente mucho más atrás, al siglo XVIII y el auge del Casticismo. Con el tiempo ganó fondo y forma, vocabulario, expresiones y estilo. Se expandió.

Su gran época fue sin embargo las últimas décadas del XX. Es en ese período, a finales de los 70, cuando sitúa su eclosión la lingüista francesa Henriette Walter, quien llegó a dedicarle un par de páginas en su ensayo ‘La aventura de las lenguas en Occidente’, publicado en 1994. “Comenzó a hablarse en Madrid en los ambientes delictivos, se inspira en el argot de la droga y en el caló”, apunta la experta, quien se refiere a él como “cheli, pasota o lenguaje del rollo”.

¿Quién lo hablaba? Como recordaba hace unos años el periodista Arsenio Escolar, Walter sitúa los orígenes de “el pasota” entre Barcelona y Sevilla, pero la tierra en la que logró consagrase “como fenómeno social” fue otra: la madrileña. Allí caló hondo. Se vinculó a los barrios en un momento de profundos cambios políticos y sociales y se coló en las tiendas, tabernas, fábricas, mercados… Aunque como ocurre con la mayoría de los idiomas y dialectos el cheli no era una realidad inalterable, unidimensional y estática.

En un artículo publicado hace unas semanas en El Periódico de España (EPE) Pedro del Corral recordaba que en función de la edad y formación de los hablantes se usaba de una u otra forma. También quedó ligado a algunos barrios. Todo eso sirvió para que en cierto modo el cheli se usará para algo más que hablar: era una seña de identidad entre grupos.

La Movoida
La Movoida

¿Solo se usaba en la calle? No. El cheli llegó a las pantallas y a los libros, a actos institucionales e incluso despertó el interés de cantantes y novelistas laureados. Lo reprodujeron en algunas de sus obras Rafael Sánchez Ferlosio y Camilo José Cela, sonó en ‘La bola de cristal’ o la película ‘Navajeros’ de Eloy de la Iglesia y Umbral le dedicó en 1983 un diccionario cuya presentación estuvo encabezada por el alcalde Tierno Galván, quien incluso se arrancó a hablarlo ante el público en el Palacio del Conde-Duque de Madrid.

No fue el único. En 1993 Ramoncín lanzó ‘El tocho cheli’, que se autodefinía como un “diccionario de jergas, germanías y jerigonzas”, y tres años después le siguió ‘El nuevo tocho cheli’. Entremedias, en 1994, Antonio Alonso, capellán de la cárcel de Carabanchel, decidió ir más allá y elaborar una adaptación al cheli del ‘Nuevo testamento’. La tituló ‘El Chuli, los colegas y la basca’, toda una declaración de intenciones: en sus páginas Jesús se convierte en Chuchi, los apósteles en colegas y los pescadores en basca.

¿Es la única traducción? La respuesta es de nuevo no. Y explica por qué el cheli ha vuelto a ser noticia en los últimos años. En 2022, tras una investigación de año y medio Álvaro de Benito, periodista y apasionado de los idiomas y dialectos, decidió lanzar una traducción al cheli de uno de los grandes clásicos de la literatura universal, ‘Le Petit Prince’, del escritor francés Antoine de Saint-Exupéry.

La adaptación se refleja ya en el mismo título de la obra: ‘El chaval principeras (Con los garrapatos fetén del menda)’. 92 páginas que son toda una reivindicación del argot madrileño y han servido para devolverlo a los focos.

¿Por qué ‘El Principito’? De Benito lo explicaba con claridad en una entrevista a Madrid Secreto. “Independientemente de que nos guste o no, ‘El Principito’ es una herramienta universal y válida para la divulgación de los idiomas. Cada vez que sale algo de él se arma mucho revuelo”, confiesa. La cheli no es de hecho la única adaptación publicada por su editorial, Desde Tuma. En su catálogo hay otras en cántabro, manchego, churro, haketía, gacería o el habla del Rebollar.

¿Cómo fue el proceso? Álvaro de Benito nació en 1980, con lo que durante los años de esplendor del cheli era todavía un niño. Además de tirar de su propia experiencia se documentó con estudios filológicos, artículos, revistas, películas, novelas… El resultado, con todo, no es el mismo que se podría esperar de una traducción convencional a un idioma oficial con una academia detrás encargada de definir su canon.

“En inglés puedes traducir bien o mal, pero el cheli solo puedes adaptarlo. No es cuestión de hacerlo bien o mal”, explica De Benito. “Recogí el mayor vocabulario posible. Ha habido gente que me ha comentado que es exactamente como lo hablaba, otros dicen que les ha costado leerlo”, añadía el periodista hace poco en una entrevista con El Periódico.

Su objetivo en cualquier caso está claro: plantear una “reivindicación cultural”, “reconocer la importancia” que tuvo el cheli y añadirlo a la larga lista de adaptaciones y traducciones (más de 500) que existen de ‘El Principito’.

¿Ha muerto el cheli? “Quedan residuos, ya nadie habla de esa forma”, asume De Benito. “Es algo que se ha perdido, no escuchas a la gente hablar así y quedan palabras y modismos, pero no es exactamente lo que los jóvenes de ahora hablarían”. Una cosa es sin embargo que haya decaído y otra muy distinta que su huella ya no exista. Algunas de sus voces han entrado en el diccionario de la RAE y hay ciertas expresiones que aún hoy pueden seguir escuchándose. Tanto dentro de Madrid como fuera, en otras partes de España.

¿Qué expresiones son cheli? En los 90 Walter documentaba un buen puñado: “¡Al loro!, basca, bocata, bofia, chachi, chungo, comerse el coco, cubata, currante, drogata…” Y así una larga lista de vocablos y frases hechas que en algunos casos aún tienen ecos en 2025. “Cortar el rollo”, “fetén” o “chuparse el dedo” conectan también con aquel habla cheli, igual que otra de sus grandes características: la creación de palabras jugando con sufijos como -ata, -ales o -eras.

Imagen | Mickamroch (Flickr)

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Creíamos que la creatina era uno de los suplementos más útiles para ganar masa muscular. Ya no estamos tan seguros

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La creatina es una vieja conocida de la gente que se ejercita con el fin de aumentar músculo. Evaluar en nuestras propias carnes la efectividad de un suplemento es inútil, especialmente porque seguramente lo acompañemos con un estricto régimen de ejercicio que nos impedirá distinguir su impacto neto. Es por eso que, si nos preguntamos hasta qué punto la creatina funciona, necesitemos estudiarla rigurosamente.

No tan eficaz. Y el veredicto del último estudio que ha puesto a prueba esta sustancia no ha sido favorable. En un estudio que incluía un programa de entrenamiento de 12 semanas y el consumo de 5 gramos diarios de suplemento de creatina no se observaron diferencias relevantes entre quienes tomaban la sustancia y quienes no.

“Hemos mostrado que tomar cinco gramos de suplemento de creatina al día no marca ninguna diferencia en la cantidad de masa muscular que la gente gana al realizar entrenamientos de resistencia”, explicaba en una nota de prensa Mandy Hagstrom, coautora del estudio. “Los beneficios de la creatina podrían haber sido sobrestimados en el pasado debido a problemas metodológicos”, apostilla la investigadora

La creatina. La creatina, o ácido α-metil guanido-acético, es un compuesto que puede encontrarse de forma natural en nuestro cuerpo, especialmente en los músculos y células de nuestro sistema nervioso; y también en algunos alimentos, como carnes rojas, pescados y mariscos.

Las moléculas de creatina se forma a partir de tres aminoácidos y la almacena en forma de fosfocreatina, principalmente en los músculos. Ahí es empleada como fuente de energía. Es por eso que el suplemento de creatina se utiliza para obtener mejores resultados al ejercitarse y lograr ganar masa muscular.

54 participantes. La dosis de mantenimiento recomendada de este suplemento es de entre tres y cinco gramos al día. Los 54 participantes del estudio, con edades comprendidas entre 18 y 50 años, fueron divididos en dos grupos, unos comenzarían a tomar cinco gramos creatina monohidrato (CrM) primero y una semana después iniciarían un programa de resistencia de 12 semanas de duración. El segundo grupo también afrontaría este programa de ejercicios, pero sin el suplemento.

La alimentación de ambos grupos fue monitorizada para comprobar que no existían diferencias relevantes en su alimentación.

Ambos grupos incrementaron su masa muscular, pero lo hicieron de forma similar, unos dos kilos ganados durante el periodo. Los detalles del estudio fueron publicados en un artículo en la revista Nutrients.

El problema está en el agua. Parte de la clave del estudio está en el tiempo: que el grupo experimental (el que tomaba el suplemento) iniciara este “tratamiento” antes del entrenamiento permitió al equipo poner a prueba (y verificar) una hipótesis, que una parte del aumento muscular que asociamos a la creatina se debe a una mayor retención de agua.

El equipo observó que, durante esta primera semana, efectivamente, el grupo (y especialmente las mujeres en este) comenzaba a ganar masa muscular, una diferencia de 0,5 kg que se disipaba tras comenzar el entrenamiento. Hagstrom señalaba, eso sí, que aún son necesarios más estudios para comprender el impacto de la retención de agua asociada al consumo de este suplemento.

¿Cuestión de dosis? El equipo responsable del estudio sugiere que, además de la retención de agua, la dosis escogida también pudo haber tenido efecto en los resultados. Los cinco gramos diarios representan el límite superior de la dosis de mantenimiento diaria recomendada, pero quienes consumen este suplemento a menudo recurren a una “fase de carga” que implica consumos de entre 20 y 25 gramos del suplemento al día.

Esta posibilidad fue desechada por el equipo ya que estos niveles de consumo, explican, pueden causar problemas gastrointestinales y no es necesaria para alcanzar los niveles de saturación. Sin embargo inciden en la necesidad de realizar estudios adicionales con dosis intermedias, por ejemplo de 10 gramos.

También señalan que estudios a más largo plazo podrían ayudarnos a comprender mejor el impacto de los suplementos de creatina en el aumento de masa muscular.

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Imagen | Aleksander Saks / Victor Freitas

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Creíamos que la creatina era uno de los suplementos más útiles para ganar masa muscular. Ya no estamos tan seguros

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La creatina es una vieja conocida de la gente que se ejercita con el fin de aumentar músculo. Evaluar en nuestras propias carnes la efectividad de un suplemento es inútil, especialmente porque seguramente lo acompañemos con un estricto régimen de ejercicio que nos impedirá distinguir su impacto neto. Es por eso que, si nos preguntamos hasta qué punto la creatina funciona, necesitemos estudiarla rigurosamente.

No tan eficaz. Y el veredicto del último estudio que ha puesto a prueba esta sustancia no ha sido favorable. En un estudio que incluía un programa de entrenamiento de 12 semanas y el consumo de 5 gramos diarios de suplemento de creatina no se observaron diferencias relevantes entre quienes tomaban la sustancia y quienes no.

“Hemos mostrado que tomar cinco gramos de suplemento de creatina al día no marca ninguna diferencia en la cantidad de masa muscular que la gente gana al realizar entrenamientos de resistencia”, explicaba en una nota de prensa Mandy Hagstrom, coautora del estudio. “Los beneficios de la creatina podrían haber sido sobrestimados en el pasado debido a problemas metodológicos”, apostilla la investigadora

La creatina. La creatina, o ácido α-metil guanido-acético, es un compuesto que puede encontrarse de forma natural en nuestro cuerpo, especialmente en los músculos y células de nuestro sistema nervioso; y también en algunos alimentos, como carnes rojas, pescados y mariscos.

Las moléculas de creatina se forma a partir de tres aminoácidos y la almacena en forma de fosfocreatina, principalmente en los músculos. Ahí es empleada como fuente de energía. Es por eso que el suplemento de creatina se utiliza para obtener mejores resultados al ejercitarse y lograr ganar masa muscular.

54 participantes. La dosis de mantenimiento recomendada de este suplemento es de entre tres y cinco gramos al día. Los 54 participantes del estudio, con edades comprendidas entre 18 y 50 años, fueron divididos en dos grupos, unos comenzarían a tomar cinco gramos creatina monohidrato (CrM) primero y una semana después iniciarían un programa de resistencia de 12 semanas de duración. El segundo grupo también afrontaría este programa de ejercicios, pero sin el suplemento.

La alimentación de ambos grupos fue monitorizada para comprobar que no existían diferencias relevantes en su alimentación.

Ambos grupos incrementaron su masa muscular, pero lo hicieron de forma similar, unos dos kilos ganados durante el periodo. Los detalles del estudio fueron publicados en un artículo en la revista Nutrients.

El problema está en el agua. Parte de la clave del estudio está en el tiempo: que el grupo experimental (el que tomaba el suplemento) iniciara este “tratamiento” antes del entrenamiento permitió al equipo poner a prueba (y verificar) una hipótesis, que una parte del aumento muscular que asociamos a la creatina se debe a una mayor retención de agua.

El equipo observó que, durante esta primera semana, efectivamente, el grupo (y especialmente las mujeres en este) comenzaba a ganar masa muscular, una diferencia de 0,5 kg que se disipaba tras comenzar el entrenamiento. Hagstrom señalaba, eso sí, que aún son necesarios más estudios para comprender el impacto de la retención de agua asociada al consumo de este suplemento.

¿Cuestión de dosis? El equipo responsable del estudio sugiere que, además de la retención de agua, la dosis escogida también pudo haber tenido efecto en los resultados. Los cinco gramos diarios representan el límite superior de la dosis de mantenimiento diaria recomendada, pero quienes consumen este suplemento a menudo recurren a una “fase de carga” que implica consumos de entre 20 y 25 gramos del suplemento al día.

Esta posibilidad fue desechada por el equipo ya que estos niveles de consumo, explican, pueden causar problemas gastrointestinales y no es necesaria para alcanzar los niveles de saturación. Sin embargo inciden en la necesidad de realizar estudios adicionales con dosis intermedias, por ejemplo de 10 gramos.

También señalan que estudios a más largo plazo podrían ayudarnos a comprender mejor el impacto de los suplementos de creatina en el aumento de masa muscular.

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la pregunta es si el ‘true crime’ está llegando demasiado lejos

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La edición del libro ‘El odio’, en el que José Bretón confiesa el asesinato de sus hijos, ha sido paralizado después de numerosas peticiones de Ruth Ortiz, mujer del asesino, por la propia editorial que iba a publicarlo, Anagrama. Aunque creen que tienen derecho a editarlo, de momento detienen el proceso hasta que exista un pronunciamiento legal sobre las peticiones de Ortiz. Una decisión que, en cualquier caso, pone sobre la mesa las polémicas obras literarias escritas por asesinos, y que últimamente están llegando al panorama editorial español.

El caso Bretón. José Bretón mató a sus dos hijos Ruth y José en Córdoba en 2011, pero desde 2013 y durante 12 años mantuvo su inocencia. El libro ‘El odio’ recoge la correspondencia que ha mantenido con el periodista Luisgé Martín y en el que finalmente confiesa el crimen, que llevó a cabo envenenándolos y posteriormente incinerando los cadáveres. Bretón fue declarado culpable y cumple 25 años de prisión en la cárcel de máxima seguridad de Herrera de la Mancha.

El libro que no fue. ‘El odio’ iba a ser publicado el 26 de marzo, con el indudable gancho comercial de incluir la confesión de Bretón. En cuanto se anunció, Ruth Ortiz acudió al Servicio de Atención a Víctimas de Andalucía, con quien presentó un escrito a la Fiscalía (primero de Córdoba, luego de Barcelona, donde está la editorial) pidiendo que se detuviera la publicación. La ministra de Igualdad, Ana Redondo, ha manifestado su apoyo para impedir que se revictimice a Ortiz. El citado mensaje de Anagrama manifiesta su disconformidad y menciona obras como ‘A sangre fría’ de Capote o ‘El adversario’ de Carrère como precedentes.

Nuevas vías para el true crime. Es uno de los géneros de moda indiscutibles dentro de una variante morbosa de los documentales criminales de toda la vida. En plataformas, cada muy poco tiempo triunfa una serie o película de ficción basada en hechos reales, o bien documentales que desentierran viejos casos o criminales icónicos. En podcasts, programas como ‘Criminopatía‘ o ‘El señor de los crímenes’, por no hablar de hitos fundacionales como ‘Serial’ o ‘Criminal’ apuestan por la profusión de datos y la narración atmosférica. Los libros sobre el tema también abundan, y prácticamente todas las editoriales tienen sus lanzamientos true crime, pero esta orientación de dar voz a los asesinos es nueva. ¿O no lo es tanto?

Más convictos que escriben. El de Bretón se suma a una serie de libros que distintos hombres condenados recientemente están escribiendo. El mediático Daniel Sancho estaría escribiendo uno desde la prisión en Tailandia. Y Alfonso Basterra, condenado por el caso Asunta, ha escrito un libro en la cárcel, aunque no tiene nada que ver con el caso que le dio la fama: es una novela que se titula ‘Cito’ y que dedica a la niña asesinada. Los tres casos más mediáticos y que más horas han ocupado en los medios en los últimos años entre conjeturas, seguimientos y tertulias, encuentran así una tan singular como esperable contrapartida editorial.

Una larga tradición. Los casos de Bretón, Sancho o Basterra no son únicos. Un asesino en serie tan legendario como John Wayne Gacy detalló sus crímenes en el libro de memorias ‘A Question of Doubt’, de 1992, animado por la abundante literatura que estaba generando. Y el recientemente fallecido OJ Simpson jugó con el morbo de su caso con ‘If I did it’, en el que contaba, en forma de hipótesis, el crimen por el que fue juzgado, aunque nunca llegó a publicarse en su forma original, sino como un manuscrito comentado. Más abundantes son los libros en los que un periodista se entrevista con el criminal o investiga el caso e intenta ponerse en su piel, como en los clásicos citados por Anagrama o el propio ‘El odio’ de Martín y Bretón, y que aún no está claro si llegaremos a leer.

Cabecera | Anagrama

En Xataka | Los ‘true crimes’ pendientes de la España negra: los casos que la ficción televisiva aún no se ha atrevido a toca

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