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una bomba nuclear con gallinas vivas

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Cuando una agencia como la británica The National Archives (TNA) revela documentos que llevan décadas clasificados, y más si se corresponden con un periodo como la Guerra Fría y tratan sobre armamento nuclear, pueden pasar muchas cosas. Que causen revuelo. Que indignen. Que espanten. Mucho menos frecuente es lo que ocurrió el 1 abril de 2004, cuando la TNA tuvo que aclarar a la prensa que la información que acababa de revelar era auténtica y no una broma del April Fool´s Day, su equivalente al Día de los Inocentes.

Normal.

Al fin y al cabo lo que había difundido era una de las ideas más locas que probablemente haya tenido jamás el ejército británico: un proyecto de los años 50 que valoró desarrollar una bomba nuclear con pollos vivos dentro. En serio.

“La Administración no hace bromas”. The National Archives (TNA) es un organismo ligado al Departamento de Cultura de Reino Unido que, entre otras tareas, se dedica a custodiar algunos de los documentos más antiguos, valiosos y emblemáticos de la historia del país. De ahí que no suela andarse con tonterías. Ni le vayan las bromas pesadas.

Hace 21 años sin embargo varios de sus responsables tuvieron que hablar con los medios del país, incluido el prestigioso diario The Times, para garantizarle que la última revelación que había salido de sus archivos no era una gansada y recalcar que “la Administración no gasta bromas”. Normal. Lo que los TNA acababan de difundir sonaba disparatado. Y la noticia llegó a la redacción justo el día del April Fool.

Blue Danube Bomb
Blue Danube Bomb

¿Y qué había revelado? Pues ni más ni menos que a mediados del siglo pasado las autoridades británicas habían valorado muy seriamente desarrollar una bomba nuclear rellena de gallinas. Tal cual. Sin metáforas ni juegos de palabras. Su idea era construir un potente explosivo de varias toneladas y con más o menos la mitad de la potencia destructiva de la bomba de Nagasaki, solo que trufado de pollos vivos.

Dentro el dispositivo tendría una ‘pequeña granja’ formada por aves y un suministro de grano y agua suficientes para una semana. Que ese dato se difundiera justo el April Fool´s, explicó por entonces TNA, fue casualidad. Sencillamente, la información se desclasificó para la inauguración de una exposición del propio organismo llamada ‘Secret State’.

¿Qué es eso de los pollos? Para entenderlo hace falta conocer antes la situación de Europa en los 50, cuando el continente se recuperaba de los efectos de la Segunda Guerra Mundial pero lidiaba con otro escenario no menos complejo, la Guerra Fría. Aunque sus tensiones se dejaban sentir en medio mundo, había un punto particularmente sensible: Alemania, un país dividido en dos. Del lado occidental, la RFA. Del oriental, la RDA, un estado bajo el influjo de la Unión Soviética.

En Europa imperaba el frágil equilibrio del Telón de Acero, pero eso no significaba que las diferentes potencias no estudiasen qué hacer si la Guerra Fría acababa derivando en una guerra física, sobre todo en Alemania. En ese contexto, hacia finales de 1954 en Londres se hicieron una pregunta… ¿Cómo responder a las fuerzas del Pacto de Varsovia? ¿Qué hacer si los soviéticos invadían suelo occidental? Su respuesta constó de solo dos palabras: Blue Peacock.

Un ‘regalo’ nuclear bajo tierra. Lo del nombre en clave ‘Blue Peacock’ quizás no diga gran cosa, pero en realidad puede resumirse de forma sencilla: lo que tenían en mente los británicos era desarrollar minas terrestres nucleares. Al fin y al cabo los cohetes, proyectiles y bombas como la de Nagasaki podían jugar su papel pero… ¿Por qué no crear minas con el mismo poder destructivo, explosivos nucleares que pudiesen ocultarse bajo tierra o en lagos? En la Royal Armament Research and Development Establishment (RARDE) la idea gustó y empezaron a darle vueltas a cómo ejecutarla.

“Impediría la ocupación·. El plan era simple. Al menos sobre el papel. En Londres pensaron en ocultar una decena de minas nucleares bajo tierra o sumergidas por si las tropas soviéticas decidían avanzar hacia Alemania Occidental. Cada uno de esos explosivos tendría una potencia explosiva de 10 kilotones, más o menos la mitad más que la bomba de Nagasaki. The Guardian precisa que su poder combinado habría dejado cráteres de más de 180 m de profundidad y, lo más importante, su deflagración expandiría una contaminación radiactiva.

No se trataba solo de causar destrozos y llevarse por delante soldados, además de sistemas eléctricos, refinerías, infraestructura ferroviaria, canales y fábricas. “Una mina atómica hábilmente colocada no solo destruiría instalaciones en un área extensa, sino que impediría la ocupación de ese territorio al enemigo durante un período de tiempo considerable por la contaminación”, reflexionaba en un artículo para Discovery David Hawkings, un antiguo empleado del Atomic Weapons Establishment (AWE) en Aldermaston.

“Un producto de su tiempo”. En 2003 Lesley Wright, de la Universidad John Moores de Liverpool reconocía a New Scientist que el proyecto puede sonarnos “extraño” ahora, pero invitaba a mirarlo con perspectiva y en el contexto de la Guerra Fría: “Esta arma fue un producto de su tiempo. Supone una respuesta a la amenaza percibida de una superioridad soviética abrumadora en armas tradicionales”.

A la hora de plantearse cómo montar las minas, los expertos británicos decidieron basar el diseño de la bomba Blue Danube. Y eso derivó en el diseño de dispositivos de más de siete toneladas con la ojiva alojada en una carcasa protectora y una potencia explosiva de unos 10 kilotones.

Ben Moreland 8wwpdf4av Y Unsplash
Ben Moreland 8wwpdf4av Y Unsplash

Como cinco Nagasakis. Teniendo en cuenta que en julio de 1957 el Army Council decidió hacerse con una decena de minas Blue Peacock y llevarlas al Ejército Británico del Rin, según explica David Hawjings, en conjunto las bombas del proyecto ofrecían un poder explosivo equivalente a más de cinco bombas atómicas como la que había caído sobre Nagasaki en 1945.

Se cuenta que los ingenieros construyeron dos prototipos, trabajaron en el proyecto durante cuatro años e incluso se realizaron algunas pruebas para testar el casco de acero, incluida una desarrollada dentro de una gravera inundada.

¿Todo perfecto, no? No exactamente. La idea era enterrar bombas de un enorme poder destructivo para detonarlas si los soviéticos decidían avanzar hacia Alemana Occidental, golpeando sus fuerzas y logística y extendiendo de paso una nube radiactiva que disuadiría al Kremlin. Pero quedaban botando algunas preguntas: ¿Cómo detonar las minas? Y sobre todo, ¿cómo evitar que les afectasen las gélidas temperaturas que se registran en el norte de Alemania en invierno?

Para la primera cuestión los británicos pensaron en un sistema con cables que permitiera detonar las minas a una distancia de hasta tres millas, casi cinco kilómetros, o incluso en recurrir a un temporizador de ocho días. En un intento por garantizar su uso incluso desarrollaron sistemas “antimanipulación” capaces de  activarse si alguien intentaba perforar el casco con una bala o la mina se movía o llenaba de agua. La idea era que en esos casos detonase en cuestión de 10 segundos, aclaraba en 2003 The Guardian.

¿Y cómo mantenerla caliente? Esa era una cuestión más peliaguda y que traía de cabeza a la RARDE. Se suponía que las minas pasarían varios días enterradas o sumergidas y eso, en invierno, con el termómetro marcando valores bajo cero, equivalía a someterlas a temperaturas gélidas. ¿Funcionarían igual?

Los ingenieros británicos propusieron solucionarlo envolviendo las bombas en mantas de fibra de vidrio, pero hubo otras propuestas. Y entre ellas destaca una mucho más imaginativa y que de paso podía solucionar la primera cuestión, la de cuándo y cómo detonar las bombas. ¿Cómo? Con ayuda de unas gallinas y un puñado de maíz.

Armamento avícola. Suena disparatado y es bastante comprensible que cuando en 2004 se difundió el dato la prensa británica pensase que TNA le estaba gastando una broma del April Fool´s Day, pero la idea realmente estuvo sobre la mesa de los ingenieros británicos de los años 50. Para garantizar que la mina conservaba la temperatura adecuada los expertos plantearon meter pollos vivos en la carcasa de la bomba junto a una provisión de comida y bebida.

La idea es que los animales aguantasen al menos ocho días, una larga semana durante la que su calor corporal mantendría el explosivo a una temperatura adecuada. Cuando llegase el momento adecuado y el daño causado a las tropas soviéticas fuese el mayor, se haría reventar la mina… y con ella (claro está) su pequeña granja de pollos. Popular Mechanics desliza que además de garantizar una buena temperatura, el sistema avícola era también una forma de activar el explosivo.

Pero… ¿Funcionó? Desde luego sirvió para captar el interés de la prensa en 2004 y para que The National Archives se viese en la peculiar tesitura de pedir a los reporteros que no se riesen de sus legajos. “Estos documentos proceden directamente de los archivos de Aldermaston. ¿Por qué y cómo íbamos a falsificarlos?”, se indignaba en 2004 Peter Hennesy, comisario de la exposición ‘Secret State’. Ahora, la cosa es distinta si hablamos del propósito real del Blue Peacock.

Aquello acabó en simplemente un proyecto, una idea. Se cuenta que la propuesta de crear una mina terrestre nuclear empezó a rondar el Ministerio de la Guerra británico en 1954, pero apenas cuatro años después, en febrero de 1958, su comité armamentístico llegó a la conclusión de que no valía la pena seguir con los trabajos de las minas de Blue Peacock. Hawkings reconoce que los riesgos que entrañaba resultaban sencillamente “inaceptables” y que aquello de esconder armas nucleares en un país aliado era “políticamente erróneo”.

Nos queda eso sí la delirante idea de la bomba atómica a base de pollos vivos, tan descabellada, tan disparatada, que cuesta leerla sin asegurarse de que efectivamente se trata de una retorcida inocentada de las autoridades británicas.

En Xataka | Tras la detonación de la primera bomba atómica, los científicos temían algo peor: un incendio nuclear global

Imágenes | Monika Kubala (Unsplash), Wikipedia (United States Department of Energy), Wikipedia, Ben Moreland (Unsplash)

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Cómo crear tu propio villancico con inteligencia artificial

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Vamos a explicarte cómo crear tu propio villancico con inteligencia artificial, de forma que puedas tener uno totalmente personalizado. Aquí, no se trata tanto de crear versiones, sino de uno con música original al que le puedas poner la letra que quieras.

Para hacer una canción con inteligencia artificial tienes muchas herramientas para generar música. Empezaremos diciéndote varias de ellas, y luego te diremos el paso a paso que debes seguir con Suno, por ser la más popular entre todas. Sin embargo, los pasos serán casi iguales con las demás.

Unos consejos antes de empezar

Antes de empezar, debes tener en cuenta la clase de canción que quieres crear. En este caso es evidente que queremos crear un villancico, por lo que es algo que debemos mencionar en nuestro prompt para que la IA lo relacione y genere un tipo de música acorde a esto.

En este caso, la clave va a estar en decidir la letra que le quieres poner. La gracia de hacer tu propio villancico es la de poder añadir a la letra referencias a cosas que quienes lo vayan a oír reconozcan, y aquí vas a tener dos formas de proceder.

Por una parte puedes escribir la letra a mano, intentar componer algún tipo de poemilla que creas que quedaría bien en la canción. Pero también puedes recurrir a chatbots de IA normales como ChatGPT, Copilot, DeepSeek o Gemini entre otros. Incluso apps como Suno tienen su propia IA para las letras. En este caso, entonces lo que tienes que hacer es decirle el concepto o incluso mencionar cosas que quieras añadidas en la letra, y dejar que la inteligencia artificial lo haga todo por ti.

Una vez tengas todo claro, entonces ya te tocará proceder con elegir una herramienta de IA para crear música, algo para lo que te vamos a ayudar un poco más adelante. Verás que en general son bastante fáciles de usar.

No te conformes con el primer resultado, porque puede no ser bueno a la primera. Repite el proceso o tu prompt, haz cambios para afinar lo que quieras, y poco a poco irás consiguiendo algo mejor o más cercano a lo que tienes en mente.

Por último, debes saber que la música que crees no te pertenece. No eres un músico creando una canción con tus habilidades, sino que has generado música por algoritmos, y por lo tanto en muchos casos no puedes registrarla como tuya, ni tampoco reclamar su propiedad exclusiva. Tampoco vas a poder monetizar la música en la mayoría de casos, ya que muchas plataformas la detectarán como hecha por IA.

Herramientas para crear música por IA

Ahora, seguimos con una pequeña lista de herramientas de IA para crear música a partir de tus peticiones de texto. Todas ellas funcionan de forma similar: tú tendrás que darle una pequeña descripción de lo que quieres conseguir, incluir la letra y el estilo musical, y la aplicación hará el resto.

  • Suno: Suno es el servicio para crear música por IA más conocido, y uno de los primeros que empezaron a sorprender a los usuarios. Tiene un modo sencillo para describir lo que quieres y darle libertad creativa, y otro para especificar géneros, letra, y tener un mayor control. Enlace: suno.com.
  • Riffusion: Muy similar a Suno, aunque es una herramienta de IA menos conocida. También tiene dos modos: puedes usar un prompt en el que explicas lo que quieres o con usar su panel avanzado donde puedes añadir géneros a mano o la letra que quieras. Enlace: riffusion.com.
  • Udio: Este programa divide el proceso de creación de la canción en tres pasos. Primero defines el estilo, luego las letras, y luego especificas el vibe, la sensación o sentimiento que transmite. Enlace: udio.com.
  • Boomy: Otra alternativa que te permite crear canciones por IA, e incluso tiene una función para publicarlas en servicios de streaming. Enlace: boomy.com.
  • Soundraw: Busca una mecánica diferente para ayudarte a crear la canción, con un selector de géneros y la posibilidad de elegir la duración y los tempos que se van a utilizar. Enlace: soundraw.io.

Crea tu villancico con Suno

Suno
Suno

Crear música con Suno es sencillo. Primero entra en suno.com e inicia sesión o crea una cuenta. Una vez lo hagas, en la pantalla principal pulsa en el apartado Create. Irás a una página donde debes elegir entre los modos simple y personalizado, que aparecen con los nombres Simple y Custom

Si eliges la opción Simple, solo debes describir el tipo de canción quieres usando lenguaje natural. Menciona que quieres un villancico, y si no escribes la letra, puedes al menos darle una pista escribiendo la temática sobre la que lo quieres. También puedes elegir que sea solo instrumental, y en Inspiration puedes elegir una influencia musical. Cuando lo tengas, pulsa en el botón Create para iniciar la creación.

Si eliges la opción Custom, a la que te llevará si decides añadir letras en la simple, irás a una pantalla con muchas más opciones. Aquí, vas a encontrarte con las siguientes opciones:

  • Lyrics: Es el campo donde tienes que escribir las letras de la canción para que la IA las cante. Tienes un botón Make Random Lyrics para generar letras automáticamente de forma aleatoria.
  • Instrumental: Este botón sirve para omitir las letras y hacer una canción instrumental.
  • Styles: Este es otro de los campos más importantes, en el que tienes que elegir el estilo de música que quieres utilizar para tu canción. Aquí puedes escribir “villancico”.
  • Advanced options: Incluye la opción de excluir estilos musicales.
  • Song Title: El título de la canción.
  • Workspace: Puedes crear distintos espacios de trabajo para organizar tus canciones, y elegir a cuál va cada una..
  • Create: Este es el botón que debes pulsar luego para crear tu canción.
Suno villancico
Suno villancico

Ahora, lo que tienes que hacer es rellenar todos los campos como quieras, prestándole especial atención al estilo de la música y las letras. Luego, pulsa en el botón Create para generar la canción. Cada vez que lo hagas se generarán dos canciones completamente distintas y aleatorias, y podrás escuchar o compartir el resultado que obtengas.

Crea un villancico con Udio

Udio
Udio

Como segundo método, también puedes recurrir a una app que intenta facilitarte el proceso, como es Udio. Para usarla ve a udio.com y pulsa en Start Creating para comenzar con los pasos para crear tu canción. En el primero, debes describir exactamente lo que quieres. Intenta no dejarte detalles, y tener precisión con el estilo, ritmo, e incluso instrumentos a utilizar. Menciona que es un villancico para que tenga en cuenta la temática.

En el segundo paso tendrás que elegir lo que quieres hacer con las letras. Aquí, puedes permitir que se autogeneren, y si en el primer paso especificaste la temática irán en esa dirección. Pero también puedes escribir a mano las tuyas o decir que sea instrumental.

Udio proceso
Udio proceso

Y en el siguiente paso viene la parte más interesante de Udio, que es determinar el humor o la vibración que transmite la canción. Puedes elegir que sea animada, relajada, activa, y puedes manipular a mano los controles de velocidad, energía o caos.

Y ya está. Si no has creado una cuenta antes, ahora te pedirá que inicies sesión o la crees. Y una vez lo tengas, se generarán dos canciones con esta definición. No son resultados tan buenos como Suno, pero tampoco están mal.

En Xataka Basics | 22 herramientas útiles y no tan conocidas de Inteligencia Artificial gratis

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datos confusos, causas múltiples y un estigma

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Instituciones, familias y medios de comunicación repiten en los últimos años una misma pregunta: ¿están aumentando los suicidios entre los jóvenes? 

La preocupación es real y cada vez más visible. Según un informe de 2025 del Ministerio de Sanidad, el suicidio es una de las principales causas de muerte entre adolescentes y personas jóvenes adultas en la Unión Europea. En 2021 fue la primera causa de muerte en personas entre 15-29 años. Entender qué hay detrás de estos datos —y si realmente reflejan un aumento del problema— exige mirar más allá de las cifras.

Cuando se habla de suicidio en la infancia, la adolescencia o en la juventud, es frecuente buscar respuestas rápidas. Una causa, un detonante, algo que explique lo inexplicable. Pero quienes trabajan cada día con menores en crisis saben que esa mirada se queda corta. El sufrimiento que expresan los jóvenes es plural, difuso, y sobre todo multifactorial. 

Diana Díaz, directora de las líneas de ayuda de la Fundación ANAR, expone: “Pensar que el suicidio esconde un único motivo es un error (…) Hay variables que están asociadas con este problema, pero ninguna es determinante”. La realidad, advierten los expertos, es siempre más complicada de lo que parece.

La complejidad del suicidio juvenil no se limita a los “factores asociados” a la conducta suicida, sino que las estadísticas dificultan obtener una radiografía consensuada de este fenómeno. Los profesionales de la salud mental están preocupados por la incidencia de suicidios y tendencia suicida entre los jóvenes, pero no todos coinciden en que esté habiendo un aumento en los casos. 

Suicidios
Suicidios

Fuente: INE. Cedida por Fundación Española para la Prevención del Suicidio.

Las cifras y estadísticas que se manejan para conocer la media de suicidios, así como el número absoluto por año, se extraen del INE. Este instituto ofrece distintas formas de clasificar los casos. Por un lado, se pueden consultar las tasas de suicidio (por edad y sexo) por cada 100.000 habitantes; y por otro, el número absoluto de suicidios (por edad, sexo, tamaño del municipio, nacionalidad…). 

Es precisamente al comparar ambas métricas cuando aparecen interpretaciones distintas entre los expertos. En términos absolutos, 2023 (el último año con datos completos) fue en el que más suicidios se registraron entre menores de 15 y menores de 29 años. Sin embargo, las tasas por cada 100.000 habitantes se mantuvieron estables —e incluso descienden ligeramente en algunos grupos de edad o sexo durante 2023—.

En este sentido, la Organización Mundial de la Salud denuncia la “calidad de los datos” sobre suicidios a nivel internacional: “Solo unos 80 Estados Miembros de la OMS disponen de datos del registro civil de calidad que se pueden utilizar directamente para estimar las tasas de suicidio”.

Estas diferencias en la forma de interpretar los datos explican que expertos como Andoni Anseán, presidente de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio, prefieran evitar mensajes alarmistas sobre un aumento desmesurado de suicidios entre los jóvenes en los últimos años. Recuerda que las cifras deben leerse con cautela y dentro de su contexto. 


Suicidios2
Suicidios2

Fuente: Observatorio del Suicidio en España 2023 de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio.

A pesar de que “no podemos conocer la ideación suicida de la población española” —ya que las encuestas que abordan este fenómeno son puntuales y, en muchos casos, poco representativas—, desde la fundación sí detectan una tendencia preocupante en la ideación suicida y en los intentos de suicidio. Esta información la constatan profesionales de primera línea: pediatras, médicos de Atención Primaria o servicios de urgencias hospitalarias, que además coinciden en que “se trata de un problema grave que hay que analizar y abordar”.

No hay un solo factor de riesgo 

La presencia de problemas de salud mental —como la depresión, ansiedad o trastornos como la bipolaridad— es una de las principales explicaciones para la aparición de ideaciones suicidas. Sin embargo, no es las única. Desde el Teléfono de la Esperanza —ONG que ofrece apoyo emocional gratuito, anónimo y confidencial a personas en situaciones de crisis disponible en el 717 003 717— recuerdan que “el suicidio es un fenómeno complejo, en el que suelen intervenir múltiples factores de riesgo”. 

La soledad no deseada —tres de cada cuatro jóvenes en España la sufren—, el aislamiento, las experiencias traumáticas —como episodios de violencia o agresiones sexuales— o el consumo de sustancias son señalados por los profesionales como variables de riesgo que pueden conducir hacia una ideación suicida (sin perder de vista el carácter multifactorial). Pero sin duda el acoso o el bullying son “los grandes conocidos” cuando se piensa en posibles causas detrás de un suicidio en una persona joven. A esto se le suma la nueva dimensión que añaden las redes sociales.

B/N
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(Damir Samatkulov/Unsplash)

Andoni Anseán explica cómo “las nuevas tecnologías facilitan que el bullying haya traspasado los colegios e institutos”, pudiendo hacer posible la “persecución” fuera de los centros y otros entornos: “Ya no es necesario que exista la presencia física”. Belén Álvarez, profesora en un colegio de Tenerife, comprueba a diario que “mucho de lo que pasa es a través del teléfono”. “En tercero de primaria ya tienen todos móvil. Se comunican por ellos y se crean muchos conflictos sin supervisión paterna”, algo que también se queda fuera del alcalde de los profesores. 

Anseán, también director del Máster en Prevención del Suicidio de la Universidad Pablo de Olavide está seguro de que las redes sociales también alimentan la comparación y la frustración por no poder alcanzar la “cultura de la felicidad” que promueven muchos influencers

El Teléfono de la Esperanza también pone el foco en los riesgos que derivan de la “proliferación de personas influyentes que hablan o dan consejo sobre salud mental sin tener ninguna formación para ello; o que promueven conductas como las autolesiones, o fomentan, por ejemplo, los trastornos de la conducta alimentaria”. 

Desde la Fundación ANAR coinciden en que un uso inadecuado de la tecnología ha amplificado el malestar de muchos menores. Hugo Vega, psicólogo general sanitario y fundador de Inlaza Boadilla, apunta: “El impacto de las redes sociales es brutal. No es una exageración: el ciberacoso, la comparación constante y la exposición a contenido dañino afectan más cuando ya hay una fragilidad previa. Y no es solo pasar muchas horas con el móvil; es cómo se usa y qué efecto emocional tiene ese uso como forma compulsiva de calmar nuestras malas sensaciones, inseguridades a flor de piel o controlarlas… dependiendo del día”. 

Impulsividad o menor tolerancia a la frustración

Los expertos encuentran algunas diferencias entre adultos y jóvenes en la forma de vivir y expresar el sufrimiento. Aquí entra la personalidad y la presencia de conductas que pueden cambiar con el paso de los años. “Entre los más jóvenes puede ser más fácil encontrar conductas de impulsividad y baja tolerancia a la frustración, que, sumada a la escasez de habilidades para resolver problemas, aumenta la probabilidad de que una crisis se convierta en un acto suicida”, explican desde el Teléfono de la Esperanza.

La profesora Álvarez está de acuerdo, y reconoce que estas conductas son algo muy común en los colegios y desde edades tempranas. Javier Jiménez Pietropaolo, psicólogo especialista en psicología clínica y presidente de RedAIPIS-FAeDS, coincide, y añade otros “rasgos dominantes” como “la introversión, la baja autoestima o el pensamiento dicotómico”. 


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Los expertos coinciden en que no se puede achacar el aumento de suicidios únicamente a las redes sociales o la tecnología. (Daria Nepriakhina/Unsplash)

Por otro lado, al ser el suicidio multifactorial, los profesionales encuentran factores de riesgo que van más allá de la personalidad o de las vivencias de los jóvenes.

Sandra Martínez García, psicóloga general sanitaria, neuropsicóloga y profesora de la Universidad Europea de Andalucía, señala los factores socio-económicos: la precariedad laboral, dificultades para encontrar una vivienda… Coincide con ello el presidente de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio, quien señala que los jóvenes “no viven una situación envidiable”. Además, Anseán está seguro de que las generaciones actuales “no lo tienen fácil a la hora de proyectarse en un futuro”.

Como refleja el Ministerio de Sanidad en un estudio de 2025, la preocupación por la mortalidad por suicidio en adolescentes y jóvenes adultos no es nueva: desde hace años se mantiene entre las principales causas de muerte en estas edades. Por países, las tasas de suicidio más altas se concentran en Europa del Este, en lugares como Eslovenia, Lituania o Hungría. En cambio, en el sur de Europa (Chipre, Grecia, Italia y otros) las cifras son sensiblemente más bajas. 

Aún así, la Organización Mundial de la Salud describe el suicidio como un fenómeno que “no ocurre solo en los países de ingresos altos, sino que afecta a todas las regiones del mundo. De hecho, el 73% de los suicidios en 2021 ocurrió en países de ingresos bajos o medianos”.

Según explican sus informes, es un hecho probado que “vivir bajo guerras, sufrir violencia, abusos o la pérdida de un ser querido, o sentirse aislado también son factores que pueden inducir conductas suicidas”. Además, añaden: “Las tasas de suicidio también son elevadas entre los grupos vulnerables y discriminados, como los refugiados y migrantes, los pueblos indígenas, el colectivo LGTBI y los reclusos”.

En cuanto al género, existe de nuevo una diferencia entre la ideación suicida y la consumación. Lo explica Jiménez Pietropaolo: “Hay una diferencia muy significativa según el sexo. De media casi siempre hay tres veces más suicidios en hombres que en mujeres. No obstante, en los intentos de suicidio, según estudios de algunos hospitales, se ve que es justo al contrario, se dan tres veces más intentos en mujeres que en hombres”. Lo constata el el Observatorio del Suicidio en España 2023 de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio: “Las mujeres lo intentan tres veces más que los hombres, pero los hombres lo consuman tres veces más que las mujeres”.

La dificultad de pedir ayuda y la necesidad de cambios estructurales

Los profesionales ven como algo positivo que las nuevas generaciones tengan una mayor facilidad para hablar de salud mental y un mayor interés en el autocuidado.

Sin embargo, entre las dificultades que Jiménez Pietropaolo observa en los jóvenes para pedir ayuda se encuentran el estigma de tener un problema mental, la dificultad de acceso a los servicios públicos —la demora que caracteriza a las citas psicológicas en la sanidad pública— o el coste económico si deciden ir por lo privado lo que hace que muchos de ellos no se lo puedan costear. A estos Martínez García añade el desconocimiento de recursos que pueden ayudarles y “pensar que tienen que resolver solos sus problemas; esa autonomía les genera más estrés”. 

Para revertir esta situación, los expertos coinciden en que la respuesta debe ser multifactorial —del mismo modo que lo es el propio fenómeno del suicidio—. Martínez García y Jiménez Pietropaolo consideran imprescindible un cambio en el ámbito de atención sanitaria: señala la necesidad de tener más psicólogos en atención primaria, mejorar la formación de los profesionales en prevención y atención a pacientes con conductas suicidas y mayor frecuencia —y duración— de las citas psicológicas en casos de riesgo.

Además, consideran clave la desestigmatización de los problemas de salud mental y todo lo que rodea al suicidio, para que los jóvenes se animen a hablar y expresarse sin sentirse juzgados.


jóvenes
jóvenes

(Ludmila Pashkevych/Unsplash)

Todas estas acciones, para psicólogas como Martínez García, deben compaginarse con otras que permitan una mejora en las condiciones de vida: medidas sociales de reducción de desigualdades, de acceso a una vivienda, mejora de las condiciones laborales… Todo ello sin perder de vista la educación emocional desde edades tempranas, pues como asegura Hugo Vega, “en las escuelas, los programas de regulación emocional y prevención funcionan; no son magia, pero sí reducen riesgos y normalizan hablar de lo que uno siente (…) Aprender a identificar lo que uno siente, regularlo y pedir apoyo no es un extra; es una habilidad vital”.

Además, organizaciones como el Teléfono de la Esperanza ponen de relieve la importancia de contar con canales de comunicación accesibles y gratuitos para la población más joven: destacan el Chat de la Esperanza —se puede acceder a través de la web o descargando su aplicación—, que pone a quien lo utilice en contacto con un orientador formado en atender situaciones de crisis emocional, supervisado por profesionales de la salud mental.

Desde ANAR también recuerdan que tienen disponible el Chat ANAR —además de sus teléfono 900 20 20 10— al que se puede acudir las 24 horas del día y los 365 días al año de una manera completamente gratuita y anónima en el que los menores pueden recibir atención de psicólogos expertos en todo tipo de problemáticas que puedan afectar a un menor de edad. Desde estas organizaciones animan a toda aquella persona que lo necesite a hacer uso de sus recursos, ya que siempre se les va a escuchar el tiempo necesario, además de orientarles y ayudarles a encontrar una solución. 

suicidio
suicidio

(Michał Parzuchowski/Unsplash)

“Estamos convencidos de que el suicidio se puede prevenir, algo que hasta hace no tanto era casi un mito. Antes se asumía que las personas se suicidaban porque querían y que nadie podía hacer nada para evitarlo. Esa idea ya está superada. Igual que ocurre con otros problemas, como la violencia de género, es necesario desplegar mecanismos, acciones y estrategias para que la realidad cambie en el futuro”, explica el presidente de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio.

Desde esta fundación insisten en que hablar del suicidio no lo provoca: lo previene. No es cierto que quien se suicida “quiera morir”; lo que quiere es dejar de sufrir. No le falta deseo de vivir: le falta capacidad para sostener un dolor que le desborda. Tampoco es verdad que “quien lo dice no lo hace”: numerosos suicidios están precedidos por señales de alerta que nunca deben ignorarse. 

Romper estos silencios y dotar de recursos a quienes pueden intervenir es, según los expertos, la vía más sólida para salvar vidas. Hablar bien del suicidio —con rigor, sin sensacionalismo y sin miedo— es una forma de prevención activa, y es una responsabilidad colectiva.

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Imagen | Zanyar Ibrahim

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Las reservas mundiales de tierras raras, expuestas en este gráfico que muestra el brutal dominio de un único país

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Las tierras raras ni son tierras ni son raras. Se trata de un conjunto de 17 elementos químicos que se han convertido en la palanca que mueve tanto la geopolítica como prácticamente cualquier sector tecnológico y energético actualmente. Tan importante como saber producirlo es saber dónde están las reservas, y en ambas cosas hay un nombre que domina el panorama internacional: China.

Y en este gráfico podemos ver cuáles son los países que tienen la sartén por el mango. O “el país”, mejor dicho.

Tierras Raras
Tierras Raras

China, nombre destacado. Elaborado por Visual Capitalist a partir de los datos del Servicio Geológico de Estados Unidos -USGS-, el gráfico es muy claro a la hora de que visualicemos las reservas de tierras raras estimadas. China tiene más del doble que el siguiente en la lista, que a su vez tiene tres veces más que el tercero. El gigante asiático contaría con unas reservas de 44 millones de toneladas métricas, Brasil con 21 millones e India con 6,9 millones.

Lejos en la lista quedan países como Australia (5,7 millones), Rusia (3,8 millones), Vietnam (3,5 millones), Estados Unidos (1,9 millones) y Groenlandia (1,5 millones) si tenemos en cuenta los que superan el millón. Lo demencial es que el total mundial se estima en unos 92 millones de toneladas métricas, por lo que China tiene aproximadamente el 50% de las reservas.

Importancia. Las tierras raras están presentes en prácticamente cualquier cosa que nos imaginemos. Desde lo más sutil como elementos de smartphones o los imanes de los auriculares que usamos cada día hasta las cosas más complejas como telescopios espaciales, tecnología aeroespacial o sistemas de guiado de radares militares y armamento avanzado.

También son cruciales para fabricar los elementos del cambio energético: baterías tanto de coches eléctricos como acumuladores para energías renovables y los propios sistemas internos tanto de placas solares como de los aerogeneradores. Y hay algo importante aquí: puedes tener reservas, pero si no las procesas, esas reservas no valen para nada.

Tierras raras como arma. El problema es que estos elementos de tierras raras no aparecen aislados en la naturaleza, sino adheridos a otros minerales. Es necesario separarlos, algo que se hace mediante un proceso de refinado extremadamente caro y, sobre todo, contaminante. Debido a las políticas medioambientales occidentales, durante años relegamos esa tarea a una China con una regulación más laxa (aunque ha ido cambiando recientemente), y con los aranceles impuestos por Donald Trump al país asiático hemos visto cómo China se ha aprovechado de su posición. Igual que con la Soja.

Tienen la tecnología y los conocimientos para ese procesado de las tierras raras, y han ido respondiendo a los nuevos aranceles, cortando el suministro de los metales y elementos que occidente necesita para crear armas o para hacer ese cambio de paradigma tecnológico mediante las renovables. Occidente, durante años, financió su propia vulnerabilidad estratégica y tecnológica. Hasta las minas occidentales, como la de Mountain Pass en Estados Unidos, enviaba su material a China para refinarlo allí.

¿Ejemplos de producciones afectadas? Suzuki tuvo que detener la producción del Swift por escasez de componentes, la industria automovilística europea también ha lanzado el grito al cielo y Elon Musk no tiene para fabricar sus robots.

Haciendo amigos. Como China ha convertido las tierras raras en su palanca de poder más poderosa, occidente ha tenido que moverse y diferentes países han emprendido misiones de búsqueda de nuevos yacimientos de tierras raras. Es una estrategia que está dando sus frutos, hallando prometedores yacimientos en España, Noruega, Groenlandia o Japón.

También se está estudiando cómo volver a poner en marcha el brazo productor de tierras raras en occidente, aunque las dificultades están ahí tanto por la técnica como, sobre todo, por las restricciones en cuestión de emisiones.

Buscando debajo de las piedras. Y ese es un gran problema que en España estamos viviendo de primera mano. Son varios los yacimientos encontrados en nuestro país, pero debido a esa extracción problemática y contaminante, los proyectos mineros se han topado con la oposición de plataformas vecinales y ayuntamientos. Un ejemplo es el de Torrenueva, en un importante yacimiento hallado en Campo de Montiel.

Y es por ello que hay varios proyectos e investigaciones en marcha que están favoreciendo no el refinado de las tierras raras, sino el reciclaje de estos elementos para, en la medida de lo posible, dejar de depender tanto de un país que tiene el monopolio tanto por reservas y capacidad de producción como por contratos con las minas más potentes al otro lado del mundo. Por ejemplo, la de Serra Verde que vende en exclusividad a China hasta 2027.

En Xataka | Suecia cree tener la mayor reserva de tierras raras de Europa: un paso más hacia nuestra independencia de China

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