Estados Unidos es la potencia mundial. Es la primera economía del mundo. El encargado de definir los sistemas que mueven a Occidente. Y sobre todo, es el país que preserva la (idea de) democracia, llevando la libertad a las naciones más tercermundistas del planeta.
Todo suena muy idílico. Bellísimo. Pero pocas veces nos hemos detenido a pensar en lo aterrador del asunto. Y no sólo por el hecho de otorgarle a una sola nación la estabilidad de la mitad del mundo (más/menos), sino porque Estados Unidos tiene apenas 248 años.
Ahora bien. Pensemos en otras naciones de primer mundo como Reino Unido. Su historia se extiende por milenios, y eso no quiere decir que sean aptos para liderar a las naciones de Occidente e implementar cualquiera sean sus ideologías en turno.
¿Pero por qué no nos escandalizamos con Estados Unidos? La respuesta, en primer lugar, sería incorrecta porque la pregunta se formula igual de manera errónea. Hablamos de un presente y de un pasado. ¿Antes no nos escandalizaba pero ahora sí?
Alex Garland y el tsunami
Tras la llegada de Donald Trump a la presidencia en 2016, es justo decir que la imagen que tenía el mundo de Estados Unidos cambió. La idea de su democracia liberal, ante el resto, cambió completo, y al término de su mandato, Joe Biden habría de recuperarla, pero no ha sido así.
El país se percibe más dividido cara a unas elecciones presidenciales que vuelven a retomar a Trump como el candidato de los republicanos y a Biden como el de los demócratas. ¿Otra vez? Ocho años de una polarización que se vio reflejada, como ejemplo perfecto, a la mitad de ambos mandatos: el asalto al Capitolio de enero de 2021.
Para muchos se veía venir. No había forma de detenerlo. Alex Garland, director de películas como Ex-Machina y Annihilation, en entrevista nos lo describe así: estás parado en una playa y ves un tsunami; te dicen que corras pero no lo haces. El tsunami azota la playa y todo lo que alcanza.
Civil War, su más reciente película, no es el sujeto en la playa, ni el que lo advierte. Tampoco es la playa. Civil War es el tsunami, tan devastador e impredecible.
¿De qué trata Civil War?
Civil War nos presenta a un Estados Unidos en medio de una guerra civil, como su título lo indica. La nación esta dividida en varios grupos con dos tomando la batuta de las batallas: el gobierno federal liderado por el presidente y los separatistas comandados por los estados de Texas y California.
Así es. En un evento sin precedentes, dos de los estados con mayor fuerza política, se unen para derrocar al gobierno e instaurar un nuevo discurso. ¿Cuál? No lo conocemos. Nada del contexto político en Civil War se nos revela en ningún momento. Nada.
Sólo vemos los despuntes de violencia y las atrocidades que cualquier bando comete dentro y fuera de un enfrentamiento. Porque sí, no sólo son los choques entre dos grupos en distintos edificios, o la paciencia que tenga un francotirador de cada lado. Es la violencia por sí misma, la oportunidad de ejercerla y dominarla.
Cada uno de los eventos los vemos a través de un grupo de periodistas que deben salir de Nueva York, recorrer el país y llegar a Washington D.C. donde tendrán una última oportunidad de entrevistar al presidente. Nadie ha hablado con él en más de un año.
Los protagonistas de Civil War
El grupo integra a Lee, una de las corresponsales de guerra y fotoperiodistas más aclamadas. Cualquier conflicto en cualquier parte del mundo, ella lo ha fotografiado. Sus imágenes, alguna vez, pretendían ser una poderosa advertencia que fue ignorada al grado de que su país, aquel paraíso, está sometido a un conflicto brutal. ¿Para qué sirvió el riesgo y los cargos físicos, emocionales y psicológicos de la labor?
También tenemos a Joe, un reportero que ha acompañado a Lee en varias ocasiones. Es adicto a la adrenalina, y las situaciones de conflicto las percibe como los momentos más reveladores no de los grupos que pelean, sino de las personas que lo hacen sin saber bien el porqué (algo como lo que eventualmente sucedió en Vietnam).
El tercero del grupo es Sammy, un veterano de “lo que queda” del New York Times. Él no está invitado a la entrevista con el presidente, pero les pide que lo dejen en algún punto del camino. Su cuerpo es grande y viejo, por lo que conlleva un peligro llevarlo en el recorrido.
Y por último está Jessie, una recién graduada que admira a Lee y quiere convertirse en ella. Lee, enojada, la cuida en su viaje y le dice algo clave para comprender la cinta: las fotografías, el ejercicio del periodismo, no está hecho para interpretarlo, sólo presentarlo.
El periodismo y el cine
Esto nos recuerda a algo que ha dicho Michael Haneke del cine. La labor del director empieza con la responsabilidad que asume con su audiencia. El director no debe manipular al espectador y decirle qué pensar, sólo debe mostrar la historia y darles las herramientas para que saquen sus propias conclusiones y construyan una opinión.
Lo mismo sucede con el periodismo en Civil War. Ellos nos están para interpretar las imágenes, sólo presentarlas. La ciudadanía es la que debe leerlas y sacar sus propias conclusiones.
Lo malo es que la narrativa de una guerra, para que exista y se mantenga, siempre ha de ser extremista sin importar el bando. Entonces, las imágenes, por más brutales y devastadoras, tienen un filtro ideológico tan extremo, que justifica las atrocidades.
Es por eso, creemos, que Garland le apostó a crear una película “cínica” en todos sus elementos: desde la historia y sus personajes, hasta el soundtrack, la música, la fotografía, la edición.
No queremos entrar en definiciones filosóficas del término pero al mismo no logramos completar la explicación con palabras. Pero lo intentaremos.
La cinta la entendemos como cínica porque nos dice que para ser un corresponsal de guerra y mantenerse neutro al momento de mostrar la historia, hay que ser muy cínico. Y hay que ser muy cínico para hacer cine y plantear estas historias. Y como espectadores consumimos la violencia de manera cínica.
Esa escena de Jesse Plemons
Cuidado, que no daremos spoliers. Pero necesitamos hablar de una escena en específico protagonizada por el siempre espectacular Jesse Plemons y que dura apenas unos 3 o 4 minutos a lo mucho. Pero es aterradora, de verdad.
La escena involucra a un sujeto con un arma que cuestiona la calidad de ciudadanos de otros. La pregunta es, “What kind of american are you?”.
Esta parte es aterradora porque nos muestra la tierra sin ley de un país en conflicto. Pero más que eso, porque nos enseña cómo cada individuo que participa, vive una suerte de guerra individual dirigida por sus ideologías, nuevamente, extremistas que se asocian a una comunidad, pero también tan personales que surgen de un contexto más íntimo.
Ficción especulativa
Alex Garland dijo hace unas semanas que Civil War será su última película como director y se dedicará a producir y escribir. Ojalá esta decisión sea temporal porque demostró, una vez más, que puede lidiar con producciones de magnitudes enormes, y a la par, jalar taquilla.
Civil War está producida por A24 y es su proyecto más grande hasta ahora con un presupuesto de 50 millones de dólares. La conversación ya está sobre la mesa, y una de las más interesantes que se han dado es sobre la definición de la cinta como “speculative fiction”.
Ese término viene de la literatura y diversos escritores como Margaret Atwood, autora de The Handmaid’s Tale, lo describen como una historia que plantea diversas situaciones que una sociedad no ha vivido pero están latentes. Si tomamos esto de manera literal, Civil War se expande aún más en las historias que presenta en el escenario que describe.
En un ambiente de polarización como el que vive Estados Unidos, auspiciados por ideologías tan extremas, todo pude suceder. Nadie podría enfrentar a Estados Unidos y su poderío económico y militar. Los únicos que se van a arrastrar al fin son ellos mismos.
Civil War se estrena en salas de cine en México este 18 de abril.
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El gobierno de Milei aclara que no recibe recursos de la OMS, que es una de las cosas que la oposición critica de la medida… hasta habrá más flexibilidad para implementar medidas sanitarias, asegura el gobierno de Argentina.
Era algo que Javier Milei adelantó que haría, nomás en cuanto vio que su ídolo, Donald Trump, lo hizo. Hoy es oficial: Argentina sale de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Milei acusa que OMS interviene en soberanía de Argentina
El encargado de hacer el anuncio fue el vocero de la Presidencia de Argentina, Manuel Adorni. Según lo que le mandó a decir, la decisión se tomó no porque se esté imitando a Trump, sino porque, después de un análisis, se determinó que la OMS interviene en la soberanía del país sudamericano.
“Los argentinos no vamos a permitir que un organismo internacional intervenga en nuestra soberanía. Mucho menos en nuestra salud”, advirtió el funcionario en conferencia de prensa ofrecida desde la Casa Rosada.
Gobierno de Argentina aclara que nunca recibió recursos de parte del organismo internacional
Si ustedes como muchos se preguntan “¿pues de qué forma la OMS mete mano en las decisiones de Argentina?”, el ejemplo lo dio el propio Adorni: el gobierno de Milei no está de acuerdo en las recomendaciones que el organismo emite… así del tipo de las que dio durante la pandemia.
Sin tomar en cuenta lo que pasó a nivel internacional, el gobierno de Javier Milei acusa que fue la OMS y la administración de Alberto Fernández los responsables de haber mantenido en confinamiento a los habitantes de Argentina. Así que, según parece, de aquí en adelante no harán caso de lo que diga el organismo internacional.
El gobierno de Milei aclara que no recibe recursos de parte de la OMS, así que la medida no les afectará en lo más mínimo. “Al contrario, le da al país mayor flexibilidad para implementar políticas adaptadas al contexto que requiere la Argentina”.
Obvio, así como lo dijo Estados Unidos, la decisión también implica que la OMS dejará de recibir su respectiva contribución monetaria de parte de Argentina… que muy probablemente no es así que digan “uffff”, ya que el importe que debe pagar cada Estado miembro se calcula en función de la riqueza y la población del país. Y pues Argentina no pasa por su mejor momento económico.
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Nombre de la película: ‘Luna de miel con mi madre’ Género: Comedia Duración: 1 hora 33 minutos Plataforma: Netflix
Estaban Ocon no solo es piloto de Haas, también aprovechó sus vacaciones para hacer su debut cómo actor. El francés tendrá una participación especial en un película de Netflix que se estrena en febrero del 2025. Pocos días antes de los test de pretemporada de la F1.
Y aunque ya hemos visto a Ocon en ‘Drive to Survive’, es la primera vez que le toca interpretar a otro personaje que no es él.
Película en la que actúa Esteban Ocon
El 12 de febrero en Netflix se estrena la película de comedia ‘Lune de Miel avec Ma Mère’ o en español, ‘Luna de miel con mi madre’. Lo que se ha visto en el tráiler es que una novia deja plantado al novio en el altar para fugarse con otro hombre.
Y sí, el otro hombre que se ‘roba’ a la novia es nada más y nada menos que Esteban Ocon. El piloto de tiempo completo y actor en sus ratos libres, llega a la iglesia en un auto color rojo de Alpine. Lo que nos hace pensar que seguramente las grabaciones fueron cuándo aún era piloto del equipo francés.
En la película, Esteban lleva el nombre de ‘Damien’, y llama justo a mitad de la misa para impedir la boda. Acá les dejamos el momento:
Datos de la película
Nombre de la película: ‘Luna de miel con mi madre’
Género: Comedia
Duración: 1 hora 33 minutos
Plataforma: Netflix
Fecha de estreno: 12 de febrero 2025
Y bueno, hablando de Fórmula 1, la temporada 2025 arranca el 16 de marzo con el Gran Premio de Australia. Está temporada Esteban Ocon no solo debuta como actor, también como piloto de Haas después de varios años Alpine.
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Luego de una reunión con el primer ministro de Israel, Donald Trump avisó que Estados Unidos tomará el control de Gaza para su reconstrucción… y para la reubicación total de palestinos.
Ya se “arregló” con México, Canadá y China por el tema de los aranceles… ahora Trump volteó a otro lado del mundo para causar bullicio. ¿Y dónde más hacía falta su cucharota, sino en la franja de Gaza?
Al respecto, Hamás señaló que el plan expuesto ayer por Trump no hará más que “avivar las llamas” de la violencia en Medio Oriente.
Es una idea “agresiva para nuestro pueblo y nuestra causa”, aseguró Hamás en comunicado difundido por medios internacionales. “No contribuirá a la estabilidad en la región y sólo echará más leña al fuego”.
Por su parte, el gobierno de Turquía rechazó tajantemente la idea de que Estados Unidos tome control de Gaza y emprenda una “reubicación” de los ciudadanos palestinos. “Esta es una cuestión inaceptable”, señaló el responsable de Exteriores turco, Hakan Fida.
Alidos de Estados Unidos en contra de “reubicación” de palestinos
Alemania y Reino Unido, aliados de Estados Unidos en su posición de la guerra en Gaza se pronunciaron en contra de lo propuesto por Donald Trump. Alemania de plano descartó no sólo que los gringos tomen control de la zona, sino especialmente la idea de “reubicar” (por no decir desplazar completamente) a los palestino que viven en la región.
“No debe haber ninguna solución por encima de las cabezas de los palestinos”, señaló la ministra de Exteriores alemana, Annalena Baerbock, citada por The Guardian; mientras que, en Reino Unido, el homólogo le recordó a Trump que la idea siempre ha sido que el futuro de los palestinos sea en su tierra natal.
“Debemos ver a los palestinos vivir y prosperar en sus países de origen en Gaza y Cisjordania”, señaló el funcionario de Reino Unido.
En fin, la posición casi generalizada del mundo es en contra de la ideota de Trump… bueno, con excepciones. Una de ellas, la de Israel, quien vio con buenos ojos que Estados Unidos se quede en Gaza, reconstruya y luego vuelva a habitar el espacio… claro, por habitantes elegidos por él, ya no palestino.
Sólo que eso no lo verán nuestros ojos, ya que Trump prevé que se tardará unos cuantos añitos en que Gaza vuelva a quedar… y, mientras eso sucede, el “pastel” queda en manos de Estados Unidos.
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