Curiosidades
Esta es la historia del Monumento a la Revolución
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A propósito del 20 de noviembre, reunimos algunos datos curiosos sobre el monumento que se alza en el corazón de la CDMX y que en un primer momento se planteó como un palacio porfiriano cuya construcción se vio interrumpida por la Revolución Mexicana. . Esta es la historia del Monumento a la Revolución.
En 1897, el entonces presidente Porfirio Díaz lanzó una convocatoria a nivel internacional para la construcción del que sería el gran Palacio Legislativo Federal, un lugar parecido al Palacio de Bellas Artes.
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Ahí se alojarían las cámaras de senadores y de diputados, dependencias de gobierno y otras oficinas gubernamentales. El magnífico edificio de estilo neoclásico contaría con más de 14,000 metros cuadrados.
La obra porfiriana
El palacio sería otra de las tantas obras que Díaz propuso para festejar el centenario de la Independencia de México. El que resultó encargado para la construcción del proyecto fue el arquitecto italiano Pietro Paolo Quaglia, que falleció en 1899, antes de comenzar con la construcción.
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Su sustituto fue el arquitecto y pintor francés Émile Bénard, que entre otros proyectos, puso en pie la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Berkeley en California y asistió a Charles Garnier en la construcción de la Ópera de París. Pero los trabajos del Palacio Legislativo quedaron en suspenso cuando se dio el conflicto armado en nuestro país.
El palacio que se convirtió en Monumento de la Revolución
La construcción del supuesto palacio comenzó el 23 de septiembre de 1910 con una gran celebración en la que Porfirio Díaz colocó la primera piedra. Además, en el terreno se enterró una cápsula del tiempo con periódicos, monedas, documentos y fotografías de la época. Esta cápsula aún no ha sido encontrada.
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En 1912 la obra quedó abandonada. Los recursos destinados para ella fueron reasignados a las guerras revolucionarias. Lo único que quedó en pie fue la estructura metálica de la cúpula central que ahora todos conocemos y así permaneció en abandono durante 20 largos años.
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Para cuando la Revolución Mexicana terminó en 1922, Émile Bénard le propuso al presidente Lázaro Cárdenas continuar con la construcción del antiguo palacio, ahora para adaptar la estructura como un panteón para conmemorar a los héroes del conflicto armado. Pero al poco tiempo los dos murieron y ese proyecto quedó en el olvido.
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Fue hasta 1933, que el arquitecto Carlos Obregón Santacilia, nacido en la Ciudad de México y considerado como uno de los pioneros de la arquitectura moderna, retomó el proyecto y le dio una nueva reinterpretación a la obra de Bénard con un enfoque entre el arte prehispánico y el cubismo.
El espacio que originalmente iba a ocupar el gran palacio se volvió una plaza pública para conmemorar la Revolución y a sus héroes —la que hoy conocemos como Plaza de la República—. La cúpula quedó sobre cuatro grandes pilares que representan la Independencia y las leyes de Reforma, las agrarias y las obreras.
Otras curiosidades del Monumento a la Revolución
En 1936 se lanzó una nueva convocatoria para elegir al artista encargado de hacer los conjuntos escultóricos que rematarían la cúpula del monumento. El elegido fue el coahuilense Oliverio Martínez de Hoyos y para las esculturas tomó como modelos a los hijos del arquitecto Carlos Obregón Santacilia, a los trabajadores de la obra y a las mujeres que les llevaban la comida.
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Para el proyecto también se contaba con una escultura de Francisco I. Madero que estaría al pie del monumento, pero no se llevó a cabo por la muerte de Martínez de Hoyos, que falleció prematuramente a los 36 años de edad.
Para la construcción del Monumento a la Revolución se formó un patronato que recibió donaciones y también se llegaron a vender bienes del Estado. En el proyecto trabajaron alrededor de 3000 obreros. La obra culminó en 1938.
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Como otra curiosidad, en 1946, el piloto aviador español Jacobo Fernández Alberdi llevó en su avión a su novia mexicana, Elisa Flores Morales, en un vuelo que atravesó el monumento, ¡y todo para pedir su mano!
El piloto fue felicitado por la hazaña y su heroísmo, pero tuvo que pagar una multa de 8 000 pesos y se le retiró la licencia por volar a baja altura sobre una zona habitada.
Un monumento revolucionario y colosal
El Monumento a la Revolución tiene 67 metros de altura. Es un mausoleo que conserva los restos de los héroes revolucionarios —Venustiano Carranza, Francisco I. Madero, Plutarco Elías Calles, Francisco Villa y Lázaro Cárdenas— en criptas que están colocadas bajo sus cuatro pilares.
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En su base encontramos el Museo Nacional de la Revolución y en su cúspide hay un mirador que todos podemos visitar. En 2010, el monumento se remodeló para recibir el centenario de la Revolución Mexicana. Entonces se renovó el museo, el mausoleo, se habilitó su fuente y se restauró su estructura. Además, se construyó el elevador panorámico que llega hasta el mirador.
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Esta es la historia del Monumento a la Revolución. Hoy lo tenemos como una de las estructuras icónicas que nos hacen pensar en la Ciudad de México cada vez que la vemos y representa una parte de nuestro pasado, en el que nuestro país cambió para ser el que tenemos en la actualidad.
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5 obras profundamente surrealistas que Leonora Carrington le regaló a México
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Lo que necesitas saber:
Leonora Carrington es una de las máximas exponentes del surrealismo. Vivió gran parte de su vida en México y al morir nos heredó parte de sus obras fantásticas.
Leonora Carrington fue muchas cosas en su vida, una artista transgresora que desafió la realidad y pudo sacar a la superficie su mundo interno; un cosmos mitológico lleno de gatos y creaturas etéreas que dialogan con la eternidad, tan frágiles como una tela que deshilacha. No nació en México, pero pudo pintarlo y entenderlo mejor que todos sus contemporáneos. Este país le abrió las puertas de la imaginación y a cambio ella le regaló algunas de sus mejores obras, entre pinturas y esculturas.
Nació en el viejo continente, pero vivió en nuestro país desde los años 40. Aquí escribió cuentos, esculpió seres alargados de cabezas raras y entendió lo que realmente es el surrealismo. También conoció el amor, tuvo a sus hijos, se ilusionó y se desilusionó de la existencia. Aquí pudo ser la rara, valiente y profunda mujer que siempre fue.
Y es por eso que, tras su muerte en la Colonia Roma a los 94 años, una buena parte de su obra se donó al patrimonio nacional. Hablamos de una escultura de más ocho toneladas, una banca de magos, un mural sobre la cosmogonía maya y decenas de piezas asombrosas que nos revelan su gran genio.
Obras de arte adelantadas a su tiempo que se han reciclado con la cotidianidad de los peatones y que sin duda se han convertido en parte de nuestra identidad. En otras palabras, México es lo que es gracias a Leonora, si no hubiera llegado, otra cosa sería.
Una vida revolucionaria
Leonora Carrington nació en una provincia de Inglaterra llamada Lancashire un día nublado de 1917, en una familia de buena posición económica, que no obstante, lejos de ayudarla la contuvo. No la dejaban tomar el pincel, apreciar el mundo desde sus sueños, ser pintora, escultora o escritora. La expulsaron de un colegio de monjas, se peleaba con sus nodrizas.
Cuando tuvo la edad se reveló contra sus padres, que sólo querían para ella un matrimonio en forma y una vida de organizar fiestas y poner flores en los floreros. Fue así como con sólo veinte años es escapó de la alta sociedad rumbo a Paris, quería aprender surrealismo y comprometerse con Max Ernst.
Durante su estancia, fue cercana a Breton, conoció a Dalí y a Miró y aunque todos la miraban como un adorno bonito, ella demostró que era algo más que una musa que iba por los cigarros cuando se los pedían.
En la Segunda Guerra mundial se escapó a Madrid donde quizá experimentó los momentos más difíciles de su vida. Tuvo un episodio violento con unos soldados y terminó recluida en un centro psiquiátrico, llena de fármacos y de doctores que decían que estaba loca. Afortunadamente para todos, su espíritu se impuso una vez más y cuando tuvo la oportunidad se fue sin mirar atrás.
Se refugió en la embajada mexicana, donde se casó con Renato Leduc y tras una breve estancia en Nueva York, llegó a nuestro país en 1942. En México descubrió que el surrealismo no era un movimiento de vanguardia, era una forma de vivir; en este lugar del mundo la magia y la realidad no están disgregados y por eso de aquí nunca se fue.
Los regalos de Leonora Carrington a México
En México sus sueños y fantasías se materializaron, realizó sus mejores piezas, como La giganta o Entonces vimos a la hija del minotauro. Aquí vivió y murió dejando tras ella una trayectoria inmortal.
Aunque muchas de sus creaciones están en museos lejanos o en colecciones privadas, Carrington heredó una multitud de piezas a diversos recintos culturales y calles de México. Aquí les dejamos algunas obras públicas que podemos ver de forma gratuita cuando queramos.
Cocodrilo
Llamado originalmente ¿Cómo hace el pequeño cocodrilo?, esta escultura pública fue donada en el año 2000. Para crearla, Leonora se inspiró en la literatura fantástica de Lewis Carroll, autor de Alicia en el País de las Maravillas.
La pieza está hecha principalmente de bronce y se estima que pesa poco más de cinco toneladas. Fue la misma artista que en el año 2006 pidió que la movieran de su lugar original en la Segunda Sección de Chapultepec, a su ubicación actual en Paseo de la Reforma, donde todos los días es fotografiada por cientos de peatones.
La inventora del Atole
Creada en 2010, esta pieza muestra la dualidad entre la fantasía y la realidad que siempre formó parte de la poética de la artista. Hecha de bronce, fue una de las favoritas de Leonora porque en sus palabras, revela el conocimiento ancestral y el cuidado a los hijos que siempre ha caracterizado a las mujeres mexicanas.
Actualmente la escultura es patrimonio de la Ciudad de Querétaro y vive en el interior del Centro de las Artes de la capital, donde se ha convertido en una parada obligada para los viajeros.
The Palmist
Otra pieza de bronce que se centra en la protección y la buena suerte. Aquí Carrington creó una creatura mítica que es humana y animal mítico al mismo tiempo. Sus manos parecen las de un pez y su mirada tiene una indiferencia silvestre.
Esta escultura mide poco más de dos metros de altura y fue una de sus primeras obras monumentales. Actualmente la podemos visitar en el Antiguo Palacio del Arzobispado, en el jardín del Museo de Arte de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
El mundo mágico de los mayas
En el Museo Nacional de Antropología e Historia se puede apreciar un mural que Leonora Carrington realizó tras vivir una temporada en Chiapas. Durante esa estancia tuvo contacto con las comunidades mayas; las observó y quiso abstraer la forma en la que se relacionaban con la naturaleza.
Esta pieza plagada de tonos rojizos se inauguró en 1964. En ella podemos apreciar, desde el surrealismo, algunos fragmentos del Popol Vuh, así como diversas leyendas nacidas en la cosmogonía maya, casi todas relacionadas con la Tierra, el cielo y el inframundo.
Ya no hay lugar
Detrás de la Catedral Metropolitana, justo a un costado del sublime Templo Mayor, se encuentra una de las piezas más poderosas de Carrington. Se trata de una escultura de bronce que es a la vez una banca y una obra de arte dedicada a todas muchedumbres de la CDMX.
En este caso, contemplamos a seis magos sentados que miran a los que pasan y no dicen nada. La obra se centra en un tramo de la vida de Leonora, cuando iba en tranvía de Mixcoac al Zócalo.
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Curiosidades
Pequeña lista de árboles florales de la CDMX (más allá de las jacarandas)
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Lo que necesitas saber:
Con la llegada de la primavera las calles de la CDMX se colorean con los pétalos de sus árboles florales. Aquí tenemos una lista con algunos de los más característicos.
Faltan sólo unas semanas para que inicie la primavera y las calles de la Ciudad de México se empiezan a tapizar de pequeñas flores violetas que nos recuerdan la importancia y la belleza de los árboles en el paisaje urbano. La buena noticia es que las jacarandas son sólo una de las tantas especies que brotan cuando inicia el calor. La CDMX cuenta con una gran variedad de árboles florales.
Y es que la capital mexicana es la casa de al menos once millones de árboles ubicados entre parques, camellones y calles. Y aunque parecen muchos, siempre faltarán más, ya que estas plantas de tallo leñoso traen grandes ventajas al medio ambiente, embellecen el horizonte y nos ofrecen refugio en medio de una crisis climática que propicia el aumento sostenido y sin precedentes de las temperaturas.
De acuerdo a los especialistas, la ciudad tiene el clima y el suelo idóneo para que crezcan múltiples especies arbóreas. No obstante, la gran huella urbana y la contaminación han hecho que se pierda una gran parte de la biodiversidad original de esta región. Por eso, no sólo hay que cuidar lo que queda, sino fomentar entre los habitantes la reforestación y la necesidad de proteger nuestros ejemplares endémicos.
Ventajas de sembrar árboles en la CDMX
Una ciudad con más árboles es igual a tener menos contaminación, mejor calidad de vida y paisajes bonitos. Entre las múltiples virtudes de sembrar nuevos ejemplares están: el aumento de la biodiversidad de la ciudad; las especies arbóreas son hábitats de animales y plantas, y esto fortalece nuestros ecosistemas.
Por otro lado, los árboles son grandes aliados para mitigar las consecuencias del cambio climático, ya que su ubicación estratégica puede enfriar el aire hasta ocho grados. Asimismo, pueden absorber hasta 150 kg de CO2, lo que sin duda mejorará la calidad del aire.
Finalmente, vale la pena destacar que la reforestación nos puede ayudar a que se regule el flujo del agua y que se prevengan desastres naturales, como por ejemplo las inundaciones que suceden en la ciudad todos los años.
Árboles florales que podemos ver en primavera
Y aunque las especies más comunes en la capital no se caracterizan por sus flores (como los fresnos, pinos o ahuehuetes), en los distintos barrios de la CDMX podemos encontrar algunos ejemplares bellísimos que nos demuestran que no existe mejor obra de arte que la que nos da la naturaleza.
La floricultura existe en nuestro país desde los tiempos prehispánicos. Aquí les dejamos una breve lista con esos árboles menos conocidos que las jacarandas, pero igual de esplendorosos.
1. Flamboyán
Se trata de un árbol endémico de Madagascar que se puede encontrar en varios estados de la república, incluyendo la CDMX. Su follaje rojo es una poesía de primavera.
Estos arboles pueden medir hasta ocho metros y se caracterizan por su tronco torcido. Hay que destacar que en Quintana Roo se usa medicinalmente para aliviar los síntomas de las reumas.
2. Acacia Plateada
Endémico de Australia, este árbol también es conocido como Mimosa. Se trata de un ejemplar que pertenece a la familia de las leguminosas, que se caracterizan por sus hojas perenes. Es otro de los árboles florales que podemos ver en los parques de la CDMX.
Las acacias crecen en lugares donde hay mucha tierra, llegan a medir poco más de doce metros de altura y florecen de enero a marzo, alcanzando su máximo follaje en la llegada de la primavera.
3. Las Buganvilias
Nacido de la familia Bougainvillea, esta especie de planta le ofrece a la CDMX al menos 18 especies diferentes, algunas blancas, otras amarillas, magenta, o moradas. Aunque podemos apreciarlas casi en todos lados, las podemos contemplar en particular en Coyoacán.
Endémicos de América del Sur, estos arbustos son hermafroditas, trepadores y sus troncos pueden llegar a medir hasta 12 metros.
4. La Dalia silvestre
En las reservas ecológicas del Pedregal hay una poesía endémica de varios colores que los mexicas llamaban atlcocotlixochitl o flor de los tallos de agua. Existen 40 tipos de Dalia, y al menos 35 son originarias de este país.
Esta especie nace en los bosques templados del centro de México, y gracias a su belleza es considerada nuestra flor nacional. Se cree que los mexicas la usaban con fines medicinales y como inspiración para decorar sus vasijas.
5. Colorín
Se trata de un árbol que nace en casi todos los estados del país. Se caracteriza por sus frijoles rojos y por sus ramas espinosas de las que brotan tallos colorados. El colorín es nativo de Norteamérica y puede medir hasta diez metros.
Hay que destacar que esta especie arbórea era sagrada para los aztecas y los tarahumaras la usaban con fines medicinales, ya que, entre otras cosas, produce sueño y relaja. Incluso sus pétalos rojos sirven como alimento. Por otro lado, se cree que los frijoles rojos traen buena suerte y son escudos contra el mal de ojo.
6. Árbol de Júpiter
Además de tener el mejor nombre, este árbol es conocido por los científicos como Crespón Lagerstroemia. Es un arbusto relativamente pequeño que alcanza un máximo de ocho metros.
Sus hojas son caducas y tienen una rara forma ovalada. En lo que respecta a su follaje, el árbol de Júpiter transmuta cada temporada. Es verde durante la gestación, rosa en primavera y verano, y amarillo en otoño.
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Curiosidades
Lo que debes saber de ‘El diablo fuma’, la película mexicana que triunfó en el Festival de Berlín 2025
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Desde hace muchos años, pero sobre todo en la última década, México ha enviado a un sinfín de creadores y títulos que han participado en el Festival Internacional de Cine de Berlín (Berlinale). Este 2025 no fue la excepción con Ernesto Martínez Bucio y Karen Plata y la película mexicana El diablo fuma (y guarda las cabezas de los cerillos quemados en la misma caja).
El director y la guionista, respectivamente, presentaron esta película en la sección Perspectivas de la edición 75 del Festival de Berlín, el cual busca reconocer las primeras obras u óperas primas de las y los creadores. Se trata, en este caso, de su primer largometraje.
El diablo fuma, película mexicana ganadora en el Festival de Berlín
El diablo fuma (y guarda las cabezas de los cerillos quemados en la misma caja), cuyo título en inglés es The Devil Smokes (and Saves the Burnt Matches in the Same Box), se llevó el Premio GWFF, el cual arrancó en 2006 como una manera en la que el Festival de Berlín apoyaba a las nuevas generaciones de cineastas.
Lo que también hace especial a esta película mexicana, es que se estrenó tanto en su premiere como en su triunfo, en la nueva sección de Perspectivas, la cual se convierte en una plataforma de producciones de ficción que marquen el debut de sus creadores, los cuales muestren un “diverso rango de voces y el dominio del lenguaje cinematográfico”.
Para este 2025, Ernesto Martínez Bucio y El diablo fuma compitieron contra 13 largometrajes de distintas partes del mundo. Cabe mencionar que en esta misma sección, la cinta On vous croit (Te creemos, en español) de Charlotte Devillers y Arnaud Dufeys, se llevó una mención especial.
¿De qué va ‘El diablo fuma’ de Ernesto Martínez Bucio?
La película mexicana El diablo fuma, de acuerdo con su director, es un complemento de algunas experiencia personales tanto Ernesto Martínez como de Karen Plata, la guionista. Se trata de un interesante ejercicio de la memoria, los recuerdos y las emociones que se evocan de las mismas.
En una entrevista con el director y la guionista de El diablo fuma (para NOTICINE), Ernesto dijo que “la memoria se comporta de manera imperfecta“, y fue esa memoria la que se complementó con su imaginación, pues se trata de una ficción.
El diablo fuma, con algunos tintes sobrenaturales, está protagonizada por Mariapau Bravo Aviña, Rafael Nieto Martínez, Regina Alejandra, Donovan Said y Laura Uribe Rojas, y está ambientada en la década de los 90 para presentarnos a una familia que se rompe tras las desaparición de la madre, seguida de la del padre, quien salió a buscarla y nunca volvió.
Así, los cinco niños quedan al cuidado de su abuela, quien los encierra en la casa y les prohibe jugar afuera. Ella, constantemente les habla de la presencia del diablo, de cómo funciona, cómo ronda. Y ellos han de descubrir si está ahí o no. Un día, la policía llega a la casa para llevarse a los niños.
Ernesto Martínez Bucio, el director de ‘El diablo fuma’
Ernesto Martínez Bucio es un director mexicano nacido en Uruapan en 1983. Estudió Ciencias de la Comunicación y luego entró el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) para después conseguir una maestría durante sus estudios en España.
No es la primera vez que Ernesto se da una vuelta por un festival internacional. A través de sus cortometrajes, ha participado en distintas secciones de festivales como Cannes, Cairo, San Sebastián y Rotterdam. Y de hecho, esta es su segunda vez en el Festival de Berlín tras haber participado en la sección de Berlinale Talents de 2016.
Entre sus cortos están los títulos de Cenizas; La madre; Las razones del mundo; y El futuro. Y ahora estrenó su primer largometraje en el Festival de Berlín con El diablo fuma.
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