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La noche que Kamasi Washington hizo difícil de entender pero fácil de sentir

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Si me hubieran dado a escoger la noche perfecta para sumergirme en el mundo del jazz, hubiera escogido esta. A sus vientos fríos, a los sonidos callejeros que acompañan a la entrada del Plaza Condesa y a la energía que se sentía en cada alma que estaba a punto de diluirse en un mundo difícil de entender pero fácil de sentir. Hubiera escogido la noche en la que Kamasi Washington y su banda darían una de las sesiones musicales más poéticas y honesta que se verá en los próximos años.

Para abrir la noche, La Orquesta Vulgar fue perfecta. Un poco de jazz para anticipar la locura que estaría por ocurrir y un poco de funk como declaración de singularidad. Con solos de teclado explosivos, trompetas fluidas, y transiciones suaves como los dedos que acariciaban ese saxofón dueño del centro del escenario, los originarios de la Ciudad de México se aventaron un warm up muy, muy fino.

Foto por Stephania Carmona

Despidiéndose con una foto, le dieron espacio al único momento de calma interior que vería la próxima hora y media. Un momento que si bien no fue breve, se sintió eterno gracias a la expectativa de estar por escuchar a Kamasi Washington devorarse su saxofón. Con unas luces tenues que pintaban el escenario por encima de un color amarillo, una inconfundible melena negra vistiendo una gabardina de piel roja y seis músicos más, salieron entre aplausos y gritos de emoción.

“Soy Kamasi Washington y vamos a tocar un poco de música”, lo único que necesitó decir para soltar “Street Fighter Mas” y comenzar una noche inolvidable. Con un redoble marcando un tiempo bailable y la atención clavada en el escenario, fue el momento perfecto para que todos los instrumentos juntos y una voz suave se mostraran gradualmente hasta ser interrumpidos por el primer solo de Kamasi. Fue ese momento, en el que viejos y nuevos conocidos de su música se dieron cuenta que todo sería mucho mejor de lo que jamás hubieran podido imaginar.

Foto por Stephania Carmona

Una de las canciones con el mensaje más poderoso de toda su discografía estaría por llegar. Una que Kamasi describe como una dualidad: las palabras que Ossie Davis recitó en Eulogy for Malcolm X y música de Prince. Una canción perfecta que permite lucir cada instrumento en un mundo de solos por primera vez. Las canciones de Kamasi son especiales, son narrativas únicas que están hechas para que dejes ir cualquier concepto previo que tenías del jazz en vivo. Es tal vez por eso que la manera de disfrutar su música es algo tan personal e íntimo. Desde los que no pueden mover un dedo ante el asombro, hasta los que sacuden el cuerpo al ritmo constante y cambiante de ambas baterías. Como bien dice Kamasi: “El mundo en el que vive tu mente, vive dentro de tu mente. Entonces, lo que experimentas, en realidad es lo que imaginas”.

Es extraño que canciones de 8 a 13 minutos de duración se sientan cortas cada vez que acaban, sin embargo eso fue lo que pasó durante las 8 canciones que se aventaron. Tengo un regalo especial para ustedes: Mi papá, dijo Kamasi. Rickey Washington, por si no lo sabían, algo que realmente no importa porque todos estarían a minutos de verlo adueñarse de nuestros elogios, es un reconocido músico y la principal influencia de Kamasi. En su solo de flauta, entendí que la música de esta bandota no está hecha para entenderse sino para sentirse. Como en el de Rickey, cada solo terminaba con una oleada de aplausos y con comentarios como: “Qué ching@#)$ está pasando aquí”. Y sí, realmente creo que nadie lo entendía a conciencia.

Foto por Stephania Carmona

Algo que me sorprendió, y de lo que me fue evidente en “Re Run”, es que el protagonismo de Kamasi es increíblemente oportuno. Es el músico menos pretencioso que he visto en mi vida. Se le ve en los ojos, en su postura apacible y se le escucha en cada nota. Es alguien que realmente disfruta de estar ahí al igual que cualquiera de sus fans. Disfruta los solos de sus músicos como si fuera la primera vez que los escucha. Conecta con ellos y los hace los protagonistas sin robarles un segundo. Hace que la energía fluya como iguales entre todos, algo importantísimo en el jazz, y si nos vamos más lejos, en cualquier banda de cualquier género.

“No tenemos que ser iguales para amarnos”, fueron las palabras de amor con las que Kamasi le dio entrada a su obra maestra. Con un bajo suave y un silencio inigualable en el foro, “Truth” se hizo lugar en una noche en la que el frío desapareció por completo. “Truth” es una metamorfosis continua, eso ya lo sabíamos, pero lo que estaríamos por escuchar fue mucho más que eso. Después de unos minutos de melancolía guiados por los envolventes coros de Patrice Quinn, unos ritmos latinos se presentarían al ritmo de una campana. Los pies se empezaron a mover al ritmo de una buena salsa, y la fiesta se levantaría muy necesariamente.

Foto por Stephania Carmona

Lo increíble del jazz es ver como cada instrumento tiene una esencia tan singular pero al mismo tiempo tan necesaria en el colectivo. Algo que se escucharía en “Hub-Tones” y en una sublime presentación de “Will You Sing”, rola que vería a Patrice Quinn y al baterista Ronald Bruner Jr. aniquilar el escenario. Antes de llegar al primer y único encore de la noche, todos levantaron el puño cerrado para cantar “Fists of Fury” y disfrutar de esos solos increíbles de teclado y trombón.

Presentando a toda su banda ante el sonido interminable de aplausos, Kamasi Washington se despidió para darle lugar al encore más cortito de la historia. En un regalo que no estaba planeado en el setlist original, regresaron para aventarse “The Rhythm Changes”. La canción perfecta para cerrar. Una canción que dejaría lucir una última vez al saxofón de Kamasi, a la flauta de Rickey Washington y a la envolvente voz de Patrice Quinn. “Siento que así se va a escuchar el cielo”, escuché. Y sí, no podría estar más de acuerdo.

Foto por Stephania Carmona

Lo de Kamasi Washington en el Plaza Condesa es realmente algo difícil de describir. Mentiría si digo lo contrario. Sobran los sentimientos y faltan las palabras. Lo único que puedo decir con certeza, es que lo que pasó en el escenario y en los cuerpos y mentes de todos los que estuvieron ahí, es algo que será recordado para siempre.

SETLIST

1. Street Fighter Mas

2. Malcolm’s Theme

3. Re Run

4. Truth

5. Hub-Tones

6. Will You Sing

7. Fists of Fury

Encore

8. The Rhythm Changes

Foto por Stephania Carmona

Foto por Stephania Carmona

Foto por Stephania Carmona

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Hombres G declaran su amor a México en su concierto en Guadalajara

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Bastó solo un acorde de apertura, estridente, para que la noche se llenara de vida. Los Hombres G necesitaron de muy poco para conquistar el domingo de Guadalajara, y aunque el día se había enrarecido con unas inesperadas nubes de lluvia -y pese a que los españoles aparecieron con media hora de retraso-, la agrupación inundó de calor el recinto del Estadio 3 de Marzo frente a cientos de fanáticos.

“Estamos muy contentos de compartir esta noche con vosotros. Hemos dado tres conciertos en este maravilloso país. Ya cerramos aquí, en esta hermosa ciudad, Guadalajara, vamos a cantar un montón de canciones y las van a cantar con nosotros. En definitiva la vamos a pasar de pu… madre”, gritó con visible entusiasmo David Summers, el vocalista de la banda, acompañado de los aplausos de los tapatíos. 

LEE: Paradise Lost envuelve a Guadalajara en una noche de oscuridad y melancolía

La agrupación española dio inicio al concierto entonando un breve cover de “Me he de comer esa tuna”, de Jorge Negrete en versión acústica: “Guadalajara en un llano, México en una laguna…”. Le siguió inmediatamente “México”, con la cual dejaron en claro su agradecimiento a nuestro país. 

“El ataque de las chicas cocodrilo”, “Tengo una chica” y “Mujer de bandera” siguieron sin descanso alguno; “Solo otra vez”, “Chico tienes que cuidarte” y “Si no te tengo a ti” conformaron la primera parte del concierto al que acudieron cerca de 17 mil personas, según datos de OCESA.

Hombres G regresó a nuestra ciudad en medio de su gira “Gracias, México”, y si bien, no es la primera ocasión que traen sus clásicos a Guadalajara, pero sí es la primera vez que dan un espectáculo en el 3 de Marzo. David Summers no dejó de interactuar con el público y de agradecer a nuestra ciudad en cada momento; Hombres G estaban contentos de estar de regreso. “Nos sentimos mexicanos cada que estamos aquí, los queremos como a nadie en el mundo”, aseguró. 

Rafa Gutierrez, el guitarrista, no falló en ninguno de sus solos, tocando de la misma manera en la que lo hacía a sus 20 años. Gritos euforicos saturaron la noche con “Te quiero”, “Visite nuestro bar” y “Marta tiene un marcapasos”, tres grandes éxitos que fueron de las canciones más coreadas del concierto.

Fanáticos de todas las edades asistieron al 3 de Marzo. Familias enteras, esposos con expectativa en las miradas, jóvenes tomados de las manos y solitarios entusiasmados. Todo el mundo estaba cantando. “Siempre es un gusto verlos”, comparte David Maldonado, de 53 años, y que no es la primera vez que asiste a un concierto de la agrupación. “Es la música que escuchaba cuando estaba chavo y andaba noviando y toda la cosa, la verdad es que me traen muy buenos recuerdos. Son las canciones de mi juventud”.

Aída Velarde, de 49 años, también compartió su entusiasmo, es la primera vez que estuvo en un concierto de Hombres G, los cuales le robaron el corazón en la adolescencia. “Se me hacían guapísimos cuando estaba en la prepa, siempre ponía sus casettes cuando me estaba arreglando. Ahorita ellos y yo ya estamos grandes pero pues es bonito recordar”.

La velada, como era de esperar, finalizó con tres grandes clásicos de la agrupación: “Venezia”, “Voy a pasármelo bien” y “Devuélveme a mi chica”, que fue un éxito rotundo. Pareció que Guadalajara entera cantó la línea legendaria: “sufre, mam…” Después de casi 30 canciones, la música y las voces siguieron resonando y cantando en la noche los mismos clásicos que han acompañado los desamores y las juventudes de incontables generaciones,  desde hace más de cuatro décadas. Hombres G, de nuevo, se llevaron consigo el corazón de Guadalajara. 

EE

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Paradise Lost envuelve a Guadalajara en una noche de oscuridad y melancolía

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Guadalajara fue testigo de una noche estridente y pesada con el concierto de Paradise Lost en tierras mexicanas, como parte de su gira The Devil Embraced “Latin America 2025”. La emblemática banda británica, que ha sido un pilar en la evolución del metal gótico y el gothic doom, se presentó este domingo en el C3 Stage.

La velada comenzó con la banda colombiana Under Threat, quienes supieron calentar el ambiente con su poderoso set de metal pesado; su energía y técnica lograron captar la atención del público.

En punto de las 21 horas, las luces se apagaron y la multitud estalló en vítores al ver salir a Paradise Lost al escenario. La banda arrancó con “Enchanment”, una de sus canciones más representativas. Los británicos, liderados por el carismático Nick Holmes, mostraron por qué son considerados los padres del metal gótico, con una mezcla perfecta de pesadez, atmósfera oscura y líricas profundamente emocionales.

El público, aunque eran solo poco más de un centenar se mostró en todo momento entregada a su banda.

El setlist estuvo conformado por canciones como “One Second”, “Forsaken”, “Pity the Sadness”, “Eternal”, “As I Die”,“TheLast Time” y “Say Just Words”. El sonido, impecable, permitió que cada matiz de su música se escuchara de forma nítida, lo cual sumergió a todos en la atmósfera gótica y melancólica que caracteriza su estilo.

El concierto culminó con un encore que incluía “Darker Thoughts”, “Smalltown Boy” y su emblemática “Ghosts”, que puso el broche de oro a la noche.

SV

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Y si Adelita se fuera con otro…

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Los corridos son y han sido parte de nuestra historia. Hemos crecido escuchándolos desde la infancia. ¿A cuántos nos hicieron memorizar en la primaria “Y si Adelita se fuera con otro…”? Escrito para la enfermera Adela Velarde por un teniente enamorado durante la Revolución Mexicana. O “La cucaracha, la cucaracha ya no puede caminar, porque no tiene porque le falta marihuana que fumar”, que -antes de ser una canción infantil- fue un corrido en referencia al general Victoriano Huerta, ex presidente de México, alcohólico y afín a la marihuana.

Eso son los corridos: canciones narrando historias, hablando del amor y el desamor, de situaciones de la vida cotidiana y de personajes emblemáticos… Ahora sus estrofas y sus ritmos han evolucionado; en su música hay mezclas de norteño y banda o de rap y hip hop, y sus letras se han ido adaptando a distintos contextos.

Mientras a la Adelita le cantaban “si Adelita fuera mi mujer le compraría un vestido de seda para llevarla a bailar al cuartel”, hoy Peso Pluma, en uno de sus famosos corridos tumbados cortejando a una chica, entona: “Compa, ¿qué le parece esa morra? La que anda bailando sola me gusta pa’ mí. Bella, ella sabe que está buena”.

Entonces, ¿cuál ha sido la discusión sobre este género musical mexicano durante las últimas semanas? Más allá del gusto o no por ese tipo de música, la discusión son las temáticas que abordan. Y es que no todos los corridos son narcocorridos. La principal diferencia está en las historias que cuentan y cuando estas hacen apología del delito. Es decir, los corridos bélicos que glorifican la violencia, que reconocen, exaltan o alaban delincuentes, que cantan historias del crimen organizado, de confrontaciones armadas y actividades relacionadas con el narcotráfico.

Con Estados Unidos calificando como terroristas a los cárteles mexicanos y nuestro país sin poder encarar la terrible crisis de desaparecidos por el crimen organizado, a través de la música se sigue enalteciendo la violencia.

Su prohibición en conciertos y espectáculos públicos -como medida para desincentivar los corridos bélicos- ha tenido repercusiones directas para los grupos y cantantes (algunos con décadas dedicadas a ese género musical). En Estados Unidos no dudaron en retirarles la visa a quienes sigan entonándolos, mientras en México los propios seguidores abuchean y hasta les destrozan los instrumentos a los músicos por no incluir esas canciones en su repertorio. Un lamentable y penoso espectáculo.

Los narcocorridos no son canciones que sólo escuchen delincuentes o personas relacionadas con actos delictivos o ilícitos. Para todo hay gustos, pero su difusión y reproducción tiene un impacto social y hasta moral. En sus letras hay una cultura vinculada al narco, a un estilo de vida con lujos, drogas, violencia y excesos, e incluso algo aspiracional, como si el crimen organizado pudiera ser aceptable bajo ciertas circunstancias. Y la violencia no puede ser parte de la cotidianeidad ni los delitos jamás ser socialmente aceptables ni mucho menos tolerables, bajo ninguna circunstancia; los actos criminales lastiman familias y a la sociedad.

“La Adelita” se escribió y comenzó a cantarse en pleno conflicto armado, se volvió parte de nuestra cultura, exaltando el amor y el valioso papel de la mujer durante la Revolución (llamando “adelitas” a todas las valientes que participaron desde distintas trincheras). Hoy se le cantan a la muerte, a la violencia y al crimen. Los delincuentes no son modelo a seguir.

Instagram: vania.dedios

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