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review con características, precio y especificaciones

Xiaomi no quiere descolgarse de Apple, Samsung y Huawei, los principales actores en el mundo del tablet con pretensiones de pseudoportátil, y ya tiene una nueva dupla de tablets potenciados con accesorios y que juegan la baza de su atractivo precio. Tenemos una Xiaomi Pad 7 a partir de 400 euros.
Pero para alcanzar un punto de partida más interesante hay que subir la apuesta hasta los 499 euros, precio por el que ya podemos conseguir uno de los nuevos Xiaomi Pad 7 Pro, modelo donde la pantalla de calidad y la potencia de un gran procesador se combinan para tratar de lograr lo que hasta ahora no ha conseguido otro tablet Android: que nos olvidemos del portátil.
Ficha técnica del Xiaomi Pad 7 Pro
xiaomi pad 7 pro |
|
---|---|
dimensiones |
251,2 x 173,42 x 6,18 mm |
peso |
500 g |
pantalla |
11,2″ LCD Resolución 3.200 x 2.136 px 144 Hz Dolby Vision 800 nit |
procesador |
Snapdragon 8s Gen 3 |
memoria |
8 / 12 GB LPDDR5X |
almacenamiento |
128 / 256 / 512 GB UFS 4.0 |
conectividad |
USB-C WiFi 6 Bluetooth 5.4 HiRes Dolby Atmos |
cámaras |
Trasera de 50 MP (f/1.8) Frontal de 32 MP, (f/2.2) |
sonido |
4 altavoces Dolby Atmos |
batería |
8.850 mAh Carga de 67W |
sistema operativo |
Xiaomi HyperOS 2 |
precio |
Desde 599 euros |
* Algún precio puede haber cambiado desde la última revisión
Diseño, pantalla y sonido: un tablet para disfrutar
Resulta curioso que el mejor punto de partida de un tablet que aspira a ir más allá de producto multimedia, tenga en la combinación de diseño, pantalla y sonido sus grandes argumentos. Nos bastaría que así fuera de no ser porque su precio de partida, aunque atractivo, nos invita a pensar en destinar este equipo a algo más.
El Xiaomi Pad 7 Pro es un tablet compacto y con muy poco peso que luce un diseño llamativo con fabricación en metal, concretamente aleación de aluminio. Lo tenemos disponible en tres colores, algo que ya es tendencia entre muchos fabricantes.


La parte trasera tiene un acabado mate que debería ser de gran ayuda para evitar suciedad y huellas, pero no es así. Menos mal que lo habitual será llevarlo con funda.
El Xiaomi Pad 7 Pro tiene un diseño metálico de alto nivel y su peso y grosor casan muy bien con lo que ofrecen modelos de la competencia de más precio
Este dispositivo tiene un grosor de apenas 6 mm, en línea con los mejores tablets del mercado, y pesa 500 gramos, unos 50 más de lo que marcan en báscula los mejores en este aspecto. Con estas cifras no podemos decir que sea incómodo de manejar pero aunque su pantalla de 11 pulgadas invita en cierta manera a manejarlo con una sola mano, con el tiempo resulta algo cansado.


Qué gusto da usar accesorios creados específicamente para un dispositivo
El Xiaomi Pad 7 Pro me ha resultado algo resbaladizo. Cierta textura en la trasera siempre es bienvenida. En todo caso, en este tipo de equipos de gran tamaño, una funda siempre es una decisión muy acertada.
La que podemos comprar de Xiaomi es una estupenda opción porque además de servir de protección, hace las veces de sistema de soporte para poder colocarla frente a nosotros sobre una mesa.


Aunque la trasera no es muy brillante, las huellas y suciedad la afean bastante
Los controles físicos se limitan a la botonera para subir y bajar el volumen, quizás demasiado corta para ser un solo elemento, y el botón de encendido. Ese control no sobresale apenas del marco y oculta el sensor de huellas dactilares.
Como nos pasa con casi todo los tablets del mercado, no es la mejor opción para desbloquear rápida y cómodamente el dispositivo porque como ocurre con el control de volumen, agarremos como agarremos el tablet, los botones nunca están accesibles de manera rápida y cómoda.


El botón de inicio, que incluye el lector de huellas, apenas sobresale del diseño del marco
Es pues mejor optar por el desbloqueo facial, el cual no da excesivos problemas excepto con muy poca luz.
En la parte trasera encontramos otro módulo de cámara que por diseño nos quiere llevar mentalmente al que encontramos en terminales móviles de la compañía.
Aquí creo que Xiaomi no acierta en tanto que ese importante módulo hace que, reposando sobre una superficie plana, el tablet cojee lo suficiente para que, si queremos dibujar, escribir o simplemente escribir sobre la pantalla, sea algo incómodo.
En su afán por dar relevancia a un elemento, la cámara, que no debería tenerla tanto en un tablet, el gran módulo de cámara penaliza usar el tablet apoyado sobre la mesa, por ejemplo para dibujar
Si pasamos al frontal del Xiaomi Pad 7 Pro, el ratio de cerca del 90% de cuerpo/pantalla ya nos da una idea de que vamos a disfrutar mucho del contenido multimedia que queramos ver con este equipo.


La pantalla tiene una diagonal de 11,2 pulgadas, con tecnología táctil con muestreo de 360 Hz, sistema anti-humedad para los toques y una resolución de 3200×2136 píxeles. Eso nos da una densidad de casi 350 ppp que nos garantiza nitidez tanto para el trabajo como para la visualización de contenido. La relación de aspecto es de 3:2, de nuevo jugando con ir más allá de un tablet de consumo de contenidos.
El panel, de tipo IPS, ofrece una profundidad de color de 12 bits compatible con el espacio de color DCI-P3. Viene calibrado de fábrica y resulta un panel que nos deja una grata experiencia y fidelidad suficiente para incluso tareas más allá del ocio si mantenemos el esquema de colores Pro.


Si lo preferimos, en los ajustes del dispositivo podemos optar por más modos e incluso jugar con las opciones de los espacios de color disponibles o la temperatura de color.
La pantalla del Xiaomi Pad 7 Pro tiene un brillo máximo de 800 nits, el punto más flojo de su ficha técnica si comparamos con la competencia, así como compatibilidad con contenido HDR bajo las especificaciones Dolby Vision y HDR10. No faltan certificaciones TÜV para el cuidado de la visión, con modos entre otros de detección de la temperatura de color de la luz ambiental para ajustar la del panel.


Aunque el fabricante anuncia que existe una versión de este Xiaomi Pad 7 Pro con acabado mate de la pantalla, nosotros hemos probado el estándar. Y aunque no podemos evitar el brillo de la luz solar en exteriores o fuentes potentes en interior, la visualización de contenido es correcta en estas complicadas situaciones gracias al alto brillo del panel.
Nos quedamos de todas formas con las ganas de comprobar si, en el modelo con pantalla mate, la experiencia de escritura es similar a la del papel como promete Xiaomi. Porque en el que tiene acabado estándar brillo, la experiencia de escritura es más estándar.
En un tablet compatible con el dibujo y la escritura, que la pantalla ofrezca una respuesta y tacto similar a la del papel es clave. Y lo echamos en falta en el modelo que no es mate
La buena pantalla del Xiaomi Pad 7 Pro no se queda sola en el apartado multimedia pues disponemos de cuatro altavoces con sonido envolvente y certificación Dolby Atmos que nos ofrece una experiencia sonora muy decente para un tablet de gama media, con sonido equilibrado y muy potente.
Rendimiento, software y autonomía: más atractivo y potente
Aspirar a ser algo más que un tablet de ocio pasa irremisiblemente por disponer de la potencia suficiente. Y en eso el Xiaomi Pad 7 Pro no tiene problema alguno gracias a la inclusión en su ficha técnica del Qualcomm Snapdragon 8s Gen3.
Este procesador se basta para, en combinación con 8 o 12 GB de memoria RAM según la configuración que escojamos, ofrece al usuario una experiencia de uso fluida con el tablet, ya sea para tareas exclusivamente de ocio o en aquellas que requieren de un extra, como la edición de imágenes o vídeo.


Las configuraciones disponibles del Xiaomi Pad 7 Pro admiten como hemos adelantado tanto 8 como 12 GB de memoria RAM LPDDR5X, así como memoria interna que va de los 128 a los 512 GB, todas ellas UFS 4.0.
En nuestros test habituales de rendimiento para tablets Android, el Xiaomi Pad 7 Pro saca buenas notas como era de esperar, pero hay ciertos test importantes, como los de 3DMark o GFXBench que no nos permitió el dispositivo poder ejecutar. Ejem.


En PCMark superó los 15.700 puntos mientras que en GeekBench 6, este Xiaomi Pad 7 Pro con el Snapdragon rozó los 1.900 y 5.500 en las pruebas de un solo núcleo y varios respectivamente.
El rendimiento se mantiene con el tiempo sin excesivos problemas, con una estabilidad de alrededor del 90%. Además no es un equipo que sufra especialmente con el calor pero cierto calentamiento sí que es apreciable en la parte cercana a la cámara.


Un pero que debemos poner a la ficha técnica del Xiaomi Pad 7 Pro la tenemos en la conectividad. Es acertadamente un tablet con Wi-Fi 7 pero no hay versiones con conectividad 5G, algo interesante para trabajar en movilidad si debemos hacerlo a menudo y no queremos recurrir a compartir conexión desde nuestro smartphone. Tampoco incluye GPS por lo que la localización es aproximada y basada en la conectividad Wi-Fi.
Sí que hay un guiño a Xiaomi con la inclusión de un sensor de infrarrojos, aunque no me parece que en un dispositivo de este tamaño tenga sentido para, por ejemplo, controlar un televisor.
El procesador de Qualcomm es de vital importancia para que la capa HiperOS 2 (que funciona sobre Android 15) de Xiaomi pueda parecer realmente fluida. Y más cuando en el equipo hay integración total con Gemini y la promesa, para variar, de que la IA sea relevante en el día a día con el equipo.


El problema es que el grueso de las aplicaciones propia de Xiaomi que recurren a la IA para tareas ya nada novedosas como crear imágenes a partir de bocetos, ayudarnos con la escritura/resumen de un texto o incluso realizar operaciones matemáticas sencillas tras escribir la ecuación u operación en una libreta digital, no están disponibles por ahora en todos los mercados. Y tampoco son relevantes como anuncian todas las marcas.
Sí que tenemos ya activos los fondos dinámicos y las nuevas animaciones y widgets que la verdad es que le sientan muy bien al Xiaomi Pad 7 Pro.


También se ha reformado la integración del tablet con Windows y por supuesto los terminales y otros dispositivos de la marca, pudiendo por ejemplo realizar videollamadas usando la cámara de un teléfono de Xiaomi.
Xiaomi se ha centrado en la apariencia de su capa HiperOS 2 pero se ha dejado en el camino dotar a este dispositivo de aplicaciones propias de nivel. O de cantidad. Ni una cosa ni la otra
Usar esta función ya depende de nosotros porque la cámara web del este Xiaomi Pad 7 Pro es de 32 MP y con una serie de herramientas de ayuda y mejora tanto del sonido como de la imagen, es más que suficiente para un ámbito de trabajo en movilidad o personal.
Lo mismo ocurre con la cámara principal, la trasera, de 50 MP y única pese a que el módulo de cámara invite a pensar en otra cosa. Es capaz de grabar vídeo 4K a 60 fps, es bastante luminosa (f1.8) pero el tamaño del sensor no da para muchas alegrías y es extraño que alguien la vaya a usar para algo teniendo un smartphone a mano.


Por último toca hablar de la batería. Tiene una capacidad máxima de 8.850 mAh, no de las más grandes del sector, pero que nos da perfectamente para entre 7 y 8 horas de tiempo de pantalla activa de manera efectiva, es decir, no ciñéndonos exclusivamente a navegar por Internet o reproducir vídeos en local sino sacando partido al dispositivo y por ejemplo, usando todo el tiempo el teclado con funda y mucha multitarea.
El Xiaomi Pad 7 Pro tiene carga rápida de 67 W pero el cargador compatible de la compañía se debe comprar por separado ya que en la caja solo se cuenta con cable USB-C. Nosotros lo hemos probado con un cargador de 65W y conseguimos completar la carga en menos de una hora y media.
La importancia de los accesorios
Como ya hemos adelantado a lo largo de este análisis del Xiaomi Pad 7 Pro, este tipo de dispositivos se entienden poco sin una serie de accesorios que los potencien. Si no es así, los esfuerzos por la potencia bruta y la multitarea en el sistema operativo quedan en nada.
Xiaomi acompaña el Pad 7 Pro con un nuevo teclado apellidado Focus, de tipo flotante, y mucho más interesante que el básico. También tenemos funda nueva y un stylus acorde con el nivel del nuevo tablet
Xiaomi lo sabe y ha creado un nuevo teclado llamado Focus y que tiene un diseño flotante que nos recuerda a uno muy conocido de una marca referente en el mundo de los tablets productivos.


Buen tacto, respuesta pero echamos de menos un touchpad como en el modelo Focus
El modelo que nosotros hemos analizado no es el teclado Focus sino el más clásico. Ganamos que sea un conjunto más compacto pero por la diferencia de precio entre ellos, 70 euros, merece la pena hacer el esfuerzo por el Focus, que sale por 199 euros.
Este teclado cumple de manera justa y aunque ofrece un buen recorrido y respuesta al tacto, se nos queda algo reducido en tamaño. Y sobre todo, echamos de menos el touchpad, que es la gran diferencia con el modelo Focus, que también admite un ajuste completo de la inclinación y retroiluminación adaptativa.


Otro accesorio interesante es la funda, de tipo origami para adaptarse a diferentes usos del Xiaomi Pad 7 Pro. Cuesta 50 euros y puede ser interesante para dibujar en el tablet, pero no sirve si llevamos puesto el teclado, que en ambas versiones (Pro y Focus), incluye una parte como funda de la trasera del equipo.


Sitio para su carga, conectividad inmediata y muy buen comportamiento. Pero cuesta 100 euros
Por último tenemos el Xiaomi Focus Pen, un stylus no del todo nuevo y que destaca por su reducida latencia (3 ms) y más de 8.000 niveles de presión. En nuestra prueba nos ha resultado muy cómodo, con botones útiles como el de foco que hace las veces de puntero láser y el acierto de que son multifuncionales, sirviendo para abrir la aplicación de dibujo/notas o para realizar capturas de pantalla. Pero anota también su precio para sumar: 99 euros.
Xiaomi Pad 7 Pro, la opinión y nota de Xataka
Por algo más de 650 euros, el Xiaomi Pad 7 Pro junto con el teclado Focus que recomendamos comprar pueden ser nuestros. Es un precio relativamente contenido para un tablet donde la potencia está asegurada así como el nivel de la pantalla, de diagonal algo superior a las 11 pulgadas.
Con ese tamaño de pantalla, el Xiaomi Pad 7 Pro aspira a convencer tanto a usuarios que solo quieren un tablet de consumo como a aquellos que se animarían a dibujar o tomar notas con ayuda de su stylus bien integrado en el equipo y sistema, o a ser algo productivos con ayuda del teclado. Como hemos dicho, mucho mejor optar por el Focus con touchpad integrado.
Pero una nueva vez, y ya van unas cuantas, no podemos obviar el gran talón de Aquiles de este tipo de dispositivos: las aplicaciones de utilidad y calidad. Xiaomi ha conseguido que HiperOS 2 sea útil con ayuda de la multitarea y ventanas flotantes pero viene sin prácticamente aplicaciones propias que refuercen ese rol. Apenas la enfocada en el dibujo, bastante completa pero que no se ve apoyada por todo un ecosistema.
8,3
Diseño
8,75
Pantalla
9,25
Rendimiento
9
Software
6
Autonomía
8,5
A favor
- Sin ser el más ligero del mercado, es cómodo de usar en el día a día
- Tanto sonido como calidad de pantalla nos invitan a usarlo mucho para disfrutar de contenido multimedia
- El Snapdragon hace un gran papel para que nada se nos resista
En contra
- No te debes fijar en el precio de partida del equipo porque sin accesorios tiene poco sentido este tablet
- Qué lástima que el software penalice tanto un hardware de gran nivel
- La autonomía no es para poder exprimirlo al máximo
* Algún precio puede haber cambiado desde la última revisión
La tablet ha sido cedida para la prueba por parte de Xiaomi. Puedes consultar nuestra política de relaciones con empresas.
ues de anuncios individuales.
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La fiebre por el vino francés llevó a los magnates chinos a comprar castillos en Burdeos. Ahora se deshacen de ellos

En 2008 el Château Latour Laguens, una bodega situada en la región vinícola de Entre-Deux-Mers, en el suroeste de Francia, fue noticia dentro y fuera del país. Sobre todo dentro. Su edificio neomedieval y almenado y las 30 hectáreas de viñedos que lo rodean pasaron a manos de un holding chino que lo compró a cambio de una pequeña fortuna. Se hablaba de un millón de euros. En una crónica en la que presentaba la operación como “una primicia para la viticultura gala”, Le Figaro apuntaba incluso al doble: dos millones de euros.
A finales de 2024 el château volvió a ser noticia, aunque por una razón distinta: volvía a estar en venta, aunque el precio de salida, sin contar las vides, era de 150.000 euros. En su día Latour Laguens fue un símbolo del interés chino por el vino de Burdeos. Ahora lo es por lo contrario.
Burdeos con sello chino. La venta del château de Entre-Deux-Mers (allá por 2008) despertó interés, más que por la operación en sí o su importe, por lo que representaba. Había dos buenas razones para ello. Primero, el castillo producía cada año unas 160.000 botellas de vino con la denominación de origen Bordeux-Bordeux Supérieur. Segundo, la compra no fue fruto de un capricho estrafalario de un millonario asiático. Al contrario. Reveló el interés de China por los vinos galos y su deseo de entrar de lleno en el negocio.


¿A quién no le va a gustar un château? AFP calcula que a la operación de Latour Laguens le siguieron otras muchas. Muchísimas. La agencia francesa habla de más de 200 fincas del sudoeste de Francia, conocida por los viñedos de Burdeos. Durante años los inversores chinos parecieron fascinados por las bodegas y las oportunidades de negocio que les brindaban. Las buenas expectativas atrajeron a nombres como el magnate inmobiliario Edwin Cheung; Richard Shen Dongjun, dueño de una cadena de joyerías; o Jack Ma, fundador de Alibaba.
En agosto de 2016 Financial Times estimaba que los chinos habían adquirido ya un centenar y medio de fincas de Burdeos, protagonizando buena parte de las ventas de viñedos que se cerraban cada año con elegantes castillos. En 2019 South China Morning Post aseguraba que eran ya 175 las bodegas de Burdeos adquiridas por inversores chinos en cuestión de nueve años. Alguna operación (como la de la venta de un château del siglo XII en una de las principales DO de Borgoña) incluso levantó ampollas entre los vinicultores locales.
Pero… ¿Por qué ese boom? ¿Por qué los magantes chinos compraban viñedos, bodegas y castillos de Burdeos? ¿Qué buscaban? Esa misma pregunta se la hacía antes de la pandemia la prensa asiática y su respuesta era clara: diversificación de carteras con activos respaldados por euros y el deseo de sacar tajada de las exportaciones de botellas. Eso sin contar con el prestigio social que daba tener una bodega gala.
“Reconocen que China representa un nuevo y vasto mercado para la demanda de vino”, señalaba el responsable de una firma habituada a mediar en compras de viñedos con inversores asiáticos. Las cifras eran desde luego prometedoras.
En 2016 había estudios que apuntaban que en 2025 unos 300 millones de chinos estarían dispuestos a pagar entre 30 y 50 euros por una botella de Burdeos, lo que no está nada mal si se tiene en cuenta que sumados impuestos y la factura del envío a China el precio de coste era de entre siete y 10 euros. Una agencia explicaba a Financial Times que habría fincas que quedarían amortizadas en dos o tres años.
De los planes a las cifras. La realidad resultó ser algo más compleja. Para empezar por la deriva de la demanda china de vino. Las tablas de Statista muestran que, aunque en 2023 el país consumió 680 millones de litros, lo que lo convierte en uno de los grandes mercados del mundo, sus datos se han ido alejando del pico de consumo de 2017, previo a la pandemia.
En un contexto de caída de consumo de vino a nivel mundial, el de China se contrajo además de forma pronunciada, un 24,7%. Los dos últimos ejercicios tampoco han sido buenos para el sector vinícola francés en lo que a exportaciones se refiere, en parte por la caída en las importaciones de China, que en 2024 anotó un descenso interanual de cerca del 20%.
Fin del “espejismo” chino. En junio Le Monde hablaba directamente del “fin del espejismo chino para los vinos de Burdeos”, un cambio en el mercado que se explica con un dato clave: las importaciones de vinos extranjeros en el gigante asiático se contrajeron más de un 60% entre 2017 y 2023. La caída además ha sido especialmente pronunciada desde 2022.
¿El motivo? China se ha convertido en un país productor con miles de hectáreas y en el que se demanda la uva nacional. En juego entran además algunos factores culturales. “A los chinos no les gusta el vino, no es más complicado que eso”, zanja el dueño de una bodega de Médoc. En su opinión su mercado se inclina más por el alcohol de arroz o cerveza. Sigue siendo inmenso y valioso para los caldos exclusivos, pero el peso del vino en el consumo chino es bajo.


¿Es el único motivo? No. Para entender lo ocurrido a lo largo de los últimos años en Francia, tras el desembarco de inversores chinos, hay que manejar más claves. En la ecuación entran también los cambios impulsados por Pekín relacionados con las inversiones en el extranjero o un cálculo equivocado de partida sobre los costes que implica gestionar hectáreas de viñedos y una bodega en Francia. Las autoridades del país han confiscado además nueve châteaux vinícolas adquiridos en su día por Naijie Qu tras su condena por blanqueo.
“Los europeos razonan en términos de generaciones. Los inversores chinos piensan en ciclos de cinco años, tras los cuales es bastante normal vender”, apunta el financiero hongkonés Hugo Tian a AFP. Otro experto, Benoit Lechenault, coincide en que hubo inversores que perseguían “un rendimiento inmediato” elaborando vino por menos de cinco euros para venderlo a 20 o 100, en ocasiones “sobreestimando” sus propias posibilidades y “subestimando” los costes.
Otra cifra: 50 châteaux. El resultado es que la realidad tiene hoy poco que ver con la de hace unos años. En Francia sigue habiendo inversores chinos optimistas y con visión a largo plazo, pero el pasado otoño AFP y cadenas francesas como BFMTV o Europe1calculaban que, tras el boom inicial, había empresarios deshaciéndose de sus viñedos. En concreto hablaban de cerca de 50 châteaux de Burdeos a la venta. La misma cifra compartía hace unos días Li Li-juan, comerciante de vinos, con el medio suizo Watson: medio centenar de bodegas de Burdeos “chinas” buscan ahora comprador.
El escenario es complejo, porque como reconocen desde el propio sector, el “espejismo” chino hizo algo más que engordar las expectativas sobre las posibilidades de las exportaciones. Hace unos meses el dueño de Château Branaire-Ducru explicaba que el mercado chino ha “enmascarado” la “sobreproducción” de vino de la región de Burdeos. “Tan pronto como China dejó de importar, Burdeos se vio gravemente afectado por su excedente estructural de vino”, confiesa.
Imágenes | Olive Titus (Flickr) 1 y 2 y Dominique Garcin-Geoffroy (Flickr)
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La fiebre por el vino francés llevó a los magnates chinos a comprar castillos en Burdeos. Ahora se deshacen de ellos

En 2008 el Château Latour Laguens, una bodega situada en la región vinícola de Entre-Deux-Mers, en el suroeste de Francia, fue noticia dentro y fuera del país. Sobre todo dentro. Su edificio neomedieval y almenado y las 30 hectáreas de viñedos que lo rodean pasaron a manos de un holding chino que lo compró a cambio de una pequeña fortuna. Se hablaba de un millón de euros. En una crónica en la que presentaba la operación como “una primicia para la viticultura gala”, Le Figaro apuntaba incluso al doble: dos millones de euros.
A finales de 2024 el château volvió a ser noticia, aunque por una razón distinta: volvía a estar en venta, aunque el precio de salida, sin contar las vides, era de 150.000 euros. En su día Latour Laguens fue un símbolo del interés chino por el vino de Burdeos. Ahora lo es por lo contrario.
Burdeos con sello chino. La venta del château de Entre-Deux-Mers (allá por 2008) despertó interés, más que por la operación en sí o su importe, por lo que representaba. Había dos buenas razones para ello. Primero, el castillo producía cada año unas 160.000 botellas de vino con la denominación de origen Bordeux-Bordeux Supérieur. Segundo, la compra no fue fruto de un capricho estrafalario de un millonario asiático. Al contrario. Reveló el interés de China por los vinos galos y su deseo de entrar de lleno en el negocio.


¿A quién no le va a gustar un château? AFP calcula que a la operación de Latour Laguens le siguieron otras muchas. Muchísimas. La agencia francesa habla de más de 200 fincas del sudoeste de Francia, conocida por los viñedos de Burdeos. Durante años los inversores chinos parecieron fascinados por las bodegas y las oportunidades de negocio que les brindaban. Las buenas expectativas atrajeron a nombres como el magnate inmobiliario Edwin Cheung; Richard Shen Dongjun, dueño de una cadena de joyerías; o Jack Ma, fundador de Alibaba.
En agosto de 2016 Financial Times estimaba que los chinos habían adquirido ya un centenar y medio de fincas de Burdeos, protagonizando buena parte de las ventas de viñedos que se cerraban cada año con elegantes castillos. En 2019 South China Morning Post aseguraba que eran ya 175 las bodegas de Burdeos adquiridas por inversores chinos en cuestión de nueve años. Alguna operación (como la de la venta de un château del siglo XII en una de las principales DO de Borgoña) incluso levantó ampollas entre los vinicultores locales.
Pero… ¿Por qué ese boom? ¿Por qué los magantes chinos compraban viñedos, bodegas y castillos de Burdeos? ¿Qué buscaban? Esa misma pregunta se la hacía antes de la pandemia la prensa asiática y su respuesta era clara: diversificación de carteras con activos respaldados por euros y el deseo de sacar tajada de las exportaciones de botellas. Eso sin contar con el prestigio social que daba tener una bodega gala.
“Reconocen que China representa un nuevo y vasto mercado para la demanda de vino”, señalaba el responsable de una firma habituada a mediar en compras de viñedos con inversores asiáticos. Las cifras eran desde luego prometedoras.
En 2016 había estudios que apuntaban que en 2025 unos 300 millones de chinos estarían dispuestos a pagar entre 30 y 50 euros por una botella de Burdeos, lo que no está nada mal si se tiene en cuenta que sumados impuestos y la factura del envío a China el precio de coste era de entre siete y 10 euros. Una agencia explicaba a Financial Times que habría fincas que quedarían amortizadas en dos o tres años.
De los planes a las cifras. La realidad resultó ser algo más compleja. Para empezar por la deriva de la demanda china de vino. Las tablas de Statista muestran que, aunque en 2023 el país consumió 680 millones de litros, lo que lo convierte en uno de los grandes mercados del mundo, sus datos se han ido alejando del pico de consumo de 2017, previo a la pandemia.
En un contexto de caída de consumo de vino a nivel mundial, el de China se contrajo además de forma pronunciada, un 24,7%. Los dos últimos ejercicios tampoco han sido buenos para el sector vinícola francés en lo que a exportaciones se refiere, en parte por la caída en las importaciones de China, que en 2024 anotó un descenso interanual de cerca del 20%.
Fin del “espejismo” chino. En junio Le Monde hablaba directamente del “fin del espejismo chino para los vinos de Burdeos”, un cambio en el mercado que se explica con un dato clave: las importaciones de vinos extranjeros en el gigante asiático se contrajeron más de un 60% entre 2017 y 2023. La caída además ha sido especialmente pronunciada desde 2022.
¿El motivo? China se ha convertido en un país productor con miles de hectáreas y en el que se demanda la uva nacional. En juego entran además algunos factores culturales. “A los chinos no les gusta el vino, no es más complicado que eso”, zanja el dueño de una bodega de Médoc. En su opinión su mercado se inclina más por el alcohol de arroz o cerveza. Sigue siendo inmenso y valioso para los caldos exclusivos, pero el peso del vino en el consumo chino es bajo.


¿Es el único motivo? No. Para entender lo ocurrido a lo largo de los últimos años en Francia, tras el desembarco de inversores chinos, hay que manejar más claves. En la ecuación entran también los cambios impulsados por Pekín relacionados con las inversiones en el extranjero o un cálculo equivocado de partida sobre los costes que implica gestionar hectáreas de viñedos y una bodega en Francia. Las autoridades del país han confiscado además nueve châteaux vinícolas adquiridos en su día por Naijie Qu tras su condena por blanqueo.
“Los europeos razonan en términos de generaciones. Los inversores chinos piensan en ciclos de cinco años, tras los cuales es bastante normal vender”, apunta el financiero hongkonés Hugo Tian a AFP. Otro experto, Benoit Lechenault, coincide en que hubo inversores que perseguían “un rendimiento inmediato” elaborando vino por menos de cinco euros para venderlo a 20 o 100, en ocasiones “sobreestimando” sus propias posibilidades y “subestimando” los costes.
Otra cifra: 50 châteaux. El resultado es que la realidad tiene hoy poco que ver con la de hace unos años. En Francia sigue habiendo inversores chinos optimistas y con visión a largo plazo, pero el pasado otoño AFP y cadenas francesas como BFMTV o Europe1calculaban que, tras el boom inicial, había empresarios deshaciéndose de sus viñedos. En concreto hablaban de cerca de 50 châteaux de Burdeos a la venta. La misma cifra compartía hace unos días Li Li-juan, comerciante de vinos, con el medio suizo Watson: medio centenar de bodegas de Burdeos “chinas” buscan ahora comprador.
El escenario es complejo, porque como reconocen desde el propio sector, el “espejismo” chino hizo algo más que engordar las expectativas sobre las posibilidades de las exportaciones. Hace unos meses el dueño de Château Branaire-Ducru explicaba que el mercado chino ha “enmascarado” la “sobreproducción” de vino de la región de Burdeos. “Tan pronto como China dejó de importar, Burdeos se vio gravemente afectado por su excedente estructural de vino”, confiesa.
Imágenes | Olive Titus (Flickr) 1 y 2 y Dominique Garcin-Geoffroy (Flickr)
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El iPhone sin puertos es una utopía. No estamos preparados para un mundo sin cables

Sobre el iPhone sin puertos llevamos hablando desde hace más de cinco años. Algunos filtradores aseguraban que el iPhone 13 sería el primer teléfono con Touch ID en pantalla y sin puertos de ningún tipo. El rumor ha envejecido mal, muy mal. Tras años de rumores, este 2025 está empezando a resonar de nuevo.
Según Gurman, el iPhone 17 Air es una herramienta de Apple para ir allanando el camino hacia los móviles ultradelgados… y sin puertos. En esta generación iPhone 17 todo seguiría como hasta ahora, pero el supuesto iPhone sin tipo C sigue sobre la mesa. No deja de ser un anhelo.
Algo busca Apple con este teléfono. El iPhone 17 Air es el teléfono de Apple más rumoreado. Un dispositivo por debajo de las variantes Pro, con tan solo una cámara y una característica que lo haría diferencial: un diseño ultradelgado. Apple querría usar este teléfono como termómetro para medir el interés del consumidor en un producto centrado en la estética, allanando según Gurman el camino hacia una próxima generación sin puertos.
No se espera que este cambio tan radical llegue en algún momento de este año, ni hay siquiera fecha rumoreada para que esto suceda. Pese a ello todos los rumores apuntan en una misma dirección: Apple piensa en un iPhone sin puertos.
Las ventajas del iPhone sin puertos. Prescindir de los puertos en un teléfono puede tener ciertas ventajas. La primera de ella tiene que ver con la resistencia del mismo a agua y polvo ya que, sin puertos, se abren las puertas a un sistema de sellado mucho más eficaz.
También se gana espacio para componentes como la batería, altavoces o sistemas de refrigeración de mayor tamaño, y se elimina uno de los componentes que más fallos da por acumulación de suciedad: el propio puerto.
Más allá de esto, renunciar al puerto es una maniobra bastante arriesgada y con bastantes consecuencias negativas.
Lo que no nos contaron sobre renunciar al puerto. El primer inconveniente de prescindir de un puerto C es claro: completa dependencia de cargadores inalámbricos. Este tipo de cargador, además de no permitir usar el teléfono mientras los cargamos, es por definición más ineficiente a nivel energético y térmico.
La carga inalámbrica genera más calor y hace que el teléfono sufra más, algo que perjudicaría la vida útil de la batería en el medio plazo. Tampoco es tan cómoda como el cable, y requiere de hardware más aparatoso (MagSafe) para cargar el teléfono. La velocidad de carga inalámbrica (aunque ya hay fabricantes que venden cargadores rápidos de este tipo), está también por debajo de la que se logra por cable.
También obligaría a decir adiós a la conectividad CarPlay en todo vehículo que no lo soporte de forma inalámbrica, así como a accesorios tipo C como memorias externas, receptores para micrófonos inalámbricos, auriculares tipo C, etc.
La transferencia de datos, ya de por sí limitada en los iPhone, dependería completamente de AirDrop o WiFi, algo bastante inviable cuando el volumen de archivos es de varios gigas. De hecho, el iPhone es uno de los teléfonos que crea archivos más pesados al ser el único que graba vídeo en formato ProRes, estando particularmente pensado para usarse junto a un disco duro externo USB-3 cuando graban en este formato.
La UE no puede impedirlo. Según cuenta Gurman, la constante presión que la Unión Europea ejerce sobre las tecnológicas estaría retrasando la llegada del iPhone sin puertos. Europa fue la responsable de que Apple introdujese el tipo C y dijese adiós al Lightning, y futuras regulaciones podrían complicarle a Apple este invento.
Pese a ello, al menos a día de hoy, no hay ninguna ley europea que impida a los fabricantes lanzar al mercado un móvil sin puertos. La legislación europea obliga a que si un dispositivo tiene carga por cable, debe usar USB-C. Pero no obliga a que los dispositivos tengan carga por cable en absoluto.
Pese a ello, la reflexión es clara: un móvil sin puertos, al menos con la tecnología actual, es un problema serio de usabilidad y un concepto para el que el mercado no está preparado. Llevamos fantaseando desde hace años con él, viendo conceptos que nunca llegan a salir a la venta y soñando con un mundo sin cables. No es algo que vaya a pasar en el corto plazo.
Imagen | Xataka
En Xataka | USB-C o Tipo C: qué es exactamente y en qué se diferencia del resto
ues de anuncios individuales.
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