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el reto de encontrar 500.000 millones de dólares para el mayor proyecto IA
El anuncio de Project Stargate esta semana fue sorprendente por muchas cosas, pero sobre todo lo fue por una: los 500.000 millones de dólares que teóricamente se invertirán en los próximos cuatro años para lograr sus objetivos. La cifra, absolutamente colosal, ha generado muchas suspicacias. Y con razón.
100.000 millones para empezar. De esa cifra total, el anuncio dejaba claro que las empresas que aportan el capital invertirían “100.000 millones de dólares inmediatamente”, pero es que ni siquiera eso parece fácilmente alcanzable.
SoftBank y OpenAI, los que más invertirán. En The Information revelan que SoftBank y OpenAI aportarán 19.000 millones de dólares cada una para el proyecto Stargate. Bloomberg añade que ambas serán además las que más participación tendrán en la empresa final: cada una contará con un 40% de participación.
Musk ataca, Altman se defiende. El anuncio del proyecto provocó una rápida reacción de Elon Musk, que afirmó en X que “En realidad ellos [las empresas implicadas] no tienen el dinero]. Añadió posteriormente que “SoftBank tiene menos de 10.000 millones de dólares garantizados. Tengo buenas fuentes”. Sam Altman contestó esas alegaciones horas después indicando que los datos que Musk arrojaba eran “Incorrectos, como seguramente sepas”. Musk y xAI compiten con OpeenAI y mantienen una larga rivalidad, pero aquí Altman sorprendió al decirle además a Musk que “respeto de verdad lo que has logrado y creo que eres el emprendador más inspirador de nuestra era”.
SoftBank a examen. El analista MG Siegler indica en su newsletter que SoftBank tiene unos 30.000 millones de dólares en efectivo. Parece tener margen para esa inversión inicial, pero hay otros datos que juegan en su contra. Como indicaba el usuario David Manheim en X, el fondo de inversión de SoftBank ha tenido sonados fracasos en el pasado. En Wikipedia se puede ver cómo SoftBank Vision Fund perdió en 2022 27.400 millones de dólares debido a varias inversiones fallidas lideradas por Masayoshi Son, el CEO de SoftBank. Entre ellas está la inversión de 100 millones de dólares en FTX, que luego colapsó.
OpenAI quemando dinero. También hay dudas sobre la capacidad de OpenAI para invertir esa cantidad. Es cierto que ha recaudado importantes sumas en las últimas rondas de inversión, pero la empresa es una máquina de quemar dinero.
Dinero árabe y deuda como salidas. Como revela el citado artículo de Siegler, puede que parte importante de esa inversión proceda de Emiratos Árabes Unidos a través de MGX, el fondo de inversión. Otra de las opciones es acudir a la deuda, que ya ha sido muy común en las inversiones de SoftBank (tienen 150.000 millones invertidos con esa fórmula).
Mientras, OpenAI busca otras novias (Oracle). El proyecto está también desvelando otros movimientos paralelos. En The Wall Street Journal destacan cómo OpenAI está comenzando a buscar opciones a su alianza con Microsoft, algo que ambas han admitido. En OpenAI se quejan de que Microsoft no les da la potencia de cómputo que necesitan, y parecen estar tanteando alternativas como Google. Quizás Oracle esté también entre las candidatas, sobre todo ahora que será una de las participantes (junto a NVIDIA) de la creación del gran centro de datos de Texas. Parece claro que OpenAI quiere no depender tanto de Microsoft (ni de nadie) y Stargate puede ser un vehículo para lograrlo.
Imagen | TechCrunch
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Charli XCX y Dua Lipa lideran las nominaciones de los Brit Awards 2025
EFE.- Los premios Brit, los más importantes de la música británica, anunciaron este jueves las nominaciones para su 45 edición, donde la cantante Charli XCX parte como favorita y optará a conseguir cinco estatuillas en la gala del próximo 1 de marzo en el O2 Arena de Londres.
Tras el éxito de su último disco “Brat”, convertido en un fenómeno cultural y social, la artista de 32 años aseguró nominaciones en la categoría de artista del año, álbum del año, mejor artista pop, mejor artista dance y mejor canción por “Guess”, su colaboración con la cantante estadounidense Billie Eilish.
Le siguen de cerca la artista pop británica Dua Lipa, el quinteto de jazz Ezra Collective y la banda The Last Dinner Party empatados a cuatro nominaciones; junto con el cantante británico-jamaicano Myles Smith, que logró tres nominaciones —sin incluir el premio Brit a estrella emergente (Rising Star Award), que se lo otorgaron en diciembre—.
Charli XCX y Dua Lipa también competirán por convertirse en la artista del año frente a rivales como Central Cee, Fred Again, Jamie XX, Nia Archives, Rachel Chinouriri, Sam Fender, Michael Kiwanuka y Beabadoobee.
En la categoría de mejor álbum, el “Brat” de Charli XCX se enfrentará a “Radical Optimism” de Dua Lipa; “Dance, No one is watching” de Ezra Collective; “Prelude to Ecstasy”, de The Last Dinner Party y “Songs Of A Lost World”, el primer trabajo discográfico de la banda rock The Cure en 16 años.
Se trata de la primera vez en más de tres décadas que The Cure consigue una nominación a los premios, la última de ellas fue en 1993 en la categoría de mejor videoclip por la canción “Friday, I’m in Love”.
Entre los más de 70 artistas nominados y en las 13 categorías, destacó especialmente la presencia de The Beatles, que no habían estado en la selección de los Brit desde 1977, en la primera edición de los premios, y que optarán de nuevo a la estatuilla de mejor canción por “Now And Then”, lanzado en 2023 y considerado el último sencillo existente de la banda.
El cuarteto de Liverpool se encuentra entre los 15 temas optarán por el premio a mejor canción, en una categoría que también incluye el “Feelslikeimfallinginlove” de Coldplay, “Angel of my Dreams” de Jade, excomponente de Little Mix, o la viral “I like the way you kiss me” de Artemas, entre otros.
En las categorías internacionales, el premio de mejor artista tendrá contendientes de la talla de Taylor Swift, Beyoncé, Billie Eilish, Chapell Roan, Sabrina Carpenter, Kendrick Lamar, Benson Boone, Adrianne Lenker, Asake y Tyler, The Creator.
El actor británico Jack Whitehall será el maestro de ceremonias de los galardones por quinta vez, tras haber presentado la gala en 2018, 2019, 2020 y 2021.
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Trump ha dejado muy claro que quiere conquistar Marte. Ahora la NASA tiene el enorme problema de no llamarse SpaceX
Trump hizo una sola promesa en materia espacial durante su discurso de inauguración, pero no fue poca cosa.
El sueño marciano. Entre vítores y saltitos de entusiasmo de Elon Musk, Donald Trump señaló Marte como nuevo “destino manifiesto” de Estados Unidos. El recién investido presidente prometió llevar astronautas al Planeta Rojo y clavar la bandera de Estados Unidos en suelo marciano.
Trump declaró textualmente: “perseguiremos nuestro destino manifiesto hasta las estrellas, lanzando astronautas estadounidenses para plantar la bandera en el planeta Marte”. Sus palabras no son casuales y tienen una clara influencia, pero parecen marcar un cambio de prioridades para la NASA que deja en el aire el futuro del programa lunar Artemis.
La influencia de Elon Musk. “Vamos directos a Marte, la Luna es una distracción”, escribió el CEO de SpaceX hace dos semanas. Nadie entendió muy bien el alcance de aquel tuit, puesto que SpaceX tiene un importantísimo contrato con la NASA para construir el módulo de aterrizaje de las misiones lunares Artemis III y IV, pero ahora ese mensaje resuena en el Capitolio.
Allí, el presidente Trump puso el foco en Marte. Podría ser solo una declaración retórica (sin prisa, pero sin pausa, hay que llegar a Marte antes de que lo haga China), pero con Elon Musk como aliado clave, el nuevo gobierno podría estar preparando realmente un giro radical en la estrategia astronáutica.
El actual programa Artemis. Fue precisamente el primer mandato de Trump el que dio forma al actual programa lunar de la NASA. El entonces administrador, Jim Bridenstine, logró encarrilar el regreso de Estados Unidos a la Luna con una arquitectura que combinaba los desarrollos internos de la NASA (el cohete SLS y la nave Orion) con naves comerciales de empresas privadas (la Starship HLS de SpaceX y el módulo lunar Blue Moon de Blue Origin).
A su vez, Bridenstine impulsó una serie de misiones lunares no tripuladas y la creación de los Acuerdos de Artemisa, que ya cuentan con 53 países firmantes, para la cooperación internacional en futuras misiones a la Luna, incluida la construcción de una base lunar, la explotación comercial del satélite y todo lo que venga después (Marte, cometas y asteroides).
La Luna es una cruel amante. Artemis no está en su mejor momento. Las misiones tripuladas se han ido retrasando por problemas en la nave Orion y retrasos en el desarrollo de Starship. Además, los demenciales sobrecostes del cohete SLS han puesto a buena parte de la opinión pública en contra de la arquitectura actual del programa, que podría reconfigurarse con el apoyo de los nuevos cohetes Starship de SpaceX y New Glenn de Blue Origin.
Para colmo, las dos primeras misiones comerciales asociadas a Artemis (CLPS‑1 y CLPS‑2) fallaron al no alcanzar la Luna o tumbarse al alunizar, lo que ha precipitado la cancelación de otras misiones más importantes como el rover VIPER de la NASA. Pero hasta el discurso de Trump, nada hacía prever que el programa Artemis fuera a estar en peligro. ¿Lo está realmente?
De la Luna a Marte. Hasta ahora, el plan de la NASA era establecerse en la Luna a lo largo de esta década y la siguiente (o por lo menos en la estación lunar Gateway en órbita con el satélite) para preparar el salto a Marte en la década de 2040. Priorizar el Planeta Rojo dejaría tres escenarios al previsible nuevo administrador de la NASA, Jared Isaacman:
- Un programa lunar reducido, sin aspiraciones a crear una gran base lunar como la que plantea el programa ILRS liderado por China. Así, Estados Unidos seguiría en la carrera para poner a la primera mujer en la Luna sin dejar de poner el foco en Marte. A cambio, cedería terreno lunar a sus oponentes
- Un programa bifurcado con misiones lunares y marcianas en paralelo que no tiren por la borda todo lo que se ha desarrollado hasta ahora. Sería el paso lógico si el presupuesto de la NASA fuera ilimitado, pero con la enorme inversión que supone el programa lunar, añadir un programa marciano se antoja imposible
- Una redirección total a la conquista de Marte. Seguir la visión de Elon Musk: la Luna es una distracción para el objetivo último de convertirnos en una civilización multiplanetaria. Aun con mayoría en el Congreso, es la opción en la que pierden gigantes como Boeing, Lockheed Martin, Northrop Grumman, incluso el New Space (Blue Origin tiene varios contratos lunares). Parece complicado que los congresistas se pongan de acuerdo en hacer borrón y cuenta nueva, pero no es totalmente imposible
¿Cómo llegaría Estados Unidos a Marte? Habría un concurso público, pero una opción se viene inmediatamente a la cabeza. La NASA podría adoptar el programa marciano de SpaceX como propio. Elon Musk dijo que SpaceX planeaba lanzar cinco Starship sin tripulación a Marte en 2026 y, si estas lograban aterrizar, la primera misión tripulada a Marte de la historia en 2028.
Los expertos coinciden en un punto crucial: una misión con astronautas a Marte en los próximos cuatro años es técnicamente imposible si se quiere hacer con garantías, pues los desafíos científicos y tecnológicos son monumentales. Pero también había mucha gente convencida de que Trump no ganaría de nuevo las elecciones mientras Musk apostaba dinero a que sí lo haría.
Imagen | La Casa Blanca, NASA
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Trump ha dejado muy claro que quiere conquistar Marte. Ahora la NASA tiene el enorme problema de no llamarse SpaceX
Trump hizo una sola promesa en materia espacial durante su discurso de inauguración, pero no fue poca cosa.
El sueño marciano. Entre vítores y saltitos de entusiasmo de Elon Musk, Donald Trump señaló Marte como nuevo “destino manifiesto” de Estados Unidos. El recién investido presidente prometió llevar astronautas al Planeta Rojo y clavar la bandera de Estados Unidos en suelo marciano.
Trump declaró textualmente: “perseguiremos nuestro destino manifiesto hasta las estrellas, lanzando astronautas estadounidenses para plantar la bandera en el planeta Marte”. Sus palabras no son casuales y tienen una clara influencia, pero parecen marcar un cambio de prioridades para la NASA que deja en el aire el futuro del programa lunar Artemis.
La influencia de Elon Musk. “Vamos directos a Marte, la Luna es una distracción”, escribió el CEO de SpaceX hace dos semanas. Nadie entendió muy bien el alcance de aquel tuit, puesto que SpaceX tiene un importantísimo contrato con la NASA para construir el módulo de aterrizaje de las misiones lunares Artemis III y IV, pero ahora ese mensaje resuena en el Capitolio.
Allí, el presidente Trump puso el foco en Marte. Podría ser solo una declaración retórica (sin prisa, pero sin pausa, hay que llegar a Marte antes de que lo haga China), pero con Elon Musk como aliado clave, el nuevo gobierno podría estar preparando realmente un giro radical en la estrategia astronáutica.
El actual programa Artemis. Fue precisamente el primer mandato de Trump el que dio forma al actual programa lunar de la NASA. El entonces administrador, Jim Bridenstine, logró encarrilar el regreso de Estados Unidos a la Luna con una arquitectura que combinaba los desarrollos internos de la NASA (el cohete SLS y la nave Orion) con naves comerciales de empresas privadas (la Starship HLS de SpaceX y el módulo lunar Blue Moon de Blue Origin).
A su vez, Bridenstine impulsó una serie de misiones lunares no tripuladas y la creación de los Acuerdos de Artemisa, que ya cuentan con 53 países firmantes, para la cooperación internacional en futuras misiones a la Luna, incluida la construcción de una base lunar, la explotación comercial del satélite y todo lo que venga después (Marte, cometas y asteroides).
La Luna es una cruel amante. Artemis no está en su mejor momento. Las misiones tripuladas se han ido retrasando por problemas en la nave Orion y retrasos en el desarrollo de Starship. Además, los demenciales sobrecostes del cohete SLS han puesto a buena parte de la opinión pública en contra de la arquitectura actual del programa, que podría reconfigurarse con el apoyo de los nuevos cohetes Starship de SpaceX y New Glenn de Blue Origin.
Para colmo, las dos primeras misiones comerciales asociadas a Artemis (CLPS‑1 y CLPS‑2) fallaron al no alcanzar la Luna o tumbarse al alunizar, lo que ha precipitado la cancelación de otras misiones más importantes como el rover VIPER de la NASA. Pero hasta el discurso de Trump, nada hacía prever que el programa Artemis fuera a estar en peligro. ¿Lo está realmente?
De la Luna a Marte. Hasta ahora, el plan de la NASA era establecerse en la Luna a lo largo de esta década y la siguiente (o por lo menos en la estación lunar Gateway en órbita con el satélite) para preparar el salto a Marte en la década de 2040. Priorizar el Planeta Rojo dejaría tres escenarios al previsible nuevo administrador de la NASA, Jared Isaacman:
- Un programa lunar reducido, sin aspiraciones a crear una gran base lunar como la que plantea el programa ILRS liderado por China. Así, Estados Unidos seguiría en la carrera para poner a la primera mujer en la Luna sin dejar de poner el foco en Marte. A cambio, cedería terreno lunar a sus oponentes
- Un programa bifurcado con misiones lunares y marcianas en paralelo que no tiren por la borda todo lo que se ha desarrollado hasta ahora. Sería el paso lógico si el presupuesto de la NASA fuera ilimitado, pero con la enorme inversión que supone el programa lunar, añadir un programa marciano se antoja imposible
- Una redirección total a la conquista de Marte. Seguir la visión de Elon Musk: la Luna es una distracción para el objetivo último de convertirnos en una civilización multiplanetaria. Aun con mayoría en el Congreso, es la opción en la que pierden gigantes como Boeing, Lockheed Martin, Northrop Grumman, incluso el New Space (Blue Origin tiene varios contratos lunares). Parece complicado que los congresistas se pongan de acuerdo en hacer borrón y cuenta nueva, pero no es totalmente imposible
¿Cómo llegaría Estados Unidos a Marte? Habría un concurso público, pero una opción se viene inmediatamente a la cabeza. La NASA podría adoptar el programa marciano de SpaceX como propio. Elon Musk dijo que SpaceX planeaba lanzar cinco Starship sin tripulación a Marte en 2026 y, si estas lograban aterrizar, la primera misión tripulada a Marte de la historia en 2028.
Los expertos coinciden en un punto crucial: una misión con astronautas a Marte en los próximos cuatro años es técnicamente imposible si se quiere hacer con garantías, pues los desafíos científicos y tecnológicos son monumentales. Pero también había mucha gente convencida de que Trump no ganaría de nuevo las elecciones mientras Musk apostaba dinero a que sí lo haría.
Imagen | La Casa Blanca, NASA
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