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las mejores ideas para darle una segunda vida

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Llega la Navidad y con ella la época que muchas personas aprovechan para cambiar de móvil. Ya sea porque los Reyes llevan todo el año escuchándote decir que quieres renovar tu vetusto smartphone o porque has aprovechado el Black Friday para darte un capricho, lo cierto es que es posible que ahora mismo te encuentres con dos móviles sobre la mesa: uno nuevo, listo para la acción; y otro antiguo con el que no sabes qué hacer.

Para ello hacemos este artículo, para darte algunas ideas que te permitirán aprovechar tu antiguo terminal y darle una segunda vida.

Lo clásico: venderlo, regalarlo o donarlo

OnePlus 12
OnePlus 12

OnePlus 12 | Imagen: Xataka

Empecemos por lo básico. Si antes que reusar el teléfono prefieres deshacerte de él, dinero por delante mediante o no, lo más sencillo es venderlo, regalarlo o donarlo. En cualquiera de los casos, lo primero será hacer una copia de seguridad completa y resetearlo de fábrica para que el nuevo dueño no tenga ningún tipo de acceso a tu información personal. Una limpieza “a fondo” para quitar huellas y suciedad tampoco está nunca de más.

Para venderlo, puedes usar plataformas como Wallapop, Milanuncios, foros como HTCMania, el siempre confiable boca a boca, la venta directa vía redes sociales o, si lo prefieres, acercarte a una tienda de segunda mano y venderlo de forma presencial. No obstante, antes de esto quizá te convenga revisar si la marca de tu nuevo móvil ofrece algún tipo de programa Trade-In. Quizá puedas ahorrarte algunos euros si entregas tu viejo móvil.

Convertirlo en una consola retro…

Salvo que tu anterior móvil sea extremadamente antiguo, lo más probable es que tenga potencia más que suficiente para mover juegos retro y emuladores. Eso te permitirá aprovechar tus copias de juegos antiguos y jugarlas en cualquier lado. Una buena opción puede ser comprar un mando como el Razer Kishi o un modelo económico de GameSir para convertir el móvil en lo más parecido a una Game Boy.

… o en una consola en la nube

Call of Duty: Mobile | Imagen: Xataka
Call of Duty: Mobile | Imagen: Xataka

Call of Duty: Mobile | Imagen: Xataka

Y aunque lo retro está muy bien, lo más nuevo también mola bastante, y aquí hablo a título personal: yo tengo un móvil antiguo dedicado sola y exclusivamente a jugar en la nube. Es como una Nintendo Switch, pero con gráficos en ultra, ray tracing y 120 fotogramas por segundo. Es, sin duda, uno de los usos que más me gustan.

Jugar en la nube está muy bien, pero también supone tener la pantalla del móvil encendida mucho rato, un consumo elevado de batería fruto del brillo y del streaming en tiempo real, etc. Eso, a la larga, puede deteriorar tu nuevo y flamante móvil, pero si hablamos del móvil antiguo esto nos importa más bien poco.

Mi recomendación personal si juegas en la nube es que desinstales y desactives todo lo innecesario, quites todas las notificaciones, dejes el teléfono en modo avión con el WiFi encendido, descargues las apps de streaming que uses y te compres un mando que se conecte al móvil por USB (para reducir la latencia). Yo tengo un Razer Kishi (89,99 euros) y un GameSir X2S (59,99 euros) y ambos me funcionan de escándalo.

Usarlo como webcam o cámara de seguridad

Un smartphone ASUS convertido en una webcam | Imagen: Xataka
Un smartphone ASUS convertido en una webcam | Imagen: Xataka

Un smartphone ASUS convertido en una webcam | Imagen: Xataka

Si prefieres un uso menos ocioso, es probable que la cámara de tu móvil antiguo tenga mejor calidad que la webcam de tu portátil o esa que te compraste hace diez años en el Black Friday. Algunos móviles permiten hacerlo de forma nativa al conectar el móvil al PC por USB, pero dado que no es universal, la forma más sencilla de convertir tu móvil en una webcam es usando una app como Camo o DroidCam. Aquí te enseñamos a hacerlo.

Otra opción relacionada es convertir el móvil en una cámara de seguridad, ideal si nos vamos de vacaciones y queremos mantener un ojo en casa. También puede servirnos para ver el estado de la impresión de nuestra impresora 3D, por ejemplo. Hay varias aplicaciones que habilitan este uso, como IP WebCam o AtHome Camera. Tienes más información en este artículo.

Convertirlo en el GPS del coche…

Imagen | AS Photography
Imagen | AS Photography

Imagen | AS Photography

Aunque Android Auto / CarPlay es algo cada vez más común en los coches, no todos tienen por qué tenerlo. Afortunadamente, nuestro móvil antiguo puede hacer de GPS y, si el coche tiene Bluetooth, hasta de centro multimedia. Con este caso de uso pasa algo parecido que con el juego en la nube: el móvil va a pasar mucho rato con la pantalla encendida y conectado al GPS, lo que puede hacer que aumente la temperatura y se quede rápido sin batería. Mejor que eso le pase a un móvil antiguo que al nuevo.

Para el caso que nos ocupa, basta con descargar Google Maps y, a su vez, descargar los mapas que necesitemos sin conexión. Para empezar, podemos descargar el mapa de nuestra ciudad o, si preferimos no andarnos con chiquitas, el de España. Así podremos obtener la ruta e instrucciones para llegar a cualquier lado sabiendo, eso sí, que no tendremos información actualizada en tiempo real, como el tráfico o posibles accidentes.

Lo recomendable sería colocar el móvil en un soporte para el coche o la moto y, si la batería le dura poco, conectarlo por cable a un USB o al puerto del encendedor. Hay adaptadores dedicados. Y un apunte: nunca, jamás de los jamases, olvidemos el móvil dentro del coche. No porque no los roben, que también, sino porque la cabina puede alcanzar temperaturas muy altas y/o muy bajas y jugarnos una mala pasada.

… o incluso en una dash cam

Otra opción es convertir el móvil en una dash cam, es decir, en una cámara dedicada a grabar todo lo que suceda delante del coche o la bici. Para ello podemos usar una app dedicada que registre información como la velocidad, aunque también podemos usar la app de cámara del móvil y grabar vídeo como haríamos normalmente. Ahora bien, es importante tener en cuenta todos los aspectos legales de estas imágenes, no manipular el móvil sobre la marcha y colocar el terminal de tal manera que impida la visión lo menos posible.

Recordemos: la seguridad siempre, siempre, siempre por delante y más al volante.

Utilizarlo como reproductor de música, pelis y series

Imagen | Xataka
Imagen | Xataka

Imagen | Xataka

Si tenemos un viaje largo por delante y no queremos arriesgarnos a que nuestro móvil llegue al final del trayecto sin batería, una opción es usar el antiguo como centro multimedia. Así pues, podemos usar nuestras apps de música, cine, series y anime para descargar contenido para verlo sin conexión y sin sacrificar la batería o el almacenamiento del móvil que realmente nos importa.

La realidad es que en el día a día puede no ser práctico (no lo es, de hecho) cargar con dos móviles porque uno lo usemos como MP3 y otro para todo lo demás. Sin embargo, para trayectos largos sí puede ser interesante. Salvo que tengamos una tablet, claro, en cuyo caso donde se ponga la tablet con su pantalla más grande, que se quite lo demás.

Hablando de trayectos

Ahora que hablamos de viajes y trayectos, yo, personalmente, recomiendo llevar siempre un móvil de repuesto cuando viajes. Nunca sabes qué serie de catastróficas desdichas pueden ocurrirle al móvil durante un viaje y nunca está de más tener un plan B, por si acaso. Yo me llevo siempre mi móvil, pero guardo otro en la maleta totalmente cargado. ¿Recuerdas el móvil que te decía que uso para jugar en la nube? Pues ese.

Convertirlo en el cerebro de tu casa

Imagen | Jonathan Borba
Imagen | Jonathan Borba

Imagen | Jonathan Borba

Nos vamos acercando al final, no sin antes comentar un par de usos adicionales. Si tenemos la casa conectada, convertir un móvil antiguo en el centro de control puede ser una buena idea. Por ejemplo, podríamos dejar ese móvil en el salón con las apps de Alexa, Google Home, las de contenido, etc., activadas para encender las luces a distancia, activar rutinas, encender el robot aspirador, enviar contenido a la tele sin tener que usar las apps nativas… Todo lo que ya puedes hacer con tu móvil, pero al alcance de todos los convivientes.

Este uso quizá tenga más sentido en una tablet, por eso del tamaño de la pantalla y la autonomía, pero si no queremos instalar un altavoz inteligente en casa, el móvil es perfectamente válido.

Sacrificarlo (probablemente) y usarlo como conejillo de indias

Imagen | Samsung
Imagen | Samsung

Imagen | Samsung

Y por último, un uso que puede ser interesante si tenemos algo de curiosidad, tiempo y ciertas herramientas es convertir el móvil en nuestro conejillo de indias para hacerle todo tipo de perrerías. Si siempre habías querido probar a cambiar una ROM, rootear, experimentar con software de terceros y demás, ahora es el momento perfecto. Lo cierto es que muy mal se tiene que dar para que el móvil quede irrecuperable tras una instalación defectuosa, así que si quieres jugar un poco con él deberías poder hacerlo sin muchos problemas.

Un pasito más allá sería usarlo para aprender a abrirlo y hacer cosas como cambiar la pantalla o la batería. Es más, podrías desmontarlo y poner todas las piezas en una composición decorativa como esta. Eso requerirá herramientas especializadas y sí implica un mayor riesgo porque, bueno, estás abriendo un móvil y si rompes algo lo mismo no vuelve a encender. Sin embargo, hay algo bonito en desmontar una máquina, comprender cómo funciona, arreglarla y volver a montarla.

Imagen de portada | Xataka

En Xataka | Los mejores móviles (2024), los hemos probado y aquí están sus análisis

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Si la pregunta es cuándo comenzamos a “escribir”, la ciencia tiene la respuesta en estos cilindros de 5.500 años

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Porque, durante décadas, el origen de la escritura pareció bastante claro: el cuneiforme. Un sistema de escritura con más de 3.000 años de antigüedad que utilizaron los antiguos pueblos de Próximo Oriente para dejar por escrito sus lenguas e idiomas.

Y sí, parece bastante claro que se trata del sistema de escritura completo más antiguo que conocemos. No obstante, sería absurdo pensar que surgió de la nada.

El problema es que cada vez que hemos intentado internarnos en las profundidades del protocuneiforme. Sabíamos que eran símbolos abstractos, que habían surgido en las inmediaciones de la ciudad de Uruk y poco más.

Hasta ahora.

Por sorpresa. Así fue como unos investigadores de la Universidad de Bolonia descubrieron las similitudes entre ese protocuneiforme y los grabados de unos sellos cilíndricos desl 4400 antes de Cristo. Según parece, esos cilindros se usaban para imprimir motivos en arcilla blanda (en procesos relacionados con una contabilidad primitiva) y, quizás por eso, nadie se había dado cuenta de que muchos símbolos coincidían a la perfección.

Es más, como explican los investigadores en la revista Antiquity, “el significado originalmente asociado con estos diseños [de los cilindros] se integró en un sistema de escritura”.

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Kathryn Kelley/Universidad de Bolonia

¿Por qué empezamos a escribir? Esa, aunque no lo parezca, es la gran pregunta que hay detrás de todo esto. Lo implica el descubrimiento de los investigadores italianos es que la escritura no deja de ser una extensión de la contabilidad.

Según este trabajo, los sellos se convirtieron en un sistema muy útil para “rastrear la producción, el almacenamiento y el movimiento de todo tipo de productos” en una sociedad preliteraria. La evolución de todo esto desembocó en la escritura (como muchos expertos intuían, pero no podían demostrar).

Ahora, por primera vez, tenemos una línea clara que nos conecta con el origen de la escritura.

Y con el origen del lenguaje en sí mismo. Porque, como explicaba Silvia Ferrara en la CNN, “durante mucho tiempo se ha planteado la cuestión de qué condiciones sociales y tecnológicas propiciaron los saltos conceptuales y cognitivos que dieron lugar al lenguaje escrito”. Aún es pronto para saberlo con certeza, pero “lo importante [de todo esto] es que [una pequeña innovación] condujo a la escritura verdadera en cuestión de unos pocos siglos”.

Todo va muy rápido y quizás siempre lo ha ido.

Imagen | Gary Todd

En Xataka | La evolución del alfabeto desde sus formas ancestrales hasta la actualidad, en un gráfico

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El regalo perfecto para fans de Marvel es este set de LEGO con el que recrear el escudo del Capitán América

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Si vas a regalarle algo en Reyes a un fan de Marvel y que, a la vez, es de LEGO, este set de LEGO del escudo del Capitán América es una buena opción a tener en cuenta. Agotado en la web oficial de la compañía, ahora en MediaMarkt, puedes conseguirlo más barato, ya que está disponible hasta mañana, por 169,99 euros.


LEGO 76262 Marvel Set Escudo del Capitán América

* Algún precio puede haber cambiado desde la última revisión

Un set de LEGO con más de 3.000 bloques y una minifigura

Sin duda, el escudo del Capitán América es uno de los símbolos más icónicos de Marvel. Ahora, gracias a este set de LEGO lo podrá tener en casa cualquier fan de la división de superhéroes y colocarlo en algún rincón o estantería como una pieza de adorno ideal.

Este set está formado por 3.128 bloques y es recomendado para mayores de 18 años. Viene con una base con placa de identificación, además de con una minifigura del Capitán América. Terminado, el modelo mide aproximadamente 47 cm de diámetro.

Además, si te descargas la app LEGO Builder, podrás interactuar con esta construcción, gracias a herramientas digitales. Así podrás ir girando este escudo en 3D y disfrutar de una experiencia de construcción con los icónicos ladrillos de forma envolvente.

Otros sets de LEGO para sorprender a un fan de Marvel

LEGO Marvel Figura para Construir: Iron Spider-Man Articulada

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En 1647 el Parlamento británico prohibió celebrar las Navidades. Solo consiguió llenar el país de revueltas

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Si hoy te das una vuelta por los comercios de Londres (al igual que por los de medio planeta) lo más probable es que escuches casi en bucle el famoso celebérrimo ‘All I want for Christsmas is you’ de Mariah Carey, pero hubo un tiempo, a mediados del XVIII, en el que lo que sonaba durante las fiestas en la City era un cántico bien distinto. Hacía 1647 lo que voceaban los pregoneros era “No Christmas, no Christmas!” y en vez de Papanoeles, por la capital desfilaban militares que controlaban que nadie, bajo ningún concepto, colgara ramillas de acebo para decorar sus casas.

El motivo es muy simple: la Navidad estaba prohibida.

Di no a las Navidades. Cuesta creerlo a las puertas de 2025, cuando las Navidades se presentan como la etapa más amable del año y hay ayuntamientos gastándose auténticas fortunas en decorar sus calles con millones de leds, pero la cosa era bien distinta en las islas británicas a mediados del siglo XVII. En un contexto político, social y religioso convulso, marcado por la guerra civil inglesa, las autoridades decidieron prohibir la celebración de las Navidades. Literalmente. Sin metáforas. En 1647 el Parlamento aprobó una ordenanza que abolía cualquier festejo navideño.

Christmaseve1878
Christmaseve1878

Se acabó la fiesta (por decreto). La norma en cuestión se bautizó como ‘Ordinance for Abolishing of Festivals’, se aprobó en junio de 1647, y su mensaje no podía ser más claro: tras denunciar que la Navidad, Pascua, Pentecostés y el resto de festividades consideradas “Días Santos” se habían usado “supersticiosamente”, la Cámara decretaba su abolición. “Que ya no se observen como festividades o días santos dentro de este Reino de Inglaterra y el dominio de Gales, a pesar de cualquier ley o costumbre”.

En un artículo publicado en The Conversation, Martyn Bennet, profesor de Historia Moderna de la Universidad de Nottingham Trent, recuerda que la prohibición de la Navidad se extendió a los reinos de Inglaterra (que por entonces incluía Gales), Escocia e Irlanda. La prohibición duró varios años y fue rotunda: vetaba las celebraciones en los hogares, bajo pena de multas, y se extendió también a los negocios, obligados por decreto a abrir el 25 de diciembre como si se tratara de un día convencional. A cambio, el Parlamento estableció festivos de carácter secular.

Un espejo de su tiempo. Lo de que se prohíba la celebración de las Navidades con una ley quizás resulte llamativo (o no, al fin y al cabo sigue habiendo quien “la estira” vía decreto), pero la medida se entiende mejor en el complejo contexto social y político de la Gran Bretaña del XVII. Para empezar porque la ordenanza de 1647 no era del todo nueva. No hacía otra cosa que extender una norma previa, de 1644, cuando aprovechando que el 25 de diciembre coincidía con el día de oración y ayuno mensual del Parlamento, las autoridades prohibieron celebrar oficios religiosos.

Dos años antes de la ordenanza “anti Navideña”, en 1645, la misma Cámara había dado luz verde además a un “directorio de culto público” que pautaba nuevas formas de celebración para la Iglesia anglicana y ordenaba que Navidades o Pascua, entre otras fiestas religiosas, no debían acompañarse de servicios especiales.

Y todo eso, ¿por qué? Por religión. Y política. Las Navidades de la segunda mitad de la década de 1640 quizás no fueran muy ortodoxas en Gran Bretaña; pero lo cierto es que tampoco eran tiempos tranquilos a nivel político. Entre 1642 y 1651 el reino encadenó las denominadas guerras civiles inglesas entre realistas y parlamentarios. La ordenanza “anti Navidad” del 47 llegó de hecho poco después de la primera guerra civil, en la que los parlamentarios se impusieron a los partidarios de Carlos I.

Con ese telón de fondo, los puritanos hicieron valer su influencia en el Parlamento para, entre otras cuestiones, emprender una peculiar cruzada contra la Navidad. Para ellos sus festejos y cánticos, por no decir directamente la propia celebración del nacimiento de Cristo cada 25 de diciembre, resultaban aborrecibles por varias razones. No encontraban justificación en la Biblia para semejante festejo, lo consideraban una tradición “papista” y la forma de conmemorar las Navidades les resultaba pecaminosa.

En el XVII como en el XXI. Salvando la evidente distancia histórica, en realidad no había grandes diferencias entre cómo celebraban la Navidad en la Inglaterra del siglo XVII y cómo lo hacemos nosotros ya bien entrado el XXI. Cada 25 de diciembre se conmemoraba el nacimiento de Cristo e iniciaba un período de festividades que se prolongaba hasta el 5 de enero. Todo acompañado de servicios especiales en las iglesias, casas decoradas con acebo, hiedras y muérdago y horarios reducidos en los negocios. No faltaban las representantes teatrales, los cánticos, villancicos, banquetes a base de pavo o pasteles de carne picada, entre otros manjares, y las jarras de cerveza.

Una fiestas “inaceptables”. Bajo el nuevo sistema presbiteriano esas celebraciones pasaron a considerarse excesos. Y como tales, se les puso freno. “Las festividades habituales durante los 12 días de las Navidades se consideraron inaceptables. Los comercios tuvieron que permanecer abiertos durante todo el período, incluido el día de Navidad. Se prohibió la exhibición de adornos navideños y se restringieron otras tradiciones, como los banquetes y consumo festivo de alcohol, que se ingería en grandes cantidades al igual que ahora”, recuerda el profesor Martyn Bennet en The Conversation.

¿Y cómo reaccionó el pueblo? Aquello de renunciar a la celebración de las Navidades no gustó a todo el mundo. Así que ocurrió lo esperable: hubo quien optó por hacer oídos sordos e ignorar la ordenanza del Parlamento. Quizás los villancicos ya no pudiesen corearse a pleno pulmón por las calles, pero a las autoridades puritanas les resultaba muy difícil evitar que se cantasen de forma clandestina. Hubo incluso quien decidió saltarse abiertamente las nuevas restricciones, lo que dio lugar a sonados (y en algunos casos violentos) encontronazos con la justicia.

En Norwich el alcalde decidió hacer la vista gorda y permitió que sus vecinos festejasen las Navidades como siempre, lo que derivó en disturbios, al igual que en Bury St. Edmund o Ipswich. Bennet recuerda cómo en algunos casos la tensión escaló hasta derivar en situaciones dramáticas: en la primavera de 1648 los vecinos de Norwich se movilizaron para evitar que su regidor tuviese que acudir a Londres a dar explicaciones por su tolerancia hacia las Navidades. El resultado fue una revuelta considerable que acabó con un polvorín saltando por los aires y decenas de muertos.

De la religión a la política. Que los villancicos y banquetes navideños se convirtiesen en un foco de revueltas tal vez parezca exagerado, pero es que en la Gran Bretaña del XVII la Navidad era más que fiesta o religión. Era política. Y poder. Se vivieron momentos de tensión también en Kent y Canterbury, donde colgar acebos en las puertas se convirtió en todo un acto de rebeldía, y se compuso una balada popular, ‘El mundo al revés’, para denunciar la prohibición de las Navidades.

Lejos de ceder, el Parlamento aprobó nuevas normas reforzando su veto en 1652 y tres años después aumentaron los esfuerzos para reprimir las celebraciones navideñas. Asistir a servicios navideños pasó a estar multado. Y los comercios tenían prohibido cerrar antes el día de Navidad.

¿Problema u oportunidad? De poco les sirvió. En 1656 el Parlamento se lamentaba de cómo la gente ignoraba sus restricciones. La situación se veía con ojos bien distintos desde el bando realista, que encontró en el descontento desatado por la represión de la Navidad una valiosa palanca para impulsar su propia causa.

Tras el veto de 1647, los monárquicos supieron canalizar el enfado popular y contribuyeron a organizar revueltas. De hecho hay historiadores convencidos de que la represión de la Navidad contribuyó a revivir la guerra civil. Por si quedasen dudas de hasta qué punto tenían un componente político las fiestas, cuando llegó la Restauración monárquica, en 1660, las autoridades decidieron declarar nula la legislación aprobada desde 1642… Y, por supuesto, permitir de nuevo los festejos a base de acebo, villancicos, pavo y cerveza entre el 25 de diciembre y 5 de enero.

Imágenes | Wikipedia 1 y 2

En Xataka | Cómo España se inventó la tradición del panettone, el dulce italiano que llevaba 50 años hundido en la marginalidad

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