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review con características, precio y especificaciones
(Casi) todo el mundo conoce las airfryers pero poca gente sabe que Philips fue la marca pionera en usar eso de “freidora de aire” (aunque no fríe los alimentos). Pues bien, sus freidoras de aire se han hecho mayores y de qué manera. Primero porque este pequeño electrodoméstico lleva ya unos años de moda y por otro porque literalmente cada vez es más común encontrar estas versiones XXL con más potencial para sustituir al horno, en tanto en cuanto tienen más capacidad y son más potentes.
Precisamente pasa por nuestra mesa de pruebas de la cocina la Philips Airfryer Dual Basket Serie 3000, una versión que como su nombre indica tiene dos cestas, literalmente (no como otras versiones como esta Cosori Dual que hace trampa). La hemos probado a fondo y esta ha sido nuestra experiencia.
Ficha técnica de la Philips Dual Basket Serie 3000
Philips Dual Basket Serie 3000 |
|
---|---|
Dimensiones y peso |
382,5 x 443,9 x 314,2 mm, 7,85 kg |
Potencia |
2.750 W |
Cestillo |
6 + 3 L |
Rango de temperaturas |
40 – 200 °C |
Tiempo |
horas |
Manejo |
Panel táctil (8 programas) |
Conectividad |
No |
Accesorios |
Pinzas y rejillas |
Precio |
Philips Airfryer con Dual Basket Serie 3000, 9L, Freidora de aire con 2 cestas, Kit De Desayuno, Tecnología Rapid Air, Freidora grande y versátil para familias
* Algún precio puede haber cambiado desde la última revisión
Diseño: que viva la versatilidad
Como puedes deducir de la imagen de portada, esta no es una freidora pequeña. Así que si tienes una cocina de reducidas dimensiones, mejor pensárselo dos veces. ¿Y si solo somos dos en casa? Pues no la descartes porque lo de que tenga dos cestas es una gran ventaja como iremos viendo.
Así, si quieres hacerte algo para ti como un par de muslos de pollo, usas la cesta pequeña. Si quieres preparar una pizza (el truqui es partirla en cuartos y ya ponerla con un poco de maña para que entren varias porciones) o una buena bandeja de patatas, usas la bandeja grande. Versatilidad al poder.
Dicho esto, hemos probado otros modelos que en lugar de usar dos cestas independientes optan por un separador y tienen una ventaja que esta no: al retirar el separador, tienes una freidora XXL. Aquí como mucho puedes usar las dos cestas a la vez para ganar en capacidad, pero no te va a caber una pata de gorrín o de cordero o una lubina grande. Pero spoiler: la independencia tiene sus ventajas.
El aspecto de la freidora es bastante top tanto por diseño como por materiales. El plástico de la carcasa exterior soporta bien la diferencia de temperaturas, de modo que puedes moverla sin miedo a quemaduras. Las asas están diseñadas para que puedan agarrarse bien para tirar de ellas y extraer las cestas.
El interior está recubierto de un material antiadherente similar al teflón y viene con dos rejillas de metal para colocar y facilitar el paso del aire y que la grasa caiga durante el cocinado. Algo que me llamó la atención cuando lo vi por primera vez fue ese diseño como de aspa del fondo y que las cestas tuvieran los topes altos, posibilitando que haya bastante espacio entre el fondo y la rejilla. Quédate con el detalle porque ya te adelanto que tiene su explicación: pasa más aire y eso es algo que se nota a la hora de cocinar.
La freidora forma de prisma rectangular con bordes redondeados y salvo un par de detalles es completamente lisa, lo que facilita enormemente el poderla limpiar. Y creéme, vas a tener que limpiarla a menudo si quieres que quede tan bonita como cuando la sacas de la caja. El motivo es que tiene una carcasa negra mate en prácticamente todas las caras menos en la superior (donde están los controles) que, si bien resulta atractivo a la vista, se marcan las huellas que da gusto.
De hecho, mi gran aliado en esta aventura ha sido un paño de cocina. La cara superior es brillante y también se marcan las huellas, más teniendo en cuenta que se controla de forma táctil. Allí hay un par de pantallas para indicar tiempos y temperaturas. La nota de color la ponen las dos asas, de un sobrio y elegante dorado.
El cable tiene una longitud de 80 centímetros, lo que nos aboca a tener un enchufe cerca de la freidora o, en su defecto, una alargadera. No obstante, siempre te queda reservarle un sitio generoso para guardarla y sacarla cuando la vayas a usar, pero te advierto que vacía pesa casi 8 kg. Un detalle importante: viene con un soporte de cable para enrollarlo que también sirve para espaciador, porque lo suyo es dejar holgura entre la pared y el electrodoméstico, permitiendo que salga el calor por las rejillas de atrás.
Control: tiene app, pero no conectividad
Quiero empezar este apartado con una puntualización: en la ficha de producto de la web de Philips aparece el mensaje ‘Recetas sabrosas y saludables adaptadas a tu Philips Airfryer en nuestra app HomeID‘ que puede llevar a error. Esta freidora de aire no tiene conectividad, sino que la aplicación es única y exclusivamente de consulta. Así, una vez eliges cuál es tu dispositivo tienes acceso a un recetario, el manual, trucos y una sección de ayuda y contacto. Pero no, no puedes controlarla con el móvil.
El control de la Philips airfryer Dual Basket Serie 3000 recae sobre ese panel táctil de la zona superior, que casi está duplicado a cada lado, de modo que puedes controlar cada cajón de forma independiente con su propio panel. Tiene los botones habituales para subir y bajar temperaturas y tiempos, el play/pause y ocho programas predefinidos diferentes donde no faltan clásicos como las patatas o el pollo (patatas fritas frescas y congeladas, pollo, carne, verduras, pescado, tartas y recalentar).
Dejando esto al margen, hablemos de los botones particulares. Hay uno que sincroniza los tiempos para que ambos cestillos terminen a la vez. Dispone de otro con la función de copiar para poner los mismos tiempos y temperaturas. También encontramos un botón que al tocarlo, se configura un aviso para recordarnos que hay que agitar de vez en cuando (pero tienes que hacerlo tú, ya que no tiene partes móviles para remover). Finalmente, dispone del clásico botón de retroceso que tan bien conocemos en la tecnología.
Una vez tienes claras las particularidades anteriores, manejarla no tiene mucho misterio, por lo que es apta para todos los públicos, incluso los poco tecnológicos. Si solo quieres cocinar con uno, por ejemplo en el primer cestillo, tocas sobre el botón “1” y configuras tiempos, temperaturas o eliges el programa. Si quieres cocinar con los dos a la vez, puedes configurarlos o bien por separado o tirar de esas opciones de copiar y sincronizar.
En cualquier caso, se trata de un control bastante intuitivo, con iconos bastante claros y que responde bien al tacto. Eso sí, conviene tener a mano ese pañito porque con las manos mojadas la sensibilidad es peor y la superficie se ensucia.
Cocinar: la experiencia se nota en pequeños detalles
Hablábamos en el apartado de diseño de sus cestillos independientes, pero es que cada una también tiene sus propias resistencias. Así, metes la comida en uno, programas ese y solo funcionan las resistencias de ese lado. O sea que aunque sea una freidora potente, el dato de potencia general se refiere al funcionamiento por completo, no parcial. En pocas palabras: es como tener dos freidoras de aire pegadas.
La gran ventaja es poder usar la que necesitas sin despilfarrar energía. Pero tiene una cara B: que sean independientes implica un peor aprovechamiento de esos nueve litros. Lo explico mejor con un ejemplo: traje berenjenas del huerto y me hubiera gustado hacer seis mitades rellenas. Con esta separación hice tres mitades en un cestillo y otra mitad en el otro. Si los cestillos no fueran independientes y tuvieran un separador, me habrían cabido más. ¿Qué es mejor? Depende de si te gustaría usar el espacio total para una sola preparación (por ejemplo, si no tienes horno) o si prevalece más hacer raciones más pequeñas o preparar dos comidas a la vez.
En cuanto a pillarle el punto, si como yo ya tienes una freidora, basta con mirar los programas predefinidos para hacerte a la idea e ir viendo qué tal (en comparación con mi freidora habitual), lo mismo que si eres principiante. En ese escenario, le haces caso a los programas y ya luego vas jugando con tiempos y temperaturas en función de cantidades y gustos. O sino, toma como referencia el horno y quítale unos minutos y unos grados, porque el calor es más directo.
Una vez explicado esto y teniendo claro el control, toca hablar de cocinado y aquí hay buenas noticias: quizás no tenga una horquilla de potencia tan alta como otras, pero no la necesita. Operando desde los 40 grados hasta los 200 le basta y le sobra para que alimentos delicados como carnes y pescados queden jugosos por dentro y doraditos por fuera en tiempos habituales o incluso menores. He usado otras freidoras (más sencillas y baratas) que llegan a 220 e incluso 240 grados y más allá de quemar algunas zonas y dejar otras blancas, no tiene una incidencia clara en el tiempo empleado.
En pocas palabras: no hace falta alcanzar cuanta más temperatura, mejor, sino que el calor llegue bien a todas partes. La clave está en que tiene una distribución de calor bastante uniforme y eso se nota a simple vista. Es decir, que no te vas a encontrar partes del alimento quemadas y sin hacer. El truco está en esa holgura conseguida tanto en la base como en los laterales gracias a esa forma de aspa y los soportes, que dejan los cestillo como levitando, lo que posibilita que el aire caliente en movimiento (cocina por convección) circule más y mejor. Es lo que Philips llama ‘tecnología RapidAir Plus’.
En estas semanas de prueba la hemos usado prácticamente a diario. Aparte de para clásicos como las patatas o las alitas, también para recalentar esa pizza que sobró del día anterior o para descongelar en tiempo récord el pan y dejarlo crujientito. Hacer la pizza en airfryer es algo que te cambia la vida: mientras que en el horno tienes que ponerle 10 minutos de precalentamiento y esperar otros tantos para que se haga, aquí metiéndola partida en porciones en menos de 10 minutos la tienes lista.
Algo que he descubierto con esta freidora es que sí, viene muy bien tener un cestillo pequeño y lo demuestro con algunos ejemplos cotidianos: esa guarnición que quieres poner de forma testimonial (un puñadito de cherries), un trozo de pan que quieres descongelar, esas castañas que quedan de cine o, como véis bajo estas líneas, unos trozos de calabaza que asé para un rissoto.
Quiero terminar con un detalle que me ha llamado la atención: pese a ser una de las aifryers más grandes que he probado (y que hay en el mercado) y también de las más potentes, es bastante silenciosa. Los motores encargados de mover el aire tanto por dentro de las cestas como al exterior suenan sorprendentemente poco para sus watios y su pericia cocinando.
Mantenimiento: bendito lavavajillas
El paño protagonista del apartado de diseño vuelve a hacer su aparición: siempre a mano tanto para limpiarme las manos como para limpiar la superficie de huellas y grasa. El fabricante recomienda que sea suave y liso y si está muy sucia la freidora, puede humecederse un poco. En el caso de las resistencias nunca me ha tocado limpiarlas, pero se haría con un cepillo.
Cuando leí que la Philips airfryer Dual Basket Serie 3000 era apta para el lavavajillas, me alegré bastante porque limpiar la grasa de alimentos como el pollo o el salmón del cestillo o de los agujeros del cubilete no es lo más agradable del mundo y ese aspa es la candidata perfecta para que se peguen restos. Pero la noticia es mejor: pueden meterse tanto el recipiente como la cesta.
Y si no tienes, pues como si fuera una sartén: agua, jabón, una esponja suave y paciencia. Lo bueno es que al ser dos cestas independientes, ya sea a mano o a máquina, no ocupan demasiado y no resulta engorroso por volumen.
No obstante y si está muy sucia, siempre se puede dejar en remojo con algo de lavavajillas líquido y agua caliente con la freidora desenchufada y la cesta fuera, nada de ponerla en marcha (algún que otro vídeo ya he visto sugiriendo esta nada recomendable idea que puede deteriorar el aparato y además generar vapores poco saludables).
Philips Dual Basket Serie 3000, la opinión de Xataka
Si ya has tenido una aifryer y se te ha quedado pequeña, la Dual Basket Serie 3000 es una candidata perfecta para amantes de la cocina que tengan espacio suficiente. Lo del espacio no tiene mucha explicación: pese a aprovechar bien sus dimensiones, es grande y no cabe en cualquier lado.
La primera parte se resume en lo bien que cocina y la versatilidad que ofrece. No, por culpa de sus dos cestas separadas no te va a caber cosas grandes y alargadas tipo lubina, pero si tienes un horno o no sueles cocinar eso, no es problema. Porque tener dos airfryers en una tiene muchas ventajas: hacer dos platos a la vez, cocinar guarniciones o platos principales o simple y llanamente necesitar más capacidad. Eso por no hablar de poder usar una u otra gastando la energía necesaria y no despilfarrar.
Freidoras hay muchas y aunque siempre recomiendo echar un vistazo a la ficha técnica en busca de un modelo potente que ronde los 1.500 W, no todo son cifras: la realidad es que con 200 grados es suficiente para cocinar bien un alimento al punto (jugoso por dentro y ligeramente dorado por fuera) y que más no siempre es mejor (de hecho, puede ser peligroso). Poco se habla de la importancia de una buena distribución del aire caliente y aquí esta airfryer es sobresaliente. La experiencia es un grado.
Philips Airfryer con Dual Basket Serie 3000, 9L, Freidora de aire con 2 cestas, Kit De Desayuno, Tecnología Rapid Air, Freidora grande y versátil para familias
* Algún precio puede haber cambiado desde la última revisión
Portada | Xataka
Este dispositivo ha sido cedido para prueba por parte de Philips. Puedes consultar cómo hacemos las reviews en Xataka y nuestra política de relaciones con empresas.
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lleva una fruta que huele a huevos podridos y aguas residuales
China lleva décadas abierta al libre mercado y a las cadenas de comida rápida occidentales, y KFC fue una de las primeras. Durante años, la marca arrastró una imagen no demasiado positiva (incluso utilizando un eslogan como “no es tan mala” en las cajas de sus productos), pero poco a poco se han ido recuperando. KFC pertenece a YumChina, un holding que es la mayor operadora de restaurantes de China y que también posee marcas como Taco Bell, lleva Lavazza o Pizza Hut.
Y el producto estrella del país es una pizza con un ingrediente que desprende olor a huevos podridos: el durian.
La matapollos. Joey Wat es la CEO de YumChina y, recientemente, ha concedido una entrevista al medio Fortune en la que ha contado detalles de lo más interesantes. Uno curioso es que su hijo la llama “matapollos”, un apodo que se ha ganado a pulso teniendo en cuenta que KFC china mata 1.000 millones de pollos cada año.
Más allá de la anécdota, el dato es relevante si tenemos en cuenta que los 1.400 millones de habitantes de China consumen 8.000 millones de pollos al año. El porcentaje que KFC aporta a esa cifra es considerable.
Estudio de mercado. Ese cambio de tendencia para KFC que se ha dado los últimos años tiene mucho que ver con las prácticas que realizan el equipo de estudio de mercado y marketing, pero también a la propia Wat. ¿El motivo? La directiva invierte dos o tres horas cada cierto tiempo sentándose en sus restaurantes observando qué es lo que más consumen los clientes.
“Cuando los niños comen pollo frito, lo acompañan con puré de patatas. La Generación Z moja sus muslos de pollo en la guarnición y, después, en la olla de salsa”. Sabiendo esto, lo que Wat decidió es que había que deshacerse del hueso y, además, lanzaron una hamburguesa de puré de patatas con pollo sin hueso.
Pizza con piña mal. Pero como decimos, no sólo de pollo vive YumChina. Pizza Hut es la otra pata de la mesa del grupo en el país, y aquí es donde entra en juego un ingrediente que, a priori, parece asqueroso. En esa rutina de observación, Wat se dio cuenta de que la pizza que más se estaba vendiendo en ese momento no era la Supremme (que está hasta arriba de pepperoni, cerdo, ternera, champiñones, pimientos y cebollas), sino la de durian con queso.
Se trata de una fruta oriunda del sudeste asiático que está prohibida en algunos espacios públicos, pero que al parecer vuelve locos a los consumidores chinos. No lo he probado, pero parece un kiwi con pinchos (o una castaña grande) y su olor es una mezcla de queso, carne podrida, mofeta, huevos pasados, cebolla y aguas residuales sin tratar. Sin embargo, el sabor parece que es delicioso, algo que parece haber hackeado los sentidos de los consumidores chinos que tanto aman la pizza de durian con queso.
Producto estrella. Pizza Hut vendió 30 millones de pizzas durante el año pasado y lo curioso es que una de cada cuatro fue la de durian. Son muchas, muchísimas pizzas a base de esa maloliente fruta que repugnaría al napoletano más purista. Y que, si da el salto a occidente, puede ser una competencia directa para la pizza con piña.
Al final, ese dominio de la pizza de durian en China es, al igual que en el caso del pollo deshuesado con puré de patatas, fruto de la observación por parte de los altos cargos de la empresa. Y parece que funciona.
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He regalado este cacharro a tres amigos deportistas distintos y todos han flipado
Se acerca una época en la que elegir el regalo acertado puede ser una odisea. Seguro que más de una vez te has preguntado: ¿Qué le regalas a una persona que ya tiene prácticamente de todo? Nuestra compañera Raquel tuvo esta duda en más de una ocasión y pensó en que unos auriculares de conducción ósea son una buena opción de regalo.
Unos auriculares muy cómodos y perfectos tanto para deporte como para teletrabajar
Hace poco nos surgió esa situación: tener que hacer un regalo a dos personas deportistas que ya tienen de todo. El reloj deportivo quedaba descartado, porque tienen ya sus buenos Garmin que funcionan a la perfección; zapatillas también descartadas porque, si quieres regalar bien, implica hacer muchas preguntas y pierde un poco la magia de la sorpresa; ropa tenemos todos a patadas… Y justo caí en la cuenta de los auriculares de conducción ósea: algo novedoso para ellos y que, personalmente, me parece súper útil (yo misma los tengo, en el mismo modelo que regalamos, que fueron los Shokz OpenRun).
En general la primera reacción cuando he regalado los auriculares de conducción ósea, o cuando se los he dejado probar a algún amigo, siempre es de incredulidad: “oye, ¡pero que te escucho!”. La siguiente reacción siempre es la misma: “¿pero esto cómo funciona?” El funcionamiento es relativamente sencillo, pero sigue siendo sorprendente: el sonido se transmite por vibraciones a través del hueso zigomático, dejando así el oído libre para poder seguir escuchando lo que está sucediendo alrededor. Simple y efectivo.
Y, en la era de la cancelación de ruido y de aislarnos todo el rato para estar a nuestro rollo, ¿para qué querría cualquiera unos auriculares con los que puedes seguir escuchando todo lo que pasa a tu alrededor? Pues precisamente para eso: para no aislarte del medio, ya que puede resultar incómodo o incluso peligroso en algunas ocasiones. Personalmente, yo los uso para salir a correr, porque salgo por una zona muy concurrida por viandantes, niños, perros y bicicletas (Madrid Río, para los que seáis de Madrid, que ya sabéis cómo se pone de gente); llevar estos cascos me ha permitido esquivar un par de caídas, seguramente con su consecuente herida o, si nos ponemos a las malas, lesión. En invierno, cuando salgo a correr y ya es de noche, la verdad es que prefiero no aislarme y estar atenta a lo que ocurre a mi alrededor.
Ojo, que también pueden usarse y ser útiles en otros contextos, como por ejemplo para trabajar. De hecho, una de las personas a las que regalamos los cascos los está utilizando a diario para ello: música, videollamadas y más, con la comodidad de llevarlos puestos todo el día casi sin enterarse. Yo para trabajar uso auriculares circumaurales y al cabo de un tiempo necesito quitármelos para estar más cómoda (y en verano porque me dan calor), y los cascos de conducción ósea son bastante más cómodos en este sentido.
* Algún precio puede haber cambiado desde la última revisión
La mejor señal de que un regalo ha triunfado es que la persona que lo ha recibido se haya convertido en pseudo-comercial del cacharro, y eso ha ocurrido, recomendándoselo a todo el mundo.
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En Xataka | Mejores auriculares para dormir. Cuál comprar y cinco modelos recomendados desde 18 euros
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He desinstalado todas las apps de productividad de mi teléfono. Ahora soy mucho más productivo
Me gustaría que hicieras algo. Es muy sencillo: simplemente, mira en tu teléfono, ordenador o tablet la cantidad de aplicaciones que has descargado para sustituir a las aplicaciones nativas que hacen lo mismo de una manera muy similar.
¿Ya? Si tienes apps alternativas al calendario de Google o Apple, aplicaciones de notas que sustituyen a la nativa u otro gestor de correo, seguro que están ahí porque buscas potenciar tu productividad. Hasta hace no mucho tiempo, yo estaba en esa situación, pero me di cuenta de una cosa: era extremadamente productivo rellenando información en apps, pero el trabajo “real” se me hacía bola.
Entonces vi algo curioso: mi pareja estaba haciendo lo mismo que yo hacía en una app específica, pero en la app Notas del iPhone. Empecé a prestar atención a esa forma de utilizar la aplicación y, al tiempo, vi que yo tenía otra app distinta a la anterior para algo muy específico que mi pareja volvía a hacer en… Notas.
Y por casualidad, recordé el meme de cómo usamos las aplicaciones. Es ese que muestra un usuario ingenuo usando una app preinstalada en su móvil, otro avanzado y frustrado porque tiene que rellenar información de 20 aplicaciones y, en el extremo contrario de la gráfica, el usuario experto: el que hace todo lo que el avanzado, pero en la aplicación que ya usaba el usuario ingenuo.
De hecho, hablando con mis compañeros de esto, Javier Lacort me compartió una imagen perfecta que resume lo que me estaba pasando:
Tristemente, me vi muy identificado en la figura de ese usuario frustrado. Y la mitad de las aplicaciones que usa tienen un diseño que me suena bastante. El principal problema es que no te puedes desenganchar de la noche a la mañana.
Trabajando para completar una app
No soy una persona minimalista. Lo he intentado, pero me encanta coleccionar videojuegos y consolas. También me gustan un montón de cosas más, así que aunque veo muchos vídeos de estilos de vida minimalistas, hace tiempo que me bajé del barco de intentar ser lo que no soy.
Sin embargo, creo que hay varios tipos de minimalismo y uno que me está permitiendo ser más productivo es el digital. No es sencillo, ya te digo, y voy a poner como ejemplo mi propio trabajo. Antes de empezar con esto del minimalismo, utilizaba las siguientes aplicaciones:
- Airtable – Gestión de calendario de publicación de artículos.
- Fantastical – Calendario.
- Spark – Gestión del correo.
- Asana – Gestión de proyectos (antes usaba Trello) y fechas límite.
- Todoist – Listas de cosas por hacer.
- Notion – Escribir artículos.
- Hoja de cálculo – Recuento de los artículos escritos.
- Google Keep – Apuntar ideas que se me ocurren fuera de casa gracias a su widget.
- Apps de pomodoro.
Todo eso para el trabajo, ya que en mi vida personal también usaba unas cuantas. Son aplicaciones geniales a las que se puede sacar mucho más partido del que yo hacía. Muchas son tremendamente versátiles, pero yo usaba una sola cosa de cada una de ellas. La primera vez que las abrí, recuerdo pasar horas configurando cada rincón, añadiendo páginas nuevas para potenciar mi productividad y dejándolas preciosas porque, en definitiva, me iban a hacer más productivo.
Lo consiguieron, pero sólo en lo que a “rellenar” esas aplicaciones se refiere. A lo largo de la jornada, pasaba demasiado tiempo completando celdas y tareas de esas aplicaciones, lo que aumentaba mi tiempo laboral frente a la pantalla. En definitiva: trabajaba para la aplicación, no la aplicación para mí.
Y ahí estaba mi error.
La verdadera salud
Si estás en esa situación, seguro que sabes de lo que estoy hablando y, como digo, la transición no fue sencilla, pero mi decisión fue desinstalar todo lo que fuera una alternativa a una app nativa y probar qué tal me iba durante una semana.
Así, me quedé con:
- Notion – Para escribir, organización de proyectos y como hoja de cálculo.
- Mail nativo – No necesita explicación.
- Recordatorios – La app nativa del iPhone por Todoist.
- Calendario – En lugar de Fantastical y como sustituto a Asana.
- Notas – Para apuntar esas ideas rápidas, listas de la compra, etc.
- Modos de concentración del iPhone. Esto es importante.
No sólo son menos apps, sino que ya no tengo aplicaciones repetidas porque he ido desinstalando las demás. Y eso en el móvil, pero en el PC o Mac me ocurre lo mismo y uso las apps nativas o las versiones web de las apps que acabo de comentar. De hecho, la única aplicación que he descargado de la Store es Notion y lo que he hecho es aprovechar más lo que me ofrece cada app.
En lugar de usar una nueva para cada tarea, utilizo las nativas y Notion para más cosas. Puede sonar estúpido por mi parte en un primer momento ir en la otra dirección, pero al final son aplicaciones hechas para eso: tienen diseños muy cuidados y atractivos para que queramos usarlas todas. Todas son todoterreno, pero extremadamente buenas para una cosa concreta y lo que terminamos teniendo es una galaxia de apps multifunción que usamos para una sola cosa.
Como digo, eso estaba matando mi productividad porque pasaba horas completando listas de tareas que debía realizar y, cuando no llegaba a los objetivos, me frustraba, todas las apps me mostraban iconos rojos recordando que no había llegado y eso me hacía pasar más tiempo en esas apps reorganizando las tareas con la esperanza de llegar la próxima semana.
Sin esa “presión”, estoy trabajando mejor. No me hace falta una app de pomodoro si me quiero concentrar en una tarea durante un determinado tiempo porque no tengo mucho que hacer más allá de estar enfocado en esa tarea. No tengo que actualizar una etiqueta con el estado de la misma (si está pendiente, si la he empezado, si me falta maquetar o si la he terminado). Simplemente, está hecha… o no.
Y lo mismo con el resto de apps. En el móvil tengo Mail y en el Mac la misma app, ya instalada, por lo que si por lo que sea tengo que usar otro Mac, esa app ya está y sólo tengo que meter mi cuenta. Y así con todas excepto con Notion. Además, hay aplicaciones interconectadas, como Recordatorios y Calendario, sin necesidad de dar permisos entre aplicaciones de diferentes compañías (y los riesgos a la seguridad que implica).
En definitiva, considero que las aplicaciones de productividad son geniales (y ahora que están integrando diferentes usos de la IA, más). Están ahí y son tan populares por un motivo, pero en lo personal, tras usarlas durante años, he descubierto que lo que mejor me va son las apps que ya tengo. Es, incluso, algo que podría calificar como la ironía de las aplicaciones de productividad.
Y me he centrado en iOS, pero en Android más de lo mismo. De hecho, en el sistema de Google es algo mejor porque podría olvidar Notion, ya que tengo Hoja de Cálculo y Docs listos para usar. Pero bueno, es lo que tiene estar muy dentro del ecosistema de Apple.
Si estás en esa situación que describía al principio, te sientes identificado con la imagen que compartía mi compañero Lacort y has llegado hasta aquí, te animo a que pruebes esa “productividad minimalista”. Al menos durante unos días. Si no te funciona, siempre puedes volver atrás, aunque hay quien lo disfruta. Mi compañero Lacort, sin ir más lejos.
Imagen | Xataka
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