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Joder, esto es arte: C. Tangana en el Palacio de los Deportes
Y si no es arte (habrá quienes piensen eso y chido, también), mínimo, lo que C. Tangana hizo en sus dos noches en el Palacio de los Deportes fue un completo y absoluto viajezote. Toda una locura.
Es muy trillado decir “la música en vivo me lleva a otros lugares”, pero con el show que C. Tangana montó para su “Sin Cantar ni Afinar Tour” es inevitable. Es un show de cabaret, algo parecido a un musical, una zambullida a una película en la que se espera que salga bailando Ninón Sevilla. El recuerdo perfecto de una sesión para YouTube. Una “bohemia”. Es difícil decirlo, como también lo es decir qué se está escuchando: trap, flamenco, corridos, cumbia, rock, bachata, boleros. “Es un producto de nuestro tiempo, bro”, dijo alguien por ahí. Y sí, puede que sí.
Quince minutos antes de las 21:00 horas, el Palacio de los Deportes lucía semi vacío. Pero, como casi siempre ocurre, sólo fue cuestión de que se diera la segunda llamada y los asientos ya estaban completamente ocupados. Poco tiempo después cayó el telón y, en medio del griterío y las luces cegadoras, salió Antón Álvarez Alfaro, el afamado fenómeno más conocido como C. Tangana. “Still Rapping” fue la primera, con letra que podría tomarse como “justificadora” de lo que estaba por seguir: “llevó detrás diez años más, spittin bars”… así que ahí les voy.
– “¡Venga Puchito!, a ver qué traes!”
Pues nada, nomás uno de los trabajos musicales más interesantes de los últimos años: El Madrileño. Disco que muchos se han tomado la molestia de analizar en borracheras y pláticas posmodernas, pero que en el Palacio de los Deportes simplemente fue disfrutado y sentido.
El bolerito “Te olvidaste” fue cantado con mano en el pecho y miradas cómplices al entonar los versos “Ojeras en la cara / Y la nariz untada en perico / Baby, así sigo”. Giro después para las guitarras atacadas (y atascadas) de “Cambia!” y, luego, “Párteme la Cara”. Una con Adriel Favela, el ídolo de la chaviza a la que le laten los corridos tumbados, la otra con el fantástico Ed Maverick.
Dos personajes que salieron de entre toda la multitud de músicos que estaban en el amplio pero íntimo escenario para acompañar a C. Tangana. Por ahí de 30 o más entre guitarristas, cantantes, coros, sección de metales y cuerdas. Todos disfrazados en un ambiente de bar. Entre mesas, sillas y una pequeña cantina. Nada de adorno. Durante el concierto se “infló” con gusto.
Con tanto pasando en el escena, era obligatorio voltear a las pantallas, no sólo para observar lo que ocultaba el estorboso brazo mecánico que mecía una de las cámaras, sino para ver que, en efecto, todo era “arte”. Imágenes perfectas para narrar desde los sube y baja de las canciones y rascarle a la belleza de una botella, hasta para contemplar la transformación del elegante mesero en el clásico borrachín de las reuniones.
Pocas palabras de C. Tangana para el público. No había tanta necesidad de romper la curiosa cuarta pared. La primera vez, fue hasta por ahí de la séptima canción y nada más para decir que todavía tenía la cruda del día anterior. Buena introducción para “Ateo”, confesión herética-erótica que bien podría ser la variación a bachata de “Into My Arms” de Nick Cave.
Lo del líder de Bad Seeds, una referencia gratuita. Unas más directas estuvieron cuando sonó “Los Tontos”, para transformarse en una versión “ Bizarre Love Triangle” de New Order y en una de las últimas, “Un veneno”, convertida en “Hasta que te Conocí” de Juan Gabriel. Quizás esta última como reconocimiento de C. Tangana de que lo que musicalmente hace no es nuevo: desde los 90, en Bellas Artes, El Divo de Juárez ya andaba haciendo disfrutables mezcolanzas de mariachi, norteño, tango, pop, bolero, etcétera.
Un total de 28 canciones tocadas en poco menos de dos horas. Ninguna pausa. Sólo aquellas que uno haría para servirse otra cuba o checar cómo va la cuenta… o para convertir una borrachera en bohemia y de ahí en un show de Elvis Crespo, pasando por un tiny desk concert de los que transmite la NPR. Y finalizar con un final épico de película. Parecen elementos mencionados sin coherencia. Pero así fue el concierto de C. Tangana y, dentro de él, todo queda bien amalgamado. Así se siente, auqueque uno no lo acaba por entender y poder explicar. Pero así es el arte, a veces, ¿no?
Setlist C. Tangana 16 / 11 / 2022
Still Rapping
Te olvidaste
Cambia!
Comerte entera
Yelo
Párteme la cara
Ateo
Yo quiero ser mataor
Nominao
Demasiadas mujeres
Me maten
No estamos lokos
Mala, malita, mala
Ingobernable
Sabor a mí (cover Los Panchos)
Los tontos
Tranquilísimo
Llorando en la limo
Muriendo de envidia
Nunca estoy
Hong Kong
Antes de morirme
Tú me dejaste de querer
Suavemente (cover Elvis Crespo)
Skit flamenco
Un veneno
Al di la
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Vhagar, Meleys y Sunfyre: La historia de los dragones del cuarto episodio de ‘House of the Dragon’
Estamos en el cuarto episodio de la segunda temporada de House of the Dragon. Y nos atrevemos a decir que hasta ahora, ha sido el capítulo más emocionante de todos porque por fin la “Danza de los dragones” se hizo realidad.
Antes de que piensen que les vamos a dar spoilers, aquí sólo van a encontrar un peso de contexto sobre los dragones que aparecen en este episodio. Les platicaremos la historia de Meleys, la dragona de Rhaenys; Vhagar, el enorme dragón de Aemond; y Sunfyre, el hermoso dragón de Aegon.
Y como dato extra, también les platicaremos de Dreamfyre, el dragón de Helaena. Este dragón nunca ha salido en la serie, pero su historia es una de las más interesantes desde los primeros años tras la conquista de Aegon. Así que pongan atención porque se puede poner enredado.
Sunfyre, el dragón de Aegon III
Cuando Aegon tenía 13 años, “conectó” con su dragón, el cual lleva el nombre de Sunfyre. De acuerdo al libro Fire & Blood, Sunfyre era el dragón más hermoso que jamás se hubiera visto, pues tenía las escamas doradas y sus alas eran rosadas.
Ahora bien. En la época de los Targaryen que vemos en House of the Dragon, coexisten dragones viejos y dragones jóvenes. Uno de los más viejos es Vhagar, el cual pertenece a Aemond, pero tuvo más jinetes desde la conquista (ahorita vamos a eso).
Sunfyre, en el caso contrario, era de los dragones más jóvenes, y su primer jinete fue el mismo Aegon. Después de los episodios vistos en este cuarto capítulo de la serie (aguas porque pueden ser spoilers), el destino de Sunfyre es incierto.
Sunfyre, de ser el dragón más hermoso, pasa a estar gravemente herido, con un ala rota, sin un ojo y un montón de heridas en su cuerpo que tardan en sanar. Tan mal estaba, que incluso lo mandan a matar, pero el dragón dio batalla y sobrevive.
Meleys, la dragona de Rhaenys
En la primera temporada de House of the Dragon, Meleys y Rhaenys protagonizaron una de las escenas más emocionantes. Al cierre, la princesa y su dragona se aparecen en la coronación de Aegon como rey de Westeros (muy al estilo de Shrek, pues).
Sabemos perfectamente que Rhaenys pudo decir “dracarys“, matar a Aegon, Alicent, Otto y toda la familia usurpadora, y evitar que la guerra diera inicio. Pero también entendemos el punto de Rhaenys al decir que no le correspondía dar ese primer paso.
Conocida como la “Reina Roja”, Meleys le perteneció, primero, a la princesa Alyssa Targaryen. ¿Y quién era ella? Alyssa era hija de Jaehaerys I, el rey conciliador, y madre de Viserys y Daemon. En ese caso, Alyssa estaba casada con Baelon o el príncipe de la primavera (no olviden su nombre porque vuelve a aparecer).
Después, Rhaenys logra montarla y convertirse en una de las figuras más temidas en todo Westeros y entre los dragones de los Targaryen.
Vhagar, el dragón de Aemond
Baelon, el llamado rey de la primavera, esposo de Alyssa y padre de Viserys I y Daemon, fue el jinete de Vhagar, uno de los dragones que participaron en la conquista de los Targaryen en Westeros (Vhagar tenía unos 52 años durante la conquista).
*Sólo como dato curioso, Baelon y su hermano Aemon se querían mucho y tomaron la decisión de que ambos compartirían el trono. Uno sería rey y el otro la Mano. Y aunque las cosas no salieron como lo planeado, han de saber que Aemon es el papá de Rhaenys, y fue el primer jinete de Caraxes, el extraño dragón de Daemon en House of the Dragon.
Volviendo a Vhagar… como les contamos, este dragón formó parte de la conquista de Aegon junto a sus hermanas y esposas. Una de ellas era Rhaenys junto a su dragón Meraxes. También estaba Visenya, una reina guerrera, y su dragón (adivinen) Vhagar.
Después de Visenya, Baelon toma a Vhagar. Y después pasa a Laena Velaryon, la hija mayor de Lord Corlys y la princesa Rhaenys. Como recordamos, ella se casa con Daemon, con quien tiene dos hijas gemelas, Rhaena y Baela.
La muerte de Laena no es igual en los libros y la serie. En la serie, la princesa le pide a Vhagar, su dragón, que la mate. Pero en los libros no es así. Laena tuvo complicaciones durante un parto, y tras días enferma, decide que quiere volar a Vhagar por última vez. En camino hacia el dragón, colapsa y muere.
Tras la muerte de Laena, Vhagar se queda sin jinete, lo cual coincide con la falta de un dragón para el príncipe Aemond. Tras las burlas de sus hermanos y sobrinos (los hijos de Rhaenyra), Aemond se arma de valor y monta a Vhagar.
Sin embargo, Aemond nunca logra controlar por completo a Vhagar, pues es un dragón enorme y viejo. Parte de las consecuencias de esto es la muerte de Lucerys Velaryon: Vhagar destroza a Luke y su joven dragón Arrax de una mordida. Como alguna vez dijo Viserys, controlar a un dragón es una “ilusión”.
Dreamfyre, la dragona de Helaena
Visenya, la jinete de Vhagar en la conquista, tuvo un hijo llamado Maegor, quien al convertirse en rey recibió el nombre de “Maegor el Cruel”. Era hijo de Aegon el conquistador, pero no su primogénito. Sin embargo, su madre siempre quiso que él fuera el sucesor.
El segundo rey Targaryen en Westeros fue Aenys (hijo de Rhaenys), al cual describían como una persona amable y culta. Contrario a los deseos de Visenya, Aenys se convierte en rey y tiene dos hijos: Aegon y Rhaena. Aegon heredaría el trono, y lo quería hacer tomando como esposa a su hermana.
El rey Aenys acepta, pero el pueblo se niega bajo la manipulación de la Fe de los Siete. Entonces, Aenys se arma un plan y le dice a sus hijos/esposos que viajen por todo Westeros para demostrar que no pasa nada si son hermanos y están casados (Cersei y Jaime necesitaban un representante como Aenys, sin duda).
A estas alturas, Aegon no tenía dragón, pero Rhaena sí, Dreamfyre. Mientras el heredero está de viaje, el rey Aenys enferma y muere. ¿Qué debía suceder? Aegon tomaría el trono para convertirse en rey… pero aparece Maegor con su dragón Balerion (el mismo dragón de Aegon el conquistador), y toma el reino con ayuda de su madre Visenya.
Aegon lucha para tomar lo que le pertenece, pero Maegor lo mata. Es así como se convierte en el rey de los Siete Reinos, mata a los líderes de la Fe de los Siete, y toma a muchas mujeres como esposas. Entre ellas están las Black Brides (les decían así porque eran viudas a partir de que sus esposos habían muerto en manos de Maegor).
¿Y adivinen quién estaba entre las Black Brides? La princesa Rhaena, viuda de Aegon y sobrina del mismo Maegor. Pero esa no es la parte más interesante del chisme. Rhaena siempre estuvo enamorada de una mujer de la corte: Elissa Farman. Y así como llevaba a su hermano Aegon sobre Dreamfyre, también lo hizo con Elissa (como cuando te dedican la misma canción).
El chisme real dice que tras la muerte de Maegor, Rhaena se casó con Androw Farman, hermano de Elissa. Pero sólo lo hizo para estar cerca de ella… pero esa es otra historia.
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