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Ya sabemos lo que se comía en los restaurantes de Cataluña en 1625. Y tenemos muy poco que envidiar
Si hoy te das una vuelta por el centro de Barcelona seguramente te encontrarás pizzerías, hamburgueserías, restaurantes asiáticos, bocaterías, asadores, locales especializados en comida vegetariana o vegana y un largo (larguísimo) etcétera de negocios dispuestos a llenar tu paladar de sabores. Algunos incluso con platos regionales. Pero… ¿Y si en vez de estar en la Barcelona de 2025 estuvieses en la de 1625? ¿Qué te encontrarías en las fondas catalanas en principios del siglo XVII, cuando el cacao o la patata eran alimentos casi recién llegados de América?
Aquellos viejos “menús” quedan ya muy atrás, pero a pesar del paso de los siglos podemos hacernos una idea de cómo eran gracias a los archivos históricos.
“¿Qué hay en el menú?” La Cataluña de 2025 se parece poco a la de principios del XVII. Sus menús también. Lo sabemos gracias a la información conservada en los dietarios y cabrevaciones, documentos sobre el pago de tributos.
Hace poco el investigador historiográfico y articulista Marc Pons publicó en El Nacional un breve ensayo en el que explica precisamente qué muestran las Cabrevaciones de 1625, la liquidación anual en especies que el campesinado libre pagaba a la Orden de Sant Joan del Hospital. El documento es interesante porque nos revela qué llegaba a los mercados y qué ingredientes acababan en los fogones de los hostales.


Espóiler: ni rica ni variada. Pese a la imagen de grandes y opíparos banquetes que muestra en ocasiones Hollywood, la realidad es que la comida en las fondas de aquella Cataluña de bandoleros no era especialmente rica ni variada.
Los menús eran más bien parcos, no había demasiada diversidad y muchos de los platos que hoy nos parecen habituales eran un lujo reservado para los mejores bolsillos o ciertas épocas del año. Los postres tampoco estaban al alcance de todos los comensales y ni siquiera el vino servía para aliviar las penas: en las fondas no solían preocuparse de cómo se conservaba, con lo que era habitual que estuviese picado.
El plato estrella: la olla catalana. Como explica Pons, las Cabrevaciones de 1625 nos muestran que en los mercados los cocineros de las fondas podían encontrarse básicamente con leguminosas, tubérculos y frutos del bosque, es decir, alimentos que podían conservarse con facilidad en las despensas.
Eso incluye desde habas, garbanzos y guijas, a nabos o castañas. También vegetales sacados de la huerta, como cebollas, ajos, acelgas o calabazas. Con esos ingredientes uno de los platos que solían preparar era la olla catalana, un caldo que se espesaba con trigo y mijo.
¿Nada más? Para completar el caldo a los comensales se les servía también una tajada de tocino, una sardina, un boquerón o un arenque, dependiendo del tipo de fonda y de cuánto estuviese dispuesto a pagar el cliente. Los menús no destacaban por su diversidad, pero en los establecimientos de la región tampoco era extraño encontrarse con platos elaborados a base de nabo y col hervida, una opción popular pese a su fama de indigesta. Otras opción era el arroz hervido con tomillo.
¿Y de postre? Si eres amigo de los dulces, en las fondas catalanas de principios del siglo XVII no lo pasarías especialmente bien. No al menos que tuviesen unas cuantas monedas en tu bolsa. Los postres solían disfrutarlos los clientes más pudientes, aunque en algunos hostales podían encontrarse bizcochos con frutos del bosque o frutas sacadas del huerto particular, como manzanas, peras o melocotones.
Tampoco eran lugares para sumilleres. El plato único solía ir acompañado de una jarra de vino (más segura que el agua, que podía estar contaminada); pero en las bodegas no se preocupaban demasiado de cómo se conservaban los bocoyes, por lo que no era extraño que la bebida llegase al cliente en condiciones más que cuestionables, caliente y picada. Si no acababa de convencerte siempre podías optar por algo un poquito más fuerte y acudir a fondas con aguardiente.
Mirando más allá de 1625. No es la primera vez que los dietarios, antiguos registros de tributos o incluso libros de cocina nos permiten hacernos una idea de qué comían nuestros ancestros. ‘El Libre de Sent Soví’, por ejemplo, el recetario más antiguo de su tipo de la península ibérica y que se conserva en Valencia, nos habla de qué se servía durante los grandes banquetes de la Baja Edad Media.
Las cabrevaciones también nos han permitido echar un ojo a los menús de principios del XVIII y hace años, gracias a la colaboración de chefs, antropólogos e historiadores, incluso pudimos reproducir algunos platos de la gastronomía catalana de 1714, “una cocina de supervivencia” en la que “se comía lo que se podía”, recuerda el cocinero catalán Sergi de Meiá.
Imágenes | Wikipedia 1 y 2
En Xataka | Al fin sabemos qué comían los marineros en alta mar en el siglo XVI. Gracias al CSIC y a un galeón hundido
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tienen 24 meses de garantía y envío rápido
No es nada fácil elegir un nuevo móvil, incluso si estamos muy seguros de que queremos uno de una marca muy concreta. Si nos centramos en Samsung, este 2025 tenemos donde elegir con los nuevos Galaxy S25 (incluyendo por primera vez el modelo Edge), los plegables y los nuevos Galaxy A, sus máximos superventas. Pero, ¿y si buscamos más opciones? Entonces, toca ponernos a mirar generaciones pasadas.
Si tenemos en cuenta que los teléfonos de gama alta de Samsung envejecen muy bien, lo cierto es que es una gran opción si priorizamos gastar lo menos posible sin renunciar a tener un buen teléfono. De hecho, lo tenemos más fácil si apostamos por modelos reacondicionados como los de Back Market, que además de buen precio tienen 24 meses de garantía y 30 días de prueba.
De entre todas las opciones que tenemos en el catálogo de esta tienda, os dejamos a continuación algunas de las más interesantes:
- Galaxy S23 por 335 euros, con un buen equilibrio entre prestaciones y precio.
- Galaxy S24 por 439 euros, una opción con más años de soporte.
- Galaxy S24 Ultra por 696 euros, el mejor teléfono Android de 2024.
Galaxy S23
Si buscas un teléfono de gama alta, compacto y por poco más de 300 euros, el Galaxy S23 es una opción a tener en cuenta. Pese a tener ya un par de años, sigue ofreciendo muy buen rendimiento con su Snapdragon 8 Gen 2. Además, su pantalla AMOLED de 6,1 pulgadas tiene 120 Hz, cuenta con un sistema de triple cámara bastante interesante y todavía le quedan varias actualizaciones importantes que recibir. Lo tenemos disponible por 335 euros.
Galaxy S24
Si podemos estirar nuestro presupuesto un poco más, tenemos también este Galaxy S24 por 439 euros. Este dispositivo, como es lógico, viene a ser una evolución directa del anterior que en esta ocasión apuesta por un chip Exynos 2400, el mismo que monta el Galaxy Z Flip7 FE. Tiene una pantalla un poco más grande de 6,2 pulgadas, una batería que también es mayor y también hay que tener en cuenta que este ya salió con siete años de actualizaciones garantizados, por lo que también es más longevo.
Galaxy S24 Ultra
El Galaxy S25 Ultra es el mejor teléfono de gama súper alta de este 2025, pero todavía es complicado encontrarlo a buen precio. La alternativa más evidente sigue siendo el Galaxy S24 Ultra, especialmente este de Back Market que sale por 696 euros. Un teléfono brutal con pantalla de 6,8 pulgadas, potencia de sobra y una batería que ya es de 5.000 mAh y que está muy bien optimizada. Todo sin olvidar que también tiene siete años de actualizaciones, un sistema de cámaras que rinde bien en cualquier escenario y el S-Pen integrado.
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Imágenes | Ricardo Aguilar, Samsung
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tenemos el paro más alto de la UE y también el menor número de vacantes de empleo
España presenta un fenómeno que a simple vista parece contradictorio: aunque mantiene una de las tasas de desempleo más elevadas entre los países avanzados, también registra una de las proporciones más bajas de vacantes en la UE. Entender esta paradoja exige mirar más allá de los números y analizar cómo funcionan realmente la oferta y la demanda de empleo en el mercado laboral español.
Según el INE, la tasa de desempleo en España es del 10,5%, siendo la más alta en la OCDE en comparación con otros países desarrollados, donde el promedio ronda el 4,5%. Al mismo tiempo, según datos de Eurostat, la tasa de vacantes en España es de solo el 0,9%, muy por debajo de la media europea situada en el 2,1%.
¿Qué es una vacante? Para comprender por qué esta combinación ocurre, es útil definir qué es una vacante.
En la definición de Eurostat no equivale a “puestos que el país necesitaría cubrir en general”, sino a “puesto remunerado de nueva creación, desocupado o que está a punto de quedar vacante para el cual el empleador está tomando medidas activas y está dispuesto a tomar medidas adicionales para encontrar un candidato adecuado fuera de la empresa, y que el empleador pretende cubrir inmediatamente o dentro de un período específico para los que existe una búsqueda activa y con intención de cobertura próxima”. Así que no es “todo lo que faltaría contratar en general”, sino lo que está abierto en ese momento. Es como una foto de ese momento exacto, pero no muestra su realidad.
La “logica” tras la paradoja. Cuando un mercado laboral crece, cabe esperar que surjan muchas vacantes porque hay más demanda de trabajadores. Si, además, hay poco desempleo, esa demanda tiende a traducirse rápidamente en contratos.
Sin embargo, en España la realidad es distinta. Aunque el empleo ha crecido en los últimos años, y hay más ocupados que nunca (con récords de afiliación a la Seguridad Social), el desempleo sigue alto comparado con la UE, y las vacantes no aumentan al ritmo esperado.
Desajustes entre oferta y demanda de trabajo. Un factor clave señalado en los informes oficiales es el desajuste entre las habilidades que demandan las empresas y las que ofrecen las personas desempleadas. Es decir, puede haber puestos disponibles, pero no que correspondan con las competencias de quienes buscan empleo. Este tipo de desajuste se refleja en sectores específicos (tecnología, ingeniería, cuidado de la salud) donde las empresas aseguran tener dificultades para encontrar perfiles adecuados, mientras que al mismo tiempo hay trabajadores que no consiguen encontrar un empleo.
Algunos economistas también destacan que las ofertas disponibles tienden a concentrarse en sectores con elevada temporalidad y poca estabilidad, como servicios o turismo, donde muchas vacantes son estacionales o de corta duración, lo que no incentiva a todos los desempleados a incorporarse inmediatamente.
Empleo mal repartido. Otro elemento a considerar es la movilidad laboral. En España, existe un gran desequilibrio entre los territorios con mayor oferta de empleo y aquellos con mayor demanda de empleo. Es decir, el empleo se concentra en grandes ciudades y zonas industriales, mientras las cifras de desempleo se disparan en zonas rurales y de la España vaciada, contribuyendo a mantener ese desajuste entre la ubicación de la oferta y la demanda.
Por otro lado, el estancamiento de las vacantes también puede explicarse por la alta rotación del mercado laboral. Muchas veces el puesto se mantiene vigente y lo que ocurre es que son los empleados los que van rotando por ese puesto. El puesto de trabajo sigue ahí, pero no siempre aparece como una “nueva vacante” en la estadística, por eso la tasa de vacantes puede ser baja, aunque el empleo real crezca debido a la alta rotación de ese puesto.
Por ejemplo, un puesto de camarero no aparece como vacante, pero el restaurante contrata cada ciertos meses a un nuevo empleado para ese puesto. El puesto no está vacante a efectos estadísticos, pero el mercado laboral no deja de registrar nuevas contrataciones.
¿Qué nos dice esta paradoja? Que España tenga mucho paro y pocas vacantes en comparación con la UE no significa que no haya empleos disponibles. Lo que indica es que el mercado laboral funciona con dificultades: los puestos que se ofrecen no siempre encajan con el perfil de las personas desempleadas, hay grandes diferencias entre sectores y una parte importante del empleo es temporal, cuando muchos trabajadores buscan estabilidad. Por eso, incluso cuando existen vacantes, no siempre acaban consolidándose en forma de contratos.
Esta situación no depende solo de un momento económico concreto de bonanza o crisis, sino de problemas de fondo del mercado laboral español. Que esta paradoja se mantenga en el tiempo apunta a la necesidad de mejorar la formación, facilitar la movilidad entre sectores y territorios, elevar la calidad del empleo y contar con estadísticas más ajustadas a la realidad del mercado laboral en España.
Imagen | Unsplash (Mika Baumeister)
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un 17% más de hospitalizaciones y unas urgencias cada vez más colapsadas
El virus de la gripe está llegando a su punto álgido con una mayor tasa de contagios tras ver gráficas prácticamente en vertical en comunidades como Madrid o Cataluña. El punto positivo que comentábamos es que las hospitalizaciones no estaban aumentando demasiado, pero esta idea ya la podemos dejar de lado porque han comenzado a crecer. Y eso es un problema para el sistema sanitario.
Número de contagios. El informe del Sistema de Vigilancia de las Infecciones Respiratorias Agudas del ISCIII publicado este mismo jueves apunta a una incidencia ya de 446,6 casos por cada 100.000 habitantes hasta el pasado domingo día 14. Un incremento de casi el 50% con respecto a la semana anterior, algo que sin duda nos recuerda a lo peor de la pandemia por covid.
Ingresos hospitalarios. Uno de los puntos más llamativos y, ya que se puede ver de manera clara en las urgencias hospitalarias con grandes esperas y un número elevado de pacientes esperando una cama. Y es que los ingresos han aumentado un 17% hasta alcanzar los 9 ingresos por cada 100.000 habitantes. Algo que ya se evidencia en las urgencias con pacientes esperando camas, largas colas de espera por el aluvión de pacientes y un sistema sanitario que ya comienza a tensarse.

Evolución gripe en España por temporadas. Fuente: ISCIII
Si nos centramos en las edades de los pacientes, los mayores de 80 años presentan una tasa de 56,2 casos por cada 100.000 personas. Pero en los menores de un año esta cifra desciende hasta los 48,8 casos.
Impacto desigual por comunidades. Aunque la tendencia es alcista a nivel nacional, la situación no es homogénea. En la Comunidad de Madrid, a través del sistema de Enfermedades de Declaración Obligatoria se registraron 22.110 nuevos casos de gripe durante la semana 50.
Esta es una cifra que se aleja bastante de otras comunidades como Castilla y León, que en el informe VIGIRA reporta una tasa global 149 casos por cada 100.000 habitantes en el caso de la gripe. Aunque en el caso de las infecciones respiratorias agudas en general esta cifra aumenta hasta los 781 casos.
Variante del virus. Parte de la culpa de esta gran propagación del virus (al menos mucho más de lo que vimos otros años) se debe a la variante k del virus de la gripe H3N2 para la que no estábamos del todo preparados. Esto ha hecho que la vacuna no funciona al 100%, e incluso genere ciertas dudas sobre la efectividad que ha tenido la campaña.
Lo que está claro es que si está paliando parte de sus efectos, minimizando su gravedad. Esto hace que ahora mismo la recomendación a seguir sea vacunarse en el centro de salud para contar con parte de esta protección.
Comienzan las vacaciones. El pico de la gripe parece que se acerca, pero todavía queda una cita muy importante: las cenas navideñas. Un momento donde hay una gran acumulación de personas en un mismo recinto cerrado y que puede derivar en un incremento considerable de contagios tras estas fechas tan señaladas.
Y el transmisor más relevante sin duda son los más pequeños de la casa, que a priori puede no manifestar muchos síntomas o incluso tardar mucho más en manifestarlos. Esto provoca que sea fácil que lo contagien, atendiendo sobre todo a las personas más mayores que hay en su entorno y que pueden manifestar una gripe mucho más grave que puede que acaben en un hospital que ahora mismo comienza a estar colapsado.
La previsión. Como decimos, el gran ‘boom’ de la curva de contagios se espera para estas Navidades por este número de contactos. Pero a partir de aquí todo comenzará a ir hacia abajo con el objetivo de recuperar la normalidad ya entrado el 2026.
También hay que tener en cuenta que este año la epidemia ha comenzado antes de lo previsto, por lo que también se puede ver que acabará antes de lo que ocurría otros años.
Imágenes | Victoria Brittany Colette
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