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En Galicia unos padres educaron a su hijo pequeño en casa. Ahora están condenados por “desescolarización irresponsable”

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El homeschooling es noticia. Y lo es a cuenta de una sentencia dictada por un juzgado de Vigo que ha decidido imponer una multa de algo más de 2.000 euros (con severo reproche incluido) a unos padres que decidieron educar a su hijo de nueve años en casa, sacando al pequeño del colegio en el que estuvo matriculado el curso 2024-2025. El fallo es interesante no tanto por sus consecuencias (la sanción no es elevada: 1.080 euros por progenitor) como por su argumentario y porque difiere de otras sentencias sobre el mismo tema que sí fueron absolutorias.

Un momento, ¿homeschooling? El término quizás resulte extraño, pero no es nuevo. De hecho conecta con un movimiento que arrancó en los EEUU de los años 70. El homeschooling es ni más ni menos que una opción educativa que aboga por formar a los niños en el hogar, lejos de las aulas y escuelas convencionales. 

A menudo centrando la responsabilidad lectiva en los progenitores y quienes la practican destacan sobre todo su capacidad para amoldarse a las necesidades de cada niño, su personalización y flexibilidad de horarios, contenidos y espacios.

Vitaly Gariev 5yc2d5aemn0 Unsplash
Vitaly Gariev 5yc2d5aemn0 Unsplash

¿Cuánta gente la practica? Difícil saberlo. En España se estima que hay entre 2.000 y 4.000 familias unschoolers. Si hablamos de Estados Unidos hay cálculos que apuntan que el 3% de los alumnos de entre cinco y 17 años reciben formación en casa. La variedad de datos se explica por la falta de censos (caso de España) y sobre todo porque que la práctica no tiene el mismo encaje en todos los países.

Para comprender mejor las diferencias regulatorias viene bien echar un ojo a la web de Homeschooling. Hay naciones que la prohíben claramente, otras que la amparan y luego hay casos como el de España, donde hay quien considera que la educación en casa se mueve en “una ‘zona gris’ legal”. Terreno pantanoso. De ahí que sentencias como la que acaba de dictar una jueza en Galicia despierten tanto interés, sobre todo porque no todos los casos acaban de la misma forma.

¿Qué han juzgado en Vigo? Sobre lo que se ha pronunciado el Juzgado de lo Penal número 1 de Vigo es un caso muy concreto: unos padres de Gondomar (en Pontevedra) que decidieron sacar a su hijo de nueve años de la escuela pública en la que estaba matriculado el curso pasado para educarlo en casa.

La sentencia recuerda que, pese a la resolución de la Inspección Educativa denegando la desescolarización y de la advertencia de la Fiscalía de Menores, los progenitores siguieron adelante con sus planes, apostando por el homeschooling y un itinerario personal. El niño acudía dos horas a la semana a una academia, pero el grueso de su educación dependía del programa decidido por sus padres.

¿Y qué dice la sentencia? Lo fundamental y la clave de la condena, como precisa Faro de Vigo, es la apuesta educativa escogida por los progenitores. La sentencia habla de “flagrantes carencias”, un proyecto educativo que “no cumple los requisitos mínimos” y una “desescolarización irresponsable” que compromete el “progreso académico” del niño y, en última instancia, condicionará su vida.

“En este supuesto la educación proporcionada directa y casi exclusivamente por los progenitores, básicamente en atención a sus personales criterios e ideas propias, sin método educativo alternativo al oficial mínimamente solvente y sin alguna objetividad valorativa, supone una desescolarización irresponsable”, advierte la jueza en su sentencia, divulgada por Faro y de tono rotundo. “Hay negligencia en la educación e incumplimientos en los deberes asistenciales básicos”.

¿Por qué es importante? Por donde pone el foco. La sentencia se centra principalmente en esas carencias y la “irresponsabilidad” de la familia del niño. De hecho el fallo insiste en que los progenitores ni siquiera recurrieron a un “sistema educativo externo alternativo al oficial” y seleccionaron las materias basándose en “sus propios criterios”, sin otra referencia. En la práctica eso se tradujo en una formación que, a juicio de la magistrada, “no cumple los requisitos mínimos establecidos en el marco normativo de la educación obligatoria”.

El menor participaba en actividades como salidas en bicicleta, excursiones al bosque, navegación con moto de agua, recogida de castañas o cocina, pero recibía competencias “básicas” en campos como las matemáticas o lengua. Por ejemplo, sus padres no le enseñaban geometría. La perito que se encargó de examinar el caso apreció de hecho una “confusión” entre la rutina familiar y la lectiva y también señaló la “privatización de la socialización” del niño.

¿Explica algo más? Sí. El fallo desliza un mensaje interesante. Explica que “la educación en casa puede no ser penalmente reprochable”, pero debe cumplir una serie de requisitos, garantizando que el niño recibirá una formación “suficiente” gracias a un sistema educativo que, debe ser “responsable y competente”.

De hecho este no es el primer fallo que emite el juzgado vigués sobre el tema: a comienzos de 2024 se pronunció sobre otro caso protagonizado por unos padres que educaron a su hijo en casa durante todo el curso 2021-22. La Fiscalía apreció un delito de “abandono de familia” (el mismo que se ha juzgado ahora) y solicitaba para los progenitores cinco meses de prisión y seis de inhabilitación para la patria potestad. ¿Cuál fue el resultado? En aquella ocasión la jueza los absolvió.

Aunque el homeschooling subyacía en ambos casos, la magistrada apreció diferencias claras en uno y otro. En el de 2021-2022 concluyó que los padres no mostraban “dejadez” o “despreocupación” y llevaron a cabo una “desescolarización responsable”. Al pequeño se le siguió formando con libros oficiales, acudía a varias actividades extraescolares y el homeschooling solo duró en realidad un curso. De hecho un año después el menor ya estaba acudiendo de nuevo a otro centro, donde siguió formándose “con absoluta regularidad” y obtuvo buenas calificaciones.

¿Es legal o no es legal? Europa Press asegura que la sentencia del Juzgado de Vigo advierte de que el homeschooling no es una opción legal en nuestro país y que resulta “incuestionable” que los padres que no escolarizan a sus hijos infringen una obligación recogida en la ley. Llega una búsqueda rápida en Google para constatar que el tema, como mínimo, genera debate. En un artículo al respecto, ARAG, una compañía de servicios jurídicos, habla de hecho de una “una ‘zona gris’ legal”. 

En juego hay varias normas. La principal, la obligatoriedad de la educación entre los 6 y 16 años, una pauta asentada en la propia Constitución, que habla tanto de la “obligatoriedad” de la enseñanza como de su “libertad”. Otra norma clave es la Ley Orgánica de Educación, que en su artículo 4 aporta alguna pincelada extra:

“La enseñanza básica comprende diez años de escolaridad y se desarrolla, de forma regular, entre los 6 y 16 años de edad. No obstante, los alumnos y alumnas tendrán derecho a permanecer en régimen ordinario cursando la enseñanza básica hasta los 18 años de edad, cumplidos en el año en que finalice el curso”. 

 ¿Qué supone en la práctica? Si se detecta un absentismo escolar continuado puede derivar en procesos por desamparo de menores o abandono de familia. “En el caso de España la educación es un derecho y una obligación y debe ser llevada a efecto en el ámbito educativo normalizado, es decir, en la escuela”, explicaba en 2020 a Newtral Javier Urra, el primer Defensor del menor de Madrid. 

“La Fiscalía podría interpretar que se impide el derecho del niño o que se pone en riesgo, y terminar quitando la tutela a los padres”, advierte. Ese complejo escenario no escapa a los unschoolers, como admite a El País Laura, abogada y practicante ella misma de homeschooling: “Estamos en una situación muy compleja a nivel legal, pero existe una gran tolerancia administrativa. Si tus hijos están bien cuidados no tienes por qué tener ningún problema con la Administración”.

Imágenes | Jessica Lewis 🦋 thepaintedsquare (Unsplash) y Vitaly Gariev (Unsplash)

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datos confusos, causas múltiples y un estigma

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Instituciones, familias y medios de comunicación repiten en los últimos años una misma pregunta: ¿están aumentando los suicidios entre los jóvenes? 

La preocupación es real y cada vez más visible. Según un informe de 2025 del Ministerio de Sanidad, el suicidio es una de las principales causas de muerte entre adolescentes y personas jóvenes adultas en la Unión Europea. En 2021 fue la primera causa de muerte en personas entre 15-29 años. Entender qué hay detrás de estos datos —y si realmente reflejan un aumento del problema— exige mirar más allá de las cifras.

Cuando se habla de suicidio en la infancia, la adolescencia o en la juventud, es frecuente buscar respuestas rápidas. Una causa, un detonante, algo que explique lo inexplicable. Pero quienes trabajan cada día con menores en crisis saben que esa mirada se queda corta. El sufrimiento que expresan los jóvenes es plural, difuso, y sobre todo multifactorial. 

Diana Díaz, directora de las líneas de ayuda de la Fundación ANAR, expone: “Pensar que el suicidio esconde un único motivo es un error (…) Hay variables que están asociadas con este problema, pero ninguna es determinante”. La realidad, advierten los expertos, es siempre más complicada de lo que parece.

La complejidad del suicidio juvenil no se limita a los “factores asociados” a la conducta suicida, sino que las estadísticas dificultan obtener una radiografía consensuada de este fenómeno. Los profesionales de la salud mental están preocupados por la incidencia de suicidios y tendencia suicida entre los jóvenes, pero no todos coinciden en que esté habiendo un aumento en los casos. 

Suicidios
Suicidios

Fuente: INE. Cedida por Fundación Española para la Prevención del Suicidio.

Las cifras y estadísticas que se manejan para conocer la media de suicidios, así como el número absoluto por año, se extraen del INE. Este instituto ofrece distintas formas de clasificar los casos. Por un lado, se pueden consultar las tasas de suicidio (por edad y sexo) por cada 100.000 habitantes; y por otro, el número absoluto de suicidios (por edad, sexo, tamaño del municipio, nacionalidad…). 

Es precisamente al comparar ambas métricas cuando aparecen interpretaciones distintas entre los expertos. En términos absolutos, 2023 (el último año con datos completos) fue en el que más suicidios se registraron entre menores de 15 y menores de 29 años. Sin embargo, las tasas por cada 100.000 habitantes se mantuvieron estables —e incluso descienden ligeramente en algunos grupos de edad o sexo durante 2023—.

En este sentido, la Organización Mundial de la Salud denuncia la “calidad de los datos” sobre suicidios a nivel internacional: “Solo unos 80 Estados Miembros de la OMS disponen de datos del registro civil de calidad que se pueden utilizar directamente para estimar las tasas de suicidio”.

Estas diferencias en la forma de interpretar los datos explican que expertos como Andoni Anseán, presidente de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio, prefieran evitar mensajes alarmistas sobre un aumento desmesurado de suicidios entre los jóvenes en los últimos años. Recuerda que las cifras deben leerse con cautela y dentro de su contexto. 


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Fuente: Observatorio del Suicidio en España 2023 de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio.

A pesar de que “no podemos conocer la ideación suicida de la población española” —ya que las encuestas que abordan este fenómeno son puntuales y, en muchos casos, poco representativas—, desde la fundación sí detectan una tendencia preocupante en la ideación suicida y en los intentos de suicidio. Esta información la constatan profesionales de primera línea: pediatras, médicos de Atención Primaria o servicios de urgencias hospitalarias, que además coinciden en que “se trata de un problema grave que hay que analizar y abordar”.

No hay un solo factor de riesgo 

La presencia de problemas de salud mental —como la depresión, ansiedad o trastornos como la bipolaridad— es una de las principales explicaciones para la aparición de ideaciones suicidas. Sin embargo, no es las única. Desde el Teléfono de la Esperanza —ONG que ofrece apoyo emocional gratuito, anónimo y confidencial a personas en situaciones de crisis disponible en el 717 003 717— recuerdan que “el suicidio es un fenómeno complejo, en el que suelen intervenir múltiples factores de riesgo”. 

La soledad no deseada —tres de cada cuatro jóvenes en España la sufren—, el aislamiento, las experiencias traumáticas —como episodios de violencia o agresiones sexuales— o el consumo de sustancias son señalados por los profesionales como variables de riesgo que pueden conducir hacia una ideación suicida (sin perder de vista el carácter multifactorial). Pero sin duda el acoso o el bullying son “los grandes conocidos” cuando se piensa en posibles causas detrás de un suicidio en una persona joven. A esto se le suma la nueva dimensión que añaden las redes sociales.

B/N
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(Damir Samatkulov/Unsplash)

Andoni Anseán explica cómo “las nuevas tecnologías facilitan que el bullying haya traspasado los colegios e institutos”, pudiendo hacer posible la “persecución” fuera de los centros y otros entornos: “Ya no es necesario que exista la presencia física”. Belén Álvarez, profesora en un colegio de Tenerife, comprueba a diario que “mucho de lo que pasa es a través del teléfono”. “En tercero de primaria ya tienen todos móvil. Se comunican por ellos y se crean muchos conflictos sin supervisión paterna”, algo que también se queda fuera del alcalde de los profesores. 

Anseán, también director del Máster en Prevención del Suicidio de la Universidad Pablo de Olavide está seguro de que las redes sociales también alimentan la comparación y la frustración por no poder alcanzar la “cultura de la felicidad” que promueven muchos influencers

El Teléfono de la Esperanza también pone el foco en los riesgos que derivan de la “proliferación de personas influyentes que hablan o dan consejo sobre salud mental sin tener ninguna formación para ello; o que promueven conductas como las autolesiones, o fomentan, por ejemplo, los trastornos de la conducta alimentaria”. 

Desde la Fundación ANAR coinciden en que un uso inadecuado de la tecnología ha amplificado el malestar de muchos menores. Hugo Vega, psicólogo general sanitario y fundador de Inlaza Boadilla, apunta: “El impacto de las redes sociales es brutal. No es una exageración: el ciberacoso, la comparación constante y la exposición a contenido dañino afectan más cuando ya hay una fragilidad previa. Y no es solo pasar muchas horas con el móvil; es cómo se usa y qué efecto emocional tiene ese uso como forma compulsiva de calmar nuestras malas sensaciones, inseguridades a flor de piel o controlarlas… dependiendo del día”. 

Impulsividad o menor tolerancia a la frustración

Los expertos encuentran algunas diferencias entre adultos y jóvenes en la forma de vivir y expresar el sufrimiento. Aquí entra la personalidad y la presencia de conductas que pueden cambiar con el paso de los años. “Entre los más jóvenes puede ser más fácil encontrar conductas de impulsividad y baja tolerancia a la frustración, que, sumada a la escasez de habilidades para resolver problemas, aumenta la probabilidad de que una crisis se convierta en un acto suicida”, explican desde el Teléfono de la Esperanza.

La profesora Álvarez está de acuerdo, y reconoce que estas conductas son algo muy común en los colegios y desde edades tempranas. Javier Jiménez Pietropaolo, psicólogo especialista en psicología clínica y presidente de RedAIPIS-FAeDS, coincide, y añade otros “rasgos dominantes” como “la introversión, la baja autoestima o el pensamiento dicotómico”. 


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Los expertos coinciden en que no se puede achacar el aumento de suicidios únicamente a las redes sociales o la tecnología. (Daria Nepriakhina/Unsplash)

Por otro lado, al ser el suicidio multifactorial, los profesionales encuentran factores de riesgo que van más allá de la personalidad o de las vivencias de los jóvenes.

Sandra Martínez García, psicóloga general sanitaria, neuropsicóloga y profesora de la Universidad Europea de Andalucía, señala los factores socio-económicos: la precariedad laboral, dificultades para encontrar una vivienda… Coincide con ello el presidente de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio, quien señala que los jóvenes “no viven una situación envidiable”. Además, Anseán está seguro de que las generaciones actuales “no lo tienen fácil a la hora de proyectarse en un futuro”.

Como refleja el Ministerio de Sanidad en un estudio de 2025, la preocupación por la mortalidad por suicidio en adolescentes y jóvenes adultos no es nueva: desde hace años se mantiene entre las principales causas de muerte en estas edades. Por países, las tasas de suicidio más altas se concentran en Europa del Este, en lugares como Eslovenia, Lituania o Hungría. En cambio, en el sur de Europa (Chipre, Grecia, Italia y otros) las cifras son sensiblemente más bajas. 

Aún así, la Organización Mundial de la Salud describe el suicidio como un fenómeno que “no ocurre solo en los países de ingresos altos, sino que afecta a todas las regiones del mundo. De hecho, el 73% de los suicidios en 2021 ocurrió en países de ingresos bajos o medianos”.

Según explican sus informes, es un hecho probado que “vivir bajo guerras, sufrir violencia, abusos o la pérdida de un ser querido, o sentirse aislado también son factores que pueden inducir conductas suicidas”. Además, añaden: “Las tasas de suicidio también son elevadas entre los grupos vulnerables y discriminados, como los refugiados y migrantes, los pueblos indígenas, el colectivo LGTBI y los reclusos”.

En cuanto al género, existe de nuevo una diferencia entre la ideación suicida y la consumación. Lo explica Jiménez Pietropaolo: “Hay una diferencia muy significativa según el sexo. De media casi siempre hay tres veces más suicidios en hombres que en mujeres. No obstante, en los intentos de suicidio, según estudios de algunos hospitales, se ve que es justo al contrario, se dan tres veces más intentos en mujeres que en hombres”. Lo constata el el Observatorio del Suicidio en España 2023 de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio: “Las mujeres lo intentan tres veces más que los hombres, pero los hombres lo consuman tres veces más que las mujeres”.

La dificultad de pedir ayuda y la necesidad de cambios estructurales

Los profesionales ven como algo positivo que las nuevas generaciones tengan una mayor facilidad para hablar de salud mental y un mayor interés en el autocuidado.

Sin embargo, entre las dificultades que Jiménez Pietropaolo observa en los jóvenes para pedir ayuda se encuentran el estigma de tener un problema mental, la dificultad de acceso a los servicios públicos —la demora que caracteriza a las citas psicológicas en la sanidad pública— o el coste económico si deciden ir por lo privado lo que hace que muchos de ellos no se lo puedan costear. A estos Martínez García añade el desconocimiento de recursos que pueden ayudarles y “pensar que tienen que resolver solos sus problemas; esa autonomía les genera más estrés”. 

Para revertir esta situación, los expertos coinciden en que la respuesta debe ser multifactorial —del mismo modo que lo es el propio fenómeno del suicidio—. Martínez García y Jiménez Pietropaolo consideran imprescindible un cambio en el ámbito de atención sanitaria: señala la necesidad de tener más psicólogos en atención primaria, mejorar la formación de los profesionales en prevención y atención a pacientes con conductas suicidas y mayor frecuencia —y duración— de las citas psicológicas en casos de riesgo.

Además, consideran clave la desestigmatización de los problemas de salud mental y todo lo que rodea al suicidio, para que los jóvenes se animen a hablar y expresarse sin sentirse juzgados.


jóvenes
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(Ludmila Pashkevych/Unsplash)

Todas estas acciones, para psicólogas como Martínez García, deben compaginarse con otras que permitan una mejora en las condiciones de vida: medidas sociales de reducción de desigualdades, de acceso a una vivienda, mejora de las condiciones laborales… Todo ello sin perder de vista la educación emocional desde edades tempranas, pues como asegura Hugo Vega, “en las escuelas, los programas de regulación emocional y prevención funcionan; no son magia, pero sí reducen riesgos y normalizan hablar de lo que uno siente (…) Aprender a identificar lo que uno siente, regularlo y pedir apoyo no es un extra; es una habilidad vital”.

Además, organizaciones como el Teléfono de la Esperanza ponen de relieve la importancia de contar con canales de comunicación accesibles y gratuitos para la población más joven: destacan el Chat de la Esperanza —se puede acceder a través de la web o descargando su aplicación—, que pone a quien lo utilice en contacto con un orientador formado en atender situaciones de crisis emocional, supervisado por profesionales de la salud mental.

Desde ANAR también recuerdan que tienen disponible el Chat ANAR —además de sus teléfono 900 20 20 10— al que se puede acudir las 24 horas del día y los 365 días al año de una manera completamente gratuita y anónima en el que los menores pueden recibir atención de psicólogos expertos en todo tipo de problemáticas que puedan afectar a un menor de edad. Desde estas organizaciones animan a toda aquella persona que lo necesite a hacer uso de sus recursos, ya que siempre se les va a escuchar el tiempo necesario, además de orientarles y ayudarles a encontrar una solución. 

suicidio
suicidio

(Michał Parzuchowski/Unsplash)

“Estamos convencidos de que el suicidio se puede prevenir, algo que hasta hace no tanto era casi un mito. Antes se asumía que las personas se suicidaban porque querían y que nadie podía hacer nada para evitarlo. Esa idea ya está superada. Igual que ocurre con otros problemas, como la violencia de género, es necesario desplegar mecanismos, acciones y estrategias para que la realidad cambie en el futuro”, explica el presidente de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio.

Desde esta fundación insisten en que hablar del suicidio no lo provoca: lo previene. No es cierto que quien se suicida “quiera morir”; lo que quiere es dejar de sufrir. No le falta deseo de vivir: le falta capacidad para sostener un dolor que le desborda. Tampoco es verdad que “quien lo dice no lo hace”: numerosos suicidios están precedidos por señales de alerta que nunca deben ignorarse. 

Romper estos silencios y dotar de recursos a quienes pueden intervenir es, según los expertos, la vía más sólida para salvar vidas. Hablar bien del suicidio —con rigor, sin sensacionalismo y sin miedo— es una forma de prevención activa, y es una responsabilidad colectiva.

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Imagen | Zanyar Ibrahim

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Las reservas mundiales de tierras raras, expuestas en este gráfico que muestra el brutal dominio de un único país

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Las tierras raras ni son tierras ni son raras. Se trata de un conjunto de 17 elementos químicos que se han convertido en la palanca que mueve tanto la geopolítica como prácticamente cualquier sector tecnológico y energético actualmente. Tan importante como saber producirlo es saber dónde están las reservas, y en ambas cosas hay un nombre que domina el panorama internacional: China.

Y en este gráfico podemos ver cuáles son los países que tienen la sartén por el mango. O “el país”, mejor dicho.

Tierras Raras
Tierras Raras

China, nombre destacado. Elaborado por Visual Capitalist a partir de los datos del Servicio Geológico de Estados Unidos -USGS-, el gráfico es muy claro a la hora de que visualicemos las reservas de tierras raras estimadas. China tiene más del doble que el siguiente en la lista, que a su vez tiene tres veces más que el tercero. El gigante asiático contaría con unas reservas de 44 millones de toneladas métricas, Brasil con 21 millones e India con 6,9 millones.

Lejos en la lista quedan países como Australia (5,7 millones), Rusia (3,8 millones), Vietnam (3,5 millones), Estados Unidos (1,9 millones) y Groenlandia (1,5 millones) si tenemos en cuenta los que superan el millón. Lo demencial es que el total mundial se estima en unos 92 millones de toneladas métricas, por lo que China tiene aproximadamente el 50% de las reservas.

Importancia. Las tierras raras están presentes en prácticamente cualquier cosa que nos imaginemos. Desde lo más sutil como elementos de smartphones o los imanes de los auriculares que usamos cada día hasta las cosas más complejas como telescopios espaciales, tecnología aeroespacial o sistemas de guiado de radares militares y armamento avanzado.

También son cruciales para fabricar los elementos del cambio energético: baterías tanto de coches eléctricos como acumuladores para energías renovables y los propios sistemas internos tanto de placas solares como de los aerogeneradores. Y hay algo importante aquí: puedes tener reservas, pero si no las procesas, esas reservas no valen para nada.

Tierras raras como arma. El problema es que estos elementos de tierras raras no aparecen aislados en la naturaleza, sino adheridos a otros minerales. Es necesario separarlos, algo que se hace mediante un proceso de refinado extremadamente caro y, sobre todo, contaminante. Debido a las políticas medioambientales occidentales, durante años relegamos esa tarea a una China con una regulación más laxa (aunque ha ido cambiando recientemente), y con los aranceles impuestos por Donald Trump al país asiático hemos visto cómo China se ha aprovechado de su posición. Igual que con la Soja.

Tienen la tecnología y los conocimientos para ese procesado de las tierras raras, y han ido respondiendo a los nuevos aranceles, cortando el suministro de los metales y elementos que occidente necesita para crear armas o para hacer ese cambio de paradigma tecnológico mediante las renovables. Occidente, durante años, financió su propia vulnerabilidad estratégica y tecnológica. Hasta las minas occidentales, como la de Mountain Pass en Estados Unidos, enviaba su material a China para refinarlo allí.

¿Ejemplos de producciones afectadas? Suzuki tuvo que detener la producción del Swift por escasez de componentes, la industria automovilística europea también ha lanzado el grito al cielo y Elon Musk no tiene para fabricar sus robots.

Haciendo amigos. Como China ha convertido las tierras raras en su palanca de poder más poderosa, occidente ha tenido que moverse y diferentes países han emprendido misiones de búsqueda de nuevos yacimientos de tierras raras. Es una estrategia que está dando sus frutos, hallando prometedores yacimientos en España, Noruega, Groenlandia o Japón.

También se está estudiando cómo volver a poner en marcha el brazo productor de tierras raras en occidente, aunque las dificultades están ahí tanto por la técnica como, sobre todo, por las restricciones en cuestión de emisiones.

Buscando debajo de las piedras. Y ese es un gran problema que en España estamos viviendo de primera mano. Son varios los yacimientos encontrados en nuestro país, pero debido a esa extracción problemática y contaminante, los proyectos mineros se han topado con la oposición de plataformas vecinales y ayuntamientos. Un ejemplo es el de Torrenueva, en un importante yacimiento hallado en Campo de Montiel.

Y es por ello que hay varios proyectos e investigaciones en marcha que están favoreciendo no el refinado de las tierras raras, sino el reciclaje de estos elementos para, en la medida de lo posible, dejar de depender tanto de un país que tiene el monopolio tanto por reservas y capacidad de producción como por contratos con las minas más potentes al otro lado del mundo. Por ejemplo, la de Serra Verde que vende en exclusividad a China hasta 2027.

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Mercedes tiene el motor que quiere revolucionar los coches eléctricos

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Desarrollar un motor, fundar una startup y que te compre una empresa como Mercedes debe ser el sueño hecho realidad de cualquier ingeniero. Precisamente, es lo que ocurrió al fabricante británico YASA. En 2009, miembros de la Universidad de Oxford fundaron la empresa con un objetivo en mente: crear motores eléctricos de flujo axial. Tras conseguir clientes como Ferrari, Mercedes vio potencial y compró la empresa en 2021. Ahora han creado un motor “diminuto” capaz de entregar 1.000 CV.

En este tipo de motor, un campo magnético y la fuerza que hace girar el rotor se da en un sistema paralelo al eje de giro. Piezas como el rotor o el estator están dispuestas en forma de discos planos y enfrentados. En un motor radial tradicional tenemos el clásico cilindro con el estator fuera, el rotor girando dentro y el campo magnético va del centro hacia fuera.

Un motor eléctrico de flujo axial es un tipo de motor en el que el campo magnético y la fuerza que hace girar el rotor discurren paralelos al eje de giro. En uno radial, eso ocurre del centro hacia fuera. El radial es el que llevan los híbridos y eléctricos actuales, pero el de flujo axial llega como un contendiente para revolucionar el interior de los coches de nueva energía gracias a una ventaja clave: el espacio.

Los axiales son más pequeños porque todos los elementos son platos unos sobre otros, lo que permite que sean mucho más planos y ligeros, así como capaces de desarrollar mucha potencia. A base de pulir su proceso de diseño, YASA afirma que han conseguido un motor de última generación capaz de conseguir 1.000 CV.

El motor de los 1.000 CV para revolucionar los eléctricos

Fue hace unos meses cuando la filial de Mercedes-Benz anunció un prototipo de motor axial que, con apenas 12,7 kg de peso, es capaz de entregar una potencia pico de 750 kW. Eso se traduce en los mencionados 1.000 CV y la relación de potencia es de 59 kW/kg.

Motor Yasa
Motor Yasa

El equipo supera el récord que también ostentaban, el de la densidad de 42 kW/kg con un total de 55 kW que, además, pesaba unos gramos más, alcanzando los 13,1 kg. Claro, esa es la potencia pico, ya que desde la propia YASA aseguran que el objetivo es que este nuevo motor pueda ofrecer una potencia continuad e entre 350-400 kW (unos 530 CV).

Según el equipo, han logrado ese aumento de potencia gracias a mejoras tanto en el diseño como en la disipación térmica, haciendo que el motor sea más eficiente y constante y sin emplear “materiales exóticos” para lograr esas mejoras en la disipación y rendimiento. Tim Woolmer, CEO y fundador de YASA, afirma que su creación “cambiará el juego en el sector automotriz de alto rendimiento”.

Porque… sí, este motor no está enfocado al coche eléctrico de calle en estos momentos. Es en el mundo de las altas prestaciones donde un motor así de compacto y potente tiene todo el sentido. Cuando menos pese y menos ocupe, más se reduce la masa y el volumen del sistema de propulsión, permitiendo chasis más eficientes y baterías más grandes que mejoren la autonomía final.

¿Ejemplos de coches que ya montan motores de YASA? El Ferrari SF90 Stradale con tres motores YASA que suman 217 CV y sirven de apoyo al V8 térmico para lograr 987 CV totales, el Ferrari 296 GTB con un motor YASA de 165 CV en el eje trasero, el Koeningsegg Regera con tres motores YASA que aportan 700 CV o el Lamborghini Revuelto don dos YASA en el eje delantero. La propia Mercedes -AMG también se aprovecha de su tecnología en el GT Coupé de cuatro puertas.

Ahora bien, el interés que tiene esto para el usuario de a pie es que estas innovaciones tienen el potencial de terminar llegando a los utilitarios. Actualmente, conducimos coches con tecnologías heredadas tanto de la competición como de los superdeportivos, y motores escalables, fáciles de producir en masa y que tengan una buena relación entre el peso, la potencia que despliegan y el espacio que ocupan es algo atractivo para la industria de la automoción.

¿El problema? Precisamente, la gran virtud de este motor: que supone un cambio de paradigma. Las plataformas de construcción se han optimizado para los procesos de fabricación de motores radiales y cambiarlo todo para que se adapten a un motor de flujo axial implicaría una inversión considerable.

Para el mundo del alto rendimiento, estos motores ya son una realidad, pero para el coche de diario aún se siente algo lejos.

Imágenes | YASA

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