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el varapalo de Tesla ha demostrado que tenía razón

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Por si la trayectoria de Elon Musk no fuera lo suficientemente emocionante dirigiendo varias de las empresas más innovadoras, el millonario ha configurado el juego de la vida en modo difícil. Musk pretende pasárselo en modo difícil poniéndose al frente de DOGE para aplicar los recortes de personal más agresivos en la historia de los Estados Unidos.

Su posicionamiento político situándose junto a Trump ya hizo que muchos temieran una influencia negativa para sus empresas, pero solo una persona se aventuró a señalarlo: Errol Musk, el padre del millonario, quien desde el principio expresó sus temores sobre el rumbo que estaba tomando su hijo.

La relación entre Elon y Errol Musk siempre ha sido compleja y, desde su infancia, ha estado marcada por altibajos y ataques verbales mutuos. En una entrevista para Al Arabiya, Errol Musk expresó sus preocupaciones sobre el futuro de su hijo en la política y sus consecuencias para las empresas que dirige. ¿Estaba el padre de Elon viendo algo que el resto del mundo ignoraba, o simplemente se trataba de un resentimiento paterno disfrazado de sincera preocupación?

Demasiados frentes abiertos

Uno de los principales temores de Errol Musk antes de que Donald Trump tomara posesión de su cargo y Elon Musk comenzara a aplicar sus recortes era, precisamente, la tarea hercúlea que DOGE (Departamento de Eficiencia Gubernamental) iba a afrontar.

Errol temía que esta participación en la optimización de la Administración Trump alejara a su hijo de una no menos titánica labor de dirigir empresas tan potentes como Space X, Tesla, X o Neuralink, refiriéndose a ello como un “un gran problema”.

“Elon tiene una enorme tarea por delante. Emplea a varios cientos de miles de personas en sus empresas y tiene que lidiar con problemas muy serios en su vida. Así que tiene que estar disponible para cualquier cosa que ya haya iniciado…No puede simplemente abandonarlas“, señalaba Errol Musk en su entrevista.

El padre de Elon Musk aseguraba que la vida del millonario ya era demasiado ajetreada y llena de decisiones constantes como para que Trump lo tuviera sentado “en una oficina en algún lugar de Washington, ya sabes, esperando y sin hacer nada. No, no. Tiene que ser nombrado como una especie de consultor temporal”, vaticinaba su padre en noviembre. No obstante, los acontecimientos de los últimos meses apuntan a que Elon Musk no ha asumido su puesto en DOGE como un puesto de asesoría puntual.

Pese a las dudas sobre su papel junto a Donald Trump, el padre de Musk no ha dudado en ningún momento de las habilidades de su hijo para aligerar el tamaño de la administración federal. “Ha empezado proyectos increíbles como Space X desde cero, uso el dinero que tenía para hacerlo. Desde niño ha sido muy frugal y quiere hacer las cosas lo más barato, mejor y más rápido que sea posible. No hay nadie más adecuado para ese puesto”, afirmaba Errol Musk en su entrevista.

Tesla le da la razón a Errol

No obstante, como si de una profecía se tratara, las críticas a la participación de Elon Musk en DOGE no tardaron en llegar, y las actuaciones de Elon Musk en el terreno político han comenzado a afectar a Tesla y a su fortuna. Desde que Trump tomó posesión de su cargo, Elon Musk ha perdido unos 148.000 millones de su fortuna, como consecuencia de la fuerte corrección bursátil que venía sufriendo Tesla en las últimas semanas. Las acciones de la compañía han perdido alrededor del 40% de su valor desde enero, tras la progresiva recuperación de su cotización en los últimos días, dejándose en el proceso todo lo ganado después de las elecciones.

Ante esta situación, las voces críticas en el seno de Tesla han comenzado a pronunciarse, cuestionando hasta qué punto debe caer Tesla para que Elon vuelva a centrarse en sus negocios. Uno de los principales inversores del fabricante de coches eléctricos declaraba a The Guardian, que esperaba que el trabajo Elon Musk al frente de DOGE no dure mucho tiempo más “para que pueda dedicarse aún más a sus negocios”.

Incluso el propio Elon Musk admitió en una entrevista para Fox Business que está teniendo “grandes dificultades” para gestionar sus empresas desde que se unió a la administración de Donald Trump.

Más allá de que Errol Musk haya acertado con sus predicciones sobre lo que iba a suceder con su hijo, era altamente improbable que el millonario hubiera dado algún tipo de crédito a las palabras de su padre, al que ha acusado públicamentede haber cometido “casi todas las maldades que se puedan imaginar” y de ser “un ser humano terrible”, acusaciones que Errol negó rotundamente.

En Xataka | La Ley de Murphy conspira contra Elon Musk: si algo les ha podido pasar a sus empresas esta semana, ha ocurrido

En Xataka | Elon Musk se ha forjado la fama de fundador audaz: no creó ninguna de las dos empresas que le hicieron millonario

Imagen | jeordie87 con Midjourney

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Muere la actriz belga Emilie Dequenne a los 43 años tras luchar contra un cáncer raro

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Escrito en ENTRETENIMIENTO el

EFE.- La actriz belga Emilie Dequenne, ganadora de una Palma de Oro en Cannes en 1999 por su interpretación en “Rosetta”, falleció en la noche del domingo a los 43 años a causa de un tipo raro de cáncer.

La intérprete, que sufría un cáncer de la glándula adrenocortical, murió en un hospital de Villejuif, en la periferia de París, en el que estaba recibiendo cuidados paliativos, informan medios locales.

Duquenne debutó a lo grande en el cine con 18 años con “Rosetta”, la cinta de los hermanos belgas Dardenne que logró la Palma de Oro en el Festival de Cannes de 1999 a la mejor película, y que también valió a la intérprete el mismo galardón a la mejor actriz.

A partir de ahí, Duquenne se asentó en el cine francés y trabajó con los mejores realizadores de este país en 60 obras de cine y televisión, con títulos como “Le Pacte des loups” (2001), “Le grand Meaulnes” (2006), “Charlotte Corday” (2008) o “Pas son genre” 2014).

Recibió un total de cinco nominaciones a los premios César, los más importantes del cine francés, y logró el galardón en una ocasión, en la edición de 2021 como mejor actriz de reparto por “Les Choses qu’on dit, les Choses qu’on fait”.

Duquenne anunció en octubre de 2023 su enfermedad, de la que habló en público con valentía, tanto en entrevistas de prensa como en sus redes sociales.

En abril de 2024 anunció que estaba en remisión completa aunque debía realizar seguimientos ante una posible reaparición de la enfermedad, y en diciembre pasado comunicó que había recaído y que iba a continuar su lucha.

“Todos hemos quedado marcados por sus interpretaciones conmovedoras de papeles poderosos. El cine francófono ha perdido demasiado pronto a una actriz de talento que todavía tenía mucho que ofrecer”, lamentó en redes sociales la ministra francesa de Cultura, Rachida Dati. 
 

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La fiebre por el vino francés llevó a los magnates chinos a comprar castillos en Burdeos. Ahora se deshacen de ellos

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En 2008 el Château Latour Laguens, una bodega situada en la región vinícola de Entre-Deux-Mers, en el suroeste de Francia, fue noticia dentro y fuera del país. Sobre todo dentro. Su edificio neomedieval y almenado y las 30 hectáreas de viñedos que lo rodean pasaron a manos de un holding chino que lo compró a cambio de una pequeña fortuna. Se hablaba de un millón de euros. En una crónica en la que presentaba la operación como “una primicia para la viticultura gala”, Le Figaro apuntaba incluso al doble: dos millones de euros.

A finales de 2024 el château volvió a ser noticia, aunque por una razón distinta: volvía a estar en venta, aunque el precio de salida, sin contar las vides, era de 150.000 euros. En su día Latour Laguens fue un símbolo del interés chino por el vino de Burdeos. Ahora lo es por lo contrario.

Burdeos con sello chino. La venta del château de Entre-Deux-Mers (allá por 2008) despertó interés, más que por la operación en sí o su importe, por lo que representaba. Había dos buenas razones para ello. Primero, el castillo producía cada año unas 160.000 botellas de vino con la denominación de origen Bordeux-Bordeux Supérieur. Segundo, la compra no fue fruto de un capricho estrafalario de un millonario asiático. Al contrario. Reveló el interés de China por los vinos galos y su deseo de entrar de lleno en el negocio.

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¿A quién no le va a gustar un château? AFP calcula que a la operación de Latour Laguens le siguieron otras muchas. Muchísimas. La agencia francesa habla de más de 200 fincas del sudoeste de Francia, conocida por los viñedos de Burdeos. Durante años los inversores chinos parecieron fascinados por las bodegas y las oportunidades de negocio que les brindaban. Las buenas expectativas atrajeron a nombres como el magnate inmobiliario Edwin Cheung; Richard Shen Dongjun, dueño de una cadena de joyerías; o Jack Ma, fundador de Alibaba.

En agosto de 2016 Financial Times estimaba que los chinos habían adquirido ya un centenar y medio de fincas de Burdeos, protagonizando buena parte de las ventas de viñedos que se cerraban cada año con elegantes castillos. En 2019 South China Morning Post aseguraba que eran ya 175 las bodegas de Burdeos adquiridas por inversores chinos en cuestión de nueve años. Alguna operación (como la de la venta de un château del siglo XII en una de las principales DO de Borgoña) incluso levantó ampollas entre los vinicultores locales.

Pero… ¿Por qué ese boom? ¿Por qué los magantes chinos compraban viñedos, bodegas y castillos de Burdeos? ¿Qué buscaban? Esa misma pregunta se la hacía antes de la pandemia la prensa asiática y su respuesta era clara: diversificación de carteras con activos respaldados por euros y el deseo de sacar tajada de las exportaciones de botellas. Eso sin contar con el prestigio social que daba tener una bodega gala.

“Reconocen que China representa un nuevo y vasto mercado para la demanda de vino”, señalaba el responsable de una firma habituada a mediar en compras de viñedos con inversores asiáticos. Las cifras eran desde luego prometedoras.

En 2016 había estudios que apuntaban que en 2025 unos 300 millones de chinos estarían dispuestos a pagar entre 30 y 50 euros por una botella de Burdeos, lo que no está nada mal si se tiene en cuenta que sumados impuestos y la factura del envío a China el precio de coste era de entre siete y 10 euros. Una agencia explicaba a Financial Times que habría fincas que quedarían amortizadas en dos o tres años.

De los planes a las cifras. La realidad resultó ser algo más compleja. Para empezar por la deriva de la demanda china de vino. Las tablas de Statista muestran que, aunque en 2023 el país consumió 680 millones de litros, lo que lo convierte en uno de los grandes mercados del mundo, sus datos se han ido alejando del pico de consumo de 2017, previo a la pandemia.

En un contexto de caída de consumo de vino a nivel mundial, el de China se contrajo además de forma pronunciada, un 24,7%. Los dos últimos ejercicios tampoco han sido buenos para el sector vinícola francés en lo que a exportaciones se refiere, en parte por la caída en las importaciones de China, que en 2024 anotó un descenso interanual de cerca del 20%.

Fin del “espejismo” chino. En junio Le Monde hablaba directamente del “fin del espejismo chino para los vinos de Burdeos”, un cambio en el mercado que se explica con un dato clave: las importaciones de vinos extranjeros en el gigante asiático se contrajeron más de un 60% entre 2017 y 2023. La caída además ha sido especialmente pronunciada desde 2022.

¿El motivo? China se ha convertido en un país productor con miles de hectáreas y en el que se demanda la uva nacional. En juego entran además algunos factores culturales. “A los chinos no les gusta el vino, no es más complicado que eso”, zanja el dueño de una bodega de Médoc. En su opinión su mercado se inclina más por el alcohol de arroz o cerveza. Sigue siendo inmenso y valioso para los caldos exclusivos, pero el peso del vino en el consumo chino es bajo.

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¿Es el único motivo? No. Para entender lo ocurrido a lo largo de los últimos años en Francia, tras el desembarco de inversores chinos, hay que manejar más claves. En la ecuación entran también los cambios impulsados por Pekín relacionados con las inversiones en el extranjero o un cálculo equivocado de partida sobre los costes que implica gestionar hectáreas de viñedos y una bodega en Francia. Las autoridades del país han confiscado además nueve châteaux vinícolas adquiridos en su día por Naijie Qu tras su condena por blanqueo.

“Los europeos razonan en términos de generaciones. Los inversores chinos piensan en ciclos de cinco años, tras los cuales es bastante normal vender”, apunta el financiero hongkonés Hugo Tian a AFP. Otro experto, Benoit Lechenault, coincide en que hubo inversores que perseguían “un rendimiento inmediato” elaborando vino por menos de cinco euros para venderlo a 20 o 100, en ocasiones “sobreestimando” sus propias posibilidades y “subestimando” los costes.

Otra cifra: 50 châteaux. El resultado es que la realidad tiene hoy poco que ver con la de hace unos años. En Francia sigue habiendo inversores chinos optimistas y con visión a largo plazo, pero el pasado otoño AFP y cadenas francesas como BFMTV o Europe1calculaban que, tras el boom inicial, había empresarios deshaciéndose de sus viñedos. En concreto hablaban de cerca de 50 châteaux de Burdeos a la venta. La misma cifra compartía hace unos días Li Li-juan, comerciante de vinos, con el medio suizo Watson: medio centenar de bodegas de Burdeos “chinas” buscan ahora comprador.

El escenario es complejo, porque como reconocen desde el propio sector, el “espejismo” chino hizo algo más que engordar las expectativas sobre las posibilidades de las exportaciones. Hace unos meses el dueño de Château Branaire-Ducru explicaba que el mercado chino ha “enmascarado” la “sobreproducción” de vino de la región de Burdeos. “Tan pronto como China dejó de importar, Burdeos se vio gravemente afectado por su excedente estructural de vino”, confiesa.

Imágenes | Olive Titus (Flickr) 1 y 2 y Dominique Garcin-Geoffroy (Flickr)

En Xataka | Si la pregunta es cuál es el futuro del vino, cada vez más bodegas de Burdeos lo tienen claro: el vino sin alcohol

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La fiebre por el vino francés llevó a los magnates chinos a comprar castillos en Burdeos. Ahora se deshacen de ellos

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En 2008 el Château Latour Laguens, una bodega situada en la región vinícola de Entre-Deux-Mers, en el suroeste de Francia, fue noticia dentro y fuera del país. Sobre todo dentro. Su edificio neomedieval y almenado y las 30 hectáreas de viñedos que lo rodean pasaron a manos de un holding chino que lo compró a cambio de una pequeña fortuna. Se hablaba de un millón de euros. En una crónica en la que presentaba la operación como “una primicia para la viticultura gala”, Le Figaro apuntaba incluso al doble: dos millones de euros.

A finales de 2024 el château volvió a ser noticia, aunque por una razón distinta: volvía a estar en venta, aunque el precio de salida, sin contar las vides, era de 150.000 euros. En su día Latour Laguens fue un símbolo del interés chino por el vino de Burdeos. Ahora lo es por lo contrario.

Burdeos con sello chino. La venta del château de Entre-Deux-Mers (allá por 2008) despertó interés, más que por la operación en sí o su importe, por lo que representaba. Había dos buenas razones para ello. Primero, el castillo producía cada año unas 160.000 botellas de vino con la denominación de origen Bordeux-Bordeux Supérieur. Segundo, la compra no fue fruto de un capricho estrafalario de un millonario asiático. Al contrario. Reveló el interés de China por los vinos galos y su deseo de entrar de lleno en el negocio.

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¿A quién no le va a gustar un château? AFP calcula que a la operación de Latour Laguens le siguieron otras muchas. Muchísimas. La agencia francesa habla de más de 200 fincas del sudoeste de Francia, conocida por los viñedos de Burdeos. Durante años los inversores chinos parecieron fascinados por las bodegas y las oportunidades de negocio que les brindaban. Las buenas expectativas atrajeron a nombres como el magnate inmobiliario Edwin Cheung; Richard Shen Dongjun, dueño de una cadena de joyerías; o Jack Ma, fundador de Alibaba.

En agosto de 2016 Financial Times estimaba que los chinos habían adquirido ya un centenar y medio de fincas de Burdeos, protagonizando buena parte de las ventas de viñedos que se cerraban cada año con elegantes castillos. En 2019 South China Morning Post aseguraba que eran ya 175 las bodegas de Burdeos adquiridas por inversores chinos en cuestión de nueve años. Alguna operación (como la de la venta de un château del siglo XII en una de las principales DO de Borgoña) incluso levantó ampollas entre los vinicultores locales.

Pero… ¿Por qué ese boom? ¿Por qué los magantes chinos compraban viñedos, bodegas y castillos de Burdeos? ¿Qué buscaban? Esa misma pregunta se la hacía antes de la pandemia la prensa asiática y su respuesta era clara: diversificación de carteras con activos respaldados por euros y el deseo de sacar tajada de las exportaciones de botellas. Eso sin contar con el prestigio social que daba tener una bodega gala.

“Reconocen que China representa un nuevo y vasto mercado para la demanda de vino”, señalaba el responsable de una firma habituada a mediar en compras de viñedos con inversores asiáticos. Las cifras eran desde luego prometedoras.

En 2016 había estudios que apuntaban que en 2025 unos 300 millones de chinos estarían dispuestos a pagar entre 30 y 50 euros por una botella de Burdeos, lo que no está nada mal si se tiene en cuenta que sumados impuestos y la factura del envío a China el precio de coste era de entre siete y 10 euros. Una agencia explicaba a Financial Times que habría fincas que quedarían amortizadas en dos o tres años.

De los planes a las cifras. La realidad resultó ser algo más compleja. Para empezar por la deriva de la demanda china de vino. Las tablas de Statista muestran que, aunque en 2023 el país consumió 680 millones de litros, lo que lo convierte en uno de los grandes mercados del mundo, sus datos se han ido alejando del pico de consumo de 2017, previo a la pandemia.

En un contexto de caída de consumo de vino a nivel mundial, el de China se contrajo además de forma pronunciada, un 24,7%. Los dos últimos ejercicios tampoco han sido buenos para el sector vinícola francés en lo que a exportaciones se refiere, en parte por la caída en las importaciones de China, que en 2024 anotó un descenso interanual de cerca del 20%.

Fin del “espejismo” chino. En junio Le Monde hablaba directamente del “fin del espejismo chino para los vinos de Burdeos”, un cambio en el mercado que se explica con un dato clave: las importaciones de vinos extranjeros en el gigante asiático se contrajeron más de un 60% entre 2017 y 2023. La caída además ha sido especialmente pronunciada desde 2022.

¿El motivo? China se ha convertido en un país productor con miles de hectáreas y en el que se demanda la uva nacional. En juego entran además algunos factores culturales. “A los chinos no les gusta el vino, no es más complicado que eso”, zanja el dueño de una bodega de Médoc. En su opinión su mercado se inclina más por el alcohol de arroz o cerveza. Sigue siendo inmenso y valioso para los caldos exclusivos, pero el peso del vino en el consumo chino es bajo.

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¿Es el único motivo? No. Para entender lo ocurrido a lo largo de los últimos años en Francia, tras el desembarco de inversores chinos, hay que manejar más claves. En la ecuación entran también los cambios impulsados por Pekín relacionados con las inversiones en el extranjero o un cálculo equivocado de partida sobre los costes que implica gestionar hectáreas de viñedos y una bodega en Francia. Las autoridades del país han confiscado además nueve châteaux vinícolas adquiridos en su día por Naijie Qu tras su condena por blanqueo.

“Los europeos razonan en términos de generaciones. Los inversores chinos piensan en ciclos de cinco años, tras los cuales es bastante normal vender”, apunta el financiero hongkonés Hugo Tian a AFP. Otro experto, Benoit Lechenault, coincide en que hubo inversores que perseguían “un rendimiento inmediato” elaborando vino por menos de cinco euros para venderlo a 20 o 100, en ocasiones “sobreestimando” sus propias posibilidades y “subestimando” los costes.

Otra cifra: 50 châteaux. El resultado es que la realidad tiene hoy poco que ver con la de hace unos años. En Francia sigue habiendo inversores chinos optimistas y con visión a largo plazo, pero el pasado otoño AFP y cadenas francesas como BFMTV o Europe1calculaban que, tras el boom inicial, había empresarios deshaciéndose de sus viñedos. En concreto hablaban de cerca de 50 châteaux de Burdeos a la venta. La misma cifra compartía hace unos días Li Li-juan, comerciante de vinos, con el medio suizo Watson: medio centenar de bodegas de Burdeos “chinas” buscan ahora comprador.

El escenario es complejo, porque como reconocen desde el propio sector, el “espejismo” chino hizo algo más que engordar las expectativas sobre las posibilidades de las exportaciones. Hace unos meses el dueño de Château Branaire-Ducru explicaba que el mercado chino ha “enmascarado” la “sobreproducción” de vino de la región de Burdeos. “Tan pronto como China dejó de importar, Burdeos se vio gravemente afectado por su excedente estructural de vino”, confiesa.

Imágenes | Olive Titus (Flickr) 1 y 2 y Dominique Garcin-Geoffroy (Flickr)

En Xataka | Si la pregunta es cuál es el futuro del vino, cada vez más bodegas de Burdeos lo tienen claro: el vino sin alcohol

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