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una multitud de gente fue a ver unos fuegos artificiales en Nochevieja que no existían

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Uno de los planes más populares para muchas personas es asistir a los espectáculos organizados en miles de ciudades y pueblos alrededor del mundo para dar la bienvenida al Año Nuevo. Estas celebraciones son habituales en numerosos lugares y, gracias a las redes sociales, resulta sencillo convocar a grandes multitudes en torno a este tipo de eventos.

Precisamente en el centro de Birmingham, miles de personas se congregaron en la víspera de Nochevieja, atraídas por el anuncio de un deslumbrante espectáculo de fuegos artificiales que, supuestamente, tendría lugar en Centenary Square. La expectativa fue alimentada por publicaciones en blogs y redes sociales que promocionaban un evento en la icónica plaza, a pesar de que la ciudad no ha organizado tal exhibición desde 2016.

Entre las publicaciones más populares estaba un artículo de CrossCountry, un reconocido operador ferroviario, en el que invitaba a los lectores a disfrutar de actuaciones en vivo, comida callejera y un espectáculo final de fuegos artificiales, lo que provocó que el evento se hiciese viral rápidamente entre residentes y turistas. El texto, por cierto, ya ha sido corregido.

La inteligencia artificial, clave en la difusión de la noticia falsa

Imágenes compartidas en redes sociales muestran a una multitud de asistentes esperando ansiosos el inicio del espectáculo antes de que la policía confirmara que no había nada programado. 

Investigaciones posteriores revelaron que muchos de los artículos que promovieron el falso evento podrían haber sido generados por inteligencia artificial. De hecho algunas publicaciones describieron el inexistente espectáculo como uno de los mejores del Reino Unido, incluyéndolo junto a los legendarios eventos de Londres y Edimburgo entre las exhibiciones de fuegos artificiales más impresionantes para recibir el Año Nuevo.

Una vez que estos artículos fueron publicados, otras plataformas (incluidas aquellas operadas por humanos), replicaron la información sin verificarla, amplificando la “noticia”. El incidente ha puesto de manifiesto tanto las capacidades como las limitaciones de las herramientas de inteligencia artificial, que generalmente se alimentan de información que puede estar desactualizada, para crear contenido convincente pero que en realidad es incorrecto. Paradójicamente en la era en la que tenemos más acceso que nunca a la información, todo apunta a que los lectores debemos realizar una doble (y triple) verificación sobre todo lo que leemos gracias a las fake news y los artículos generados por IA.

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baños termales con nieve alrededor y vistas a la montaña

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Cuando llega el frío y las primeras nieves cubren las montañas, no hay mejor plan para desconectar que dejarse envolver por las aguas templadas de un balneario en plena naturaleza. Más allá de lo atractivo del lugar, hay algo casi terapéutico en ese contraste: el vapor ascendiendo hacia el aire helado, el silencio solo interrumpido por el murmullo del agua y la sensación de estar completamente apartado del ruido diario. Confirmo que es difícil experimentar una sensación de descanso así en otros entornos.

En España tenemos la suerte de contar con varios rincones así, pero en el corazón del Pirineo aragonés hay uno que destaca especialmente: un enclave termal con más de dos mil años de historia, donde tradición, bienestar y paisaje se mezclan en una experiencia realmente especial.

El Balneario de Panticosa es, sin duda, uno de los destinos más emblemáticos del norte del país. Situado a 1.636 metros de altitud, en un circo glaciar rodeado de montañas que superan los 3.000 metros, este conjunto termal parece sacado de una postal alpina. Sus aguas mineromedicinales, que brotan de siete manantiales a una temperatura constante de 37 °C, son apreciadas desde tiempos romanos por sus propiedades curativas. De hecho, se cuenta que ya en el siglo I los soldados del Imperio acudían a ellas para recuperar fuerzas tras las campañas en los Pirineos.

Un destino de lujo para los romanos y para la nobleza que aún sigue vigente

Panticosa
Panticosa

Con el paso de los siglos, el balneario fue ganando fama y prestigio. Durante el siglo XIX se consolidó como uno de los grandes referentes del termalismo europeo: un punto de encuentro para la alta sociedad, escritores y artistas que veían en este “templo de las aguas” el lugar ideal para cuidar el cuerpo y la mente. Desde entonces, sus aguas han sido reconocidas por su capacidad para aliviar afecciones respiratorias, dermatológicas y otras dolencias. Entre sus visitantes más ilustres se encuentran el rey Alfonso XIII y numerosas personalidades de la época, lo que contribuyó a reforzar su reputación como destino de lujo en plena montaña.

El primer hotel del complejo, el Gran Hotel, se construyó en 1896 y marcó un antes y un después en la historia del balneario. Concebido con un estilo monumental propio de los grandes establecimientos termales de Europa, contaba con salones de baile, restaurante, casino, biblioteca y hasta teatro, convirtiéndose en el epicentro de la vida social y cultural del Panticosa de finales del siglo XIX y principios del XX. Durante décadas, sus muros fueron testigos de tertulias literarias, conciertos y estancias de veraneo de las familias más distinguidas. 

Panticosa
Panticosa

Hoy, ese legado histórico sigue muy presente y se une a la arquitectura moderna del actual complejo, donde destaca el espacio termal Termas de Tiberio, un impresionante centro de bienestar que combina tradición y vanguardia. Inspirado en la herencia romana del lugar, este moderno circuito de aguas invita a revivir el espíritu de los antiguos baños termales en un entorno de montaña único, donde el silencio, el vapor y la piedra natural crean una experiencia sensorial profundamente relajante.

El conjunto se completa con restaurantes, cafeterías, un auditorio, espacios para eventos y rutas de senderismo que parten directamente desde el resort. En invierno, su cercanía a la estación de esquí de Panticosa hace que sea el complemento perfecto para quienes buscan combinar deporte y descanso; en verano, se convierte en punto de partida ideal para explorar los ibones, cascadas y montañas del valle de Tena.

Más que un simple destino de relax, este lugar es una auténtica inmersión en la historia del termalismo y una invitación a reconectar con uno mismo en pleno corazón del Pirineo. Es el escenario perfecto para regalarse un tiempo de calma y autocuidado, algo cada vez más valioso en un mundo que no deja de correr. Pocos lugares conservan esa magia capaz de frenar el ritmo y recordarnos que el verdadero lujo está, a veces, en lo esencial: respirar aire puro, escuchar el rumor del agua y dejar que el tiempo, por un instante, pase más lentamente mientras fuera cae la nieve.

Imágenes | Balneario de Panticosa

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Las 15 ciudades Patrimonio de la Humanidad en España a las que ir al menos una vez en la vida

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El próximo 16 de noviembre se celebra el Día del Patrimonio Mundial, una fecha que rinde homenaje a esos lugares del planeta que nos siguen asombrando generación tras generación por su historia, su belleza y la huella que han dejado en la humanidad. En España podemos presumir de contar con quince ciudades que forman parte de esa prestigiosa lista: auténticas joyas que combinan arte, historia, paisaje y vida cotidiana, y que reflejan la enorme diversidad cultural que caracteriza a nuestro país.

Estas ciudades pertenecen al grupo de lugares reconocidos por la UNESCO, un título que no se concede por azar. Desde 1972, el Comité del Patrimonio Mundial estudia cuidadosamente las propuestas que presentan los países y evalúa si cumplen alguno de los diez criterios oficiales: desde ser una obra maestra de la creatividad humana, hasta representar una etapa significativa de la historia o conservar tradiciones vivas que aún perduran. En definitiva, se trata de proteger lo que hace único a cada rincón del mundo y asegurar que ese legado cultural y natural siga inspirando a las generaciones futuras.

Sin embargo, lo que realmente las hace especiales no es solo su patrimonio monumental, sino todo lo que las rodea: los paisajes, las tradiciones, la gastronomía y la gente que las habita. Viajar por estas ciudades no es solo admirar su pasado: es disfrutar de cómo el patrimonio se vive, se comparte y se disfruta día a día por personas de todo el mundo que las visita.

Alcalá de Henares, cuna del saber y de Cervantes

Plaza Cervantes Alcala Henares
Plaza Cervantes Alcala Henares

A pocos kilómetros de Madrid, Alcalá de Henares fue el primer modelo de ciudad universitaria planificada del Renacimiento. Sus patios académicos, su calle Mayor (una de las más largas porticadas de Europa), y la casa natal de Miguel de Cervantes respiran historia literaria. Pero Alcalá también se saborea: sus tapas, el ambiente universitario y sus dulces conventuales hacen del paseo una experiencia completa entre cultura, letras y gastronomía castiza.

Ávila, la ciudad amurallada

Avila
Avila

Imagen | Ávila Turismo

Las murallas de Ávila se alzan casi intactas desde el siglo XI, envolviendo un casco histórico que parece detenido en el tiempo. La UNESCO reconoció su valor por la extraordinaria conservación de su arquitectura medieval, donde la piedra dorada se mezcla con el misticismo de Santa Teresa. Entre paseo y paseo, la cocina abulense invita al descanso con platos contundentes: chuletones, judías del Barco y con sus emblemáticas yemas de Santa Teresa, un clásico que sigue reinventándose, incluso en versiones actuales como la que recientemente ha rendido homenaje a Rosalía, demostrando que la tradición también puede tener nuevos sabores.

Baeza, el Renacimiento en calma

Baeza
Baeza

Junto a su vecina Úbeda, Baeza brilla por sus plazas serenas, sus palacios de piedra clara y su trazado renacentista perfecto. La ciudad es una lección viva de arquitectura humanista y de vida tranquila entre olivos infinitos. Aquí el tiempo se mide al ritmo del aceite de oliva: catas, almazaras y gastronomía jienense completan un destino que combina belleza, cultura y sabor.

Cáceres, donde el pasado no se ha ido

Caceres
Caceres

Imagen | Extremadura Turismo

Caminar por el casco antiguo de Cáceres es entrar en un decorado medieval real: torres árabes, palacios renacentistas y calles empedradas iluminadas por la luna. Por su armonía arquitectónica y autenticidad histórica, fue incluida en la lista de la UNESCO. En los alrededores, la naturaleza extremeña ofrece contrastes asombrosos gracias a sus dehesas y pozos naturales y una cocina que se disfruta sin prisas: quesos, jamones y migas para saborear siglos de tradición.

Córdoba, el alma de las tres culturas

Cordoba
Cordoba

Imagen | Turismo de Córdoba

Pocas ciudades concentran tanta historia como Córdoba. Su Mezquita-Catedral, el antiguo barrio judío, los patios floridos y el Alcázar de los Reyes Cristianos resumen la convivencia de civilizaciones que forjó su identidad. A la herencia andalusí se suman los sabores del sur: salmorejo, flamenquines y vinos de Montilla-Moriles. Visitar Córdoba es recorrer la memoria de Europa y sentirla viva en cada esquina.

Cuenca, suspendida entre el cielo y las hoces

Cuenca
Cuenca

Anclada en los riscos entre el Huécar y el Júcar, Cuenca sorprende por su fusión entre naturaleza y arquitectura. Las Casas Colgadas parecen desafiar la gravedad, mientras el casco histórico, medieval y silencioso, conserva su encanto intacto. En la ciudad, arte contemporáneo y paisaje dialogan: museos en antiguos conventos, rutas de senderismo y una gastronomía serrana sencilla y deliciosa.

Ibiza, herencia fenicia frente al mar

Ibiza
Ibiza

Más allá de su fama festiva, Ibiza guarda un tesoro en el corazón de su capital: Dalt Vila, la ciudad alta amurallada, declarada Patrimonio Mundial por su excepcional estado de conservación. Las murallas renacentistas protegen un laberinto de callejuelas blancas con vistas al Mediterráneo. La isla completa el viaje con yacimientos fenicios, aguas turquesas y una cocina marina donde el bullit de peix o la sobrasada payesa son imprescindibles.

Mérida, la Roma de Hispania

Merida
Merida

Imagen | Turismo Mérida

Fundada por veteranos del ejército romano, Mérida conserva un legado arqueológico asombroso: teatro, anfiteatro, templos, puentes y termas que parecen esperar a los actores del pasado. La UNESCO la distingue como uno de los conjuntos romanos mejor preservados del mundo. A ello se suma su ambiente tranquilo, sus museos y una gastronomía extremeña de raíces antiguas que combina historia y sabor.

Salamanca, la ciudad dorada

Salamanca
Salamanca

Imagen | Turismo Salamanca

La piedra arenisca que tiñe de oro la ciudad al atardecer explica el apodo de Salamanca. Su universidad, la más antigua de España, y su catedral doble conforman un conjunto monumental único. Pero Salamanca es también juventud, tapeo y cultura viva: plazas llenas de estudiantes, conciertos, cafés literarios y una energía contagiosa que demuestra que el pasado nunca deja de ser actual.

San Cristóbal de La Laguna, el modelo del Nuevo Mundo

San Cristobal Laguna Tenerife
San Cristobal Laguna Tenerife

En Tenerife, La Laguna fue la primera ciudad española sin murallas y con un diseño racional que luego inspiró a muchas urbes americanas. Sus casas coloridas, patios interiores y templos coloniales cuentan la historia de Canarias como puente entre Europa y América. A pocos minutos, el paisaje del Teide y la costa norte completan una experiencia que mezcla patrimonio, naturaleza y tradición isleña.

Santiago de Compostela, el destino espiritual

Santiago
Santiago

Imagen | Turismo Santiago

Peregrinar hasta Santiago de Compostela es, para muchos, una experiencia espiritual, pero la ciudad también es una obra maestra arquitectónica. Su catedral románica y su casco histórico forman un conjunto de belleza excepcional que deja prendado a quien le visita. Imposible no menciona que además del Camino, la capital gallega enamora por su ambiente universitario y su espectacular gastronomía.

Segovia y su espectacular Acueducto Romano

Acueducto Segovia
Acueducto Segovia

El Acueducto romano de Segovia impresiona por su perfección técnica y su estado de conservación, pero el encanto de la ciudad no termina ahí: el Alcázar de cuento y la catedral completan un conjunto monumental inigualable. La UNESCO premió su armonía urbana y su autenticidad. La visita se redondea con un festín: el famoso cochinillo asado y los vinos de la tierra. Un viaje que une historia y placer a una hora de Madrid.

Tarragona, ecos de la antigua Tarraco

Tarragona
Tarragona

Imagen | Tarragona Turismo

En la costa catalana, Tarragona es herencia viva del Imperio romano. Su anfiteatro junto al mar, las murallas y los foros arqueológicos conservan el esplendor de Tarraco, capital de la Hispania Citerior. Además del legado histórico, Tarragona invita a disfrutar de sus playas, su gastronomía mediterránea y la energía alegre de sus fiestas y tradiciones.

Toledo, el espejo de las civilizaciones

Toledo
Toledo

La “ciudad de las tres culturas” condensa como ninguna otra la historia de España: cristianos, judíos y musulmanes dejaron en Toledo una huella visible en sinagogas, mezquitas, iglesias y callejuelas. Su perfil sobre el Tajo es una postal eterna. Museos, artesanía (espadas, damasquinado) y una cocina que combina raíces castellanas y árabes convierten la visita en una experiencia sensorial e histórica completa.

Úbeda, elegancia y piedra renacentista

Ubeda
Ubeda

Imagen | Turismo Úbeda

Junto a Baeza, Úbeda representa el esplendor del Renacimiento español. Palacios, iglesias y plazas diseñadas con equilibrio clásico le valieron el reconocimiento de la UNESCO. En torno a ella, el mar de olivos jienense ofrece un horizonte único y una cultura oleícola que marca la identidad del lugar. Aquí, arte, paisaje y gastronomía se funden en perfecta armonía y ofrecen un destino que, sin duda alguna, lo tiene todo. 

Imágenes | Portal Oficial del Turismo de España

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Aragón tiene uno de los pueblos medievales mejor conservados de España y con una plaza mayor única en el mundo

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Otoño es esa estación que invita a hacer una pausa, a escapar del bullicio y buscar refugio entre montañas. Es el momento perfecto para perderse en la naturaleza, encender una chimenea y descubrir rincones con historia que aún conservan su esencia. En España abundan los destinos idílicos para hacerlo, pero hay uno que destaca por su encanto: un lugar escondido entre cumbres que dejan sin aliento, con el murmullo del río Cinca como banda sonora y el aire puro del Pirineo aragonés como compañero de viaje. Suena bien, ¿verdad?

Hablamos de Aínsa, en la comarca del Sobrarbe, un pueblo medieval con un trazado de piedra que se conserva intacto, calles empedradas que serpentean entre fachadas centenarias. Cada rincón invita a pasear sin prisa, a dejarse llevar por el ambiente tranquilo y a detenerse en sus miradores, desde los que se contempla un paisaje espectacular: el valle del Cinca, las montañas del Monte Perdido y el horizonte azul del Pirineo.

Su historia se remonta a la Alta Edad Media, cuando Aínsa se levantó como fortaleza estratégica frente a las incursiones musulmanas. De aquel pasado guerrero nace la leyenda de la Cruz de Sobrarbe, según la cual, en plena batalla, una cruz luminosa apareció sobre una encina, señalando la victoria cristiana. Aquel prodigio se convirtió en símbolo de identidad y aún hoy forma parte del imaginario local y del escudo de Aragón.

Aínsa: una villa custodiada por las montañas del Pirineo

Ainsa Huesca
Ainsa Huesca

Plaza Mayor de Aínsa | Spain.info

El corazón del pueblo es su Plaza Mayor, considerada una de las más singulares de Europa. De planta irregular y porticada, con arcos de piedra diferentes uno del otro, fue durante siglos el centro de la vida social y comercial. Hoy, sigue siendo escenario de celebraciones, mercados y conciertos, además de un mirador privilegiado hacia las montañas del Pirineo. Desde ella se accede al Castillo de Aínsa, una fortaleza del siglo XI que conserva buena parte de su muralla (a la que se puede subir de forma gratuita), y un espectacular patio de armas donde cada verano se celebran conciertos al aire libre. En su interior se encuentra el Ecomuseo del Sobrarbe, un espacio dedicado a la fauna, la geología y la etnografía de la comarca, ideal para entender la profunda conexión de sus habitantes con la montaña.

El casco histórico de Aínsa, declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1965, es un entramado de callejuelas empedradas que ascienden suavemente hacia el castillo. Cada rincón parece contar una historia: los arcos de medio punto, los portales que se abren a patios interiores, las fachadas con escudos nobiliarios… En su parte alta se levanta la Iglesia de Santa María, joya del románico aragonés del siglo XI, con una imponente torre cuadrada de casi 30 metros de altura y una cripta que aún conserva su sobriedad original. Muy cerca, la Portada de Aínsa y el Arco del Portal Alto marcan los antiguos accesos a la villa, recordando su pasado amurallado.

Ainsa
Ainsa

Calle de Aínsa | Turismo de Aragón

Cada dos años, el pueblo revive su pasado con La Morisma, una representación teatral que escenifica la batalla legendaria entre moros y cristianos, cuando la cruz milagrosa sobre la encina dio la victoria a los segundos. Más de quinientos vecinos participan en esta fiesta, declarada de Interés Turístico Nacional, que transforma la Plaza Mayor en un escenario vibrante de historia viva.

Pero Aínsa no es solo historia. Desde el casco viejo, el viajero puede asomarse a algunos de los paisajes más impresionantes del Pirineo: el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, el Cañón de Añisclo o los valles de Escuaín y Pineta, todos ellos a poca distancia. Es también un punto de partida perfecto para practicar senderismo o actividades de naturaleza en el entorno del río Ara.

Y cuando llega el momento de hacer una pausa, la gastronomía del Sobrarbe pone la guinda perfecta al viaje. A pesar de su tamaño, este pueblo presume de tener un restaurante con estrella Michelin llamado Callizo, donde la tradición y la innovación se dan la mano en una propuesta creativa basada en productos locales y de temporada. Pero no todo se queda en la alta cocina: en las tabernas y restaurantes del casco histórico también se celebra el sabor auténtico del Pirineo con platos que conquistan a cualquiera como la chireta, el ternasco asado, las migas a la pastoril o las truchas del Cinca (especialmente si los  acompañas por los maravillosos vinos del Somontano). 

Imagen | Villa de Aínsa

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